Capítulo 2
Sus respiraciones eran erráticas bajo el silencio que reinó en la habitación por unos segundos en tanto que sus cerebros hacían una conexión y comprendían lo que sucedía. Cuando Soobin consiguió abrir la boca, lo primero que salió de ella fue una maldición, entonces comenzó a deslizar su miembro fuera del culo de Yeonjun, mas un quejido lo detuvo.
—Mmmgh —era Yeonjun quien gimió al sentir el pene del otro moverse hacia afuera, y en un acto reflejo apretó su entrada al no querer dejarlo ir.
El joven se dio cuenta de su imprudencia, pero ya era tarde, el policía lo notó y casi pudo ver una sonrisa socarrona en sus labios. Ambos se debatían entre lo correcto o el placer, aunque en ese momento ambos parecían mezclarse hasta parecer uno solo.
El rostro sonrojado de Yeonjun se ocultó entre sus brazos alzados, avergonzado de lo descarado que era su cuerpo al actuar así.
—Maldita sea, no hagas eso —gruñó Soobin cercano a sucumbir a sus deseos por joder al chico.
—... Lo siento —soltó en tono bajo, penoso, casi suplicante por un poco de caricias.
El alcohol que los llevó a enredarse en la cama, con la impresión de la apabullante verdad dejó sus sistemas, no así la pasión, no así el deseo que parecía corroerlos con demasiada rapidez.
—Eres una jodida princesa malcriada —farfulló cuando sus sentidos sobrepasaron a la razón.
El pene del policía volvió a insertarse con fuerza dentro del agujero de Yeonjun, golpeando con rudeza sus testículos contra las pomposas nalgas. Un chillido de placer salió de esos labios rosados, tan apetitoso que Soobin tuvo que probarlos una vez más.
—Por favor, te necesito más profundo —suplico Yeonjun entre gemidos.
Soobin se lo dio, su pene pujando por ir tan profundo como pudiera, su glande acariciando deliciosamente el punto dulce del joven hasta el delirio. Tomó entre sus manos las caderas de Yeonjun para lograr un ritmo más certero.
La cama chocando contra la pared, las esposas sonando a cada empuje, y los gritos y jadeos que de boca del joven salían, a ello le acompañaban los gruñidos de Soobin.
—¡Ah! Soo-Soobin...
Tan cerca estaban del orgasmo que no podían parar. Las caderas del policía se movían con furia contra la ingle del menor, así hasta que un grito le informó que el orgasmo ajeno llegó, y tan sensible como Yeonjun estaba, Soobin siguió golpeando su cálido interior produciéndoles a ambos deliciosos espasmos; entonces se corrió en el interior.
—Demonios —jadeó Choi—, demasiado bueno —murmuró cerca del oído de su pareja de cama.
Al momento de que su pene abandonó el cuerpo ajeno, su cerebro comenzó a recobrar el buen juicio, y de nuevo se reprendió. Jodió al hijo de un mafioso. La situación le excitaba mucho, pero eso no suplantaba lo incorrecto que podía ser, especialmente porque involucrarse con alguien así significaba que posiblemente la mafia podría matarlo si les apetecía. Todo por meterse con una princesita de la mafia.
—¿Puedes soltarme, o piensas llevarme así esposado a la cárcel? —le preguntó con un tono avergonzado.
Y claro que le gustaría, pero llevarlo desnudo y esposado... posiblemente terminaría follándolo en el auto, y, si lograban llegaran a la estación de policías, haría lo mismo en la celda provisional.
Soobin tomó del cajón de su velero de noche la llave de las esposas, soltó al chico en silencio notando que en las muñecas del joven estaban ciertas marcas dejadas por los grilletes.
—Debí suponer que estas esposas eran demasiado realistas —comentó tratando de dejar la incomodidad de lado.
—¿Te lastimé?
Yeonjun sonrió burlón.
—No me digas que tienes miedo de haberme lastimado porque mis padres son de la mafia. Ellos no van a matarte, tranquilo grandote.
Choi gruñó en respuesta.
—No le tengo miedo a la mafia, princesa.
—Deberías —se carcajeó él.
Soobin tragó grueso. Escuchar la dulce risa del chico le gustó, era agradable.
—¿Crees que pueda tomar un baño?
Aunque las piernas de Yeonjun temblaban, entumecidas, lo que le dificultó ponerse en pie, logró conservar su dignidad e ingresar al baño donde una ducha caliente le esperaba. Soobin se calzó el bóxer por el momento y salió al pequeño balcón, tomó un cigarrillo de la poco usada cajetilla y lo encendió. Muy pocas veces fumaba, pero esta vez el estrés le estaba matando los nervios, más de lo que podía soportar. Soltó el humo del cigarro conjuntamente con un suspiro.
"Acabo de joder mi vida"
Una brisa fría le refrescó el rostro. Serían cerca de las once y media, o bien las doce, no lo sabía y no le importaba porque el tiempo, en ese momento, era el menor de los problemas.
Escuchó la puerta del baño abrirse, entonces se volteó a ver al chico que lucía una toalla en sus caderas. Ese cuerpo tan pulido, tan sensual. Soobin tuvo que apartar la mirada para no tener en su cuerpo una reacción demasiado notoria.
—¿Puedo saber por qué me estaban buscando? —le preguntó mientras se calzaba la camisa, abrochando los botones uno menos hasta el cuello.
—¿Piensas que voy a decirte todo sobre el caso de tus padres? No sería muy sensato de mi parte.
"Tampoco lo fue follarme", pensó Yeonjun.
—Esperaba que me esclarecieras ese pequeño detalle porque nunca, en toda mi vida, la policía me ha buscado.
Soobin entró en la recámara tras tirar el cigarrillo por el balcón. Encontró al joven poniéndose el bóxer y luego el pantalón. Se lo veía sereno, algo que él trataba de aparentar pero que seguramente no era muy efectivo.
—El destino es una mierda.
Ambos estaban de acuerdo, y poco o nada se podría argumentar en ese momento en contra.
Una vez que Yeonjun estuvo vestido, decidió hacerle una importante pregunta al policía.
—¿Me llevarás a la cárcel? Si es así, te digo que conozco muy bien mis derechos, y bien puedes escribir en el parte policial cómo descubriste que soy hijo de un mafioso.
Soobin sonrió arrogante, tan guapo enseñando los caninos; se acercó al pequeño y lo tomó de la cintura posesivamente, su rostro a lado del contrario, y sus labios rozando el oído del muchacho.
—¿Quieres que escriba que tenía mi pene metido en el fondo de tu culo cuando me enteré?
—Y que seguiste follándome después de eso —completó con una sonrisa, antes de darle un beso en los labios.
Soobin le tiró del pelo mientras se besaban, dominante como le gustaba a Yeonjun. Cuando se separaron, el policía le dijo.
—¿Quieres que te lleve a tu casa?
—Esa es otra información que no te daré, tengo suficiente con que sepas quién soy.
—¿Y no te parece que es muy tarde para que regreses a tu casa así?
—¿Me quieres contigo el resto de la noche? —preguntó coqueto.
Soobin volvió a besarlo, se permitió recorrer con su lengua toda la cavidad, y siguió así, dejándose llevar una vez más por el deseo.
—Tal vez sí.
...
En la estación de policías, en su despacho Soobin no podía dejar de pensar en la pequeña princesa mafiosa, era intrigante, y adictivo. Casi una semana después de su fogoso encuentro y la mente del policía no podía albergar otro pensamiento que Yeonjun.
—Comandante Choi —llamó San entrando en el despacho— ¿tienes tiempo para recibir a unos abogados?
El alto asintió con la cabeza, entonces entraron en su despacho el Fiscal de distrito acompañado por un muchacho, seguramente recién titulado o por graduarse. Y Soobin lo reconoció, era su pequeña princesa.
—Lamentamos interrumpir, Comandante.
—No hay problema, pasen por favor —consiguió decir luego de superar el shock inicial.
Por su parte, Yeonjun no parecía muy sorprendido, sólo una sonrisa maliciosa adornaba su rostro.
—Quiero presentarle al joven Kim Yeonjun, es un estudiante de leyes a pocos meses de graduarse.
—Un gusto, joven Kim.
—El placer es todo mío.
—El trabajará como el abogado en un caso que está llevando usted.
Oh, cielo bendito.
Esa era la noticia más irónica que podían darle. No podían hablar en serio. Tenía al hijo de un mafioso trabajando como abogado en el caso del Comandante Choi quien era el encargado del caso de la mismísima mafia Choi.
—Represento al Señor Kim, el acusado.
No debió sorprenderle que representase al narcotraficante, bien podrían conocerse. Le surgió la idea entonces, que quizás Yeonjun era abogado para ayudar a la mafia, un plan interesante para intervenir en la función judicial y evitar encarcelamientos de sus colegas.
—Interesante, representa a un narcotraficante peligroso.
—Creo en las segundas oportunidades, ¿usted no, comandante?
Y Soobin deseó, fantaseó oír a Yeonjun llamarlo 'Comandante' mientras lo tenía sobre la mesa.
"El destino es una jodida mierda, quizás es mi castigo por haberlo follado... por querer follarlo otra vez"
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