02. Cover me in sunshine

🎧 Cover Me In Sunshine by P!nk & Willow Sage Hart

11 de Enero de 2023 - Monte Carlo, Mónaco

La británica sentía los ojos pesados, se había quedado dormida mientras lloraba eliminando todos los posts de sus redes sociales en los que aparecía Francesco. Entre más rápido borrara todo rastro de él, mejor.

Se encontraba sentada desayunando con el monegasco, quien una vez más, la miraba con preocupación, se veía demacrada.

El timbre de la puerta sonó, Marguerite miró curiosa a Charles, quien le dio una sonrisa tranquilizante. El piloto se levantó de la mesa para abrir la puerta, dejó pasar a su invitado y la cerró nuevamente.

Los ojos de Margie se abrieron como platos al ver quien era la visita.

—¡Artie! —se levantó de la mesa y corrió a abrazarlo—. Pensé que estabas enojado conmigo, no fuiste al aeropuerto ayer —le dijo en medio del abrazo.

—Lo lamento, estuve practicando hasta tarde. —Y era cierto, Arthur quería ganar el campeonato de Fórmula 2 de ese año para que por fin lo ascendieran a la Fórmula 1. Prácticamente se la pasaba en la pista.

—No hay problema, lo importante es que estás aquí. Iremos a ver a mi mamá más tarde, ¿Quieres venir? —le preguntó esperanzada la chica.

—No veo porque no, hace rato no saludamos a Eleanor. —Eleanor Atkinson era la madre de la modelo. Su padre las había abandonado en el instante en que supo que ella estaba en el vientre de su madre. Aun así, la señora Atkinson había hecho un trabajo maravilloso criándola en Mónaco, a donde se habían mudado para que ella persiguiera sus sueños.

—Perfecto. ¿Ya desayunaste? —El menor de los Leclerc asintió mientras tomaba asiento en una de las sillas libres del comedor. La compañía de los hermanos era justo lo que necesitaba para distraerse del caos en el que su vida se había convertido.


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Marguerite, Charles y Arthur salieron en un Jeep que había traído el último a petición del mayor. Como Margie no quería que la prensa se enterara de su destino, salió con una gorra y el cabello recogido, tal vez así sería más difícil que la reconocieran.

La distancia del apartamento del piloto a la casa de la madre de la chica no era tan amplia, así que se tardaron tan solo 15 minutos en llegar. Abrieron la cerca que separaba la acera del patio y tocaron a la puerta. Escucharon murmullos dentro y luego abrieron. Primero estaba Arthur, así que Eleanor creyó que era una visita del muchacho con su hermano.

—¡Artie! Hace tiempo que no te veo —saludó al mismo tiempo que abría sus brazos para recibirlo—. ¿Por qué tardaste tanto en visitarme? —cuestionó con una sonrisa amable en su rostro—. Anda, pasa que acabo de hornear un bache de pastelitos

—¡Charlie! Para ti también hay pastelitos —informó al ver quien se encontraba detrás del menor—. ¡Ah! Y casi lo olvido, su madre está adentro. Qué coincidencia tan grata. —Charles la abrazó y se hizo a un lado, dejándole ver a su hija. Sus ojos se llenaron de lágrimas y prácticamente corrió para envolverla en sus brazos. Tanto ella como Marguerite, lloraron debido al largo tiempo que habían pasado separadas.

Los dos hermanos Leclerc veían la escena conmovidos desde el marco de la puerta, cuando Pascale salió para descubrir el motivo de la tardanza de su amiga, encontrándose con el regreso de Margie, quien era como una hija para ella. Corrió en dirección de las Atkinson para unirse en su abrazo. Ya que estaban las tres, Eleanor invitó a los chicos a este. Por fin, después de tanto tiempo separados, habían vuelto a estar juntos.



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Tanto para las Atkinson, como para los Leclerc, fue una mañana agradable, donde habían compartido e intercambiado experiencias de los últimos años. Para Marguerite, era impresionante lo mucho que se había perdido de sus vidas en el último año. A raíz de esto, se había hecho una promesa que pensaba mantener, no dejaría que nadie la volviera a apartar de su familia.

Charles y Arthur estaban en la sala, mientras que Pascale, Eleanor y Margie se encontraban en la cocina. Ambas madres sabían de su relación con el italiano, a pesar de que nunca lo hubieran conocido, les extrañaba que la chica se hubiera ido tan repentinamente. Normalmente, iba el fin de semana de la carrera de la Fórmula 1, y algunas veces por motivos de trabajo, nunca había ido de manera espontánea. Pascale y Eleanor se dieron una mirada cómplice para preguntarle sobre el chico.

—¿Y cómo va todo con Fran? —le preguntó su madre. La rubia paró un momento lo que estaba haciendo, respiró profundamente y continuó. Estaba evitando a toda costa derramar las lágrimas que estaba reprimiendo para no preocuparlas.

—Terminamos mamá —respondió con simpleza. No tenía ganas de entrar en los detalles del motivo de su ruptura. En esos momentos, agradecía que Francesco se hubiera rehusado a ir a Mónaco para conocer a su madre, lo hacía todo más fácil.

—Lo siento mucho querida —habló ahora la madre de sus amigos—. Seguro que vienen cosas mejores para ti. Te mereces el mundo entero. —Si supiera que la había engañado no le estaría diciendo que lo sentía.

—Gracias Pasca —suspiró mientras terminaba lo que estaba haciendo y se dirigía de vuelta a la sala para sentarse entre los dos hermanos, quienes estaban en los extremos opuestos del sofá, dejando solas a las madres.

Las dos mujeres conocían a la perfección a la chica. Sabían que algo estaba mal por cómo reaccionó ante la pregunta. Pascale le prometió a Marie que le preguntaría a Charles el porqué de la terminación de la relación amorosa de Marguerite.


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Sobre el medio día, los tres amigos partieron de la casa de la británica. Arthur tenía cosas por hacer, así que Charles lo dejó en donde le había indicado el menor, para seguir de camino a una pequeña cafetería que solían frecuentar cuando Marguerite vivía en Mónaco.

La situación de vivienda de Marguerite era complicada. No tenía intenciones de volver a Milán, pero tampoco tenía su espacio, por lo que le pidió a Charles que le pasara el número de su agente de bienes y raíces, con el fin de encontrar un lugar donde quedarse y dejar de incomodarlo.

La música en la radio sonaba lo suficientemente alta como para escuchar si la otra persona hablaba. El sol que pasaba a través del parabrisas calentaba a Marguerite del frío que hacía por el invierno. Mónaco era un buen lugar para sanar, después de todo, ahí se encontraban las personas más cercanas a ella. Estar cerca de ellas era una caricia a su corazón.

Su mente divagó hasta pensar en Gabriella. No había tenido mucho tiempo de pensar cuál era su papel en todo esto, ¿Acaso sabría que Francesco la había estado engañando? No tenía claro de qué lado se pondría, y tampoco le pediría que escogiera uno. Las dos personas involucradas eran cercanas a ella, su hermano y su mejor amiga. Aun así, no quería perderla. Hacer amigos para Marguerite no era fácil debido a su personalidad introvertida, y menos en el mundo en el que se encontraba ella, nunca sabía las intenciones verdaderas de quienes se le acercaban.

Como si la estuviera atrayendo con sus pensamientos, su celular empezó a vibrar con el tono de llamada que tenía puesto específicamente para ella. Frenéticamente buscó su móvil en su cartera mientras que Charles la miraba confundido. Cuando por fin lo encontró, se apresuró a contestar antes de que se fuera a buzón.

—¿Hola? —contestó la rubia como si no supiera de quién se trataba.

—Margie... —la británica suspiró—. No sé si estés enojada conmigo pero quiero pedirte perdón. —Gabriella paró por un momento pero al no escuchar respuesta de su amiga continuó—.¿Recuerdas la fiesta de cumpleaños de Francesco? —Marguerite sonrió tristemente mientras le contestaba.

—Sí —dijo casi en un susurro.


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[ 16 de Agosto de 2022 ]

Marguerite había preparado la fiesta perfecta para Francesco. Había reunido a todos sus amigos en su apartamento para que pudiera celebrar con ellos. Había comprado una torta de vainilla con cobertura de chocolate para él, la cual era su favorita. Lo había notado al observar su orden cuando iban a la pastelería que quedaba a una cuadra de su edificio.

Le había comprado el sweater de Dior que había visto que le gustaba unas semanas atrás, cuando pasaron por el local mientras daban una caminata. Se había retocado el pelo, sabía que no le gustaba que se vieran sus raíces castañas. De pronto, ese era el motivo por el cual en las últimas semanas no había tenido más contacto físico con ella que el necesario.

Había comprado un nuevo set de lencería de su color favorito, esperaba poder usarlo esa noche. Desde la última vez que la había mirado con ojos de deseo, había pasado ya un buen tiempo. Tal vez era porque no se arreglaba lo suficiente.

Cuando Fran llegó, todos gritaron sorpresa y lo saludaron con abrazos y felicitaciones. Margie esperaba que la saludara primero, pero no fue así, por poco y se olvida de que ella estaba presente. La chica no pudo soportar más, se fue al baño en silencio, esperando que nadie notara su ausencia, pero alguien sí lo había hecho, así que tocó a la puerta cuando escuchó el sollozo de la británica.

Marguerite se apresuró a limpiar cualquier detalle que delatara su llanto. Cuando estuvo lista, abrió la puerta. Era Gabriella, la italiana cerró la puerta tras de ella y abrazó a su amiga. Lo sabía, sabía cómo la iba a tratar Fran y no hizo nada por detenerlo. La rubia lloró desconsoladamente en los brazos de su amiga, ¿Qué era lo que había hecho mal?

Bella le propuso que hablaran con Francesco en ese mismo instante, a lo que Margie se rehusó. Había aprendido que no le gustaba cuando le robaba el "show". Lo único que pudo hacer fue pedirle a su mejor amiga que la excusara con sus invitados, no tenía ánimos de seguir aparentando.

Cuando la actriz le dijo a su hermano que su novia se sentía indispuesta, lo único que le respondió fue un "ella estará bien" para seguir jugando al beer pong con sus amigos.

No podía tolerar eso, tomó sus cosas y se dirigió a la puerta, la abrió y justo cuando la iba a cerrar vio de reojo como su hermano pasaba su brazo por el hombro de una chica castaña.

¿Por qué no había detenido a Francesco antes? Ahora, inevitablemente, su amiga saldría lastimada.


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—Lamento no haberme devuelto para ver si era real, quería creer que Francesco no era así, que había cambiado por ti. Lamento no haberte contado antes.

Una lágrima rebelde se escapó, deslizándose lentamente por la mejilla de Marguerite. Rápidamente la limpió esperando que Charles no la hubiera visto, no quería volverse una carga para él. Desafortunadamente para ella, el chico la había observado, pero prefirió mantenerse en silencio mientras terminaba la llamada.

—Mira... Tengo que tomarme un tiempo para mí misma, para pensar —aclaró la rubia—. Sé que no es mucho tiempo, pero estaré en Los Ángeles el 15 de Enero. Podríamos vernos y discutir con calma, ¿Qué te parece? —Charles ahora la miraba con sorpresa, no le había dicho que viajaría a Estados Unidos.

—Entiendo, está bien. Nos veremos allá. —Gabriella sabía que no había nada seguro, pero aún así estaba feliz de que Marguerite estuviera dispuesta a escucharla—. No te molesto más, te quiero Maggie.

—Y yo a ti Bella. —Marguerite cortó la llamada.

—Entonces... ¿Cuándo pensabas decirme que irías a Estados Unidos en unos días? —le preguntó Charles.

—Lo lamento Charlie, olvidé decírtelo. Los premios a los que fui invitada son dentro de cinco días, por lo que viajaré pasado mañana en la noche, pero volveré lo más pronto posible —habló Marguerite, ella tampoco sabía que el viaje sería en tan corto tiempo. Si lo hubiera sabido, no habría aceptado, pero ya había dado su palabra.

A Charles le preocupaba Marguerite. Sabía que ella podía defenderse sola, pero estaba en un momento vulnerable. En realidad, no quería dejarla sola.

—¿Y estás segura de ir? —Marguerite lo miró extrañada—. Es decir... está todo muy reciente, y escuché que te quieres tomar un tiempo para ti misma.

—La verdad no, pensaba que tendría por lo menos una semana, pero hoy me desperté y vi el mensaje con todos los detalles. Ya no puedo cancelar, ya di mi palabra —habló triste la chica. En su mente, pesaba más su carrera que cualquier otra cosa.

—Si eso es lo que quieres mon mer...

El resto del recorrido transcurrió en un silencio cómodo. Marguerite sopesaba las opciones que tenía en su mente, pero en la mayoría de los escenarios terminaba ganando ir a California. Charles, por otro lado, estaba preocupado. Sabía lo insensibles que podían llegar a ser los medios y su amiga nunca lo había experimentado, a diferencia de él, por lo que no tenía idea de cómo reaccionaría Marguerite si hablaran mal de ella.

Charles se estacionó en los parqueaderos designados y ambos bajaron del coche. El café estaba parcialmente vacío, por lo que no tuvieron que hacer fila para ordenar. Cuando terminaron de realizar su pedido, se sentaron en una mesa apartada a platicar, por lo que el monegasco aprovechó la oportunidad para hablarle de la prensa.

—Margie estaba pensando y... por todo lo de la ruptura... es probable que seas el centro de atención por un tiempo, ¿Sabes?

—Sí Charlie, es por eso que he estado tratando de no llamar la atención —obvió la chica.

—No me refiero a eso precisamente. —La rubia ahora lo miraba atenta—. Quiero decir que pueden empezar a esparcir rumores de ti que no sean tan agradables. —Marguerite nunca había sido problemática y cuando había llegado al estrellato estaba en una relación estable, por lo que los medios nunca la habían difamado.

—Comprendo, aunque la verdad no veo porqué lo harían. Todos saben que él fue infiel, no tienen razón por la cual venir por mí. —A Charles realmente le preocupaba su amiga, aunque ella no lo supiera, el hecho de que estaba bajo la protección de los Armani afectaba mucho la percepción sobre ella. Ahora que no la tenía, no había nada seguro.

Una vez más el celular de Marguerite sonó, indicando que alguien la llamaba. La chica buscó su celular hasta que lo encontró. Miró quien la llamaba. Giorgio Armani. Deslizó su dedo por la pantalla para contestar.

Charles no sabía quién llamaba a su amiga. Podía ser su representante, podía ser Gabriella, en el peor de los casos podía ser Francesco. A juzgar por su semblante, diría que había sido Francesco, otra vez. Marguerite estaba seria mientras que las únicas palabras que decía eran "sí" y "entiendo". Al terminar la llamada soltó un largo suspiro cargado de decepción.

—Supongo que estoy totalmente libre de los Armani. —Charles la miró confundido—. Era Giorgio, me llamaba para hablar sobre mi contrato.

🐚 | SUMMER SPEAKING !

It's me, hi.

Ya empezamos a descubrir fragmentos de la relación de Marguerite y Francesco, este es un poco más reciente que el anterior. Les cuento que ya tenemos el horario del que les hablé en el capítulo pasado. Long story short Paris será actualizado los miércoles cada dos semanas.

Sobre la longitud, sé que estuvo un poco más corto que el primero, pero con el tiempo irán aumentando, así que no se preocupen. De todos modos les recuerdo que el mínimo que manejo son 2K palabras.

Siendo eso todo, no se olviden de votar y comentar. Nos leemos en el próximo capítulo 🩷.

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