00. High Infidelity

🎧 I'm Not The Only One by Sam Smith

10 de Enero de 2023 - Milán, Italia

Marguerite se encontraba en el apartamento que compartía con Francesco, su novio, el cuál estaba ubicado en Milán, Italia. Se alistaba para una reunión social que había planeado junto con sus "amigas", por que en realidad solo eran apariencias que debía mantener gracias al mundo en el que ejercía. A la única persona que en realidad consideraba su amiga era a la hermana de Cesco, Gabriella, a quien había conocido antes de ser famosa.

El repetido timbre de su móvil la hizo detener lo que estaba haciendo. Tuvo que salir del baño y entrar a su habitación. Reposando sobre la cama se encontraba su celular, estaba por desbloquearlo cuando el nombre de Bella en la pantalla se lo impidió. Deslizó su dedo y contestó, escuchando la conocida voz del otro lado de la línea.

—¡Margie! Que bueno que me contestas —le dijo aliviada—. Seguro te han llegado ya todas las noticias. ¿Verdad? —preguntó temerosa.

—Hola Bella —saludó amable la británica—. Estaba por ver mis notificaciones pero tu llamada entró primero —confesó.

—Así que aún no te enteras—dedujo. El semblante en la cara de la rubia cambió a uno de confusión. «¿Enterarme de qué?» pensó para si misma—. Que bueno, prefiero decírtelo yo.

—¿Está todo bien Bella? —El silencio del otro lado le indicó que no era así. Como solía hacerlo cuando se ponía nerviosa, comenzó a darle vueltas a la habitación mientras esperaba la respuesta de su amiga.

—Salieron fotos de Francesco con Alice —confesó Gabriella sin miedo alguno. Siempre había sido una persona directa con sus palabras, no le gustaba endulzar la verdad.

—¿Qué? —preguntó atónita Marguerite mientras caía en la cama. Le faltó la respiración por unos momentos y sus ojos se cristalizaron. Necesitaba tiempo para procesar de lo que se acababa de enterar, por lo que decidió terminar la llamada, no sin antes explicarle la situación a su mejor amiga y despedirse de ella.

Su corazón quería creer que Gabriella le estaba jugando una broma muy pesada, por lo que entró a ver las notificaciones. Estaba en tendencia, no cabía duda de que era cierto. La imagen de Francesco tomado de la mano con su supuesta amiga Alice aparecía en cada una de las publicaciones.

Intentó pensar lo mejor de ello, pero al deslizar se dio cuenta de que no solo se habían tomado de las manos, se habían abrazado y se habían besado, gestos de amor que debían pertenecerle únicamente a ella.

Se recostó completamente en la cama y dejó que las lágrimas brotaran con libertad. Se había imaginado que su futuro sería con Francesco, nunca pensó que las cosas terminaran así. El tiempo dejó de correr en su pequeña burbuja, por lo que terminó durmiéndose debido a la pesadez que habían tomado sus ojos luego de llorar por un largo rato.

Al despertar, supo que no quería enfrentarse a su novio en ese momento. Estaba vulnerable, no tenía las fuerzas para preguntarle y aclarar la situación, aunque claro, con tal evidencia no había manera de rectificarla. Sólo había una solución viable a los ojos de la británica.

Acarició el lado opuesto de la cama, en el cual solía dormir el italiano. La nostalgia invadió su cuerpo. Trató de ignorar aquel sentimiento y se levantó finalmente. Primero se dirigió al baño, en donde horas antes había estado maquillándose, ahora haría lo opuesto. Tomó un pañito y le aplicó agua micelar, retirando todo rastro de los productos que anteriormente se había aplicado con dedicación.

Al terminar, empacó aquellas cosas esenciales en su bolso de tocador y salió del baño. Luego volvería por lo que había dejado, ahora estaba en apuros, no tenía tiempo de empacar todo. Se dirigió al walk-in clóset que compartía con Cesco y se permitió deslizar su mano por su ropa mientras avanzaba hacia su lado.

Al llegar, tomó el pequeño banco que habían dejado para bajar las maletas de la parte alta e hizo eso. Le costó algo de esfuerzo pero lo logró. No pensaba quedarse en Italia. Después de haberse mudado con Francesco, había dejado el apartamento que solía arrendar, por lo que no tenía dónde pasar la noche. La única persona que venía a su mente era Gabriella, pero no quería ponerla en una situación incómoda. Razón por la que decidió que la mejor opción era irse del país.

Como ya sabía su lugar de destino, empacó ropa suficiente para estar allá unos meses basado en el clima que tomaba lugar durante ese mes. Cuando estuvo satisfecha, cerró la maleta y se dispuso a escoger los zapatos que llevaría para ponerlos en un equipaje especial. Al terminar dejó todo en el recibidor y se permitió dar un último recorrido por el lugar, el cual albergaba montones de momentos compartidos junto al italiano.

Cuando finalizó, tomó su maleta y abrió la puerta para encontrarse con el amor de su vida, o eso creía horas atrás. Marguerite sólo lo miro en silencio. Al principio sus ojos se clavaron en los de ella, para luego dirigirse a su mano, donde encontró las maletas, indicando su partida.

Mia cara —dijo el italiano en lo que sonaba como un susurro culposo—. Déjame explicarte por favor —suplicó.

—¿Explicarme qué Francesco? —le preguntó retóricamente. Sabía que la evidencia era lo suficientemente contundente como para que no tuviera modo de excusarse, pero aún así quería saber el por qué. Él sólo tartamudeo intentando formar una excusa lo suficientemente creíble—. Tu silencio dice más que mil palabras. Déjame pasar —pidió ya que el italiano se encontraba obstruyendo la salida.

—No puedo dejarte ir. Te prometo que no fue mi intención —Margie sólo resopló con ironía. Normalmente era una persona serena, pero no le gustaba que la tomaran por boba.

—No quiero escuchar tus excusas. Al fin y al cabo lo hiciste —como Francesco tenía sus brazos apoyados en el marco de la puerta, aprovechó su diferencia de altura e intentó salir. Ella fue lo suficientemente rápida, pero su maleta no. Cesco había tomado la manija, reteniéndola de irse. Forcejeó con él, pero indudablemente tenía más fuerza que ella.

—Suéltala —pidió. El italiano solo respondió negando con la cabeza—. Por favor —no quería causar un escándalo, lo cual había sido inevitable porque su vecino, el señor Romano salió al pasillo.

—¿Está todo bien? —preguntó mientras miraba directamente a Francesco, quien tensó la mandíbula y soltó la maleta, dandole vía libre a Marguerite para que se fuera.

—Sí. No hay ningún problema —aclaró con una sonrisa tensa en el rostro y una mirada agradecida—. Gracias por preocuparse —dirigió ahora su mirada al chico—. Hasta luego Francesco. Es mejor que lo dejemos así —sentenció—. En unas semanas volveré por el resto de mis pertenencias.

Tenía que tomar la oportunidad que le habían proporcionado, así que como su vecino seguía en la puerta mirando atento los movimientos de su ahora ex novio, pidió el ascensor y bajó al sótano.

Como antes de salir le había avisado a su chófer, el señor Bonetti, que quería irse, él se encontraba con el auto encendido mientras la esperaba. Al verla salir del ascensor, procedió a salir de éste para ayudarla con las maletas. Marguerite le pidió que lo hiciera lo más rápido posible, no sabía en qué momento las puertas del elevador se abrirían dejando ver a un Fran enfadado.  

Cuando ya todo estuvo listo, ambos se subieron al coche, dirigiéndose hacia la salida. En el espejo retrovisor logró divisar al italiano corriendo en su dirección. De verdad no tenía la energía para lidiar con él en ese momento, así que le pidió a su chófer que acelerara. Por suerte, logró salir del edificio y alejarse de él, haciendo que la imagen del mayor de los Armani fuera desapareciendo en la distancia.

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Al llegar al aeropuerto una ola de paparazzis la esperaba. Todos estaban a la expectativa de la reacción de Marguerite a las fotos que habían salido de su ahora ex-novio. Marguerite esperó a que el señor Bonetti sacara su equipaje de la cajuela del vehículo. Cuando lo hizo, le agradeció y se despidió de él para bajarse del auto.

Al instante, la inundaron con miles de preguntas, una tras otra. La chica sólo pasó de largo. No tenía ánimos de alimentar a los periodistas con su vida privada. Al entrar al aeropuerto, se dirigió al mostrador, en donde debía comprar su pasaje de avión ya que no disponía de uno. Pidió un boleto para llegar al único destino que había pasado por su mente cuando había decidido escapar. Al tenerlo en sus manos, se encaminó a la sala de espera que le habían indicado.

Afortunadamente, no tuvo que esperar mucho tiempo, y al subir al avión se dio cuenta de que estaba casi vacío, por lo que tendría la privacidad que tanto deseaba. Como siempre lo hacía, saco sus audífonos de su cartera, los conectó a su móvil y dejó que I'm Not The Only One de Sam Smith, sonara para perderse en sus pensamientos.

Su mente corría a toda velocidad pensando en qué fue lo que hizo que Francesco sintiera la necesidad de buscar a otra chica. En las repercusiones que su ruptura tendría sobre su carrera, ¿Acaso Giorgio la despediría? No, ella había conseguido esa sociedad con trabajo duro, él no lo haría.

Pensó en todo lo que había pasado en las últimas horas. Le impresionaba lo mucho que había cambiado su vida en tan poco tiempo. Cuando se dio cuenta, los altavoces anunciaron la próxima llegada a Niza-Costa Azul. Por suerte, había avisado con anterioridad a quienes esperaba que la recogieran al llegar. Si Francesco supiera su destino, estaría rojo de la ira, por fortuna para Marguerite, ya no era un problema que le aquejara.

El aterrizaje comenzó y en pocos minutos tocaron tierra, haciendo que la británica soltara el aire que no sabía que había estado reteniendo. Como era pasajera de primera clase, fue de las primeras en salir. Pasó por migración y recogió sus maletas para dirigirse a la salida, el viento frío acarició su rostro con crueldad.

La chica escaneó el lugar hasta que sus ojos se encontraron con aquellos de color verde que la inundaban de paz y la hacían sentir en casa. Era a la única persona a la cual no le podía esconder absolutamente nada. Una vez más, sus ojos se inundaron de lágrimas, convirtiendo la mirada recibidora del monegasco mayor, en una de preocupación.

🐚 | SUMMER SPEAKING !

¡Hola a todos!

Bienvenidos al prólogo de Paris. Estoy muy contenta de tenerlos por acá, gracias por darle la oportunidad a esta bella historia. Este "capítulo" es algo corto, pero no se preocupen, los demás tendrán más de 2000 palabras que es el mínimo que manejo usualmente.

Me gusta mucho saber lo que opinan de lo que escribo y sus votos me ayudan a darle visibilidad al libro. Razón por la que los ánimo a dejar comentaros y votar si les gusto el capítulo. También los invitó a que se den una pasada por mi perfil, en donde encontraran On Thin Ice, el cual es un fanfiction de Max Verstappen, tal vez sea de su agrado.

Eso es todo por este capítulo, nos leemos próximamente 🩷.

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