𝗔𝗖𝗧𝗢 𝗨𝗡𝗢: 𝗕𝗔𝗦𝗧𝗔𝗥𝗗𝗔

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Ella solo fue el principio del final
de tu fantasía, hermana ’























































































































EL GRAN SALON ESTABA AL TOPE DE VESTIDOS elegantes, trajes caros y finos, además de unos cuantos pomposos. La rubia suspiró mientras le sonreía a las personas frente a ella, más por compromiso que por placer, pues fueron todas estas personas las que alguna vez la despreciaron por ser una criada huérfana.

Hipócritas.

Ahora ella era la segunda mujer más poderosa del imperio de Ancage después de la princesa Amelie Falaxe, la temible mujer sentada en el gran trono de las penumbras. Tras la muerte de Jammille de Cléveris, su madrastra, ella había enredado los títulos y tierras que le fueron prometidos, además de una de las tres llaves del conocimiento sagrado de su imperio. Eso, más el poder sagrado de su linaje familiar y su conocimiento de Arbezela la convertían en una fiera a la que había que mantener satisfecha.

De lo contrario, podría devorados a todos de un bocado.

Los nobles de Arbezela pelaban por su atención, por el roce santo de sus manos con callosidades que algún día atrás pulieron el piso donde estaba y su brillante sonrisa de esperanza, algo que ella perdió hace mucho tiempo. Una santa nacida del reino de las penumbras y criada bajo el manto del dios Astotellia, un orgullo en la superficie. Por debajo de la opinión pública y de los plebeyos, Eris había sido un error de pies a cabeza que nunca debió dar su primer aliento.

Sonrió con verdadera alegría después de negar la sugerencia de su protectora, amiga y confidente, Delilah Bassett, de marcharse de la fiesta al divisar a una vieja amiga llegando al lugar.

— El acto principal acaba de llegar Delah — le susurro a la mujer de morado a su lado — Déjame disfrutarlo un poco, luego podemos irnos.

La mujer asintió mientras le hacía una seña a su hermano Caín para que le diera otra copa del alcohol caro a su señora, y este así lo hizo, recibiendo la dulce sonrisa que su señora guardaba solamente para el y le brindaba en cada oportunidad. La rubia hizo un gesto con la cabeza y el peliblanco asintió antes de salir en busca de su aliada más importante, Samath de Secramise.

Eris observó con indiferencia a la princesita, Ariana de Secramise, dar su recorrido de pasarela con un vestido blanco y sonrisa encantadora que simulaba pureza y empatia, la misma que le lleno la cabeza de ideas y solo la manejo a voluntad para sentirse superior a ella durante años de infancia e inocencia.

Desde ese día ya no, nunca más.

La rubia miró a los ojos de casi todas las joyas y se permitió sonreír satisfecha. A simple vista daban una imagen encantadora y envidiable, pero cualquiera que se detuviera a ver las caras de cada una de las joyas por separado –e incluso la de la misma princesa– podría notar el sufrimiento y la melancolía que cada uno de ellos parecía albergar.

El dolor del príncipe rojo por la tradición de su amada.

La indiferencia de la serpiente al canario después de esa fatídica noche y como el lo sufría.

El dolor del hada por no estar al lado de su rubí en los momentos difíciles.

La impotencia del príncipe de las penumbras.

La tristeza del hijo del océano por sus esmeraldas arrebatadas.

El penar de la princesa por reconocer el amor demasiado tarde.

Y el dolor del duque por el cambio de su amada.

El duque había preferido conservar el favor de la princesa Ariana antes que su amor por la inocente y dulce Eris en el pasado, ahora era tarde para disculpas y más promesas vacías. Nell Phantom iba a pagar por robarle el corazón y romperlo en mil pedazos.

Y lo iba a pagar caro.

Todos pagarían.




































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































Y......

¿Les gusto?

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