SUSTO DE VIDA

CAPÍTULO VEINTE

Susto de vida,

Tetsu se acercó a la caja, pagando por los dos helados que habían tomado ella y su amiga. Juntas salieron del local, caminando a paso lento hasta el parque en donde solían encontrarse, desde ahí cada una tomaba una ruta diferente para ir a casa.

— ¿Estás segura de que no quieres que te acompañe? — Preguntó Kioko, mirando con preocupación a su mayor.

— Está bien, tendrías que volver sola después, prefiero evitar eso, si algo sucede, llamaré a ese par de idiotas. — La pelinegra asintió.

— Lo entiendo, nos vemos Tetsu. — Tras despedirse, ambas chicas tomaron caminos diferentes.

La castaña caminaba en silencio, desde la vez pasada en la cual fue atacada repentinamente no se sentía en calma al caminar por esta zona, a pesar de ser vigilada por cámaras en todos lados.

Pasos, volvió a escuchar pasos, Yamagawa estaba segura de que correría esta vez sin importarle ver hacia atrás. Cuando los pasos comenzaron a acercarse, sus piernas aumentaron la velocidad de su caminar, escuchando como quien le seguía imitaba su acción, su respiración se volvió irregular, preparada para comenzar a correr.

— Tetsu. — La chica gritó y soltó un puñetazo al sentir como era tomada de la cintura repentinamente. — Auch.

— ¿Rindo? — La menor soltó un largo suspiro, abrazándose temblorosa al mayor. — Menos mal eres tú.

— Te dije que era mala idea. — Yamagawa elevó su mirada al escuchar el tono molesto del chico que le abrazaba, pero sus ojos no se encontraban sobre ella. La chica giró un poco su torso, notando salir desde las sombras a cierto chico de cabello trenzado.

— Lo siento. — Se disculpó Ran, acercándose a ellos dos. Tetsu se soltó del agarre de Rindo y no dudó en acercarse a Ran, dándole un golpe en el abdomen. — ¡Oye, calma!

— ¡Idiota! — Tetsu frunció su ceño, tirando de sus cabellos hacia atrás, pocos segundos después se agachó en el suelo, sintiendo sus manos temblar. — Creí que sucedería otra vez.

— Nena, no... No llores. — Ran se inclinó, tomando a la chica en sus brazos, cargándola como un a pequeño koala. Tetsu enrolló sus piernas en la cintura del mayor, hundiendo su rostro en el cuello del mismo mientras se aferraba a su cuerpo. — Lo siento, solamente quería alcanzarte, no creí que te asustarías de esa forma.

— Imbécil. — Se quejó Rindo, dándose la vuelta. — Vámonos.

— ¿A dónde iremos? — Preguntó Yamagawa, Ran sonrió.

— A tu casa ¿A dónde más?

— ¿Se quedarán a dormir? — Ambos hermanos se sorprendieron. — No quiero pasar la noche sola.

— Sabes que dormir con nosotros es todo un reto, linda. — Tetsu sonrió, estaba consciente de ello, esos dos no podían simplemente 'ir a dormir' y ya.

— No importa. — Ran soltó una risilla nasal, depositando un corto beso en el cuello de la chica.

— Bien.

El resto del camino a su hogar fue silencioso, solamente podía escuchar la respiración de Ran en su oído y las fuertes pisadas que producían los dos chicos al caminar. Cuando Ran se detuvo, Tetsu entendió que habían llegado, así que se bajó de sus brazos, girándose para abrir el portón, y seguidamente, la puerta principal.

— ¿No hay nadie? — Preguntó Rindo, notando la oscuridad en toda la casa.

— Nora debió de ir a comprar el diario. — Comentó la chica, encendiendo las luces de la sala de estar, no había ni una sola alma en el sitio. — ¿Tienen hambre?

— Sí, pero no de comida. — Yamagawa se sorprendió al sentir como era nuevamente alzada por Ran, quien comenzó a caminar hacia las escaleras.

— ¡Espera! ¡Rindo cierra la puerta! — El menor de los hermanos rio, cerrando la puerta principal antes de seguirlos.

Tetsu sintió como era lanzada a su cama, y pudo observar maravillada como Ran se sacaba la camisa frente a ella, produciendo un ligero sonrojo en su rostro.

— ¿Tan pronto? Creí que... Haríamos algo antes.

— Perder el tiempo no es lo mío, preciosa. — El mayor se colocó sobre su cuerpo, repartiendo suaves y lentos besos sobre su cuello, mientras que Rindo recién entraba a la habitación y cerraba la puerta.

— No empieces sin mí, hermano.

— Esperen un momento. — Detuvo la chica, apartando a Ran de encima suyo.

— ¿Qué pasa? — El chico de las trenzas miró a la menor, quien apartó la mirada.

— Necesito ir al baño. — Susurró, levantándose de golpe, entrando rápidamente al baño de su habitación, cerrando la puerta tras de sí.

Ran se giró hacia su hermano, quien se encogió de hombros sin entender lo que sucedía.

Yamagawa se miró por unos segundos frente al espejo, apretando sus labios retiró su camisa, notando los moretones que aún yacían en su piel. No es que no quisiera estar con ambos chicos, pero su apariencia descuidada y herida le producía incomodidad, detestaba la idea de dejarse ver de esa forma por los dos chicos. ¿Qué pensarían de eso? Ver su torso y piernas desnudas pintadas descuidadamente de un tono morado azulado. ¿No sería desagradable a la vista? Cuando estuvo con Rindo en la escuela pudo estar tranquila, sabiendo que las largas medias y su camisa cubrían sus heridas, pero ahora, estaba segura de que no encontraría escondite en ninguna prenda.

— ¿Tetsu? — Rindo tocó a la puerta. — ¿Puedo pasar?

— Dame un momento. — Pidió la menor, colocándose nuevamente la camisa. — Pasa.

Rindo entró al sitio, mirando a la chica antes de acercarse, encontrándola sentada sobre el retrete.

— ¿Qué pasa? — El chico se agachó frente a ella, tomando sus manos.

— No es nada, solo... — El ceño de la chica se frunció un poco. — No quiero hacerlo... No por ahora.

— ¿Andas en tus días, nena? — Ran se acercó. — Sí es por eso, no hay problema, linda, podem-

— No es eso. — Tetsu apartó la mirada. — No estoy en mis días.

Rindo le miró por unos segundos, intentando analizar y descifrar las expresiones de la chica. Una de sus manos se posó sobre una de las piernas de la menor, notando como esta se removía incómoda, su ceño se frunció.

— ¿Esos sujetos te tocaron? Esa vez... ¿Ellos te tocaron? — La castaña pudo notar rabia en su voz.

— ¡No! — Respondió inmediatamente. — Gracias a dios, no.

Rindo soltó un suspiro aliviado, colocándose nuevamente de pie. Con una mano obligó a la chica a colocarse de pie, mirándole a los ojos sin expresión en su rostro.

— Quítate la ropa. — Tetsu se sorprendió ante la orden.

— Rindo, dije que no quiero-

— Tetsu. Quítate la ropa. — La castaña frunció su ceño, dio un par de pasos hacia atrás, negándose.

Rindo no tuvo más opción que tomar a la chica y sacar su ropa por sí mismo, luchando con los intentos de la menor por alejarle.
Cuando finalmente se deshizo de las dos prendas, observó detenidamente las múltiples marcas en el cuerpo de la chica.
Tetsu mordió su labio antes de esquivar al chico y salir de allí, Rindo se giró hacia su hermano, quien también mantenía aquella expresión de molestia.

— Sabes que quiero volver y asesinar a todos esos sujetos ¿No? — Ran asintió.

— Lo sé. — Ran salió del sitio, buscando con la mirada a la chica, encontrándola sobre su cama, enrollada entre las sábanas mientras sollozaba. — ¿Tetsu?... Ven aquí, linda, no llores.

Rindo salió del baño, cerrando la puerta y acercándose a la menor. Sus brazos rodearon su delgado cuerpo, y sus labios se posaron suavemente sobre la frente de la chica, quien no les miró.

— ¿Es por esto que no querías que te viéramos? — La menor asintió. — Tetsu, unas marcas en tu cuerpo no afectarán en nada la forma en que te vemos.

— No me gusta... No quiero que las vean... — Ran sonrió, acomodando los cabellos de la chica.

— Linda, no te preocupes por eso, no me importa que estén ahí... Está bien si no quieres hacerlo, podemos solo dormir por hoy.

Tetsu asintió, agradecía enormemente que los dos chicos aceptaran su decisión.

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Ya saben qué hacer si quieren otro capítulo por la tarde.<3

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