SEPARACIÓN

CAPÍTULO VEINTIOCHO

Separación,

No era necesario narrar toda su vida escolar. Tetsu había disfrutado felizmente del último año que vivió en la preparatoria antes de graduarse, por supuesto ambos hermanos estuvieron ahí para ella, al igual que su familia y amigos.
Para sorpresa de todos, aquella curiosa chica que se había disculpado un año atrás con la castaña ahora caminaba junto a la mayor y su mejor amiga, siendo inseparables las tres. Un año era suficiente tiempo para demostrar que se era posible cambiar para mejor, y Dai lo había demostrado.

— ¡Feliz graduación! — Celebró Kioko, ella y Dai observaron a Tetsu correr a la entrada de la preparatoria para después gritar.

— ¡Al fin soy libre maldita sea! ¡Me defeco en la maldita escuela y sus materias inútiles! ¡Qué viva Jesucristo rey!

Kioko y Dai rieron, sin entender absolutamente nada después de la primera oración. Las dos amigas observaron como la castaña era tirada de un brazo siendo después apegada a un fuerte pecho.

Rindo abrazaba a la chica mientras se unían en un dulce beso, Ran detrás de ellos saludaba animadamente a las dos amigas, quienes se sonrojaron, devolviéndole el saludo.

— ¿Nos vamos a casa a festejar? — Tetsu rodó los ojos, sabía lo que significaba ese 'festejar'.

— Prefiero ir al muelle y ver el atardecer, pronto oscurecerá.

— Concendido. — Respondió Rindo, tomando la mano de la chica para arrastrarla consigo hacia su moticicleta.

Yamagawa se giró por unos pocos segundos, despidiéndose de sus dos amigas con la mano. Subió al vehículo y pronto se encontraban los tres de camino al muelle.

— Rindo... — Llamó la chica, el chico le miró de reojo. — Los amo a ambos, lo saben ¿No?

— No te pongas cursi. — Tetsu rio, asintiendo. Los labios de Rindo se torcieron un poco antes de soltarlo. — También te amo, nena.

Las mejillas de la castaña se coloraron un poco, sabía que era más complicado lograr hacer que Rindo fuese así de cursi, pero cuando lo era lograba revolver su estómago con el famoso sentimiento de 'Mariposas' aleteando por allí.

Después de unos minutos, el vehículo se detuvo. Tetsu bajó, con sus ojos brillantes observando el paisaje. Fue como la primera vez que había ido a ese lugar con los hermanos, habían sucedido tantas cosas que provocaban cosquillas en su vientre al recordar los labios de Rindo besándole de aquella forma, y las manos de Ran recorriendo su cintura mientras dejaba cortos y húmedos besos en su nuca.

Un suspiro escapó de sus labios, mientras se acercaba al muelle y miraba el sol descender lentamente por el horizonte, apagándose el día para dar paso a la noche.
Unas manos rodearon su cintura, Ran se encontraba abrazándole mientras Rindo tomaba de su mano a su lado, mirando los tres las olas acercarse y alejarse constantemente.

— Hay algo que debo decirles.

— Si será algo como: "tengo cáncer, solo me quedan tres meses de vida", abstente a ello. — Se quejó Rindo, Yamagawa rio.

— No, no es eso. — Sus ojos bajaron al mar, dejando de observar el brillante sol. — Iré a la universidad en poco tiempo, y con mis padres acordamos que me iría y viviría en las residencias de ahí... Me iré en dos meses.

— Espera. — Ran le giró, mirando a la chica a los ojos. — No me gusta el tono con el que lo dices.

Rindo dejó de mirar el mar para observarle también, Tetsu bajó la mirada, apretando sus labios.

— Canadá. — Los ojos de Rindo se abrieron con impresión. — Mi universidad está en Canadá, obtuve una beca y debo de estar allá en dos meses.

— Mierda. — Maldijo Ran, soltando a la chica para tirar de sus cabellos sueltos hacia atrás. — ¿Canadá? Eso está a miles de millas de aquí... Ni siquiera Japón... ¿Canadá?

— Lo siento. — Tetsu apretó sus labios, sintiendo sus ojos humedecerse. — Solo ahí puedo estudiar lo que deseo.

— Tetsu. — Rindo tomó ambas de sus manos. — Está bien, no te sientas culpable.

La chica asintió, pero la sorpresiva reacción de Ran no le era de ayuda, el chico parecía estarle dando vueltas al asunto, y aquello le producían aún más ganas de soltarse a llorar. Amaba a ambos chicos, pero no serían impedimento para estudiar lo que deseaba.

— Ran, cálmate de una maldita vez. — El hermano mayor iba a quejarse, pero al notar las lágrimas deslizándose por las mejillas de la menor, se abstuvo. Soltó un largo suspiro y se acercó, abrazando a la chica con fuerza.

— No, nena, no llores. — El chico acarició sus largos cabellos castaños. — Lo siento, no fue la mejor reacción, pero... No me lo esperaba.

— Juro que no quiero dejarlos. — Aseguró Tetsu.

— Lo sabemos... — Ran se alejó. — Te esperaremos, lo que sea necesario.

Yamagawa sonrió, pero aunque quisiera creerlo de cierta forma sabía que esas promesas no siempre eran cumplidas.

— Los amo.

[...]

Yamagawa abrió sus ojos, mirando a los dos chicos a cada uno de sus lados. Ran rodeaba su cintura mientras que Rindo solo le daba la espalda, casi al borde de la cama y a punto de caerse.

Tetsu sonrió, tirando del chico para evitar un accidente, después se colocó de pie caminando a su baño para darse una corta ducha y así poder prepararse.

El día del viaje, el día de la despedida. Era la hora de dejar esta etapa de su vida atrás y empezar una nueva. Sus ojos miraron por unos segundos más a los dos hermanos, y no pudo evitar apretar sus labios conteniendo las lágrimas.

Los detestaba tanto por sacar ese lado tan sentimental de ella, pero de alguna forma les amaba por haberle hecho tan feliz en dos años.

Dos años. ¿Sería suficiente tiempo para que dos hombres esperaran por una mujer? Serían cinco años los que se retiraría del país, y estaba segura de que, cuando pasaran todos esos años, no se encontraría con los mismo hermanos que ahora, se encontraría con dos hombres maduros con intereses diferentes.

Sin pensarlo mucho más, Tetsu entró a su baño y se duchó, saliendo unos cuantos minutos después ya vestida y arreglada. No había avisado a los chicos sobre su hora de salida, sería muchísimo mejor si evitaba despedirse, aquello solo la convencería definitivamente a abandonar sus sueños y quedarse por esos dos hermanos.
Así que simplemente dejó un corto beso en los labios de cada hermano y salió de la habitación, bajando a la sala de estar en donde le esperaban sus dos padres para llevarle al aeropuerto.

— Nora, cuando ellos se despierten, diles que me he marchado ¿Si?... Oh, y diles que revisen su teléfono.

— Por supuesto, señorita Amalia, que tenga un buen viaje. — Deseó la mujer, Tetsu se lo agradeció, saliendo finalmente de la casa para subir al vehículo de su padre.

— ¿Lista, corazón? — Preguntó su madre, Yamagawa negó. — Cariño, lo entiendo... Es difícil... Pero todo estará bien y estoy segura de que cuando vuelvas ellos estarán esperando por ti.

— Lo sé. — Tetsu miró por la ventana una última vez. — Papá, arranca o prometo que me bajaré del auto y no iré.

Su padre asintió, comenzando a conducir hacia el aeropuerto.

Los ojos de Rindo se abrieron lentamente, mirando a su alrededor algo confundido antes de sentarse de golpe en la cama, mirando a su alrededor.
Con un golpe en el brazo despertó a su hermano, quien abrió sus ojos y le miró con su ceño fruncido.

— ¿Qué mierda quieres?

— Tetsu. — Ran se sentó también sobre la cama, mirando a su alrededor, no había señales de la chica.

Ambos se colocaron de pie y se vistieron, bajando rápidamente a la sala de estar, en donde se encontraron con la ama de llaves. Antes de poder preguntar absolutamente nada, la mujer se les adelantó.

— La señorita Amalia me pidió que les dijera que se ha marchado hace una hora de casa. — Rindo sintió su pecho contraerse. — También me pidió decirles que revisaran sus celulares.

Ambos sacaron sus móviles, encontrándose cada uno con un mensaje de la castaña. Era una simple despedida de su parte, disculpándose por ser tan débil e incapaz de despedirse personalmente, pero prometía volver, no pronto, pero lo haría.

Rindo maldijo al terminar de leerlo, tomando sus cosas y saliendo de la casa. Ran le siguió, subiendo ambos a su motocicleta para conducir rápidamente hacia el aeropuerto. Sabían que era probable que la chica se hubiese marchado ya, o con suerte, aún estaría allí.

Al llegar al sitio, ambos bajaron y corrieron adentro, buscando con la mirada a cualquiera de sus familiares o a la chica en sí. No encontraron a la castaña, pero sí a su madre, quien salía del baño con su nariz roja y rastros de sus lágrimas, probablemente por la despedida.

Los dos se acercaron a ella, la mujer al verles no pudo hacer nada más que mirarles con una sonrisa triste.

— Ella se ha ido hace unos minutos, lo siento, chicos, no quería despedirse porque sabía que no sería capaz de dejarlos si lo hacía.

Dos hermanos destrozados quedaron atrás cuando los padres de su novia se marcharon, ambos observando por los grandes ventanales al avión con destino a Canadá despegar y alejarse rápidamente de ahí.

— ¿No se cansa de ser tan cruel con nosotros? — Rio Ran, intentando ser gracioso, aunque no salió como lo planeaba, su hermano no mostró ninguna reacción. — Volvamos, Rin.

Rindo no respondió, solamente asintió, girándose.
Ambos hermanos se marcharon del sitio, sin saber qué pensar o hacer a partir de ese momento.

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D. P. F. - 7

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