SECRETOS
CAPÍTULO VEINTITRÉS
Secretos,
Ran se dejó caer sobre la silla frente a la cama, mirando sin expresión alguna a las dos personas sobre el colchón. Su hermano menor abrazaba por la cintura a su novia, ambos parecían realmente tranquilos.
Sus dos personas favoritas.
El chico no pudo evitar sonreír al notar como Tetsu se removía y pasaba una de sus piernas sobre las caderas de Rindo, quien le acercó más a su cuerpo. La noche de ayer había sido algo agitada, con la aprobación de la chica, podría decirse que se habían convertido peor que en un par de gatos en celo, él junto a su hermano, aprovechándose y dándole una clase del kamasutra entero a su querida novia quien, al terminar, cayó en el mundo de los sueños de inmediato.
Su sonrisa volvió a desaparecer, no le gustaban las mentiras, sólo cuando debía de ser un maldito tramposo en peleas contra otras pandillas o molestos chicos quienes le cabreaban, pero si se trataba de su hermano o de su chica, prefería evitar ocultar la verdad. Esa era la razón de su seriedad, estaba seguro de que Yamagawa seguía viviendo en la mentira de haberlos conocido en la preparatoria, cuando su amiga le llevó hasta el grupo de fanáticas extrañas que solían acosarlo a él y a su hermano, y eso le molestaba en demasía. Su mente solo podía viajar tiempo atrás, recordando las muchas veces en las que la chica se había encontrado con ellos dos, pero eran tan solo unos desconocidos a los que no les prestaría atención, aun cuando ellos se cruzaban en su camino, o cuando le seguían camino a la preparatoria.
Jodidamente enamorado, esa sería la frase para describir lo que le sucedía con la chica, estaba jodidamente enamorado de su anti-fan número uno, a pesar de que ahora no era nada más ni menos que su novia y la novia de su hermano. Por otro lado, se sentía feliz de haber logrado hacer que la chica les prestara atención y dejara de detestarlos en poco tiempo, pero bueno ¿Quién podría resistirse a unos buenos besos de él y de su hermano? Podrían incluso considerarse los mejores besadores del mundo, al igual que los mejores en el sexo, pero ese era otro tema aparte.
Tener a la chica de ojos marrones descansando en su cama en aquel momento le volvía loco, se sentía afortunado de haber logrado conquistar a una persona inconquistable como lo era Yamagawa, y es que sabía cómo había sido la chica con otros sujetos quienes encantados por sus rasgos y actitud se confesaron patéticamente, siendo claramente rechazados, la chica tenía sus intereses claros, y sus estándares jodidamente complicados sólo dificultaban más la situación, por esa sencilla razón tenía el derecho de sentirse afortunado y victorioso, porque a pesar de que la gente creía que era la castaña quien debía de sentirse afortunada por andar con los 'grandiosos hermanos Haitani', eran ellos dos quienes se sentían de esa manera por andar con ella.
Un amor de infancia, así podría considerarlo, aunque no era algo tan longevo. Él y Rindo habían conocido a la chica cuando esta entró a la secundaria, en aquel entonces eran unos críos que buscaban pelea en cualquier sitio, pero cuando conocieron por primera vez a la chica, quedaron totalmente sorprendidos y encantados. Tetsu debía haberlo olvidado hacía mucho tiempo, después de todo no debió ser realmente importante la confesión de los dos hermanos a ella durante su primer año de secundaria, en la cual fueron penosamente rechazados, tal como aquellos sujetos desafortunados, pero fue ese rechazo lo que quizá desarrolló una extraña obsesión de los hermanos a la chica extranjera, negándose ambos a rendirse.
Por supuesto, no se volvieron unos acosadores aterradores o unos 'intensos de mierda', decidieron tomarse su tiempo y dejar que el mismo tiempo volviese a unirlos, aunque quizá sí estuvo en sus manos el cambiarse de preparatoria en su segundo año tan solo para estar cerca de la menor o el crear lazos amistosos con 'los amigos de los amigos' de la chica, para no ser tan directos y así saber qué era lo que a la castaña le gustaba o disgustaba.
Un bostezo sacó de sus pensamientos a Ran, quien elevó su mirada, notando a la chica sentada en la cama, tallando sus ojos, recién despierta.
— Buenos días, bella durmiente. — Tetsu observó a Ran, quien se colocó en pie y se acercó a depositar un suave beso sobre sus labios. — El desayuno está hecho.
— Buenos días. — La chica miró a su lado, notando a Rindo aún dormido. — Lo despertar-
Yamagawa se sorprendió al notar a Ran tomar una almohada y golpear con ella a su hermano en la cabeza, logrando despertarlo de inmediato.
— ¿Qué crees que haces, imbécil? — Rindo tomó otra almohada, lanzándola y golpeando a su mayor en la cara. — Hay maneras de despertar a las personas, idiota.
— Lo sé, pero ¿Qué mejor que despertar a mi hermano con un buen almohadazo? — Tetsu rio. — Bien, vamos a comer.
— Bien. — Tetsu se sacó las sábanas de encima, colocándose de pie. Los hermanos jamás esperaron que la chica cayera torpemente al suelo, soltando un quejido al darse cuenta de sus débiles e inútiles piernas. Era como haber hecho mil sentadillas el día anterior y haberlo olvidado, por supuesto tendría consecuencias.
— Así que no es cosa de las películas. — Ran soltó una carcajada, ayudando a la chica a sentarse sobre la cama. — ¿Estás bien, nena? ¿Te duele mucho?
Yamagawa no pudo evitar sonrojarse, debió verse patética.
— Solo duele un poco... Puedo caminar, está bien, solo me tomó por sorpresa.
— No puedes. — Rindo se colocó de pie, tomando a la chica en brazos, sintiendo como esta enrollaba sus piernas alrededor de su cintura. — Tómate una pastilla para el dolor, pronto estarás mejor.
— Está bien. — Ran desde atrás le sonrió a la chica, acercándose para robarle un fugaz beso.
— Después de desayunar iremos a caminar por los alrededores, Rindo ¿Trajiste el repelente?
— Lo traje. — Afirmó el chico, sentando a la castaña en una de las varias sillas del comedor. — Espera aquí.
Rindo se retiró, dejando solamente a su hermano mayor y a la chica en el sitio. Ran no desaprovechó la oportunidad acercándose a la chica y uniendo sus labios en un lento beso que fue correspondido. Tetsu enrolló sus brazos alrededor del cuello del más alto, alejándose después de unos pocos segundos.
— ¿Trajiste ropa de cambio? — La chica asintió. — Hay un lago por aquí cerca.
— ¿Se repetirá lo mismo que en la playa? — Cuestionó la menor, elevando una de sus cejas.
— Mm~... Tal vez. — Ran sonrió. — Ya vuelvo, espérame aquí.
El mayor se retiró, dejando esta vez a la chica sola. Tetsu soltó un largo suspiro, colocándose de pie con cuidado y con la ayuda de la mesa, sintiendo sus caderas 'doler como el infierno'. Salió del comedor, esperaría a los chicos para comer juntos, así que antes iría a darse una vuelta por el lugar.
Yamagawa caminó a paso lento, pasando por la sala de estar, en donde se encontró un gran estante de libros y objetos de decoración elegantemente ordenados. Un libro de cubierta gruesa llamó su atención, así que lo tomó y abrió, encontrándose con un álbum familiar.
Miró detalladamente los rostros de las personas en las fotografías, sonriendo al notar a los dos hermanos Haitani de niños, quién diría que esos hombres de ahora con un gran problema de hormonas descontroladas podrían tener un rostro tan tierno e inocente de niños. Continuó pasando las fotos, una tras otra, apreciando diferentes etapas de la vida de los chicos, hasta llegar a las últimas. Su ceño se frunció, sintiendo extrañamente familiares los rostros de los dos hermanos de pequeños, quizá en aquella fotografía podrían tener entre doce o catorce años, se veían bastante serios y amargados. Con tantas fotografías la chica pudo finalmente apreciar el cabello natural de ambos chicos, el cambio en Rindo no era mucho más que por sus mechones de color, pero siempre tuvo un leve conflicto para descubrir cuál era el color natural del cabello del mayor de los hermanos, aunque ahora parecía realmente lógico, ambos eran rubios.
Una mano apareció frente a ella, quitándole el álbum de fotos y cerrándolo de golpe, sorprendiendo a la chica. Al girarse, Tetsu se encontró con los ojos de Rindo los cuales le observaban sin emoción alguna.
— ¿Qué pasa? — Rindo no respondió. Yamagawa creyó descubrir la razón. — Oh... Lo siento, no debí de tocar las cosas ajenas, no volverá a suceder. — Dando un par de pasos hacia atrás, la chica comenzó a caminar hacia la cocina.
— Tetsu. — Sus pies se detuvieron. — ¿No te pareció alguien familiar en esas fotos? — La chica frunció su ceño, sí, lo habían sido.
— ¿Por qué la pregunta? — Rindo negó, acomodando sus lentes.
— No es nada, vamos a comer. — La menor asintió algo confundida, volviendo al comedor.
— Huele delicioso.
— ¿Sí? Serás una de las pocas personas afortunadas de probar mi deliciosa cocina. — Alardeó Ran. — Siéntense.
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