INQUIETUD

CAPÍTULO TRECE

Inquietud,

Tetsu se levantó cuidadosamente de la cama, observando a los dos chicos quienes descansaban sobre la misma con sus torsos desnudos, siendo cubiertos de la cintura hacia abajo por las sábanas.

La castaña entró a su baño. Dispuesta a lavarse, la chica caminó a la bañera, pero se detuvo de golpe al pasar frente al espejo que sobre un mueble yacía. Sus ojos fueron a su reflejo rápidamente, sobresaltándose al notar las muchas marcas y mordidas que tenía en su cuerpo. ¿Cuándo las habían hecho? Eran demasiadas, y muy notables a la vista.
Tetsu maldijo por lo bajo, después de ducharse tendría que poner algo de maquillaje para cubrirlas, o cualquiera se daría cuenta que no había tenido una noche muy tranquila.

Girando un grifo, el agua tibia comenzó a caer por la bañera, llenando la misma con el paso de los segundos. Cuando finalmente el agua estaba por llegar al tope, Yamagawa cerró la llave, adentrándose lentamente a la tina, disfrutando de la tibia agua recibiendo a su cuerpo calurosamente. Sus ojos se cerraron, intentando relajarse, aún era temprano para ir a la escuela, y en realidad se lo estaba pensando, había sido su primera vez acostándose con alguien, y el dolor que se instalaba en su entrepierna era molesto y desagradable, por supuesto en aquel momento fue lo último que pensó, pero ahora se arrepentía.
El ruido de la puerta del baño abriéndose no fue percibido por la chica, y se llevó el susto de su vida cuando sintió una mano tocando su mejilla.

— ¡Ran! — Gritó, llevando una mano a su pecho adolorido. — ¡Idiota, casi me infarto!

— Lo siento. — Sonrió divertido el chico. — ¿Qué haces despierta tan temprano?

— Qué te importa. — El mayor sonrió, inclinándose a depositar un suave beso en los labios de la chica.

— No seas tan fría conmigo después de habernos acostado juntos anoche. — Las orejas de Tetsu se calentaron.

— No seas idiota, solo fue una noche. — Respondió apartando la mirada.

— ¿Uhm? ¿Estás segura? — La chica se sorprendió cuando notó al chico adentrarse a la bañera junto a ella, aprovechando su desnudez. — Yo creo que no será solo una noche.

— Imbécil, no entramos los dos aquí, mucho menos tú.

— Entramos perfectamente juntos si nos acomodamos. — El más alto tomó a la chica de la cintura, logrando extrañamente fácil cambiar de posiciones, quedando él sentado y con la menor sobre su regazo.

— Diablos ¿No me dejarás en paz ni en mi baño? — La castaña giró su rostro. — ¿En dónde demonios está Rindo?

— ¿Prefieres que él te toque? — Yamagawa golpeó su hombro, avergonzada. — Auch, eso duele, no seas tan ruda.

— No quiero que ninguno de ustedes me toque, déjame bañarme sola.

— ¿Por qué no me miras a los ojos y me lo dices bien? — Tetsu miró al chico, estaba a punto de hablar cuando sintió un par de labios callando sus palabras.

Su ceño se frunció e intentó alejarse, pero la mano en su nuca no se lo permitía. Tetsu apretó sus labios, impidiendo que el chico pudiese dar más que un simple toque de labios. Ran frunció el ceño, alejándose de la chica.

— ¿Qué haces?

— No dejarte besarme ¿No es obvio? — El chico sonrió, rozando suavemente las yemas de sus dedos por la espalda de la chica, quien se removió incómoda.

— Estoy casi seguro de que en el interior también quieres besarme. — Ran bajó su mirada hasta los labios de la chica, mojando sus propios labios con su lengua. — No tienes por qué abstenerte a hacerlo, olvida lo que la gente pensará, estamos e-

Ran abrió sus ojos con sorpresa al sentir una presión en sus labios, pronto, una sonrisa se estiró en su rostro mientras seguía el torpe beso de la chica, tomando él el ritmo mientras descendía sus manos, apretando suavemente ambos glúteos de la chica entre sus dedos.

— Ran, te odio. — Susurró la chica, antes de alejarse.

— Bueno, si esta es la forma de expresar el odio, creo que comenzaré a odiarte también. — Bromeó el chico, tomando las caderas de la menor. — ¿Qué te parece si nos duchamos juntos y después nos preparamos para ir a la escuela?

— Prefiero ducharme sola.

— Ahorraremos agua. — Tetsu rodó sus ojos, alejándose del mayor, saliendo de la tina. — Anda, será divertido. — Ran salió también, siguiendo a la chica hasta la ducha, sin importarle a ambos mojar el suelo.

Después de tanto tiempo, Rindo finalmente despertó, mirando a su alrededor algo confundido antes de buscar con la mirada a las dos personas con las que había dormido la noche anterior, pero estas no se encontraban cerca. El ruido de una ducha llamó su atención, así que, colocándose de pie caminó hasta el baño, abriendo la puerta y encontrando a su hermano y a la castaña fundidos en un deseoso beso mientras el mayor recorría su cuerpo descaradamente.

— Oigan ustedes. — Ambos se separaron, mirando al menor de los hermanos. — ¿Qué creen que hacen?

— Hermano, al fin despiertas. — Rio Ran. — ¿No te quieres unir?

— Esperen, no entramos los tres aquí. — Rindo sonrió con diversión, caminando a la ducha. — Demonios, hablar con ustedes es como hablarle a la pared.

[...]

Kioko miró por unos segundos a Tetsu mientras cubría su boca con extrema sorpresa.
Quizá dirían ¿Por qué contaba todo lo que sucedía con los hermanos a su amiga? No era tan difícil, había conocido a Kioko desde hacía bastante tiempo, y la confianza entre ambas era grande y mutua, Kioko había estado ahí para ella siempre, así como Tetsu había estado para la menor cuando lo necesitaba, además ¿Por qué no?

— ¿En serio? — Finalmente salió del shock la menor, Tetsu asintió. — Wow... No es... ¿Un poco rápido?

— A eso iba. — Tetsu detuvo su caminar, mirando hacia atrás, asegurándose de que nadie le siguiera. — Temo ser un simple juguete de un rato... Kioko, no quiero seguir con esto si yo seré quien saldrá herida.

— Habla con ellos. — Tetsu hizo una mueca. — Sé directa, díselo cuando los veas, y si te dicen que sí, prometo que dejarán de gustarme automáticamente y los golpearé hasta morir.

La mayor sonrió, mirando una vez más hacia atrás, se sentía perseguida, de alguna forma tendría sentido aquella sensación, había huido de los hermanos al salir de clases, aprovechando la multitud de personas y pasando desapercibida, agachándose un poco y escondiéndose tras su mejor amiga.

Ambas se detuvieron finalmente frente a la casa de la más alta, Kioko no solía acompañarle, pero aquel día iría a casa de su pequeño primo a cuidarle, así que Yamagawa le invitó a acompañarla, aunque parecía al revés.

— Nos vemos, Kioko. — Se despidió la castaña.

— Adiós, Tetsu.

Yamagawa entró a su hogar, soltando un largo suspiro mientras caminaba en dirección a su habitación, al llegar, tiró su mochila a un lado de la puerta y se dejó caer en su cama, cerrando sus ojos.

Error, no debió de acostarse sin saber que se quedaría inmediatamente dormida.

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