ESPERANZA
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
< Final alternativo >
Esperanza,
Los pies de la castaña se detuvieron por un momento antes de volver a girarse, sintiendo su teléfono vibrar desesperado una vez más. Había rechazado dos veces aquel número desconocido, y aun así insistía en ser contestado.
La paciencia no era algo que la caracterizara, por lo que a nadie habría sorprendido cuando la mujer apagó su teléfono, continuando con su camino tranquilamente a casa.
Tetsu observó algo por el rabillo del ojo, girando por instinto su cabeza pudo notar un vehículo moviéndose lentamente hacia ella, aquello no le producía confianza.
Sus pies aceleraron el paso, había vivido esto muchas veces en el pasado, no volvería a cometer los mismos errores que había cometido antes.
El vehículo aceleró, la castaña supo que no era necesario analizar más, era hora de correr. Sus piernas se movieron con rapidez, sacando nuevamente su teléfono, encendiéndolo en el proceso.
Varios mensajes llegaron a su bandeja de notificaciones, entre ellos varios de Rindo, quien parecía desesperado, pues habían acumuladas más de diez llamadas de su parte en su registro.
Algo estaba mal, Tetsu lo sabía.
Girando en una esquina, la mujer se escondió tras varios botes de basura, marcando el número del hermano menor con una velocidad indescriptible. Uno, dos, tres tonos, y la voz del otro lado se escuchó, Rindo sonaba realmente preocupado.
— "¿En dónde estás?" — Tetsu se asomó, asegurándose de que aquel vehículo no le siguiera.
— Un auto me está siguiendo desde hace un rato, estoy cerca del centro comercial, a una cuadra aproximadamente. — La mujer escuchó el ruido de los neumáticos acercándose. — No puedo estar mucho tiempo aquí, me encontrarán.
— "Sal de ahí y ve a un sitio con bastante gente". — Ran se escuchó de fondo, llamando a su hermano. — "Estaré allí pronto, te ubicaré con el GPS, no dejes que te atrapen".
— Entendido.
Tetsu salió de su escondite, siguiendo cada instrucción dada anteriormente por su esposo. Sus ojos buscaron alguna tienda o establecimiento con una cantidad considerable de personas, frente a ella había una cafetería sencilla, a la cual no dudó en entrar y mezclarse entre todas las personas que en el sitio había.
Sus piernas se encontraban temblorosas, sus ojos se movían de un sitio a otro, sintiéndose desconfiada de cada persona que entrada al establecimiento y pasaba por su lado.
Un vehículo negro se estacionó frente a la cafetería, la castaña observó como un hombre de cabellos largos violeta bajaba del automóvil y entraba al local, buscando con su mirada a su persona.
Tetsu se puso en pie, llamando la atención de Rindo quien se acercó rápidamente a ella, tomando sus mejillas y examinando su rostro en busca de alguna herida antes de decir cualquier cosa.
— ¿Estás bien? ¿No te hicieron nada? — La mujer asintió, abrazándose con fuerza al mayor.
— Estoy bien. — Tetsu suspiró. — Realmente me asusté ahí afuera.
— Ya no sucederá nada. — Rindo le tomó de la mano, caminando con la menor hasta la salida, guiándola a su vehículo y ayudándole a subir.
— ¿En dónde está Ran? — Rindo observó a la mujer por unos segundos, pensando en si era correcto compartir aquella información con su esposa, pues el hombre ya estaba más que enterado sobre su confirmado embarazo y lo último que deseaba era alterar a la castaña. — ¿Rindo?
— Está en casa. — Respondió finalmente el hombre. — Tetsu... Intentaron atacar a Yoichi y Yuna.
Los ojos de la mujer se abrieron con enorme sorpresa y temor, Rindo posó sus manos sobre los hombros contrarios.
— Ellos están bien, llegamos a tiempo para encargarnos del hombre que los amenazaba, Sanzu estaba con nosotros y nos ayudó a deshacernos del cuerpo.
— Gracias a dios. — Tetsu apoyó su cabeza en el hombro del mayor, cerrando sus ojos, aliviada.
— Antes de asesinarlo, Sanzu lo torturó un poco. — El contrario acarició una de las mejillas de la mujer. — Nos dijo que estaban a punto de asesinarte. — Rindo apretó la mandíbula. — Eran unos hijos de puta de una organización que nos lleva jodiendo desde hace tiempo, intentaban debilitar a Bonten por medio de nosotros, después irían por los demás, aunque sería más difícil porque los demás no tienen una familia como la muestra.
— ¿Querían asesinarme para joderlos a ustedes? — El hermano menor asintió. — No puedo estar tranquila sabiendo eso.
— Todo estará bien. — Rindo abrazó a la mujer, apegándole a su pecho. — Siempre te protegeremos, no importa qué suceda.
Tetsu sonrió sintiendo, hundiendo su rostro en el cuello del hombre de violetas hebras.
El vehículo se detuvo después de unos minutos, dejando ver de frente su hogar. La castaña no dudó en bajar del auto y correr hacia dentro, siendo recibida por los fuertes brazos de Ran quien le abrazó, uniendo sus labios en un suave y corto toque.
— Carajo, estaba tan preocupado.
— ¿Cómo está Yoichi? — Ran tomó de su mano, guiándole hasta la habitación del niño quien jugaba felizmente con sus juguetes.
— Él está bien. Yuna también lo está. — Tetsu asintió suspirando, sintiéndose tranquila. — ¿Realmente estás bien?
Ran le tomó de la cintura, uniéndose nuevamente en un corto beso.
— Estoy bien, no debes de preocuparte. — La mujer no creyó jamás ver una faceta tan cursi y melosa de parte del mayor de los hermanos, por lo que la sorpresa fue evidente en su rostro cuando el hombre frente a ella se agachó, acercando su frente al vientre de la castaña mientras una sonrisa aparecía en él.
— Realmente formaremos nuestra familia ¿No es así? — Ran abrazó a la mujer desde su sitio. — Estoy tan jodidamente feliz.
— Primero empieza por cuidar tu vocabulario. — Rindo apareció, pasando al lado de ambos para acercarse a su hijo, alzándolo para llevárselo consigo. — Iré a darle de comer.
— Ten cuidado. — Pidió la menor, el hombre asintió, desapareciendo por el pasillo.
Ran se puso en pie nuevamente, una sonrisa malvada apareció en su rostro, Tetsu no debió de ser muy inteligente para saber lo que él hombre deseaba.
— Desde ahora deberás controlarte, hormonal. — La castaña tomó al hombre de la nuca, pegando sus labios a los del mayor en un beso más desesperado.
— Uno rápido ¿Sí? — Ran sonrió al notar a la mujer tirar de su labio.
— Uno rápido.
[...]
Unos años más tarde
Tetsu se encontraba sentada en el sofá de la sala de estar, observando a sus dos hijos quienes se encontraban en el suelo del salón dibujando garabatos que la castaña intentaba descifrar
¿Para qué mentir? Lo último que esos dibujos parecían eran personas, pero por supuesto no le diría eso a sus dos criaturas.
— Mamá, mira. — Yoichi se levantó, acercándose a la mujer quien sonrió, mirando al niño subirse al sofá a su lado y entregarle una hoja coloreada.
La mujer observó por unos segundos aquellos dibujos antes de mirar nuevamente a su hijo.
— Está muy lindo, Yoichi ¿Quiénes son?
— Mi mamá, mis dos papás, mis dos hermanos y yo. — La mujer frunció el ceño ¿Acaso había escuchado mal?
— ¿Tus dos hermanos? ¿Tienes otro hermano aparte de Ryo? — El niño asintió antes de abalanzarse sobre la mujer y abrazar su vientre con fuerza.
— Aquí está mi otro hermanito. — La mujer soltó una risilla nasal, por supuesto que no podía estar esperando otro niño ¿No? Ni siquiera había tenido síntomas los últimos días, se encontraba realmente bien y sus dos esposos solían ser bastante cuidadosos utilizando siempre preservativo.
— Ya veo ¿Quieres otro hermano?
— Sí. — La mujer acomodó los cabellos de su hijo. Giró su rostro al sentir como el otro niño subía al lado contrario de su hermano mayor, entregándole una hoja a la mujer, por supuesto Tetsu la tomó.
— ¿Qué dibujaste, Ryo?
— La casa. — El niño sonrió. — Y también a mis papás, mi mamá y mi hermano.
— Ambos dibujan muy bien ¿Lo sabían? — La castaña depositó un corto beso en la cabeza de cada uno.
La puerta principal sonó, la mujer elevó la mirada, notando a dos hombres de buen vestir entrar a la casa. Ambos niños bajaron del sofá, corriendo con emoción hacia sus padres quienes les recibieron en sus brazos.
— Hola, fortachón. — Saludó Ran a su hijo, pellizcando suavemente de su mejilla. — ¿Cuidaste bien de tu madre?
— Sí.
— ¿Y tú, Yoichi? ¿Cuidaste bien de mamá? — Preguntó esta vez Rindo, el niño asintió.
— Cuidaré mucho a mamá desde ahora. — Rindo le felicitó, dejándole nuevamente en el suelo.
— Hola, linda. — El hermano menor se acercó a su mujer, depositando un corto beso en sus labios. — ¿Ya comieron?
— Lo hicimos, la comida está aún caliente, vayan a comer antes de que se enfríe.
— Señora. Sí, señora. — Saludó Ran, imitando a un militar, dejando a su hijo en el suelo y caminando hacia la cocina.
Tetsu se puso en pie, caminando hacia el baño con cierta curiosidad en su ser, de cierta manera las palabras de su hijo le provocaban curiosidad y emoción ¿Cómo podría un niño decir de repente que tenía otro hermano por venir?
La castaña rezó por qué eso no fuera así. Cerró la puerta del baño y sacó una cajita rectangular pequeña, una prueba de embarazo que solía mantener en casa por si acaso, después de todo, nunca sabía qué esperar de sus esposos.
Esperó varios minutos después de realizarla, manteniéndose sentada sobre el retrete mientras cerraba sus ojos, pensando en qué demonios haría si terminaba esperando un tercer hijo.
— Será por cesárea. — Habló consigo misma la mujer. — Si estoy embarazada definitivamente no me mataré pariendo.
Sus ojos se abrieron, su reloj mental había llegado a quince minutos. Tomó un par de bocanadas de aire y bajó la mirada.
Ran y Rindo se alarmaron cuando escucharon un estruendoso grito provenir desde el baño principal, y no dudaron en dejar sus platos a medio comer, corriendo hacia el sitio, escuchando a su esposa maldecir al aire.
— ¿Tetsu? ¿Nena, qué sucedió?
La puerta se abrió de golpe, ambos hombres retrocedieron al sentir el aura oscura rodear a su mujer.
— ¿¡Quién fue el hijo de perra que no utilizó condón!?
— ¿De qué habl-
Rindo sintió como algo impactaba en su pecho, tomándolo en el aire, observó el objeto.
— Oh, mierda. — Rio el hermano mayor. — ¿Estás embarazada?
— ¡Juro por dios que cuando ese niño nazca, quien sea el padre se irá a hacer una puta vasectomía! — La mujer se tambaleó, Ran le atrapó en sus brazos. — No tengo cabeza para pensar en más nombres.
— Creo que es mío. — Ran y Tetsu miraron con sorpresa a Rindo, quien soltó una risilla nasal. — Linda, lo siento, yo-
Rindo retrocedió un par de pasos al observar los ojos furiosos de la mujer mirándole fijamente.
— Tú, Rindo Antonio Manuel de la santísima trinidad, tú serás quien busque un nombre para esa criatura.
— ¿No estás molesta por el embarazo? — La castaña se recompuso, soltándose del agarre de Ran.
— Por supuesto que no, no me molesta tener otro hijo, me molesta el parto. — Tetsu suspiró, relajándose. — No puedo creer que Yoichi predijera algo como esto.
— ¿De qué hablas? — Preguntó Ran, la mujer le restó importancia.
— No importa, ambos, vayan a darle de comer a los niños.
— Está bien. — Los dos hombres se giraron, caminando hacia la cocina para preparar la respectiva comida de cada niño.
Tetsu volvió al sofá, tomando asiento y observando en silencio a su familia.
Era perfecta.
Aunque tenían sus problemas en ocasiones, siempre encontraban la manera de solucionarlo, y aunque el parto era una situación que le aterraba, amaba ver a su familia extenderse, dos criminales como padres bajo el mando de una misma mujer, de asesinar personas a alimentar a niños, qué estupidez.
La castaña sonrió, definitivamente conocer a aquel par de hermanos había sido lo mejor que había vivido en su vida, aunque los detestara al principio, del odio al amor sólo hubo un paso.
Extra:
Tetsu sufrió de la mayor crisis de su vida al enterarse de que no esperaba a un niño, sino a dos. Meses después, la sorpresa de todos llegó al enterarse que aquellos mellizos eran de diferentes padres.
Ran y Rindo hicieron una fiesta por ello. La casa estuvo en riesgo de incendiarse gracias a las locuras de Sanzu y Kokonoi.
Los hermanos terminaron siendo obligados por su mujer, Kioko y Sanzu a hacerse una vasectomía, ambos aceptaron sin reprochar.
Tetsu podía considerarse la mujer más afortunada.
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Este es un pequeño regalo de mi parte para todas las personas que llegaron hasta este punto del libro.
De verdad les agradezco por haberse tomado el tiempo de leer y esperar por cada capítulo, votar y comentar, porque son sus comentarios y apoyo los que me alientan a continuar con este tipo de obras.
Y ya que lo pidieron tanto:
Científicamente se conoce como la superfecundación hetero paternal, un fenómeno raro que pasa cuando un segundo óvulo, liberado durante el mismo ciclo menstrual, es fertilizado por un espermatozoide de un hombre diferente en relaciones sexuales separadas.
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💐Un voto y un comentario se agradece.
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