¿CASTIGO?

CAPÍTULO DIECINUEVE

¿Castigo?,

Para muchas personas era considerado una fantasía sexual hacerlo en una escuela, pero para Tetsu eso ya no tendría que ser más una fantasía.

Sus ojos se abrieron con sorpresa al sentir como era sentada sobre el escritorio del profesor, mientras Rindo se acomodaba entre sus piernas y unía sus labios en un desesperado y agresivo beso. Sus brazos por instinto rodearon el cuello del chico, mientras unos bajos quejidos escapaban de sus labios al sentir al chico frotarse de aquella forma contra ella.
¿Cómo habían llegado a eso? Se preguntarían, Yamagawa también se hacía la misma pregunta, no había entendido del todo los murmullos del chico cuando la adentró a un salón vacío y comenzó a besarle de aquella forma. Solamente había comprendido una cosa de sus palabras: "Ese maldito uniforme me pone mal".

— No hagas ruido. — Susurró Rindo, mientras levantaba la falda de la chica hasta su cintura y apartaba sus bragas. — Será todo un problema si nos descubren.

— Es tu culpa. — Respondió Tetsu, mordiendo su labio para callar sus gemidos.

— ¿Mía? — Rindo bajó sus pantalones, sacando antes por arte de magia un preservativo. — Creo que eras tú quien se agachaba descaradamente frente a nosotros mientras sonreías y fingías no darte cuenta de que te mirábamos.

— Eso... No fue así. — Se defendió la chica, avergonzada.

— Sí, claro, y mi polla mide tres centímetros.

Rindo empujó a la chica, recostándole sobre el escritorio. Alineó su extensión con la entrada de la chica, y entró lentamente, apretando sus labios para evitar ser ruidoso.

Las clases habían comenzado hacía minutos atrás, por lo que pocas personas caminaban por los pasillos en aquel momento, pero si llegaban a hacer mucho ruido serían descubiertos, eso estaba claro.
Tetsu cerró sus ojos, cubriendo su boca con una de sus manos mientras el chico comenzaba a embestirle, soltando pequeños y poco audibles jadeos cerca de su oído.

Las piernas de la castaña temblaron, así que las enrolló en la cintura del chico, acercándole más a su cuerpo, sintiéndose llena y necesitada. Las manos del chico recorrieron descaradamente el cuerpo de la menor por encima de la tela del uniforme, pegando sus labios a la sensible piel del cuello contrario para repartir besos húmedos y calientes que sólo lograban volver loca a la castaña.
Rindo sonrió, sintiendo como al paso de los segundos su longitud comenzaba a ser apretada por las paredes de la chica, quien se retorcía debajo de su cuerpo.

— Córrete. — Rindo se quejó. — Estoy cerca.

Yamagawa miró al mayor, quien se inclinó, uniendo sus labios en un fogoso beso ahogando los gemidos de la chica, quien al poco tiempo se retorció, corriéndose desastrosamente sobre aquel incómodo escritorio. Rindo no tardó en hacer lo mismo, llegando a su orgasmo rápidamente, sintiendo su cuerpo ser cubierto por una fina capa de sudor mientras el interior de la chica continuaba apretándole.

— Esto es por besarte con Ran mientras estaba ocupado. — Suspiró el chico de lentes. Tetsu le miró. — ¿Creías que no me enteraría?

— De hecho, sí. — Rindo ayudó a la chica a colocarse de pie, limpiando todo el desastre hecho por ellos dos. — ¿También me pedirás que no le diga a Ran?

— No, se enterará de todas formas. — El chico sonrió. — Mejor para mí.

La castaña negó, tomando sus cosas y saliendo primero del salón. Rindo salió unos segundos después, alcanzando a la chica en poco tiempo.

— Perdí la clase de matemáticas por tu culpa.

— Detestas esa clase ¿De qué te quejas?

— Oigan ustedes dos. — Ambos se detuvieron en su sitio, girando sus rostros y sorprendiéndose al ver al hermano mayor frente a ellos, con sus brazos cruzados. — Creo que merezco una explicación sobre esto.

— No jodas, Ran.

[...]

— ¿Tienes algo que hacer mañana después de clases? — Tetsu negó. — Excelente ¿Podemos ir a comer un helado?

— Claro. — Kioko frunció su ceño, notando a su amiga distraía. Siguiendo su mirada, se encontró con los dos hermanos charlando animadamente con un grupo de chicas.

— ¿Estás celosa? — Yamagawa pareció salir de su trance.

— ¿Celosa? No inventes cosas, solo tenía curiosidad porque... Una chica se me hizo familiar, ya está.

Tetsu se puso de pie, girándose hacia su salón, Yamada le siguió con una sonrisa en su rostro.

— ¿Por qué no mejor adelantamos los planes para hoy? — Propuso la más alta, Kioko rio.

— Sí estás celosa. — La castaña le codeó, avergonzada. — Está bien, vamos a tomar un helado al salir, solo nos queda una clase después de todo.

— Bien.

Juntas se adentraron a su salón, no pasó mucho antes de que el receso acabara y las clases comenzaran nuevamente. Las clases de Artes solían darle igual a la castaña, no era buena dibujando, pero tampoco era mala, siempre lograba pasar la clase con una buena calificación a pesar de parecer volver al fauvismo con sus figuras torcidas y desproporcionadas, muy creativa.

Mostró su dibujo terminado y era totalmente libre. Tetsu se estiró mientras salía de su salón, bostezando y caminando a la salida, siendo alcanzada por su amiga segundos después.

— Por fin. — Celebró la mayor mirando la salida a sólo unos metros. — Es como salir del infierno para entrar al cielo.

— No seas exagerada, la profesora de Artes es muy amable. — Yamagawa se encogió de hombros, también desearía que las llantas de su automóvil se poncharan en algún momento.

— ¡Tetsu! — La chica se detuvo al escuchar su nombre, girándose un poco y encontrándose con dos hermanos quienes caminaban hacia ella. — ¿A dónde ibas?

— Qué les importa. — Rindo elevó una ceja, acercándose a la chica y tomándole de la cintura.

— ¿No me dirás? — La castaña sonrió.

— Iré por allí con Kioko ¿Feliz? — Rindo le soltó al ser suavemente empujando por la castaña. — Nos vemos mañana, después de esto iré a casa a dormir.

— ¿Mañana? — Ran rio con diversión. — Sí, claro, mañana no creo que vengas a la escuela.

Yamagawa frunció su ceño, confundida.

— Lo que sea, nos vemos.

— Nos vemos. — Se despidió con una sonrisa el mayor, mirándole tal como un tigre mira a un pequeño cordero.

Tetsu sintió un escalofrío recorrer su espalda, estaba segura de que esas palabras tenían algo escondido por detrás, y no quería descubrirlo.
Cuando las dos chicas desaparecieron de sus vistas, Rindo sonrió, mirando a su hermano.

— Creo que lo logramos. — Susurró, Ran asintió.

— Así que incluso nuestra Tetsu se pone celosa. — Ran mordió su labio, caminando a su motocicleta. — Es un asco para ocultarlo, Kioko debería de decírselo.

— No lo hará, es su mejor amiga, disfruta de ver eso.

Ambos hermanos chocaron sus puños, encendiendo sus motores después rumbo a su hogar.

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