AMOR ABRASADOR

CAPÍTULO TREINTA Y UNO

Amor abrasador,

No eran diferentes manos, tampoco personas diferentes, eran los mismos dos hermanos con los que en más de una ocasión se había unido carnalmente, pero, aun así, el sentir de sus yemas deslizándose por su suave piel era totalmente distinto. Quizá era por el paso del tiempo, quizá por ser personas maduras y adultas ahora, no sabía exactamente la razón, pero de lo que Tetsu estaba segura era de que la forma en que aquellos dos hermanos le tocaban le estaba volviendo loca.

Todos habían cambiado, por supuesto, cinco años no era un lapso de tiempo muy corto y al reencontrarse todos pudieron darse cuenta de las diferencias del otro. Los dos hermanos eran mucho más musculosos que la última vez que les había visto, Ran más que Rindo, pero ambos definitivamente estaban cambiados. Yamagawa pudo encontrarse con nuevas cicatrices y marcas de peleas pintadas permanentemente en las pieles contrarias, así como los hermanos se encontrando con nuevas marcas decorando la piel de la castaña.

Los susurros, caricias y besos le hacían viajar a otro mundo, sus ojos no podían evitar girar hacia atrás sintiendo las suaves yemas de los dedos contrarios estimulándole en su punto máximo. No habían cambiado nada, pero a su vez eran como un par de desconocidos.

— No me mires de esa forma, nena... No sabes lo duro que me pones — Susurró Ran cerca de su oído antes de tomar entre sus dientes el lóbulo de la mujer, quien separando sus labios dejó salir un suave gemido.

— Ran. — Yamagawa le miró, estirando su brazo para tomar de la nuca al chico mientras su ceño se fruncía, mordiendo su labio en busca de ahogar sus quejidos, pero teniendo al hermano menor entre sus piernas, deslizando su lengua de arriba hacia abajo, de dentro hacia fuera le era imposible. — Oh, dios... Rindo.

— Qué mujer tan sucia, gimiendo el nombre de dos hombres a la vez... Igual que en los viejos tiempos. — Ran bajó, tirando con sus dientes uno de los pezones de la castaña comenzando inmediatamente después a succionarlos y lamerlos sin pudor alguno.

El delgado cuerpo de la menor se retorcía bajo los cuerpos de los dos mayores, sintiendo sus ojos cristalizarse a causa de las placenteras lágrimas provocadas por los dos mayores, quienes literalmente hacían lo que deseaban con su delicado cuerpo.

— Voy a entrar. — Susurró Rindo, su tono desesperado y necesitado logró mojar aún más a la mujer, aunque pareciera imposible después de ser inspeccionada por la húmeda y cálida lengua del chico de largos cabellos. — Ran, quítate.

El hermano mayor se alejó de la carne de la mujer con un 'POP' al abandonar su pezón, sus ojos miraban con indignación a su hermano, quien no desviaba la mirada de él.

— No seas egoísta, Rindo, yo también quiero tener a Tetsu después de tanto tiempo. — Ran se alejó, comenzando a sacarse el cinturón, siguiendo con sus pantalones y boxers. Los labios de la menor se separaron con impresión al ser liberada la extensión del hermano mayor, quien al notar los ojos marrones de la castaña sobre él no pudo evitar sonreír con arrogancia, mordiendo suavemente el inferior de sus belfos. — ¿Qué pasa, nena? ¿Te gusta tanto?

— Deja de mirarlo. — Rindo tomó el mentón de Tetsu, obligándole a mirarle a él. — Me tienes a mí entre las piernas, no a él.

— Qué cruel. — Ran se acercó a la chica. Sus ojos se abrieron con sorpresa al sentir su longitud ser tomada por una pequeña mano que comenzó a complacerle. — Oh, mierda, nena.

— Rindo, deja de perder el tiempo. — Tetsu le miró, con una sonrisa. — O prometo que le patearé y dejaré que Ran me folle tanto como quiera.

— Wow, espera. — Ran rio. — Nena ¿Qué hiciste con mi chica tímida y dócil? — Yamagawa hizo presión al mayor, quien se quejó.

— Se quedó en Canadá. — Rindo rio por lo bajo. Tetsu se sobresaltó al ser tirada por los tobillos. Poco tiempo tuvo para prepararse antes de sentir como el menor de los hermanos se enterraba en ella. Un escandaloso gemido escapó de sus labios a la vez que sus caderas se elevaban en busca de más.

La castaña se sentó, enrollando sus brazos alrededor del cuello del chico entre sus piernas mientras era duramente embestida. Rindo tomó su cuello con una de sus manos, mientras con la otra tomaba firmemente sus caderas, gimiendo contra sus belfos, mordiéndolos y suspirando sobre estos antes de tirar su cabeza hacia atrás, cerrando sus ojos con fuerza. La imagen frente a ella logró hacerle retorcerse, dejándose llevar, sin pensar en nada más a la vez que se corría en un placentero y maravilloso orgasmo.

— Mierda. — Ran llamó la atención de ambos, Rindo rio mirando a su hermano mayor verse necesitado.

— ¿Problemas, hermano? — Ran rodó sus ojos.

— No seas acaparador, Rin. — Yamagawa alejó al muchacho, acercándose al hermano mayor, tomando asiento sobre su regazo.

Ran le observó por unos segundos, sonriendo como un lobo hambriento, deslizando sus grandes manos por todo el cuerpo de la fémina hasta llegar a sus glúteos y apretarlos con deseo.

— Nena... Eres tan cruel conmigo. — Ran rozó sus labios sobre los contrarios en un intento por tentar a la menor, quien cayó inmediatamente en su trampa, uniendo sus labios en un desesperado beso.

Rindo se acercó por detrás de la mujer, tomando su cintura mientras dejaba húmedos besos en el cuello de la castaña, quien movía sus caderas como si de una danza se tratara sobre la pelvis del mayor. Ran sonreía complacido, observando los movimientos de la chica, hasta que esta se detuvo se golpe.

Ran frunció su ceño, sus ojos por instinto subieron, notando a su hermano menor, quien parecía bastante ocupado.

Tetsu mordió su labio, clavando sus uñas en los hombros del hombre frente a ella, sintiéndose adolorida y a su vez excitada.
Nunca lo había hecho, era su primera vez de esa forma, y la idea simplemente le parecía tentadora. Ran abrió sus ojos con impresión al notar las intenciones de su hermano, y antes de poder detenerle pudo escuchar a la mujer quejarse, siendo embestida por su hermano.

— Eres un maldito insaciable. — Rio el mayor, Rindo solo sonrió con diversión. — Deja un poco para mí.

Tetsu sintió un par de lágrimas deslizarse por sus mejillas antes de sentir al hermano mayor aprovecharse de su distracción y adentrarse en ella también.

¿Doble penetración? Estos hombres definitivamente no eran los mismos que hacía cinco años atrás.

Rindo tomó el cabello de la mujer, tirando su cabeza hacia atrás mientras pegaba sus labios a su cuello y comenzaba a marcar cada zona blanquecina que se encontrara. Ran no se quedó atrás comenzando a mover su pelvis, embistiendo con fuerza a la pobre víctima de los hermanos Haitani.

Sus piernas temblaron, sus ojos se cerraron con fuerza, su centro se contrajo antes de soltar un ruidoso gemido, liberándose de aquella tensión. Rindo gruñó, era difícil controlarse si tenía a la mujer de aquella forma, y no pasó demasiado antes de tener también su orgasmo.

Ran continuó por su parte, sobre estimulando a la castaña hasta finalmente llegar a su clímax, gimiendo por lo bajo sobre el oído de la menor quien se desplomó sobre su pecho.

— Par de imbéciles. — Se quejó Yamagawa, cerrando sus ojos. — ¿Por qué volví a hacerles caso?

— Porque nos amas, por supuesto. — Rindo se alejó, tomando sus prendas de vestir. — Dúchate, es hora de dormir.

— Mi reservació-

— Shh, shh, shh. — Ran negó. — A partir de este momento vivirás con nosotros, mañana le pediré a uno de mis hombres que recoja tus cosas y las lleve a nuestra casa.

— No quiero imaginar lo enorme que debe de ser. — Tetsu se dejó caer a un lado de la cama, frunciendo su ceño. — No quiero pararme... Duele.

— Ven acá. — Rindo fue quien le tomó en brazos, llevándola al baño.

— ¿Me bañarás tú? — Bromeó Tetsu, mirando al chico, este solamente sonrió divertido.

— Te lavaré, pero no prometo que sea lo único que haga. — Yamagawa suspiró.

¿En qué lío se había metido con esos dos hermanos nuevamente?

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Usen siempre preservativo, como diría mi mamá: "Satanás es Satanás".

D. P. F. - 4

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