Just a dream.
«𝑰 𝒘𝒂𝒔 𝒕𝒉𝒊𝒏𝒌𝒊𝒏𝒈 𝒂𝒃𝒐𝒖𝒕 𝒚𝒐𝒖,
𝒕𝒉𝒊𝒏𝒌𝒊𝒏𝒈 𝒂𝒃𝒐𝒖𝒕 𝒎𝒆.
𝑻𝒉𝒊𝒏𝒌𝒊𝒏𝒈 𝒂𝒃𝒐𝒖𝒕 𝒖𝒔, 𝒘𝒉𝒂𝒕 𝒘𝒆'𝒓𝒆 𝒈𝒐𝒏𝒏𝒂 𝒃𝒆
𝑶𝒑𝒆𝒏 𝒎𝒚 𝒆𝒚𝒆𝒔, 𝒊𝒕 𝒘𝒂𝒔 𝒐𝒏𝒍𝒚 𝒋𝒖𝒔𝒕 𝒂 𝒅𝒓𝒆𝒂𝒎»
Jᴜsᴛ ᴀ ᴅʀᴇᴀᴍ, 𝚂𝚊𝚖 𝚃𝚜𝚞𝚒 𝚏𝚝. 𝙲𝚑𝚛𝚒𝚜𝚝𝚒𝚗𝚊 𝙶𝚛𝚒𝚖𝚖𝚒𝚎
Desde que tenía memoria, Chuuya siempre había tenido el mismo sueño.
Sabía que era un sueño, como sabía que el cielo era azul, pero no recordaba casi nada de lo que sería su "vida real" durante el sueño. Apenas recordaba su nombre, no su apellido, y lo único que tenía por cierto aparte de eso era que hablaba japonés. Nada más.
Sin embargo, lo que sí tenía por seguro era que iba a ver a alguien. Alguien especial. Alguien que le abrazó por detrás.
—Has tardado mucho hoy, Chibi.
—Lo siento —sonrió, sintiendo el puchero que estaba haciendo en su hombro—. Aunque no sé decirte por qué.
—Lo sé.
Dazai se alejó de él, y Chuuya se giró para verle, con una sonrisa. Mientras él solamente sabía su nombre, Dazai solo recordaba su apellido. Era así desde que eran niños, y así seguiría siendo. Dazai había intentado por todos los medios recordar algo, lo que fuera, algo que le permitiera darle una pista a Chuuya para poder encontrarse en la realidad. Pero ninguno de los dos sabía siquiera si podían recordar lo que vivían ahí al despertar.
Sin embargo, a pesar de sus fracasos, Dazai lo seguía intentando.
—¿Has conseguido algo? —preguntó, apoyándose en la barandilla.
Esta vez estaban en un paseo marítimo. Nunca sabían dónde iban a aparecer, pero a lo largo de los años, siempre parecía la misma ciudad. Sin embargo, ninguno de los dos la identificaba y, aunque lograsen hacerlo en la vida real, no lo sabrían.
—No —respondió, agachando la cabeza—. Lo siento, Chuuya.
—No pasa nada —le puso una mano en la mejilla.
Chuuya nunca le culpaba. Nunca lo había hecho, porque sabía lo que era esa frustración. Aunque Chuuya no se lo decía, él también lo intentaba. Quería recordar, quería saber si conocía a Dazai en su día a día o no, y si no lo hacía, quería encontrarlo.
Siempre que estaba con Dazai, incluso cuando al principio se sentía triste (y lo peor, no recordaba por qué) cuando le veía, siempre lograba hacerle sentir mejor. Con una broma, un abrazo o incluso una sonrisa.
Era consciente de que recordaba a Dazai cuando estaba despierto. Incluso aunque no recordase el resto, sabía que al despertar seguiría sintiendo en su interior esa sonrisa que le dedicaba, entre resignada y amable, mientras apretaba su mano contra su mejilla. Seguiría viendo el marrón de sus ojos, esos que le miraban con dulzura, capaz de hacerle derretirse en un instante.
—Te prometo que te encontraré. Algún día —dijo, posando su mano contra la suya e inclinándose más hacia él.
Chuuya confiaba en él, de verdad, pero sabía que sería imposible. Se habían esforzado muchos años, y no habían conseguido recordar absolutamente nada.
Y aunque lo hicieran. ¿Y si Dazai vivía en la otra punta del mundo? Ambos hablaban japonés, pero podrían haberse cambiado de país, podrían haberse criado con padres japoneses en cualquier parte del mundo. Ni siquiera tenía por qué ser su primera lengua.
Había tantas posibilidades de no poder encontrarse nunca que Chuuya ni siquiera sabía si valía la pena aferrarse a una esperanza tan pequeña y poco probable. Y además, no sabían qué relaciones tenían en el exterior de su pequeño mundo. ¿Y si Dazai tenía a alguien especial? No lo recordaba. ¿Y si él mismo estaba engañando a alguien con Dazai?
Las posibilidades eran infinitas.
Pero a Chuuya no le importaba. No le importaba no poder tocar el cuerpo real de Dazai, no le importaba que solo se pudiesen ver unas horas en un mundo ilusorio.
Con tan solo poder besarlo como ahora, sentir que era real incluso cuando era una mentira, era suficiente para él. Con tal de estar junto a él, no le importaba qué fuese real y qué no.
—Sabes que no tienes por qué —sonrió—. No cambiaría nada.
Pero Dazai no pensaba igual.
—No quiero tener que verte tan solo en sueños —le abrazó—. Cuando estás triste, no sé por qué. Cuando a veces no apareces hasta tarde, tampoco sé por qué. No sabría si simplemente, un día, esto ha terminado de repente o simplemente no has podido dormir.
Dazai tan solo quería estar ahí para él. Y eso lo entendía, pero lo que Dazai no parecía entender era que Chuuya no quería que, por alguna razón, dejasen de verse. Si algún día eso cambiaba, no tendrían manera de verse nunca más, y no estaba seguro de si los intentos de Dazai al final pudiesen desembocar en romper todo lo que tenían.
Pero también sabía que no iba a hacer cambiar de opinión a Dazai. Asi que simplemente le separó un poco de él y le besó.
—Estamos juntos, idiota—dijo Chuuya en cuanto se separaron—. Y eso es lo que importa.
Chuuya creía en sus propias palabras, pero siempre dolía cuando, horas después, veía que sus manos empezaban a desaparecer. Se estaba despertando, y el rostro de Dazai sonriéndole con pena era lo último que veía antes de que sus ojos se abrieran.
Antes de que su rostro se volviese una mancha de color marrón.
Trató de cerrar los ojos el mayor tiempo posible para retener la imagen, sin éxito. Ya se había desvanecido. Como siempre, en la mañana ya no recordaba como era el rostro de... ¿Cómo se llamaba?
Chuuya miró al techo de su habitación. Estaba seguro de que empezaba con... No, no estaba seguro. No sabía nada. En cuestión de dos segundos se le había olvidado todo menos el sentimiento en su corazón, uno cálido cada vez que intentaba recordar esa mancha de un marrón borroso y una sonrisa muy difuminada.
A cambio recuperaba la consciencia de quién era. Nakahara Chuuya, diecisiete años, estudiante de preparatoria en Yokohama, Japón.
Siempre se levantaba con ese pequeño vacío en el corazón, pero con la firme convicción de que se volvería a llenar en cuanto sus ojos se cerrasen y volviese a ver a esa persona. Volviese a escuchar con claridad esa voz que le decía entrecortadamente algo que no alcanzaba a entender.
Era sábado, asi que como siempre hacía todos los fines de semana cuando no tenía exámenes, se sentó en su escritorio y se dedicó a esbozar diferentes rostros. Mientras más pronto lo hiciera, sentía que le quedaba más exacto. No tenía cómo medir la precisión del dibujo, pero lo hacía por intuición.
Tenía cuadernos llenos de bocetos de una persona indeterminada, los que más le gustaban estaban coloreados, cabello marrón y ojos del mismo color. No sabía si era exacto, pero era lo único que quedaba en su mente, y lo único que tenía por cierto en todo ese montón borroso que eran sus sueños.
A veces se dedicaba a buscar personas con esas características en Internet. Aparecían obviamente un montón de rostros, tanto asiáticos como europeos, famosos sobre todo. Pero ninguno le daba esa sensación de calidez que sentía cuando intentaba recordar aquel que en su mente tan solo era un manchón marrón.
Marrón como esas letras que decoraban su brazo derecho. A lo largo de su antebrazo, casi llegando a su mano, en vertical estaban escritos los kanjis que, en suposición, serían las palabras que le diría su alma gemela. Y Chuuya no dudaba de la palabra de su hermana, ni mucho menos, aparte de que no era la única que se lo había dicho, pero sentía que ya la había encontrado. Aunque no se acordase.
¿Era posible olvidar a quien se suponía que era una parte de tu alma? Chuuya no lo tenía muy claro, pero si era así, entonces tenía un problema. Y aunque sabía que no había perdido la memoria, por mucho que se esforzase no lograba recordar a esa persona especial. Y tenía el presentimiento de que estaba directamente relacionada con el manchón marrón de sus sueños.
¿Podría ser que la recordase en sueños y se le olvidase al despertar? Era una posibilidad, pero Chuuya no tenía cómo comprobarlo. Se había grabado a sí mismo mientras dormía, pero no había dicho nada. No era del tipo que hablaba en sueños al parecer.
Suspiró, ocultando los kanjis bajo su manga. No le gustaba mostrarlos, en su opinión no le quedaban bien y además así se evitaba burlas, porque era una frase muy absurda y común. Podría ser cualquiera el que se la dijera.
Pero cuando iba cayendo dormido cada noche, Chuuya sentía que nadie podía hacerle sentir la calidez más que esa persona que solo podía recordar mientras estaba dormido.
Sin embargo, esa noche de sus diecisiete años fue diferente a las demás.
Chuuya estaba esta vez en un parque. Uno muy conocido por él, no había sido la primera vez que «despertaba» ahí. Sus recuerdos de la vida real se desvanecían, pero no los que había experimentado en sueños. Era como tener dos vidas realmente, solo que de una no se acordaba.
Y Chuuya supo que algo iba mal cuando Dazai no estuvo ahí en cuanto llegó. A lo largo de los años, Dazai siempre había estado ahí. Siempre había estado antes que él y le esperaba con una sonrisa y los brazos abiertos.
Pero esta vez no, y pocas veces —casi ninguna— había sucedido eso. Decidió sentarse y esperar. Pero el tiempo pasaba, y Dazai no aparecía. Empezó a dar pequeños paseos en vueltas, luego salió del bosque para ver si no lo encontraba en otro lugar.
Fue a la colina donde se vieron por primera vez de manera consciente, cuando eran unos niños que apenas sabían andar. Donde se hicieron amigos. Fue al paseo marítimo, donde se habían dado su primer beso. Fue pasando por diversos puntos donde habían estado juntos y podía simbolizar algo para Dazai, pero aún así no lo encontraba. No aparecía, y Chuuya no podía evitar pensar en lo peor.
¿Y si ya nunca más lo volvía a ver? ¿Qué haría? ¿Cómo se suponía que lo iba a encontrar?
Durante toda esa noche estuvo recordando las experiencias vividas juntos. Las citas juntos, los abrazos, los besos, las bromas que siempre hacía Dazai acerca de encontrarle y proponerle matrimonio aunque fuese su primer encuentro real. Incluso la vez que hizo con unas cuantas flores un anillo y se arrodilló ante él, todo como un juego que ambos desearían que algún día fuese real.
Las lágrimas salieron de sus ojos inevitablemente. Lloró y suplicó, mirando al cielo, que al menos le dejase verle una última vez. Haría lo que fuera por tan solo verle. Solo eso.
Sin embargo, pese a sus ruegos, no apareció. Dazai no llegó durante esa noche, y para cuando Chuuya vio sus manos desvanecerse, ya no estaba en los brazos de Dazai. Ya no veía su sonrisa ni sus ojos marrones antes de marcharse.
Al despertar, y aunque no entendía por qué, Chuuya se levantó con los ojos empapados, un vacío en el pecho y lo que era peor: ya no recordaba ni siquiera el color de la mancha que algún día estuvo en su mente.
Rápidamente se deshizo de las sábanas y cogió su cuaderno, pasando las hojas a las partes coloreadas. Sabía que había pintado con ese color sus dibujos. Suspiró de alivio al ver el marrón. Sí. Era marrón.
Pero el color de sus dibujos no era igual que el que estuvo en su mente ayer. No era la misma sensación. No era la misma calidez, no era algo a lo que aferrarse.
No sentía nada más que tristeza. Una tan desgarradora que sentía que le partiría el corazón en dos.
Durante ese día no quiso ver a nadie. Ni a sus padres, ni a su hermana, ni a sus amigos. Se pasó el día intentando y fallando en dormirse, en dibujar un rostro que nunca cobraba forma, en esbozar una figura que al final nunca llegaba a ser un dibujo como tal.
Cuando cayó la medianoche y el sueño finalmente le atrapó, pensó que solo sería cosa de un día. Que volvería a despertarse como siempre a lo largo de sus diecisiete años, sin recordar nada de sus sueños pero feliz de haber dormido.
Pero se equivocaba.
Durante tres días, la situación siguió igual. Dazai no aparecía, y Chuuya pasaba horas deambulando por las calles, preguntándose qué había pasado, por qué estaba sucediendo eso y si era su culpa. Durante esos tres días, Chuuya fingió estar enfermo para no ir al instituto. Sus padres se lo creyeron, y su hermana tampoco tuvo otro remedio al verle de aquella manera. De vez en cuando le visitaba y le besaba en la frente, sin decir nada.
Chuuya lo agradecía, pero nada de lo que hiciera curaría ese dolor en su interior. Nada excepto sus sueños.
Esa tercera noche, Dazai apareció. Chuuya casi no se lo creía, pero no dudó en ir a abrazarle.
—¿Por qué no has venido las otras veces? ¿Qué ha...?
Calló cuando escuchó el sollozo de Dazai en su hombro.
—Lo siento. Lo siento, Chuuya.
Le besó con la misma tristeza con la que le había devuelto el abrazo, y a Chuuya no le gustaba esa sensación de déjà vu que tenía en su pecho. Era como si ya lo hubiera vivido antes, y no había sido precisamente bonito.
—Dazai, ¿qué...?
Pero Dazai no le dejaba ni respirar. Chuuya no entendía demasiado, pero dejó que le besase hasta que tuviera suficiente, sin saber por qué estaba así. Empezó a comprender algo cuando los pies de Dazai empezaron a desaparecer.
—No. No, no, no —dijo, mirando a Dazai asustado—. Acabas de llegar. No puedes irte de nuevo. Yo...
—Estos días no he podido dormir —interrumpió—. Era imposible. Tenía insomnio.
Dazai no tenía que saber eso. No podía recordarlo, al igual que Chuuya.
—¿Cómo...?
—Tan solo quería dormir. Porque solo hay calma cuando duermo. Porque aquí soy feliz, contigo —sonrió, pero era tan triste que Chuuya solo pudo sentir dolor al verle—. Solo quería estar contigo aquí para siempre, no me importa si no vuelvo a despertarme. Pero parece que no es como yo creía.
—¿Qué estás...?
—Ahora mismo mi cuerpo está en una ambulancia, Chuuya. Parece ser que mientras más cerca esté de la muerte, más cosas recuerdo aquí. Pero...
Miró al suelo. Sus rodillas habían desaparecido, y Dazai se mantenía en el aire como si fuera un fantasma.
—No, no puede ser. ¡No puedes irte! —le agarró de la camisa que llevaba. Negra—. ¡No te puedes ir así!
—Lo siento. No sabía que esto sucedería...
Esta vez fue Chuuya quien le besó, ahora llorando él también. Era un sabor tan salado que amargaba el dulzor del beso, enfriaba la calidez de sus labios.
—Por favor. Por favor —suplicó—. No me dejes, Dazai.
Pero Dazai, ya con un poco más de la mitad de su cuerpo desvanecido, deshizo las vendas que solían rodear su cuello con una sonrisa condescendiente.
En rojo, estaban escritas las mismas palabras que acababa de decir. Y Chuuya entonces lo entendió.
Eran las últimas palabras que le diría a Dazai antes de...
—Mi nombre completo es Dazai Osamu —dijo de repente—. Ha sido un placer conocerte, Chuuya, aunque de esto no te acuerdes al despertar.
Le olvidaría. Y si no volvía a verle, su yo real jamás le recordaría. No habría ni una mínima esperanza. Quedaría todo como un mal sueño, una pesadilla...
Quiso decir algo, cualquier cosa para anular esas palabras, pero no pudo. Solo salían sollozos de su garganta, y Dazai le volvió a besar, sus dedos empezando a ser tan solo aire.
—Volvamos a encontrarnos, Chuuya. Donde podamos estar juntos, tan solo... —le miró con tristeza, una lágrima derramándose por su transparente mejilla—. Una vez más.
Para cuando Chuuya quiso abrazarle de nuevo, Dazai había desaparecido y solo quedó aire entre sus brazos.
Esa madrugada despertó con una sensación de ahogo. No podía casi ni respirar, el nudo en la garganta era tan grande que le impedía incluso gritar.
Su brazo derecho ardía, y cuando lo miró, las palabras escritas empezaban a desvanecerse.
—Una vez más —releyó por última vez, con una voz rota por el dolor.
Cuando las palabras desaparecieron de su piel, el dolor tan intenso en su pecho se manifestó en forma de un gran llanto.
Sus padres y su hermana acudieron alarmados, y le consolaron como pudieron, sin entender nada. Chuuya ya no tenía nada a lo que aferrarse, el rostro difuso que había estado en su mente alguna vez se había desvanecido al igual que las palabras de su brazo.
Su hermana le explicó, tiempo después, que cuando su alma gemela moría, sentía un gran dolor y las palabras de su piel desaparecían. Podían haber sido las primeras que le había dicho al encontrarse, podían haber sido las últimas, podían no haberse dicho nunca.
Y aunque Chuuya intentó recordar aquella voz de sus sueños durante mucho tiempo,todo era negro. No había nada. Pero al fin y al cabo, no tenía por qué sorprenderle.
Tan solo había sido un sueño.
«𝑻𝒓𝒂𝒗𝒆𝒍 𝒃𝒂𝒄𝒌, 𝒅𝒐𝒘𝒏 𝒕𝒉𝒂𝒕 𝒓𝒐𝒂𝒅
𝑾𝒊𝒍𝒍 𝒚𝒐𝒖 𝒄𝒐𝒎𝒆 𝒃𝒂𝒄𝒌? 𝑵𝒐 𝒐𝒏𝒆 𝒌𝒏𝒐𝒘𝒔
𝑰 𝒓𝒆𝒂𝒍𝒊𝒛𝒆, 𝒊𝒕 𝒘𝒂𝒔 𝒐𝒏𝒍𝒚 𝒋𝒖𝒔𝒕 𝒂 𝒅𝒓𝒆𝒂𝒎»
Jᴜsᴛ ᴀ ᴅʀᴇᴀᴍ, 𝚂𝚊𝚖 𝚃𝚜𝚞𝚒 𝚏𝚝. 𝙲𝚑𝚛𝚒𝚜𝚝𝚒𝚗𝚊 𝙶𝚛𝚒𝚖𝚖𝚒𝚎.
¡Hola!
Bueno, hoy os traigo una actualización de este fanfic al que le tengo muchas ganas pero los estudios :( Espero poder al menos actualizarlo más en julio.
En fin, este ha sido un poco conjunto entre varios tropos de Soulmates que me han gustado (sí, tengo una lista de Tumblr) interpretadas un poco a mi manera y un poco mis ideas + por supuesto canciones. Tengo decididas ya todas las canciones y son hermosas. Como pista daré que esta es la única inglesa 😂
Por otra parte están los bonitos separadores y la preciosa portada de orpheus_s que es una diosa y yo la acaparo mucho ❤
Y bueno, espero que os haya gustado :) ¡Nos vemos!
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