𝟎𝟏𝟕 | 𝐒𝐢𝐧 𝐂𝐨𝐦𝐞𝐫
✧ .
•. ° . . .
. . . *. • . • . . • ° .
*
. . °.
. . *. • • .
. . • ° .
*
. ° . °.
—Oh, estoy en grandes grandes problemas. —balbuceaba Lane desde su puesto en el asiento del copiloto.
—Ajá. —asintió Rory manejando, mientras sus ojos se desviaban a la figura de su hermana en la parte de atrás.
—¡Henry! El chico con el que estuve bailando. Está-está bien, es muy bueno en la escuela. Va a ser médico. Pediatra, para ser exactos. —hablaba con temor. —Sus padre, dedicados a la iglesia. Él, ayuda en la escuela dominical. Habla coreano fluido, respeta a sus padres. Y además es lindo, graciosos y sorprendentemente interesante.
—Lane, no veo ningún problema. —indicó Rory con el ceño fruncido, sus ojos aún mirando sin cesar a Olive tararear en los asientos traseros.
—¡Me gusta! ¡Me gusta un chico que mis padres aprobarían! —exclamó la de gafas. —¡Les encantaría! ¡Los volvería locos! ¡Se la pasarían bailando en la casa Kim!
Rory la miró de soslayo. —¿En serio?
—Después de mucha oración, pero bailarían. —suspiró Lane. —Esto es horrible. ¡No! Lo horrible es que... Le di mi numero. —susurró.
—¿Cómo dices?
—¡Le di mi número a un futuro médico!
Rory frunció el ceño al escuchar la risa de su hermana atrás suyo, para después verla inclinarse entre los asientos delanteros para decirle a Lane:
—"Y fueron como zanahorias y guisantes". —se echó a reír la de ojos marrones, dejándose caer de nuevo en los sillones de cuero.
El rostro de la otra Gilmore se contrajo aún más; su hermana estaba de lo más contenta, tarareando, riendo, solo faltaba que se pusiera a bailar.
Cosa que hizo en cuanto llego a su habitación esa noche.
Lo hizo al son de Dreams de The Cranberries en sus pijamas, despertando la inquietud de sus dos abuelos que discutían entre susurros qué hacer afuera de la puerta del cuarto de la adolescente.
La felicidad de la Gilmore era indudable. Pero, ¿cómo no estarlo después de la noche que tuvo?
—¿Y ahora qué?
Esa noche la voz de Olive temblaba levemente, señal evidente de su inseguridad ante la situación. Su hermana no solo la había arrastrado hasta ese cuarto con piano, sino que ella sin saberlo los había puesto en esta incomoda posición. Y no sabía cómo sentirse; le entristecía, la enojaba, le daba tanta rabia, le daba pena y vergüenza. Tristan había dicho que gustaba de ella y ella gusta de él, pero no sabía, no sabía qué es lo que él-
—Quiero salir contigo, Gilmore.
Olive se volvió a verlo. En el rostro de Tristan había una pequeña sonrisa ladina que ella copió al captar el apodo con el que se le dirigió. Pero su cerebro no podía parar de pensar.
No sabía qué es lo que él quería.
Se giró a las teclas blancas y negras debajo de sus dedos. —Eso depende de a cuál Gilmore te refieras. Solo puedo hablar por una de ellas.
La sonrisa de Tristan desapareció. Pero la de Olive no, se suponía que era la misma que él le daba, pero era distinta; él no podría pasarse la misma cantidad de tiempo viendo su reflejo que la cantidad de tiempo que anhelaba tener para poder ver las esquinas de sus rosados labios estirarse hasta descubrir su dentadura.
—Quiero salir contigo, Olive. —Olive le miró entre sus oscuras pestañas. El rubio movió su cuerpo para poder verla de frente totalmente; no pensaba perderse ni un detalle de sus expresiones, sus rasgos, sus movimientos, no pensaba perder el tiempo, su tiempo, no pensaba perder su amistad, su favor, su compañía, no quería perderla. —Quiero, quiero una cita. No una no-cita, una cita, una cita de verdad donde veamos la maldita princesa prometida, que vayamos a cenar, cantar, bailar, lo que sea, lo que tú quieras. Pero, pero no- Pero no quiero- No quiero- —se cortaba, se trababa; sus palabras tropezaban una sobre otra, tratando de formular sus sentimientos, sus deseos. Respiró. Respiró tan solo sintió esa presión sobre su pecho, cálido. Sus ojos no tenían que despegarse de los de Olive, ni si quiera podía desviarlos, para saber que ese ligero toque se trataba de su mano, su palma acompañada de sus uñas multicolor tocando su pecho sobre el suéter rojo que él usaba. Estaba nervioso, sonaba nervioso, y ella trataba de tranquilizarlo. No funcionó. Las mejillas de Tristan enrojecieron tenuemente como señal de los sentimientos que ahora más que nunca le inundaban sin control alguno. Sus ojos se cristalizaron. —No... no quiero volver a hacerte llorar.
Y la sonrisa de Olive desapareció.
Y sus ojos también se cristalizaron.
Olive nunca había tenido novio. Nunca había tenido un Dean. Pero cuanto quería tener un Tristan. Sí, tal vez le había gustado un chico o dos a lo largo de su vida, pero era una vida que a penas empezaba. Realmente qué sabía ella de novios o qué sabía ella sobre una relación. Nada. No sabía nada. Y lo peor era que se sentía así todo el tiempo; en la escuela, sus amistades, en el trato con sus abuelos, en el trato con su madre, sentía que no sabía nada.
Pero sabía algo, sabía que le gustaba Tristan, y que Tristan gustaba de ella. Sabía que había llorado antes, y sabía que tal vez podría llorar de nuevo. Sabía que Tristan había sido sincero con ella, y ella quería ser sincera con él.
—¿Cómo saberlo? —sonrió ella, aún con sus ojos marrones brillantes por la agua salada. —Solo hay una forma de averiguarlo, ¿no lo crees Dugray?
Se inclinó hasta rodear el cuello del ojiazul con sus brazos en un abrazo que le sacó un suspiro tembloroso al rubio. Tristan correspondió el abrazo pasando sus brazos por la cintura de la castaña, acercándola aún más, no teniendo suficiente. Su cabeza se apoyó en la de ella, mezclando sus cabellos, y cerró sus ojos con fuerza derramando por fin las lágrimas que en serio trató de retener.
Las palabras de Olive retumbaban en su cabeza una y otra vez como un tranquilizante, una canción, la más hermosa canción; y su sonrisa no se hizo esperar al haber procesado la manera en que ella lo llamó. El juego había regresado de la manera más seria y divertida posible. Un juego en el que ansiaba que ambos ganaran, porque si uno salía perdiendo, el otro perdería aún más. Y ahora se ganan el uno al otro. Y Tristan no estaría dispuesto a perderla de nuevo.
—Deje mis cosas en tú casa. —la voz de Olive fue baja y sonaba amortiguada por su escondite en el cuello del rubio. Tristan suspiró. Lo atravesó un escalofrió al sentir el aliento de la Gilmore en su cuello y lo único que pudo hacer fue parpadear para tratar de despabilarse. Ninguno se separó del otro, si acaso parecía que se habían acercado más; la barbilla de Dugray ahora descansaba en el hombro de la castaña y su nariz estaba enterrada entre los cabellos con olor a coco de la chica.
—Bien. —dijo él. —Ahora tendrás que volver por ellas. —sonrió. Y ella también.
Olive sonrió el resto de la noche y se volvía aún más grande cuando su mente divagaba con emoción de una cita oficial, de un chico lindo que pensaba que ella también era linda, con emoción de lo que pasaría, de entrar a Chilton, de salir con Tristan, de incluso audicionar para las porristas. Y su emoción fue expresada en los chillidos que solo hicieron a sus abuelos entrar sin pensar a su habitación.
—¡Olive! —llamaron ambos con preocupación.
La menor se volvió sin dejar de sonreír y corrió hacia ambos para someterlos a un fuerte abrazo que los descolocó e hizo que ambos se vieran entre sí con confusión.
—Olive, es tarde. ¿Qué- qué es esta música? —habló Richard, buscando con la mirada el dispositivo para quitarla.
—Es The Cranberries. —respondió riendo.
Emily se jactó al escucharla. —¿Y qué hizo las Cranberries para qué estuvieras tan ruidosa? —dijo con sus manos en su cintura.
—Tengo una cita. —confesó, soltando risitas como una niña.
Las manos de Emily bajaron con lentitud. Al igual que las cejas de Richard.
—¿Disculpa?
—¿Con quién? —la voz de la esposa del señor Gilmore superó a la de él en sus contestaciones. Emily se acercó con curiosidad, y tenía que admitir, con emoción.
—Tristan.
—¿Quién? —preguntaron ambos a la par.
—Tristan Dugray. Le gusto mucho. —dijo lo último alzando la barbilla con orgullo e infantilismo. —Me muero de hambre. —murmuró repentinamente.
Pasó entre la pareja para poder caminar hacia la cocina en la planta de abajo de la casa Gilmore, sus abuelos siguiéndola de cerca.
—¿Dugray? ¿El nieto de Janlen? —preguntó Richard, tratando de apresurar sus pasos.
—Sipi. —Olive llegó a la nevera, abriéndola y buscando entre sus rincones hasta que sus ojos brillaron al encontrar algo que le satisfacía.
—Oh. —expresó Richard con sorpresa. —¿Cómo está? —preguntó. —Él falleció. —se giró a su esposa un momento para informarle mientras Olive sacaba con cuidado un pedazo de lasagna que sobró de la cena.
—Lo extraña. —dijo ella, recordando su no-cita. Sonrió.
—Oh, pobre muchacho. —la acompañó sentándose en la mesa que mantenían en la cocina. —Era un gran hombre.
Emily se mantenía de pie a lado de ambos, sin poder sentarse con ellos y sin poder despegar sus ojos de como su nieta degustaba la carne picada que salía de la lasagna con total tranquilidad. Olive comía. Comía y se encontraba más feliz que nunca. ¿Y todo por qué tenía una cita con el chico Dugray?
Definitivamente una de dos cosas tenía que atender en el momento, en la otra trabajaría de a poco.
—¿Y-y te invitó a salir? —dijo Emily, pestañeando para salir de su trance, acercándose a nieta y abuelo en la mesa.
—El próximo sábado. —sonrió la menor, llevando de nuevo el tenedor a su boca.
—Y, ¿tú quieres salir con él? —indicó alzando una de sus cejas. Olive rió entre dientes al ver la similitud entre la reacción de su abuela y su madre en situaciones parecidas: ella teniendo una cita.
—Síp. —se limitó a responder.
—Tal vez debería hablar con él. —dijo Richard, girándose a su esposa.
—¿Cómo dices? —murmuró Olive, deteniendo su siguiente bocado.
—Podría venir a cenar con nosotros. —sugirió la mayor de las Gilmore.
—Tal vez sería mejor que sea algo hombre a hombre.
—O que ni venga. —intervino Olive siendo ignorada.
—¡Pero quiero estar presente! —objetó Emily. —Quiero saber qué tiene que decir.
—Hay que advertirle. —habló Richard.
—¿Advertirle? —se ofendió Olive.
—Hay que ver si es digno de salir con una Gilmore. —continuó el hombre.
—Su familia es de fiar, estoy segura que está bien educado. —Dijo Emily.
—Tiene una buena educación, pero ¿cuáles son sus metas, sus objetivos? ¿A qué universidad irá? ¿A qué se quiere dedicar? No podemos dejar que se casen sin estar seguros de a qué tipo de persona le dejamos la vida de nuestra Olive en sus manos.
—¿Casarse? —exclamó Olive con pánico, sumamente arrepentida.
—Tienes razón. —asintió Emily levemente, para después volverse a su nieta. —Próximo viernes aquí a las 7pm. ¡No! 7:15pm. Dejemos que tu madre y hermana lleguen primero. Hay que limitar las palabras que Lorelai puede decir, tampoco queremos espantar al niño. Oh, tenemos que ver qué podemos cenar. ¿Pato será demasiado?
Richard arrugó su nariz. —Un poco.
—Lo sabía. —frunció los labios la mujer mayor. —Bueno, uno descartado. Mándame una lista con alergias por favor, Olive. Todo tiene que salir perfecto. —sonrió entusiasmada. —Pediré a Fabiola pulir los cubiertos y a Pedro plantar flores al frente. Uh, ¡tenemos que ir de compras! —se inclinó sonriente a tomar las manos de su nieta consternada. —Podemos ir a la peluquería también. ¿Qué piensas de un flequillo? —indagó inclinando su cabeza.
—Pienso que no habrá cita después de todo. —dijo Olive en voz baja.
Emily chasqueó su lengua, saliendo de su asiento. —Buen intento, linda. —sonrió. Se aceró para besar su cabeza con cariño. —¡Viernes a las 7.15pm! —sostuvo, alejándose para poder subir a su habitación y descansar lo que resta de la noche.
—¿Crees que estaría dispuesto a ir a Yale? —preguntó Richard a su nieta tomando un pedazo de la lasagna que ella comía.
Definitivamente había cometido un error.
°*• ❀ •*°
—Hola, Olive.
—Hola.
La Gilmore sonrió con los labios juntos a la mujer de suéter amarillo frente a ella. Su abuela lo había mencionado una o dos veces y ciertamente no le había tomado la importancia que tal vez merecía, pero ahora frente a frente de una terapeuta, Olive no sabía qué decir, o qué pensar. Nunca se había planteado la posibilidad de asistir a terapia, o siquiera necesitarla. Pero podía ver por qué su abuela insistía en que era algo importante en su recuperación. No era normal no comer.
—Tú abuela me platicó un poco del proceso que estás experimentando, Olive. Pero me gustaría que me hablaras tú al respecto si es que gustas. —habló la terapeuta con suavidad. Se trataba de una mujer en sus cuarentas, mayor que su madre. Hablaba con gentileza y apoyaba sus manos en la rodilla de sus piernas cruzadas.
—Oh. —exclamó Olive. —Bueno, supongo que eso es importante... Bueno...
—Solo es importante si a ti te parece importante. —dijo Amanda, la terapeuta. —Este lugar y espacio es para hablar de lo que tú quieras y de lo que creas es importante para ti.
Los ojos de Olive se desviaron a la pequeña pecera que se empotraba en la pared de la moderna oficina, pensante. ¿Era importante para ella todo esto? ¿Tenía prioridad hablar de su mudanza o hablar de su falta de apetito? Realmente solo había algo rondado la mente de Olive después de su fin de semana.
—Ok. Emm... Mañana es mi primer entrenamiento en las porristas de mi preparatoria. —comentó, sonriendo un poco. Esa mañana de lunes, Kovy la había acompañado a las audiciones tal y como lo había prometido y oficialmente era parte del equipo. Le entristecía un poco no poder seguir participando en voleibol, pero se alegraba de poder tener una actividad más en sus archivos para su futura beca.
—Felicidades, Olive. —le sonrió Amanda.
—Gracias. —sonrió la Gilmore. —Me emociona la idea de los pompones. —admitió mordiendo levemente sus labios.
—¿Fue difícil?
—¿Qué cosa?
—¿Entrar al equipo, realizar la prueba? —se encogió de hombros la mayor en al habitación.
—Oh, no. —negó Olive con su cabeza. —No me parece difícil las tareas físicas. A diferencia de otro tipo de tareas. —divagó, rodando los ojos.
—¿Cómo qué?
Olive la miró. —Ah, pues... la escuela. —se encogió ella de hombros. —La escuela es difícil.
—¿Se te complican algunas materias?
Olive entre cerró los ojos. —¿Va a ser así?
—¿Así cómo?
La Gilmore señaló entre ellas. —Esto de preguntar y responder.
—Esto se trata de hablar de lo que quieras. —le recodó. —Tu abuela me dijo varias cosas de las que ni siquiera tenemos que hablar si no es lo que quieres. ¿Hay algo que quieras hablar? Si las preguntas te molestan trataré de no hacerlas.
Olive frunció los labios. —No me molestan las preguntas.
—Esto es como cualquier otra relación. Trataremos de trabajar y cooperar para que funcione.
—Y... ¿Cómo hacer que una relación funcione? —preguntó Olive temerosa, tocando con nerviosismo los flecos de la chaqueta que portaba esa tarde.
—Encontrando un balance. —empezó la terapeuta. —Comunicando tus deseos, tus miedos, tus preocupaciones. Llegando a un acuerdo. Teniendo respeto y apoyo mutuo. Pero todas las relaciones son diferentes y a veces ni siquiera con personas. Si la escuela se te hace difícil ambas podemos trabajar para poder facilitar tu relación con tu tarea. Es un camino largo, y de trabajo duro, pero podemos logarlo. Y así como esa meta podemos establecer más dentro de este cuarto y trabajar en ello. —Amanda le sonrió.
Olive quería eso. Olive quería facilitar su relación con la escuela, quería trabajar en sus relaciones. Pero de todas una de ellas destacaba por mucho, por los problemas que había causado, por los tristes momentos que había pasado y por las personas que estaba afectando; su relación con la comida.
—Yo... no... Yo no... —suspiró, y en ello se notó como su garganta se cerraba. Tragó. —No desayuno.
Amanda la miró. —¿Por qué?
Olive también quería saber.
—A veces yo... a veces- a veces no puedo. —Amanda no dijo nada, ¿esperaba? ¿esperaba que siguiera, que especificara, que se justificara? —Yo... No... No me gusta la escuela. —dijo Olive al final. —No soy buena en la escuela. —sacudió su cabeza, frunciendo el ceño. —Tengo muy malas calificaciones. Y definitivamente no soy muy lista.
—¿Por qué crees que no eres lista?
—Tengo doce efes hasta ahora que lo demuestran. —sonrió ella con tristeza. —No soy muy inteligente.
—Hay muchos tipos de inteligencia, Olive. Tú misma me acabas de decir que no se te dificultan los deportes como no se dificultó entrar al equipo de porristas. A mucha gente se le hubiera hecho difícil eso.
Olive rodó los ojos. —Sí, pero pesa más una A en ciencias que una A en deportes.
—¿Crees que una calificación define tu inteligencia?
—Todos saben que no soy la Gilmore con más astucia. —remarcó ella.
—Tienes hermanos. —apuntó la terapeuta ante sus palabras.
Olive asintió. —Rory, es mi melliza.
—¿Rory es inteligente?
—La más inteligente. Tiene un promedio perfecto, va a una escuela de cerebritos ricos. —sonrió con diversión.
—¿Crees que porque Rory es lista tú no puedes serlo?
—¡No! —exclamó Olive, frunciendo el ceño. —Quiero ser lista. ¡Me estoy esforzando! —Amanda no dijo nada de nuevo, solo la miró. Los silencios ponían de nervios a Olive. —Estoy aplicando a una beca para esa misma escuela. —quiso aclarar.
—Eso es muy admirable, Olive. Me alegras que quieras esforzarte para conseguir una beca. —dijo la terapeuta con una leve sonrisa. Todos su gestos eran leves, cuidadosos, no demostrando tal cuál sus emociones o pensamientos, dándole espacio a los de Olive.
—Lo estoy intentando. —la voz de Olive disminuyo. —Solo... no sé si... Estoy- —se paró a sí misma; no encontraba orden o sentido a sus pensamientos, no encontraba razones validas en sus emociones o complicaciones, no podía expresarse y ciertamente no sabía cómo hacerlo. —Yo... sé que a veces no lo hago bien, pero en serio estoy tratando. —sintió sus ojos humedecerse.
—¿Por qué crees que no lo haces bien?
—Estoy segura que una efe no es signo de hacerlo bien.
—Pero eso no desvalida tu esfuerzo, Olive. —Amanda le sonrió. —Tienes ganas de hacerlo bien y te estás esforzando. Ambas podemos trabajar en una estrategia de estudio o ver asesorías si es que sientes que las necesitas. Pero tiene que saber que lo estás haciendo bien. Mereces saber que lo estás haciendo bien.
—Yo... —Olive no lo sentía así. ¿Lo estaba haciendo bien a pesar de que que sus boletas estaban llenas de calificaciones reprobatorias? Eso no tenía sentido. Y ciertamente no merecía sentirse bien si estaba haciendo algo mal. No le dices a un niño que están bien sus acciones si está robando o golpeando a alguien. No merecía esa tranquilidad, no merecía esa paz, no merecía almorzar. ¿Cómo comer cuando tus proyectos son los peores de la clase? ¿Cómo sentarte en la mesa si sabes que acabas de fallar en tus exámenes? ¿Cómo alimentar tu cuerpo si tu mente está débil? ¿Cómo pensar en qué cenar ayudara a que se gradué? —No. —sacudió su cabeza. —No merezco- Yo- ¡Necesito estudiar! —exclamó en desesperación. —¡No sentirme bien, no tranquilizarme, calmarme, descansar, comer! ¡Necesito pasar el año escolar! No necesito nada más. —concluyó con amargura.
Amanda inclinó su cabeza. —¿Crees que no mereces comer porque tienes malas calificaciones, Olive?
Escucharlo fue peor que pensarlo. Más viendo el rostro inmutado de la mujer frente a ella; no reflejaba sus pensamientos, no reflejaba sus ideas, no reflejaba preocupación o siquiera curiosidad. Amanda tomaba lo que Olive daba y de ahí partía. Olive había llegado a eso, Olive había confesado, se había liberado o condenado y todo dependía de ella; Amanda no había llegado a esa conclusión sola, Olive la había tomado de la mano guiándola paso a paso hasta llegar al acantilado al final del camino amarillo en el que Olive podía saltar y sufrir las cnsecuencias o dar la vuelta y sufrir las consecuencias.
De cualquier forma Olive salía perdiendo.
—No. —gimió.
O salía ganando. Tal vez el acantilado solo se trataba de un escalón que debía bajar para después seguir con el camino. Y tal vez si hubiera dado la vuelta hubiera vuelto a ese mismo acantilado inevitablemente, pero a fin de cuentas un camino es un camino y definitivamente el acantilado no era el mago.
Y ella llegaría al Mago.
°*• ❀ •*°
N/A: puede que la siguiente parte esté algo confusa. Lean con atención, por favor. Contesto preguntas, pero puede que lo edite para una mejor comprensión.
°*• ❀ •*°
—¿Qué? —el rostro de Rory se contorsionó al escuchar a su hermana al teléfono.
—Se me salió. —siguió Olive. —Ni siquiera me paré a pensar un poquito, solo- les dije y ahora tendrá que venir. —terminó su frase chillando con incomodidad.
—¿Cuándo? —preguntó la otra Gilmore aún procesando la información.
—Viernes.
—¿Y qué dijo él?
—Aún no le digo.
—¡Olive, es miércoles! —reclamó la ojiazul a su hermana. —Creo que debería saber que en dos días tiene planes para cenar.
—¿Y si le dices por mi?
—¿Qué? ¡No! Esa es la peor idea que pudiste haber tenido.
—Es que no hemos hablado desde la fiesta y yo... —gimió Olive con frustración.
—No, no, no. Dile tú. —decretó Rory con prisa. —En clase... Él- Ay no, no quiero saber. ¡Es muy extraño! —se estremeció volviendo a pensar en la colorida y positiva actitud que el chico Dugray habia estado expresando sin vergüenza alguna esos días de escuela.
—¿Él qué? —inquirió Olive, ansiosa.
—¡No! Esto es muy extraño. No quiero ser mensajera de mi hermana y su novio.
Olive abrió grandemente los ojos. —No somo- no somos novios. —chilló en voz baja, no queriendo hacerle saber a sus abuelos en la planta baja que hablaba del chico con el que ansiaba salir.
—¿No? —frunció Roey el ceño más confundida que nunca.
—¡No!
—Okey, basta. Esto es muy raro. ¡Me opongo! Me opongo completamente a lo que sea que está ocurriendo contigo y Tristan. ¿Me sentía mal porque ya no eran amigos? Sí, pero no entendía por qué dejaron de serlo o porque lo fueron en primer lugar.
Olive se mordió el labio. El asunto de Tristan y sus sentimientos por Rory era algo que aún hacía sentir incomoda a la castaña. Sabia que el chico gustaba de ella, pero la inseguridad de que gustaba de su hermana también la tenía comiéndose las uñas.
Le daba rabia.
Le tenía rabia a Rory y le tenía cierta rabia a Tristan.
Pero amaba a Rory.
Y le gustaba mucho Tristan.
Y después se entristecía.
Y Rory no era precisamente la persona con la que hablaría estando triste.
—¿Quieres hacer algo el viernes por al noche?
El rubio frunció el ceño. —¿De qué hablas? ¿No tenías la cena con tus abuelos los viernes?
—Síp. Te estoy invitando.
—¿Por qué?
Olive suspiró, hundiéndose en la banca de la cafetería. —Necesito una compañía divertida. —se encogió de hombros, tratandode sonreír. —No tengo mucho con que trabajar si hablamos de Rory y Lorelai Gilmore.
Kovy sonrió con confianza. —Soy divertido.
—Muy divertido. —giró los ojos la castaña.
—Y muy guapo. —consideró él con figinda modestia.
—¿Vendrás o no? —se quejó Olive riendo.
—Claro que iré, linda. Alguien tiene que ser el alma de la fiesta. —jugó.
Olive lo miró aliviada. —Gracias.
Preocupaciones y tristezas desaparecían fácilmente cuando Olive hablaba con Kovy, y tenerlo en la cena era una forma fácil de crear una distracción.
—Ya era hora de que los presentarás. —le riñó, apuntándole con su tenedor de plástico antes de volverse a tomar un bocado de su pastel de carne.
—¿Qué? —rio la Gilmore. —Pero si te los presente en mi cumpleaños.
—No vale si estaban borrachos.
—¡No estaban borrachos!
—Deben estar en todas sus facultades para que sepan admitir tu buen gusto en amistades. —siguió él, sin molestarse en terminar de masticar.
Olive rodó los ojos. —Bien, tú y Tristan podrán hacer una gran primera impresión.
—Uhhh. —silbó Kovy. —Tristan irá a la cena del viernes. —señaló.
Olive hizo una mueca. —Es el plan de la abuela.
El ruso asintió lentamente. —De acuerdo, sí. No iré. —se decidió.
—¡¿Qué?!
—Sí, olvidé que voy a salir con Lindsay. —mintió.
—¡Eres un mentiroso! Me dijiste que las cosas estaban raras con Lindsay. —rio ella por su descaro.
—¡No quiero ir! —renegó infantilmente.
—¡Tienes que ir!
—¡No es cierto!
—¡Eres mi amigo! ¡Tienes que ir!
Kovy suspiró e hizo a un lado su almuerzo para inclinarse hacia la Gilmore.
—Cariño, como tu amigo te digo que no iré a esa cena. —decretó seriamente. Olive parpadeó desconcertada ante su duro tono. Entre ambos se creó un silencio tenso que Olive no sabía cómo romper y que Kovy no se molestaría en alterar. Estaba molesto.
Estaba molesto con Olive una vez más.
Porque él le advirtió. Le aconsejo y le dio su opinión sobre todo el asunto de Tristan y ella aún así decidió seguir perdonándolo.
—Él no quería besarme. —le dijo ella llorando en el teléfono y Kovy sabía que no permitiría que eso se volviera a repetir.
¿Cómo alguien podría comparar a Olive con- con cualquiera?
Olive, ante sus ojos, mantenía un aura tan cálida, amigable, tan divertida, una compañía tan difícil de encontrar y por la que se volvería loco si llegaba a perder.
¿Cómo se atrevía a llegar un sujeto cualquiera a hacerla llorar, confundiéndola besándola y decir el nombre de alguien más?
Y no cualquier nombre. Mencionar a Rory parecía ser una bofetada en la cara. Y ni siquiera se trataba de Rory, se trataba de lo que ella significaba para Olive.
Olive amaba a Rory. Olive quería tanto a Rory como para decidir olvidar de un día para otro una confrontación, una pelea, lo que sea. Olive admiraba tanto a Rory. Olive quería su misma determinación, su misma concentración y dedicación, quería tanto su mente, quería tanto su pensar. Olive envidiaba a Rory. Olive estaba celosa de Rory. Olive estaba cansada de Rory.
Ella tenía las calificaciones. Ella tenía la escuela. Ella tenía al chico. Su chico; el chico que le gustaba, el chico que la hacía reír y llegar a considerar que tal vez era suficiente; suficiente para entrar a Chilton, suficiente para una beca, suficiente para él. Pero tal vez no.
Y esos eran pensamientos que atormentaban a Olive. Pensamientos que no la dejaron en paz durante toda la cena del viernes. Tristan vino, pero Kovy no.
—Prepárate porque mañana mis abuelos quieren conocerte. —le había dicho Olive con emoción. —Te están invitando a cenar el viernes.
—Uh. —sonrió Trsitan de lado. —Interesante. ¿Qué debo esperar?
Olive rio al imaginar la interacción. —Preguntas y anécdotas. Más preguntas que anécdotas.
Tristan frunció el ceño. —¿Algo que deba evitar?
—Política, a menos que quieras recrear algo de 'Lo que el viento se llevó'. —aconsejó la castaña en su momento. Pero cuanto hubiera deseado decir que evitara a su hermana en su lugar.
Rory había mantenido el mismo ceño fruncido desde que Tristan llegó a casa de sus abuelos. Y Olive podía sentir la tensión creciendo, y parecía ser solo ella ya que sus abuelos se comportaban de lo más amable y risueños posible, incluso Lorelai estaba tratando con todo su ser de no contradecir o confrontar a Emily Gilmore en un que otro comentario.
—Así que tú eres el joven que ha capturado la atención de nuestra Olive. —habló Emily con deleite. A primera vista a la mayor de las Gilmore, Tristan Dugray le parecía un chico bastante cortés y amigable, hasta el momento había llegado a tiempo y saludado con formalidad, incluso agradeciendo la invitación y haciendo comentarios juguetones con Richard sobre momentos compartidos con Janlen Dugray. Emily no podía quitar sus ojos de él y menos borrar la sonrisa que su gesto al sacar la silla para Olive en la mesa le había generado.
Tristan no pudo evitar sonreír hacia Olive quien rodaba los ojos con diversión.
—¿Cómo te las arreglas? —dijo Lorelai antes de que el chico pudiera decir algo. Olive jadeó.
—¡Mamá! —se quejó.
Tristan rió entre dientes. —Bueno, me gustan los desafíos, y Olive hace que cada día sea interesante. —una mirada rápida a Olive transmitió complicidad.
Richard Gilmore, más serio, intervino. —Espero tengas buenas intenciones, muchacho.
El rubio asintió respetuosamente. —Lo entiendo, señor. Puedo asegurarle que solo tengo las mejores intenciones para con Olive.
Emily Gilmore asintió satisfecha, mientras Lorelai miraba de soslayo a su hija de ojos azules. Rory, en silencio, observada cada interacción, sintiendo su bilis subir con cada palabra amable dirigida a Tristan.
La cena avanzaba, y Olive intentaba ser la anfitriona perfecta, sonriendo y participando en las conversaciones, pero no podía ignorar el evidente disgusto que envolvía a su hermana. Junto con eso, volvían a su mente las palabras de Tristan antes de que saliera corriendo de su casa. Olive tragó duro. Mientras Emily elogiaba al Dugray por su elección de universidad y Richard le preguntaba sobre sus padres, Rory apenas podía disimular su incomodidad.
Los lugares en la mesa habían cambiado, y ahora en lugar de tener a Olive a su lado como todos los viernes, tenía a su madre, con Olive tomando su lugar frente a la Gilmore de ojos azules y Tristan a su lado;. Tenerlo frente a ella le causaba un mareo estridente, él mostraba una actuación tan encantadora y digna de un Oscar que sería difícil de identificarlo como el mismo chico que llegaba a hostigarla con apodos crueles.
—¿Y cómo se conocieron, Olive? —preguntó Emily con una sonrisa maliciosa.
Olive intercambió una mirada rápida con Tristan antes de responder. —Como Tristan es compañero de clases de Rory, él fue invitado a la fiesta que nos organizaron. —miró a la pareja de adultos.
Emily alzó las cejas. —Oh, cielo santo. Discúlpanos, Tristan.
—Para nada. —dijo él, quitándole importancia.
La incomodidad persistió en el ambiente, y Olive se preguntó si podría salir de esta cena sin que estallara un conflicto entre su hermana y el chico que le gustaba. Rory, con una sonrisa forzada, trató de mantener la compostura.
—De todas formas, ¿cómo estás llevando el tema de las calificaciones, Tristan? —preguntó Lorelai, cambiando el foco de la conversación.
Tristan asintió con respeto. —Muy bien, gracias. Me esfuerzo por mantenerme al día.
Rory no pudo evitar intervenir, aunque trató de sonar casual. —Sí, es importante esforzarse, especialmente si tienes metas altas. ¿No crees?
Rory conocía a Tristan, sabía que a pesar de entregar todo trabajo en tiempo y forma, el chico se metía en problemas, y problemas muy tontos si le preguntaban.
Tristan la miró, sin perder la calma. —Claro, estoy totalmente de acuerdo.
Si bien la relación entre Tristan y Rory nunca fue la más amena, el rubio esperaba que pudieran marcar una tregua ante una guerra inexistente para sobrevivir la velada.
Y con eso en mente soltó: —Y tú, Rory, ¿cómo te ha ido? —Rory alzó las cejas, sorprendida por su comentario. — Casi puedo ver el siguiente proyecto sobre la estructura de gobiernos.
—Me ha ido bien. —dijo Rory, retraída. —Gracias.
—¡Que interesante tema! —exclamó Richard con interés.
—Oh. —expresó Dugray al darse cuenta de lo que comunicó. Rió un poco, dándole a Olive una mirada de disculpas antes de responder. —Sí, siempre me ha fascinado la política y la estructura gubernamental. —asintió con cortesía. —Es crucial entender cómo funcionan las cosas en ese nivel.
—Ja, créeme —habló Lorelai. —esta de acá sabe demás. —señaló a su hija a su lado burlonamente.
—Me gusta mantenerme informada. —opinó Rory.
—Cómo debe ser. —señaló Richard con orgullo.
Tristan rió entre dientes. —Rory a dejado en ridículo a muchas personas en Chilton. —comentó con diversión. —Fácil, la mejor de la clase.
El estómago de Olive se cerró. Rory era la mejor. Mientras Tristan elogiaba a Rory por sus logros académicos, Olive se sumergía en sus propias inseguridades, dedicándose a jugar con la crema batida del pastel recién servido. El repentino silencio de Olive en contraste con la burbujeante personalidad que desprendía al inicio de la noche no pasó desapercibido por Tristan, quien debajo del mantel chocaba su rodilla con la de ella, tratando de llamar su atención. Olive le miró, esforzándose por mantener una expresión tranquila conforme la cena continuaba.
—Supongo que cada uno tiene sus fortalezas. —añadió Tristan ante un comentario que había dicho Richard, tratando de suavizar el tono.
A partir de ahí la noche solo se volvía más desafiante para Olive, quien luchaba con sus propios pensamientos intrusivos que ahora fácilmente podía identificar después de sesiones de terapia. Trataba constantemente de recordarse cómo Tristan había dicho que gustaba de ella, no de Rory, pero él la había besado y sus labios no dijeron su nombre esa noche, sino el de alguien más.
La cena continuó con preguntas sobre los gustos y pasatiempos de Tristan, pero Olive apenas y podía mantenerse enfocada. Su propia mente la empezaba a abrumar, reprendiéndose a sí misma por no estar completamente presente en la conversación y su propia furia que despertaba cada vez que Tristan le dedicaba una sonrisa a su hermana a pesar de que esa misma sonrisa iba dirigida a su madre.
Olive respiraba con dificultad, desconociendo los celos monumentales que la albergaban con cada interacción entre el rubio y la ojiazul. Y su pecho se contraía de dolor con cada halago que Tristan le dedicaba.
Al final de la cena, Olive caminó a Tristan hasta la puerta de entrada, agradecida por el apoyo de sus abuelos y la formalidad de la velada que, apesar de su interna agitación, terminó siendo un éxito.
—Gracias por soportar eso. —dijo Olive suspirando.
Tristan la miró con una sonrisa sincera. —No fue tan malo. Tus abuelos son amables.
—Sí, lo son. Pero... —Olive vaciló, sintiendo la necesidad de ser honesta. —No puedo evitar notar que Rory no estaba muy contenta.
—Sí... —alargó el rubio. —No le caigo muy bien. —Suspiró, debatiéndose en sacar el tema o no. —No tocaste el postre.
—Oh. —exclamó Olive. —No- No tenía mucha hambre. —se encogió de hombros.
—Estaba delicioso. —presumió él jugando, a sabiendas que la Gilmore lo había preparado esa tarde por un comentario de su abuela.
Olive se sonrojó, girando los ojos. —Bueno saberlo.
Tristan no era estúpido. Un poco idiota tal vez, pero estúpido no. Asi que al cruzar el umbral de la entrada se volvió hacia la de ojos marrones.
—Ok. Yo- —inhaló hondo. —Sé que fue extraño con todo lo de Rory. —se sincero. —Y qué tal vez me odia más de lo que aparenta porque no sé realmente cuánto sabe. ¡Y no quiero saber! Cuanto más evite esa conversación con ella, mejor para mi. Pero si es necesario que aclaremos que realmente no estoy interesado en ella y solo te quiero a ti, estoy totalmente dispuesto. Yo... Lo último que quiero es causar problemas entre ustedes.
Olive se mordió el labio, parpadeándo rápidamente para evitar que la comezón en su ojos aumentará. Trató de sonreír.
—No creo que eso sea necesario. —dijo entre cortadamente, acercándose al rubio para envolver su cintura en un abrazo.
Tristan sintió su orejas calentarse, pero velozmente correspondió a la castaña pasando sus brazos por sus hombros.
—¿Segura que no tienes hambre? A penas y tocaste el cordero. —habló preocupado, su voz amortiguada por el cabello trenzado de la Gilmore.
—A veces... a veces solo no tengo hambre. —dijo ella. Olive podía sentir sus ojos humedecerse, y ocultó su rostro en el hueco del cuello del muchacho.
—No creo que eso esté bien, Gilmore. —el regreso del apodo hizo a la chica suspirar, sintiendo como el ojiazul los mecía suavemente.
—Lo sé. —admitió, encendiendo las alertas en el chico Dugray, quien intentó separarse para mirarla, pero Olive se lo impidió, abrazándolo con más fuerza. —Mañana lo haré mejor.
Tristan asintió, pensativo. —Comprendo. Tal vez... tal vez mañana podamos almorzar juntos antes de nuestra cita.
Olive giró su cabeza para mirarlo entre la oscuridad. —¿Aún saldremos mañana? —preguntó, una sonrisa creciendo en su rostro.
Tristan sonrió de lado al mirarla desde arriba.
—Por supuesto.
—De acuerdo. —exclamó Olive con timidez y entusiasmo, haciendo al adolescente sonreír.
✧ .
•. ° . . .
. . . *. • . • . . • ° .
*
. . °.
. . *. • •
.
. . • ° .
*
. ° . °.
Holiii ♡ ♡ ♡
Este capítulo está cortito pero lleno de info valiosa. Sé que muchos pensaban que perdonamos muy rápido a Tristan pero cómo si no conocieran la mente ansiosa de Olive
En fin, ¿les gusto?
Siento que la 2da parte del cap está algo confusa de seguir y puede que lo modifique para que sea más fácil de comprender. Pero espero les haya gustado igual.
¿Qué opinamos de la terapia?
Opino que todos deberían ir a terapia la vdd.
¿Les gusta The Cranberries?
¿Qué opinamos de la cena?
¿Qué opinamos de Kovy?
La neta, Kovy es bien rencoroso. Lo amo.
¿Cuándo creen que se conozcan Tristan y Kovy?
Espero que les haya gustado aunque haya pasado tiempo desde la última actualización.
Nos leemos en el siguiente capítulo! Chauu! ♡ ♡ ♡
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top