𝟎𝟏𝟓 | 𝐒𝐢𝐧 𝐏𝐚𝐥𝐚𝐛𝐫𝐚𝐬
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-T.
Era extraño como una simple letra hacía la sonrisa de Olive crecer cada vez más. Pero era mucho más extraño como esa misma letra venía acompañada de un rostro que se presentaba cada vez más en la mente de la Gilmore.
Tristan Dugray y Olive Gilmore no eran precisamente amigos.
¿O sí?
Ni siquiera Olive lo sabía.
Se sentía tan cómoda en la presencia del rubio que parecía que así era, que eran amigos. Amigos de toda la vida.
Pero, Olive era amiga de Kovy y no era lo mismo. Para nada.
Eran distintas sensaciones que Olive aún no podía ubicar bien. Pero eran parecidas a las que rodeaba al pueblo de Stars Hollow en las fechas del festival de fogatas. Dicha celebración era una de las favoritas de la castaña; le encantaba como el pueblo entero se envolvía en un aura llena de amor y unidad, como las estrellas parecían intensificar su brillo durante las noches, como las parejas se acurrucaban frente al fuego, compartiendo deseos, memorias, lo que sea. Era de las festividades más esperadas para la Gilmore, y sumándole las risitas que Olive solo podía desprender desde que recibió una bicicleta nueva, nada podía echarle a perder el buen humor o bajarle la sonrisa que parecía agregarle color a su rostro.
Excepto una efe.
-Hable con tus profesores, y estamos de acuerdo en que deberías tomarte un descanso.
Y una suspensión.
Olive miró boquiabierta a la mujer frente a ella.
-¿Cómo dice?
-Después del pequeño percance en el entrenamiento de la semana pasada hablé con tu consejero. De ahora en adelante no podrás asistir a las prácticas del equipo. Creemos que lo mejor sería que empezaras a reunirte con él para-
-¿No-no podré jugar voleibol? -habló Olive, sintiendo como se formaba un nudo en su garganta. -¡N-no! Yo-yo puedo redimirme con lo de la práctica pasada. Le prometo que no volverá a ocurrir. ¡Haré horas extras!
-¡Olive! -llamó la mayor con seriedad. -Ya no son simples sangrados nasales, si te desmayas una tercera vez tendremos que sacarte del equipo. Definitivamente. ¿Comprendes?
Olive tragó.
Y asintió. Muy a su pesar.
Los siguientes días fueron en picada; los ánimos de Olive fueron cayendo poco a poco incluso cuando Taylor Doose le propuso ser parte de la organización del famoso evento del fin de semana. Ni siquiera hacer algo como ayudar en el pueblo, una actividad que encontraba siempre renovadora podía desaparecer las pequeñas arrugas que empezaban a formarse por el ceño hundido de la Gilmore.
La suspensión en el equipo de voleibol creaba un problema más grande que el simple desanimo. ¿Cómo entraría ahora a Chilton sin la práctica del deporte que le conseguiría la beca?
Llegó a casa de lo más deprimida, y realmente no planeaba contestar el teléfono que insistía e insistía, pero una mirada de reojo le basto para reconocer el número y descolgarlo con rapidez.
-Gracias por la bicicleta.
Fue lo primero que dijo al tener el aparato en la oreja. Aún cuando su voz era lo que buscaba Tristan escuchar, el tono apagado y susurrante de la castaña lo hicieron fruncir el ceño.
-Ya me lo habías dicho. -contestó él con cuidado, acomodándose en su lugar.
-Lo-lo sé. -tartamudeó Olive un poco. -Pero es muy bonita.
-Me alegro de que te gustara.
El silencio que se armó entre ellos consterno a Tristan desde el otro lado de la línea, mientras que a Olive la volvió sumamente nerviosa, pudiendo solo pensar en que su pase a Chilton se había ido por le drenaje. Todo su futuro parecía arruinarse, mancharse de la tonta sangre que chorreaba por su nariz práctica tras práctica. Ahora no podría llevar un uniforme lindo y elegante como el que su mismo closet compartido almacenaba; no entraría al equipo de equitación, esgrima o alguno de esos deportes que parecían tan divertidos, pero tan caros de participar. No compartiría clase con Tristan. Terminaría graduándose en una escuela que Yale ni siquiera se interesaría en hojear. Y fracasaría. Tal y como parecía hacer constantemente.
-¿Gilmore?
Porque lo estaba haciendo, estaba fracasando; sus notas estaban por los suelos, no había día en que su casillero no sufriera un azotamiento en el que buscaba descargar un poco de su frustración tras recibir una mala nota. ¡Y la acababan de suspender del equipo de voleibol! El equipo estaba a punto de jugar contra uno de los municipios vecinos y Olive no podría participar. Tendría que abstenerse a ver a sus compañeras desde las gradas; ser una espectadora más, ser una buena compañera, una aliada, una hermana.
-Olive.
Pero había una nota en rojo que solo la hizo enderezarse. El rojo más oscuro que la sangre que la mandó a la enfermería semana tras semana le traía el recordatoria de una de sus más maravillosas victorias. La 'A' plasmada en el papel que aún colgaba de la puerta del refrigerador le provocaba una satisfacción que ninguna de las medallas acumuladas en el garaje le habían traído.
Y con esa misma sensación de confianza recuperada, de fuerza establecida, habló, interrumpiendo el llamado de un Tristan que empezaba a balbucear preocupado.
-¿Recuerdas la entrevista de la beca?
Tristan paró su hablar con incredulidad de escuchar de vuelta la voz de la chica, esta vez con más seguridad que antes.
-Yo, em. Sí.
-¿Crees que podrías ayudarme a ensayar un poco?
-¡Por supuesto! -soltó Tristan sin siquiera pararse a pensar. -Y-yo... ¿viernes?
-Claro. Tu casa. Nos vemos luego.
-¡No! Esper-
Y colgó.
Tristan se volvió a ver el teléfono en su mano, sin poder creer que Olive Gilmore le había colgado, pero esa sorpresa fue reemplazada por el hecho de que Olive Gilmore iría a su casa a fin de semana.
-Mierda. -dijo al aire, dejándose caer en la casa de su habitación.
Por otro lado, a Olive la invadía la iniciativa, la decisión, y con ese mismo espíritu dejó la tristeza que antes la atacaba y, cogiendo la hermosa bicicleta amarilla, se dirigió a la cafetería que las Gilmore siempre frecuentaban.
Ahí encontró a una pelirroja que conocía bastante bien. Eso, y las consecuencias que podría traer si hacía lo que en sus pensamientos se estaba formulando desde vio su examen con nota perfecta en su hogar. Pero realmente creía que esas consecuencias podrían superarse.
°*• ❀ •*°
A diferencia de Olive Gilmore, Kovy Belov no era el mayor fan del festival de fogata en Stars Holow; se celebraba en honor a la historia que dio inicio al pequeño pueblo, en la que dos jóvenes amantes de condados rivales se enamoraban y decidían escapar juntos después de que sus familias se hubieran negado a su casamiento. En la oscuridad de la noche se perdieron, y las estrellas iluminaron el camino para que volvieran a encontrarse; ambos consumaron su amor y pasaron su primera noche en compañía de una fogata, justo donde se encontraba hoy el quiosco de Stars Hollow.
Una historia bastante conmovedora y dramática, para la opinión del rubio -lo cual era gracioso para cierta Gilmore que afirmaba que él era el más dramático de la situación-, pero a pesar de que Kovy siempre disfrutaba del drama y teatralidad, la empalagosa energía que se generaba en el aire era demasiado para él. Sorprendentemente, era el único día en que lograba agradarle a Luke Danes, el dueño de la cafetería, ya que el de gorra tampoco soportaba la melosa actitud que el pueblo tomaba en las festividades.
Y era esa misma cafetería en la que se encontraba, hablando con la Gilmore de ojos castaños, compartiendo un pastel de zarzamora.
-Tengo que irme. -gruñó él con pesar. -Los cuentos empiezan a las 2:00pm. -le recordó a la chica, tomando la mochila con la que había llegado de la silla a su lado. El rubio se volvió a su amiga antes de irse y llamó su atención al acercarle el pedazo de pastel que aún seguía incompleto. -Todo tuyo. -le sonrió, esperanzado de que Olive lo aceptara y pudiera irse tranquilo. Olive lo miró, devolviéndole la sonrisa y tomando el cubierto que le correspondía y que antes descansaba en el borde el plato para probar un bocado del postre.
Kovy salió de la cafetería con el alma tranquila, rumbo al estudio de danza que exigía de su presencia después de haber pasado tiempo con Olive y el de gorra, descargando su actitud mezquina con la única persona que le seguiría y le daría la razón que muy pocas veces obtenía de parte del hombre adulto. Pero su camino fue interrumpido por una figura rubia que últimamente se volvía constante en su vida.
-Hola. -le sonrió Lindsay cuando lo tuvo enfrente. Kovy correspondió el saludo con una sonrisa ladina.
-Hola, linda. -dijo el rubio. La sonrisa de la chica se ensanchó más, si es que era posible, y ambos retomaron el camino en la misma dirección.
-Y... ¿veremos cómo encienden la fogata el viernes por la noche? -preguntó Lindsay, la timidez siendo visible en su voz.
La sonrisa de Kovy desapareció.
-Digo, sé que no somos novios, pero sería algo lindo para hacer juntos, ¿no te parece? Como amigos. -aclaró rápidamente ella.
El chico Belov pasó su lengua por la fila de sus dientes, cuestionándose qué tan dispuesto estaba a hacer eso con Lindsay. Y su respuesta era clara.
-No, gracias.
Las palabras del ruso causaron que el rostro de la chica decayera y su estado de humor con él.
-Está bien. -se encogió de hombros Lindsay, tratando de no darle importancia. Sin embargo, la chica de ojos azules tenía un ligero presentimiento asomándose en sus pensamientos que solo fue de impulso para sus palabras siguientes. -¿Y si va Olive?
La mención de su castaña amiga hizo que Kovy se volviera a verla interesado.
Él frunció el ceño. -¿De qué hablas? Olive tiene la cena con sus abuelos los viernes.
-Oh, claro. Perdón, no sabía. -hablo ella con premura.
Kovy la miró con confusión.
-No tienes por qué disculparte. -dijo con suavidad.
Lindsay asintió lentamente y, apretando los labios, movió su brazo para tratar de entrelazarlo con el del ruso. Kovy siguió sus movimientos con la mirada, dudoso de lo que la chica trataba, pero se dejó hacer.
-Pero si ella fuera, ¿irías?
Okey, sí, estaba confundido.
Kovy paró en la cera, haciendo que la rubia parara consigo y se posicionara frente a él. El gesto hundido en el rostro de Belov se marcó más cuando el agarre de Lindsay descendió hasta parar en su mano, entrelazando sus dedos.
Estaba desconcertado, pero no por eso quería ser grosero con la chica en la que había encontrado una buena amistad y ofenderla deshaciendo su agarre.
-Siento que quieres hacer un punto. -habló él, tratando de aligerar la conversación que empezaba a sumirse en un serio ambiente por el gesto endurecido en el rostro de la chica de ojos azules. -Desarróllalo y con gusto te diré por qué estás mal. -sonrió, en un intento de ser gracioso, lo que no tuvo éxito.
Lindsay mordió su labio con nerviosismo.
-Si Olive fuera la que propusiera ir a ver la fogata, ¿irías? -preguntó.
La amistad entre la Gilmore y el ruso eran de las muchas cosas que el pueblo de Stars Hollow era conocedor; eran unidos, bastante unidos, Gypsy y Bootsy tenían una apuesta sobre si la amistad evolucionaría hacia cierta dirección o no. Era algo que divertía enormemente a Olive, encontraba gracia en la forma en la que el pueblo no disimulaba para nada sus intenciones, pero Kovy lo encontraba verdaderamente irritante; la gente hacia comentarios, insinuaciones, todo tipo de cosas que solo incomodaban al rubio, que lo ponían nerviosos -eso que era difícil ponerlo nerviosos-.
Que Lindsay se uniera a las locuras con las que Stars Hollow salía, empezaba a molestarlo. Bastante.
-No, Lindsay. -contestó Belov, logrando sonar más duro de lo que quería. -No iré a la fogata ni contigo ni con Olive porque no me gusta ir a ver la tonta fogata.
La chica rubia frunció el ceño, sorprendida y confundida por la defensiva actitud que empezaba a tomar el chico. Soltó su mano con brusquedad, cruzándose de brazos.
-No tienes por qué decirlo de esa forma.
-Lo diré de la maldita forma que quiera. -sonrió él tensamente.
Lindsay apretó la quijada en frustración.
-No necesito que vayas a la fogata conmigo. -siseó entre dientes.
-Me alegra. -soltó Kovy, decidido en dejar la conversación atrás y seguir con su camino a la cafetería de Luke.
-¡Olive tampoco querría ir contigo! -habló la chica de la que se alejaba, llamando su atención con la infantil forma en la que intentaba herirlo.
-Olive siempre me pide ir. -comentó él, volviéndose a verla. -Y aun así le digo que no, ¿por qué? Oh, porque no quiero. -sonrió con ironía.
-Claro. -bufó Lindsay por lo bajo. -Los grandes amigos.
-¡Sí! -exclamó Kovy con seriedad, empezando a hartarse. -Somos amigos. Grandes amigos. -alzó los brazos con desesperación. -¿Y qué?
La rubia trago con nerviosismo.
-Ustedes... ustedes son cercanos. -logró decir ella, no sabiendo con exactitud a qué quería llegar. O tal vez cómo llegar.
Kovy entrecerró los ojos. -¡Sí! -gimió. -¡Lo somos! Porque somo amigos. Los amigos son cercanos; hablan, hacen cosas juntos. ¡¿Podrías llegar al grano?!
-¡Nosotros nunca hacemos nada! -Kovy suspiró. -¡Podríamos hacer algo para variar! ¡Son pocas las veces que lo hacemos nosotros dos! ¡Y si lo hacemos va Olive! Me agrada Olive, de verdad. Pero siempre nos apegamos a sus horarios, de si tiene práctica, ensayos, torneos. Podemos salir sin ella, ¿sabes? Di-digo, no quiero decir que dejemos de salir con ella; ahora con las porristas podría tener más tiempo y sería fabuloso salir todos. Pero, siento que siempre han sido ustedes dos. Y a pesar de que nos llevamos bien los tres, me siento... excluida, supongo.
Kovy restregó su rostro con cansancio.
-Lin... -gimió. Descubrió su cara para volverse a mirarla con un suspiro. -Lamento que te sientas excluida. Y por supuesto que podemos salir tú y yo solos, si a eso te refieres, pero... ¿Dijiste porristas?
Lindsay parpadeó con incredulidad.
-Eh, sí, sí. Escuché a Katherine Jensen decir que Olive se unió al equipo porque... porque ¿creo que dejó el voleibol? No estoy segura; pensaba en preguntarle cuando pudiera. -parloteó ella, tratando de deshacerse del triste sentimiento que la invadió al ser Olive de nuevo el tema principal.
-¿Porristas como... el equipo de porristas? -habló Kovy, portando un gesto que Lindsay solo pudo identificar como mortificado.
-Em, sí. ¿Cuál otro sería? -murmuró.
-Tengo que irme. -dijo el ruso para después salir disparado en la dirección en la que venía, buscando encontrar a la Gilmore aún en la cafetería de Luke.
La halló saliendo del restaurante, tarareando una canción con alegría.
Kovy se apresuró a alcanzarla, marchando de prisa hasta parar frente a ella.
-¿Podemos hablar? -le habló él, tratando de controlar el tono de voz con el que se dirigía.
Olive frunció el ceño por un momento, confundida por la actitud del rubio, pero su gesto desapareció hasta recordar las importantes fechas de la semana y lo dejó pasar.
-¿Qué pasa?
Kovy apretó los labios antes de soltar la pregunta que su cabeza no dejaba de reproducir una y otra vez desde que escuchó a Lindsay.
-¿Es cierto?
Olive abrió la boca, desconcertada.
-¿Qué co-
-¿Así es como planeas terminar con esto? -señaló Kovy el espacio ente ellos. -¿Actuando a mis espaldas? -Definitivamente Olive estaba confundida. -¿Sabes qué? Me abruma más el hecho de que posiblemente tu salud mental esté en juego porque sé que en serio, en serio, deberías estar loca como para unirte a las porristas.
Olive tragó duro.
-Okey, antes de que te molest-
-Sorpresa, Gilmore, ya estoy molesto.
-¡¿Podrías dejarme terminar?! -exclamó la castaña en exasperación.
-¿Con nuestra amistad? -chilló Kovy. Olive resopló con impotencia. -¿Cómo pudiste hacernos algo así? ¡Y con la horrible de Janie Fertman, por Dios!
Janie Fertamn, la chica se había ganado todo el desprecio de Kovy Belov. Si había alguien a quien Kovy odiaba, esa era Janie. El chico la describía como la más grande antagonista de la película de sus vidas -sí, incluyendo la de Olive-, y Olive lo sabía. Olive sabía cuánto detestaba a la pelirroja que lideraba a las porristas. Y la inevitable traición que el rubio sentiría cuando se enterara.
-Janie, no es tan mala.
-¿Tan mala? Esa chica tiene que aprender a guardarse la opinión que nadie le preguntó. -Olive suspiró. -¿Lorelai lo sabe?
-Aún no estoy dentro de las porristas. Aún. -remarcó, tratando de tranquilizar a su amigo. -¿Y cómo te enteraste? Hablé con ella apenas ayer.
-Me alegro. -exclamó el chico, alzando los brazos. -Porque iras con ella a decirle del tremendo error que por poco cometes y le dirás que no te meterás a esa secta que solo se burla del baile.
La Gilmore inclinó la cabeza. -¿Una secta? -murmuró sin creerlo. Agitó la cabeza, dispuesta a ignorar eso. -¡No le diré nada! Entraré a las porristas, fin de la historia.
-¡¿Por qué?! ¿Qué rayos pasa por tu mente? No eres animadora, ¡eres la persona menos animada que conozco!
-¡Hey!
-No puedo con esto. -gimió Kovy, sintiendo como una aneurisma se avecinaba.
-Kovy, a las universidades les encanta esas clases de cosas, ser parte del cuerpo estudiantil y el espíritu, ¿yo qué sé? -trató de explicarse Olive.
-Para eso falta mucho. -lloriqueó él. -Sé porrista una vez que estés en la universidad. Muy, muy lejos de Janie Fertman. ¡Sé porrista en Chilton! -recurrió como sugerencia.
Olive sonrió. -Ser porrista podría ayudarme a entrar a Chilton. -aclaró ella con suavidad. Olive sabía que su decisión no sería bien tomada por el rubio, pero después del reciente hueco en sus actividades extracurriculares, necesitaba hacer algo que ocupara los mismos créditos que el equipo de voleibol.
Unirse al equipo de porristas de la preparatoria no solo cubría las mismas horas de entrenamiento que antes eran asignadas para el voleibol, sino que también aportaba una nueva actividad extracurricular que podría ser una buena oportunidad de explorar y, en el mejor de los casos, sería buen visto para los administrativos de la escuela privada que tanto anhelaba ir.
Kovy sabía cuánto deseaba Olive entrar a Chilton, esto como un paso significativo a su ingreso a la universidad de sus sueños. ¡Diablos, lo sabía! Lo sabía, lo sabía, lo sabía.
-Agh. Bien. ¡Bien! -exclamó, pateando el pavimento. -¿Cuándo es? -cedió. -¿Cuándo es... -suspiró. -la tonta audición o lo que sea?
-El lunes.
Kovy respiró profundamente, asintiendo con lentitud. -Bien, nos vemos en tu casillero y de ahí nos vamos porque quién sabe si usaran el gimnasio o el patio, ni loco te dejaré a la merced del monstruo de Janie.
Olive sonrió grandemente, lanzándose a abrazarlo.
Kovy le correspondió, resignado; no podía enojarse con Olive...
No podía enojarse con Olive...
No podía enojarse con Olive por no decirle porque por algo no le había dicho.
Cuando Olive se separó de él, sonriente, se despidió agradeciéndole y saltando hasta desaparecer por la esquina de la calle.
Kovy suspiró.
Pasó sus manos por su cabello, desordenándolo en gesto de frustración y cansancio. Y esto aumentó cuando por el rabillo del ojo pudo apreciar la mesa en la que antes comía con la Gilmore, el plato con pastel totalmente intacto.
Entró al local sintiéndose enojado. Sintiéndose enojado aún después de decirse a sí mismo más de mil veces que no podía estar enojado con su amiga por algo tan tonto como una actividad escolar, no podía. Y lo del pastel solo ayudó a que el sentimiento aumentara. Pero... pero cada vez que recordaba la... la tonta... la estúpida... la horrible cara de Janie Fertman, él solo... ¡Agh! La despreciaba. ¡La odiaba! Pero odiaba más a Olive por no darse cuenta de la horrible persona que era la porrista. Y no, no la odiaba por ser porrista, la odiaba por-
-¿En serio comerás eso?
Por su enorme bocota.
Kovy levantó su vista del plato de pastel que tenía enfrente para encontrarse con los ojos verdes de la pelirroja más despreciable. Janie mascaba chicle de una manera que solo causo nauseas en el rubio. Estuvo a punto de decirle que se perdiera, pero cuando visualizó el delantal que rodeaba su cintura y la cafetera que sostenía en la mano, se sintió desfallecer al percibir su peor pesadilla hacerse realidad.
-¡¿Trabajas aquí?!
Fertman creo una bomba con la goma de mascar y se encogió de hombros.
-Sí. -dijo en tono indiferente. -Fran me despidió.
Kovy boqueó cual pez.
-¿Fran? ¿Fran la anciana que vende pasteles? ¿Esa Fran? -exclamó sin creerlo.
Ella se jactó. -Sí, ese vejestorio no aguantara mucho sin mí.
Kovy deseaba verdaderamente morir en ese momento. No le importaría que un camión atravesara el ventanal del establecimiento y se impactara con su cuerpo.
-Tu amiga la cachetona se unió a las porristas. -habló Janie una vez más, esta vez se recargó en la mesa para molestar más de cerca al ruso. -Más le vale perder los kilos que hizo que la suspendieran de su equipo.
-Cierra la boca. -murmuró Kovy, restregando sus manos en su rostro, cansado de escuchar la molesta voz de la pelirroja. -Espera. -se dio cuenta. -¿De qué hablas?
-Sí, la suspendieron por sus problemas de salud. No me sorprende para nada. -rio ligeramente la final, observando con desinterés al resto de comensales en el lugar. -Con el peso que se carga me sorprende más que no la sacaran antes. Con eso de que se cansa, le sangra la nariz. -rodó los ojos con burla. Kovy apretó la quijada fuertemente. -Pero le enseñare lo que es el ejercicio real. -alardeó Janie. -En un mes pesara la mitad de lo que es ahora. Tal vez quieras unirte, con ese pastel, créeme, no quieres eso en tus caderas.
-Tú- -Kovy estaba a punto de tirarle esa misma rebanada de pastel en cima si no fuera por el llamado de Luke que le pidió a la ojiverde ir a la parte de atrás.
Kovy apretó los ojos con frustración.
Olive no le había dicho...
Inhaló con fuerza.
Olive no le había dicho por algo.
Y dejó ir el aire con suavidad.
¡¿Por qué mierda no le había dicho Olive?!
¡¿Por qué no le dijo sobre su suspensión?!
¡¿Por qué no le decía las cosas?!
¡¿Por qué diablos tuvo que decirle la tonta de Janie Fertman?!
¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?!
La ira de Estoukovich enervó su cuerpo, arrastrándolo hasta tocar sin cesar la puerta de las Gilmore, una y otra vez.
Detrás de esta apareció Olive, con el gesto lleno de confusión y preocupación por los insistentes golpes del chico.
-¿Kovy? -su voz salió como un susurro. O tal vez solo eran los oídos ensordecidos por la furia que Kovy no podía evitar expresar con el marcado ceño fruncido y la rigidez en sus hombros.
-¿Por qué? -exclamó el muchacho, su voz subiendo una octava por el estrangulamiento del nudo en su garganta que parecía acompañarlo.
-Yo-
-¿Por qué? -la interrumpió. -¿Por qué no me dijiste? ¿Por qué no me dijiste de la suspensión? ¿Por qué no me dijiste de las porristas? ¿Por qué tengo que enterarme por Lindsay o Fertman? ¿Por qué Lorelai se aparece en Luke's diciendo que extraña a Max? ¿Rompieron? ¿Por qué ya no usas tu collar? ¿Por qué Patty sigue preguntando si no agarré un refriado después de que tú y yo cayéramos al lago porque, al parecer, no recuerdo haber ido a nadar contigo recientemente? ¿Por qué no puedes hablar conmigo? ¿Por qué?
Jadeó, tratando de recuperar aire.
Olive abrió la boca, sorprendida, sin saber realmente qué contestar. O qué contestar primero.
-Yo... Y-yo... Creo-creo que Patty te confundió con Tristan.
Rubio, alto, de traje; un combo que fácilmente podría pasar como Kovy Belov.
-¡¿Quién mierda es Tristan?! -gritó Kovy, exasperado.
Olive tragó nerviosa. Nunca había presenciado un arrebato tan grande de parte de su amigo.
-Un-un compañero de Rory. -tartamudeó, insegura. -Va a Chilton con ella. -al terminar, su voz decayó en volumen, avergonzada.
-Oh, claro. -rio Kovy con sarcasmo, sobresaltando a la castaña por su repentino cambio de humor. -Chilton. Olvidaba lo importante que era Chilton. -el filo en su voz empezaba a molestar a Olive.
-Para mí sí es importante Chilton, Kovy. Realmente quiero ir. -habló, su voz quebrándose al final.
-¡Esto no es sobre Chilton, Olive! ¡Es sobre que parece que ya no me cuentas nada al parecer! -gritó el rubio. Ya no le importaba alzar la voz, mucho menos si Babbette podía escucharlo desde la casa de a lado, quería respuestas. -Cuando te pregunto: Hey, Olive ¿qué hay de nuevo? ¿En ningún momento se te ocurrió decirme verdaderamente lo que pasaba en tu vida?
-¡Yo te cuento todo, Kovy!
-No, no es así. -rio Kovy con tristeza, sintiendo sus ojos humedecer. -Siento como si te olvidaras de mí. ¡Yo, la persona que ves a diario! Compartimos un periodo de ocho horas juntos de lunes a viernes, y vas a mi casa los fines de semana, sin hablar del tiempo fuera de la escuela. Debes-debes estar bromeando.
Olive arrugó la nariz, tratando de retener las lágrimas que amenazaban con dejar sus ojos.
-Creo... creo que es normal que gente se olvide de algunas personas. Incluso si las ven diariamente*. -justificó pobremente.
Kovy la miró boquiabierto.
-¿Qué- ¿Te estás escuchando? Creo que no te estás escuchando porque suenas a una protagonista de una triste película de los 80's. -exclamó.
-Quisiese. -bufó Olive.
Kovy sacudió la cabeza al ver que se desviaban del tema.
-Ya-ya no te conozco. No sé nada de ti.
-¿Quieres saberlo todo? Bien. -sonrió Olive, tensamente, en un intento de no romperse a llorar en frente del chico. -Mi bicicleta está en el fondo del lago. Esta, -apuntó a la bici amarilla que descansaba en el porche de su casa. -me la regaló Tristan, a quien iré a ver el viernes para practicar mi entrevista en Chilton por la beca deportiva que apliqué y seguramente no conseguiré. Y sí, los viernes tengo la cena con mis abuelos, pero de alguna forma mamá convenció a la abuela para dejar que yo y Rory faltemos; ella cumple tres o dos meses de novios con el tonto de Dean. Mamá rompió con Max, a quien ni siquiera logré conocer formalmente. Y no, no tengo la menor idea de dónde está mi collar, ¡lo he buscado por todas partes! ¿Algo más que quieras saber? ¿Qué desayuné tal vez?
Kovy la miró por un momento, para después enderezarse y cruzarse de brazos.
-¿Desayunaste? -preguntó.
Y Olive se quebró.
-¿Te das cuenta de que te suspendieron por un asunto medico? -habló Kovy una vez más. Su voz era más baja, percibiendo las gotas que caían por las mejillas de la castaña. -¿Qué si sigues sin comer no solo se tratará de un poco de hambre, sino que se trata sobre tu salud, tu cuerpo, tus pasatiempos, tu vida! -terminó por acompañar a la chica en un sollozo. Cielos, cuanto detestaba llorar Kovy. Y cuanto detestaba ver a su amiga llorar.
El problema alimenticio de Olive era mínimo -según ella. -, pero terriblemente evidente; hasta Lorelai podía notarlo.
Le era difícil para Kovy recordar con cuando empezó todo, o si al caso había empezado después de que ellos dos se conocieran, pero cuando lo detectó- no precisamente recibiendo una confirmación verbal- no necesitó de mucho para hacer algo al respecto, porque no era el único que lo notaba.
Mientras que Kovy se aferraba a traer bocadillos constantemente en su mochila escolar, Babbette traía pastel siempre que podía; llegando repentinamente por la puerta trasera con un postre recién horneado con la excusa de que había sobrado del día anterior. Luke era más directo, dando platillo tras platillo a la Gilmore sin pedirle nada cambio.
-Saqué una 'F' en historia.
Pero nada de lo que Kovy u otras personas intentaran importaba si Olive llegaba a reprobar.
Las chicas Gilmore se esforzaban; Lorelai era el claro ejemplo del esfuerzo que ella realizaban, pasó de tender camas y limpiar habitación de un hotel para terminar siendo ella quien lo dirigiera y administraba. Se graduaría de la escuela de negocios años despapes de largo esfuerzo, de pasar madrugadas enteras estudiando mientras criaba a dos niñas que dormían en la habitación de abajo. Ella se esforzaba, siempre sacaba 'A'.
Rory se mataba estudiando, día tras día sumergida en libros, noches en vela recitando una y otra vez los mismos párrafos y definiciones. Ella se esforzaba y sacaba 'A'. Siempre una 'A'.
Olive se mataba estudiando, día tras día. Después de clases iba a sus actividades extracurriculares para estudiar más, ya sea francés, en el club de alemán, jugadas, estrategias. Ella se esforzaba. ¿Dónde estaba su 'A'?
Olive Gilmore sentía una constante pesadez en la boca de su estómago que le impedía ingerir bocado cada que veía la letra que le asignaban en la esquina del papel. Podía venir en azul, rojo, encerrado, mayúsculas, minúsculas, no importaba, siempre en una esquina. Y lamentablemente el poder que le daba a una simple letra empezaba a destruir la vida de Olive Gilmore.
Kovy, con el corazón en la garganta, irrumpió en el hogar del trio Gilmore, dejando que la chica confundida lo siguiera después de haber cerrado la puerta hasta el mueble en el que descansaba el teléfono de la casa. El ruso descolgó el aparato y, rebuscando entre las hojas de la agenda telefónica de a lado, marcó un número con rapidez.
-¿Qué haces? -preguntó Olive con su voz ahogada por el llanto que difícilmente pararía.
-Llamó a tu abuela.
Olive abrió grandemente sus ojos, y con una rapidez que desconocía poseía, le arrebató el aparato al rubio, colgando la llamada.
-¡¿Qué te ocurre?! ¡No puedes hacer eso!
-Puedo y lo haré. -estipuló Belov. -Hice lo que podía y Lorelai no parece hacer nada. Veamos que tal le va a ella. Tiene dinero, de algo tiene que servir ese dinero, ¿no? Existen terapias, psicólogos, hipnosis, ¡lo que sea! -el chico hablaba velozmente, con desesperación, porque era precisamente lo que sentía, una desesperación abrumante desbordando desde su pecho hasta su cerebro; una desesperación que solo buscaba ayudar a su amiga antes de que todo escalara a un nivel en el que ya no tendría ni de cerca chances de intervenir.
Con esas palabras estiró su brazo para tomar el teléfono de la mano de la casta, solo para que esta lo alejara ágilmente, impidiendo que lo tocara. Lo buscó de nuevo, con irritación, sintiendo sus ojos arder, y nuevamente ella lo alejó. Se sumergieron en una persecución en la que el miedo era el invitado de honor.
-¡Dámelo!
-¡No!
Kovy corría tras la chica alrededor de la sala de la casa, no estando ni cerca de poder alcanzarla.
-¡No entiendes! -lloriqueaba Olive.
-¡¿No entiendo?! -se detuvo abruptamente el rubio para mirarla con incredulidad. -Lo que entiendo es que necesitas ayuda. ¡Eso no está mal, Olive! Podrás volver al voleibol, tal vez subir tus calificaciones...
-¡Tendré que irme! -irrumpió en llanto. -¡Me sacarán de aquí y me llevarán con ellos!
-¡Olive! -gritó el chico, arto. -¡Mereces salir de aquí! Tienen dinero, no necesitaras una beca o las porristas; entraras a Chilton, Yale, ¡lo que quieras! ¡Y podrás estar bien! Vas a estar bien... -terminó en voz baja.
Ambos adolescentes lloraban a mares, mirándose con el pánico y terror que la situación ameritaba. Daba miedo, sí, pero todo estaría bien.
Tenía que salir bien.
°*• ❀ •*°
Olive soltó un hondo suspiro cuando se dejó caer en el piso de la sala, enfrente de su madre en el sofá. Su madre, su ignorante madre.
-Linda, no tienes que ir. Puedes pedirle que él venga aquí. -le habló Lorelai con dulzura, viendo como su hija apretaba los ojos con cansancio.
-No. -renegó la menor. -Me dejas, vas con la abuela y en cuanto ustedes terminen puedes recogerme; es perfecto. -enlistó las partes del acuerdo de visitar a Tristan en su casa para que la ayudase con la entrevista para su beca. Si es que está aún valía la pena.
Suspiró profundamente, recordando que ese día veía a sus compañeras de equipo hacer los ejercicios en la práctica asignada del día mientras que ella solo podía ver a la distancia. La situación era deprimente. Más cuando volvía al momento en el que su rubio amigo hablaba por teléfono con lágrimas en los ojos.
-Bien. -aceptó Lorelai, dejándose caer en el sofá. -¡Rory! -llamó a la ojiazul en la otra habitación. -¡Terminamos acá, tú hermana está siendo dramática!
-¿Otra vez? -habló Rory, saliendo del cuarto que compartía con Olive, cepillo en mano y ya vestida con el vestido elegido para su cena de aniversario.
-¿Otra vez? -arremedó Olive, no haciéndole gracia las palabras de su hermana. Gimió al lograr levantarse, para después tirarse sobre su madre con cansancio, sacándole una risita que contagió a la ojiazul.
-Levántate. -pidió Lorelai entre risas, sobando el brazo de la menor sobre ella con consuelo. -Anda, entérate del chisme.
Olive alzó una de sus cejas con curiosidad y, haciendo su mayor esfuerzo, se quitó y se sentó a su lado. Rory, en cambio, se sentó en el piso antes ocupado por la de ojos castaños, entre las rodillas de Lorelai para darle la espalda y dejar que esta cepillara su cabello.
-Llegó la ex de Luke. -le contó la mayor, un tono hastiado distinguiéndose en su voz. -Rachel es perfecta. ¡Perfecta! Viene directo del Congo.
-¿Congo?
-No, mentira. Medio Oriente o algo así. Haciendo algo importante de fotografía y como las familias se ven afectada por la violencia y no sé qué más, y yo solo: "Pusimos cafeteras nuevas" -agudizó su voz con desprecio. -Agh. -gruñó. -¿En qué estaba pensando? -se lamentó, refiriéndose al reciente problema de las cafeteras en el hotel.
-Pasaste mucho tiempo escogiendo esas cafeteras. -trato de consolar Rory, sintiendo como su madre tomaba sus hebras como pelota de goma para desestresar. -Au. -se quejó en uno d ellos tirones. -Okey, me estás sacando los sesos.
-Lo siento, tengo demasiada energía. -suspiró la mayor, dejando el cepillo y tomando uno de los pasadores que había ido a buscar. -Solo detesto haber quedado como una idiota enfrente de-
-¿Luke?
-No. -negó inmediatamente Lorelai, viendo a sus hijas con el ceño fruncido. -Rachel. -corrigió. -Allí estaba, recién bajada del avión; fresca como lechuga y sin rastro alguno de ese-ese cabello de haber volado por horas.
-¿O séase?
-Ya saben. El cabello desarreglado y todo... Blah. -exclamó como única forma de expresarse, agitando el cabello de Rory frente a ella.
-Claro. -asintió Olive.
-Y él la mira como si fuera Miss Septiembre. Y ella como si él fuera Johnny Depp. Y yo-yo me la paso hablando como una idiota. ¿Qué está mal conmigo?
-¡Au! -gritó Rory, levantándose de su lugar, alejando a su madre de su cabello lo más que pudiera. -Bien tú estás oficialmente revocada como estilista.
-Lo siento. Es que...
-No, está bien. Solo pienso que es muy temprano como para que Dean me vea completamente calva.
-Tienes razón. Eso es algo más de los seis meses de noviazgo. -bromeó Lorelai.
Olive se volvió a ver al par ahora de pie.
-¿Qué te pasa? -preguntó a su madre con preocupación.
-Agh. No lo sé. Es todo este amor alrededor, ¿sabes? -trató de sonreírle, pero en su lugar salió una mueca que no tranquilizó en nada a ambas niñas. -Pero, en fin, podríamos hablar de mi toda la noche, pero enfoquémonos en lo importante: la dama del momento. -sonrió con mayor honestidad hacia Rory. -¿Qué te pondrás con eso?
Rory miró Olive por un momento, sin saber si dejar pasar el problema de su madre, pero al ver la cara de 'ni idea' que la castaña portaba, lo dejó pasar.
-Acepto sugerencias. -suspiró. Yendo a buscar las únicas dos opciones que tenía para el vestido magenta que traía puesto.
-¿A dónde irán? -escuchó la voz de Olive preguntarles a gritos, desde el sillón.
-¿Por?
-Porque quiero saber. -renegó la otra Gilmore.
-Podrían confundirte con la decoración. -opinó Lorelai cuando llegó con ambas. -Tienes que estar preparada.
-Bueno... si tanto quieren saber, me va a llevar a Andeloro's. -sonrió felizmente la ojiazul. Parecía hacerle tanta ilusión la pequeña celebración de aniversario.
-Uh, ese lugar es elegante. -rio Olive, retorciéndose en su lugar.
-¡Romántico! -vociferó Lorelai en apoyo.
-Lo sé. -sonrió Rory.
-Wow. Será justo como la 'dama y el vagabundo'. Compartirán espaguetis, pero será un solo fideo. Y no se darán cuenta hasta que se encuentren a la mitad, y luego, él te pasará una albóndiga con la nariz y tú se la devolverás con la tuya. Luego, traerán la albóndiga a casa y la guardarán por años...
-Tiraré esa cosa en cuanto sea un portador potencial de hongos o salmonella. -indicó Olive, apuntando a su hermana con seriedad.
Rory rio entre dientes, levantando ambos suéteres para que alguna de las dos le dijera cuál usar.
-Ninguno. Usa tu abrigo. -habló Lorelai, acercándose para arreglar la flor que Rory portaba como collar, siendo parte de su vestimenta.
-¿Hola? -Desde la puerta, se logró escuchar la voz de Lane, entrando al hogar de las Gilmore con total libertad. -¡Oh, por Dios! -exclamó al ver a Rory en medio de la sala. Rory corrió con felicidad hasta el encuentro con su amiga, dejando a madre y hermana en la sala.
-¿Estás bien? -preguntó Olive a Lorelai cuando esta tomó asiento de nuevo a su lado.
-Por supuesto. -sonrió la mayor, pasando uno de sus brazos por los hombros de su hija. -¿Segura que quieres ir? -preguntó a la menor después de unos minutos. -Tal vez sea mejor que vengas a la cena conmigo.
Dejar que Olive fuera a la casa de un chico la estaba persiguiendo desde que su 'está bien' dejó su boca. Ya lo había conocido, sin embargo, no había hablado con él o convivido con él a diferencia de Dean a quien veía casi diariamente. Y el hecho de que fuera en la casa del muchacho aumentaba su inquietud, dejándose llevar por los múltiples recuerdos en los que ella misma visitaba la casa de Christopher cuando sus padres no se encontraban.
-Sí quiero ir. -dijo Olive. -Creo que es el único que podría ayudarme con lo de la beca.
Si es que esta aún es necesaria...
-Está Rory. -agregó Lorelai, esperanzada.
Olive frunció los labios.
-Como Rory hace tanto ejercicio...
-Bien. -Lorelai respondió, poniendo los ojos en blanco. -Oh, está Max también. Apuesto que él podría ayudarte. -mencionó al acordarse.
Olive dudó visiblemente; no conocía personalmente al maestro de Chilton, y seguramente sería muy incómodo tratándose de la hija de la que una vez fue su pareja.
-No creo que me sienta cómoda.
-Okey. -asintió Lorelai con lentitud. -Sabes que me puedes hablar e inmediatamente iré por ti, ¿verdad? Ni siquiera lo dudes.
-Gracias. -sonrió Olive, ajena a los demonios y preocupaciones que atormentaban a su madre.
Y como si se tratara del despertador en una mañana, Lorelai despertó de entre sus pensamientos al escuchar la bocina de un auto sonar a las afueras de la casa.
-¡Es Dean! -avisó Rory, caminando hasta reunirse con su madre, Lane siguiéndole.
-Quiero saber todo. -exigió la asiática.
-Yo también. -rio la ojiazul. -Adiós. -se inclinó para abrazar a Lorelai y se despidió con un gesto de mano de Olive y Lane.
-Adiós, cariño. No te olvides de la albóndiga. -le guiñó el ojo, juguetona.
-¿Albóndiga? -preguntó Lane.
-Algo de madre e hija.
-¡Adiós! -rio Rory, saliendo por la puerta para salir corriendo hasta el auto en el que Dean la esperaba.
-Bien. -suspiró Lane, posándose enfrente de las dos Gilmore restante. -¿Cuál de ustedes va a aceptarme por el resto de la noche?
Olive rio entre dientes, sin poder evitarlo.
-Ninguna a menos que quieras ir a Hartford y hacer esperar al futuro médico que te acompañará en el festival. -le dijo Lorelai, levantándose por las llaves para poder irse.
-Quiropráctico. -corrigió y se volvió a Olive. -De a poco disminuye sus expectativas.
-Siempre puedes ponerte en medio y "accidentalmente" arrojarte. -sugirió Olive con picardía, levantándose por su abrigo.
Lane la miró interesada. -Quizá me deje faltar si estoy hospitalizada. -consideró.
-Yo no creo. -opinó Lorelai, con lástima.
-Tienes razón. -suspiró la chica Kim con redición.
°*• ❀ •*°
Seamos honestos, Lorelai se encontraba más nerviosa que Olive cuando la menor tocó el timbre de la casa en medio de los suburbios de Hartford.
La de ojos castaños había insistido en que no era necesario que la acompañara a la puerta, pero ni loca dejaría que su hija pisara ese lugar sin antes asegurarse que los padres del chico se encontraban en casa.
Estuvo a punto de proponerle nuevamente a Olive en que la acompañara en la cena semanal en casa de Emily y Richard Gilmore cuando la puerta gruesa de madera se abrió, dejando ver el rostro alargado, sombrío y pálido de un hombre en el interior.
-Buenas noches. -saludó él con educación.
-Oh, buenas noches. -correspondió Lorelai con alivió de ver un rostro adulto. -Soy Lorelai Gilmore y ella es Olive. -introdujo, sin poder evitar la sonrisa que se asomaba por sus labios.
-Buenas noches. -saludó nuevamente él, ahora hacia Olive. La menor sonrió con dulzura, dispuesta a hablar, pero su madre la interrumpió.
-Es un gusto conocerlo, señor Dugray, y me encantaría poder conocerlo más, pero lamentablemente tengo que retirarme a.... atender otros asuntos. -rio, casi sin aire. -Bien. -se volvió a Olive, tendiéndole el teléfono celular. -Toma, el número de tus abuelos está agendado, por favor háblame para cualquier cosa. Cualquier cosa. Te quiero. Gracias, nos vemos.
Y así, con prisa, regresó al interior del automóvil para dirigirse a casa de los Gilmore para la cena a la que ya se le hacía tarde.
Olive vio a su madre retirarse y con un suspiro de arrepentimiento y ojos llenos de culpa, se adentró al lugar que resplandecía de lujos.
En cuento Lorelai se disponía a tocar el timbre de la casa Gilmore, la puerta se abrió sorprendiéndola, dejando ver a un hombre desconocido que le seguía una Emily Gilmore bastante seria.
-Lo lamento de nuevo, Chase. -le dijo la mujer al joven hombre, ignorando la presencia de su hija en la puerta.
-Para nada, Emily. Con permiso.
Lorelai vio irse al sujeto y se volvió a su madre, quien ya la veía, dura y seriamente. Lorelai podría decir que era su mirada usual, la de siempre, pero los ojos brillantes de impotencia de Emily le decían que estaba equivocada.
-¿Quién era él? -preguntó Lorelai, tratando de ser cuidadosa ante la tensa actitud que desprendía Emily.
-Chase Bradford. -contestó ella con frialdad. -Olvide por completo que lo había invitado a la cena hace unos días.
Con eso dicho, la mujer hizo su camino de vuelta al interior del lugar, dejando que la Gilmore de ojos azules la siguiera con confusión.
-Siéntate, Lorelai.
-¿Qué-
-Lorelai. -la voz de su padre la hizo saltar en su lugar. Era como volver a ser esa adolescente que era reprendida junto al muchacho que le gustaba a la edad de los dieciséis años.
Lorelai tomó asiento frente a sus padres en la sala que desprendía una tensión increíble.
-Estoukovich Belov nos llamó.
Lorelai frunció el ceño. -¿Kovy?
Richard Gilmore dejó salir un suspiro, casi pidiendo paciencia al cielo.
-Sabemos sobre la suspensión de Olive en su equipo deportivo.
-Oh, sí. Iba probablemente a comentarlo durante la cena... Voy a prepararme un trago. -hizo el intento de levantarse, pero la potente voz de su madre la congelo.
-¡Siéntate, Lorelai!
La menor frunció el ceño en disgusto. -Oigan, no es para tanto. Es solo una suspensión de tres prácticas, seguirá siendo parte del equipo e ira a todas las reuniones...
-Lorelai, me preocupa que no sepas la gravedad del asunto. Y la verdad una suspensión es lo de menos en este caso.
-Estoy muy confun-
-¿Sabes acaso la razón por la que suspendieron a Olive? -Lorelai quería contestar, pero el arrebato verbal de su madre se lo impidió. -¡¿O sabes de sus registros en la enfermería de esa escuela?! ¡El sangrado, los desmayos!
-¡Sí! -contestó Lorelai con la misma intensidad. -¡Es mi hija, por supuesto que sé!
-¡¿Y qué estás haciendo?! -gritó Emily, levantándose de su lugar. Lorelai la imitó, amabas encontrándose en medio de la sala.
-¡Lo que puedo!
-¡Esa niña está claramente enferma, Lorelai!
-¡Olive no está enferma, está perfectamente bien! -exclamó con una sonrisa tensa y descarada. -Solo no desayuno. La suspensión pasará y ella podrá competir de nuevo, se ganará la beca que tanto quiere e ira a Chilton con Rory.
-Lorelai. -llamó Richard desde su lugar en el sillón individual de la sala. Su tono en un volumen bajo, pero lleno de dureza. -Queremos que Olive se quede con nosotros.
Lorelai abrió la boca sorprendida, para después dejar salir una risa llena en negación. Pero al ver el rostro completamente serio de sus padres frunció el ceño con ofensa.
-Debe ser una broma.
-¿Por qué nos tomaríamos la vida de Olive como una broma? Tú eres la única que parece verla de esa forma. -dijo Emily con la misma crueldad de la que huía Lorelai en su niñez.
A Lorelai se le llenaron los ojos de lágrimas mientras que su garganta se secaba.
-No veo a Olive como ninguna broma. -bramó con frustración. -Es mi hija y ella va a estar bien conmigo. Conmigo. En Stars Hollow como debe de ser.
-Lorelai.
-¡Ella se quedará conmigo!
-¡Lorelai!
-Ella ve al consejero dos veces por semana. -exclamó, sintiendo como las lagrimas que contenía empezaban a deslizarse por sus mejillas. -Ira tres veces, cuatro, ¡las que sean necesarias! ¡Pero se quedará conmigo!
-¡Lorelai! -alzó la voz Richard, levantándose de su lugar para ponerse frente a su hija, quien estaba hecha un mar de lágrimas silenciosas. -Olive se quedará con nosotros. -decretó. -Se quedará con nosotros hasta que acabe la escuela. No hay ninguna clase de impedimento para que la veas o visites aquí. Pero no está a discusión, ella vendrá con nosotros.
Y tal cual se dijo, al finalizar la noche un auto pasó por Olive para dejarla en casa de sus abuelos. La castaña salió a prisa de la casa d ellos Dugray tan solo el mayordomo le hizo saber de que la esperaban abajo. Ni siquiera se detuvo a procesar que quien la buscaba era el chofer usual de sus abuelos y no su madre, solo se enfocaba en salir lo más rápido, pudiendo escuchar como Tristan aún la llamaba desde sus espaldas.
Dentro del auto solo pudo suspirar, sintiendo el ardor que sus ojos acumulaban por lo sucedido. Ciertamente la noche no había empezado de la mejor manera, pero su forma de acabar solo permitiría una noche en desvelo para las Gilmore.
Cuando su madre se terminó de alejar de la casa de los Dugray al inicio de la noche, se dirigió al hombre que les abrió la puerta.
-¿Señor Dugray?
-Me temó que el señor Dugray no se encuentra, sin embargo, el joven Dugray la espera en la planta de arriba. -habló él con un porte tan fino que intimidó un poco a la castaña. -Sígame por favor, señorita Gilmore.
Olive tragó, pasando al interior del lugar, logrando visualizar una decoración tan ostentosa como la que su abuela tenía en su propia casa. No estaba segura de qué había esperado ver en su lugar, pero eso no impidió que siguiera al que ahora sabía se trataba del mayordomo por las escaleras para llegar a lo que daba la sensación de ser un estudio, pero cuando se escuchó claramente el 'pase' del otro lado de la puerta, se dejó ver un cuarto con aspecto mucho más relajado que un estudio, más juvenil.
-La señorita Gilmore, joven Dugray. -anunció el empleado.
Tristan se volvió en cuanto escuchó esas pablaras, encontrando a la mencionada justo al lado del adulto, sonriéndole con su característica dulzura y amabilidad.
El rubio sonrió sin poder evitarlo.
-Gracias, Harold, yo me encargo. -le dijo, mientras se levantaba para llegar a lado de la castaña. El chico tropezaba descuidadamente en su camino, como un pequeño vistazo del nerviosismo que llevaba consumiéndolo desde esa mañana.
-¿Le gustaría que trajera unos bocadillos? -ofreció Harold.
Trsitan se volvió a ver a Olive, preguntándole con la mirada. Olive abrió la boca, lista para declinar la oferta, pero las palabras de Kovy gritaron en su mente como primer aviso.
-Claro. -aceptó, con duda, pero aceptó.
Tristan sonrió y, después de decirle unas palabras más al hombre, este se retiró, dejándolos solos en la habitación.
Solos.
Olive trató de convencerse que visitar la casa de Tristan era igual que visitar la casa de cualquiera de sus otros amigos, pero no era así. No se sentía de ninguna manera parecida y empezaba a volverla loca.
-¿Tu cuarto? -preguntó Olive como recurso de salvación ante sus insistentes pensamientos, mirando su alrededor con duda al no llegar a encontrar una cama en el lugar.
-Ah, casi. -dijo Tristan, encogiéndose de hombros. -Pero paso la misma cantidad de tiempo aquí que allá. -aceptó al meditarlo, no mencionando que se trataba del cuarto de juegos en el que había prácticamente crecido.
-Es enorme. -murmuró ella, encontrando la habitación casi el doble de tamaño que la suya.
Constaba de sillones dirigidos a un televisor bastante grande, con un extenso equipo de sonido debajo de ella; las paredes estaban recubiertas por un color rojo que casi no era notorio por la cantidad descomunal de cuadros con fotografías y posters que descansaban sobre esta.
-Sí... -coincidió Tristan, generando un silencio incómodo que solo hizo que se quisiera golpear por tonto. -Yo... Am- te ves muy linda.
Olive se volvió a verlo, alcanzando a ver como el rubio apretaba los ojos como si hubiera dicho la peor maldición enfrente de un sacerdote. Ella sonrió.
-Gracias. -le dijo, mirando con algo de vergüenza el atuendo al que no le puso tanta atención como en su primera cita.
Primera cita.
¿Esta reunión contaba como una segunda cita?
Olive tragó.
La Gilmore empezaba a darse cuenta como todo lo que conllevaba estar con Tristan y su compañía la hacían cuestionarse hasta el más mínimo detalle.
Repentinamente ya no se sentía tan linda.
Pero él creía que sí.
-Em... ¿Esas son tus cosas? -la voz de Tristan la sacó de sus pensamientos.
Olive giró su vista hasta la carpeta que traía consigo, dentro contenía una copia de toda la papelería que había entregado para la inscripción de la beca más la actualización de sus actividades y calificaciones. El caro cuero de la carpeta contrastaba totalmente con los cálidos colores que transmitía Olive con su ropa y personalidad, notó Tristan.
-Oh, sí, sí. -rio ella con nerviosismo, entregándosela. Tristan le hizo la señal para que tomara asiento en cualquier sofá del lugar, pero la sorprendió siguiéndole, sentándose justo a su lado en el sillón largo de color verde. -Son las... -aclaró su garganta. -Clases que tomo y mis notas... -terminó en un pequeño susurro, cayendo en cuenta que tal vez no debió traerlas. Mostrarle sus calificaciones a Tristan significaba que viera las letras que dictaminaban su vida actual y futura. Significaba mostrar una de sus más grandes inseguridades, enseñar lo poco que sus esfuerzos significaban para una institución de bajo nivel como lo es la preparatoria publica de Stars Hollow. Era exponer que no era tan lista como Rory.
En un impulso, arrebató la carpeta de las manos del rubio, haciendo que este la mirase con confusión. Olive tragó, pegando la carpeta a su pecho, en un pobre intento de proteger su poco intelecto.
-¿Qué es eso? -soltó, desviando completamente el tema.
Tristan alzó una de sus cejas, pero se volvió a ver lo que la castaña apuntaba con timidez; una pila de cintas de películas que se habían acumulado con los años.
-La colección de películas. -respondió él, girándose a verla, alcanzando a ver como ella ocultaba con lentitud la carpeta a sus espaldas, pero sin mencionar nada al respecto.
-¿Películas? -a Olive le brillaron los ojos con la solo mención de ellas. -Veamos una. -sonrió anchamente, levantándose de su lugar para inspeccionar la cantidad y selección de cintas que había, recuperándose del bajón emocional que solo sus pensamientos podían causar. -¡Tienes la princesa prometida! ¿Podemos verla?
Tristan se sintió encoger, viendo como Olive se le acercaba sonriente con la caja del video en mano y se sentaba a su lado, sentada sobre sus pies, una pose laxa que trajo una paz que Tristan no sabía que necesitaba.
Tristan sonrió, acomodándose para poder verla de frente.
-¿La princesa prometida, Gilmore?
La sonrisa de Olive no hizo más que agrandarse al escuchar el tan familiar apodo, sintiendo como un agradable calor la envolvía. Asintió efusivamente, demostrando su emoción por el filme.
-"Como desees". -aceptó, citando la famosa película.
Olive festejó, dejándose caer en el sofá mientras Tristan se levantaba para poner la cinta.
-Tengo que admitir que es una muy buena película. -habló el rubio.
Olive sonrió. -Por supuesto que es una buena película. Tiene amor, acción, misterio, fantasía, es de época. El paquete completo.
-A ese paquete le falta terror, Gilmore.
-El terror no es parte de mi paquete, Dugray.
Tristan sonrió.
Era extraño como su apellido sonaba y le era tan indiferente cuando otras personas lo decían, pero proviniendo de la voz de Olive indiferencia era lo que menos sentía.
-¿Te asustan las películas de terror? -rio él, volviendo al sillón.
-No... no son mis favoritas. -contestó la castaña en un murmuro que causo tanta ternura al de Chilton. Era claro que le asustaban.
-¡Veamos pesadilla en la calle Elm! -exclamó el chico con burla.
-¡Basta!
Tristan soltó una risotada que solo fue interrumpida por el llamado de Harold a la puerta del cuarto
El rubio lo dejó pasar, mientras trataba de controlar la risa que lo invadía.
El hombre entró con una bandeja llena de comida en manos; por un momento Olive se arrepintió de haber aceptado comer, pero iba a estar bien. Tenía que estar bien.
El carraspeo insinuante del mayordomo llamó la atención de ambos adolescentes.
-Tiene un invitado más, joven Dugray. -habló él, para después hacerse a un lado y dejar ver a una pequeña cosita marrón en el suelo del pasillo.
-¡Un gatito! -exclamó Olive enternecida, corriendo hasta encontrarse de cuclillas frente al animal tan chiquito. -Tienes un gato. -realizó, volviéndose a ver al rubio con una enrome sonrisa. Tristan le dedicó una sonrisa de labios apretados, para después agradecerle al adulto y que este se retirara. -¿Puedo cargarlo? -le preguntó Olive, aún ensimismada con la pequeña criatura.
El chico se dirigió al sillón diciendo: -Claro.
Olive tomó al gato con la misma delicadeza con la que el viento toca una pluma y lo colocó entre sus brazos.
-No me dijiste que tenías una mascota. Nosotras tuvimos un hámster llamado Skipy, pero cada vez que mamá metía la mano a su jaula la mordía. -rio. -Decía que se burlaba de ella y dejo de limpiar su jaula. El pobre Skipy vivió entre caca, y mamá se quejaba de que olía mal y le metía Kleenex de los aromatizados. A fin de cuentas la jaula se llenó y Skipy a penas se lograba mover. Luego llevó la jaula al lugar donde lo compramos, espero hasta que el vendedor se alejara, la dejó en el mostrador y se fue. -rompió en carcajada mientras acariciaba la cabeza del minino que empezaba a ronronear contra su suéter. -Ni loca tendría a otra mascota en casa.
-¿Y eso cuando fue?
-No lo sé, tal vez hace cinco o seis años.
-Oh, ¿por eso el voluntariado en el refugio? -Olive se volvió al chico que ahora hojeaba la carpeta que había traído con ella. Y su sonrisa se esfumó. -Una acción muy noble. -felicitó él. -Les encantará.
Cuando el rubio levantó su vista de los papeles solo pudo apreciar un rostro completamente pálido de parte de la castaña. El chico inclinó su cabeza en confusión, ella parecía que fuera atrapada haciendo el mayor delito a penalizar, distinguiendo la vergüenza en sus ojos.
-¿Qué pasa? -preguntó, sin dejar de verla. -¿Te da pena, Gilmore? -quiso jugar para que volviera esa mirada que tan bien conocía, la mirada tenas y colorida que los cálidos ojos de la castaña solo lograban descolocarlo. Pero no sucedió. El silencio de Olive permaneció por unos segundo que preocuparon a Tristan, sin saber él qué hacer con exactitud. -Es estupendo. -Indicó, señalando el archivo. -Las actividades son variadas y tu distinción atlética tiene buenas recomendaciones. -siguió, acercándose a la chica con lentitud hasta tenerla frente suyo y poder retira el animal somnoliento de sus brazos para pasarlo al sofá. -Bien hecho, Gilmore. -sonrió ladino.
Al pecho de Olive empezó arder con tan solo mirarlo; ninguna de sus palabras habían sido dirigidas a sus calificaciones y no podía estar más agradecida por ello. No le interesaba si las había siquiera alcanzado a ver, pero su visto bueno hizo que un peso que no sabía había estado cargando desapareciera.
-Gracias. -logró susurrar en respuesta.
-De nada. -imitó él el tono de la chica, logrando que Olive se destensara y pusiera los ojos en blanco, reteniendo la sonrisa que quería estirar sus labios. La sonrisa de Tristan se agrandó en cuanto la vio y no pudo evitar analizarla. Su rostro antes pálido había adquirido un rosado bastante lindo, hacia ver a sus mejillas más redondas y llenas, apretables. El chico quiso reír ante ese pensamiento. Mientras que los de Olive se debatían entre ver concentrase en los azulados ojos del rubio o los labios sonrientes que solo hacían a su mejillas sonrojar más. No tuvo que pensarlo mucho para que sus propios labios dejaran salir un:
-Bésame.
La petición de la castaña dejó completamente helado al chico, eliminando todo rastro de diversión que antes rondaba su rostro. Tragó, tratando de deshacerse de la repentina sequedad que lo abordó.
-¿Có-cómo? -balbuceó.
-Bésame. -repitió ella, ahora en un tono más seguro, antes de añadir un pequeño 'por favor' que solo causo ternura y diversión al rubio.
Soltando una pequeña risa, él dijo: -No lo sé, Gilmore. Te he hecho caso antes y no ha salido bien. -jugó, logrando contagiar a la chica enfrente suyo.
-Bueno, la tercera es la vencida. -bromeó ella, luchando con la vergüenza que volvía a ella. -Tercera, ¿verdad? Mi terrible consejo del baile, la bicicleta en el otro día... Síp, es la-
Y sucedió. Sin siquiera dejarla acabar la frase, Tristan estampó sus labios contra los suyos. Y a diferencia de como había pensado, en una de sus tantas trasnochadas, sus labios se sentían con una firmeza completamente opuesta a la imagen despreocupada que siempre portaba. Era como si de pronto sus sentidos se agudizaran a a un trecientos porciento, permitiéndole percibir hasta la delicada caricia que otorgaba el pulgar del chico en su hombro derecho, junto al agarre que mantenía para tenerla cerca.
Olive no dudó en responder al beso, después de todo, ella misma se lo había pedido. Se empujó a ella misma hacía él, levantando tanto como pudiera la barbilla, en un intentó de disminuir la distancia que la diferencia de altura les daba.
Entre todas las cosas que Olive había probado, desde la danza hasta las matemáticas, desde el baloncesto hasta repostería, desde la física hasta literatura, nunca había sentido la misma sensación de descubrimiento como con ese beso, el simple tacto de unos labios que convirtieron todo en más complicado, más real y palpable. Si tan solo pudiera repetir esos pequeños segundos otra vez; esa diminuta cantidad de tiempo que pasó cuando sus labios se separaron y sus alientos se entremezclaron, cuando sus frentes se buscaron la una a la otra en desespero por apoyo y estabilidad, ese momento en el que sus ojos se volvieron a ver como la primera vez; si tan solo pudiera repetir esos pequeños segundos antes de los ojos azules de él chocaran con los ojos marrones de ella, antes de ese mar traslucido buscara chocar con otras agua en lugar de la tierra frente él, antes de que esos labios se abrieran una vez más para soltar el nombre de los ojos azules con los que antes añoraba y no los cafés que le anhelaban; antes de que la A superara a la B.
-Y-yo... -tartamudeó el chico al ver su error, pero antes de que pudiera seguir hablando o si quiera acomodar sus pensamientos, Olive había salido del cuarto de juegos con una prisa digna de una atleta.
Entre su carrera, chocó con el pecho de Harold, quien se dirigía a tocar la misma habitación de la que ella huía.
-Señorita Gilmore. -exclamó él con sorpresa. -Justamente me dedicaba a llamarle, vinieron a buscarla.
-Estupendo. -soltó ella con debilidad, caminando con prisa hacía la salida.
-¡Olive! -podía escuchar la voz del rubio a sus espaldas, pero no estaba dispuesta a mirarlo, no queriendo encontrarse con una mirada de lastima o probable decepción. Solo se enfocó en seguir su camino hasta el auto en la entrada de la casa Dugray y alejarse lo más pronto posible.
Los dieciséis minutos que serían hasta la casa de sus abuelos parecían horas en su cabeza, horas en las que sus ojos muy a penas lograron retener el liquido salado que deseaba tanto salir. Pero no salió, ella no lo dejó hasta que las noticias fueron expulsadas por los labios de su madre en medio de la sala ese viernes por la noche.
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•. ° . . .
. . . *. • . • . . • ° .
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. ° . °.
*se esconde*
Sé que tendrán ganas de matarme, pero ni siquiera les contaré la travesía que ocurrió.
En fin, vayamos a lo que extrañé más, preguntaaaas.
¿Les gustó?
¿Qué piensan de Olive en las porristas y su suspensión de voleibol?
Introduje a Janie, ¿qué piensan de ella?
Kovy y Linsday, ¿opiniones? ¿No? yo tampoco.
¿Olive se irá de Stars Hollow?
Tristan.
Ah ya, díganme todo lo que piensan. Quiero saberlo todo. Me emociona que haya tanta gente nueva, holi. Y más que Olive haya crecido tanto en este tiempo que no estuve.
Espero en serio que todxs hayan entendido que Tristan soltó el nombre de Rory después de haber besado a Olive ;-;
Luego veremos qué procede de ahí.
Me doy cuenta que este cap estuvo bien triste jajajsj
Eh , está bien difícil describir algo que no has vivido. Nunca he besado a alguien, y la neta no tengo ninguna curiosidad o necesidad de, así que perdón si la descripción esta media a la ahí se va, fue la única manera en que me acomode jiji
En fin, espero les haya gusta y lo hayan disfrutado. Gracias a mi gran ausencia, toda la semana estaré actualizando la mayoría de mis historias (tal vez solo las de Gilmore Girls jiji), para que estén al pendiente si es que siguen alguna de ellas.
(*): es la frase que viene en el primer apartado de Olive. A que no se esperaban que fuera en esta clase de situación jsjsj.
Nos leemos en el siguiente capítulo. ¡Chau!
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