𝟎𝟏𝟎 | 𝐒𝐢𝐧 𝐓𝐚𝐫𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐌𝐚𝐧𝐳𝐚𝐧𝐚
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—Olive, ¿dónde está Rory? —escuchaba entre sueños. —Olive.
La Gilmore de ojos castaños gimió al abrir los ojos por las sacudidas que su abuela proporcionaba con desesperación.
—Está aquí. —gruñó Olive, tratando de ignorar el movimiento insistente que Emily Gilmore hacía en sus hombros para volver a dormir.
—¿Dónde está Rory?
Con un suspiró, Olive se enderezó en su cama, y frotándose los ojos, apuntó a la cama de a lado. —Está justo... ahí.
Para la sorpresa de Olive, la cama de a lado estaba completamente vacía, con sus cobertores aún tendidos y almohadas ordenadas.
—¿Dónde está? ¿La viste llegar a noche? —hablaba Emily con desesperación en su voz, las arrugas de preocupación enmarcando su rostro.
—Y-yo, em, n-no, creo que no. —tartamudeó Olive por la presión y sorpresa de que su hermana realmente no se encontraba en casa. —¡Mamá! —llamó Olive con temor, levantándose del colchón para dirigirse a la sala donde su madre había pasado la noche. —¡Mamá!
—¿Qué? ¿Qué pasó? —balbuceó Lorelai, reaccionando con rapidez ante el llamado desesperado de su hija.
—Rory no está. —dijo Emily detrás de Olive.
—¿Qué Rory qué? —gimió Lorelai, levantándose del sofá.
—Estuve en esa silla toda la noche. Me quede dormida y cuando desperté eran las cinco treinta de la mañana y Rory no está aquí. —contó con firme preocupación.
—¡Rory! —llamó Lorelai, caminando hacía el cuarto que Olive compartía con la Gilmore faltante.
—No está. ¿Me estás escuchando? —habló Emily, siguiéndola. Cuando Lorelai llegó a la habitación, solo encontró la cama desordenada de Olive y la pulcramente tendida de Rory. —¿¡Dónde está el teléfono!? Hay que llamar a la policía.
-¿Dónde está tu hermana? -habló Lorelai, dirigiéndose a Olive, quien estaba cerca de la cafetera de la cocina. -¡¿Dónde está Rory?!
—N-no, no lo sé. —tartamudeó Olive, nerviosa por la situación y ser el punto de enfoque. —Llegué de con Kovy y Lindsay y tú ya estabas dormida, la abuela estaba en la silla aún despierta. Eran como las nueve. -habló con rapidez, intercalando su mirada entre su madre y abuela, ambas mujeres se veían desesperadas. —Tal vez esté con Lane. —dijo como posibilidad de dónde se encontraría su hermana.
—Sí. —suspiró Lorelai. —Sí, tal vez está con Lane.
—¿Jane? —habló Emily, confundida.
—Lane. —corrigió Lorelai. —La amiga de Rory, tal vez pasó la noche con ella.
—Bueno, llámala. —exigió Emily. —¿Por qué no te avisó?
—No sé, mamá. —Lorelai recorrió la cocina abrumada, en busca del teléfono.
—¿Qué estás haciendo? ¡Llámala!
—¡Estoy buscando el teléfono!
—¿Por qué nunca limpias esta casa? —habló Emily, siguiendo a Lorelai hasta la sala. —No hallas el teléfono en una emergencia. ¿Y si hubiera un incendio? ¿O si una de las niñas se atragantara?
—Mamá, deja de gritar. —pidió Lorelai con desesperación.
—¡Rory desapareció! —gritó.
—Ya lo sé, pero que me grites no me ayuda en nada. —para la suerte de las Gilmore, el sonido del teléfono interrumpió la discusión. Lorelai se apresuró a seguirlo y tomar el aparato del sofá y contestar. —¿Rory? —habló con esperanza, pero en su lugar se trataba de la Sra. Patty, quien le informó sobre la ubicación y estado de la menor de ojos azules. —Rory está bien. —avisó a su madre e hija, quienes la veían expectantes.
—¿Dónde está? ¿Qué pasó? —preguntó Emily.
—Ella y Dean estaban con la Señorita Patty. —hizo saber, tomando asiento en el sillón de la sala; tenía que calmarse después del susto con el que había despertado.
—¿Y qué es eso? ¿Un motel? —Emily frunció el ceño.
—Es el estudio de baile. —habló Olive, dejando su puesto en el arco de la entrada para acercarse a ambas mujeres.
—Sí, era Patty. Dijo que los halló dormidos y los despertó, y Rory viene para acá. —relató Lorelai.
—¿Y en qué estado los encontró? —inquirió Emily. Olive se tensó por el tono de su abuela y que la llamada sobre Rory la había puesto más alterada.
—No lo dijo, ¿si? Vamos a calmarnos hasta saber lo qué pasó. —dijo Lorelai, empezando a sospechar lo que su madre sentía en esos momentos, un deja vú decepcionante.
—¿Qué quieres decir? Sabemos lo que pasó. —exclamó Emily.
—No, no sabemos. —Lorelai se puso firme, levantándose del sofá.
—¡Estuvieron juntos toda la noche! —gritó Emily.
Olive abrió grandemente los ojos al captar lo que su abuela insinuaba. La Gilmore de ojos castaños nunca había pensado qué eso podría pasar, es decir, se trataba de su hermana, Rory, la niña más sensata e inteligente que conocía; era imposible que Rory hubiera sido capaz de algo así.
—Iré a preparar café. —declaró Lorelai en tono bajo, tratando poner fin a las palabras de su madre.
—Lorelai Gilmore, te he visto hacer cosas estúpidas en la vida y me he mordido la lengua. —dijo Emily, siguiendo a la de ojos azules a la cocina. -Pero no me quedare sin hacer nada y que dejes que esa niña arruine su vida.
Olive recordaba perfectamente cuando su madre les habló sobre los anticonceptivos y los muchachos; tener una madre que quedó embarazada a los dieciséis traía consigo eso en el paquete. Rory y ella habían discutido sobre eso incontables veces en la privacidad de su cuarto, ambas habían compartido sus dudas y pensamientos sobre la famosa primera vez y todo eso, sabían que las dos querían que fuera seguro y agradable, y por supuesto, que su madre estuviera al tanto. A Lorelai no le importaba si decidían tomar ese pasó o no, solo quería cuándo, si sí querían, ella quería saber cuándo, eso es todo. Y por supuesto que el involucrado y ellas tomaran las protecciones adecuadas. Y ella sabía que Rory no lo haría, no estaba lista, era solo una niña. Pero su madre gritándole las posibilidades de que eso pasara en su cara realmente la ponían de muy mal humor.
—Mamá, basta. —pidió la ojiazul, abriendo el refrigerador en busca de la bolsa de granos de café que guardaba ahí con la teoría de que tenían un sabor más fresco y como de recién hecho.
—Pasó la noche con ese muchacho, con la que la dejaste confiadamente ir al baile. —lamentablemente, la noche anterior, Emily no había tenido la mejor de las impresiones con Dean, ya que este había acordado con Rory en tocar la bocina del auto para que la niña saliera y ambos se fueran al evento. Pero Emily apreciaba la caballerosidad, algo que el chico del supermercado no mostró al sonar la bocina en lugar de ir a la puerta.
—Por el amor de Dios, no discutiré esto contigo.
—Está haciendo lo mismo que tú. -siseó Emily.
—No, no es cierto.
—Quedará embarazada.
—No lo hará. —Lorelai la miró fijamente antes de tomar la cafetera para ir a llenarla de agua en el lavabo de la cocina.
—Va a arruinarlo todo, igual que tú lo arruinaste. ¿Cuánto falta para Olive sea la siguiente?
—¡No lo hará! —gritó Lorelai con desesperación, soltando la cafetera. —¡No lo hará! ¡Rory es una niña buena, mamá! ¡No es como yo! ¡Ni siquiera pienses en meter a Olive a esto! ¡No pasará!
—¿Qué clase de madre eres que permitiste que esto pasara?
—No lo sé, mamá. ¿Qué clase de madre fuiste tú?
—Vas a perderla, vas a perderla igual que yo te perdí a ti.
—No voy a perderla. ¿Me oyes? Aunque yo no me hubiera embarazado, tú sí me habrías perdido. ¡Yo no tenía nada en esa casa! ¡No tenía vida, no tenía aire! ¡Tú me asfixiabas! ¡Yo no asfixio a Rory o a Olive!
—Oh, y eres tan perfecta y yo era tan horrible. —cantó con sarcasmo. —Fuiste a las mejores escuelas. Te di lo mejor de todo. Vi que tuvieras las mejores oportunidades y estoy tan harta de oír que te sentías asfixiada y de que yo te controlaba. Si fuera tan controladora, ¿por qué no pude evitar que te fieras y que te embarazaras y arruinaras tu vida?
—Vete. —lloró Lorelai.
—Me llevaré a Olive conmigo.
—¿Qué?
—No permitiré que Olive se quede aquí. Ella tiene potencial y si una ya quedó embarazada no dejaré que este circulo vicioso la consuma a ella también.
—¡Vete! —gritó Lorelai entre lagrimas. -—No puedes venir a mi casa a decirme cómo arruiné mi vida, y aún delante de mi hija. —señaló a Olive, quien contemplaba la discusión desde el arco de la entrada de la cocina. —Mira a tu alrededor, mamá. Esto es vida. Tiene un poco de color, aunque te parezca raro. Pero es una vida. Y si no me hubiera embarazado, no tendría a Olive y Rory.
—Sabes que no me refiero a eso. —dijo entre dientes.
—Quizás yo fui una niña horrible y descontrolada como dices, pero Olive no lo es, Rory no lo es. Son listas y cuidadosas, y confió en ellas. Estarán bien. ¡Y si no puedes aceptar o creer eso, entonces no te quiero en esta casa!
Emily se fue después de eso, pasando a lado de Olive sin decir absolutamente nada.
Olive se encontraba estática en su lugar, sin saber qué decir a continuación. Pero se decidió por acercarse a la gaveta y sacar dos tazas para café, el cual se veía muy merecido después del arrastre que les habían metido. La castaña se detuvo abruptamente en su lugar al ver atravesar la entrada de la cocina a Rory, aún con el elegante vestido con el que había salido la noche anterior.
—Mamá, gracias por decir todo eso... —empezó, pero fue interrumpida por la voz angustiada de Lorelai.
—¿En qué estabas pensando? No viniste en toda la noche, ¿estas loca?
—Lo siento. Fue un accidente. —dijo, el rostro contrayéndose de arrepentimiento.
—Estas hablando con la reina de las salidas. Yo invente el concepto. ¡Esto no es un accidente! ¡Tú no puedes hacer eso! ¡Punto! —gritó firmemente, haciendo su camino hacia Olive con la cafetera llena de agua, tomó una de las taza que la castaña tenía entre sus manos.
—No pasó nada. —lloró Rory, apretando más fuerte sus brazos a su alrededor.
—¿Tienes alguna idea de lo que es despertar con mi madre aquí y ver que no llegaste a casa a dormir? —alzó los brazos, casi golpeando con la taza que tenía en una de sus manos a Olive, quien estaba a su lado.
—¿Entonces todo esto es porque la abuela estaba aquí?
—¡No! Es lo horrible que se siente cuando tu hija no está en su cama por la mañana y nadie sabe qué pasó.
—Lo siento.
—¡Y también es por un diferente tipo de terror cuando sabes que pasó la noche con un muchacho!
—No pase la noche con él. Nos quedamos dormidos. —trató de razonar Rory.
—¡Tomarás la píldora! ¡Todas aquí tomarán la píldora! —declaró, alejándose hacía el otro extremo de la cocina mientras observaba a sus dos hijas. —¡No quedarás embarazada! —miró a Rory con firmeza.
—¡No me estoy acostando con Dean!
—¡Dime la verdad!
—¡Es más probable que Olive quede embarazada antes que yo!
—¡Ella no pasó la noche fuera con un muchacho!
—¿Y todo lo que le dijiste a la abuela? La confianza en mi, ¿a dónde se fue todo eso?
—En las colchonetas de yoga de Patty.
—¡Esto es patético! —exclamó. —Sabes que yo no hice nada. Sabes que fue un accidente. Estás furiosa porque metí la pata frente a la abuela y ella te lo echó en cara. Bien, pues lo siento. ¡Siento haber metido la pata, y lamento que te hayan gritado, pero yo no hice nada, y lo sabes!
—Rory-
—¡Oh, cierra la boca! —cortó el intentó de hablar de Olive.
—¡No le grites a tu hermana! —reprendió Lorelai, conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir, haciendo que Rory gimiera con frustración y se dirigiera a su habitación, azotando la puerta con fuerza al entrar.
°*• ❀ •*°
—¿Crees que yo quedaría embarazada antes que Rory?
—Oh, cien por ciento.
—¿Qué? ¿Por qué? —Olive se encontraba en una de las bancas que cubría el terreno de la iglesia de Stars Hollow, Kovy junto a ella.
—Sé que no parece, pero eres muy organizada para algunas cosas. —habló el rubio, tomando un sorbo del chocolate caliente que tenía entre sus manos. Por otra parte, Olive tenía con ella un café.
—Ignorare por completo que dijiste que parezco descuidada. ¿Qué tiene que ver el embarazo con que sea organizada?
—Bueno, sé, que en cuento tengas novio queras... em, experimentar ciertas... cosas con él y...
—Tener sexo, Kovy, no tenemos tres años. —Olive rodó los ojos por el parloteo.
—Bueno. —exclamó. —Sé que querrás hacerlo con él- ¿sique siendo un él?
—Sí, sigue siendo él.
—Bien, solo verificaba. Sé que tendrás curiosidad y lo harás.
—Claro que no. —rio entre dientes, sorprendida. —No lo haría con cualquiera.
—No estoy diciendo que con cualquiera. —aclaró Kovy. —Digo que con tu novio; no sería cualquiera, es alguien de confianza, asumo.
—Pero tal vez no lo haga con él. Y además, no significa que quede embarazada.
—Y aquí es donde entra tu mente paranoica. Tú, amiga mía, siempre haz querido ser mamá y no me sorprendería que te embaraces a los meses de casada.
—Si bueno, pero ella dijo: "es más probable que Olive quede embarazad antes que yo". ¿Eso qué significa? No soy tan torpe. Digo, me cuidaría y todo.
—Tal vez no es eso. —se apresuró a decir. —Ella sabe-¿Ella sabe que quieres tener hijos? Espera, ¿ella quiere tener hijos?
—Em, sí, ella sí sabe que quiero, y no, no tengo idea de que si ella quiera tenerlos.
—Bueno, ahí está. Sabe que los quieres y probablemente los tendrás antes que ella. Tan-tan. —sonrió satisfecho por su conclusión. Olive rodó los ojos con fastidio. —Oye, ¿aún ayudarán para la obra de navidad?
Olive suspiró. El voluntariado para la obra navideña anual se veía como un escenario demasiado tenso para las Gilmore en ese momento; Lorelai y Rory seguían afectadas por la discusión que había tomado lugar en su casa el día anterior y Olive no veía la hora para que todo eso acabara. La felicidad de su reciente victoria en las nacionales se fue en picada después de la delicada situación en su hogar.
—Creo que sí, digo, ninguna se va a negara a ayudar, pero me temo que en cualquier momento el muñeco del niño Jesús puede salir volando para golpear a alguna de ellas. Probablemente yo sea la responsable de ello. —admitió con indiferencia.
—Bien y... ¿Dean?
—No sé, escuché a Babbette decir que el chico tenía narcolepsia. —Kovy se carcajeó fuertemente, casi derramando la caliente bebida que ya llevaba por la mitad.
—Ay... —suspiró con una sonrisa cansada. —Apuesto que ya no te cae bien, ¿eh?
—Oh, como si a ti te cayera tan bien.
—Sí, nunca he sido fan de Chicago. —sonrió divertido. —¿Y ahora?
—Ahora... ahora hay que buscar los regalos de navidad. ¿Qué le darás a Nana? —preguntó, llevándose el café a los labios.
—Lo de siempre. -se encogió de hombros. —Un kvas.
Olive frunció los labios. —Supongo que no le puedo dar a la abuela un kvas.
En años anteriores, la elección de regalo para los abuelos de las Gilmore se limitaba a un jarrón lo suficientemente caro para que acompañe la ostentosa decoración del hogar en Hartford. Pero ese año, Olive no quería recaer en el mismo jarrón ahora que la relación con sus abuelos se había vuelto más intima.
—¿Cuánto tienes?
—Como ciento cincuenta dólares. —el rubio se volvió a verla con incredulidad por la cantidad de dinero. Olive se preguntó si era porque se trataba de mucho o poco dinero.
—Sí, creo que es mejor que nos pongamos a buscar ahora.
Olive suspiró con derrota, una nube de humo saliendo de su boca por el frío clima del pueblo, y se levantó con el ruso para emprender la búsqueda de un regalo adecuado.
°*• ❀ •*°
—¿Joyería?
—¿Qué clase de joyería podría costear con ciento cincuenta dólares?
—¿De fantasía?
Olive gimió con estrés. —Voy a llorar.
—Lloras y me largo.
—¡Ayúdame! Por algo vienes conmigo.
—Ok, gracias por admitir que el del buen gusto soy yo. Pero, linda, tus malas vibras realmente están afectando a mi humor.
Olive volvió a gemir aún más alto, atrayendo miradas de las personas que deambulaban por el centro comercial.
—Bien, bien. ¿Qué opciones tenemos? —suspiró.
—Bien, ya descartamos joyería, muebles y decoración del hogar. ¿Qué tal... cocina?
—Quiero algo para ella, no para su casa. De igual forma ella a penas y se mete a la cocina.
Kovy puso los ojos en blanco, fastidiado. Los dos adolescentes llevaban dos horas buscando qué obsequiarle a la abuela de Olive.
—¡Ropa! —exclamó repentinamente. Olive se volvió a verlo con interés, parando a considerar lo que el rubio proponía.
—Puede ser...
—Sí, andando. —la tomó de la muñeca y la arrastró hacía la primera boutique, una sonrisa plasmada en su rostro. Si para algo era bueno Kovy, además de lucirse en la pista de baile, era en el área de vestimenta.
No era un secreto para nadie que el chico mantenía una afición por los trajes elegantes, cosa que a Olive siempre le a parecido divertido e incluso adorable.
No pasó mucho tiempo después para encontrar una pieza que satisfacía a ambos; un traje de falda color pistacho con detalles negros, algo que seguramente Emily Gilmore usaría.
Cuando Olive se encontraba guardando el conjunto en una de las cajas de regalo que había encontrado en casa, se paró a analizar las últimas palabras que su abuela había dicho durante la exaltación de días atrás. Su madre siempre a mostrado esta actitud reacia hacia establecer una relación con su abuela y por un momento comprendió el temor de Lorelai; su abuela había dicho muchas cosas hirientes en la pelea. Y cuando mencionó llevar a Olive con ella, se asustó. Olive amaba a su abuela, y en cualquier otro momento no tendría inconveniente alguno de vivir con ella, pero en ese momento se sentía como un arrebato, un ataque. A pesar del abrumado sentimiento no creyó que la disputa abarcaría hasta la cena navideña de los Gilmore, y ciertamente no creía que esto conllevaría que su madre fuera 'desinvitada'.
La noche de la fiesta, Olive se preparaba, portando un vestido negro de manga larga que poseía un escote recto y dejaba a la vista sus hombros.
—Em, ¿rojo o azul?
Olive apartó la vista del broche del collar de perlas que ya se había acostumbrado a usar, para dirigirla hasta Rory, quien le mostraba dos vestidos, ambos aterciopelados y aptos para el invierno.
Las hermanas habían tenido una tensión palpable el día siguiente a la discusión, pero fue superada en cuanto Olive encontró a la de ojos azules llorando esa noche. Muchas veces eran el trio Gilmore, pero a veces el trio se convertía en un dueto del que Olive muchas veces no era parte. Acostumbraba a ser solista. Por suerte tenía a Kovy para acompañarla, pero en esa ocasión, en la que las menores se preparaban para dormir y escuchó un leve llanto de la primera cama individual, fue parte de un dueto del que no sentía formar parte hace mucho tiempo. Olive se había escabullido hasta la cama de Rory y ambas entrelazaron sus brazos, la triste ojiazul quedando dormida mientras que la castaña solo relataba las múltiples desventajas de no poder comer chocolate para distraerla.
—Rojo. —apuntó. —Se ve más festivo.
Rory sonrió y echó otro vistazo al vestido recomendado por su hermana. —Bien.
Olive terminó por colocarse los zapatos y accesorios y salió de la habitación hasta la sala del hogar, lugar donde encontró a su madre en pijama viendo la televisión.
—¿En serio no iras? —murmuró con pesadez, tomando asiento a lado d ella.
—No fue mi decisión, linda. —suspiró Lorelai, saltando entre los canales.
—No creo que lo dijera en serio.
—Sí, fue en serio.
—Quizás... quizás lo dijo en serio en el momento, pero no será lo mismo cuando nos vea llegar sin ti. —insistió, apoyado su cabeza en el hombro de su madre.
—Oh, cariño. —habló, acariciando los cabellos castaños perfectamente peinados en ondas. —Sé que te agrada tu abuela, y créeme, eso me encanta, pero la conozco y sé que hablaba muy en serio.
—Solo quieres seguir con tu berrinche. —se escuchó la voz de Rory, haciendo que madre e hija en el sofá se volvieran a verla salir de la habitación ya lista para la cena y acercándose a la mesa de la cocina en donde descansaba la caja de regalo que se llevarían.
—Sí, quema más calorías. —respondió Lorelai, acurrucando su mejilla sobre la cabeza de su otra hija.
—No es cierto.
—Claro que sí, ¿cómo creen que su abuela consiguió esas piernas? No es exactamente una amante del ejercicio.
—¡Mamá! —se quejó Olive, frunciendo los labios.
—Nunca la he visto correr. No recuerdo que el Country Club organizara clases de Tae-Bo.
—De acuerdo, olvídalo. —exclamó Rory desde la cocina, tomando una tarjeta de uno de los cajones. —¿Ponemos tu nombre en el regalo?
—Sí. Fírmalo: "La inadaptada antes conocida como tu hija". —Olive puso los ojos en blanco, separándose de su lugar junto a su madre para levantarse e ir al recibidor.
—¿Sabe lo qué pienso? —preguntó Rory a su madre, terminando de escribir la dedicatoria en la tarjeta y acercarse a su hermana.
—¿Qué?
—Pienso que estás actuando un poco inmadura.
—No estoy actuando.
—¿Y qué hay de las tartas de manzana? —habló Olive, tomando un largo abrigo verde musgo del perchero. —Esperas todo el año para comerlas.
Lorelai suspiró y se levanto del sillón, caminando hacia sus hijas que ya tenían sus abrigos puestos, listas para salir.
—Puedo sobrevivir sin ellas.
—Has hecho canciones después de comerte como cinco de ellas con letras que contradicen tu última declaración. —corrigió Rory. Lorelai tomó el presente y se lo tendió a la ojiazul.
—Tienen que irse. Ya es tarde.
—¿De verdad no vendrás? —cuestionó Olive, tratando de aferrarse al cachito de esperanza de que su madre las acompañara.
—¿Quién habla? No puede ser Olive porque ella y Rory van camino a Hartford. —dijo, ahora dándole las llaves del auto a la de ojos castaños.
—Bien, adiós. —murmuró desanimada, acercándose para darle un beso en la mejilla a su madre antes de salir por la puerta junto a su hermana.
°*• ❀ •*°
Olive tocó el timbre de la casa de sus abuelos cuando ella y Rory llegaron a la entrada. Segundos después, su abuela les abría la puerta con una sonrisa en el rostro.
—Hola, abuela. —saludaron el par Gilmore.
—Niñas, adelante. —invitó, dejándolas pasar al interior del lugar y cerrar la puerta detrás de ellas. —Se ven encantadoras. —alagó, viendo como Olive ayudaba a Rory con el regalo mientras esta se deshacía de su abrigo como su hermana había hecho.
—Esto es para ti. —entregó la castaña a la mayor de las Gilmore. —De parte de las tres.
—Vaya, que consideradas. Lo pondré de bajo del árbol. —dijo, sonriendo tensamente y emprendiendo el caminó hacía la sala con sus nietas detrás de ella, encontrándose con una pareja invitada por sus abuelos.
—¿Sabes? Mamá lo escogió. —dijo Rory durante el camino hacia el árbol al final del pasillo. Olive frunció el ceño, disgustada con la mentira ya que ella y Kovy habían pasado mucho tiempo escogiendo entre distintas prendas.
—¿Conocen a Holland Prescott? —preguntó Emily, ignorando el comentario de la menor.
—Lo conocimos el año pasado.
—Holland, mira quiénes llegaron. —anunció, llevando a las hermanas a donde Richard Gilmore se encontraba hablando apasionadamente con otro hombre. Los dos parecían discutir sobre algo de trabajo y el disgusto del Gilmore por una persona en específico.
—Richard, Alan, miren quiénes están aquí. —llamó Emily.
—Hola, niñas. —saludó Richard con una sonrisa.
—¿Dónde está su madre? —preguntó el hombre a su lado, Alan, cuando las menores correspondieron el saludo.
—Oh. —se sorprendió Rory. —Ella...
—Cerca de las tartas de manzana, supongo. —jugó Alan.
—Lorelai no pudo venir esta noche. —informó Emily.
—¿No pudo? —cuestionó Richard con confusión.
—No, tuvo que trabajar.
Olive miró a su abuela con inseguridad ante la evidente mentira. Tragó con nerviosismo cuando la mujer hizo contacto visual con ella por unos segundos que se sintieron horas y apartó la mirada.
—Hablando de trabajo, llamaré a ese hombre. —declaró Richard, refiriéndose al nuevo ingresado en su trabajo que parecía tomar posesión de todo el lugar y al que le tenía mucho desagrado.
Era extraño ver a su abuela actuando de esa forma. Sabía que tenía un carácter rígido y muy parecido al de su madre, por lo que chocaban constantemente. Pero la manera en la que le mintió a su propio esposo sobre la ausencia de su madre, se sintió hipócrita.
—Abuela, ¿puedo hablar contigo? —pidió, sintiendo su mandíbula tensarse.
—En privado. —agregó Rory, sobresaltando a la castaña, pero al instante se recuperó, pensando en que posiblemente se trataba sobre el asunto de Dean que obviamente causo algo en Emily.
—Oh, ambas necesitan bebidas. —ignoró olímpicamente, tomando rumbo al comedor.
—Quiero disculparme por la otra noche. —habló Rory, siguiéndola. Olive se sumo a ella, tratando mostrar apoyo a su hermana.
—Rory, por favor, estamos en una fiesta.
—Me equivoqué. Es mi culpa.
—No es momento ni lugar para discutirlo, tu madre debería haberte enseñado eso.
—No te enojes con ella.
—No estoy enojada con nadie.
—¿Segura? —cuestionó Olive, cruzándose de brazos y entrecerrando los ojos. Olive se estaba molestando. Trataba de comprender la contraparte de su abuela, pero solo podía recordar que su madre no estaba en esa fiesta que ella disfrutaba tanto a comparación del resto. Emily le dirigió una mirada seria para después cambiar el semblante por una sonrisa.
—Volvamos. —pidió. —Disfrutemos de la fiesta.
°*• ❀ •*°
—Emily, te has superado nuevamente. —felicitó Gigi, una de las invitadas de sus abuelos cuando terminaron de cenar.
—Sí, me imagino las horas que has pasado cocinando como esclava. —concordó Alan con una sonrisa en el rostro.
—Te estas burlando. —advirtió Emily.
—Está delicioso.
—Un cumplido para mi chef es un halago para mi. Gracias, Alan.
—A mi me gustaría saber dónde está Henry en este momento. —habló Richard Gilmore desde la cabecera de la mesa. —Probablemente dando vueltas por Londres en busca de mujeres.
—Por favor, Richard. —dijo Emily con reproche mientras los invitados reían del comentario de su esposo.
—¿Cómo se supone que negocie un contrato mañana si se pasó toda la noche con alguna mujer barata?
—Conociendo a Henry, no será barata. —comentó Alan con una sonrisa divertida.
—Esto es completamente inapropiado, en especial frente a unas jovencitas. —apuntó Emily a sus dos nietas sentadas a su derecha.
—¿No hace calor aquí? —preguntó Richard, cambiando drásticamente de tema mientras que se removía la corbata de moño que portaba esa noche.
—No te aflojes la corbata en la mesa.
—Entonces. —dijo Holland, la esposa de Alan, llamando la atención de los sentados en la mesa. —¿Cuáles son sus planes para navidad, niñas?
—Oh, probablemente lo pasaremos con mamá. —contestó Olive con una suave sonrisa, tratando de evitar pensar en el pequeño golpeteo que realizaba su abuelo con su pierna debajo de la mesa, ansioso.
—Es una pena que no haya podido venir. —dijo Gigi. —Siempre es tan divertida.
—Lorelai no se sentía bien, así que le sugerí que se quedara en casa. —justificó Emily.
—Hace calor aquí. Voy a bajar el termostato. —habló Richard, levantándose de la mesa y dirigiéndose a la cocina.
—Pobre. ¿Qué le pasa? —preguntó una de las mujeres invitadas.
—Tiene un poco de fiebre. —respondió Emily. —Richard, olvida el termostato. —pidió, tratando de hacer volver a su pareja a la mesa.
—Creí que dijiste que estaba trabajando. —dijo Gigi con confusión, regresando la conversación hacia la ausencia de Lorelai.
—Bueno, tenía que trabajar, pero entonces se enfermó. —inventó la Gilmore, tomando un poco del vino de su copa para evitar responder alguna otra cosa.
—Sí, que desafortunado... —alargó Olive en un suspiró, mirando directamente a su abuela. Emily inclinó la cabeza expectante a lo que su nieta comentaba con malicia escondida, pero la menor relajo el rostro cuando Gigi se volvió a ella.
—Dile que la extrañamos.
—Por supuesto. —sonrió con educación.
—¡Richard! —llamó Emily cuando el hombre no volvía a la mesa. —Oh, por el amor de Dios. —expresó con fastidio, dejando su puesto en el comedor para buscar a su esposo.
Olive se limitó a suspirar con cansancio, detestando haber tratado así a su abuela. Aún cuando se trató de cosas mínimas, le dio repulsión que entre ambas hubiera esa tensión. Se planteó seriamente disculparse, pero cuando se decidió por seguir a su abuela a la cocina, un grito de horro alertó a todos los presentes e hizo que la castaña se apresurara hasta llegar con su abuela, quien sujetaba a un inconsciente Richard en el suelo.
Dentro de la sorpresa y conmoción del accidente, Olive solo fue capaz de tomar el teléfono de la casa y llamar al 911.
Las Gilmore se encontraban en el hospital, esperando para saber noticias sobre el estado de Richard. Emily Gilmore se encontraba discutiendo con la enfermera que insistía en que llenara el formulario de información, pero la Gilmore era obstinada y estaba decidida a no hacer otra cosa sino ver a su esposo.
—¿Por qué no puedo verlo? —preguntó con desesperación a la enfermera que le tendía los formularios.
—Lo están examinando. —respondió la mujer.
—Quisiera conocer al médico que lo atiende.
—Lo hará. —aseguró.
—Un extraño examina a mi marido. Tengo el derecho a conocerlo.
—Lo hará.
—Y quiero ve la habitación en que estará.
—Lo hará.
—Deje de decir eso. Arme una oración correctamente, por el amor de Dios. —exclamó.
—Señora, —suspiró la enfermera. —Por favor, espere aquí. —pidió antes de salir por las puertas al final del pasillo. La Gilmore rodó los ojos cuando perdió de vista a la mujer, pero fue interrumpida por la llegada de Rory.
—¿Ya te enteraste de algo? —preguntó, angustiada.
—Por favor. —bufó la mayor. -Manejan esto como la CIA. —ella estaba dispuesta a obtener información de alguna otra persona, pero visualizo a un hombre que ya conocía del otro lado del mostrador en el que la atendía la enfermera anterior. —Joshua, gracias a Dios. —expresó con alivio. Se trataba del doctor al que recurrían en emergencias y amigo de Richard. —Este lugar es exasperante.
—Está bien. Voy a ver cómo está. —tranquilizó el hombre. —¿Llenaste los formularios?
—No me importan los formularios. Quiero ver a mi marido. —el hombre se volvió a Rory.
—¿Está siendo terca?
—Demasiado. —respondió, ganándose una mirada de su abuela.
—Déjame ver qué está pasando, y luego decidiremos qué hacer. —le dijo el médico a Emily para terminar saliendo por las mismas puerta por las que se fue la enfermera.
—Y allí va, por la puerta. —suspiró la Gilmore con cansancio.
—Quizá debería llamar a mamá de nuevo. —dijo Rory, mordiéndose el labio con nerviosismo.
—Olive está usando el teléfono. —informó su abuela. —No importa, seguro que está ocupada.
—No es verdad, puedo...
—Consíguele un diario a tu abuelo. —pidió Emily, entregándole dinero que sacó de su bolso. —The Wall Street Journal o Barron's, lo que tengan. Querrá leer algo cuando esté en su cuarto.
—Bien. —suspiró la menor, rindiéndose en insistir. —¿Puedo traerte algo? ¿Un café, quizá?
—No, querida, estoy bien. —sonrió.
Rory se retiró hacia la sala de espera, pasando junto a su hermana, quien mantenía una charla con Holland, una de las invitadas en la fiesta. La Gilmore de ojos castaños caminó hasta donde su abuela estaba.
—Abuela, es Holland, quiere hablar contigo. —comunicó, entregándole el teléfono.
Emily recibió el aparato, agradeciéndole a su nieta y dejando que esta se fuera tras de Rory para tratar de ayudarla en algo.
—Holland, hola. —saludó a través de la línea. —Sí, le están haciendo unas pruebas. Oye, ¿crees que pueda regresarte la llamada luego? Sí, sí, no te preocupes, adiós. —soltó un suspiró mientras colgaba la llamada para empezar a marcar un número diferente.
—No estamos. Habla si es necesario. —narraba la voz de la contestadora de Lorelai.
Emily colgó sin dejar mensaje y volvió hacia el mostrador donde antes buscaba información del estado de Richard.
—Srta. Gilmore, necesito que...
—No es Srta. Gilmore, es Sra. Gilmore. —corrigió a la enfermera que insistía en que llenara los formularios. —Sra. Gilmore. No soy una chica cosmos.
—Sé que es difícil, pero si no llena estos formatos...
—¿Qué hará? —provocó. —¿Qué va a hacer? Quiero oír en su tono más condescendiente cuál será mi castigo por no llenar esos papeles en el momento apropiado. ¿Usará brotes de bambú? ¿Habrá un pozo oscuro y profundo? ¿Ratas que me muerdan los pies? -la enfermera suspiró profundamente. —Oh, si pobre de usted. —rio Emily. —Porque es su esposo el que está ahí adentro, ¿cierto? ¿Sabe usted que mi tío abuelo fundó este hospital, insensible asistente de pacotilla? Su retrato está colgado en el vestíbulo. ¡Vaya usted y véalo, está justo encima del cartel que dice "Fundador"!
—¡Mamá!
Emily miró al otro lado del mostrador en el que confrontaba a la persistente enfermera, y vio a Lorelai en compañía de un hombre, ella con la respiración errática por el apuro.
—¿Lorelai?
—¿Qué sucede? ¿Cómo está? —preguntó su hija, atravesando el cuadro de escritorios que ocupaban las enfermeras y conectaba dos diferentes pasillos. La ojiazul tenía el ceño hundido en preocupación; había recibido la llamada de Rory y partió de Stars Hollow cuanto antes.
—Viniste. —suspiró Emily, en shock por ver a su hija presente en el hospital. Tragó en seco. La mayor había llegado a cuestionar sobre si su hija llegaría o siquiera se molestaría en aparecer, y más después de las duras miradas que había recibido de parte de Olive durante toda la cena.
—Por supuesto que vine. ¿Cómo está papá?
—Es lo que quiero averiguar. Pero esta mujer me sigue molestando con preguntas idiotas, como cuál es el número de mi póliza de seguro y desde cuándo la tengo.
—Necesito tener esa información. —intervino la enfermera.
—Lo que necesita es un curso de sensibilidad. —expresó Emily con rabia, fastidiada con la situación.
—¿Qué tal si yo lleno esa información? —dijo Lorelai. —Así usted va a buscar a alguien que nos diga cómo está mi padre.
—Es que no puedo...
—O yo puedo ir y usted se queda aquí y sigue discutiendo con mi madre. —agregó.
La mujer miró a Emily, temiendo tener que alargar la disputa entre ambas y suspiró.
—Yo iré.
—Gracias.
La enfermera se encaminó al final del pasillo, dejando a las Gilmore y Luke, en el mostrador con los formularios.
—Te deshiciste de ella. —expresó Emily con asombro, viendo como la mujer se marchaba.
—Sí. Dime qué pasó. —pidió Lorelai.
—Es sorprendente.
—Mamá, por favor. —exclamó.
—No sé qué pasó. —contestó finalmente Emily. —Sentía calor, y fue a bajar el termostato, y entonces... —paró al visualizar la cara familiar de la persona a lado de su hija. —¿Estabas en una cita?
—¿Qué?
—Tienes un acompañante.
—No, es solo Luke, mamá.
—Esa es su forma de decir que no, no estábamos en una cita. —aclaró Luke.
—Lo siento, no quise decirlo de esa forma. —se disculpó Lorelai.
—¿Cómo iba a saberlo? Es viernes y vienes aquí con un hombre. —Emily frunció el ceño.
—Con Luke, mamá.
—No es tan loco pensar que tenías una cita.
—Tienes razón, es totalmente posible que estuviera en una cita. —cedió la ojiazul, reteniendo las ganas de rodar los ojos por la situación.
—Solo que no conmigo. —habló Luke. Lorelai le dirigió una mirada antes de volverse a su madre.
—Estaba cenando en Luke cuando recibí el mensaje. Él me trajo. Fin de la historia. ¿Está aquí el Doctor Raynolds? —preguntó, esperando poder recibir respuesta ante la principal razón por la que se encontraba ahí.
—Joshua llegó hace rato. —suspiró Emily. —Iba a volver en cuanto supiera algo, pero todavía no a vuelto.
—Pues ve a buscarlo.
—No se puede. No encuentras a nadie. Todos simplemente desaparecen tras esas puertas. —exclamó con fastidio, señalando las puertas a final del pasillo por las que había ido el hombre.
—De acuerdo, vamos. —le dijo Lorelai para después caminar hacia esas mismas puertas.
—No sabía que se podía hacer eso.
Emily fue tras su hija, dejando a Luke solo en el pasillo. El hombre suspiró y se decidió por tomar asiento en una de las sillas que colocaban fuera de las habitaciones, dispuesto a esperar a que alguna volviera. No tuvo que esperar mucho, ya que a los segundos Rory y Olive entraron en su campo de visión. La primera abrazando diferentes diarios a su pecho.
—Luke. —llamó Olive, acercándose al de gorra. La Gilmore no esperaba encontrar al hombre que la alimentaba en ese lugar.
—Vine a traer a su madre. No estábamos en una cita. —dijo al verlas, apuntando sobre su hombre a la puerta por la que Lorelai se había ido.
—Okaaaay. —alargó la castaña con extrañes.
—¿Y dónde están? —habló Rory.
—Ella y su abuela fueron a buscar al médico.
—¿Saben algo sobre el abuelo?
Ambas niñas tomaron asiento en las sillas disponibles a cada lado del mayor, dejando a Luke en medio.
—No lo creo. Pero denle un poco más de tiempo. Apuesto a que averiguará algo.
—Gracias por traerla. —dijo Olive en voz baja. La chica había deseado la presencia de su madre durante toda la noche, pero tenía que admitir que la razón de su llegada la entristecía un poco.
—De nada. —le sonrió Luke con suavidad. —¿Están bien? —preguntó, dedicándole una mirada a las dos hermanas.
—No quiero que se muera. —Olive se volvió ante las palabras de su hermana; no se había planteado la posibilidad de que todo eso se tratara de una posible muerte. La preocupación la invadió. Ciertamente se encontraba preocupada con anterioridad, pero pensar en perder a su abuelo la llenó de angustia. No lo conocía, y que que él partiera sin que hubieran compartido tiempo juntos, la asustaba.
—Díselo cuando lo veas. —dijo Luke. —A la gente le gusta escuchar eso.
Olive no pudo evitar soltar una risa entre dientes que hizo que Luke se volviera a verla. EL hombre sonrió a la menor y pasó su brazo derecho sobre sus hombros de una forma consoladora.
—Mamá. —se escuchó la voz de Rory expresar. Olive miró sobre su hombro a su madre, saliendo de las puerta al final del pasillo y, rápidamente, ambas hermanas se encontraban corriendo a sus brazos. Lorelai las recibió a ambas con alivió y cuidado. —Fue horrible. —dijo Rory cuando esta se separó del abrazó que las tres Gilmore conformaban. —Todo pasó tan rápido.
—Oh, él saldrá de observaciones en cualquier momento, solo aguanten. —aseguró la mayor, aún con uno de sus brazos alrededor de su otra hija que descansaba su cabeza en el hombro de su madre.
—¿Y la abuela? —preguntó Olive, levantando la vista para ver bien a Lorelai.
—Echando a una paciente de la habitación con mejor vista.
—¿En serio?
—Es mejor que la trasladen rápido, de lo contrario, tendrá que irse sin el respirador.
—¿Cuánto falta par que lo traigan? —preguntó Rory, abrazando con más fuerza los periódicos que tenía consigo sobre su pecho.
—No mucho. —tranquilizó la mayor de ojos azules, pasando sus dedos por las puntas del cabello largo de Olive, a quien tenía a su lado.
—¿Podemos hacer algo? —preguntó ella con suavidad.
—Oh, cielo, solo hay que esperar. —le sonrió Lorelai con dulzura.
—Oh, café, ¿quieren café? —exclamó repentinamente Rory.
—Café suena bien. —dijo Lorelai, sin deshacerse de su sonrisa.
—Bien. —sonrió Olive, despegándose de su lado. —Luke, ¿quieres té?
—De menta, por favor. —le dijo el hombre.
—Ahora volvemos. —aseguró Rory antes de alejarse de los adultos con su hermana a lado.
Ambas hermanas fueron hasta la sala de espera, con la esperanza de encontrar algo de café caliente, sin embargo, la maquina no parecía responder, sin importar cuantos golpees Olive le diera.
—Déjalo, podemos buscar en otra sala. —dijo Rory, viendo como su hermana impactaba su hombro contra el vidrio de la máquina una vez más. Olive paró, tratando de tranquilizar su respiración, pero por un pequeño momento, está se vio cortada por el nudo que empezaba a formarse en su garganta. Bufó, tratando de ocultar las ganas de soltar un llanto y salió de la sala, sin esperar por su hermana.
Rory puso los ojos en blanco al verla salir sin más del lugar y fue tras ella. Las Gilmore se dirigieron hasta la otra sala de espera que se ubicaba en el segundo edificio del hospital, pero desgraciadamente, esta tampoco tenía café.
—Vayamos a la cafetería. —sugirió Olive con cansancio. Se mordía el labio con nerviosismo, temiendo que las lagrimas que parecían haberse ido, volvieran.
—Suena bien.
Lamentablemente en la cafetería no había ningún tipo de café, pero optaron por llevar sopa de pollo instantánea. Mientras se dedicaban a preparar cada uno de los recipientes, Olive divisó un plato hondo con frutas y tomó una toronja antes de que se fueran.
El par de hermanas volvió hasta el lugar del que partieron, encontrándose con las sillas vacías. Rory miró a su alrededor y a su derecha divisó la gran figura de Luke y la camiseta verde brillante de su madre y ambas Gilmore caminaron a su encuentro.
—Hey, mira, son las niñas. —exclamó Luke hacia Lorelai cuando las vio.
—No parecía haber café en ningún lado, así que trajimos sopa de pollo y caramelos. —sonrió Rory, usando la mano que no sostenía el embace de sopa para mostrar los dulces que escondía en su abrigo.
—Iba a ir a buscarlas. —habló Lorelai.
—¿Pasó algo? —preguntó Olive con preocupación creciente.
—Acaban de traer al abuelo. Está en la habitación 202. —les sonrió con tranquilidad. —Vayan. —animó.
—¿No vienes? —preguntó una ves la de ojos castaños.
—Mm, vayan ustedes. —expresó dudosa. —Yo tengo que hacer una llamada.
—De acuerdo. —asintió y las dos menores entraron a la habitación, donde encontraron a un Richard Gilmore recostado en la cama y a Emily a su lado, viendo con disgusto el material de las almohadas.
—Oh, niñas. —sonrió a las menores. —Ahora parece estar un poco mareado. —informó, viendo a su esposo.
—Estoy bien. —gruñó Richard desde la camilla. Olive y Rory se volvieron a verlo con una sonrisa.
—Tenemos lectura y post-cena. —dijo Rory, alzando con uno de sus brazos el periódico y el otro la sopa de pollo. —¿Quieres saber qué pasa en el mundo financiero? —jugó, tomando asiento en una silla junto a la cama.
—Siempre. —habló el mayor, dispuesto a escuchar a su nieta leer el diario que llevaba con ella.
Mientras que Rory se dedicaba a narrar las palabras plasmadas en el papel, Emily salió a buscar nuevas almohadas. Olive tomó asiento del otro lado del cuarto, cruzó una pierna arriba de la otra, dejó la sopa en una de las mesas a su lado y se concentró en la toronja que antes había tomado.
Richard Gilmore le dedicó una mirada cuando Rory empezó con las finanzas personales, y la vio sacar un marcador permanente de su abrigo y lo posó sobre la cascara de la fruta.
—¿Estás rayando una toronja? —preguntó con sorpresa. Olive levantó la vista de su trabajo al escuchar la voz de su abuelo y soltó una pequeña risa al ver el rostro curioso del mayor. Rory rio con ella, parando de leer.
—Sí. —admitió la de ojos castaños entre risas. —Mira. —volteó la parte que antes rayaba hacia su abuelo, mostrando una pequeña carita feliz.
—Bueno, hola. —habló Richard, haciendo reír aún más a las menores.
—Siempre carga con un marcador. —comentó Rory, inclinando la cabeza con diversión.
—Tú llevaste un libro a un baile. —recriminó juguetonamente Olive, apuntándola con la punta del marcador que tenía en mano. -Una se entretiene con lo que puede.
—Bueno, —habló Richard. —haces amigos donde sea. Literalmente.
Los tres rieron por unos segundos antes de seguir con la lectura. Y para cuando terminaron la primera página, Emily había vuelto con almohadas nuevas.
—Niñas, ¿me dejarían a solas con su abuelo? —pidió con una suave sonrisa.
—Claro.
Ambas hermanas se levantaron de su lugar y se acercaron a la camilla.
—Si te abrazo, ¿te dolerá? —preguntó Rory a Richard, dejando el diario a un lado.
—El dolor es parte de la vida.
Rory sonrió antes de inclinarse sobre el y rodearlo con sus brazos.
—¿Puedo tener uno de esos yo también? —preguntó Olive, meciendose sobre sus pies, con una sonrisa inocente en su rostro.
Richard le sonrió cok dulzura y exclamó: —Por supuesto.
Olive tomó el mismo lugar que antes Rory tenía sobre su abuelo y apretó con delicadeza y cuidado de no presionar muy fuerte. Al separarse, colocó la toronja que fue su lienzo de entretenimiento por los últimos diez minutos y la posicionó en la mesa a lado de su abuelo, permitiendo que la fruta le sonriera directamente.
Con una última sonrisa, se volvió a su hermana, que ya mantenía lugar a lado de Emily Gilmore, y las acompañó.
—Le agradas a estas niñas. —dijo la mayor a su marido.
Richard sonrió. —Tienen buen gusto.
Rory y Olive se dedicaban a salir de la habitación, pero esta última se volvió hacia su abuela con rapidez y presionó un beso sobre su mejilla, sobresaltando a la mayor.
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Cielos, me tardé, lo sé. Pero me alegro mucho de al fin actualizar jsjsj
Ay, necesito otro banner, como que ese ya murió jsjjs
En fin, espero se la hayan pasado bien durante estas fiestas. En México ya pasó Halloween y día de muertos. Yo no celebro ninguno de los dos, pero espero ustedes hayan tenido un lindo momento. Y pues, viendo las festividades, parece raro que el capitulo sea de navidad y con una ida al hospital jsjsjs
Bien, díganme, ¿qué les pareció?
Sé que es corto a comparación del último, pero los tengo a todos bien mal acostumbrado con capítulos desde ocho mil palabras a diez mil.
¿Qué opinan de los pensamientos de Olive sobre su abuela?
¿Qué opinan del regalo? Este aparece en la serie. Si alguno recuerda la temporada u ocasión en que aparece, coméntelo.
¿Y qué opinan sobre el momento con Richard? Admitó que yo misma he pintado la cáscara de frutas jsjsj es divertido.
En fin, no vimos muchas escenas con contenido original, pero en el siguiente capitulo (7u7) podrán ver mucho de este porque es un capitulo que realmente he estado esperando. Psss... volveremos a ver personaje que ya han aparecido y nos acerca a la trama que tengo planeada para la segunda temporada. Ahh no sabe cuanto me emociona la segunda temporada. Olive tendrá las experiencias normales de una chica adolescente, o sea, más de lo que ya hemos visto.
Eh, siento mucho si este capitulo se ve como narrado a la fuerza, pero realmente se dificultó hacerlo por muchos conflictos personales. Sin embargo, ya está aquí, espero en algún momento editarlo cuando Olive ya esté terminada.
Bueno, eso sería todo, nos leemos en el próximo capítulo. ¡Chau!
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