𝟎𝟎𝟗| 𝐒𝐢𝐧 𝐃𝐚𝐦𝐚

  ✧ .

•.      ° .        .     .

    .          .    .      *. •       .    •               .          .    •  °  .
*
.        .       °.   

        .    .      *. •             •               .   
.        .    •  °  .   
*
.   °    .       °.   


Olive nunca había pensado en el amor, no al menos de manera detenida. Pero ahora era casi imposible que el famoso sentimiento no se presentará en su mente.
Rory, su Rory, su hermana, había sido besada; el día de acción de gracias fue lleno de generosidad y gratitud en todo el pueblo, y al parecer Dean Foster, el chico nuevo, se sentía muy dadivoso aquella tarde en la que decidió compartir sus labios con Rory, quien muy amablemente le agradeció el beso.

Después estuvo "la cita". Se suponía que solo se trataría de ver una película las tres en pijama, pero Lorelai se vio impulsada en invitar al chico que se veía interesado por una de sus hijas a unírseles. 

Fue un caos.

Rory no podía sentirse más avergonzada, y Olive se le sumó en el sentimiento cuando Lorelai, en un intento de arreglar su error, invitó a Kovy también para que fuera una reunión de amigos.

—¿Qué? ¿Le arreglas una cita a ella y ahora me haces una a mi? —había exclamado esa vez.

En otra ocasión ni siquiera hubiera pensado en Kovy y ella en una cita juntos, pero los eventos de días anteriores la habían dejado levemente alterada.

—Lindsay me invitó a salir.

No hubo advertencia, ni un tono que le avisara sobre sus palabras, solo firmes y directas declaraciones.

Se veía serio. Nunca había visto a Kovy tan serio. Y eso la asustó.

No podía recordar lo que había respondido a eso, seguramente un balbuceo tonto. Pero recordaba como sus sentidos se pusieron en alerta total, recordaba como sus labios se resecaban al exhalar.

Oh, pero si la ansiedad cubría a Olive, Kovy moría de miedo.

Fue extraño. Él siempre había adorado a la chica rubia con la que compartía la clase de química, pero su repentina propuesta lo tomó desprevenido. Y lo único que podía pasar por su mente era una castaña de ojos marrones que lo esperaba en su casillero al finalizar el período.

¿Qué si recordaba el momento? Él revivía el momento. El momento en que sus ojos se conectaron tan perfectamente que parecían ser un solo elemento, el momento donde el cielo conectó con la tierra desatando una inmensidad de pensamientos en ambos adolescentes, el momento en que la plenitud pasó a tensión y la tensión a incomodidad.

Amaba y odiaba ese momento.

Olive era una de las personas que más quería en todo el mundo, era su mejor amiga, y temía que si sus pensamientos evolucionaban y llegaban a aquel punto en el que el cariño era cuestionado no podría retroceder jamás.

Su relación no parecía verse afectada después del momento. Fue igual a la vez en que Luke llegó despavorido a casa de las Gilmore al enterarse que el ruso de, en ese entonces, trece años había ido por primera vez de visita. Los jóvenes preadolescentes habían sido interrumpidos mientras estaban haciendo tarea en la sala. Luke se disculpó por la intromisión y Lorelai siempre aprovechaba para burlarse de ese recuerdo en el que Luke quiso proteger a la menor de perversos adolescentes. Pero esa situación nunca afectó la relación entre Olive y Kovy, y el momento tampoco; ambos seguían siendo amigos.

¿Amigos? ¿Eran amigos?

Kovy se lo planteó y replanteó día y noche. Lo pensó tanto por días que los signos de interrogación eran casi visibles en su frente.
Después de la invitación de Lindsay solo podía pensar en que la castaña americana tenía que saberlo. Ni siquiera pensó en ocultarlo; pensaba en que tenía que escuchar lo que sea que ella le fuera a decir.

No fue mucho.

La Gilmore había balbuceado un extraño 'felicidades' y salió por el pasillo de la escuela lo antes posible.

Y las cosas habían estado tensas. Después fue la reunión de amigos en casa de las Gilmore y podía sentirse la incomodidad no verbal entre ambos amigos.

Kovy estaba nervioso, Olive estaba nerviosa, Rory estaba nerviosa y todos los nervios ponían nerviosa a Lorelai.

No volveré a invitar a chicos a la casa, había pensado.

Pero vaya sorpresa cuando Olive encontró a su madre siendo devorada por la boca del profesor de Rory en las escaleras de su casa.

La reunión había terminado relativamente bien. Conforme pasaba el tiempo Kovy se fue relajando, recordando que había convivido con el trío Gilmore por casi cuatro años. Olive se había quedado dormida a mitad de película, perdiéndose de las pequeñas burlas a sus espaldas sobre el pequeño y completamente extraño enamoramiento que tuvo sobre Alf a comparación del de Rory con el príncipe de la Bella durmiente. También siendo ignorante sobre la interacción amenaza/advertencia que tuvo su madre con Dean.

Y después llegó la primera nevada del año, trayendo el sentimiento de las próximas festividades consigo.

Y la cita de Kovy con Lindsay.

Olive estuvo a penas en contacto con el chico ese día. Se sentía extraña, incómoda; pensar que ahora no eran tan solo Olive y Kovy, sino, 'Olive, y Kovy'- la ponían de nervios.

—¡Le toqué el cabello!

Y durante todo eso estuvo Lane, quien al parecer también pensaba en el amor últimamente. La asiática amiga de Rory había pasado la vergüenza de tocar sin consentimiento el cabello de uno de sus compañeros de la banda estudiantil de quien también tenía un reciente enamoramiento.

La entraña posición en la que las quejas de Lane ponían a Olive la instaron a ir por su madre en busca de un consejo adulto. Pero ¡Bam! Estaba siendo adulta con un tipo en su sala.

Olive trató de no sentirse alterada al respecto, pero sí fue corriendo al baño a ocultar las cosas que tenía colgadas.
Quién sí se vio alterada fue Rory, porque, claro, se trataba de su maestro, pero una vez superado el tema, todo pareció marchar bien. Incluyendo la pequeña disputa que se había armado entre Lane y Rory durante la estadía de la ojiazul en Hartford, en casa de sus abuelos, durante la fuerte nevada.

Y luego estuvo la llamada de Kovy.

Después de que las líneas telefónicas se arreglaran después de estas haberse arruinado por la tormenta, Olive recibió una llamada de Kovy para decirle sobre como le había ido en su cita.

La llamada más corta que a compartido con el rubio.

El chico se escuchaba emocionado y contento, y eso alegró a Olive. Pero la sensación de ansiedad que le provocaba cada que la mención de la cita salía a la luz, la atormentaba. Kovy y Lindsay habían decidido pasar la primera nevada en la casa de la chica, donde ambos vieron una película y conversaron por horas. 

El amor era lo más recurrente esos días y Olive lo estaba odiando; no tenía tiempo para pensar sobre el amor y menos cuando las nacionales de ajedrez y última esperanza de poder entrar a Chilton el siguiente año estaban a unos días de distancia.

—¿Un baile? —pero parecía que Rory era más importante.

Las Gilmore se encontraban en casa de los abuelos de Olive para la cena de los viernes, este día con la ausencia de Richard gracias a un viaje de trabajo a Praga.

—¿Cómo sabes sobre el baile? —preguntó confundida Rory a su abuela, quien había sacado a relucir el tema que hizo cuestionar Lorelai a su hija.

Un baile. Olive nunca había asistido a uno; la preparatoria de Star Hallow no tenía presupuesto alguno para un evento tan grande que no recaudaría ningún tipo de ganancia.

—Sí, ¿cómo sabes sobre el baile? —interrogó Lorelai, fruncido el ceño con confusión. 

—Leo el boletín de noticias de Chilton. —respondió Emily a su hija con simpleza. 

—¿Desde cuándo lo recibes? —cuestionó Lorelai, la confusión creciendo en ella.

—Bueno, como principal contribuyente a la educación de Rory, pensé que tenía el derecho a pedir que me enviaran un boletín. 

—¿Tienen un boletín? —preguntó Olive en voz baja a su hermana a su derecha, recibiendo un lento asentimiento de su parte. 

—Y hago bien, ya que tú no lees el tuyo. —continuó Emily, ignorante de la interacción entre ambas hermanas. —Alguien debe enterarse de lo que sucede en su escuela. 

—Mamá, leí el boletín. —protestó Lorelai, reteniendo las ganas de rodar los ojos. 

—¿Ah, si?

—Así es. 

—¿Cuál era la foto de la portada? —retó Emily. 

—Pues... —vaciló Lorelai. —Era una foto de un niño rico... usando cuadros. —no fue hasta que Emily dio vuelta al boletín que tenía en mano que se revelo la imagen de un búho. 

—Es un búho manchado.

—A cuadros. —bromeo Lorelai, ganándose la vuelta de ojos de Emily.

—Los búhos están en peligro, y Chilton recibe donaciones para ayudarlos. Tú donaste bastante, —apuntó Emily a Rory con una sonrisa. —Si es que te interesa. 

—Mamá. —interrumpió Lorelai en protesta. —No hagas donaciones en nombre de Rory. Yo lo haré.

—¿Cómo lo harás si no lees el boletín? 

—¿Crees que nos den postre? —preguntó en un susurro Olive a Rory mientras su madre y abuela seguían desenvolviéndose en una discusión por los búhos y el boletín. 

—Eso espero. —murmuró de vuelta Rory dedicándole una mirada. —Por favor comete todo hoy. —se quejó. —No puedo comerme un filete y medio.

El apetito de Olive se vio reducido a solamente dulces las últimas semanas, causando un increíble cansancio en la castaña.

Olive frunció los labios en una mueca. 

—¿Qué dices de los búhos? —cuestionó Emily a su hija.

—Sobrevivirán.

—Al parecer no, por eso piden donativos. 

—¿Entonces una fiesta, eh? —desvió abruptamente el tema Lorelai, hacia Rory. 

La menor suspiró profundamente. 

—Sí, pero creo que no iré. 

—¿Qué? —dijo Olive con confusión.

—Tonterías. Claro que irás. —reprochó Emily.

—Mamá, —intervino Lorelai con suavidad. —si Rory no quiere ir, no tiene que hacerlo. 

—Bueno, no entiendo por qué no querría ir. 

—Sé que no quiere ir. —finalizó Lorelai. 

—Iré por otra soda. —habló Rory antes de levantarse de la mesa y dirigirse a la cocina. 

—Igual yo. —sonrió Olive a la mayores en la mesa y siguió el mismo camino que su hermana, encontrándola husmeando en el refrigerador. —¿Entonces un baile? —sugirió con obviedad. 

Rory no pudo evitar rodar los ojos y soltar un suspiro para después dirigir su mirada a su hermana. 

—Sí, no es la gran cosa. —murmuró en tono reprimido. 

—Si tú lo dices... —se acercó con lentitud, apoyándose en la encimera continua al electrodoméstico. —Star Hollow debería tener uno. —se quejó, frunciendo los labios. 

Rory se encogió de hombros, tomando por fin una de las sodas del refrigerador. 

—Tal vez deberías organizar uno. —le sonrió. 

Olive arrugó la nariz. —No, no tengo tiempo para eso. 

—Cierto, cierto. —asintió Rory. —Está tu importante competencia. —alegó, levantando su manos en un gesto de rendición. Olive frunció el ceño con confusión.

—¿Por qué lo dices así? —preguntó, soltando una pequeña risa. 

—Por favor, Olive, has ido a esa competencia desde la secundaria. 

La de ojos marrones alzó una ceja interrogativamente, con boca ligeramente abierta. 

—¿Esto se convertirá en un insulto...? —vaciló, señalando el espacio entre las dos para referirse a la situación. 

—¿Qué? No. —frunció el ceño la ojiazul. —Solo que, pues, ya no es tan importante. —se encogió de hombros. 

Olive arrugó el rostro en una mueca incomoda. 

—Me preocupa mucho que no detectes cuando algo se está convirtiendo en algo grosero. 

—Yo sé cuando digo algo grosero. —objetó la otra Gilmore, con ceño fruncido. 

—¿Lo haces? —cuestionó la castaña con sarcasmo, y antes de que Rory pudiera contestar, se retiró de la cocina. Tomó asiento en su lugar anterior, a lado de su abuela, y se dirigió a esta con una sonrisa. —¿Qué hay de postre? 

°*• ❀ •*°

—¿Por qué no mencionaste el baile? —preguntó Lorelai de camino a casa una vez que la cena terminó. 

—Porque no voy a ir. —respondió Rory desde el asiento del copiloto. 

—¿Cuándo es? —preguntó Olive, asomando su cabeza entre los asientos delanteros del auto. 

—El sábado en la noche. 

—¿Y por que no iras? —cuestionó Lorelai. 

Awww, quiere ir a verme a mí, mami. —dijo Olive, falsamente enternecida, haciendo que su madre sacará un 'Aww' igual de burlón. 

Las nacionales de ajedrez se realizarían el mismo sábado que el baile, pero en la mañana en Nueva York. 

—Chistosas. —rodó los ojos Rory. —Odio los bailes. —dijo, contestando la pregunta de su madre. 

—Mentirosa, ni siquiera has ido a uno. —acusó Olive. 

—Puedo imaginármelo. 

—¿En base a qué? ¿Sixteen Candles? 

—¿Y? —soltó Rory a la defensiva, dirigiéndole una fría mirada a su hermana. 

—Deberías tener una opinión de mucho peso antes de decidir que odias algo. —intervino Lorelai. 

—Créanme, lo odiare. —expresó Rory con fastidió. —Será monótono y aburrido, y la música será un asco, y como a ninguno de los chicos de la escuela le agrado, estaré parada en un rincón escuchando 98 Degrees y viendo a Paris y Tristan discutiendo por quién me hará la vida imposible. 

—O puede ser divertido. —resopló Olive, recargándose en el asiento trasero, dispuesta a dejar la conversación de lado. 

—Con brillos. —la secundó Lorelai. —Escuchando a Tom Waits con un guapo chico que no te quite la vista de encima y ni notaras que a Paris y Tristan se los comieron los osos. 

—¿Qué chico? 

—Em, el que se esconde en nuestro jardín tal vez. —se inclinó Olive al frente. 

—Dean no se esconde en nuestro jardín. —negó la menor de ojos azules. 

—El otro día se golpeó la cabeza con una rama cuando salí con prisa. —comentó Lorelai, sacándole una divertida y pequeña risa de Olive. 

—¿Por qué les importa tanto que vaya? —Rory se había cansado de tanta insistencia. 

—Porque, al parecer, eres más aburrida de lo que pensaba. —comentó Olive. 

—No, no es eso. —habló Lorelai, dirigiéndole una mirada a su hija en el asiento trasero por el espejo retrovisor. —No puedes perderte de experiencias por miedo, Rory. 

—Y porque eres aburrida. 

—Olive. —reprendió Lorelai.

—¿Miedo de qué? —Rory arrugó el ceño. 

—De invitar a Dean, que te diga que no, ir a un salón lleno de chicos que aún no te aceptan, de bailar en publico, de saber que nunca debiste bailar en publico...

—Bien, bien, ya entendí. —la cortó Rory. 

—Escucha, sé que no eres el alma de la fiesta...

—No como nosotras. —agregó Olive, acercando su rostro al de su madre, tanto como para apoyar su mejilla con la de ella. Lorelai rio.

—Y te amamos por eso. —continuó. —Pero a veces dudo si no te integras porque no quieres o porque eres muy tímida. —dijo con un tono más suave. —Si la razón de no querer ir es porque realmente no lo deseas y no porque tengas miedo en cierto modo, entonces no se hablara más del tema. 

—Aunque eso te convierta en una aburrida. —murmuró Olive por lo bajo.

Rory respiró profundamente, ignorante del comentario de su hermana. 

—No tengo vestido. —admitió por lo bajo después de un momento de silencio. 

—Podría hacerte uno. —propuso Lorelai, tanteando las aguas. 

—¿En serio? 

—Por supuesto; podemos comprar unos lindos zapatos y aretes nuevos. —dijo la mayor con emoción creciente en su voz. 

—¡Sí, compras! —exclamó Olive con entusiasmo, saltando en su asiento con una sonrisa en su rostro. 

—Uh, podemos hacerte una manicura. —habló Lorelai, mirando a la de ojos castaños por el espejo con una sonrisa. Se volvió a mirar a Rory por un segundo. —Será grandioso. —le aseguró, haciendo sonreír a la Gilmore a su lado. 

°*• ❀ •*°

—¡Ah, yo también quiero ir a un baile! —lloriqueó. —¿Por qué aquí nunca hacen algo divertido? Tengo un nuevo saco, ¿te dije? 

—Sí, sí me dijiste. 

—Tiene dos bolsillo. ¡Dos bolsillos interiores! ¡Dos! ¿Sabes lo difícil que es conseguir uno así?

—¿Tan difícil como seguir escuchándote? 

—Okay. —Kovy detuvo su caminar y se situó frente a Olive. —Estás más gruñona de lo normal... 

—¿Normal? 

—¿Por qué?

La chica rodó los ojos y se tomó un segundo para analizar lo que el rubio decía. 

—Tú-tú. —tartamudeó y paró para tomar una bocanada de aire. —¿Tú iras a verme? —preguntó lentamente, temiendo la respuesta. 

Kovy alzó una de sus cejas en confusión. 

—¿Mañana? ¿A qué te refieres? nos vemos todo el tiempo.

—El sábado. —aclaró con brusquedad la castaña. 

—Oh. —expresó el ruso, mostrando un gesto sorprendido que cambió a uno avergonzado. 

—Agh, no irás. —gimió la Gilmore, rodeando al chico para reanudar su caminata por el centro del pueblo. —¡Nadie irá! —se quejó, sabiendo que Kovy la seguía de cerca. —Mamá tiene que trabajar, Rory tiene el estúpido baile y ni siquiera recuerdo si se lo mencioné a la abuela, y seguramente perderé este año, como todos los años. 

—Ey, ey, ey. —el rubio tomó su hombro cubierto por la chamarra rosa haciendo que se volviera a él. —No perderás. —dijo con firmeza, asegurándose de hacer contacto visual con la chica. —Vencerás a todos esos chicos mimados de escuelas privadas, digo, —miró el cielo, encogiéndose de hombros. —ya me venciste a mi y eso es decir mucho. 

—Dijiste que necesitabas del apoyo aéreo. 

—¡Es tonto! ¿Cómo se supone que gane sin apoyo aéreo?  

Olive se limitó a sacudir su cabeza y seguir avanzando en la cera ahora cubierta de nieve. 

—Sí, no eres el mejor entrenador. 

—Mira, ganarás y si no ganas, ¿qué más da? —habló Kovy, situándose a su lado mientras caminaban a la par. 

—Oh, sí, no es como si me permitiera entrar a una escuela que marcará mi entrada a Yale, oh, espera, ¡lo es! 

Kovy bufó mientras rodaba los ojos. 

—No necesitas a Chilton para entrar a Yale. —le dijo, sonando más brusco de lo que planeaba. 

—Pero sería mejor. —exclamó Olive con gesto deformado. 

Entrar a Chilton nunca se había sentido tan real como en esos momentos. Ganar las nacionales le daría más probabilidad de obtener una beca en Chilton y eventualmente entrar a Yale. Ni siquiera sabía que haría en Yale, muy a penas sobrevivió el semestre. 

—Olivia, —llamó Kovy.

—Olive. —le corrigió la castaña, frunciendo ligeramente la nariz.

—no perderás, te lo garantizo. —el rubio le dedicó una dulce sonrisa que Olive no tardó en corresponder. 

La chica suspiró con tristeza sin perder la sonrisa. 

—¿Y si no entro a Chilton? —cuestionó. La sonrisa de Kovy flaqueó, pero pronto se recuperó. 

—Pues... —alargó, moviéndose hasta llegar al lado de la Gilmore y apoyar su brazo con pereza sobre los hombros de la chica. —Te gradúas aquí y entras a Yale. Simple como eso. Mi propuesta sobre que adicionemos para Julliard sigue abierta, y no tiene fecha fija; si me dices cinco minutos antes del turno aún seriamos mucho mejor que el resto. 

—Por supuesto. —se encogió de hombros Olive con diversión, falsamente seria. 

—Oh, cien porciento. 

—Voy a perder. —declaró Olive después de unos pequeños segundos en silencio. 

—Ok, sí, destruyes mi espíritu. —exclamó Kovy con rendición, empujando a la Gilmore al frente. —Me largo. —se volvió en su lugar para marcharse.

—¡Pero las telas! —gritó Olive con un puchero, tratando de llamar la atención de su ruso amigo, recibiendo solo un alzar de manos del chico que no se detuvo de caminar. Olive jadeó, viendo a su amigo perderse entre la gente que recorría las calles de Star Hallow y bufó. Reanudó su paso, pronto adentrándose en una tienda de telas en la que encontró a su madre mirando unas color amarillo. Ambas habían decidido comprar juntas las telas para el vestido que Lorelai que tenía planeado para el baile de Rory. 

—Oh, cuanto odio que el amarillo me haga ver enferma. —escuchó a Lorelai murmurar por lo bajo en cuanto se fue acercando. —Oh, hola, cielo. —saludó cuando la visualizo a su lado. —¿Y Kovy? —preguntó al no ver al amigo de su hija con ella. 

—Siendo... Kovy.

—Comprensible. —cedió la mayor. —Bien, pensé en un rosa-

—No. —cortó Olive, negando efusivamente la cabeza. —Es invierno la hará ver como una sola extremidad. 

—Posiblemente. —asintió Lorelai. —Bien, ¿un azul? 

—Uh, como sus ojos. 

—Exacto. Tal vez uno oscuro porque es de noche...

—¡Con tul! —exclamó la castaña, elevando las comisuras de sus labios. 

—No. —objetó su madre. —Algo simple y lindo. 

La sonrisa de Olive cayó, convirtiéndose en una mueca de disgusto. 

—Kovy no lo aprobaría. —farfulló fríamente. 

Lorelai rodó los ojos y las dos continuaron con su búsqueda entre las miles de telas que la tienda exhibía. 
Durante la semana Lorelai hizo y deshizo tratando de realizar un vestido decente. Olive, por otra parte, se dedicó completamente a practicar para las nacionales. 

—Olive, hola. 

La Gilmore se volvió sobre su hombro para encontrar a una rubia que ahora parecía se volvería constante en su vida. 

—Lindsay. —habló la castaña con sorpresa. Lindsay le sonrió alegremente y apresuró el paso para llegar a lado de la de ojos castaños que se encontraba sentada en una pequeña mesa en el patio escolar, un tablero de ajedrez sobre esta y uno de sus compañeros de equipo frente a ella. 

Olive nunca había sido cercana a Lindsay, recordaba perfectamente como se conocieron, una fiesta de cumpleaños de uno de los de su clase en sexto grado; la rubia había sufrido la perdida de su rosado perro de globo y Olive, en su inocencia, invitó a la niña a saltar con ella en el inflable alquilado para el cumpleañero. Olive había la había presentado a Kovy en una oportunidad en el primer año del ruso en el país, y ahora estos estaban saliendo. Casi. Casi saliendo. La confusión la invadió al analizar que no tenía claro la relación que estos tenían. Sabía que no eran novios, ¿eran novios? 

Repentinamente sentía las ganas de vomitar. 

Pero lo retuvo cuando tuvo a la chica a lado. 

—Hey, ¿cómo estás? —saludó con una blanca sonrisa en sus labios, tomando asiento en el suelo a lado de Olive. 

—Oh, em, bien. —sonrió, sintiéndose extrañamente insegura en presencia de la chica. 

Pero conforme la conversación fue creciendo menos insegura se sentía. A pesar de conocer a la rubia desde sexto grado, nunca se detuvo a conocerla realmente; Lindsay era dulce y adorable, ambas compartían gustos musicales y en ningún momento estuvo la mención de Kovy y su cita como tema de conversación, todo fue natural y sorprendentemente agradable. Pronto la practica de Olive se vio opacada por la charla con Lindsay y esta había tomado el asiento que el compañero de Olive terminó abandonando. 

—...Y esta es la torre, se mueve en cruz. —explicaba la castaña a la chica mientras señalaba la pieza correspondiente. 

—Sí... Mejor te dejo todo esto a ti. —rio Lindsay, insinuando que no se le daban esa clase de juegos. —¿Cómo puede gustarte esto? 

Olive se encogió de hombros. 

—Es divertido. Es como una historia. —sonrió al encontrar la analogía. —Es una guerra de clanes. 

—Aww eso suena tan romántico. —expresó la rubia con una sonrisa enternecida. 

Olive alzó una ceja con diversión. 

—Si tú lo dices... —rio. 

—Sí, mira. —se enderezó en su asiento para obtener una mejor vista del tablero. —Ambos están en guerra, ¿no? Y todos van por el Rey y ninguna Reina esta dispuesta a que eso pase, por lo que hacen todo lo posible para evitarlo. Tú dijiste que esas se movían para todos lados, ¿cierto? —señalo la Dama Blanca que estaba bajo las narices de Olive. 

—Así es, excepto como el caballo. —sonrió. —Parece que entendiste muy rápido. 

—Oh, es que suena tan lindo todo. —Lindsay soltó una risita avergonzada. —¿Cuál es tu pieza favorita? 

—El caballo. 

—¿Por qué? 

Olive lo pensó por un segundo. 

—Es la única pieza que puede hacerse paso por el tablero si misma. —explicó, sacando la pieza de su lugar para colocarla en posición f3. —No necesita de ayuda. 

—Uy, eso sonó muy profundo. —bromeó.

—Sí, ¿verdad? —ambas chicas rieron. 

Al finalizar la tarde Olive tenía que regresar a casa, donde encontró a su madre en el suelo bajo el maniquí que mostraba el vestido que momentos atrás Lorelai intentaba arreglar. 

—¿El maniquí se sobrepasó contigo? —habló la menor, llegando a lado de la ojiazul para ayudarla a levantarse. 

—Cielos, eso dolió. —se quejó Lorelai con un puchero en sus labios. Olive rio un poco mientras la dirigió al sofá para después dirigirse a la puerta, donde tocaban insistentemente el timbre. 

—Traje más hilos. —expresó una Sookie muy alegre cuando Olive abrió la puerta. La menor la dejó pasar después de corresponder su sonrisa. 

—¡Oh, eres una santa! —exclamó Lorelai desde el sofá. —He trabajado tanto en el vestido de Rory que no he podido salir. Ya iba a mandar a mi asistente aquí. —señaló juguetonamente a su hija presente. 

—¿Qué pasó aquí? —preguntó Sookie al ver el maniquí aún en el suelo. Olive se apresuró a levantarlo y colocarlo firmemente en su lugar. 

—Oh, el vestido de Rory quiso seducirme y creo que me contracturé. 

—Uh, yo tengo vendas en mi bolso. —habló Sookie. —No sé como podremos vendarte, pero quizás podamos hacer algo creativo. —rio. —Veamos. —se sentó a lado de la ojiazul, Olive tomando asiento sobre la mesa ratonera de centro frente a al sillón. Sookie abrió su bolso, revelando la cantidad de cosas que traía consigo. —Muy bien, tengo Percodan, Vicodín, Darvocet y... Oh, toma esto. Es un relajante muscular. Es muy suave, te lo aseguro.

—Vaya, tienes toda la farmacia contigo. —bromeó Olive, viendo todas las pastillas en manos de la amiga de su madre. 

—Gracias. —dijo Lorelai. —Quizás más tarde.  

—Bien, tengo que irme. —hizo una mueca penosa. —¿Vas a estar bien? 

—Por supuesto, tengo una enfermera aquí. —señalo a Olive con una sonrisa. La menor inclinó la cabeza con curiosidad. 

—Primero tu asistente y luego tu enfermera, ¿Qué será después? ¿Tu sirvienta? 

Lorelai gimió exageradamente, echando la cabeza para atrás. 

—Me muero. —dramatizó. 

—Tal vez debería quedarme. —dijo Sookie, mirando detenidamente a su amiga. 

—¿Qué? No, estoy bien. —rio Lorelai. —Anda, vete. Nos vemos luego. 

—¿Segura?

—Sí, anda. —sonrió para tranquilizarla. 

—Okey, adiós. —Sookie se despidió de ambas Gilmore con una sonrisa. Olive se volvió a su madre una vez que la mujer salió por la puerta. 

—¿Qué es, tu trasero o tu espalda?

—Espalda. —frunció la nariz la sentir otro tirón en los músculos. 

El sonar del teléfono resonó por toda la casa. Olive se levantó de la mesa para tomarlo, descolgó y lo lanzó a su madre.

—Atiende, yo haré la cena. —dijo para después tomar camino a la cocina. 

—¿Hola? —gimió Lorelai por el dolor de su espalda. 

—Suenas horrible. —habló Emily Gilmore del otro lado de la línea. 

—Estoy bien. Solo me golpeé el dedo del pie. —mintió, revisando los hilos que Sookie había traído. 

—Oh, debes acomodar ese desorden en tu recibidor. —reprendió Emily, tomando la taza de té que se había dedicado a servir. 

—Quizás. 

—Esa sala es un peligro. —Lorelai bufó, procurando que este no se escuchara en el teléfono. 

—Me haz iluminado. Hay que tirar todo. —dijo con sarcasmo. —¿Tienes algo más que decir? 

—Quiero hablar sobre el baile de Rory. Me preocupa mucho que no vaya. Quizás le parezca frívolo y tonto ahora, pero créeme, más tarde te arrepientes de haberte perdido estas experiencias. 

—De acuerdo. —alargó Lorelai, tomando uno de los cojines para colocarlo en su espalda.

—Arrepentirse trae amargura. ¿Quieres que Rory sea amargada? 

—Más o menos. —bromeó la ojiazul, empezando a descender por el sofá hasta quedar sentada en el suelo con su espalda apoyada en el mueble. 

—¡Lorelai! 

—¿Qué? Podría ganar dinero con eso. Convertirse en una celebridad loca, ir a talk shows, acosar al conductor.

—Desearía que te tomaras esto en serio. —se lamentó Emily.

—Mamá, Rory irá al baile. 

—¿En serio? —se sorprendió su madre. —¡Eso es maravillosos! Qué emoción. 

—Le estoy haciendo un vestido. 

—¿Tú le harás el vestido? 

—Síp, Olive y yo escogimos la tela. 

—Pero ¿por qué?

—Para que se vea horrenda y la gente le aviente rocas. —soltó con sarcasmo. 

—Déjame comprarle un vestido. 

—Hace cinco minutos sentías emoción, ¿recuerdas? 

—Siquiera sé que Olive fue sensata y no son cortinas. 

—Debo colgar.

—Bien, bien, una cosa más. Tómale una foto a Rory para mí, ¿sí? 

—Lo haré. —Lorelai se esforzaba en reprimir los quejidos que querían salir de su boca. 

—En las escalera. Y una es la puerta principal. Y una cuando se esté arreglando, ya sabes, recogiéndose el cabello y maquillándose. 

—Muy bien, ¿quieres una de cuando se afeite las piernas? ¿Con una pierna en la bañera y agitando el rastrillo?

—Esto sucede solo una vez en la vida. Tú la verás y yo no. Oh, Olive, ¿ella no tendrá baile? 

—Ella no tendrá baile. 

—¿Qué? ¿Por qué no? Oh, esa niña tiene que entrar a Chilton, se está perdiendo de mucho. —lamentó. —Tenemos que ver todo para el próximo año en Chilton donde hay gente descentre. 

—¡Mamá! —gruñó Lorelai, gateando hasta tumbarse por completo en el suelo boca arriba. 

—Haz lo de las fotos, así mínimo si tengo suficientes podría alinearlas en orden cronológico y hacer de cuenta que estuve ahí. Quizá juntarlas y hacer un álbum con ellas.

—Mamá. —detuvo el parloteo de la mayor. —¿Quieres venir el sábado y ver a Rory antes de que se vaya al baile? 

—Qué buena idea. Me encantaría. —Emily sonrió triunfante. —Gracias. Nos vemos a las siete. 

—Espera. —habló Lorelai, cerrando con fuerza los ojos por el dolor. 

Emily se abstuvo de colgar y habló con curiosidad: 

—¿Sí? 

—Em, de hecho... —Lorelai dudó si continuar. —¿Podrías ir por Olive? 

—¿Por Olive? ¿No estará allá?

—No, ella estará en Nueva York el sábado en la mañana. —suspiró cuando su huesos se acoplaron a la lisa superficie. Emily abrió grandemente los ojos. 

—¿Nueva York? ¿Ella sola? ¿Qué hará ella en Nueva York? 

—Ella competirá en ajedrez y probablemente terminé todo eso tarde, ¿podrías traerla cuando vengas? Le diré que tomé un autobús a Hartford y te vea en tu casa. 

—Tonterías iré yo misma por ella. —frunció el ceño.

—No, mamá, no. Ella puede tomar el autobús. 

—Haré que Lance me llevé, nos vemos el sábado a las siete. 

—Mamá. —pero ya había colgado. Lorelai gimió en alto justo a tiempo para cuando Olive atravesaba el arco de la sala con un plato en mano. —¿Qué es eso? 

—Em, bueno, traté de hacer la sopa instantánea, pero toda el agua se evaporó y se convirtió en una masa. Así que te hice un sándwich. —sonrió con inocencia, tendiéndole el plato a su madre en el piso. 

—Oh, gracias, cielo. —Lorelai estiró el brazo sin señal de levantarse del suelo y tomó la comida. —Te conseguí un aventón para acá el sábado. —le sonrió.

—Cool. 

°*• ❀ •*°

—Y ese fue el último entrenamiento del año, señoritas. Las veré el año siguiente. 

Olive le sonrió a la entrenadora de voleibol y a sus compañeras que empezaban a dirigirse a los vestidores. Con rapidez las siguió con su botella de agua en mano. 

Al entrar a los vestidores sintió un escalofrió recorrerle, estaba más frio que el pequeño gimnasio en el que antes estaban practicando. Pero cambio no mucho tiempo después cuando el vapor de las duchas llenó el lugar. Olive salió en cuanto pudo, portando su más grande chaqueta, una rosa que la hacía ver gigantesca, pero no podía evitarlo, Olive odiaba el frío. Al contrario de su madre, Olive no disfrutaba de la nieve o el helado aire, prefería los soleados días y las noches cálidas de veranos. 

—Hey. —la Gilmore se volvió en el pasillo de la escuela, encontrándose con Kovy. —Dime rápido, ¿esta o esta? —levantó una corbata diferente con cada una de sus manos. 

—¿Y solo traes corbatas en tu mochilas o cómo?

—¡Dime! —apresuró con desespero el chico.

—Bien, bien, la de rombos. —apuntó dicha corbata con uno de sus dedos.

—Cuadros, genial. —Kovy descartó descaradamente la opción de su amiga y guardo la corbata restante en su bolsillo antes de empezar a amarrarse la corbata alrededor del cuello. 

—¿A dónde vas? —habló con curiosidad cuando el chico empezó a caminar hacia la salida. 

—Tengo una cita. —se volvió sin dejar de caminar, una sonrisa socarrona en su rostro. 

—¿Cita? ¿Qué pasó con Lindsay? 

—Una cita es de dos personas. 

—¿Una segunda cita? 

—Una segunda cita. —sonrió el rubio con entusiasmo. —Están pasando Scanners y ella nunca la ha visto.

—Hey, pero- nosotros íbamos a ver Scanners. —se quejó infinitamente la castaña, formando un falso puchero.

—¿Por nosotros te refieres a mi? Porque la última vez que fuimos no podías ver la pantalla del miedo. —se burló.

Olive jadeo ofendida y, entrecerrando los ojos, puso un dedo índice en cada sien y empezó a fruncir el ceño por el esfuerzo como en la muerte psíquicas de la película.

—Oh, vamos. —se quejó el ruso. —Que madura eres. —exclamó para marcharse finalmente, volviéndose al frente.

—¡Sí puedo ver películas de terror!

—¡No era de terror!

Olive no era la única Gilmore que sufría un buen humor en declive. Rory Gilmore se encontraba haciendo fila para la compra de los boletos del baile que sería mañana en la noche, y solo podía rezar para no sufrir ningún contra tiempo con Paris, quien seguía odiándola y fue asignada para vender los boletos. 

—Hola, Tristan. —saludó la rubia sentada en la mesa mientras recibía los billetes que el chico le tendía.

—Paris. —correspondió su saludo, posando ambas manos dentro de sus bolsillos mientras esperaba su cambio y los boletos. 

—Dos, ¿supongo? —habló con voz suave, acto completamente extraño en ella. 

—Supones bien. —asintió Tristan. 

—Entonces... —vaciló. —¿A quién llevaras? 

—¿Por qué? ¿Estás libre? —habló, con un tono burlesco escondido, inclinándose sobre la mesa. 

—Y-yo...

—¿Qué digo? No estarías libre a tan poco para el baile. —sonrió abiertamente con diversión, tomando los boletos que Paris le tendía y guardándolos en su saco escolar. 

Paris se abstuvo de mostrar cuanto le dolía lo dicho por el chico, porque, al contrario de lo que el chico pensaba, ella no tenía cita para el baile. 

—Tu cambio. —le sonrió forzadamente con las monedas en mano. 

—Gracias. Oye, ¿tu cabello está más corto? —notó, inclinando con curiosidad su cabeza. 

—Sí. —sonrió Paris grandemente, feliz del que el chico lo notara. —Dos centímetros. 

—¿En serio? 

—Me lo rebajaron. 

—Se te ve bien. —le sonrió genuinamente, listo para retirarse y permitir que la fila siguiera. 

—Gracias. Em, suerte mañana. —Tristan se volvió, sonriéndole en agradecimiento antes de seguir su camino. 

—Y está leyendo de nuevo. Qué poético. —habló al ver a Gilmore en la fila leyendo un libro, acercándose a su lado. 

—Adiós, Trsitan. —cortó Rory, sintiendo la irritación crecer en su interior. Era increíble como solo su voz la ponía de mal humor. 

—¿Entendiste lo de poético? Porque-

—Dije adiós. 

Trsitan respiró con profundidad.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó.

—Me gusta hacer cola. —soltó la chica cortante.

—Se supone que el chico es quien compra los boletos. 

—¿En serio? ¿El partido feminista sabe sobre eso? —dijo con sarcasmo, rodó los ojos y los volvió a su libro que tenía entre mano, dispuesta a ignorarlo lo más posible. 

—A menos, claro, que no haya un chico. —provocó Trsitan. 

—Sí hay un chico. —Rory empezaba a irritarse.

—Uno tacaño. —se burló el rubio.

—¿Qué puedo decir? Me gustan así. —Rory sonrió para enfatizar su sarcasmo. —Bobos, melenudos, borrachos y, ya sabes, si el pantalón se les baja y les queda como plomero de segunda. Eso puede ponerme loca. 

Trsitan no sabía si reír o lamentarse porque había captado perfectamente los intentos de la Gilmore, tenía a alguien y lamentablemente no era él. 

—Y, ¿quién es? —preguntó, su tono de voz más débil del que realmente le hubiera gustado. 

—¿En cuantos idiomas se puede decir que: "no te importa"? —gruñó Rory.

—¿Es de la escuela? —insistió el chico. 

—No. 

O tal vez estaba mintiendo. 

—Bien, te confesaré algo. —habló Tristan, volviéndose a verla. —No tengo pareja. 

—Bueno, la asesina del Bronx estará libre pronto, tal vez quieres enviarle una carta. 

—No, lo que pensé es si te gustaría ir conmigo. 

—Claro que no. 

—Claro que sí.

Rory se burló. —No, porque no eres estúpido. 

—Vaya, gracias. 

—Imbécil sí, pero estúpido no. Hay que ser estúpido para creer que, dada nuestra relación y sabiendo quién eres, con esa petulancia que ninguna chica aguantaría, ni aunque fueras el único en el mundo, yo desearía ir contigo. Jamás. 

—Yo... Bien, está bien. Iré con Cissy. —cedió Tristan, visiblemente decaído ante el rechazo de la Gilmore. 

—Le enviaré una tarjeta de condolencias. —dijo entre dientes, ignorante del estado de animo del chico. 

—¿Sabes qué? Al menos ella no tendrá que comprar su boleto. —habló Trsitan, sonando más brusco de lo que tenía planeado, y partió dejando a la chica en la fila que ya no era tan larga. 

Pronto llegó al inicio, donde encontró a Paris en la caja con los boletos. 

—Dos, por favor. —le pidió Rory, entregándole la paga. 

—Idiota. —murmuró la rubia, arrebatándole los billetes de la mano. 

—¿Disculpa? —dijo la ojiazul con confusión. 

—Él fue amable contigo, y tú fuiste una idiota. —recriminó ásperamente.

—Si tanto te gusta Tristan, ve con él. —habló Gilmore, la confusión y el mal humor mezclándose en ella. Paris le tendió los boletos con dureza. 

—No tengo cambio. 

—Me lo das más tarde. —dijo con la intención de salir de la fila, pero el gritó frustrado de la rubia la detuvo. 

—¿Qué soy? ¿Tu alcancía? Espera el cambio. —ladró entre dientes. —¡Necesito cambio! ¡Ahora! —gritó al chico que la acompañaba en las ventas, haciendo que este saliera despavorido de su asiento en busca del cambio requerido. La furiosa chica se volvió a la que sostenía aún su libro. —No vas a conseguir alguien mejor que Tristan. 

—Es igual. —puso los ojos en blanco.

—Quizás ni siquiera tengas pareja para el baile. O vas a enfermarte con alguna gripe rara que afecta a los bobos cuando hay bailes. —se burló maliciosamente Paris, sonriendo con los labios apretados.

—¿Sabes algo? Ni quiero mi cambio. El dinero te vuelve superficial. —contestó, dirigiéndole una mirada de arriba a bajo para después darse la vuelta y salir de la cola, justo cuando el chico que Paris había gritado volvía con el cambio. 

—¡Ya tengo tu cambio! —gritó Paris, arrancando uno de los billetes chico que el chico traía consigo. Rory la ignoro y siguió su camino. —Oye, ¡si crees que me voy a quedar con este dólar estas muy equivocada! 

—Dámelo. —habló el chico a su lado.

—¡Tú te callas! 

°*• ❀ •*°

Olive nunca se había levantado tan temprano en su vida. Llegar a la competencia en Nueva York requería tomar dos autobuses para llegar a tiempo, lo que implicaba levantarse a las cuatro de la mañana, alistarse y salir lo antes posible. 

Antes de salir procuro llevar consigo un bolso en el que traía los papeles importantes para el registro, un café -que nunca había sido tan necesario como en esos momentos- y un libro que robó de la estantería de Rory. Pero tan solo caer en el asiento del vehículo, cayó dormida. No fue hasta que el autobús hizo una parada en Litchfield que despertó y se dedicó a entretenerse hasta su primer destino en Nueva York, Queens, donde tendría que tomar otro autobús y un ferri para llegar a Manhattan. Eventualmente hizo su camino hacia Little Island, cerca del parque del rio Hudson, donde encontró las instalaciones en las que se llevaría a cabo la competencia. 

Paras siete de la mañana ya estaba dando inicio. Olive durante la espera encontró a otros competidores de su misma escuela que formaban parte del equipo de ajedrez. En el registro el dieron un numero que una chica amablemente le hizo el favor de colgar sobre su espalda. 

Con el tiempo su numero y apellido fueron llamados:

—Gilmore y McCrae. 

Olive se movió de una de las gradas en las que esperaba y se encaminó a una de las tantas mesas que llenaban el anfiteatro exterior del parque. En esta se ya se encontraba un chico castaño sentado, el tablero sobre la mesa con las piezas perfectamente colocadas y los cronómetros a lado. Uno de los mediadores asignados le sonrió a la castaña antes de que esta tomara asiento en el lugar sobrante. 

El mediador explicó las reglas y soltó una moneda al aire para ver quien tendría el privilegio de tener las blancas. 

—Cara, Gilmore tiene las blancas.

El hombre dio vuelta al tablero, permitiendo que dichas piezas quedaran del lado de la chica y después de sincronizar su reloj y cronómetros, dio por empezada la partida. 

En silencio Olive sacó el caballo blanco de su casilla hasta posicionarlo en el puesto f3, como siempre solía hacerlo. El chico frente a ella soltó un bufido de aburrimiento y movió su propio caballo a c6. Olive le dirigió una mirada curiosa y movió uno de sus peones a d4. El chico rodó los ojos, haciendo que Olive frunciera su ceño con confusión y sacó un peón a e5. Olive rápidamente se adueño de de su pieza con su peón tomando su lugar. Pero el chico, con una sonrisa burlona, uso su caballo para comerse el peón blanco. Olive alzó una de sus cejas y movió su caballo para atrapar el negro. El desconocido gimió, echando su cabeza hacia atrás en frustración, haciendo sobresaltar a la chica.

—¿Sabes qué odio del ajedrez? —habló el chico en un suspiro. Las reglas no impedían la charla durante la partida. —Odio los colores, todo se ve horrible. Agréguenle un azul o yo qué sé. —se quejó abiertamente antes de sacar un peón más a c6 y tocar el cronometro que le corresponde. 

Olive le dirigió una mirada confundida, y también al mediador que en cuanto la vio solo se encogió de hombros sin interés. 

—Supongo que sí son un poco aburridos. —dijo en voz baja, moviendo su alfil a f4 y tocar el cronómetro. 

—¡Exacto! —coincidió el chico, analizando el tablero. —Solo imagina todos los peones de colores, ¡se verían fantásticos!

—¿Y como los identificarías de los del oponente? 

—Rose Bruford, no tenemos todo el día. —se escuchó la voz del mediador a su lado, llamando la atención de ambos adolescentes. 

El chico puso los ojos en blanco y movió la dama negra a f6 y tocó el cronometro. 

—Creí que eras McCrae. —habló Olive después de un segundo en el que se hizo silencio, colocando su caballo en d3. 

—Es la escuela. —le dijo el chico, moviendo una de sus torres a b8. 

—¿Dónde es? —preguntó, atrapando dicha torre con su alfil y tocando el cronometro. 

El castaño suspiró, sin despegar la vista del tablero. Parecía muy aburrido. 

—En Fairfield. —contestó, moviendo un peón a d5. 

Conforme la partida avanzaba, McCrae no paraba de hablar, o quejarse. Olive descubrió que el chico se llamaba Finn y esta ahí en contra de su voluntad, sus palabras. El chico al parecer solo formaba parte del equipo de ajedrez porque sus padres le habían obligado y no tenía idea alguna de cómo había llegado hasta las nacionales. Olive rio por uno de sus comentarios mientras Finn comió el ultimo de sus caballos con uno de sus peones. 

—Solo agradezco que el evento haya sido en una ciudad decente. —habló Finn, observando a su alrededor por un segundo. —Oh, cariño, ni siquiera te he preguntado de dónde eres. 

—Star Hallow. —le sonrió, usando la dama blanca para adueñarse del peón que había acabado con su caballo. 

—Oh, eso suena como una pocilga. —dijo sin filtro alguno, cosa que Olive había detectado durante su breve tiempo compartido. Movió su Rey a d7 y tocó el cronómetro. Olive movió su alfil con rapidez a f8 y tocó el cronómetro.

—Es lindo, acogedor. —se encogió de hombros. Finn uso su caballo y lo movió a f7, despejando el camino de su torre. Tocó el cronómetro.

—¿Alguna vez has estado en Nueva York? —preguntó con amabilidad. Olive movió su Dama a e7, obstruyendo el camino del Rey de Finn. 

—Las nacionales pasadas también fueron aquí. —habló con suavidad. 

—Vaya. —expresó Fin, levemente sorprendido. Le dirigió una mirada al mediador después de mover su caballo a f7. —Una de escuela publica me va a ganar. 

—Sí lo hizo. —le dijo este, apuntando el tablero en el que Finn podía ver que había quedado en jaque por la Dama blanca de Olive en f7. 

—Diablo, sí lo hizo. —suspiró.

—Gilmore avanza. —habló el mediador, haciendo sonar el silbato que colgaba sobre su cuello. Le indicó a Olive que esperaba en lo que el próximo competidor se desocupaba. 

—Bien jugado, Gilmore. Haz acabado con mi sufrimiento. —le sonrió Finn, tendiéndole la mano. Olive rio y correspondió el saludo. 

—¿Y, ganamos? —un chico rubio llegó a lado del castaño, palmeando su espalda. 

—Logan, me ganó una de escuela publica. —lloriqueó exagerada y falsamente el chico frente a Olive, haciendo reír a la castaña. 

—Suele suceder, amigo mío. —consoló el rubio de manera burlona. Su rostro, antes con una expresión preocupada falsa, cambió a una sonrisa que dirigió a Olive. —Logan Huntzberger. —se presentó, tendiéndole la mano a la de ojos castaños.

—Olive Gilmore, la de escuela pública. —jugó, ganándose una risa del rubio. 

—¿Y tú? ¿Ganaste? —preguntó Finn, volviéndose a su amigo.

—Nop. 

—Bien. —gimió Finn al levantarse de su asiento. —Gilmore, un placer competir contigo. Nosotros nos iremos a desayunar. Nunca olvidare como salvaste mi vida de este horrendo juego. 

Los adolescentes que lo acompañaban rieron y los dos chicos se despidieron de la castaña antes de que una chica tomara el asiento en el que antes Finn estaba. 

—No creerás lo qué el petulante que me ganó le dijo a la mediadora. —escuchó la voz de Logan a lo lejos decirle a Finn. 

La competencia avanzó rápidamente. Y conforme eran llamados los participantes, éstos también fueron despejando el anfiteatro.

—Gilmore y Dugray.

Tristan se volvió en su lugar con rapidez al reconocer el apellido que acompañaba al suyo. No perdió tiempo en buscar la mesa en la que lo llamaban, encontrándose con la decepcionante noticia que no era quién esperaba que fuera.

—¿Travis? —habló Olive con confusión al reconocer el rostro del chico que había sido parte de su fiesta de cumpleaños.

El rubio rodó los ojos con irritación, tomando asiento en la silla restante.

—Tristan. —corrigió.

Olive se encogió de hombros, sin importarle realmente eso. El mediador dio las reglas y lanzó la monada al aire, como cada mediador había hecho en cada juego.

—Cruz, Dugray las blancas.

La partida dio a su inicio y Tristan sacó su peón frente a su caballo, colocándolo en g4 y tocando el cronómetro para registrar su tiempo.

—Creí que tenían un baile. —habló Olive, moviendo, como siempre, su caballo primero hasta c6.

—Así es, esta noche. —habló el rubio con tono perceptiblemente decaído. Tomó el mismo peón de antes y lo puso en g5, tocó su cronometro. Tristan suspiró. —Lo siento, yo... solo estoy abrumado.

Olive le miró, ligeramente sorprendida. A pesar de no conocer a Dugray, lo que el chico le permitió ver en la fiesta de cumpleaños no cuadraba con la imagen derrotada que mostraba en esos momentos. 

—Vaya, Travis, no creí que fueras tan abierto. —Olive alzó una de sus cejas mientras movía uno de sus peones a e5.

—Creí que eras Rory. —habló el rubio, sin querer profundizar en el comentario de su oponente. Sacó un segundo peón a h4 y tocó el cronometro. 

Olive suspiró profundamente. —Todo el mundo lo cree. 

La castaña sacó de igual forma un peón hasta h5, bloqueando el del rubio y tocó el cronometro. Tristan uso el suyo y lo colocó en diagonal al de Olive en g6. 

—Eso sonó muy deprimente. —se burló el chico, alzando ambas cejas. 

—Al menos yo no me veo deprimente. —contraatacó débilmente, mirando al muchacho de arriba a bajo. Olive tomó uno de sus peones y se adueñó del de Tristan en g6, tocó el cronometro. 

Tristan gimió, cerrando los ojos con fuerza. Los abrió, y agitando la cabeza con cansancio, movió un peón a c4. Olive lo bloqueo con su alfil en c5 y él sacó un peón a e3. Con el tiempo quedaban menos piezas y Olive terminó poniendo su torre en d2. 

—Es solo que tu... esta chica no quiso ir al baile conmigo. —habló Tristan, creyendo que sería aun más humillante si mencionaba a la hermana de la castaña, movió su torre a g6. 

Olive frunció los labios, sin saber por qué el chico parecía querer desahogarse con ella, movió su caballo hasta f6 y tocó el cronómetro. 

—Tal vez sea porque ere-

—Sí, soy un petulante, lo sé. —gimió Trsitan con exasperación. Olive apretó los labios, absteniéndose de decir algo. —Lo siento, yo... —suspiró. —Ella ira con alguien y...

—Okay, me resulta muy extraño que solo te haya visto una vez y ya te hayas disculpado dos veces. —cortó Olive, moviendo su torre a g3 y tocando el cronometro. 

—Si bueno, mi padre siempre a dicho que el ajedrez es terapéutico y con suerte lo dejare en paz, pero yo espero que venir aquí haga que él me deje en paz. 

—Bueno, con suerte esto hará que me dejes tú a mi en paz. —colocó su Dama en f4 haciendo que el chico quedara en jaque. 

Olive pudo escuchar la pequeña risa que el moderador asignado trató de ocultar aclarando su garganta.

—Gilmore avanza.

Tristan frente a ella suspiró profundamente, dejándose hundir en la incómoda silla de plástico.

—¿Qué, tú también me odias?

Olive tomó una pequeña inhalación. —Travis...

—Tristan.

—... Deberías desahogarte de otra manera. No lo sé, rómpele la cara a la cita de la que te gusta, yo qué sé. Pero no hables con extraños en el parque, ¿de acuerdo? Y por extraños me refiero a mi, no me hables. 

Para las dos de la tarde solo quedaban veinte competidores. Olive agradecía haber traído consigo una barra de granola, la cual estaba devorando con arrepentimiento cuando sintió la presencia de alguien a su lado en las gradas del espacio ocupado por el evento. 

—Vaya, parece que la escuela pública realmente arrasa con la competencia. 

Olive se volvió para encontrarse con el perfil de Finn McCrae a su lado. Y pronto se les unió el rubio amigo de este con un café en mano. 

—¿Qué tal? —saludó educadamente, tomando asiento en el otro lado de la castaña, quedando ella en medio de ambos chicos. 

Olive siguió con la mirada el café humeante con anhelo. 

—¿Dónde conseguiste eso? —apuntó el contenedor desechable. 

—Oh, ¿quieres? —le tendió el café. —En cada esquina venden. 

Olive sonrió grandemente, dispuesta a tomar el caliente liquido, pero repentinamente se detuvo, su sonrisa cayendo. 

—No creo que sea sensato tomar una bebida de un extraño. 

Logan frunció el gesto con diversión y confusión. 

—Anda, tómalo. —insistió entre risas. —¿Haz comido algo aparte de eso? —señaló el cuarto de barrita que quedaba. —¿Qué no llevas aquí desde las siete? Toma. 

Olive tomó dudosa el vaso de cartón, pero le agradeció al muchacho con una sonrisa que él correspondió. 

—Deberías hacer lo que yo, Gilmore, perder. —sonrió Finn. —Y nos vamos a almorzar. 

Olive sonrió con diversión por la dulce propuesta, pero negó con la cabeza mientras bebía un sorbo del café. 

—No, tengo que ganar. 

—Johnson y Gilmore. —llamarón para el siguiente enfrentamiento. 

Olive se atragantó levemente en medio de la toma del café, pero se recuperó lo más rápido que pudo y se levantó de su lugar, tomando su bolso y tratando de arreglar la bufanda que tenía sobre el cuello. 

—Bueno, andando. —Finn animó. —No todos los días se ve ganar a la escuela pública. 

Logan rio del comentario de su amigo y los dos acompañaron a la castaña hasta su mesa, donde una chica ya esperaba sentada. El par de chicos estuvo detrás de Olive partida tras partida hasta que la competencia quedo con los últimos cuatro para la semi final. 

—¿Te haz dado cuenta que siempre gana con la Dama? —le dijo Finn a Logan mientras el trio pedía en un puesto de café que, como había dicho el rubio antes, estaba en una de las esquinas del parque. —Es como estar involucrado en un evento histórico. —dijo incrédulo.

—En donde la escuela pública gana. —agregó Olive juguetonamente. 

—¡Exacto! —exclamó, chasqueando los dedos y sacándoles una pequeña carcajada a sus acompañantes. —Uh, hot dogs. —expresó el castaño, visualizando un carrito en la esquina opuesta del parque. —Nueva York tiene los mejores hot dogs del mundo, tienes que probarlos. —apuntó con severidad a Olive. —Esperen, ahora vuelvo. 

El chico, sin esperar respuesta, fue en busca de la comida, dejando a Logan y Olive en la espera de los cafés que habían pedido. 

—¿Cómo le digo que no me gustan los hot dogs? —dijo la castaña hacia Logan, causándole risa. 

Segundos después, el barista le pasaba café por café a Logan.

—Las damas primero. —dijo mientras le daba el primero a Olive en la mano. —¿Viste lo hice ahí? Dama, damas, ¿entiendes? —dijo entre risas. Olive soltó una carcajada por el bobo juego de palabras. Ambos con café en mano, Logan con el de Finn, decidieron esperar a este en una de las bancas cercanas. Olive agradecía enormemente el descanso de veinte minutos que el evento otorgaba antes de las semifinales; le empezaba a parecer eterno el pasar de silla en silla. —Y, ¿esto quieres hacer siempre? ¿Ser una ajedrecista? —preguntó Logan, volviéndose a ver a la castaña con curiosidad. 

Olive frunció la nariz con diversión. —¿Esa siquiera es una palabra? 

Logan se encogió de hombros. —Ni idea. 

Olive soltó una risita, y cuando esta acabo inhaló profundamente el aire gélido de Nueva York. 

—No lo creo. 

—Sí, mi padre estaría decepcionado. —rio el rubio. 

—No, no creo querer ser una ajedrecista o lo que sea que hayas dicho. —soltó Olive, sonriéndole dulcemente. Logan se inclino hacia a ella con curiosidad. 

—¿Y qué quieres hacer? Ya sabes, en un futuro. 

Olive respiró profundamente. Eso mismo se preguntaba ella. 

—Bueno... —dijo en medio de un suspiro. —Mi abuela se queda en casa y hace fiestas, eventos y eso, creo que podría hacer eso. —se encogió de hombros distraídamente.

A pesar de que Olive seguía en la incertidumbre de lo que sería si futuro, ella si había meditado sobre la posibilidad de tomar el clásico camino de ser ama de casa.

—Mi madre hace eso. —respondió Logan, tomando un largo sorbo de su café.

—¿Y se ve contenta? —preguntó con el tono más suave que encontró, tratando de ser delicada con el tema.

Logan asintió sin importarle mucho.

—Podría decirse. —se volvió a verla. —Pero ella una vez me dijo que sentía que podía hacer mucho más. —sonrió. —Estoy seguro que esa vez estaba ebria, pero nunca la escuché hablar sobre su vida antes de nosotros, ya sabes, formar una familia.

Olive sabía que podía hacer más, lo que no sabía era qué exactamente. Sabía hacer muchas cosas y la mayoría de ellas las disfrutaba, pero no le apasionaban. Estaba a mitad de su primer año de preparatoria y no sabía qué hacer de su vida. Maldecía internamente a aquel que creyó que a los dieciocho años uno estaría lo suficientemente preparado para decidir sobre su futuro. Olive deseaba que le dejarán el peso de su destino a alguien más responsable que ella.

—¿Tú sabes qué harás? —preguntó al chico, tratando de desviar la atención de su profesión aún desconocida.

Logan suspiró con cansancio. —Sip.

—No te oyes muy emocionado. —la castaña alzó una de sus cejas extrañada.

—Me gusta, pero... A veces parece una obligación. —dijo con suavidad, dedicándole una sonrisa chueca a Olive. —Se siente pesado vivir así.

—La mayoría de personas no vive, solo existen.

—Em, okey, Oscar Wilde. —se burló Logan, tomando lo último de su café.

Olive rio y lo observó con curiosidad. Y pensó en qué decirle sin que esto sonara tedioso o con lástima.

—Tal vez tengas que vivir al máximo con lo pequeño. —comentó con sinceridad. Logan la miró sin entender a qué se refería. —Finn es tu amigo, ¿no?

—Mi mejor amigo.

—Los amigos aligeran las cosas. —sonrió, encogiéndose de hombros. —Tu carrera no es lo único que deba hacerte feliz, hay que vivir siempre que se pueda, divertirse; la vida es muy corta. —alegó esto último con exageración, haciendo que el rubio sonriera con diversión.

Logan estaba a punto de contestarle, pero en eso la presencia de Finn los interrumpió.

—Toma, tienes que probarlos. —le tendió a Olive un hot dog con una enorme sonrisa. Olive se mordió el labio inferior con nerviosismo al tomar la comida y miró al rubio son saber qué hacer.

—No le rompas el corazón. —gesticuló con los labios, haciendo que Olive frunciera el ceño con anticipación y acercara el hot dog para darle un moderado mordisco.

—Mm, delicioso. —sonrió falsamente al castaño frente a ella. Logan se rio de la chica. 

Para la mala o buena suerte de la Gilmore, los veinte minutos de descanso habían terminado y tenía que seguir con la competencia. Los chicos insistieron en seguir junto a ella para "presenciar uno de los pocos logros de una escuela publica", según Finn. Y ahora Olive se encontraba frente a una chica asiática, esperando para ver quién de ellas se quedaría con las piezas blancas. 

—Cruz, Gilmore blancas. 

La chica era de las muchas que insistían en pasar la partida en completo silencio, cosa que a Olive no molestaba. Con el paso de los minutos las dos habían perdido la mayoría de sus piezas, un alfil de Olive entre ellas. En cambio, la muchacha solo mantenía un peón, un caballo y el deseado Rey. Olive movió el único caballo que le quedaba hasta e8, justo a lado del de la chica y tocó el cronómetro. Ella respondió alejando su Rey a h5, pero Olive decidió atacar con la Dama blanca en g7. La de ojos rasgado tardó en hacer su próximo movimiento, pero colocó su caballo en g6, frente a la Dama de Olive. La Gilmore también movió el suyo hasta f6 y tocó el cronómetro. Por detrás suyo podía escuchar la habladuría sin cesar de Finn y las suplicas de Logan por que guardara silencio. La asiática tomó a su Rey y lo movió a g5, frente a su caballo y tocó el cronómetro. Olive ni lo pensó y con su Dama la dirigió a h7, con suerte terminaría en cinco movimientos más y podría acabar el café que la esperaba en el suelo a lado de su silla. Su oponente tomó su caballo y lo movió a e5 y tocó el cronómetro. Con duda, Olive colocó su alfil hasta d8 y la chica volvió a usar el caballo negro ahora en f3. Olive se apropio de su caballo con uno de sus peones, pero la chica lo bloqueo con su Rey. Olive movió a su Dama hasta h5 y tocó el cronometro. La chica, tontamente, movió el único peón que poseía a e5 y Olive respondió con su caballo en d5, haciendo jaque mate. 

—Gilmore avanza. 

Olive sonrió aún más cuando escuchó las exclamaciones de sorpresa de Finn a sus espaldas y un: 'como si no supieras que eso pasaría', de Logan. 

Al parecer su partida había tardado más de lo que creía, porque en menos de lo que pensaba tenía al otro finalista en la silla que antes ocupaba la chica asiática. Pero, como las apuestas que Finn terminó armando en el anfiteatro, Olive terminó ganando las nacionales. 

La habían colocado en un pequeño pedestal junto a los chicos que sacaron segundo y tercer lugar y le entregaron la pequeña medalla dorada. 

—Vaya, si es la dama ganadora. —dijo Logan, acercándose a la castaña con una sonrisa después de que la pequeña y breve ceremonia de premiación terminara. 

Olive sonrió, arrugando la nariz. 

—Debes dejar los chistes de damas. —rio. 

—Oh, vamos. Me hacen sentir más involucrado en todo esto. —apunto a la medalla que descansaba sobre la rosada chaqueta de la chica. Olive sonrió con diversión, pero no lo contradijo. —Vamos, te invito un helado de la victoria. 

—De hecho, —lo detuvo con una mueca en los labios. —debería irme. —suspiró. 

Y como si alguien la escuchara, Olive oyó su nombre ser llamado a lo lejos. La castaña junto al chico se volvieron para encontrase a Emily Gilmore que se apresuraba a llegar a lado de la niña. Portaba una enorme sonrisa y traía un hermoso ramo de rosas amarillas consigo. 

—Oh, Olive. —expresó con emoción la mayor, visualizando el premio sobre el pecho de su nieta. —¡Felicidades! —la abrazó con fuerza y Logan sintió que esa era su señal para alejarse. Procurando hacer contacto visual con Olive, tomó la Dama blanca con la que Olive había ganado por última vez y le sonrió a la chica como despedida antes de alejarse. Dejando a una Olive divertida y extrañada por el pequeño robo de un rubio que no volvería a ver. 

  ✧ .

•.      ° .        .     .

    .          .    .      *. •       .    •               .          .    •  °  .
*
.        .       °.   

        .    .      *. •             •               .   

.        .    •  °  .   
*
.   °    .       °.   

Ay, hola, hace mucho nos les veía jsjsjjs

Olive al ver que Tristan terminó golpeando a Dean en el baile y que Logan se convirtió en un vividor al límite:

Tengo una historia de Brooklyn 99 por si no sabían 👀

Mugre capitulo de 10mil palabras, para que vean que el anterior fue de 7 y que valió la pena la espera jsjsj

Espero no haberles confundido al inicio del capítulo, que btw trajo muchas declaraciones.
Aaah neta si siento que deje a muchos confundidos, dejen les hago una línea del tiempo jsjsj:

Una semana antes del festival de otoño (1x5 de la serie) Lindsay invitó a Kovy a salir, esto obvio fue unas dos semanas despertar del cumpleaños de Olive. Kovy le dijo a Olive sobre la cita unos días antes del festival (y antes de que Rory recibiera su primer beso) y las cosas estuvieron tensas. Después Lorelai lo invita para la película cuando también invita a Dean, y las cosas parecen volver a la normalidad con Olive. Una semana después es la nevada (1x6 de la serie) y es el día que Kovy agendó la cita con Lindsay y Lorelai tiene este encuentro toso romántico con el profesor de Rory, Max Medina. Y una semana después (ya noviembre) es lo del baile y empieza ya todo esto.

Y pues si, así pasó.

¿Qué opinan? ¿Les gustó el capítulo?

Siento que este capítulo está un poco amargado, no sé, tal vez sea yo jsjsj

Bien, no sé si lo notaron, pero se me hace que este capitulo  fue en el que las Gilmore convivieron más como familia, no sé. ¿Ustedes qué opinan?

¿Y que opinan de Kovy y Lindsay?

No me metí en eso tanto como esperaba, pero yo les dije que esto no era un fic de Kovy. Les advertí, literalmente está en el apartado de advertencias de la historia.

Eh, pero volviendo a las preguntas, díganme ¿qué les pareció nuestros invitados de honor? 💛

Ay, oigan yo amo a Logan, no sé, es my comfort character jsjsjs

En fin, ya para acabar jsjs lol les tengo una encuesta jsjsj oh bueno no sé qué sea.
¿Creen que Olive pueda o a ustedes les gustaría que ella entrará a Chilton?
Ya ella terminó la mitad del año, el próximo capítulo será sobre la navidad Gilmore. Pero como que ya tengo que ir viendo qué va proceder en el acto 2.

Ok, ya es todo, nos vemos en el próximo capitulo, ¡chau!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top