3

Deja sus ropas caer fuera de su cuerpo. La tiene toda amontonada cerca a sus pies de medias blancas y suelta su cabello. Este cae sobre su espalda de hombros anchos pero delicada curvatura. Sus redondos glúteos al expuesto. Mira como modelo seductor al jefe. El jefe le da la vuelta. Rodeándolo como un tiburón.

Observando cada esquina de su cuerpo sin necesidad de tocarlo. Vuelve a posar frente a él y los ojos nerviosos del chico vuelven a él.

—¿Eres virgen?

—Sí.

—¿Virgen por completo?

—Jamás he estado con nadie. En ningún tipo de sentido. — Krist se hace entender.

—De acuerdo, bien. No tienes un mal físico. Te ves bastante bien. Tienes un pene que la mayoría de los hombres disfruta. — Dice lo último mirando el área íntima mencionada. Krist mira ahí abajo también. —Y tu cabello se ve bien mantenido. Les gustarás a muchos clientes. ¿Sexualidad?

—Pansexual.

—¿Activo o pasivo?

El chico se lo piensa antes de responder. Se lo piensa bastante. Hasta que da una respuesta: —Pasivo. Jamás lo he probado, pero me gustaría.

—Bien. Vístete. ¿Puedes comenzar mañana?

—Sí, puedo... Comenzar mañana. ¿A qué hora?

—Siete de la noche. ¿Cómo te llamas?

—Me llamo Krist. — Sonríe mientras alza el bóxer por sus piernas, quedando erguido una vez ya lo tiene por el trasero.

—Bueno, — Asiente consecutivamente. —es un placer conocerte, Krist. Estaré aquí para guiarte, sé que los muchachos también lo harán. No necesito saber los motivos de por qué estás aquí así que no te preocupes en decirme. Mi nombre es Nat.

Sacuden manos. Krist sonriendo mientras que Nat sonriendo labial, aún serio. Cuando el supervisor gira hacia su escritorio, el chico pregunta:

—¿No me enseñará nada? Algo que... ¿Deba aprender?

El supervisor voltea a verlo, curioso.

—No tengo deseos de tocarlo. Jamás toco a ninguno de mis empleados y espero que lo tengas en mente. — Es conciso y directo, pero luce modestamente gentil. Todo un caballero. Krist sonríe con sus labios al recibir este raro trato..., un trato similar al que se le da a una mujer. Recibirlo no sienta mal. —Lo pondré a practicar con alguien más mañana para ver qué es lo que puede hacer. ¿Tiene dónde pasar la noche, señorito....?

—Brooks. Krist Brooks.

—Brooks, — Se ajusta al apellido americano dando indicios de una sonrisa a gusto. Pero decide mantener esa pequeña sonrisa a medias y entre cerrar los ojos, —Brooks.— Reafirma imitando su segunda contestación.

—Y..., honestamente no. No tengo dónde pasar la noche. Dios, siento decirle esto, mejor busco un lugar--

—No se hable más. Te quedarás aquí. Tenemos habitaciones disponibles, ¿te molesta tener un compañero de cuarto?

—No, de hecho no me molesta nada. — Krist encoge los hombros por un segundo.

—Bien, sígueme. Te daré un recorrido para que te familiarices con el lugar.

—Sí.— Krist va girando al unísono en que el jefe pasa de él. Dirigiéndose de lleno a la puerta del lugar para salir, pero agarra la cerradura y voltea a ver al chico. Este iba a seguirlo así desnudo.

—Una vez estés vestido, claramente. — Avisa el jefe súper amable sonriendo ladino. —Los clientes no tendrán problemas en verte así, pero, — Niega la cabeza al unísono en que brinca las cejas como un gesto de, «Chispas». El asiático mixto mira abajo a su cuerpo viendo este únicamente en bóxers y toma la camisa del suelo para cubrirse la intimidad con eso. Alza la mirada riendo torpe.

—Perdón. Actuo algo torpe cuando estoy nervioso.

—Me agrada eso, Brooks. — Bufa silencioso el jefe, brincando los hombros. —Te esperaré afuera. — Son sus últimas palabras antes de que la puerta se cierre. Ahora Brooks está solo en la habitación. Este vuelve a sonreír humilde mientras cubre su cuerpo con cada prenda.






























🪡

𝘌𝘯 𝘱𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘮𝘪𝘯𝘶𝘵𝘰𝘴, Nat abre la puerta de su dormitorio y una habitación alumbrada en rosa neón y lámparas color oro, es revelada. Dentro hay dos camas frondosas y un chico encima de una. Está de espaldas revelando sus trabajados brazos, aunque sin abandonar una proporción femenina, entonces viste cortos azules. Su cabello peinado en risos alocados.

Mira hacia atrás tirando dramático el mentón y usando los rabillos de sus ojos para observar a los chicos curioso. Sus dientes leche revelándose cuánto más ensancha una sonrisa. Eran similares a los dientes de un conejo, pero obvio, no de tamaño exagerado. Tiene la suerte de que sus dientes luzcan bien y no estorben.

—Hola, Nat. — Voltea para quedar acostado sobre sus codos y alza sus tobillos cruzados atrás de la cabeza. Balanceando estos de adelante a atrás como un columpio sin temer lo rojizas que se vean sus plantas.

—Hola, Mark. ¿Listo para tener un compañero de habitación? — Nat presenta.

—Mi nombre es Krist Brooks, un placer. — Krist hace una reverencia y al enderezarse toda su melena rubia sube con él. Rebotando devuelta hacia sus hombros.

—¡Oh por Dios! Un compañero. — Se emociona Mark abandonando la cama para caminar hacia el rubio. Confiado sin conocerlo. —¿Este cabello es tuyo? — Le toca un mechón enredando el mismo en un dedo. Sus ojos entusiasmados como si viera a un albino o una cosa sobrenatural. Krist tartamudea por esta confianza repentina. Mira a Nat como si preguntara qué responderle, pero el jefe solo hace un parpadeo en el que retiene los ojos cerrados por un buen rato y los abre gentiles. Indicándole, «Él es así. »
Entendiendo esa indirecta, Krist gira hacia Mark, ahora un poco más flexible. —Sí. Mi cabello es natural. Provengo de padres mezclados.

—¿Padres mezclados? ¡Wow!

—Los dejo conocerse, chicos. Aquí desayunamos, almorzamos y cenamos a la hora que estén disponibles, recuerden por favor no saltarse el desayuno. Mark, Brooks es nuevo. Enseñale todo lo que sepas. Cuida bien de él.

—Si él me cuida, yo también lo cuidare. — Krist declara en voz alta mientras mira a Nat. El jefe aligera el rostro cuánto más paciente los observa. Mark se le queda sonriendo al mixto y ese voltea a verlo entre decidido y tímido.

—Algo me dice que seremos buenos amigos. — Mark promete mientras lo toma de las manos. Ambos sujetados frente sus regazos. El mixto crea una sonrisa manteniéndole la mirada.

El jefe se va tranquilo, feliz de verlos así.

𝘈 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘢 𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘥í𝘢 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘮𝘢ñ𝘢𝘯𝘢

Krist va a la sala del comedor dónde ya muchos gigolos comen en pijamas. Hay un asiento vacío al lado de Mark, quién gira sobre su hombro a verlo, masticando una tostada de queso derretido. —¡Krist! Enhorabuena. Ya casi se te enfría la comida.

—Gracias, Mark.

El rubio con el cabello peinado en una dona se dirige a la mesa. Toma asiento sonriendoles a todos labialmente, pero ninguno le hace caso. Mejor ajusta su asiento en silencio.
—Ah, sí, aquí no es necesario presentarse pues pueden saber quién eres si los rumores entre clientes te mencionan. — Mark avisa.

—¿Rumores entre clientes? — Se asombra Brooks.

—Sí, es como una competencia. Verás, si te mencionan mucho eres la superestrella de los gigolos y todos sabrán qué tan bueno eres. Si no te mencionan a menudo entonces serás como yo: Bueno, pero regular.

—Oh~. ¿Y aquí hay una superestrella?

Susurra para atrás.

—Sí, es--

—¿Tu cabello en serio es rubio?

Giran a la izquierda enfrente. Viendo a un chico ultra delgado, de brazos amasados pero en proporción femenina, cabello cortado en hongo negro. Viste una camiseta blanca manga-cortada y cortos azules. Sus piernas esbeltas sin vello al expuesto. Orgulloso, mastica una tostada.

—Hablando del Rey de Roma, es NuNew. — Susurra Mark, alzando una mano como saludo para seguida exclamar: —¡Hola, Nu! Este es mi compañero de habitación: Krist. Y sí, su cabello es fabulosa~mente natural.

—Hola.— Krist saluda alzando el mentón y la manita al costado. —Oí que eres la ¿superestrella de los gigolos? Eres muy hermoso. Si puedo decirlo.

NuNew le alza las cejas aceptando el cumplido pero para la segunda mordida a su tostada dice, —Pues yo no pedí tu opinión, gringo.

Tanto Mark como Krist se pasman. Rápidamente indiferencian sus rostros. Mark se dispone a comer en silencio.

—Solo soy sincero. ¿Por qué debes molestarte? No te gusta que otro hombre a no ser que sea un cliente, ¿te diga que eres hermoso? — Réplica Krist, serio.

Mark se atraganta con la tostada, tosiendo varias veces y por ende cubriéndose la boca. NuNew voltea a verlo insolente. Callado pero cejas alzadas en cuestión.

—Gusto en conocerte. — Krist sonrie ante su silencio para comer. Todos se le quedan mirando conmocionados pues ninguno jamás le contestaba para atrás a la superestrella. El silencio reina en la mesa al igual la rigidez pues nadie come excepto Mark y Krist. Mark aleja su boca del desayuno con una sonricita labial. Mejillas llenas cual ardilla.

—Estás loco, gringito.— Susurra el compañero, orgulloso.

Krist sigue comiendo con una sonrisa labial.

—Sigan comiendo. — NuNew les dice a todos antes de retirarse con el plato. Dos amigos suyos se levantan de la mesa para seguirlo. Llevándose sus platos.



















🪡

«Te enviaré a la cena de un cliente bastante callado. Todos dicen que es amable, pero que casi nunca habla. »

Recuerda las palabras de Nat ahora estando en un restaurante en la noche, vistiendo un traje rojo formal. Bien engabanado. Su cabello rubio suelto en ondas peinado hacia abajo con gel. La comida llegó hacen unos segundos, servida en platos pequeños y redondos contenientes de salmones, lechuga y una pequeña porción de arroz guisado. Agua en los vasos de ambos.

Frente a él está ese silencioso cliente. Un hombre alto, de rostro y facciones delgadas. Sus hombros son colosales casi ni se ajustan a su cuello. A pesar de su estiramiento tiene buen físico. Ni flaco ni gordo: perfecto. Tiene un parecido a Victor de "La Novia Muerta", versión tailandés.

No ha hablado en ningún momento. Solo divide el salmón con sus utensilios y lleva un trozo de estos a la boca. Mastica concentrado, sus mejillas hundiéndose y llenándose.

Krist decidió esperar a ver si en todos estos minutos el individuo habla, pero ve que no. Así que agarra sus utensilios como si estas fueran armas pesadas y brinca las cejas tal cuál auto-motivación. Se dispone a comer en silencio. Justo como el hombre.

—¿Cuál es tu nombre? — Exige el hombre.

«Ah, genial, me dan ganas de comer y tú me hablas. Perfecto. » Krist se queja en la mente mientras que en el exterior se atraganta con el salmón y vuelve a enderezar la espalda. Bajando los utensilios.

—Mi nombre es Krist. — Responde entre masticones (hechos rápidos para no parecer descortés, pero vaya que se necesitaban buenos dientes para deshacer esta carne).

—Mi nombre es Tae. — El hombre deposita los utensilios de nuevo en dónde iban, con perfecta precisión. Corre la servilleta de su pacífica área y limpia su boca. Dobla esta, entonces con el cuidado de un ángel, la coloca sobre el plato.

«Parece ser un hombre sofisticado. Debo comportarme para ponerme a su nivel. »

Krist pacífica sus mordidas.

—Mucho gusto, Tae.

—El gusto es mío, Krist. ¿Disfrutas la comida?

—¿Qué--? ¡Oh! Sí, me gusta mucho. Gracias. — Krist mira feliz la comida antes de seguir llenando su boca con porciones.

—Puedes comer todo lo que gustes. No nos iremos de aquí hasta que estés satisfecho.

—¿Mm? — Esta vez el rubio mantuvo el tenedor dentro de su boquita por lo que sus labios abultados rodeando el utensilio lo hicieron lucir tierno. Parecía dar un puchero mas esos ojitos ingenuos parecían de cachorro. —Mm, — Entiende volviendo a asentir gustoso. —Gracias.

El cliente forma una sonrisa ladina hacia el suelo, manos con los dedos entrelazados a un costado.



















































🪡

𝘔𝘪𝘯𝘶𝘵𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘶é𝘴, están en el auto, pero estacionados en un estacionamiento a las oscuras. Aislados. Están silenciosos mirando el exterior. Krist cada cuánto lanzando sonrisas labiales antes de encogerse de hombros y exhalar por enésima vez...

El hombre tan rígido como un muerto en vida. Simplemente quieto.

—Eh, Krist, — Intenta hablar dirigiéndose hacia el rubio. Aquel se sienta de costado para mirarlo atento.

—¿Sí?

—Quisiera que tengamos sexo. Si tú estás de acuerdo y cómodo. Me notificaron que esta sería tu primera vez, quiero que me digas cuándo te sientes bien y al ritmo que lo quieras mientras estemos en ello.

—¡Oh! Sí, estoy de acuerdo. Es verdad que nunca he hecho esto, pero elegí este trabajo ¿no? Mi prioridad es satisfacerte. Haré lo que me pidas. Teniendo en mente que me tomas en cuenta.

—Sí.— Ríe leve el hombre antes de centrar su mirada en el rubio. Ambos mirándose fijo con sonrisas que poco a poco conocen su culminación. No por tristeza ni desilusión, sino por el llamado de placer. Tae cruza el pecho de Krist con un brazo hasta desabrochar su cinturón y tirar la palanca del asiento.
El rubio se sobre exalta cuando su asiento se acuesta sin avisos previos. Pero rápidamente se adapta al cambio de posición.

Aquel extraño nivela sus rostros. Calentando su pecho con el suyo, ambos cuerpos sintiéndose hasta la parte íntima pero no las piernas.
Pide a por sus labios con la mirada. Acercándose lento. Súper lento. El rubio solo espera ahí. Cedido a todo como robot mas sin embargo, expectante como humano que es.

Se dan un beso. Con ese toman una pausa de múltiples segundos. El hombre deleitado con la belleza del gigoló. Krist toma las riendas en sus manos para proporcionar otro beso. Igual de suave, húmedo, pegajoso como chicle... De buena manera.

«¿Huele a menta? ¿Cuándo se comió una pastilla de esas y por qué no me la dió? Debo apestar a comida. »

Para el tercer beso, Tae desnivela narices (a direcciones horizontales opuestas) y intensifica su ritmo. Hundiendo la lengua en terreno ajeno. Explorando la cavidad contraria.

Krist se sujeta de su nuca para ceder al cuarto beso usando la lengua también. Se mantienen así. Los chasquidos resonando en sus tímpanos, pero para ellos toda la atención va en lo bien que se sienten al besarse. Las punzadas de cada beso. El incremento en sus deseos de llegar más allá. Los electrolitos no de sus labios sino de sus cuerpos pidiendo la unión del uno al otro.

—Mgh... Pchk.— Gime Krist en los besos.

𝘊𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘱𝘢𝘴𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘮𝘪𝘯𝘶𝘵𝘰𝘴, ambos están desnudos. La entrada de Krist lo suficientemente dilatada para estar recibiendo por el culo, la verga del hombre. El rubio gime incontables veces, fuera de sí, mientras rebota de adelante a atrás. El cliente lo sujeta de las caderas mientras arremete al ritmo que Krist pidió.

—¡Agh!, huh, huh, ¡Ah!

Se mece rápido. El otro le remueve el cabello de un hombro para trazar besos en su cuello, los azotes van tan rápido que hunden contra el asiento la parte íntima de Krist.

—Tus gemidos son muy lindos. — Gime el hombre. —¿Te gusta lo que estamos haciendo?

—S--Sí, me gusta. — Krist habla con dificultad por los rebotes y los besos en su cuello... Lo derriten por completo.

—Me voy a correr..., no quiero. No te has corrido aún. — El hombre se apena.

—Ven, tranquilo, aún quedan horas para hacerme correr. — Krist sonríe agotado. Sus mejillas rojas como Rudolf.

El hombre detiene los aplausos. Hundiéndose en sus glúteos, de lado a lado, hasta que ya no hay ni una parte visible de su pene. Krist gime un tanto, pero respira, esperando.

El chico se corre en el condón. Estallando todo de él.

—Huh. Uh. — Gime enderezando su espalda y poniendo una mano cerca de la rajada en el culo para salir despacio. Sin lastimar al chico. Krist sigue acostado sobre su pecho, esperando... —Te sientes muy bien.

—Me alegra que se sienta así. Por lo general no me importa correrme, pero si tanto lo quieres, — Se acuesta boca arriba. Rodillas enrojecidas juntadas y manos encima de la cabeza, abiertas. Una mirada seductora. —puedes, por favor, ¿Follarme una vez más?

—Sí. Lo haré, Krist.

Se quita el condón usado, lo cierra e igual lo tira por ahí. Coge uno nuevo, lo abre, y le da uso. Abrazando al individuo con pares de besos. Krist cierra los ojos correspondiendo esos besos y sujetándose a los omoplatos contrarios.

El individuo entra en él robándole un gemido placentero, que hace eco....















Y es lo que Krist recuerda una vez ya el cliente lo deja en "DOLLS". Una despedida de manos basta para Krist estar al margen de la carretera justo frente su negocio. Aquel se retira.

No fue una mala primera experiencia, al menos. Suspira feliz. Va a entrar al lugar, cuando su teléfono notifica la entrada de un mensaje:

𝘗𝘢𝘱á: 𝘏𝘪𝘫𝘰, 𝘴𝘪 𝘱𝘦𝘳𝘮𝘪𝘵𝘦𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘭𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘰, 𝘱𝘰𝘳 𝘧𝘢𝘷𝘰𝘳... ¿𝘛𝘪𝘦𝘯𝘦𝘴 𝘭𝘢𝘴 𝘭𝘭𝘢𝘷𝘦𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘢𝘶𝘵𝘰? 𝘗𝘰𝘳 𝘦𝘴𝘰 𝘯𝘰 𝘴𝘦 𝘩𝘢𝘯 𝘱𝘰𝘥𝘪𝘥𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘷𝘢𝘳 𝘦𝘭 𝘢𝘶𝘵𝘰. 𝘕𝘰 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘯 𝘥𝘦 𝘢𝘤𝘰𝘴𝘢𝘳𝘮𝘦.

𝘗𝘢𝘱á: ¿𝘌𝘴𝘵á𝘴 𝘣𝘪𝘦𝘯? ¿𝘋ó𝘯𝘥𝘦 𝘩𝘢𝘴 𝘱𝘢𝘴𝘢𝘥𝘰 𝘭𝘢 𝘯𝘰𝘤𝘩𝘦? ¿𝘘𝘶é 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘴? 𝘝𝘶𝘦𝘭𝘷𝘦, 𝘵𝘦𝘯𝘨𝘰 𝘮𝘪𝘦𝘥𝘰, 𝘯𝘰 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵é𝘴 𝘴𝘰𝘭𝘰.

Brooks observa el teléfono furioso y triste. Su papá está preocupado por él. Cada mensaje suena desesperado. Sin embargo, guarda el teléfono en uno de sus bolsillos y sube las escaleras del negocio.

Tan pronto llega a la planta superior, Nat lo recibe en la puerta. Sorprendiendolo.

—¿Cómo te fue? — Pregunta paciente, como siempre.

—Me fue mejor de lo que pensé. Realmente es un caballero.

—Sí, sí que lo es. Le he comentado a muchos otros tu apariencia física y me temo que el de mañana no te gustará tanto.

—¿Y eso por qué?

—Es un masoquista y aparte, un señor.

—Er...

—Puedes decir que no, no se te niega, pero siempre paga una buena cantidad.

—¿Se ve mal? — Krist pregunta, cuadrando la boca con los dientes agrietados y su nariz arrugada.

—No se ve nada mal. — Asegura Nat con pares asentires.

—Lo acepto. Sí, experimentar nunca está de más.

—Me gusta tu actitud, ven, vayamos a comer. Tu cena ya enfrió, pero por suerte tenemos un microondas.

Una mano gentilmente plaza en la espalda ajena y los camina hacia dentro.

























*N/A: Me encanta cómo Nat lo trata 🥺💖, y ¿cómo será el señor? ¿NuNew es un celoso? Espero les guste cómo va. 🙈💖*

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