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Los humanos siempre quieren controlar todo, desde decirte qué cosas vestir hasta definir quién eres y creen estar en lo cierto, pero muchas veces se equivocan. Lo que eres ahora es una elección hecha por ti mismo dado a las dificultades de la vida..., nadie tiene derecho a juzgarte ni tú a ellos.
¿𝘛𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘶𝘯 𝘨𝘪𝘨𝘰𝘭ó 𝘦𝘴𝘰𝘴 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘳𝘦𝘤𝘩𝘰𝘴?
Ojos De Un Gigoló🪡
El día está a mediados de su ciclo final. La manta oscura abarrotada de estrellas cubre todo el cielo y bajo estas, frente a un edificio de múltiples pisos están Krist y su padre. Ambos sentados en la acera frente la carretera observando las estrellas con enternecidas sonrisas labiales.
El chico de dieciocho años usando una camisa de botones blanca, pantalones negros y mocasines. Su padre un conjunto similar pero con una chaqueta marrón seda sobre la ropa, tenis y anteojos. A diferencia de su esbelto y saludable hijo, tiene una panza de alcohólico (aunque no es tan grave) y solo mechones horizontales de cabello pero el resto está completamente calvo.
Su hijo, en cambio, tiene un sedoso cabello rubio ceniza atado como coleta de caballo que llueve sobre su ancha espalda. Sus cejas son del mismo color así que es difícil distinguirlas de la piel.
—Dieciocho años. Mi hijo. Dios, cómo vuela el tiempo. Apenas ayer eras un bebé llorón muy malcriado, ahora eres todo un jóven con un futuro por delante. Podrás conseguir dinero por tu cuenta. — Palmea la espalda del chico.
—Sí, — Ríe el chico de quijada cuadrada. —pero tú deja de apostar todo lo que nos queda en casa, no abuses solo porque voy a empezar a trabajar.
El padre ríe. —Está bien, dejaré mis fechorías de lado, hijo. Solo por ti. Quiero que tengas lo mejor de lo mejor en esta vida--
—Papá, — Cariñosamente interrumpe el hijo entonces ambos se miran fijamente. Con nada más que amor deslumbrando de sus interiores. Suavizan sus respiraciones con un grueso tragar. —me has cuidado por dieciocho años. No necesitas más. Ahora yo seré quién cuide de ti.
Su padre sonríe al suelo cabizbajándose y Krist planta un beso en su frente. Rápidamente retrocediendo con risas enternecidas.
—Mi hijo, ¿qué haría yo sin ti?
—Ay, no lo sé, tal vez: ♪apostar, apostar, apostar ♪.
—No me expongas de ese modo, no necesito ser humillado así.
—Te amo, papá.
—Sí, sí, yo también.
Refunfuña entre dientes haciéndose el gruñón mientras su hijo lo ha rodeado del cuello con ambos brazos y ha colocado mitad de su rostro ahí. Reposandolo sobre su hombro. El progenitor hace de sus labios un puchero al estilo patito y mira de reojo a su hijo. Viendo este sonreírle a las estrellas, relajado, el progenitor calma sus divertidas facciones para también observar el cielo. Formando una sonrisa labial él mismo.
𝘋í𝘢 𝘴𝘪𝘨𝘶𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦
—Hola, busco trabajo. Daré lo mejor de mí en todo lo que me pidan. — Krist presenta en una oficina de paredes poco creativamente pintadas, su cabello atado en forma de dona y su ropaje siendo una camisa abotonada bajo un formal gabán y pantalones. Presentable al máximo. Uñas limpias, apariencia apetitosa y una colonia flagrante. Se alza de la silla en la que está (la única específicamente reservada para entrevistas) entonces camina hacia el supervisor del mercado. Dándole su resumé en papel mientras reverencia el cuerpo.
El supervisor acepta con una sonrisa y un guiño amigables el papel. Ojea este por un buen rato. El chico nerviosamente aguarda, ajustándose el gabán y carraspeando levemente. Sin intenciones de interrumpirlo mientras lee. Al parecer ese supervisor sí se toma el tiempo en leer o quizás permanece en silencio para incrementar los nervios del jóven.
Ya una gota de sudor abandona el cuero cabelludo de Krist para rodar por toda su cien hasta que él la limpia con punzadas de su dorso. Contagiando la gota a la camisa.
Suertudamente, el supervisor no vio nada así que Krist baja la mano. Recogiendola dentro de la otra y las mantiene frente su regazo sin opción a nada más que esperar. Las mejillas infla e incluso sus cejas brinca desperanzado.
—Bueno, Krist, — El supervisor se quita los anteojos sonando pesado desde ya. Bajando el papel a la mesa.
—¿Sí? — Krist da lo mejor por no tartamudear. Mostrarse indiferente como todo adulto que debe ser.
El jefe traga grueso sin eliminar esa agria mirada que ahora carga. De feliz y contento ahora luce como un Pitbull cuyo hueso de recompensa no le dieron. «¿Hay algo malo en el resumé? ¿Tengo mis antecedentes ahí? Ah, no, ahí no van los antecedentes y ni siquiera tengo de esos. ¿Entonces qué? ». Intenta maquinar rápido pero no encuentra nada inadecuado.
Traspasando la pupila de uno de sus ojos, a través de miles de nervios interiores y llegando a la mente: hay dos Krists pero estos con cabellos cortos y negros.
Uno que viste ropa de Gym grisácea con pantalones cortos, sudadera, bandita elástica franjada en blanco y azul alrededor de su frente, tenis blancas anda ejercitando las neuronas con una máquina de trotar. Está desgastado, sudando al mil mientras ejercita. Jadeando quejumbroso.
A su derecha hay otro él pero vestido tan fino como un abogado. Incluso porta anteojos de marca millonaria. Estos son blancos transparentes por ende; contrastan con su piel. Carga unos papeles, leyendo estos enfocado.
—¡No entiendo! ¡No hay nada malo en esos papeles! ¿Por qué está así?— Grita el Krist que se ejercita moviendo como más puede sus piernas y mirando al Krist Analizador.
Este alza la mirada como un sabio sabelotodo, dotado e inteligente al máximo. Mira seductor al ejercitado. —Ya descubrí lo que nos ha alterado, — Chasquea sus dedos dramático con la mano libre. Doblando una rodilla, estiloso. El Krist que se ejercita respinga.
—¿Qué es?, ¡¿Qué es?!
—Es... Nada. — Habla tan grueso y orgulloso como Johny Bravo.
El Krist ejercitante se desploma a la correa donde trota. Su cuerpo retrocede para atrás por si solo hasta depositarlo en el suelo. Rendido en la vida.
Volviendo a salir del cerebro de Krist, a través de los nervios interiores hacia el exterior de la pupila, Krist ha permanecido normal en todo momento. Sin alterarse ni actuar extraño. Simplemente lo opuesto a lo que suele ser cuando gana confianza.
—Felicitaciones. Empiezas mañana. — El supervisor vuelve a sonreír y Krist respira. No había notado que en todo este rato la tensión lo hizo comprimir su aire.
—Muchas gracias, será todo un honor. — Recoge el resumé pues se le está ofreciendo devuelta y con una sonrisa se marcha.
𝘊𝘰𝘮𝘰 𝘭𝘦 𝘧𝘶𝘦 𝘥𝘪𝘤𝘩𝘰, para el día de mañana está trabajando en el amigable mercado que solicitó. Vistiendo una chaqueta azúl marina (espaldar negro), pantalones negros, tenis y una camisa negra con el logo del mercado: un cangrejo animado cargando bolsas plásticas.
Su cabello sigue atado en una dona y está colocando las etiquetas de precio a unas carnes envueltas en plástico. Va una en una, súper enfocado y feliz de poder llevar dinero a casa por cuenta propia, su padre ya no deberá apostar más.
Se va alejando de las primeras carnes cuando, a mitad de fila, se acerca un hombre vestido de policía. Es alto, bronceado, tosco de cuello y un rostro ovalado cari-largo. Su nariz es de las mismas medidas de un arból, sin salirse del tamaño regular humano, sus labios son curvos como la más hermosa cursiva y unos ojos entrecerrados al natural. Krist no lo intenciona, pero voltea sobre su hombro a ver al cliente. Captandolo por el rabillo solo por hacerlo.
Ve al hombre cogiendo las primeras dos carnes para meterlas a su cesta de plástico. Tranquilo y sereno. Krist sonrie labial para seguir normal con las carnes. Feliz de que el mercado tenga clientes. «Podré llevarle dinero a papá. A trabajar duro, Krist. ¡Tu puedes! » Piensa feliz.
🪡
Ese mismo día en la noche, el padre orgulloso de Krist va subiendo una colina. Vistiendo una chaqueta bastante grande para su cuerpo y cargando comida en bolsas plásticas. Va a pie a su hogar pues no queda lejos del pueblo y de esa manera su hijo puede ir al trabajo en auto.
Otros dos hombres de su edad van bajando la colina usando la carretera, usualmente en la noche está vacía, por eso tanta la confianza.
—¡Oh, Johen!— Saluda uno de ellos sorprendido.
El padre de Krist hace una pausa para escanear a esos hombres. Tras realizar que son sus amigos de las apuestas, crea una sonrisa e igualmente saluda con una mano. —¡Rio! ¿Qué tal?
—Amigo, estábamos preocupados. No te veíamos en las apuestas. ¿Cómo te va la vida?
—Oh, es que mi hijo está estudiando y hace poco comenzó a trabajar. Realmente quiere ganar dinero para que ambos estemos cómodos. Creo que ya, — Niega mientras se abraza. —no necesito hacer apuestas. Es algo tóxico... A--adictivo.
—Johen, pero, ¿por qué no te nos unes una última vez? Podríamos beber algo. No tienes porque participar en las apuestas, sería más bien, ¡una despedida! Sí, eso. Vamos, pasemos un último buen rato.
—Mm... No lo sé. — Dobla y endereza las rodillas como un pequeño baile pensativo mientras finge mirar el cielo.
—¡Vamos, amigo! Además, nunca invitaste a Daisy a una cita. La mujer de los pechos grandes, — El segundo hombre finge agarrar unos melones frente su propio pecho. Luego finge brincar estos de arriba a abajo en su vulgar broma. El primer hombre abofetea su nuca.
—No le hagas caso a este fresco. Solo vamos a pasarla bien.
—... Mm. Está bien. Pero sólo para despedirme.
—¡Genial!
—¡Sí!
Se une a los dos compañeros quiénes seguidamente lo rodean del cuello con sus brazos y siguen diciéndole cosas. Bromas divertidas pues todos se ríen a la vez. Siguen bajando esa colina....
𝘚𝘪𝘯 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘰𝘭𝘢 𝘯𝘰𝘤𝘩𝘦 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘢𝘳í𝘢 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘦𝘯𝘵𝘦𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘒𝘳𝘪𝘴𝘵.
*N/A: 😨¿Qué pasó esa noche? Espero les guste la manera en que comenzamos y la escena funny en la mente de Krist. Los chicos estaban justo en el mercado, ¡pero no se conocen! AHHHHHH💖💖🙈 Si esta historia va como quiero, será muy bonita😭😭*
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