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CAPÍTULO DIECISÉIS
• SOSPECHAS •

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El rechinido de la madera vieja de la mesa chocando contra la pared acompañado de respiraciones agitadas, jadeos y gemidos era lo único que se escuchaba en esa reducida aula de clases abandonada y lejana al gentío.

— Vo-Voy a..llegar — titubeó jadeante Némesis.

— Hazlo.

El castaño aumentó el ritmo siendo más brusco tal como a ella le gusta y lo acompañó tocando su clítoris lo que le llevó al borde a su compañera sexual causando un fuerte gemido y arañazos en su espalda al llegar a su orgasmo, pero él no se detuvo y siguió embistiendo buscando su propio orgasmo causando otro por consecuente de la chica al estar aún bastante sensible.

— Remus — gimió moviendo su cadera.

Ese gemido con su nombre fue lo que le encaminó y dio una última penetración llegando a su tan esperado orgasmo soltando un bajo gemido escondiendo su rostro en el cuello sudoroso de la pelinegra y abrazándola, esta rodeó su cadera con sus piernas manteniendo los ojos cerrados intentando controlar su respiración y corazón acelerado.
Se quedaron así un poco más de tiempo y luego Remus salió de ella quitándose el preservativo.

— Me siento del asco toda sudorosa.

— Estamos dos, pero ya luego nos limpiamos.

La pelinegra solo asintió y se bajó de la silla sintiendo sus piernas temblar y el castaño agarró su ropa interior y camisa ayudándole a vestirse en silencio.

Habían pasado exactamente cuatro días de su primer encuentro sexual y desde ese entonces no han parado, ya sea en cualquier lugar y a cualquiera hora ellos tienen sexo, pero más que nada esto se debe a que la luna llena está bastante cerca y las hormonas de Remus andan más alborotadas que nunca y cualquier mínima cosa ya le excita, por supuesto esto utiliza Némesis para divertirse ya que a propósito le suele provocar, al final termina pagando todo pero de una buena manera. Ella suele bromear con que el lobo está en celo y por eso anda como un horno andante.

Cuando ambos terminaron de vestirse y hacer el intento de arreglarse la pelinegra caminó hacia la puerta dispuesta a salir pero él la detuvo por el brazo y la atrajo a su cuerpo sujetando su rostro y besándola, beso que fue correspondido al instante pero que no duró tanto porque ella lo empujó.

— Contrólate lobito — sonrió burlona.

— Es imposible contigo, te necesito a cada rato.

— Por merlín, he creado un monstruo sexual — bromeó dándole una palmadita en su pecho — Ve a satisfacerte por tu cuenta si quieres más porque yo debo ir a clases o ya me van a echar del colegio con tantas faltas.

— Está bien — suspiró.

— Búscale a Katherine Cothran, una rubia de séptimo y buena en la cama, estoy segura que disfrutarás con ella — le guiñó el ojo y ya sin dejar que hable más salió del aula.

— Pero yo quiero hacerlo solo contigo — susurró viendo la puerta cerrarse.

Ya se había acostumbrado a hacerlo solo con ella y además le tiene confianza y su cuerpo ya no es un problema, es más, hasta no odia tanto cuando ella lo halaga, lo hace sentir especial de cierta forma, algo que quizás no tendrá con otra persona y se sentirá incómodo e inseguro lo que no le va a permitir disfrutar, justamente eso fue lo que pasó en su primera vez y la segunda vez solo lo disfrutó porque estaba ebrio al igual que la otra chica y no fue necesario quitarse la ropa ya que fue algo rápido y en el baño.

Sacudió su cabeza saliendo de sus pensamientos obligándose a no pensar tanto en Némesis como últimamente lo está haciendo, toda una tortura cabe decir porque parece que su mente lo hace a propósito que hasta a veces sueña con ella, sueños que por cierto ni nunca pasaría.

Caminó en silencio por todos los pasillos solitarios dado que la mayoría ya deben estar en clases y antes de él mismo ir entró al baño e intentó arreglarse y mojarse aunque sea un poco pero aún así puede percatarse del olor que trae y se preguntó si los otros también se darían cuenta o solo él al tener su olfato de lobo. Como sea decidió no pensar en eso y fue a clases ya que llega tarde.

Al entrar para su gran mala suerte el único lugar vacío es al lado de la mujer que revoluciona todas sus hormonas y no quedándole de otra fue a sentarse ahí ya sabiendo todo lo que le espera con sus jugarretas.

— Y yo que creí que te irías con Katherine — susurró con una sonrisa ladina.

— Sabes que no lo haría Némesis — susurró de igual forma sin mirarla siquiera.

La pelinegra sonrió sabiendo perfectamente la razón aunque finja demencia, no está demás decir que le encanta eso, es como tener el poder sobre él y bien se sabe que le gusta tener por sobre todos.

— ¿Por qué no? — a propósito se acercó pegando su brazo con el suyo y poniendo una mano sobre su pierna causando que el castaño apriete su mandíbula — Dime.

— No hagas esto Némesis por favor — finalmente la miró y de forma suplicante — Ya sabes que no puedo controlarme estos días.

— ¿Y qué harás si continúo? ¿Arrancarme la ropa como te gusta hacerlo y luego cogerme frente a todos?

Remus respiró hondo cerrando los ojos con fuerza al venirle esa imagen a la mente e hizo todo lo posible para intentar despejar su mente pero el hecho de que ella siga con su mano en él no ayuda, así que en un arrebato volteó agarrando su nuca acercándola a su rostro quedando bastante cerca mientras se miran fijamente.

— Estoy hablando en serio, no hagas esto — habló con el semblante serio.

— ¿O sino qué? — lo enfrentó con una expresión burlona sin intimidarla ni un poco — ¿Vas a castigarme?

— Lo haré si continúas provocándome — respondió ganándose una sonrisa por parte de ella.

— ¿Acaso crees que eso me detendrá? Estás tan equivocado querido, eso me incentiva aún más — por unos breves segundos rozó sus labios y luego se desvió hasta su oreja — Castígame, hazme todo lo que deseas.

Sintió un beso en su cuello y con eso tuvo que hacer todo su mayor esfuerzo para no hacer justo lo que ella insinuó hace un rato, así que se separó rápidamente apartando su mano de él y la pelinegra soltó una risita sabiendo que está a punto de llevarlo al borde, pero decidió tenerle misericordia y ya no volvió a intentar provocarlo durante todo lo que resta de la clase.

Lo que ninguno de los dos se percató es que cierto chico de cabello negro y ojos grises se dio cuenta de la sospechosa cercanía entre ellos y lo dejó pensando bastante.

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Todos los merodeadores se encuentran en su cuarto luego de un largo día que finalmente terminó y ahora pueden descansar, aunque menos Remus quien le toca su ronda de prefectos.

— ¿Por qué estás tan callado canuto? ¿Te sientes bien? — preguntó James.

Todos habían notado que ya desde horas que no hace escándalos como es de costumbre, sino que se ha mantenido un tanto callado y respondiendo solo cuando le pedían su opinión pero sin mucho entusiasmo como le caracteriza, más bien parecían respuestas robóticas.

— Solo me duele la cabeza — mintió.

— Deberías ir a la enfermería para que te dé algo.

— No quiero ir, ya pasará.

— Yo tengo una poción para eso, espera te doy — habló Remus yendo hacia su cajón para quitar.

Sirius lo miró con una mueca y rodó los ojos absteniéndose a soltar un bufido como quiso hacerlo, esta acción no pasó por desapercibido para James quien se confundió ya que jamás, ni si estuviera con mucho dolor él se había comportado de esa forma con su amigo.

— No quiero.

— Pero eso te ayudará y luego ya estarás bien, supongo que aguantaste todo el día con ese dolor.

— Que no quiero ya te dije Remus, ¿eres idiota acaso que no entiendes? — habló con dureza.

Todos lo miraron sorprendidos ante su tono y por como lo trató y al instante con lo mucho que lo conocen supieron que no es un simple dolor de cabeza lo que le pasa, sino que es algo más porque él solo actúa de esa forma cuando es así.

— ¿Qué te sucede? — preguntó Peter.

— No pasa nada, solo no quiero ir a la enfermería ni tampoco quiero una maldita poción y ustedes siguen insistiendo.

— Wow, tranquilízate, solo estábamos intentando ayudarte — habló James.

— No necesito ayuda — refunfuñó.

Sin más se acostó abrazando una almohada cerrando los ojos en un intento de ignorarlos, pero Remus aún así se acercó preocupado por si le pasó algo malo o está realmente enfermo.

— Somos tus amigos Sirius, nos preocupamos por ti.

— Ya cállate y deja de joderme, mejor vete a tus rondas.

— Bien, quédate ahogándote con tu miseria — dijo de malhumor.

Tal como pidió se fue de ahí molestándose con facilidad por culpa de lo cercano a la luna llena sin poder tolerar comportamientos como esos. Sin embargo, James a diferencia suya fue hacia su cama y se acostó a su lado quedando solo en silencio esperando a que se desahogue de lo que sea que le trae así y unos minutos después pasó.

— Tú sabes con quien se anda metiendo a escondidas Remus ¿no?

Y ahí finalmente comprendió todo, pero la gran pregunta es de cómo se enteró, si es que lo hizo, aunque eso explicaría su molestia.

— No sé nada, es un misterio para mí — mintió evitando mirarlo o contaría todo.

— No me mientas James — lo miró con el ceño fruncido conociéndole tan bien como para saber que lo hace — Es Némesis ¿verdad?

Oh mierda, ya se dio cuenta. Pensó al instante y realmente no le extrañó, aunque no lo parezca su amigo es bastante inteligente y en ocasiones observador, podría darse cuenta de cualquier cosa si se lo propone.

— Ya te dije que no lo sé — volvió a mentir ya que le prometió a Remus no contarle a nadie y no quiere fallarle.

— Lo que digas, igual planeo averiguar — dijo decidido.

James maldijo mentalmente ya solo rogando que no termine todo en una pelea.

Por otro lado iba Némesis caminando tranquilamente por los pasillos haciendo su ronda pero lastimosamente su paz se vio arruinado cuando Lucius apareció en su campo de visión, rápidamente dio la vuelta en un pasillo intentando evitarlo ya que claramente no soporta estar alrededor suyo, más aún porque le hace acordar lo que pasará en diciembre y que todo es culpa de él por pedirla como esposa. Sin embargo, pese a haber intentado huir él la vio y la siguió.

— Justo a quien buscaba.

— Justo a quien ignoraba — rodó los ojos.

— No me des la espalda Némesis — agarró su brazo con fuerza y la hizo girar bruscamente.

— ¿Qué mierda te pasa? — lo miró con odio intentando soltarse pero solo presionaba más fuerte — Suéltame en este instante Malfoy.

— ¿Quieres saber qué me pasa?

— Ilumíname — dijo con antipatía.

El rubio la soltó y la empujó contra la pared y la pelinegra cerró los ojos ante el choque que le dolió pero lo abrió rápidamente al sentir su mano presionar su cuello.

— Me pasa que tú maldita puta te andas revolcando con ese asqueroso mestizo todos los días — exclamó con molestia.

— ¿Y qué? — habló con indiferencia causando que él presione más su agarre de la molestia y aunque ya se le dificulte la respiración no mostró en ningún momento alguna expresión — No soy nada de ti como para que vengas a reclamarme.

— Eres mía, eres mi prometida y ahora algunos ya saben lo que andas haciendo y arruinas mi imagen al tener que ligarme contigo.

— Entonces deja de joderme la existencia y búscate otra esposa y así no arruinas tu ridícula imagen porque no dejaré de tener sexo con ese mestizo y con todos los que se me den la gana. Ni tú ni nadie me lo va a prohibir.

Ambos comenzaron a tener una guerra de mirada y él con rabia golpeó la pared a un costado de su rostro, pero ni siquiera eso la hizo doblegarse cosa que le irritó bastante porque siempre tiene que enfrentarlo y no aceptar sus órdenes.

— No te vas a librar de mí Lestrange, voy a ser tu esposo quieras o no, no me importa hacer lo que sea para doblegarte.

Remus quien caminaba por ahí logró escuchar el golpe y apenas escuchó ese apellido fue hacia ahí y frunció el ceño ya molestándose de ante mano al ver lo cerca que están, pero eso no es lo que verdaderamente le molesta, sino el como la está ahorcando notando claramente las miradas amenazantes que se dan al otro.

— Suéltala Malfoy.

Los dos voltearon a verlo y el chico sonrió sin gracias mientras que Némesis maldijo internamente ya suponiendo que esto terminará en pelea porque los hombres son tan patéticos a veces y siempre andan queriendo demostrar su valentía y quien tiene mayor hombría.

— Pero miren a quien tenemos aquí, el nuevo juguete de mi prometida.

Finalmente la soltó y ella rodó los ojos al escuchar que resaltó como si ella fuera un objeto suyo. Realmente está bastante harta de él y de todo lo que implique el ser sangre pura con sus odiosas creencias y costumbres.
Remus lo ignoró completamente y se acercó un poco más mirándole solo a ella preocupado buscando algún daño que le pudo haber hecho.

— ¿Estás bien Némesis?

— Eso no es de tu incumbencia, ahora largo de aquí que tenemos asuntos que resolver — se entrometió el rubio poniéndose enfrente de la chica tapándola por completo de su vista.

— No me iré hasta asegurarme de que esté bien, o mejor cuando seas tú el que te largues — lo miró finalmente con el semblante serio.

— La que se irá de aquí soy yo, ustedes mátense mientras si quieren.

Le esquivo a Lucius dispuesta a irse pero este agarró su brazo y la atrajo hacia él con brusquedad, eso fue suficiente para que Remus reaccione y agarró su muñeca apretando y doblando un poco haciendo que la suelta de inmediato por el dolor.

— No la vuelvas a tratar así.

— ¿Y qué me hará alguien como tú? Mírate Lupin, no eres nadie — habló con dureza intentando no demostrar el dolor que le causa.

— Es alguien que te golpeará si continúas molestando — advirtió Némesis — Ahora haz el favor de irte antes de que yo misma te golpee o hechice porque en serio estás agotando mi paciencia Malfoy.

— Ya la oíste — a propósito apretó más fuerte sabiendo que si lo hace un poco más podría llegar a romper su muñeca — Vete.

Lo soltó dándole un empujón en el proceso y este con el orgullo dañado se fue sabiendo que no es conveniente seguir ahí porque acaba de comprobar que Lupin es más fuerte de lo que aparenta, además está plenamente consciente de lo buena que es Némesis en cuanto a hechizos, especialmente los oscuros y prohibidos, aún así esto no quedará así, ya llegará el momento en que tome venganza.

Apenas se fue Remus se acercó al instante a ella y agarró su brazo con suavidad verificando y dándose cuenta que está rojizo donde él presionó.

— Ya tranquilízate, ni que me fuera a romper.

— Es un idiota — refunfuñó molesto.

— Nada que no lo sepa ya.

El castaño la soltó pero solo para agacharse y levantar su cabeza mirando su cuello verificando también que no la haya dañado demás. Némesis ante eso se sintió rara por como la trata, como si fuera una delicada porcelana, algo que no está acostumbrada ya que la mayoría de hombres que ha conocido la tratan siempre con violencia, ya sea física o verbal.

— Lamento mucho que te trate así — susurró cubriendo sus mejillas con sus manos.

— No digas tonterías Remus, no es tu culpa.

— Lo sé pero igual no me gusta que lo haga y me molesta que crea tener derecho por sobre ti, que te vea solo como un objeto.

— ¿Y no es lo que tú haces también?

— ¿De qué hablas? — frunció el ceño confundido.

Agarró sus manos y apartó de su rostro alejándose más de él pero sin dejar de verlo, esta vez con más seriedad.

— Tú también me ves como objeto, uno del cual satisfacer tus necesidades sexuales.

— Por supuesto que no, yo no te veo solo como para eso, incluso intento conocerte más para ser amigos aunque sea pero eres tú la que no se deja.

— Veo que te estás olvidando de lo que verdaderamente esto es Remus, un simple trato mutuo.

— Créeme que lo tengo muy en claro — hizo una mueca — Pero no tiene nada de malo intentar querer ser tu amigo, incluso aceptaste serlo de James ¿Por qué no quieres conmigo?

Una gran pregunta que jamás lo diría, ni siquiera a Regulus que es su confidente porque ese es un secreto que lo tiene guardado muy en lo profundo, incluso tampoco lo quiere admitir del todo y prefiere que así sea.

— Debo regresar a mi ronda.

Sin darle tiempo a que hable se alejó a grandes pasos dejándole a él mirándola fijamente hasta que se perdió de su vista.

— ¿Por qué yo no? — susurró pasando las manos por su cabello dos veces desordenando por completo.

Ya se está involucrando demasiado en esto, tal como ella lo dijo, es solo un trato y ya se le está olvidando que fue ella quien lo amenazó con contarle a todo el mundo que es hombre lobo si no hacía todo lo que le pedía; no puede intentar ser su amigo como tanto quiere, ni siquiera debió agregar al trato eso de tener sexo, es como confraternizar con la enemiga y ahora lo tiene claro, pero la verdadera pregunta es si podrá continuar teniendo eso en mente y dejar de intentar inmiscuirse en su vida más de lo necesario.

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