𝐓𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘-𝐄𝐈𝐆𝐇𝐓


"EL GRAN CONCIERTO"

TUVO CLASES EXTRA POR HABER ESTADO HACIENDO SU RESIDENCIA EN LA AGENCIA DE SU HERMANO, algo que la dejaba completamente agotada, sin embargo,hacía su mayor esfuerzo, pues no deseaba quedarse atrás.

Había momentos en los que deseaba simplemente estar con los demás planeando el festival cultural, no tenía ni idea de lo que iban a preparar, pero ella estaba adentro.

En la tarde, mientras todos estaban reunidos y pensando en quienes iban a formar parte de la banda, Bakugō sonrió malicioso en cuanto recordó algo que su mejor amiga le había dicho hace ya unas semanas cuando hablaban sobre sus kosei.

Por su parte, los de la residencia venían muy cansados, tenían clases que recuperar, eso les quitaba tiempo libre, pero por suerte ese día habían terminado por completo esa nivelación.

Al llegar a los dormitorios, todos los demás estaban reunidos, Kirishima fue quien habló en dirección de sus compañeros, aunque sus ojos se enfocaron en el aspecto cansado de su amiga.

—Hola.

—Sentimos llegar tarde —espetó Midoriya esta vez.

—Por fin recuperamos todas las clases perdidas. Ya podemos unirnos.

Les contaron la idea que tenían, la peliazul estaba de acuerdo con que fuera rock new rave de discoteca, le parecía buena idea.

—Entiendo que Jirō toque el bajo y Yaoyorozu el teclado, pero Bakugō tocando la batería....

—¿Cómo se enteraron que sabes tocar el instrumento? —le cuestionó Natsuki a su mejor amigo en un susurro, quien miró con ojos asesinos a Kaminari—. Oh, entiendo.

—¿Y quién cantará? —cuestionó Tzuyu, fue entonces que Bakugō observó malicioso a Natsuki.

La de cabellos azules observó a su mejor amigo con confusión, no entendía esa mirada, ambos se quedaron viendo por un buen rato hasta que la chica recordó la pequeña conversación que había tenido hace unas semanas con él.

Natsuki le había contado que, al tener un kosei relacionado con las aves, al parecer también incluía la habilidad de cantar.

—¡Takami puede! —exclamó el rubio ceniza llamando la atención de todos.

—Traidor —espetó la peliazul mirando mal al rubio.

—Si yo caigo, te arrastro conmigo.

Entonces todos la animaron para que cantara, eso provocó una sonrisa nerviosa en la peliazul, quien se sonrojó a morir más no se negó.

Tomó el micrófono y empezó a cantar una canción de Queen.

—Mama, ooh —cantó, su dulce voz dejando a todos sorprendidos—. I don't wanna die, I sometimes wish I'd never been born at all~

Cuanto terminó de cantar, todos empezaron a darle halagos, provocando que se sonrojara a morir, sin embargo, habló expresando lo que llevaba pensando desde hace unos momentos.

—Ah, Jirō-san, creo que sería buena idea si usted también cante —todos estuvieron de acuerdo con ella—. Su voz es muy bonita.

La chica soltó un suspiro pero asintió y empezó a cantar, todos quedaron maravillados ante su voz.

—¡Las dos son perfectas! —exclamó Uraraka con una gran sonrisa.

Ambas chicas se observaron con una tímida sonrisa, las dos lo suficientemente sonrojadas.

Pasaron toda la noche organizando todo, era la una de la madrugada cuando terminaron.

La de cabellos azules por primera vez en semanas consiguió dormirse una vez colocó su cabeza en la almohada, ignorando así la importante llamada que había recibido.

El sábado ella ensayaba las canciones que Jirō le había dado, la peliazul estaba completamente concentrada en ello, era demasiado exigente consigo misma.

Un rato más tarde fue a buscar algo que comer en la cafetería, se sorprendió al mirar a Eri ahí, y la niña por su parte reconoció a la peliazul de inmediato.

—¡Falcon-san! —exclamó la menor.

Natsuki se acercó a ella mientras tomaba el tazón con frutas picadas que compró.

—Mi verdadero nombre es Takami Natsuki, Eri-san —respondió ella dándole una sonrisa—. Puedes llamarme como quieras.

La menor asintió ante tal información.

—¿Qué te trae por aquí?

—Quise mostrarle la escuela a Eri —respondió Mirio.

—¿Y te gustó el lugar? —cuestionó ella recibiendo un asentimiento de parte de la menor—. Oh, eso es bueno ¿Quieres? —cuestionó extendiéndole a la menor el tazón.

Eri tomó un trozo de manzana provocando que la chica sonriera, la menor ciertamente disfrutaba comer de esa fruta.

—Bueno, yo debo ir a ensayar, cuídate Eri-san.

—Adiós —espetó la menor encantada con Natsuki.

Es muy linda, pensó la menor admirando la belleza de la de cabellos azules.

Natsuki simplemente llegó a los dormitorios y una vez ahí fue con los demás a continuar el ensayo, solo que esta vez ella iba a estar un poco más alejada de ellos.

Mientras ensayaba, no se daba cuenta de la mirada de cierto bicolor en ella, quien estaba fascinado con su voz.

No tenía idea de que la chica pudiera tener una voz tan bonita. Y fue que, por unos instantes, los ojos de ambos chocaron, provocando en el bicolor cierto nerviosismo.

Cuando desvió su mirada de la chica, recordó la carta que él había mantenido de su madre no hace mucho en respuesta a la pregunta que le había hecho.

No le sorprendió la respuesta de su madre, era ella quien parecía más sorprendida.

Ciertamente tenía una idea de lo que le ocurría, solo que no sabía qué hacer ante ello. Mentiría si dijera que no sentía miedo al rechazo de la peliazul.

Pero sabía que debía hacer algo antes de que fuera demasiado tarde.


[...]




Beber cosas calientes ayudaba a que tuviera una mejor vocalización, lo malo era que ella no era fan de tales bebidas.

Sin embargo, hacía el esfuerzo de beber solamente cosas de ese tipo, todo debía salir impecable ese día. Se levantó bastante temprano, lo primero que hizo fue ducharse y su respectiva rutina mañanera.

Se vistió adecuadamente y cuando bajó decidió hacer el desayuno, mientras lo hacía tarareaba la canción que llevaba aprendiéndose con mucho esfuerzo y empeño.

No se dio cuenta de la mirada de Todoroki en ella. No se dio cuenta del bicolor observándola.

Al voltearse para tomar un plato, notó al bicolor, saltó levemente ante la sorpresa, pero se recompuso de inmediato.

—Todoroki-san —espetó ella con una leve sonrisa—. Buenos días.

—Buenos días, Takami-san —respondió él con una sonrisa leve, sorprendiendo a la peliazul.

—¿Quieres? He preparado de sobra —espetó ella señalando la comida.

—Oh, si no es molestia.

—No lo es —respondió ella con una sonrisa sirviendo dos platos esta vez.

Se sentaron juntos, aún era bastante temprano, los demás seguramente seguían dormidos.

—¿Siempre te levantas tan temprano? —cuestionó él recibiendo un asentimiento.

—Desde que empecé a vivir con mi hermano, unos seis o siete años ya —empezó a decir ella—. Me encargué de hacerle el desayuno y cuidar bien de él, nee-san muchas veces no se cuida lo suficiente por el exceso de trabajo.

Era en parte cierto, pero nunca se levantaba tan temprano. Como todas las semanas, podía dormir poco debido a sus sueños, claro que no se lo iba a contar.

—Muy amable de tu parte cuidar de él —espetó el bicolor sacando a la peliazul de sus pensamientos.

—Es lo mínimo que podría hacer —respondió ella—. Mi hermano me salvó, le debo todo.

Al escuchar eso, Shōto recordó los orígenes de ella y su familia, todo el maltrato y abuso que sufrió el primer año de su vida.

Eso provocó que quisiera proteger a la peliazul, ciertamente él creía que la Takami no merecía que las cosas malas le ocurrieran, ella merecía ser feliz y alegre, no tener preocupaciones y estrés.

—¿Listo para el concierto? —preguntó la chica sacando de sus pensamiento al bicolor.

—Yo debería preguntar eso, tú eres quien va a cantar frente a todos.

—Estoy nerviosa, no creo estar mentalmente preparada para ello.

Entonces, sorprendiendo a la chica, tomó su mano, él había notado que ella hacía eso siempre que intentaba reconfortarlo, así que la imitó.

—Lo harás increíble, vas a deslumbrarlos a todos.

Ella le sonrió al escuchar eso, las palabras del bicolor le habían dado ánimos.

Por eso mismo, durante toda la mañana se enfocó en las palabras que dijo. No dejó que los nervios le ganaran.

Mientras preparaban todo, cantaba levemente la canción, y cuando se dieron las diez, el telón se abrió.

Natsuki estaba en el centro de la banda, ella y Jirō eran las únicas con micrófono.

La de cabellos azules observó a su mejor amigo, quien asintió y entonces inició tocando la batería, dando así inicio al concierto.

Todo fue de maravilla, las dos chicas cantaban dándolo todo, la de cabellos azules buscaba a su niña preferida, la encontró en los brazos de Mirio. Le brindó un pequeño guiño a Eri, quien sonrió encantada con el gesto.

Cuando las cintas, el confeti, el brillo y los láser aparecieron, pudo observar mejor a la menor, estaba encantada con todo.

Eri sonrió en grande.

En ese momento, Natsuki agradecía tener una vista mejorada, así pudo observar con claridad la sonrisa de la menor.

Un rato después, cuando todo terminó y ella descansó su garganta un momento, salió para ayudar a los demás, los trozos de hielo empezaron a levitar y a derretirse, toda el agua fue absorbida por ella, provocando así que solo tuvieran que limpiar.

Observó a Eri, quien estaba con Mirio, caminó hacia la menor, quien en cuanto la vió sonrió en grande.

—Hola Eri-san ¿Te gustó el concierto? —preguntó mientras se agachaba a la altura de la menor, quien asintió múltiples veces.

—Estuvo increíble, cantaste magnífico.

—¿Te gustó la canción?

La menor asintió y empezó a contarle todo con emoción. Ella le escuchó atentamente con una sonrisa.

—Me alegra mucho de que te haya gustado —espetó ella con una sonrisa.

Ella no lo notó pero Shōto observaba la interacción de la peliazul con la menor.

Durante el resto del día estuvo con Eri, la menor sentía más confianza con Natsuki, probablemente porque era una mujer. El rostro amable y la tranquilidad y suavidad con la que hablaba también ayudaban.

Eri estaba encantada. Pero vamos.

¿Quién no quería a Natsuki? 

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