𝐅𝐎𝐑𝐓𝐘-𝐓𝐖𝐎
"ATRAPANDO A MIDORIYA"
ESTABA PREOCUPADA POR SU MEJOR AMIGO, la de cabellos azules pensaba que Bakugō en cualquier momento escaparía para poder ir y buscar a Midoriya, quien había abandonado la U.A. no sin antes dejarles una carta a cada uno.
Lo bueno de todo, es que días después del escape del chico, les dieron autorización para salir de la escuela y buscar a Midoriya, cosa que todos los alumnos de la clase 1-A deseaba.
—Necesitamos encontrarlo —murmuró la peliazul mientras buscaban al peliverde—. Debe volver a la escuela.
—No me digas lo que ya sé —exclamó el rubio molesto.
—Estoy nerviosa Katsuki-san ¿Qué pasa si no lo encontramos o llegamos demasiado tarde?
—Lo encontraremos idiota, deja de pensar en negativo.
Ella soltó un suspiro pero asintió y observó el GPS con la ubicación de Midoriya, después de todo la chica llevaba la delantera al ser la más rápida, ella llegaría primero.
Cuando llegaron al lugar, un montón de personas estaban ahí, algunas atacando a Midoriya y otras siendo aprisionadas por un villanos, los alumnos de la clase no tardaron en controlar la situación.
Midoriya les observó con sorpresa, no esperaba ser encontrado por ellos. Natsuki y Shōto, quienes habían creado muros de hielo para detener al villano, se acercaron más, los dos observándose de reojo.
—¿Qué hacen aquí? —espetó el peliverde.
—Estábamos preocupados —respondió Uraraka.
—Estoy bien —contestó el chico mientras tomaba la máscara que se le había caído—. No hace falta que se preocupen. Aléjense.
Cuándo su mejor amigo aplaudió, ella supo que el rubio iba a decir sus cuantas verdades al peliverde.
—Me alegro por ti —decía el rubio con una cara alegre totalmente fingida—. Se nota que eres sucesor del One for All ¿Y? ¿Estás sonriendo o qué? —lo último lo dijo con una mueca de molestia.
Ella observó con cierta lástima el estado de Midoriya, se notaba que el chico no se encontraba bien.
—Para sonreír... para que estén tranquilos... debo irme —él se empezó a levantar—. Así que... apártense.
—¡Apártanos, copia barata de All Might! —exclamó el rubio ceniza.
—Midoriya, sabemos que no cambiarás —espetó Iida esta vez—. Vamos chicos.
—Supe que liberaste los dones del cuarto y el sexto —habló Bakugō en dirección del peliverde—. Se te ve muy cambiado ¡Maldito nerd!
—Puede que incluso hayas desbloqueado los dones del segundo y el tercero —continuó Natsuki—. Este... este no eres tú, Midoriya-san.
—Gracias por venir —fue la respuesta del peliverde ante las palabras de las dos personas más cercanas a él.
Y con eso usó el don del sexto, lanzó una neblina de humo.
Así todos empezaron intentar detener al chico.
Natsuki pudo haber atrapado al chico, pero prefirió quedarse con Kirishima a cuidar del villano y esperar a que Endeavor llegara, después de todo ella sabía que sus compañeros lo harían entrar en razón.
—Lo lograremos, Kirishima-san —espetó ella al ver la preocupación del chico—. Lo lograremos.
Cuando llegó el héroe número uno, el par de amigos decidió seguirles la pista, y la peliazul de inmediato notó a Iida cayendo del cielo junto a Midoriya, la peliazul no dudó en extender sus alas y volar hacia los chicos, atrapándolos con éxito.
—Midoriya-san —murmuró ella con su típica voz suave—. Sabemos el riesgo que corremos, pero vales la pena, eres nuestro amigo.
Todos sabían que acercarse a Midoriya era peligroso, por supuesto que lo sabían, no eran idiotas, pero él era su amigo.
¿Cuántas veces se había entrometido él para rescatarlos? Demasiadas para saberlo, era hora de devolverle su amabilidad y generosidad.
Ella lo soltó pero sin despegar su mirada de él, lo noquearía de ser necesario.
—Tengo miedo —espetó el peliverde con la mirada gacha—. En la U.A. hay mucha gente, no quiero causarles problemas, no puedo seguir viviendo como hasta ahora.
—¿Recuerdas lo que te dije cuando me atravesó Shigaraki? —le cuestionó Bakugō mientras que Midoriya se acercaba a él.
—No.
—No intentes ganar tú solo —respondió el de cabellos rubios—. Pero había más, cuando mi cuerpo se movió por su cuenta y me ensartó, pensé que debía decírtelo.
Contó como menospreció al peliverde por no tener kosei pero aún así el chico parecía ir por delante de él, y el rubio ceniza odiaba eso.
—Al entrar a la U.A —continuó diciendo—, nada salió como yo quería, cada día comprendía mejor tu fuerza y mi debilidad, se qué decir esto no arregla nada, pero es lo que pienso, Deku —entonces el rubio se inclinó—. Lo siento mucho.
Ella sonrió al ver como su mejor amigo había evolucionado a lo largo de los últimos meses, ya no era ese rubio ceniza gritón y arrogante, había cambiado.
—Tú viaje como sucesor del One for All es un ideal en sí, no tiene nada de malo, pero ahora te tambaleas, hay muros que no puedes trepar con ideales, nos encargaremos de las tareas con las que tú no puedas, superaremos esos ideales. A tí, a los refugiados de la U.A, a la gente de la ciudad. Los salvaremos a todos y ganaremos —finalizó el rubio.
Fue entonces que Midoriya se desplomó, pero por suerte el rubio lo cargó antes de que pudiera caer. La de cabellos azules sonrió levemente al ver eso, la amistad que siempre han tenido era más fuerte que nunca.
—Hemos terminado la primera parte —murmuró la peliazul mientras observaba al par de amigos.
Tuvieron que esperar a que algún héroe llegara, la peliazul se acercó entonces al bicolor, ella lo abrazó mientras ocultaba su rostro en el pecho del adolescente.
Ya se había quitado el casco por lo que Shōto acariciaba los mechones azules de la peliazul sin problema alguno.
—¿Crees que esté bien? —habló ella mientras apartaba su rostro del pecho del bicolor.
—No creo que haya dormido mucho o se haya alimentado lo suficiente —fue la respuesta de este—. Pero estará bien, es fuerte.
—Me gusta mucho la lluvia —espetó ella con una leve sonrisa cuando empezaron a caer gotas.
—Por tu kosei, cuando llueve te es más fácil usarlo —respondió el bicolor mientras extendía una mano para que gotas de lluvia cayeran en su palma.
Ella colocó su mano debajo de la del bicolor y este no se sorprendió al notar que las gotas que caían desaparecían.
Todos se dirigieron a la U.A, después de todo ahí es donde debían llevar al peliverde, Natsuki caminaba junto al Torodoki, los dos juntos y detrás de los demás, ambos observándose de reojo, algo que siempre hacían.
Al llegar fue Trece quien los recibió.
El peliverde se despertó cuando la lluvia empezó a incrementarse un poco.
—¿Me oyes, Midoriya? —espetó Trece mientras observaba al chico.
—Si —respondió a duras penas el mencionado.
—La mayoría de los ciudadanos están refugiados. Afuera solo quedan vigilantes antihéroes o gente que aprovecha las fugas para robar. Los antihéroes cada vez más se unen a refugios por agotamiento.
—Los delincuentes formaron facciones y son fáciles de seguir, con los refugios llenándose, hay más personas disponibles. Hacen lo que pueden para mejorar la situación. La ayuda que proporcionabas pueden ofrecerla otros héroes y policías.
El peliverde aún se mostraba reacio a entrar, pero entonces escucharon el gran alboroto que se estaba formando dentro. Al entrar ninguno de los ciudadanos quería que Midoriya fuera aceptado, molestando así a la chica.
Entendía que se preocupaban por su seguridad, pero Midoriya también merecía ser cuidado, era tan solo un adolescente después de todo.
Cada día su enojo hacia las personas de aumentaba. Eran malagradecidos y siempre juzgaban todo.
Su convicción de convertirse en heroína disminuía cada día más. ¿Por qué debería salvar a personas que ni siquiera lo agradecen? ¿Por qué se comportan así de tontos?
Tantas preguntas, tantas dudas que le carcomía la cabeza desde hace un par de meses.
Fue entonces que recordó a Eri, a la dulce niña que seguramente estaba esperando por ella para que pintaran juntas.
Los niños, esa era su respuesta.
Ella quería ser una esperanza para los niños, salvar a aquellos que son maltratados o necesitan de su ayuda. Ninguno de los niños, ni siquiera los adolescentes, eran responsables del caos que se estaba desatando.
Todo era culpa de los adultos.
¿Cierto?
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