𝐅𝐎𝐑𝐓𝐘-𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄

"UN NUEVO FUTURO"

SE ENCONTRABA AL LADO DEL BICOLOR, la peliazul se encontraba completamente aturdida por las acciones de los civiles.

Su hermano y Endeavor estaban con los dos adolescentes. Se encontraban fuera de la U.A. pues no era prudente que los dos héroes aparecieran en público. Se los comerían vivos.

—Onii-chan —murmuró la peliazul llamando la atención de su hermano.

"¿La gente es siempre tan insensible?" Dijo ella en lenguaje de señas.

Keigo soltó un suspiro ante las palabras de su hermanita.

"Están desesperados, Natsu"

"Yo también lo estoy, todos aquí lo estamos, pero no actuamos como ellos"

Ante esa respuesta el rubio no pudo responder nada, pues era cierto, ellos también eran personas.

Eran personas que se cansaban, personas que sentían, personas que incluso fallecían con el propósito de salvar a quienes no se lo merecían.

Ectoplasm, uno de los profesores y héroes del colegio, abrió una puerta y se dirigió a los cuatro héroes.

—¿Oyeron el discurso de Uravity? —cuestionó el héroe a los otros cuatro, el bicolor y y la de cabellos azules fueron los que asintieron en respuesta.

—Entren, deberían verlo. No pasa nada, al menos por ahora.

Cuando entraron pudieron observar algo que los dejó sin palabras, los ciudadanos estaban colaborando, estaban cooperando gracias a las palabras de Uraraka.

Natsuki seguía un poco desconfiada de ellos, cambiaban de opinión muy fácil y rápido, pero cuando observó la mirada esperanzadora de su hermano, soltó un suspiro y se acercó a él.

—Hay esperanza Natsu, podremos reconstruir ese futuro que tanto deseo para ti —murmuró el rubio mientras abrazaba a la peliazul. Los dos se habían alejado del par de Todoroki.

Si había alguien que impulsaba a seguir luchando, era Natsuki, todo lo que él hacía era para que su hermana estuviera segura.

—Iré a visitar a Eri —declaró la peliazul mientras se separaba de su hermano—. ¿Si recuerdas quién es no?

—Por supuesto, la dulce niña que quieres tanto —respondió Keigo con una sonrisa.

Keigo entendía porque su hermana quería ser una heroína, él entendía que ella deseaba proteger a los niños de cualquier maldad en el mundo. Y sabía porqué lo hacía.

Ella lo hacía por él, para que los niños no sufrieran lo que él sufrió.

A pesar de que Natsuki no recordaba su primer año de vida, el cual había sido un infierno, ella sabía que Keigo si recordaba esos siete años con su padre, eso la hacía sentir culpable pues ella no recordaba pero él si.

—Se quedará conmigo, estoy emocionada por eso —murmuraba la peliazul—. Cuídate mucho, hermano —ella lo abrazó con fuerza de nuevo, con miedo de lo que podría ocurrirle—. Te amo.

—Yo te amo más, hermanita —respondió él con una sonrisa.

No querían separarse, más no les quedó otra opción, la chica se acercó a los dos Todoroki.

—Espero se encuentre mejor, señor Todoroki —espetó ella mientras hacía leve reverencia—. Shōto-san, nos vemos luego —Y con eso se alejó de los dos.

El héroe número uno notó el brillo que los dos adolescentes tenían al verse mutuamente, le quedó claro que a su hijo menor le gustaba la hermana del héroe número dos.

La peliazul al llegar con la menor, abrazó a Eri con fuerza, quien le correspondió el abrazo con la misma intensidad, a pesar de que todos la trataban bien ahí, ella se sentía más segura con Natsuki, Midoriya y Mirio.

—Hemos traído a Midoriya de regreso —espetó la peliazul mientras cargaba a la pequeña—. Podemos verlo más tarde si quieres.

—Debe estar cansado —respondió la pequeña niña—. ¿Tú estás cansada?

—No, me encuentro bastante bien —respondió la adolescente con una sonrisa—. Ahora vamos por tus cosas, te quedarás conmigo.

La menor ya tenía su mochila lista por lo que no fue complicado tener las cosas de esta, sin más ambas se dirigieron rumbo a los dormitorios del colegio mientras charlaban.

Eri le contaba todo lo que había hecho durante los días que no se vieron, la peliazul escuchaba con atención y la felicitaba por los nuevos logros.

—Vas mejorando mucho con tu kosei, Eri-san —espetó la peliazul con una gran sonrisa en su rostro—. A este paso me vas a superar sin duda alguna.

—¡Claro que no! Eres muy buena usando tu kosei, Natsuki-chan —espetó la menor con una gran sonrisa en su rostro.

Esta conversación le recordó a una que una pequeña Natsuki tuvo con su tía hace ya muchos años, Natsuki alababa a Kira y lo increíble que la mujer era usando su kosei.

Y hablando de Kira, la mujer se encontraba en el hospital cuidando de Aizawa, por lo que Natsuki se enteró gracias a su hermano, esos dos habían decidido darse otra oportunidad.

No eran las mejores circunstancias, pero ninguno quería morir con arrepentimientos.

Al llegar a los dormitorios fueron a dejar las cosas en la habitación de Natsuki. Una vez ahí las dos permanecieron dibujando mientras que la pequeña hablaba y hablaba. Una vez se cansó la mayor la llevó a las duchas, ahí esperó a que la menor se duchara, y le tendió su bata cuando terminó.

Cargó a la menor, quien estaba secándose el cabello con una toalla, Natsuki solo la observaba con una sonrisa.

—Te daré espacio para que te vistas, estaré aquí afuera ¿Está bien? —Eri asintió muchas veces y entró a la habitación.

En ese momento su mejor amigo también salió de su habitación.

—¿Cuidando de la mocosa?

—No le digas así —reprendió ella—. Y si, la estoy cuidando, hace mucho que no lo hacía.

—Te gustan los mocosos ¿cierto? —cuestionó el rubio mientras se colocaba al lado de la peliazul.

—Ellos son la razón por la que empecé a desear ser una heroína, Katsuki-san —respondió ella—. Me alegra tanto el poder haber ayudado a Eri, es una niña muy linda.

—Serás buena madre, los hijos que tendrás con Todoroki te adoraran —Esas palabras hicieron que ella se sonrojara y golpeara el brazo de su mejor amigo, quien se rió a carcajadas por la reacción de la chica.

—¡No digas eso! Ni siquiera nos hemos graduado de la U.A.

—Por favor, los dos sabemos que cuando tengan la edad se van a casar —espetó él con una sonrisa divertida—. Y si no me haces padrino de uno de tus mocosos nunca te lo perdonaré.

Y ella volvió a pegarle, pero el rubio solo se rió. Le encantaba molestar a su mejor amiga.

—¿Crees que podamos tener un futuro así? —murmuró la peliazul mientras observaba los ojos rojos de su mejor amigo.

—Lo tendremos, deja ya la negatividad —replicó el rubio mientras le daba un golpe en la cabeza, ella hizo una mueca ante tal gesto, si le había dolido el golpe—. A ver si así se te quita lo pesimista.

—Es solo que... la situación no es la mejor, y.... olvídalo.

—Natsuki, vamos a estar bien, le ganaremos al estúpido de Shigaraki, terminaremos la escuela, seremos los mejores héroes y tendras tres hijos con Todoroki.

Sonrió levemente, una llama de esperanza creciendo en su interior.

Y cuando Eri abrió la puerta con una gran sonrisa y una mirada brillante, esa llama se intensificó.

Haría lo que fuera para que sus seres queridos fueran felices. 

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