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—ˢᵉᵃˢᵒⁿ ¹ / ᴱᵖⁱˢᵒᵈᵉ ⁶

ᵀʳᵃᵖᵖᵉᵈ


El campamento estaba envuelto en caos. Octavia había desaparecido, y la desesperación de Bellamy era notable. Caminaba de un lado a otro, dando órdenes a gritos, mientras los demás trataban de organizarse. La noticia había caído como una bomba, rompiendo la frágil calma que habíamos conseguido tras el lanzamiento de los cohetes.

—¡Todos al bosque! ¡No dejaremos que los terrestres se queden con ella!—ordeno  Bellamy, su voz cargada de ira y desesperación.

Me acerqué a él, tratando de encontrar un momento para hablarle. Estaba tan absorto en su furia que apenas parecía notarme.

—Bellamy, espera—dije, colocando una mano en su brazo.

Él se detuvo, pero su mirada seguía fija en el horizonte, como si pudiera encontrar a Octavia solo con desearlo.

—No tengo tiempo para esto, Alessia—gruñó, pero no se apartó.

—Escúchame. Sé que estás preocupado, pero perder el control no va a ayudar a tu hermana. Necesitas pensar con claridad.

Finalmente, giró hacia mí, y sus ojos oscuros me perforaron. Había rabia en ellos, pero también algo más. Algo que me hizo sentir vulnerable.

—No necesito que me digas qué hacer—dijo, pero su tono no era tan firme como sus palabras.

—No estoy aquí para decirte qué hacer, Bellamy.Estoy aquí para ayudarte.

Él soltó un suspiro pesado y bajó la mirada. Durante un instante, pareció bajar la guardia.

—Gracias—murmuró, apenas audible.

Antes de que pudiera decir algo más, se inclinó hacia mí. Fue rápido, inesperado, pero me beso , me beso. Su mano en mi cintura me sostuvo con firmeza, y aunque intenté mantenerme serena, mi corazón latía con fuerza. Por un instante, todo el caos que nos rodeaba pareció desvanecerse.

Cuando nos separamos, Bellamy no retrocedió del todo se quedó cerca, su aliento cálido acariciando mi rostro.

—Supongo que necesitaba suerte —murmuró con una sonrisa ladeada, claramente disfrutando de mi desconcierto.

Lo miré, intentando mantener mi compostura, aunque sentía que el suelo bajo mis pies se tambaleaba.

—¿Suerte? —respondí, entrecerrando los ojos.

—Claro, ya sabes, por si acaso no regresamos —añadió, dándose la vuelta con una seguridad que parecía burlarse de mis emociones.

Lo observé mientras se alejaba, con las manos en los bolsillos y esa actitud despreocupada que siempre lograba sacarme de quicio.

—Te devolveré el favor la próxima vez —susurré para mí misma, intentando calmar el torbellino de pensamientos que había dejado en mi cabeza.

Poco después, nos dividimos en equipos para buscar a Octavia. Bellamy lideró un grupo hacia el norte, mientras Ethan y yo tomamos el camino hacia el sur. Bellamy había insistido en que no me fuera con Ethan, pero finalmente accedió.

—Cuídala—fue lo último que le dijo a Ethan antes de que nos marcháramos.

El bosque estaba más silencioso de lo habitual, como si incluso los animales se hubieran escondido. Ethan caminaba a mi lado, intentando seguir unas huellas que habíamos encontrado.

—¿Crees que sean de Octavia? —pregunté, mirando las marcas en el suelo.

—Podrían ser. Pero también podrían ser de los terrestres —respondió, su voz cargada de preocupación.

Seguimos avanzando hasta que algo llamó mi atención. Un movimiento entre los árboles, rápido y casi imperceptible.

—¿Viste eso?—susurré, tensando la cuerda de mi arco.

—Sí. Quédate atrás —dijo Ethan, adelantándose un poco.

Entonces, todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos.

De entre los árboles surgieron varias figuras, rápidas y silenciosas. Los terrestres.

Ethan intentó reaccionar, pero uno de ellos lo alcanzó antes de que pudiera hacer algo. La lanza atravesó su abdomen, y su grito resonó en el bosque.

—¡No!—grité, disparando una flecha que impactó a uno de ellos en el brazo.

Intenté correr hacia Ethan, pero otro terrestre me sujetó por la espalda. Me debatí, luché con todas mis fuerzas, pero era inútil. Me golpearon en la cabeza, y todo se volvió negro.

La oscuridad era sofocante, una prisión tangible que me mantenía atrapada en un limbo de incertidumbre y miedo. Mis muñecas estaban atadas con gruesas cuerdas que mordían mi piel, y el sabor metálico de la sangre en mis labios me recordaba los golpes que había recibido. Traté de moverme, pero mis piernas también estaban inmovilizadas, amarradas a una estaca clavada en el suelo.

No tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que me capturaron. Solo recordaba las voces de los terrestres, sus cuchicheos en un idioma que no entendía, y el frío filo de sus armas. Ethan... su cuerpo caído volvió a mi mente como un destello cruel. Me obligué a respirar profundo, a no dejar que el pánico me consumiera.

Unos pasos resonaron, firmes y autoritarios. Levanté la cabeza, parpadeando contra la luz que se filtraba desde una abertura en la choza de madera donde me habían encerrado. Dos figuras se acercaron: una mujer alta y fuerte, con cicatrices que cruzaban su rostro como mapas de guerra, y detrás de ella, alguien más joven, con una expresión serena pero penetrante.

La primera mujer se detuvo frente a mí, su mirada fría como el acero—Habla—ordenó, su voz grave y cortante. ¿Por qué están aquí?

—No sé de qué estás hablando —respondí, mi voz quebrándose por el miedo.

—Mientes—La mujer se inclinó hacia mí, su rostro a centímetros del mío—Tu gente lanzó fuegos al cielo.

Esa es una declaración de guerra.

—No son fuegos, son señales —logré decir, luchando por mantener la calma—Queríamos comunicarnos con nuestra gente. No queremos guerra.

La mujer soltó una carcajada seca.

—Siempre dicen eso. Hasta que empiezan a destruir lo que no les pertenece.

Antes de que pudiera replicar, el guardia que había entrado conmigo me dio un golpe en el rostro con el dorso de su mano. Mi cabeza giró por el impacto, y un sabor amargo llenó mi boca.

—¡Basta!—La voz de la joven resonó con fuerza, haciendo que todos se quedaran quietos.

La mujer mayor se giró hacia ella, frunciendo el ceño.

—Lexa, esta es mi prisionera. No te metas.

—Es nuestra prisionera, Anya —respondió Lexa con calma, dando un paso adelante— Y no lograremos nada si la matas antes de que hable.

Anya apretó los labios, pero se retiró un paso, dejando que Lexa tomara el control. La joven   se arrodilló frente a mí, sus ojos buscando los míos con una intensidad que me dejó sin palabras.

—¿Cómo te llamas?—preguntó, su tono mucho más suave.

—Alessia—murmuré, todavía aturdida.

Lexa asintió lentamente, como si intentara medir cada palabra que decía.

—Alessia, mírame—Esperó a que levantara la cabeza —No queremos lastimarte, pero necesitamos respuestas. ¿Por qué están aquí? ¿Qué buscan en nuestras tierras?

—Solo queremos sobrevivir—dije, con la voz quebrada— No sabíamos nada de ustedes, creíamos que la tierra estába inhabitada

Lexa se quedó en silencio por un momento, estudiándome.

—¿Y por qué te arriesgaste tanto? —preguntó finalmente

—No me arriesgué por ellos—respondí, sintiendo una chispa de rabia— Lo hice porque no iba a quedarme de brazos cruzados.

Lexa asintió, como si entendiera más de lo que yo decía. Pero antes de que pudiera responder, Anya volvió a intervenir.

—No te dejes engañar por sus palabras, Lexa. Son invasores. Y no podemos permitir que regresen con información sobre nosotros.

El pánico comenzó a subir por mi garganta.

—¡No quiero lastimarlos!—grité, mi voz quebrándose— Solo quiero volver con mi gente.

—Tu destino no está en tus manos, Alessia respondió Anya. Miró a Lexa y añadió— Prepárala. La llevaremos ante el consejo.

Lexa sonrió, una sonrisa fría, y asintió. Sin decir más, dos guardias me tomaron por los brazos y me levantaron con brusquedad. Mis piernas temblaron por el esfuerzo, y apenas podía sostenerme en pie.

Holaa, ¿Como les pareció este capitulo seis? Un pequeño pero gran cambio drástico

Que creen que se viene?👀

Cuéntenme qué les gustó o qué esperan en los comentarios. ¡No olviden votar, así me motivan a seguir escribiendo!

Hasta la próxima 🌸

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