✽┋𝟎𝟐. 𝐏𝐥𝐞𝐚𝐬𝐮𝐫𝐞.
𝐎𝐧𝐞 𝐦𝐨𝐫𝐞 𝐧𝐢𝐠𝐡𝐭
𝐎𝐧𝐞 𝐦𝐨𝐫𝐞 𝐧𝐢𝐠𝐡𝐭
𝐎𝐧𝐞 𝐦𝐨𝐫𝐞 𝐧𝐢𝐠𝐡𝐭
⋆.ೃ࿔*:・⁀✻˚.➷
Aquella festividad veraniega había decidido culminar cualquier ilusión platónica entre sus participantes. Y es que, la única certeza posible de hallar estaba relacionada de forma inequivoca con el retorno de la rutina diaria.
En la ciudad de Los Ángeles, el clima continuaba siendo tropical bajo la fogosidad que el sol irradiaba. El cual se adentraba por la ventana e iluminaba cada espacio del despacho de Robby Keene.
El joven castaño se reclinaba en su silla giratoria con ambas manos sobre su cabeza, la ausencia en su mirada era notoria, su mente parecía estar perdida entre recuerdos que jamás habría imaginado que añoraría y a su vez, desaría.
Relamió sus labios soltando el aire qué llevaba conteniendo desde hacia tiempo, permitiendose rememorar cada detalle de aquella noche a orillas del mar.
Recuerdos de Robby Keene:
Una semana atrás
22 de septiembre de 2023.
Sostenía con seguridad la cintura de la pelirubia, la acercó a él como si acaso la lejanía establecida fuese imposible de disminuir, la necesidad de tocar su piel se había vuelto casi una obsesión en cuestión de segundos.
Su corazón latía con fuerza y su respiración agitada dennotaba el nerviosismo exigente por mantenerla allí, junto a él.
El cielo comenzó a teñirse de tonos rosados y a su vez anaranjados, indicando con sigo la llegada del amanecer.
──Oh no.. cenicienta debe irse──bromeó ella observando atentamente la salida del sol, mientras le acariciaba con su mano izquierda la mejilla.
──Ha pasado más tiempo de la medianoche──comentó burlón.
──Es por el cambio de horario..──rodó los ojos a modo de broma──Estoy segura que en algún lugar aún es medianoche.
──¿Acaso vas a convertirte en una persona diferente al salir de aquí?──elevó una ceja intentando no sonar demasiado interesado.
──Supongo que tendrás que descubrirlo──suspiró bajando su mano con delicadeza hasta la nuca del castaño consiguiendo acercar aún más su rostro.
Sus cuerpos humedecidos por lo gélido del mar, contrarrestaban con la calidez y el fervor que irradiaba cada centímetro de la piel que mantenían en contacto.
El tacto que ella ejercía sobre su piel le recordaba lo endeble y afectuoso que podía ser una simple caricia. Él mordió su labio inferior notando el desplazamiento friccionario de los dedos de Tory bajar por su pecho, atreviendose a detenerse como si acaso estuviera escaneando cada uno de sus músculos tensionados.
──¿Crees que voy a quedarme con la duda?──inquirió en un susurro jadeante mientras le acariciaba la espalda descubierta.
──No te ves como un hombre al que deban decirle lo que tiene que hacer──murmuró ella, acercándose a sus labios, posibilitando la colisión de sus respiraciones.
──Y tú te ves como una mujer que disfruta tener el control de cada situación──retrucó él bajando la vista hacia sus labios color carmín, los cuales combinaban a la perfección con la tonalidad de su piel──¿Por qué aún no has dado el primer paso?
──Quiero ver hasta donde eres capaz de llegar──susurró rozando levemente sus labios con los de él.
Robby se permitió cerrar los ojos ante el mínimo roce propiciado por Tory. Sin embargo, no pudo percibir la rapidez con la cual ella se alejó de él. Al abrir los ojos, el agobio, la ansiedad y la sensación de vacío lo invadieron de forma incipiente.
Al girarse pudo verla alejarse con completa pasividad, su vestido blanco ceñido al cuerpo parecia imitar la figura de un ángel, su cabello rubio ondeando en la suavidad del viento, coincidían a la perfección con la fragilidad de sus movimientos.
Ella recogió sus zapatos de la arena y se giró sobre su propio eje para poder mirarlo, una sonrisa sincera, serena y ecliptica se posó en sus labios. Alzó su mano derecha y le lanzó un beso.
Él simplemente se limitó a sonreír enmarcando cierta confusión, sintiéndose como el mero espectador de su propia fantasía.
Fin del recuerdo de Robby Keene.
──Señor Keene──lo llamó su secretario asomándose por la puerta, logrando sacarlo de su propia ensoñación──Tiene visitas.
──Dígale que pase.
Rápidamente se acomodó en su asiento tras el leve asentamiento de cabeza por parte del secretario.
──Así que aquí has estado sobreviviendo este último tiempo──mencionó Miguel cerrando la puerta detrás de sí.
──No está tan mal..──se encogió de hombros con media sonrisa al notar que se trataba de su mejor amigo──La vista es increíble──señaló el amplio ventanal en la pared que se encontraba a su izquierda.
──Lo es..──asintió tomando asiento frente a Robby──¿Acaso tengo que venir a verte personalmente para que nos contestes los mensajes?──preguntó en cierto tono burlón haciendolo reir──Porque juro que ya no puedo soportar otro audio con la voz chillona de Sam.
──Si te encanta que recurra a ti──se burló el castaño mientras tipeaba en su computadora, a su vez, Miguel negaba con la cabeza──¿Por qué tanta insistencia en saber de mi?
──No lo sé..──fingió pensarselo entrecerrando los ojos──Tal vez porque desapareciste en el mejor momento de la fiesta y no hemos vuelto a saber de ti.
──Te escribí cuando llegue a mi casa──Robby soltó una risa burlona.
──¿Y con quién te fuiste?──elevó una ceja de forma sugerente.
──Conmigo mismo──obvió tomando unos papeles que tenia en su escritorio para poder corroborarlo con el Excel.
──Parece que no voy a poder sacarte ningún tipo de información──suspiró frustrado Miguel──Pero no hay problema, puedo esperar──cruzó ambos brazos debajo de su pecho.
──A las 16:00 me voy al gimnasio──le avisó mientras continuaba tipeando.
──Oh, bien. Iré contigo.
──¿Qué no tienes una obra benéfica en la que deban sacarte fotos?──preguntó Robby con pesadez molestándolo.
──Pues no──negó mientras comía las gomitas del recipiente que estaba sobre el escritorio──Además ya fui a molestar a Moon a la cafetería y ni me ha regalado un vaso de agua──se quejó rodando los ojos.
──Sabes que es demasiado tacaña.
──No lo fue cuando se tomó todo mi vodka──negó con la cabeza con cierta diversión.
──¿Y que hay de Sam?──inquirió Robby elevando una ceja con curiosidad.
──Pues..──torció los labios hacia un costado formando una mueca, al instante frunció el ceño──Yo soy quien hace las preguntas aquí señor Keene.
──Falso──se burló molestándolo.
──Bien.. si no quieres contarme tendré que recurrir a otros medios, los cuales no creo que te agraden──explicó levantándose de su asiento para caminar por el despacho de forma pensativa.
──¿Me estas chantajeando en mi propia oficina?──elevó una ceja el castaño apartando la vista de la computadora para poder mirarlo.
Miguel estaba a punto de contestarle cuando la puerta fue abierta de forma repentina llamando la atención de ambos.
──Disculpe la intromisión señor Keene──se disculpó el joven secretario adentrandose en el despacho──Pero tiene que ver esto──caminó con rapidez hacia el escritorio──Las acciones comenzaron a caer en un veinte por ciento esta mañana.. y los usuarios están abandonando sus cuentas.
Robby abrió ambos ojos de golpe mientras se dirigía en su computadora en busca de las acciones principales de la empresa, él creía que hasta el momento había conseguido mantener todo bajo control.
──No lo entiendo──frunció el ceño molesto──¿Qué es lo que está ocurriendo?──comenzó a tipear de forma desesperada a sus usuarios, embajadores de su empresa y potenciales compradores.
Su amigo se mantenia al margen de la situación mientras observaba como Robby le daba indicaciones a su secretario sin dejar de tipear en la computadora.
En cuanto el secretario abandonó el despacho, Robby llevó ambas manos a su cabeza pensando en que era lo que debía cambiar para poder atraer a los compradores nuevamente.
──¿A dónde se están yendo?──preguntó para sí mismo frotando su cien.
Mientras Miguel observaba la ciudad por el ventanal, Robby realizaba diversas llamadas por su teléfono celular. De pronto, oyeron tres golpes en la puerta.
──No es momento──espetó Robby nuevamente sin molestarse en levantar la vista.
La puerta se abrió de manera cautelosa, abriendo paso a una fragancia levemente floral, la cual había conseguido inundarles las fosas nasales.
──¿No tienes tiempo para mi?──indagó una voz femenina luego de cerrar la puerta.
Robby levantó la vista de su computadora descubriendo que la persona frente a él no era una desconocida.
──Tory..──murmuró confundido dejando los papeles sobre el escritorio, para luego levantarse de su asiento.
──Es un placer verte de nuevo──le sonrió con superioridad deteniéndose frente al escritorio.
──¿Qué haces aquí?──preguntó directamente intentando mostrarse cordial y contrariamente nervioso.
──Vine a resolver tus problemas──apoyó su bolso sobre el escritorio sacando su carpeta rosada, la cual segundos más tarde abrió mostrandole diversos papeles.
El castaño frunció el ceño, se sentía confundido y abrumado, llevó ambas manos a su cintura deteniéndose a pensar mientras ella lo observaba dispuesta a esperar y explicar.
──No estoy en problemas.
──Oh, créeme que lo estás, señor Keene──rió Tory apoyando ambas manos sobre el escritorio, tras la mirada espectante de Robby, ella decidió continuar hablando──Tus ventas y tus acciones han decaído.. los rumores dicen que tu empeño no ha sido del todo certero.
──¿Qué rumores?──murmuró cruzándose de brazos──Se trata sólo de un malentendido, no sé cómo encajas tú en todo esto.
──Vamos a comprar tu compañía──aseguró señalando el contrato sobre el escritorio.
La mandibula de Miguel Diaz estaba a punto de tocar el suelo tras oír las palabras pronunciadas por la deslumbrante pelirubia que se había adueñado del lugar con sólo una mirada. A su vez, Robby Keene soltó una pequeña risa, como si acaso todo aquello fuese simplemente una mala broma.
──¿Tú y cuantos más?──se burló Keene cruzándose de brazos──No sé quien crees que eres pero no obtendrás nada de todo esto.
──Sólo quiero ayudarte Robby──se encogió de hombros con completa despreocupación──No es fácil perder.
──No he perdido nada.
──No aún──decretó Tory sin apartar la vista de los ojos del castaño, disfrutando mantener el control de la situación.
──Mi compañía no te pertenecerá.. jamás──le dedicó una pequeña sonrisa serena que parecia inquebrantable, era evidente la tensión que ella podía provocarle a pesar de que se esforzara por ocultarlo.
──Si así lo quieres..──soltó un suspiro retirando los papeles del escritorio──Esto era tu única alternativa.
──No me conoces lo suficiente..──asumió el castaño observando cada uno de los movimientos que ella realizaba──Siempre hay alternativas, y si no.. las invento.
──Que resolutivo de tu parte──enarcó una ceja intentando no reírse──Es una lastima que no puedas tenerlo todo.
──Lo verdaderamente lastimero es que creas que puedes quitarme la compañía sin que yo mismo intente evitarlo──se cruzó de brazos con esceptisismo.
──No quiero quitartela──negó chasqueando la lengua contra su paladar──Simplemente quería evitarte la humillación..──mencionó con desaire en su voz──Cuándo supe que eras uno de los socios de esta empresa pensé en que un rostro conocido podía informarte los hechos.
──¿Estás intentando decir que te compadeciste.. de mi?──enarcó una ceja enmarcando su tono burlón para luego soltar una risa──No necesito tu ayuda.
──Bien.──asintió ladeando su cabello──Sólo espero que en verdad conozcas a lo que te enfrentas.
──¿A ti?──inquirió frunciendo el ceño.
──A mi.. y a la concesionaria Nichols──le dedicó una sonrisa junto a un pequeño guiño, lo cual generó que Robby cambiase su rostro de forma inmediata.
La concesionaria Nichols había conseguido ser la empresa enemiga durante tiempos inmemorables, Johnny Lawrence se había esforzado por mantener a la competencia lo más alejado posible de su tan proclamada ciudad. Aún así, tras conseguirlo durante tres décadas contiguas, parecía ser que la nueva generación que había decidido ocupar tal rol no tenía la capacidad de esperar, o siquiera el tacto de informar su llegada. Ella quería dominar todo a su paso, para finalmente poder demostrarle la validez potencial que la enmarcaba a su propio padre.
Victoria Nichols, había sido el rostro esencial de cada una de las revistas de Magazine, Equestia girls, e incluso era considerada un modelo a seguir en el margen empresarial. En aquella instancia, Robby recordó haber visto su rostro en revistas específicamente sobre los escritorios de las mujeres que trabajaban allí.
──Por si aún no logras descifrarlo.. chico enigma──divagó caminando hacia la puerta del despacho──Mi nombre es Victoria Nichols──le sonrió tomando el picaporte──Y voy a destruir todo lo que has creado──anunció dispuesta a salir de allí, no sin antes guiñarle un ojo──Debiste haber aceptado el trato.
Tras aquel último murmullo, ella salió de la habitación dejando detrás de sí a dos jóvenes completamente embelesados, angustiados y a su vez, impacientados por lo que fuera a ocurrir.
En cuanto Victoria Nichols enmarcó su salida, a las afueras del edificio la esperaba un auto descapotable color rojo, el cual era conducido por Eli Moskowitz. Pasar desapercibido entre la intensidad agobiante de la rutina de los ciudadanos no era precisamente su actividad favorita, por ello, ansiaba mostrarse ante el mundo.
──¿Qué tal te ha ido?──preguntó él levantándose las gafas de sol para colocarlas sobre su cabeza──He notado que el lugar no ha colapsado aún.
──Es solo cuestión de tiempo──se encogió de hombros con una pequeña sonrisa adentrandose en el vehículo.
──A ti no te gusta esperar──mencionó con su típico tono burlón colocando el pie en el acelerador, no sin antes subir la música de su estéreo.
──He aprendido a hacerlo este último verano──se encogió de hombros dejando que el viento desacomodara su cabello.
──¿Con tu padre?──frunció el ceño intentando averiguar que era lo que había ocurrido para que ella decidiera alejarse durante todo el verano.
──Algo así..──formó una mueca con sus labios cambiando rápidamente la canción que estaba sonando.
Eli la observó de reojo, sin dudas, había algo que ella estaba ocultando. Sus palabras parecían más cautelosas de lo usual, casi como si las hubiera practicado.
──¿Y tú.. que has hecho este verano?──indagó ella en cuanto se detuvieron en uno de los semáforos──He leído sobre ti──enarcó una ceja de forma burlona.
──¿Has leído..?──preguntó intentando no burlarse──¿O me has estado stalkeando, Nichols?──dirigió su vista hacia ella apoyando su mano derecha sobre la pierna de la mencionada.
──Oh, mi hermano no te lo dijo──rodó los ojos molestandolo──Es que soy tu fan número uno.
──Creí que nunca lo admitirias──soltó un suspiro negando con la cabeza, en cuanto pudo oír la risa de Tory, una sonrisa se posó en sus labios.
──¿Iremos por Yasmine?──preguntó sacando el celular de su bolso.
Eli asintió con la cabeza comenzando a conducir nuevamente, dirigiéndose hacia la ubicación que Yasmine les había enviado. Luego de diez minutos de viaje, se detuvieron frente a una cafetería minimalista. Desde su lugar pudieron ver como su amiga pelirubia charlaba animadamente con la joven que le entregaba su café, por ello mismo, había detrás de ella, una colmada clientela.
──¡No van a poder creerlo!──chilló Yasmine en cuanto salió de la cafetería y se subió al vehículo en el asiento trasero──Tienen el mejor café helado espumoso con crema batida del mundo──señaló abriendo sus ojos con emoción──Además la chica escribió mi nombre en el vaso con un corazón. Super cute, ¡vean!──anunció extendiéndoles el vaso.
──Está bonito──asintió Tory dandole un sorbo.
En cuanto Eli volvió a acelerar el vehículo, la música elevó su volumen y ambas jóvenes se sonrieron disfrutando del momento que los tres estaban compartiendo. Tres largos meses habían pasado de la última vez que se habían visto en la despedida del aeropuerto, e incluso sabían que al retomar sus rutinas el tiempo que tendrían para verse sería cada vez más acortado.
Al dirigirse a la casa Nichols, Tory podía notar que las vibraciones de su celular no cesaban, su padre le había enviado más de treinta mensajes preguntando acerca del cometido para el cual la había estado entrenando durante el verano. Y mientras Marcus le informaba que estaría probando sonido en la habitación acústica, otro mensaje apareció en su bandeja de entrada.
"No me has estudiado lo suficiente, Nichols. Vas a necesitar más que una amenaza para detenerme" ──Keene.
Ella sonrió para sí misma al leer de quien se trataba, Robby Keene, no era su presa pero al haber ingresado a la ciudad y corroborar la caída de sus ventas, la información adicional que había obtenido sobre él la ayudaban e incitaban a querer superarlo.
Por lo cual, esa misma noche, Victoria Nichols se había encargado de realizar una importante llamada. En el bar más aclamado de la ciudad necesitaban un dj, por ello, se encargó de convencer a su hermano y a ambos amigos de asistir.
Mientras Eli intentaba armar los tragos en la mesada de la cocina de los Nichols y Marcus lo asesoraba para evitar su posible descompensación por indusión de un coma etílico, Yasmine terminaba de arreglar su atuendo en la habitación de su mejor amiga. Tory, por su parte, había salido al balcón para atender una llamada.
──Papá..──atendió la llamada intentando ocultar el reproche burlesco en su voz──Dije que te escribiría.
──¿Un padre no puede llamar a su hija?──fingió sentirse dolido por tales palabras.
──Si, puedes──sonrió ampliamente sintiendo una pizca de interés por parte de su progenitor──He oído sobre tu historial con Johnny Lawrence.
──Ese fanfarrón──soltó una risa burlona──Me ha mantenido lejos de la ciudad de Los Ángeles durante décadas.. sin dudas, tu aparición lo descolocará──se mantuvo en silencio durante algunos segundos al otro lado de la línea──Victoria, esto es muy importante para mi──afirmó con determinación en su voz.
──Lo sé, Terry──lo molestó llamándolo por su nombre──Es importante para ambos. No te decepcionaré.
──Confío en ti, pequeña──se despidió con una pizca de enternecimiento en su voz, o al menos fue lo que su hija quiso percibir sobre él.
En cuanto la llamada finalizó, Tory caminó hacia adentro de su habitación, acomodó su falda color gris perla y desabotonó su camisa blanca dejando al descubierto el reborde de su sostén. Perfeccionó su cabello con gel dejando algunos mechones sueltos, se observó al espejo con una pequeña sonrisa, sin dudas le gustaba lo que veía. A su lado, Yasmine optó por una falda azul rayada y un chaleco ajustado del mismo color.
Ambas bajaron las escaleras dispuestas a beber del tan ansiado trago preparado por Eli y Marcus. Tory se detuvo en el salón buscando unos papeles sellados guardados en la biblioteca.
──La persona más sensual de la tierra ha llegado──anunció Yasmine llegando a la cocina.
──Pero si yo ya estaba aquí──frunció el ceño Eli sirviendo los tragos
──Me refería a Marcus──le guiñó un ojo Yasmine al mayor de los Nichols.
──Yas, no hagas sentir mal a nuestro amigo──lo molestó Marcus pasando su brazo por los hombros de la mencionada──Ya sabía que hablabas de mi.
──Dejen de hacer como que no estoy aquí, seré idiota pero puedo escuchar──señaló Eli sorbiendo de su trago──Además.. todos sabemos quien es el más sensual de aquí.
Yasmine enarcó una ceja cruzándose de brazos, miró de reojo a Marcus, quien ya la estaba mirando con intriga fingida en su rostro.
──¿Todos lo sabemos?──inquirió Marcus esperando una respuesta, la cual sabia que Eli no sería capaz de darle.
Eli chasqueó la lengua contra su paladar buscando la forma de escapar de la pregunta en la que él mismo se había encerrado.
──¿Qué es lo que todos sabemos?──preguntó Tory acercándose a donde los tres se encontraban, apoyó su antebrazo en el hombro de Eli centrando su vista en él.
──Quién es el más sensual de nosotros──contó Yasmine intentando no reírse──Eli estaba a punto de vislumbrarnos con su respuesta.
──¿Por qué no dejamos que la noche lo decida?──inquirió Eli pasando su brazo por la cintura de Tory──¿O acaso soy el único que dará el veredicto?
──¿Cuál es tu plan? ¿el que más besa gana?──se burló Yasmine sorbiendo de su trago.
──No me cuenten──se excusó Marcus intentando no reír──Yo tengo un sólo objetivo.
──¡Buuh!──lo abucheó Yasmine dándole un pequeño empujón con el hombro.
──No sean infantiles──rodó los ojos Tory pellizcandole una mejilla a Eli──Sólo.. recordemos nuestra adolescencia en una noche──dramatizó a modo de burla.
──Sabes que nadie quiere eso──rió Yasmine observando de reojo a Marcus.
Los cuatro se embarcaron en una conversación interminable acerca de la adolescencia que habían vivido en West Valley High. Cuando finalmente se acabaron sus bebidas decidieron que era momento de tomarse una fotografía y partir hacia el tan aclamado bar.
La interminable fila que se había formado en la entrada del lugar indicaban qué la velada apenas estaba comenzando. Los cuatro se adentraron allí, el ritmo de la música los invadió al instante, Marcus se presentó ante el público y comenzó a demostrar su talento al seleccionar y mixear. Yasmine lo observaba, se encontraba junto a él en la cabina, sostenía el trago con su mano izquierda intentando recuperar la compostura, era un hecho; Marcus Bartolome Nichols la traía hipnotizada desde que lo había conocido en la escuela primaria. Con su cabello azabache desprolijo, su mirada intensa y una sonrisa blanquecina que parecia iluminar cada recobeco de la habitación. Ella sabía que aquel era un territorio prohibido, pero las tentaciones son casi imposibles de evitar.
Mientras tanto en el primer piso, Eli Moskowitz conversaba animadamente con sus compañeros del seleccionado futbolistico, era un hecho que no necesitaba realizar mucho esfuerzo para tener a cualquiera que desease, aún así, sus ojos solo podían centrarse en la joven pelirubia, acrecentando cada vez más la intriga y el anhelo por aquello en lo cual no deberías pensar.
A tan solo unos metros, Victoria Nichols bebía su martini, sentada en una de las banquetas de la barra, su postura y el marcado desinterés por su trago parecían indicar que estaba esperando algo.. o tal vez a alguien.
──Es mi cumpleaños, solo intenta disfrutar el momento y deja de querer resolverlo todo──exclamó una joven castaña acercándose a la barra, su tono de voz elevado e irritable llamaron la atención de Nichols──¿Podrías intentarlo solo por hoy?──le preguntó ella a un joven castaño qué se encontraba a su lado, este mismo rodó los ojos con pesadez.
──Detesto los sermones de los Larusso, parecen nunca tener un fin──la molestó apoyando sus codos en la barra.
──Ya sabes lo que dicen, no nos damos por vencidos, ni con el veredicto──bromeó Samantha de forma torpe generando que él soltase una risa──Lo sé, es el peor chiste de abogados.
──No fui yo quien lo declaró──asumió él llamando con su mano libre al barman.
──No me sorprende de ti, Robby. No se te da bien admitir lo que te sucede──añadió Sam sin molestarse en ser sutil.
El joven Keene decidió ignorar aquel comentario, centró la conversación en lo exótico de los tragos hasta que el barman se los acercó. A unos pocos metros de distancia se encontraba ella, observando, casi al acecho. Como una víbora a su presa más pequeña, esperando el momento exacto para aplicar el veneno, o en su caso, simplemente irrumpir en lo eclesiástico de la noche e inconsecuentemente irrumpir en lo inconcluso de su mente.
Robby bebió un sorbo de su trago, y casi por inercia realizó una panorámica visual de aquel bar, notando entre la multitud, a la joven pelirubia sentada sobre uno de los taburetes, con su pierna izquierda cruzada sobre la derecha, luciendo tan natural ante los ojos del resto y tan actoral para él mismo que no pudo quitarle la mirada de encima. Sus ojos, perfectamente delineados lo escanearon sin tomarse un segundo para dudarlo, él sintió como un escalofrío le recorría la espina dorsal. Sabía que ella no sería solamente una simple mujer.
⋆.ೃ࿔*:・⁀✻˚.➷
Perdón por tardar tanto en actualizar, espero que les guste !
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