✽┋𝟎𝟏. 𝐄𝐧𝐢𝐠𝐦𝐚.

𝐎𝐧𝐞 𝐦𝐨𝐫𝐞 𝐧𝐢𝐠𝐡𝐭
𝐎𝐧𝐞 𝐦𝐨𝐫𝐞 𝐧𝐢𝐠𝐡𝐭
𝐎𝐧𝐞 𝐦𝐨𝐫𝐞 𝐧𝐢𝐠𝐡𝐭

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La fogosidad y la vehemencia qué conseguian eclipsar la época veraniega se encontraba en su punto culmine.

Los turistas regresaban a la cotidianeidad de su ciudad con el alma renovada y la mente descansada, sin embargo, los habitantes de la ciudad de California no reconocían aquellos conceptos cómo partícipes de su integridad.

Esperaban con ansias la llegada de la noche, en aquellas instancias todo lo que podian hacer era sobrevivir entre las penumbras del desamor, la afición, el anhelo y la ilusión de poder ser lo contrario a lo que siempre les dijeron que debían ser.

Por ello, aquel día, en la considerada última noche de verano, los jóvenes que integraban a las universidades más prestigiosas de Los Ángeles habían sido los responsables de organizar una última festividad a orillas del mar.

El ambiente cálido y sereno contrarrestaba con la idónea pero clásica decoración del espacio. Las luces eran casi tenues, adornadas por flores blancas y rosadas. El camino que conformaba la entrada consistía en un puente de madera iluminado brevemente por antorchas qué le otorgaban al sector una especie de brisa tropical debido a la oscuridad que les otorgaban las palmeras y el aroma identificatorio de las flores.

La música retumbaba por los parlantes y podía ser oida desde cinco cuadras de distancia, lo cual promovía aún más el incentivo del encuentro entre las universidades.

──Antes de que comiencen a quejarse──anunció Miguel Diaz apareciendose con su clásico aire despreocupado sosteniendo cuatro vasos de plástico rojo qué contenian alcohol──Es nuestra última noche antes de regresar a estudiar lo que se supone que queremos ser en el futuro──realizó comillas una vez que finalizó la entrega de los tragos──No nos limitemos.. mañana nada de todo esto será recordado──soltó un suspiro pasando su brazo izquierdo por los hombros de Samantha.

──Bien.──asintió Samantha sorbiendo su trago, no sin antes mirar de reojo al joven que la abrazaba.

Miguel Díaz, sonreía con despreocupación, la breve brisa veraniega movía su cabello azabache con serenidad. Aquello sin dudas era un término que lo caracterizaba, debido a que sus estudios se centraban pura y exclusivamente en la política. Su padre era un funcionario público, y él no pensaba quedarse detrás, formaba parte del incentivo de cada uno de los proyectos gubernamentales, abriéndose paso en las grandes ligas.

Por el contrario, Samantha Larusso, era irascible. Cada palabra que salía de su boca parecían clavarse en el otro como las finas dagas de una cuchilla. Era temperamental y cautelosa. Su madre era una de las mejores abogadas de la ciudad, debido a ello, había conformado una larga cadena de bufetes por el resto del país. A la joven castaña no le quedó más opción que seguir aquellos pasos.

──Miguel.. soy literalmente la mejor amiga de lo ilimitado, nadie va a robarme esta noche──mencionó Moon Kepple luego de beber su trago al completo y lanzarlo hacia arriba, al instante gritó con euforia como si hubiese estado deseando desde hacia mucho tiempo que aquel día llegase.

La joven morena, era considerada el alma de la fiesta. Había ingresado en la universidad debido a una importantisima beca, la cual había obtenido por medio del atletismo. Sus estudios se relacionaban con la biología marina, y mientras procuraba seguir siendo una de las mejores corredoras, trabajaba en una cafetería para poder costear su vida veraniega sin tener que regresar a su ciudad natal.

Pocos segundos después oyeron el crujido del motor de una motocicleta, la cual se acercaba de forma acelerada. Miguel esperaba ansioso por la llegada de su amigo que había pasado casi un mes alejado de absolutamente todo, respondiendo en la llamativa Concesionaria Keene a nombre de su padre.

──Espero no haberme perdido de mucho──saludó el castaño con una sonrisa ladina luego de frenar en seco y quitarse el casco.

──¡Aquí va el resumen de este último tiempo!──chilló Moon tomándolo del brazo casi tirandolo de la motocicleta en la cual se encontraba──Tú sabes que nos encanta el chisme──comenzó emocionada, sin embargo, a los pocos segundos fue interrumpida.

──No se vale, acaba de llegar y ya te lo estas apartando para ti──se quejó Miguel cruzandose de brazos──No he podido hablar de la eurocopa, del Real Madrid, de Cristiano, del futuro de la MLS con Messi.

──Si si, ya te vimos──se burló Moon quitandole el trago de la mano a Sam para luego beberlo.

──¿Puedo decidir de lo que quiero hablar?──preguntó Robby llevando su motocicleta hacia un sector más oculto.

──¿Siendo 100% honesta?──inquirió Moon fingiendo pensarselo──No.

──Te has perdido gran parte del verano..──mencionó Sam mientras le quitaba el trago a Moon, esta ultima la miró enfadada──Así que te cedemos el derecho de contarnos que ha sido tan importante. Pero sólo por unos minutos.

El castaño rascó su nuca intentando buscar las palabras exactas para describirlo. Era cierto que había estado trabajando para su padre, mientras este mismo se tomaba unas vacaciones. Sin embargo, más allá de eso, no podía confesarles a sus amigos que su concesionaria ya no era de las más aclamadas, sino que, al comienzo del verano había llegado a la ciudad una nueva empresa competidora. La cual él había tenido que estudiar, analizar y memorizar cada uno de sus movimientos para no perder a sus clientes, ni a las embarcaciones.

──El verano ha sido todo un caos para mi, así que sólo por hoy quiero liberarme de estas tensiones──confesó asegurando su motocicleta y su casco con un candado.

──Has llegado en el momento perfecto──admitió Miguel extendiéndole uno de los tragos──Esta noche será para eso, simplemente dejarse llevar.

Robert Keene asintió con la cabeza tomando el trago casi de forma inmediata. La ansiedad, el temor y la angustia que sentía por cumplir con su deber y a su vez, mantenerse al margen de la situación empresarial, lo consumían. Por lo cual, se había prometido esa noche que se liberaría de todo aquello que dominaba su mente y controlaba su accionar.

Las primeras horas transcurrieron con más lentitud de lo que habían imaginado, los tragos se habían vuelto rotativos, Miguel había decidido disponerles su tarjeta de crédito. Moon sonreía ampliamente disfrutando no solo de la noche estrellada sino también de las miradas furtivas que el moreno Diaz le dedicaba. Los cuatro bebian y reían en sintonia disfrutando del clima veraniego y de la última noche apacible.

El rugido del motor de una camioneta 4x4 color negra logró llamarles la atención a la gran mayoría de los jóvenes que se encontraban en pleno apogeo de la festividad.

──Supongo que los rumores son ciertos..──murmuró una joven pelirubia desde el asiento del copiloto de la camioneta──Esta ciudad nunca descansa.

──Debe ser otra de las tantas cosas que tienen en común──se burló su hermano mayor aparcando la camioneta en un costado.

Era clásico de los hermanos Nichols, llamar la atención del resto sin siquiera tener intenciones de hacerlo.

Victoria Nichols, era deslumbrante. Cada persona que se atrevía a posar su mirada en ella lo confirmaba, la forma en la que su cabello rubio brillaba mediante cada uno de los movimientos sutiles que realizaba, la manera en la cual contorneaba sus caderas al caminar, como si supiera que es capaz de conseguir todo aquello que desea con tan sólo una mirada. La naturaleza y vivacidad con la cual se dirigía a las personas era aquello en lo cual se destacaba, su voz sonaba impecable ante el oído humano y la perfección de su sonrisa la hacia aún más radiante.

Su hermano mayor, Marcus Bartolome Nichols, se había encargado de otorgarle tal reconocimiento a su hermana. Debido a que desde pequeños él ya sabía que era completamente lo opuesto a ella, sobre todo por la oscuridad que destilaban sus ojos, y la opacidad de su sonrisa. La calma lo dominaba y la ansiedad lo presionaba, en el fondo, lo único que conseguía iluminar cada parte de su ser era la música. Por ello, asistía a cada una de las multitudinales fiestas, él era sumamente reconocido por la magia del teclado, bajo un sobrenombre ecliptico, el cual al finalizar la noche bajo el apogeo melodramático, todos recordaban.

──Esa mirada sombría que llevas y la ciudad en la cual aterrizamos hace menos de una hora no se asemejan en nada hermanito──argumentó ella retocando su labial en el espejo retrovisor.

──Eso no te impidió venir──alzó una ceja acercando lentamente su dedo índice hacia uno de los ojos de ella simplemente para molestarla.

──¿Y perderme nuestra fiesta de bienvenida?──inquirió fingiendo estar atónita, por consiguiente le dio un leve golpe en la mano cuando notó el dedo de Marcus en su ojo──No suenas como mi verdadero hermano.

──Siempre pides una noche más──rodó los ojos bajo un fingido cansancio para luego quitar las llaves apagando el motor.

──Y tú nunca dices que no──ella le sonrió ampliamente bajándose de la camioneta.

Desde el momento en el cual ambos decidieron caminar por el puente iluminado de madera, cada una de las miradas inquisitivas y desafiantes no tardaron en posarse sobre ellos.

Él con su actitud pasiva y su expresión despreocupada ante todo lo que ocurría a su alrededor. Ella, a su lado, mantenia el entusiasmo en la validez de su sonrisa, distinguiendose por la seguridad en su gestualidad y la delicadeza en su mirar.

──¡Allí, están!──chilló una joven pelirubia señalando a ambos hermanos, acto siguiente tiró del brazo de su amigo para llamar su atención.

──Ay, Yasmine──se quejó luego de que ella le samarreara el brazo incontables veces──¿De verdad no tienes un botón de apagado?──se acercó a su oído para susurrarle──Estoy en medio de algo..──señaló a dos chicas con las cuales estaba coqueteando.

──Estarás en medio de mis dos puños si no vienes──lo amenazó ella con una sonrisa amplia, luego se acercó a ambas chicas──Para que lo sepan, Eli Moskowitz es honestamente pelado──les murmuró pasando su mano por la cabeza del joven, quien la miró atónito.

Por consiguiente, Yasmine tiró del brazo de su amigo para alejarse de la multitud.

──No sé para que me hiciste ponerme una camisa si no podré sacar ventaja de ello──obvió Eli quitandole el trago a una de las personas que pasaban por allí──Además a los pelados no les crece el pelo.

──Y eso que aun eres tan joven.. que triste para ti──fingió entristecerse llevando una mano a su pecho.

Yasmine Cochrane, era reconocida por participar en múltiples programas de cocina y haber ganado cada uno de ellos. Su carisma y autenticidad la colocaron en la cima, es debido a ello que ha decidido centrar sus estudios en la gastronomía, teniendo como propósito fundar "Cookierane" su propia cadena de cafetería y pastelería.

Por otro lado, Eli Moskowitz, estaba siendo nombrado de forma multinacional, debido a sus dotes futbolisticos. Él formaba parte del equipo estrella de California, lo cual le permitía tener tiempos libres para visitar a sus amigos, entrenar y divertirse. Su coquetería era evidente, no existía persona que se le resistiera a sus encantos, salvo la hermana de su mejor amigo.

──Ya era hora de cambiarte un poco el estilo──saludó Marcus palmeandole la espalda a su amigo Eli──No podía imaginarte sin esa cresta. La duda aún me carcome.. ¿cómo es que dormías?──indagó burlón colocándose las gafas de sol.

──¿Quién dijo que lo hacía?──rió el ojiazul abrazando a su amigo──Creí que su vuelo se había retrasado.

──Te aseguro que pasamos menos tiempo en el avión que tu eligiendo esa camisa──mencionó Tory soltando una risa burlona, extendiendo sus brazos hacia Eli.

──Ey.. Yasmine dijo que era elegante──se quejó Eli casi de forma inmediata──Además he visto como me miras, te gusta, lo sé──se burló sin atreverse a soltarla.

──¿Es tan evidente?──rodó los ojos simulando pesadez, en cuanto apartó su cuerpo del de él, sus ojos se encontraron por inercia generandole una satisfacción que no supo describir en el momento.

──Cookierane──la saludó con emoción Marcus, envolviendola en un abrazo. Él no era específicamente el más demostrativo, pero con Yasmine, estaba dispuesto a hacer una excepción──Siempre tan radiante.

──Lo sé, Marc.. te has perdido de mucho estos meses──le advirtió ella abrazándolo.

──Al parecer eres una estrella de la pastelería..──mencionó entrecerrando sus ojos en cierto tono burlón──Pensar que cuando cumplí dieciséis quemaste mi torta helada, y eso que yo creí que era algo imposible.

──¡Eso ni siquiera es cierto!──rió dándole un leve empujón.

──Si, que lo es. ¡Te estas riendo!──señaló Marcus obviando su tono──No sabes mentir Yas.

Yasmine estaba a punto de contestarle cuando sintió que una mano tiraba de la suya, se trataba de Tory Nichols, su mejor amiga, quien la guiaba al centro multitudinario de personas manteniendo una radiante sonrisa en sus labios. Ambas se abrazaron al llegar al centro y sin dudarlo comenzaron a bailar bajo la mirada de algunas de las personas que se encontraban allí. No necesitaban hablar para entenderse, solo con mirarse sabían lo que pensaba la otra, y el hecho era que a ambas les encantaba estar juntas, sobre todo si aquello incluía fiestas de por medio.

Por otro lado, Marcus subió a la cabina del DJ, su momento había llegado, la música cesó generando la queja involuntaria de los jóvenes. Por ello, al instante comenzó a mixear los temas del momento junto con una subida estelar del volumen, lo cual hizo estallar en ovaciones a la multitud.

──¿Acaso es Marxx?──inquirió Moon completamente fuera de su órbita intentando enfocar su visión──Sam.. tu ves mejor que yo..──Iba a terminar su frase pero fue interrumpida por Díaz.

──Si hablamos con honestidad cualquiera ve mejor que tu, querida──se burló el moreno trayendo más tragos a la ronda.

──Si, es él──asintió Sam bebiendo del trago qué Miguel le otorgaba──No sé qué haga con los dedos pero todo suena espectacular.

──No me parece para tanto..──negó Robby encogiendose de hombros.

──Hermano, se gana la vida haciendo esto, si yo pudiera tener esa capacidad.. no lo dudaría──argumentó Miguel desabotonandose levemente la camisa, llevándose con sigo la mirada de Moon.

──Están aburriendome..──llamó su atención Samantha quitandole a Miguel el trago de la mano──Basta de charla, vamos a lo que vinimos──les sonrió luego de beberse el trago en un solo sorbo, los tres la miraron con los ojos abiertos──¿Vienen?──preguntó comenzando a caminar a pasos agigantados hacia el centro de la pista.

Moon tomó la mano de Miguel prácticamente tirando de él para poder seguir a la castaña que parecia no querer disminuir su paso, mientras que Robby los seguía a paso relajado terminando su bebida. La fiesta no estaba siendo del todo placentera para él, por lo cual decidió acercarse a una de las barras para tomar asiento en un banquito. Adoptando una pose confiada y a su vez, relajada.

Desde el lugar en el que se encontraba se permitió desabotonar levemente su camisa negra y pedirse un whisky con hielo despojandose del estrés y el agobio tras pasar todo el mes ultimando detalles en la concesionaria.

──¿Whisky en una playa?──le preguntó una joven de melena rubia captando su atención mientras se acercaba a la barra──Los Ángeles si que está lleno de sorpresas──sonrió sutilmente alzando su mano para pedirle un trago al barman.

──O tal vez sólo sea yo──respondió Robby manteniendo su postura ligera y confiada, sin apartar la vista de su trago.

──¿Acaso eres un enigma?──indagó ella sin poder evitar reírse.

El joven Keene, levantó la vista notando la frescura en la risa de la pelirubia. Notando como sus ojos verdes brillaban con delicadeza ante las tenues luces de la barra de tragos. Ella lo miró detenidamente, como si quisiera recordar cada inequivoco detalle de su rostro.

──¿Acaso crees poder descifrarme?──preguntó él, para luego beber lentamente de su vaso, observando por el rabillo del ojo como ella recibía un trago exótico con un semblante risueño y bondadoso.

──Lo creas o no..──dirigió su mirada hacía él, analizándolo de arriba a abajo──Sólo me ha tomado cinco segundos──sorbió su trago conectando sus ojos con los de él.

──Pruebalo──soltó Robby en cierto tono burlón intentando reprimir una leve sonrisa.

──No te agrada todo este espectáculo, tus músculos tensionados y el whisky qué tienes en la mano para poder soportarlo son los detonantes principales──señaló ella ladeando su cabello hacia un lado.

──¿Eso es todo?──chasqueó su lengua asintiendo lentamente con la cabeza sin dejar de lado la burla en su mirar.

──Luces como si en verdad no hicieras las cosas por ti mismo──argumentó ella frunciendo el ceño──Crees que estar aquí te ayudará a olvidar o.. a no pensar.

Robby mordió su labio inferior analizando cada una de las palabras que salían de la boca de la pelirubia que había decidido hablarle, al parecer, sólo para sacarlo de sus casillas.

──Si así fuera.. ¿por qué me quedaría?

──Tú me lo dirás..──se encogió de hombros manteniendo la sonrisa en su rostro.

El castaño alzó una ceja intrigado, pocos segundos bastaron para que ella dejara su trago sobre la barra para finalmente tomar su mano y tirar de él.

──¿Quieres una respuesta?──inquirió Robby levantándose de su asiento, quedando a escasos centímetros de ella.

──No lo pienses──le susurró al oído con melosidad y picardía. Su voz cautelosa y coqueta, lo sedujeron al instante.

Ella le dedicó una última mirada antes de adentrarse a la tan mencionada pista de baile, caminaron tomados de las manos. Ambos tomaron con total naturalidad el tacto del otro, como si acaso ya lo hubieran hecho con anterioridad. En cuanto ella se detuvo, él no dudó en tomarla de la cintura para poder acercar sus cuerpos, sentía como lentamente el tacto de la pelirubia le quemaba cada parte de su piel. Sus rostros estaban tan cerca que podian sentir sus respiraciones, ambos bailaban al ritmo de la música, sintiendose partícipes de aquel evento.

──Aún no me has dicho tu nombre──murmuró él cerca de su oído, provocandole a ella un leve escalofrío qué consiguió recorrerle toda la espina dorsal.

──Victoria..──le susurró ella sin apartar la vista de sus ojos──Pero, puedes decirme Tory.

──Robby──se presentó él con una media sonrisa.

La noche transcurrió con total pasividad, los jóvenes bebian, bailaban y reían, sabiendo que aquel momento sería proximamente un recuerdo invaluable en sus mentes.

Tory rodeaba los hombros de Robby con completa comodidad, la cercanía de sus labios y la fragancia de su perfume la habían cautivado de tal forma que había olvidado el verdadero motivo por el cual estaba allí.

──Entonces.. tú.. el enigmático Robby..──divagó ella acomodandole el cabello de forma sigilosa──¿Estudias algo tan aburrido como.. administración?

El castaño soltó una risa sonora al notar el tono abrumado y burlón con el cual la pelirubia se había dirigido a él. Estaba tan acostumbrado a que lo tratasen con distancia que había olvidado como se sentía el acercamiento entre pares.

──Sólo en mis tiempos libres.. ya sabes, cuando no tengo que manejar mi motocicleta──le respondió con cierto tono burlón, al instante ella entrecerró los ojos.

──¿Cómo no pude intuirlo?──rió Tory rodando los ojos──Ahora sé de ti lo suficiente como para imaginar tu vida de aquí a cinco años.

──¿Te ves en mi vida de aquí a cinco años?──preguntó frunciendo el ceño manteniendo su tono burlón──Ni siquiera me has besado.

──Que pretencioso de tu parte creer que seré más que una amiga──rió burlona acariciandole la nuca──Lo siento, Robby──murmuró acercandose a su oido para luego susurrarle──Pero no doy besos en público.

──Entonces.. tendré que resistirme──soltó un suspiro de rendición apartando la vista.

──O puedes seguirme..──murmuró tomando su mano, entrelazó sus dedos y comenzó a guiarlo fuera de la pista central.

Ella estaba acostumbrada a tener el control, dominar cada situación que se le presentaba con suficiencia y carisma. Y sin dudas, esa noche, Robby estaba siendo arribado sin poder objetarse al respecto. Él la siguió sin prisa, como si acaso estuviese disfrutando de su atención.

Se alejaron del bullicio comenzando a caminar a orillas del mar, en donde sólo podían oír a las olas romperse, unas con las otras. Sin previo aviso, ella se detuvo y se quitó las zapatillas, hundiendo sus pies en la fria arena.

──Oh dios, no hacía esto desde los nueve..──suspiró con una pequeña sonrisa asomándose en sus labios, acto seguido exclamó con emoción──¡Robby, mira como se hunden mis pies! Es como arena movediza.. pero sin tragedia.

──¿Sin tragedia?──preguntó burlón elevando una de sus cejas.

──Ya sabes.. cómo cuando en una película se te atascan los pies y te hundes──explicó ladeando su cabello mientras jugaba con la arena bajo sus pies──Ahora es tu turno──al instante en el cual lo señaló, él negó con la cabeza──Supuse que Robby no era uno de los chicos aburridos.. creo que me equivoqué──titubeó caminando hacia la arena mojada por las olas.

El castaño rodó los ojos y se quedó allí, parado observando a la joven que se acercaba a las olas con emoción y confianza. Su vestido blanco contrarrestaba con la frialdad y opacidad del ambiente, su cabello ondulado se sacudía con el viento y su mirada viajaba por cada espacio inherte de la mismísima playa.

Lo dudó durante varios segundos, pero en cuanto ella se giró para mirarlo no tuvo más remedio que quitarse los zapatos y arremangarse los pantalones, dejándolas junto a los zapatos de ella.

──Bien, me los quité.. pero por elección propia──se excusó acercándose hacia donde ella estaba, mientras desabotonaba al completo su camisa.

──Dilo hasta que te convenzas──rió tomando su mano, para caminar juntos por la orilla.

La arena mojada debajo de sus pies, la brisa veraniega apagándose y sus manos entrelazadas con completa comodidad le recordaron a Robby lo que era estar vivo. Victoria era todo lo contrario a él, ella era viveza, calidez, seguridad y pasión. Aunque no pudo admitirlo en aquel instante, sin dudas, se sentía cautivado.

Ella lo sacó de sus pensamientos tirando de su mano para adentrarse en lo frigido del mar. El agua les llegaba hasta debajo de la cintura, fue allí cuando ella de un solo movimiento consiguió pegarse al cuerpo de él.

──¿Esperabas que tu noche fuera de esta forma?──le preguntó la pelirubia conectando su mirada con la de él.

──Definitivamente, me veía sumergido en el mar con la mitad de mi ropa──se burló Robby sacandole media sonrisa──Siendo sincero.. no tenía suficientes expectativas para hoy──de inmediato ella alzó una ceja pidiéndole saber más──Sólo quería olvidarme de la rutina.

──Comprendo..──asintió ella acariciandole el hombro──¿Y lo he conseguido?──preguntó sonriendole.

──Tal vez──rió él amoldando sus manos a la cintura de la pelirubia.

En el mismo instante en el cual Robby posó su mano en la espalda descubierta de la pelirubia, ambos sintieron al mirarse, un gélido escalofrío. Tory lo supo, su piel se erizó, sus labios se humedecieron y el peso en su espalda la despojó. Había algo en los ojos verdosos del joven que le prohibían alejarse de él.

Allí, entre la calma de sus almas y el frenesí de sus corazones, ambos descubrieron que tal vez, después de todo, la ciudad de Los Ángeles tenía una noche más para ofrecerles.

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Espero que les haya gustado el primer capitulo de esta historia!

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