Capítulo ²³|Sin compasión|

Hazel Jones

Estar de nuevo en el país que me vió crecer se sentía irreal, no había día en que deseaba regresar a México, extrañaba la comida y el ambiente alegre de mis paisanos.

Fue un largo viaje que tuve que meditar mi mente en un sueño profundo, mi madre estaba a mi lado mientras que mi tío y John recogían las maletas, justo como lo teníamos planeado buscamos un lugar seguro en donde nadie pudiera encontrarnos.

—Nunca pensé que volvería aquí. —comentó mi madre mirando alrededor como si fuese la primera vez.

—Dímelo a mí, esto es algo inesperado pero ansiaba volver, después de todo, debía hacerlo para recuperar lo que es nuestro.

—Tienes razón hija, tu padre hubiera querido eso para nosotras.—asenti.

Con respecto a Jungkook, no respondí a cada una de sus llamadas, eso es lo que decía mi mejor amiga, quién le había dejado mi teléfono para no saber nada de él, mi tío me facilitó uno nuevo donde pudiera comunicarme sin problema y con la precaución de que ningún policía interfiriera.

Observé como él se acercaba a nosotras seguido de John, quién traía a su perro consigo, no quiso dejarlo con mi mejor amiga pues Max era muy imperativo y no dejaba solo a su dueño en ningún momento.

—Los escoltas están esperando afuera, cada uno ya sabe lo que tiene que hacer, no iremos en la camioneta por la seguridad de cada uno de nosotros, sabemos que en cuanto te vean el chisme correrá por todo el país y no queremos eso. —menciona mi tío con cautela.

—¿Le dijiste a Daniel lo que hará? —asintió.—Bien, pues hay que irnos de inmediato.

Tomamos nuestras maletas e ingresamos a la camioneta que tenía apariencia vieja pero que aún servía, después de llegar a nuestro destino, iríamos en caminos distintos.

Si me preguntaran sobre Jungkook, aún no sabía que pensar sobre lo que había visto y sentí en ese momento, después de todo, esa esperanza que tenía sobre hacer las cosas mejor y dejar todo esto de la mafia atrás, lo habría hecho sin dudar, pero gracias a que pude hablarlo con Jihyo y Alessandro, pude darme cuenta que no valía la pena arriesgar el legado de mi padre por él, costaba admitirlo pero Jeon Jungkook era y sería siendo el policía que me metería a la cárcel y yo, la mafiosa que debía vender droga para mantener su reinado.




Una semana pasó tan rápido que era imposible que pasara tan rápido, no me había comunicado con mi mejor amiga por su protección, así que solo estuve entretenida siguiendo cada movimiento del imbécil a quién debía asesinar, incluso estuve entrenando para el día del enfrentamiento.

—Tienes que observar cada movimiento de tu oponente, concéntrate en la debilidad de este. —comenta Alessandro quien tenía sus guantes puestos mientras me miraba divertido.

—Lo sé, golpear en el abdomen y tirarlo. Pero es algo irónico que lo haga, al final lo voy a matar. —dije con seguridad al estar tan cansada de estar peleando con el rubio.

—Aún así, no debes ir deprisa, no todo es tan fácil y lo sabes.—rió divertido mientras se quitaba aquellos guantes y tomaba su botella de agua.

Ambos creímos que era buena idea un poco de entrenamiento para mi, su padre estuvo de acuerdo, bueno, es lo que él me había comentado pues aún no había tenido la oportunidad de conocerlo.

—¿No has tratado de comunicarte con tu coreanito? —pregunta divertido cuando me siento en el colchón donde anteriormente estábamos peleando.

—No y no me interesa saber de él, es un idiota que al final solo buscó usarme, aunque la verdad igual yo lo hacía.

—Creo que no supo ver lo más valioso que tienes aquí. —tomó el atrevimiento de tocar mi pecho y yo reí ante eso. —Eres demasiado para él.

—¡Ja! Es algo difícil de creer.—solté un suspiro de indignación y me quedé mirando un punto fijo, pensando en la vez que él me hizo suya, como me folló tan bien aquel día. Pero rápidamente negué con mi cabeza alejando esos pensamientos absurdos. —Mejor enfoquemonos en lo que haremos el día de mañana.

Alessandro asintió aunque no dejaba de mirarme después de haber dado su punto de vista sobre la relación de mi y Jungkook —aunque jamás tuvimos algo— pero me sentía cómoda a su lado, ésta semana ayudó a relajar mi mente y con la ayuda de él, pude resolver más asuntos del cartel.

—Bueno, siendo así, entonces creo que estas más que lista. Mi padre vendrá mañana a primera hora, yo ya recluté a varios hombres para la misión.

—Gracias Alessandro, en verdad no sé qué habría hecho sin tu ayuda.

—No es nada, sabes que cuentas con mi apoyo y la de mi padre. Aunque, recuerda lo que hablamos antes.

—Necesito tiempo pero lo tomaré en cuenta. —el asintió sonriendo tiernamente.

Desde el día que llegó a mi casa, podía notar la manera en que me miraba, no era tonta para no sabe que yo le atraía, tampoco negar que era muy guapo, demasiado, su cabello rubio lo hacía lucir atractivo y ni hablar de sus orbes azules que ahora mismo estaban dilatados al mirarme mientras se acercaba a mi y tomaba mis mejillas acariciándolas con delicadeza.

—¿Puedo besarte? Sé que me pediste tiempo pero no puedo ignorar lo que siento cada vez que te tengo cerca. —susurró con voz grave y yo no podía pensar en claro lo que estaba sintiendo en ese momento.

Pero me atrevi a asentir levemente logrando sacar una sonrisa de su parte y cuando menos lo esperé, sus labios estaban besando los míos con pasión.




Finalmente llegó el día, donde se marcaría un antes y después de si sobreviviría o no. Todos estaban listos para partir en media hora, pero esta vez sentía nervios, no quería fallar, no debía fallar, mi padre merecía una venganza por haber muerto injustamente.

—¿Hazel? —era mi madre, me miraba a través del umbral de la sala.

Aunque fuera un poco pequeña, era acogedora para ambas, más cuando colocamos fotos de mi familia en las paredes de esta, lo que hacía verse un lugar hogareño para nosotras.

Yo miraba la foto de mi padre que estaba a lado del Santo que él rezaba, un San Judas y un pequeño Malverde, el Santo de los narcos. Aquella figura era un regalo por parte de mi tío, así que me encontraba de rodillas pidiendo por la vida de mi gente y familia.

—Estaremos bien madre, solo dame unos minutos más.

—De acuerdo.

Ella se retiró y yo solté un suspiro para continuar con mi rezo teniendo mi arma consigo.

Si ojos tienen, que no me vean. Si manos tienen, que no me agarren. Si pies tienen, que no me alcancen. —medité unos segundos más con la pistola en mi rostro y pensé en mi padre, sintiendo la calidez de su cariño en mi corazón.

Dante estaba muerto para mi a partir de ahora, porque con el rencor en mano no tendría piedad en asesinarlo a sangre fría sin compasión.

Ayyyyy, ahora si, agárrense que se viene lo buenoooo.

Déjenme en los comentarios que creen que suceda.

Ojito, que Hazel se dejó besar por Alessandro 😶.

Nos leemos pronto ❤.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top