Capítulo ¹²|El rey de los cielos|

Hazel Jones

Jungkook revisaba los ejercicios con detenimiento, yo sonreí al verlo sacar la lengua mientras se concentraba en ver mis respuestas.

No lo iba a negar, era muy guapo.

—La verdad todo está perfectamente resuelto, no entiendo porque dices que te va mal en este tipo de ejercicios.

—No lo sé, a veces suelen ser complicados en los exámenes.

Él asintió poco convencido pero no le tomó tanta importancia.

—Ya casi acaba la semana, solo faltan dos temas del temario que necesito explicarte.

—Si, gracias por ayudarme.

Jungkook sonrió, mostrando esos hoyuelos encantadores.

—No es nada, solo estoy ayudando a mi mejor alumna.—susurró mientras acercaba su rostro al mío. —Eres hermosa Hazel.

Su vista bajó a mis labios y la mía a los suyos, su perfume inundó mis fosas nasales ya verdad me encantaba.

Era el momento, desde hoy iniciaba el primer paso para hacer perder la cordura de Jeon.

—¿Enserio le parezco hermosa, profesor?

—Y-yo... Es mejor que...

No dejé que respondiera, solo tomé su rostro y lo besé, al principio este quedó estático, pero después siguió sus instintos tomando mi nuca y basándome intensamente, mostrando las ganas que tenía guardadas por hacerlo.

Sus labios sabían tan bien, incluso con el silencio de la biblioteca se escuchaban los chasquidos de nuestros besos y rogaba porque Jongi no nos escuchara.

El beso subía con más intensidad cuando sentí su mano tomar mi cadera y juntarme a su cuerpo sin preocuparse en que alguno de los dos cayera.

La respiración faltaba ante la sesión de besos tan candente que teníamos en estos momentos, pero no importaba, no cuando él metió su lengua a mi boca, jugando con la mía, profundizando aún más el beso.

Sentía el calor inundando mi cuerpo, así que con todo el valor del mundo, me separé de él, nuestras respiraciones agitadas y las mejillas rojas eran el comprobante de aquel beso lleno de deseo que guardábamos ambos ante la tensión que teníamos.

—Eso fue...

—Increíble.—interrumpe ante mi oración para después reírse levemente, contagiandome al instante. —Esto no debió haber sucedido, pero debo decir que me encantó.

—Lo siento. —mentí, la verdad no me arrepentía.

—No, yo debo disculparme, pero no puedo negar que de verdad ansiaba este momento.

—Profesor...

—Hazel, me atraes demasiado, no sé cómo y porqué, pero me vuelves completamente loco. —comenta, mientras me ve sin mostrar algún indicio de mentira.

Sonreí para mis adentros, por fin tenía a Jeon Jungkook comiendo de la paloma de mi mano.

—No sé qué decir... —agacho la cabeza, fingiendo demencia.

—Solo, hay que olvidar lo que pasó hoy.

Este se levantó del lugar y solo se despidió con un saludo de mano sin llegar a tener contacto, para después irse, dejándome sola pero con una gran satisfacción por lo sucedido de hace un momento.

















Observaba a mi madre como colocaba el adorno en aquel altar colorido con fotos de familiares, amigos y mi padre, había preparado la comida favorita de cada uno de ellos, aunque no era tanta ya que ambos degustaban lo mismo.

Por fin había llegado noviembre y aunque la diferencia horaria dicta que ayer fue el primer día del mes, nosotros quisimos hacerlo tradicionalmente.

Pronto sentí un nudo en la garganta al ver la foto de mi padre, esa fue la que había tomado yo misma cuando fuimos a las playas de Cancún, regalo de cumpleaños de su parte para mí. Lo extrañaba demasiado, él era un hombre tan generoso pero que llevaba un trabajo no digno, que lo llevó a la muerte de forma injusta.

Tenía tanto por vivir, quería que viera graduarme de la Universidad de mis sueños, él y mi madre fueron la razón por la cual estoy cumpliendo mis sueños, así que ningún inútil intento de policía acabaría conmigo ni con la sed de venganza que tengo con el objetivo de vengar la muerte de mi padre.

—Tu padre estará visitándonos en una horas querida, tal vez no en el país que quisiera pero jamás le faltará su altar.

—Aún no puedo creer que hayan pasado años de su muerte, pero juro por él que haré lo que esté en mis manos para matar a ese imbécil.

Mi madre me miró dolida, su rostro se volvía rojo al momento de querer llorar o cada que mi padre le decía algo lindo.

—Sabes que no me gusta escucharte hablar así, fue tu padre, sí, pero sé que él hubiera dado todo para que tu vida fuera distinta.

—Ya lo hemos hablado mamá, esto es lo que soy y siempre seré, mi padre se esforzó tanto por enseñarme a ser fuerte, ganarme aquel puesto.

—Hazel...

—Mamá, esto lo hago por él y por ti, no sabes cuanto miedo tengo que algo te pase a ti, eso jamás me lo perdonaría, ahora sólo me quedas tú y John, no tengo a nadie más a quien recurrir, los demás capos no saben de nosotros y piensan que estamos muertas por aquel idiota.

Ella tan sólo negó con la cabeza y limpió las lágrimas que recorrían sus mejillas, para después hablar.

—Sobre eso, hay alguien de quien jamás hemos recurrido.

La miré sin comprender a quién se refería, sabía que mi padre tenía muchos amigos en la mafia, sobre todo, ellos sabían de mi existencia y que era la única hija del capo mayor, por lo que dudaba de quien podría ser.

—¿Estás segura? —ella asintió. —Mamá, yo conozco a todos los capos de México, mi papá me los presentó meses antes que falleciera, donde me cedió todo su poder.

—Pero faltó uno cariño, se me hizo raro que aquel día que tu mencionas, tu padre no lo mencionó, es imposible que haya hecho algo así.

—Solo hubo un chico, este era la mano derecha de un capo, dudé por un momento al verlo, pero mi padre dijo que era de confianza así que no vi problema si él confiaba en ese hombre.

—Entonces, ¿no sabes quién es?—negué.— Imaginé que tu padre te lo diría pero creo que no pudo. Te lo diré, este hombre es Donato Loera Beltrán, mejor conocido como "El rey de los cielos". Ese hombre es el mejor amigo de tu padre, nunca pensé en él pero hasta que me tomé la libertad de ver las pertenencias de tu padre, volví a recordarlo.

—¿Es de confiar?

—Claro que sí, él es muy sigiloso cariño, no dudo en que no se haya enterado de la muerte de tu padre.

—Entonces, ¿por qué carajos no apareció cuando él lo necesitó?

Mi madre tan sólo suspiró y tomó la foto de mi padre para acariciar su rostro.

—Tu padre no supo de él desde aquel día en que te cedió todo, tal vez pensó que no estuvo de acuerdo, pero si dices que estuvo un joven, puede ser su hijo. Mira Hazel, los capos mayores siempre tienden a desaparecer por este tipo de situaciones, no dudo en que él se haya enterado de la traición de ese hombre, así que tomó medidas para que su cartel estuviera seguro.

—Hablas como si fuera algo cercano a ti.

—No pienses mal, él y tu padre fueron grandes amigos, sé que jamás me veías en esas cosas de reuniones con mafiosos pero él era el único con el que podía confiar por los lazos de mi esposo. Donato igual me cosideraba parte de su amistad, me veía como una hermana, eso decía.

La miré poco convencida, pero no podía desconfiar de ella, no cuando en las noches la escuchaba llorar por mi padre y a veces solía tener pesadillas sobre su muerte, donde mencionaba su nombre.

—Lo siento si parezco poco confiada, pero a estas alturas no tiendo a confiar en nadie más.

—Te daré el contacto de él, Jonh se quedó en México, él puede buscarlo pero tiene que ser cauteloso, no podemos perder a otra persona.

—No te preocupes mamá, todo saldrá como lo tengo planeado.


















—Así que quieres que lo busque, jamás había amado tanto un trabajo como buscar a uno de los capos mayores.

—¿Lo conoces?

Jonh tan solo rió y acarició la melena de su pastor alemán, Max. Estábamos en videollamada, ya que este tenía información importante sobre mi tío, aquel hombre y la mercancía con el italiano.

—¡Claro que sí! Don Alejandro, que en paz descanse, me lo presentó un día. Decir que me dió miedo es poco, pero es un gran sujeto.

—Vaya, pensé que mi padre solo me adoraba a mi, no entiendo como fué que no me presentó a ese hombre. —suspiré.—¿Sabes algo más de mi tío?—asintió.

—De hecho...

Este se alejó de la pantalla de su teléfono y poco después apareció un hombre. Mi tío sonreía con lágrimas en los ojos y yo no podía creer lo que estaba viendo.

Tantos años sin saber de él, ahora por fin lo veía, con su típica ropa vaquera, ahora su cabello adoraban pequeñas canas, pero a su edad casi no se le notaban.

—Hija...

—Tío Matt, ¿pero cómo? Dios, esto no sé qué decir, solo que extraño mucho.

Mis lágrimas bajaron por mi rostro, verlo tan bien y que estuviera a salvo con mi mejor amigo, alegraba a mi corazón.

—Sé que tienes muchas dudas y claro que te las resolveré, pero ahora solo quiero que estés atenta.

Mi pecho latió con fuerza y presentía lo peor.

—En unos días iremos a Corea a verte, no te preocupes por nosotros, sabemos cómo hacerlo sin que ellos se den cuenta.

—¿A quiénes te refieres?

—Dante sabe que no estas muerta, sus hombres están buscándote, ¿tu mamá te comentó sobre las alianzas de capos que buscaba?—asentí.— Pues para su suerte, ninguno quizo aliarse con él, solo que junto a menores de edad para hacer su grupo de zicarios.

—Esto es inútil, ni siquiera sabe cómo formar una mafia.

—De eso tomaremos ventaja y estoy seguro que Donato nos ayudará.

Sonreí un poco aliviada.

Maratón 1/3

¡Hola!, espero disfruten este capítulo, ya tuvimos un beso, pronto será otra cosa más candente 🤭.

La verdad ando muy inspirada por lo que les haré un mini maratón de 3 capítulos, este fue un poco largo.

En fin, espero les guste y me encantaría que dejaran sus comentarios sobre lo que piensan de esta historia.

Nos leemos pronto. 🥰

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