── Capítulo Dos.



02 | Tres cartas.


El hedor de los pasillos de la escuela pública de Cover era muy conocido para sus estudiantes, sudor, hormonas y drogas.

Se podría comparar con un club lleno de adolescentes calientes.

Mía se acostumbró en su segundo año, pues la verdad no le quedaba de otra, ya que esta era la única escuela pública cerca de su hogar.

—¡Hey chica Morris!— se escuchó el grito de una muy conocida voz.

Ronald Williams era un grano en el culo, un muy incómodo grano en el culo.

—Voy a llegar tarde a mi entrenamiento— trato de evitarlo para seguir con su camino.

—Vamos preciosa, yo tengo que ir a entrenar también, te acompaño— la alcanzó.

Desde el segundo año el irlandés trataba de meterse en sus pantalones y había fallado miserablemente múltiples veces, se había llevado también varios golpes de su parte y de Salazar.

— Un día vas a tener que rendirte— gruño irritada, debía admitir que sentía algo de pánico, el instituto estaba prácticamente vacío, las clases no comenzaban hasta en varios días y era el último día de los entrenamientos de verano.

—Ya te dije que vas a terminar conmigo, preciosa.

Odiaba ese apodo, más saliendo de la molesta boca de este. Golpearlo otra vez parecía una buena idea.

— Voy a partir tu nariz— advirtió.

— El amor significa dolor— sonrió este acercando su mano al cabello de la inglesa, quien sin dudarlo levantó su rodilla causando que el castaño cayera al piso adolorido.

—La próxima vez— le susurró — te cortó las pelotas— llego al campo saludando a sus compañeras, no amigas, porque de esas no tenía.

Cuando termino se acercó a su entrenadora—Vengo a informarle directamente que este será mi último entrenamiento y temporada con el equipo—trago nerviosa mientras lo decía, la entrenadora Green le había enseñado lo que era la disciplina.

—Lo sé Morris, me llamaron para saber de ti—dijo como sin nada—serás grande chica.


[...]





I need a partner, well, are you out tonight? — cantaba mientras caminaba directo a casa.

—La canción está algo muy quemada— se burló el ruso detrás de ella.

— Arctic monkeys es icónico— defendió esta.

— soy más de Bowie — exhaló humo de su cigarrillo— ¿cómo te fue en el último entrenamiento?

—Pudo ser peor— levantó sus hombros— debo admitir que no extrañare a Ronald.

—¿estuvo molestando hoy también?— lanzó su cigarrillo al piso para apagarlo.

—Sabes que sí.

—Ese chico no entiende que es un no y un par de golpes, hablaré con Salazar— colocó un brazo sobre los hombros de la chica— sabes que al menos si vas a royal podremos verte más seguido.

Tenía razón, al ir a royal podía viajar de casa a la escuela cuando quisiera, pero en St. Mary o St. Paul tendría solo los fines de semana, considerando que ambos eran internados y que estaban muy lejos de su hogar.

— No es que quiera verlos tanto— bromeo recibiendo un pequeño golpe por parte de Levin.

— Eres la peor de las amigas.

— Soy tu única amiga— le mostró su lengua.

Claro que extrañaría a sus amigos de ser aceptada en St. Mary, pero todo tenía un final mejor, sería solo un año que probablemente terminaría con ella, pudiendo ayudarlos a todos a vivir una mejor vida.

—¿Pensaste en que harás con tu vida dentro de unos años?— pregunto de la nada, la peliazul.

—Tendré una linda mejor amiga que me mantenga— bromeó.

—Hablo en serio Levi— lo empujó.

— No sé por qué preguntas, seguro ni estaré vivo.

Aquella frase fue como un balde de pura agua fría para la recién tornada mayor de edad y quiso golpearlo para decirle que dejara de decir tonterías, pero ella sabía que bien podría perder la vida mañana con la vida que llevaba.

—Cuando tenga dinero voy a abrir una escuela de fútbol que será toda tuya— lo abrazo ligeramente.

Cuando se mudó a Cover Hall fue Levin quien le enseño a jugar fútbol y quien la introdujo al mundo de este, no tuvo que hacer mucho al ver el talento innato de la chica, pero esta siempre estaría plenamente agradecida.

— Lo sé — fue todo lo que contestó este.

—¡Mi novio y mi chica!— Salazar se unió al grupo— Ya, deje a Olivia en casa, ¿vamos al centro a jugar algo de fútbol?— sonrió felizmente mientras ambos asentían riendo para dirigirse a la parada de autobús.


[...]




— ¡Estoy en casa!— gritó al entrar.

—No tienes que gritarlo, te veo entrar— respondió con diversión Lorraine.

—Es más divertido así— besó su mejilla— estoy toda sudada, voy a ducharme.

—¡Espera!— la detuvo la mujer.

— Espero— contesto deteniéndose justo en la puerta del baño.

—Llegaron tres cuartas— mostró la pequeña mesa.

Todo se detuvo, era como si hubiera olvidado como respirar y había olvidado todo el cansancio del día, ¿acaso escuchaba el latido de su propio corazón? ¿Siquiera latía?

—¿Mia?— llamó su madre algo preocupada.

—¿Llegó?

—No las toque, pensé que debías hacerlo tú— sonrió de lado.

La peli azul solo asintió extremadamente nerviosa, sus manos temblaban mientras se acercaba lentamente a la mesa.

¿Y si no eran de St Mary o St Paul? ¿Su sueño habría acabado antes de siquiera comenzar?

Tomando las tres cartas en mano, sintió su mundo dejar de girar una vez más.

—¡Lo logré!—grito lanzándose sobre los brazos de su madre—Me voy a St. Mary.

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