ᴇᴠᴀᴘᴏʀᴀɴᴅᴏ ᴄᴀʟᴏʀ
¿Cuál es el secreto del señor Jungkook? ¿Qué es lo que se supone que debería saber de él? ¿Los amantes que ha tenido? ¿Qué esconde debajo de esa actitud sombría? ¿Qué trata de hacer con él? ¿Qué no revela lo que hace cuando se queda hasta tarde en la oficina?
Refunfuñó mirando al señor Jungkook entrar a la conversación, apartando al señor Alex de su asiento para tomar su lugar al lado de su padre y eso también significaba que lo tendría de frente sobre una mesa redonda con más de ocho personas en la misma conversación.
—Ha pasado un tiempo, joven Jungkook. —comienza el gerente Seon-ho.
Al principio, fue recibido con mucho entusiasmo, pero el foco de atención que se derramó sobre él desapareció bastante deprisa después de un tiempo considerable. Exactamente cuando el señor Jungkook llegó he irrumpió la conversación. Desde entonces, solo está allí, bebiendo whisky en silencio. Escuchando la conversación del recién llegado.
—¿Aún no tienes un amante?
Todos parecían sentir bastante curiosidad por él. ¿Qué está haciendo el joven Jungkook estos días en sus días libres? ¿Cómo está? Y lo más reciente ¿Tiene un amante? Estaban sorprendidos que aún siguiera sin un amante siendo tan joven, comenzando una clase de citas a ciegas con sus hijas y él simplemente roda los ojos.
—¿Te presento a mi hija? Ella es subdirectora de Ventas y Finanzas.
—No creo que sea de mi interés. —rechaza amablemente.
—¿Por qué? Tiene buen carácter, gana buen dinero y tiene una buena personalidad.
—¿Por qué el desarrollo de la conversación va por este rumbo?
Jimin también le gustaría saberlo. Y escuchó en detalle lo bonita que era y lo grandiosa personalidad de la mujer omega que podrían presentarle al señor Jungkook... Pero él rechazó la oferta de una cita a ciegas con la hija de un gerente de la manada. La insistencia del hombre terminó. La conversación culminó.
Y lo agradeció.
Hoy es la primera vez que se reúne con ellos y, para qué negarlo, está incómodo. Siendo está una reunión de negocios y asuntos importantes que su padre solicitó hablarlo en una cena de un restaurante bastante lujoso sobre la ciudad. No puede evitar sentirse acorralado por los nueve hombres que comparten con él la mesa y los demás comensales que también comparten la segunda planta en estos momentos y que lo escrutan como si dudaran de sus capacidades.
Menos él. Que no para de mirarlo, incluso cuando ambos hombres a su lado se inclinan a su oído para susurrarle.
Decide apartar la mirada y sigue sintiéndose incómodo ante todos esos alfas plutócratas convencidos de ser unos exentos alfas ante el régimen de su padre, el líder de la manada. Por suerte, su padre Haakon estaba ahí, lo acompañaba y eso quería decir que apenas tendría que abrir la boca.
Pero había algo con lo que no contaba y que lo ponía aún más tenso, todos en este lugar eran alfas que lo evaluaban como si, por el echo de ser omega, joven y encima externo, no tuviera que estar aquí. Incluso recuerda la cara del mesero sorprendido mientras terminaba de llenarle la copa de whisky escocés.
Trata de jugar con los cubiertos discretamente para no sentirse agobiado y no verse desinteresado, pero el sonido de un teléfono le hace levantar la mirada hacia su padre, quien se levanta a contestar no sin antes susurrarle algo al señor Jeon y después, súbitamente se aleja perdiéndose de su vista.
—El señor Haakon tiene una llamada importante y me ha pedido que empecemos sin él, así que iniciemos esto de una vez,— empieza el señor Jungkook antes de que en la mesa se perdiera la razón del porqué esta cena en una conversación sobre ideas comunistas.
Todos guardan silencio. Incluso él se sorprende por detener lo que estaba haciendo por prestarle atención. Y eso quiere descubrir, ¿qué tiene él para lograr que todos le obedezcan? ¿Su voz de mando?
—Muy buen gusto de whisky tiene el señor Haakon —dice el señor West, luego de beber un poco—: pero prefiero un Scotch irlandés.
—El Whisky de todas las clases se elabora en todo el mundo, pero para ser considerado un Scotch, debe ser enteramente elaborado en Escocia. Señor West.
—Parece que lo sabes todo, joven Jungkook. —replica el señor West para hacerse el gracioso.
Y hubiese sido gracioso para todos en la mesa sino fuera por la abrupta respuesta del señor Jungkook.
—Lo sé todo. Por algo estoy dónde estoy. —dice antes de beber.
Jimin sonríe discretamente por debajo de su copa cuando ve a todos quedarse congelados en sus asientos.
—Hablemos primordialmente sobre los mandos. —continúa—: Los tiempos van cambiando con el transcurso de las estaciones del año, la manada ya ha iniciado su ciclo de madurez. Necesitamos saber quién ocupará el frente, hablo del ritmo para guiar a los demás. También necesitamos acordar quiénes estarán en la línea de los fuertes.
—Pensaba que seguiremos así hasta en los próximos diez años.
—¿No somos demasiado fuertes y leales aún para quedarnos como estamos? —pregunta el señor Alex.
Y entonces empiezan las quejas. Que no hay tiempo para nuevos cambios, nuevos candidatos para ocupar sus lugares, que esto se tendría que haber previsto antes, que así no se podrá tener el mismo ritmo. Que si esto, que si lo otro y, al final, la reunión acaba convertida en un colmena en el que, oh, sorpresa se descubre que las abejas no han querido dejar el panal.
Francamente, se siente decepcionado. Conocía a todos estos hombres, cinco de ellos pertenecían a la área de los fuertes quienes si hay una emboscada estarán ahí en defender y atacar. En el ámbito laboral todos tenían unidad de negocio de la empresa como gerentes. Los otros tres pertenecían a la línea de ritmo en la manada, ellos se encargaban de guiar a la manada gracias a sus grandes experiencias, hacían lo mismo en la empresa. Guiarlos al mejor camino.
Fueron excelentes en cuidar de la manada hasta ahora, pero cómo había dicho su padre el día anterior en el almuerzo, todos sufrieron un cambio y ellos comenzaban en hacerse viejos. Si se continuaba así, la manada se vería vulnerable alrededor de manadas jóvenes.
Estaba más que seguro qué ellos no lo hacían por el bien de la manada, más bien por sí mismos. Después de todo, posicionarte en las dos categorías tenía sus ventajas. Alguien que está siempre de acá para allá, manejando un BMW o McLaren, de viaje, acostumbrados a los aeropuertos, a las bandejas de comida proporcionadas, a que los atiendan. Porqué forma parte no solo del trabajo, sino del cargo en la manada. Y entonces eso de tener en la cabeza que lo haces por la manada se evapora convirtiéndose en beneficio propio.
Su padre lo sabe, el señor Jungkook lo sabe. Él lo sabe. De siempre recibir termina en nunca dar. Su padre temía que esto pasara, que sus hombres se cegaran. Y, así, el beneficio mutuo se termine convirtiendo en uno.
¿Y estos son los profesionales de los que hablaba su padre? No me jodas. Para él más bien le parecían un montón de idiotas avariciosos jugando a hacerse los importantes. Ya no parecían a los alfas de ese tiempo, listos para aceptar cualquier decisión, para nuevos cambios drásticos de último momento. Y desde luego, de buenos alfas no tienen nada.
—Yo propongo que aplacemos esta reunión, —dice West—: no creo que los nuevos jóvenes alfas estén listos para ocupar nuestros puestos.
—Necesitan estar preparados. —continúa otro.
—¿Y cómo van a impactar todos esos cambios en la configuración del sistema tanto laboral como en la manada? —pregunta uno con dramatismo—: ¿ya han sido avisados?
—Ya se tomó esta decisión. Por algo estamos teniendo esta discuta.
A diferencia de los otros alfas, su voz madura tenía el poder de llamar la atención de forma natural. No era una voz adecuada para escuchar cuando comía, porque hacía que su lobo se agitara.
—¿Y por qué no se tomó en cuenta nuestra palabra en esa discuta? —exclama el señor Yaruv—: ¿Acaso no somos realmente importantes para ser considerados?
—Porque sabíamos que esto pasaría. —eleva los hombros mientras se acomoda los guantes—: Solo queríamos ahorrarnos esta escena.
Todos se miran entre ellos. Y Jimin quería estar al lado del señor Jungkook que mantenía toda la calma, inspirando tranquilamente mientras posa su mentón sobre su mano.
—Después de todo, el señor Haakon tiene la última palabra, es nuestro líder y él es el único que decide —Se detuvo unos segundos, observando a todos en la mesa, incluyéndole—: Es necesarios nuevos cambios, y por supuesto que esto no se hace para desfavorecerlos, es para favorecer a todos. A la manada.
—¡A ver, tú! —dice el señor Jeong, apuntándole de forma amenazante con el dedo índice—: Refréscame la memoria. ¿Qué miembros de la manada están calificados para ocupar nuestros puestos?
—Señor Jeong, —interrumpe Jungkook—: Jimin aún no lleva el tiempo suficiente en esto para saberlo.
—Lleva el suficiente. Y más vale que se espabile o tendremos que decirle a su padre que tenerlo en este trabajo para solo alfas no a sido la mejor idea. —escupe—: Debió prepararse hace mucho tiempo, siendo el hijo del líder. O es que acaso, ¿el señor Haakon no le tiene confianza a su hijo omega?
—Les pido que se detengan.
—Los omegas no son tomados en papales como estos. ¿Qué esperabas Jeong? —comenta otro.
—Reemplazarlo. —finaliza el señor Jeong.
Abruptamente la mesa a sido golpeada por el puño apretado del señor Jungkook, asustando a todos en la mesa y a los comensales de los alrededores.
—Eso lo decido yo.
Lo mira, es inevitable. El señor Jungkook se cruza de brazos. Los bíceps se le marcan con descaro a través de la camisa y parece estar viendo en ellos un hermoso reflejo del poder con el que acaba de desautorizarlos delante de todos los comensales.
—Jimin no está preparado todavía para responder a eso. —espera con una frialdad cortante—: Y no porque no tenga aptitudes suficientes, que las tiene, sino porque yo no he podido dedicarme a formarlo todo lo que quisiera.
Lo mira con los ojos muy abiertos, sorprendido por su reacción.
—Pero sí que puedo, señor Jungkook. Puedo contestar a la pregunta.
Él levanta las cejas con aire de asombro, devolviendo una mirada expectante con la que parece estar suplicando que no haga quedar mal. Y, entonces, ante la estupefacción de todos, toma la palabra y empieza a soltar los nombres de los candidatos para reemplazarlos, lo que la manada pide para obtener el puesto y lo que estos alfas ofrecen. Actitud y físico. Todo lo que dijo ya se lo había dicho su padre. No pudo evitar a decir sobre lo viejo que se estaban volviendo para la manada y que no debían preocuparse en volver a su antigua posición podían ascender todos a la línea de ritmo. En caso de que se compliquen las cosas serían sacrificados.
Incluso terminó mencionando que ya habían sido observados hace un par de semanas, habían sido puestos aprueba sobre un estricto protocolo que su padre se aseguró en que lo pasarán sin trampa. Y quienes más destacaron fueron Eunwoo, Min YoonGi y NamJoon.
Ve que el castaño relaja la expresión de su rostro y sonríe. Desde que lo conoce, es la primera vez que lo hace. Su sonrisa es limpia y sincera como la de un niño. Un soplo de aire fresco.
—Sabía que tenías potencial —susurra pero pudo escucharlo.
Y cuando su padre regresó de su larga llamada todos terminaron aceptando la decisión que se había tomado.
—No se apresuren. Aún se seguirán tomando más evaluaciones para prepararlos. —termina diciendo Jungkook mientras juego con su tenedor.
La cena continuó, aún que hubiera apostado que esto sería como el antártico, tan frío que podría romperse... resultó todo lo contrario. Todos volvieron a tener una conversación amena después de que Jungkook soltará unas palabras reconfortantes.
Continúa la charla pero dejando de lado todo sobre el trabajo y terminan apostando sobre los equipos de fútbol que están en temporada de finales. Estúpido. ¿50,000 wones por qué equipo terminará posicionándose en los primeros lugares de las listas? Era aburrido para él, ya que él no era de mirar fútbol o algún otro deporte. Pero, entonces, el señor Jungkook le pregunto directamente cómo iban las clases de violín. Él trató de continuar cortando la carne sin parecer impactado por la pregunta ya que nadie más que su padre sabía que tenía clases de violín.
—Me va muy bien, gracias por preguntar—dice, creyendo que ha culminado la conversación.
—¿Y la audiencia para entrar a la orquesta que quieres ya finalizó?
¿Como sabía eso?
—Aún no, apenas el primer viernes del siguiente mes llega a la ciudad la audiencia, va por regiones, te darás una idea de cuántos se han postulado.
Ve que detiene su cuchillo a mitad del corte sobre el filete de carne, y en su lugar toma su vaso que aún estaba a medio llenar y bebe. Entonces, lo mira por encima del vaso por unos segundos antes de continuar cortando su carne.
—Supongo que cientos pero no han aceptado a ninguno porque todavía esperan escucharte. —sonríe, metiéndose el pedazo de carne que corto a la boca.
Jimin lo emita, es inevitable no sonreír.
—No creo estar seguro de ello.
—¿Y por qué no?
—Mi hijo cree todo el tiempo que lo que hace no está bien. —interrumpe en la conversación, metiéndose pasta a la boca después.
Y el señor Jungkook lo mira, no dice nada, simplemente lo mira, una mirada que le dice "¿es eso cierto?" Pedía una explicación y no sabe cómo dársela. Jimin era alguien que se avergonzaba rápidamente así que fijó su mirada en la decoración de jacarandas que tenía enfrente.
—Jungkook es todo lo contrario a ti, hijo. Él siempre decidido a sus pasos, jamás se equivoca, —continúa su padre—: ahora que lo pienso, deberías darle lecciones Jungkook.
Al decir lo último, ve que sus ojos obtienen un brillo, incluso si sus ojos son oscuros como la noche. De repente, sintió que le faltaba el aliento y que su corazón latía muy rápido. Jimin intentó apretar los puños bajo la mesa y cerrar los ojos por un rato, pero el temblor no fue fácil de quitar. Incluso cuando su padre continuó diciendo algunas palabras, el interior de su cabeza estaba llena de esa mirada que su mente se encargó de guárdala como una fotografía.
Y cuando su padre cambió el tema, uniendo a los demás a la conversación y el señor Jungkook hizo lo mismo, riendo junto a los demás, Jimin seguía recordando y pensando.
Todo se termino a las 9 de la noche. La mayoría se había retirado a sus casas y solo quedaban cuatro personas. Su padre, el señor West, el señor Jungkook y él. Antes de salir del lujoso restaurante se colocó el abrigo al notar por los ventanales el mal clima.
Y cuando salió por la puerta principal detrás de su padre, sus mejillas rápidamente fueron atacadas por el viento del frío clima, se volvieron rojas gradualmente hasta que se le entumecieron. Estaban esperando en la banqueta a que su auto los recogiera y mientras eso hacían metió sus manos a los bolsillos de su abrigo que estaban poniéndose inevitablemente fríos. Hubiera pensado que solo era cosa suya el frío sino fuera que cada vez que respiraba lentamente, una nube blanca salía directo de su boca para quedarse flotando en el aire.
Lo vio colocarse a la orilla de la banqueta, mencionando algo sobre el fuerte frío que hacía y, después se quita un guante, descubriendo su mano izquierda y ve que llevaba un anillo de oro en el cuarto dedo y recordó el momento cuando dijo que no tenía amante. ¿Entonces por qué había un anillo en su mano? Siguió viendo sus movimientos mientras continuaba esperando el auto que estaba tardando en llegar; sacó del bolsillo de su abrigo una caja de cigarros, tomando uno y lo colocó entre sus labios mientras sacaba un encendedor. Se sorprendió, no sabía que fumaba.
—¿Quieres acompañarnos? Iremos a casa, —le pregunto su padre a Jungkook que miraba el humo salir de su boca y esfumarse frente suyo.
Los faros de los autos y las luces vertiginosas de las farolas parecían parpadear con fuerza frente a ellos, pero nada realmente le estaba llamando la atención.
Jungkook se quedó callado por un tiempo, y luego dijo abruptamente:
—Lo lamentó, pero no podré acompañarlos en esta ocasión, tengo una cita esta noche. Será otro día. —le dio otra calada al cigarrillo y después lo tiró al suelo para apagarlo con la suela de sus zapatos, recogiéndolo después.
—Bien, con cuidado entonces.
—¿No quieres que te preste mi auto? —preguntó el señor West que también estaba esperando.
—No señor, gracias. Estoy bien.
—Entonces no te hacemos perder más tiempo. Adelante, puedes retirarte.
Asintió y metió las manos a los bolsillos de su abrigo, se giró hacia su derecha y comenzó a caminar tranquilamente en una noche fría.
—¿A dicho cita? ¿Tendrá una cita?
—Si, eso a dicho.
—¿Por qué lo dejas ir como si nada?
—Es un alfa cariño, tiene sus necesidades. —ríe, acercándose más a la orilla de la banqueta mientras esperaba que su auto negro apareciera—: ¿hay algún problema con ello?
Dos sustos lujosos se estacionaron frente a ellos y dos tipos bajaron para abrirles la puerta. Su padre comenzó a subir pero él seguía ahí, de pie, olvidando el helado viento golpear su cuerpo con violencia mientras seguía mirando la espalda de ese hombre.
Si, ¿había un problema con ello? No. Entonces, ¿por qué su corazón latía eufóricamente? Y cuando lo seguía viendo caminar por la acera alejándose, ¿por qué cosquilleaba la punta de sus dedos por correr y detenerlo?
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