𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨 𝐔𝐧𝐨

Regresé a casa ya en la camioneta después de haberla ido a buscar, justo mi papá estaba bajando de la patrulla cuando estacioné, apagué el motor y baje.

Charlie: ¿Esta es la Pickup? —dijo sorprendido al ver como había quedado—. Pareciera que compraste otra.

Reí ante su comentario.

Bella: Aunque sea difícil de creer si, esta es la camioneta que me regalaste y que le compraste a Billy —dijo con una sonrisa—. Solo que versión más mi estilo.

Justo en ese momento mi teléfono comenzó a sonar, vi la pantalla y reí levemente.

Charlie: ¿Quién es? —preguntó curioso.

Bella: Es Jackson —dije suave—. Mi mejor amigo de Phoenix.

Con eso contesté la llamada.

- En la llamada -

—¿Bueno? —dije al contestar la llamada.

—Pase casi 2 días esperando a que alguien me dijera que ya llegó —suspiró—. ¿Y si no te llamo jamás me ibas a llamar? —soltó de una forma dramática.

—me reí levemente—. Cálmate, más de rato lo iba a hacer —dije con una leve sonrisa.

—Mentirosa —dijo acusador—. Quizás ibas a estar haciendo otra cosa que ni pelarías el teléfono.

—Ya ya rey del drama —dije burlona—. ¿Qué tal va todo allá?

—Por ahora nos han asignado otro partido —suspiró—. Quieren la revancha después de que los derrotamos todo el campeonato.

—Si pudieron derrotarlos varios días seguidos, va a ser pan comido —sonreí dándole ánimos.

—Tenemos suerte que Dominic y Jason están de vuelta al equipo.

—¡Jackson deja de platicar y ven a entrenar! —se escuchó la voz de Chris de fondo.

—Es un aguafiestas de primera —dije bromeando.

—¿Es Bella? —preguntó ya más cerca.

—No, es la reina de Inglaterra —soltó Jackson con sarcasmo.

Yo solamente comencé a reír cuando ellos comenzaron a discutir sobre las palabras sarcásticas de Jackson.

—Bueno ya, ya dejen de pelear —dije aun divertida.

—Bueno bueno, si la señorita Swan se digna a llamar —se escuchó Chris—. Debiste haberme dicho que le hablarías

—¿Qué? ¿Celoso? —se burló Jackson.

—N...no, yo no...

Charlie: Bella —levanté la mirada para verlo—. Hay que guardar las cosas que se compraron en Seattle ¿Te ayudo a bajarlas?

Bella: Si, en un momento te ayudo —dije con una sonrisa.

—Bueno chicos debo colgar, me dio gusto oírlos —admití sincera.

—Claro preciosa, no olvides que pronto te caigo allá eh —dijo divertido Jackson.

—No será el único —se escuchó la voz de Chris—. Suerte Bella.

—Gracias, me saludas a tu papá ¿si?

—Claro, el no deja de hablar de ti —soltó una risa.

—Adiós Bella —dijeron al mismo tiempo y se cortó la llamada.

- Fin de la llamada -

Fui con papá a bajar las cosas, ya que antes de llegar a casa, había comprado pintura y algunas cosas como estantes, repisas para mejorar el cuarto ¿Acelerada? un poco pero digo, si no lo hago ahora ¿En que momento lo haré?

Charlie: ¿Pintura? —me miró con una ceja arqueada.

Bella: Si, voy a cambiar un poco mi cuarto —reí levemente.

Charlie: Me parece muy bien, podrás decorarla a tu gusto —sonrió.

Yo asentí y comenzamos a bajar todo, cuando lo dejamos justo afuera de mi habitación miré todo por completo, me quedaba el resto de la tarde y se que la pared no se secaría pronto si decido pintarla toda.

Bella: Quizás con unas de esas pegatinas para pared sirva —murmuré para mi misma—. Para algunas cosas tal vez.

Charlie: ¿Necesitas ayuda? —preguntó entrando a mi habitación.

Bella: Sin duda... —sonreí—. ¿Tienes un taladro de casualidad?

Charlie: Si, déjame ir por ella.

Pasamos el resto de la tarde pintando ajustando, tenía suerte de saber de carpintería sino esto sería un caos, pero entre los dos nos dividimos, el pintaba las paredes de blanco mientras que yo me encargaba de ensamblar los estantes, y el escritorio ya que había comprado uno solo era armarlo, lo cual nos tomó 5 horas...

Bella: —miré la hora—. Son las 9... papá deberías ir a descansar, se que mañana trabajas temprano —dije mirándolo.

Charlie: ¿Podrás terminar el resto sola? —me miró con una ceja arqueada.

Bella: Solo necesito colocar los estantes y ajustar las luces, ya lo que son las paredes ya están pintadas así que ya no creo que sea necesario otra mano —sonreí tranquilizándolo—. Necesito que descanses, no quiero que por mi culpa estés cansado en el trabajo.

Charlie: Sabes que jamás sería tu culpa, lo hago porque quiero ayudarte —me miró con una leve sonrisa—. Pero te tomaré la palabra de irme a dormir.

Asentí mientras lo observaba irse, cuando vi que se fue a su habitación seguí con lo que faltaba y les juro que parecí cenicienta, porque incluso acabe a las 12 y ya estaba muerta de sueño, pero valió la pena.


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