Capítulo 07
Les recomiendo leer el capítulo con la canción de acompañamiento.
🎶 Numb - XXXTENTACION.
Oscuridad, sus ojos y mente sentían que era arrastrado hacia la inmensa penumbra. Sus oídos eran atacados por el eco de sus gritos llenos de temor y dolor.
Su respiración agitada, lo hacía sentirse asfixiado. Con cada bocanada de aire; sentía que sus pulmones eran pinchados por miles de agujas. Los temblores en su cuerpo le recordaban que debía seguir corriendo.
Huir, alejarse de la voz que lo llamaba a gritos desde su espalda.
No podía mirar hacia a atrás, no deseaba ver.
Sus marrones orbes; iniciaban a crear diamantes que amenazaban por morir en sus mejillas.
Su mente estaba envuelta en el torbellino de recuerdos, todos dolorosos...
Su lobo aullaba, intentando callar todas las voces que los atormentaban en ese momento. Buscaba que su humano se detuviera, pero aquel rubio sólo pensaba en alejarse de la posibilidad de caer de nuevo en la prisión que lo marchitaba.
Sus manos se dirigieron a su pecho cuando sintió como su lobo rasguñaba por salir. Cerró los ojos para ahogar sus lágrimas; logrando que aquellas perladas gotas, resbalaran por sus acaneladas mejillas.
— Escúchame... Vamos con JungKook, detente...
El lobo giraba en su eje, desesperado, buscando la manera de callar esas palabras que habían escuchado infinidad de veces.
Esas lágrimas no me detendrán, eres mío Tae, y te lo demostraré marcando cada parte de tu cuerpo.
Cada camino que tomes, siempre te traerá de nuevo a mí. No puedes dejarme, eres demasiado cobarde e inútil para vivir sin tu alfa.
No pienses estupideces... Jamás me separaré de ti, y te lo demostraré profanando tu cuerpo las veces que se me antoje.
No me obligues a encadenarte a la cama, sólo sé un buen omega y abre las malditas piernas.
Tu libertad está ligada a mi deseo, y aquí decido yo. Límpiate la maldita cara y sonríe. Vamos a nuestro nido de amor...
No es tan difícil complacer a tu alfa, ¿Verdad?
Sus ojos ya no veían con claridad, las lágrimas se habían encargado de opacar su visibilidad. Abrazándose a sí mismo, esquivaba cada presencia que se atravesaba en el camino.
— No le pertenezco, no soy su omega, no volverá a rasgar mi piel...
¿Estás seguro que no me perteneces? Omega, sólo yo aceptaré el desecho inservible que eres. Quieras o no, eres mío, y sólo yo te querré en tu maldita condición.
Sus piernas fallaron, el ardor en sus rodillas le anunció que acaba de caer derrotado.
Con su mente envuelta en tinieblas, ya no distinguía nada. Su olfato estaba confundido, la cantidad de aromas lo hacían sentirse aún más vulnerable.
— ¡TaeHyung! Quédate allí.
De nada sirvió correr, y el grito que acababa de escuchar era la prueba.
— Levántate, abre los ojos.
— Nos atrapó, lo siento... — Expresó al percibir unas notas del aroma que los acompañó por años.
— ¡¿A dónde ibas...?!
El cuerpo del omega se paralizó.
— Maldición, volveré al infierno. — Apretó aún más fuerte sus ojos, resignándose a su destino. — Tenías razón, jamás podré alejarme de ti, ya lo entendí. — Expresó cabizbajo, esperando el tirón en su brazo. — Por favor... Esta vez no me golpees en el rostro...
— TaeHyung...
— ¡Ya entendí! Soy tuyo, tu propiedad... — Sus hombros sintieron la presión y tembló ante el contacto. — Seré obediente, pero por favor...
Se negaba a abrir los ojos, no estaba listo para revivir aquellos recuerdos. Buscó ahogar sus sollozos, pero no lo logró.
— Seré un buen omega...
Sus labios detuvieron cualquier movimiento cuando sintió que la presencia se arrodilló frente a él.
— No te estoy entendiendo. — Sujetó los brazos impropios. — Bonito...
TaeHyung abrió sus ojos, limpiando con brusquedad sus lágrimas.
— ¿Jun-JungKook...?
— Cariño, ¿Por qué no te detenías?
— ¡JungKook! — Se aferró al cuerpo ajeno. Abrazándolo fuerte, y rogando que no fuera alguna alucinación. Cerró nuevamente sus orbes.
— Pensé que me había alcanzado... Sólo pensé en huir, lo vi, lo escuché... Me quiere de vuelta.
— Mírame...
— Dime que eres tú, que no estoy creando escenarios porque ya estoy en sus manos y voy a ser su prisionero...
— Estoy aquí contigo.
— No lo sé, es que percibo su aroma...
JungKook no lo pensó dos veces y decidió cubrir con su aroma al omega.
— Respira despacio... — Besó la cabellera rubia. — Abre esos bellos ojos y mírame.
TaeHyung inhaló profundo, embriagándose con aquella fragancia. Con temor, abrió sus ojos y allí vio aquel rostro.
— ¡Eres el galleto! — Sus manos se dirigieron al cuello ajeno y lo abrazó apegando su nariz a la zona. Abalanzándose con todas sus fuerzas; buscó un abrazo más intenso, anhelando sentir más profundamente aquella fragancia.
— ¡Espera! — Expresó cuando cayeron al suelo.
— No me sueltes. — Pidió recostado sobre el cuerpo tendido en el suelo.
— Bonito, no te voy a soltar pero deberíamos levantarnos.
El omega alejó su rostro del cuello, y conectó miradas con el alfa.
— Yo... Perdón, es que...
Inició una guerra en su mente, en donde se regañaba por haber provocado el estar en aquella situación. Las miradas que les daban los transeúntes; lo hacían sentirse incómodo.
— Escúchame... — Aún en el suelo; acunó el rostro acanelado. — No prestes atención a esas miradas. — El omega apretó los labios. — Concéntrate en mis ojos, en mi aroma...
— Tú aroma... No percibo el aroma de MinJoon. — Avisó mirando a su alrededor.
— Ese infeliz está lejos de aquí.
— ¿Cómo lo sabes...?
— Porque vi cuando salió corriendo en cuanto llegaron las patrullas...
— ¿Tu llamaste a la policía? — Inquirió reincorporándose.
— Hubiese querido, pero no... — Se levantó y sacudió su ropa. — Mi prioridad era alcanzarte, así que me imagino que los guardias del edificio lo hicieron.
— ¿Viste que estaba en peligro?
— No. Pero mi lobo me alertó.
Cuando TaeHyung estaba frente al edificio, JungKook lo vigilaba desde la distancia, pero en un momento de la llamada; se vio en la necesidad de retirar sus ojos del lugar donde se encontraba el omega, para buscar una información en su Tablet.
Allí fue cuando su lobo inició a rasguñar y aullar desesperado, le gritaba a su humano que algo no iba bien. JungKook sintió un fuerte tirón en su piel, y fue entonces cuando vio cómo el rubio corría lejos del lugar. Colgó la llamada sin decir palabra alguna, y bajó del auto, cuando divisó a MinJoon siendo sacado del lugar. Se debatió entre ir hacia el alfa y golpearlo hasta matarlo, o ir tras TaeHyung.
Escuchó las sirenas de las patrullas, se recriminó por no poder cobrarle cada golpe y lágrima del omega. Gruñó molesto, y se encaminó en busca del rubio.
Gritó en cada zancada que realizaba para alcanzarlo, le rogaba que se detuviera. Sin imaginarse que la mente de TaeHyung le estaba haciendo una mala jugada, y el omega sólo escuchaba a MinJoon, percibía su aroma y proximidad.
Maldijo cuando lo vio caer, no deseaba que algo le pasara. Falló en su intento de protegerlo. Se asustó cuando percibió los temblores en el cuerpo ajeno, y su corazón se encogió al escuchar cómo se resignaba a ser golpeado y encerrado.
— Te dije que te detuvieras. — Regañó su lobo.
— Entonces, ¿MinJoon volvió a escapar?
— Sí, lo siento...
— JungKook...
— ¿Qué sucede...?
— No quiero volver a mi apartamento. — Expresó mordiendo sus labios. — ¿Podrías seguir prestándome tu ropa?
— Por mí no hay problema. — Se acercó al omega. — Además, te queda mucho mejor que a mí.
— Ya miraré cómo conseguir dinero para comprar mis cosas...
— Tae, ¿Quieres vender tu apartamento?
— Lo he estado pensando, y con lo sucedido, pues es lo mejor.
— Si gustas, yo podría ayudar en el proceso.
— Te lo agradecería, por favor ayúdame en eso.
— Para nuestra tranquilidad, usaremos a otra persona... De mi confianza, claramente, y así evitamos que ese hombre pueda usar cualquier dato para molestarte.
— ¿Piensas que puede encontrarme...?
— Quiero prevenir, además no voy a permitir que se te acerque. — Observó cómo el omega jalaba su saco. — ¿Quieres quitarte esa ropa?
— ¿Eh? — Observó su vestimenta. — Es que no es mi estilo.
— Bonito, ¿Te sentirías más cómodo con mi abrigo? — TaeHyung asintió apenado. — Ok, vamos a cambiarte.
— ¿Qué? ¿Dónde? — Observó cómo sus dedos fueron entrelazados por las falanges del alfa.
— En el baño del Centro comercial. — Señaló sonriente la entrada del lugar. — Vamos, y de paso limpiaré el rastro de lágrimas de tu angelical rostro. — Inició a caminar, jalando con delicadeza al omega.
Dentro del lugar, el alfa buscó con la mirada el objeto que les ayudaría a tener privacidad en el baño. Cuando lo encontró, esperó a que la señora de limpieza se descuidara y le robó el cartel que anunciaba que no se podía ingresar al lugar.
— JungKook, no robes los avisos. — Regañó divertido al seguirle el paso al alfa.
— No lo robé, lo tomé prestado sin consentimiento. — Ingresó al baño, no sin antes dejar el aviso fuera de la puerta. — Ven, mi bonito...
— ¿Ahora qué vas a hacer? — Se acercó al alfa. — ¡JungKook!
— No grites... — Pidió afianzando su agarre en la delicada cintura.
— Bájame, no tienes que hacer esto.
— Claro que tengo que hacerlo. — Con cuidado, depositó al omega sobre el mesón de mármol del baño.
El alfa acarició las mejillas del omega, este último cerró los ojos disfrutando del dulce tacto. JungKook sonrió al ver la pequeña sonrisa que se dibujaba en aquellos pomposos labios. Una de sus manos se adentró en su abrigo y sacó un pañuelo. Lo humedeció y con delicadeza inició a acariciar la piel del omega.
— Esas bonitas pestañas jamás deberían ser ahogadas por lágrimas de miedo. — Acotó mientras pasaba con delicadeza la húmeda tela.
— Yo... JungKook, deja que yo...
— Y esos labios... Diosa luna, esos labios deben ser cubiertos por caricias dulces, y no ser atacados por heridas profundas. — Su pulgar acarició los pomposos pétalos para después refrescarlos con la humedad del pañuelo.
— ¿Qué dices? — Inquirió sonrojado. — ¿Es normal sentir este cosquilleo en mis labios? — Se preguntó.
— A mí me gusta. — Contestó su lobo.
— Listo, mi bonito ya no tiene rastro de lágrimas en su angelical carita. — Informó intentando no sonar nervioso. Internamente se regañaba por haber dicho en voz alta sus pensamientos. — Ahora, levanta tus brazos, por favor.
— ¿Para qué?
— Voy a quitarte ese saco.
— Yo puedo hacerlo... — Tomó los bordes de la tela. — ¡Ay me caigo!
— No te vas a caer. — JungKook lo sujetó de la cintura, impidiendo que el cuerpo ajeno tocara el piso.
— Jun-JungKook... — Sus frentes estaban juntas. — Mejor ayúdame a bajar.
El agarre se afianzó, levantando con delicadeza aquel cuerpo, depositándolo en el suelo. El omega se retiró la prenda, evitando cruzar miradas con el alfa.
— ¿Podemos arrojar esa cosa a la basura? — El omega asintió. — Bueno, ahora déjame cubrirte con mi abrigo.
TaeHyung en silencio, estiró sus brazos, dejando que el alfa deslizara la tela sobre sus extremidades. Sin importarle que el azabache estuviese observándolo; tomó parte del abrigo e inhaló profundo sobre la tela.
— ¿Qué pasa? — Inquirió al ver el ceño fruncido del omega.
— Tu esencia, se mezcló con la de las demás personas. — Puchereó.
— Bonito, puedo marcarte con mi feromona, sólo si quieres.
— ¡Sí! Por favor... — JungKook sonrió en grande. — No. Espera, creo que me estoy pasando.
— ¿Por qué te estás pasando? — TaeHyung iba a abrir sus labios para responder. — ¿Sabes? Mi lobo y yo nos sentimos honrados de que te sientas cómodo con nuestro aroma.
Los ojos de TaeHyung brillaron y su lobo aulló.
— Me gusta tu aroma, es como si fuera lo que todo mi ser necesita para sentirse completo. Quizás sea algún sistema de defensa, para así no sentirme en peligro. — Habló bajito. — Perdóname JungKook, a veces siento que te uso como escudo...
— No le digas eso al dulce alfita.
— No pidas perdón, desde que te acogí, yo me encargué de establecer mis feromonas como un escudo para ti.
TaeHyung lo abrazó y JungKook rodeó la cintura con sus fuertes brazos.
— Eres dulce, muy dulce. — Susurró en el cuello ajeno.
— Tú eres el dulce, tan dulce como tú aroma.
Salieron del baño, tomados de la mano, y se quedaron paralizados cuando la señora del aseo los miró entrecerrando los ojos.
— ¿Puede creer que un loco llegó corriendo y dejó su cartel aquí afuera? — Expresó JungKook sonriendo nervioso.
— Estos muchachos. — La señora sonrió y negó con la cabeza.
— Si llegamos a ver al loco, vendré a avisarle. — Inició a caminar.
— El loco fuiste tú, niño travieso. — Expresó sonriente ante la sonrisa del alfa. — Pero te perdono porque lograste borrar el aroma triste del dulce omega que llevas a tu lado.
— Lo siento, señora. — Habló TaeHyung. — No lo volverá a hacer. — Sonrió, y la señora sintió que se enamoraba de aquella sonrisa.
— ¿Cómo que no lo volveré a hacer? — Se detuvo. — Tenemos que ir a tomar prestado el aviso de Prohibido parquear.
— ¡¿Qué?! JungKook, no.
— Es broma. — Retomaron sus pasos.
Caminaron por los pasillos del Centro comercial, TaeHyung no deseaba volver tan pronto a su edificio. Tenía miedo de que si volvían por el auto; MinJoon hubiese regresado y no pudiera escapar.
Para pasar el tiempo, y distraer la mente del rubio; JungKook lo invitó a comer helado. Ingresaron a algunas tiendas de ropa. El alfa se percató de ciertas prendas que le habían gustado al omega, pero no adquirieron ninguna.
Los ojos del rubio destellaron al ver aquel local con productos cosméticos.
— ¿Entramos?
— No creo que sea buena idea.
— Bonito, vamos, ayúdame a buscar un bálsamo para mis labios.
— ¿Tu usas bálsamo? — Inquirió incrédulo.
— No... — Rascó su nuca. — Pero ahora se me antoja.
Intentaba ayudar a vencer ese obstáculo que se imaginaba que limitaba al omega. Podía percibir que el rubio tenía miedo a ser reprendido por ingresar a esa tienda.
Y no se equivocaba, el omega fue ganador de muchas bofetadas, gritos y reclamos; cada vez que MinJoon descubría algún elemento cosmético en las cosas del rubio.
Para TaeHyung estaba sumamente prohibido maquillarse. Realizar tal acto era símbolo de provocación e insinuación de su parte hacia otros alfas. Por esa razón, cuando cubría sus golpes con maquillaje; para las videollamadas con Min y Park, su rostro era maltratado en el momento en que su ex-pareja le retiraba el maquillaje con brusquedad y lo abofeteaba hasta dejarle el rostro hinchado y sangrando los labios.
— Mejor te espero aquí afuera.
— Bonito, por favor, ayúdame, no sé nada de bálsamos.
— Yo tampoco sé. — Su voz se apagó. — Desde hace tiempo no uso de esos productos...
— ¿Confías en mí? — Acunó el rostro.
— Sí. — Abultó sus labios por el agarré que ejercía el alfa en sus mejillas.
Con aquella respuesta, JungKook se ubicó a espaldas del omega, le pidió permiso para abrazarlo y caminaron uno tras el otro. Poco a poco liberó su aroma para tranquilizarlo. Podía sentir como aquel corazón retumbaba.
Dentro de la tienda, los ojos del omega se abrieron en grande, una pequeña sonrisa se dibujó, relajó su cuerpo al sentir el agarre de la mano ajena. Aquellas falanges no lo soltaban para nada.
Recorrieron cada pasillo, hasta que llegaron a la sección de bálsamos labiales.
— Bonito, ¿Qué sabor te gusta? — Inquirió leyendo la información de los labiales. — Ay pero que baboso soy... — Golpeó su frente. — Ya me acordé. — Tomó uno de los productos. — Tu sabor es frambuesa, ese era el que más usabas en la universidad.
— JungKook, yo no...
— A mí me gusta el de fresa con chocolate. — Lo interrumpió apegándose al cuerpo ajeno. — ¿Qué piensas de ese para mis labios?
— No sé. — Apartó el rostro.
— Lo mejor sería probarlo.
— ¿Qué dices?
— Vamos a probar los labiales. — Expresó. — Toma, tenme el de frambuesa, vamos a ver qué tal el de fresa...
— JungKook, no deberíamos probarlos...
— Pero si los voy a comprar, uno para tus bonitos labios, y otro para mí. — Su mano se posó en la espalda baja del omega. — ¿Aceptarías que te regale el bálsamo? — TaeHyung dudó en responder. — Bonito, tus preciosos labios se verían aún más hermosos con ese labial que tanto te gusta... No tengas miedo, yo no te lastimaré por usarlo.
— ¿En serio? — Sus ojos viajaron a los labios del alfa. — ¿Puedo aplicarme el bálsamo?
— Puedes aplicarte lo que desees.
— Está bien. — Aceptó con su corazón lleno de ilusión. Después de mucho tiempo, sus labios volverían a tener ese color y aroma que le fascinaba.
— Bien... — Sonrió al lograr su cometido. — ¿Me permites? — Señaló los labios y TaeHyung asintió.
El rubio sostuvo el labial que acaba de intercambiar por el de su preferencia, y JungKook con una de sus manos se deshizo del empaque, con la otra aún en la espalda baja, lo acercó un poco más hacia su cuerpo. Con la mirada atenta del omega, destapó el bálsamo, y lo tomó en sus dedos.
— Huele tan delicioso como recordaba. — Acotó al percibir la cercanía del objeto en su rostro.
Cerró sus ojos y recordó su época universitaria, allí cuando uno de sus momentos de felicidad; era salir en compañía de Jimin y comprar aquellos productos.
Sus labios recordaron aquella sensación tan gratificante de ser humectados y perfumados.
El bálsamo se deslizó por los pomposos labios, acariciando cada milímetro de la delicada piel. JungKook y su lobo sintieron su corazón salirse del pecho. Amaron ver como aquellos labios brillaban tan coquetamente, y más fue su euforia cuando aquellos belfos les regalaron una sonrisa de satisfacción.
TaeHyung sintió que algo renacía dentro de él. Con sólo percibir sus labios pintados y bañados en aquel aroma; pudo permitirse la ilusión de volver a brillar.
— ¡¿Qué demonios está haciendo?! — Un grito con tono molesto los sacó de su burbuja.
TaeHyung se separó de JungKook, con la manga del abrigo se retiró el bálsamo y bajó su cabeza en sumisión.
A su mente llegó la imagen del rostro furioso de su ex–pareja.
Sabía que era un error arriesgarse a recuperar lo que le había sido prohibido.
— L-lo siento... MinJoon, no volveré a hacerlo.
— Bonito...
— ¡No pueden probar los productos! — Se acercó al omega y lo apretó del brazo. — ¿Lo entiende?
— Lo siento, por favor...
— ¿Qué le pasa? — Los ojos de JungKook se oscurecieron. — Suéltelo ahora mismo. — Gruñó.
— No volveré a usarlo, lo siento, por favor no me lastimes.
Todo esto te pasa por querer maquillarte como si fueras una puta que busca una follada.
— No, MinJoon, yo no busco eso.
— ¿A quién le habla?
— Le dije que lo suelte. — Alejó al chico del omega. — Bonito, cariño, nadie te hará daño. — Miró desafiante al intruso. — Y usted no debería gritarle a los clientes. — Apegó a TaeHyung a su pecho. — Vamos a casa. — El rubio asintió, inhaló el perfume del alfa y sollozó. — No, por favor, no llores, yo no quería esto.
— Y ustedes no deberían probar la mercancía...
— Tranquilo, aquí tienes el dinero de tu preciada mercancía. — Le entregó dinero. No se molestó en contarlo. — Y puede quedarse con sus productos, no los llevaremos.
JungKook alzó en brazos al rubio, y este escondió su rostro en el cuello ajeno. Salieron de aquel lugar. El alfa caminó hasta dónde había dejado su auto.
En el apartamento, el omega ingresó casi corriendo al baño. Se miró al espejo y lloró al ver el labial corrido, sus labios manchados y su mirada triste.
El alfa escuchaba los sollozos, sus lágrimas acompañaron a las del omega.
— ¿Por qué no puedo regalarle un momento de alegría?
El agua corría en el cuarto de baño, JungKook salió de la habitación, no sin antes avisarle que estaría en la cocina. Necesitaba preparar la cena.
Cenaron en silencio, JungKook subió a la habitación y se bañó. Con su pijama puesta, se sentó en el sillón. Observaba como TaeHyung daba vueltas en la cama.
— ¿Puedo ayudarte en algo para que concilies el sueño? — Cerró el libro y retiró sus lentes.
TaeHyung se giró sobre la mullida superficie, descubrió su cabeza, y con parte de su rostro cubierto por la sábana blanca; habló haciendo ojitos hacia el alfa.
— ¿Podrías dormir conmigo?
— Bonito, estoy durmiendo contigo.
TaeHyung negó. — Tú duermes en aquel sillón. — Señaló con sus labios que después volvió a cubrir con la sábana. — Duerme conmigo, como el día en que curaste mi espalda...
JungKook se acercó a la cama, de rodillas frente al omega; acarició la nariz ajena.
— ¿Seguro? — Asintió. — ¿No estás molesto por lo que pasó?
— Estoy molesto conmigo mismo. — Informó. — Tú no eres culpable de que aquel chico se enojara. Además estoy tan traumado que pensé que era MinJoon. — Sacó una de sus manos y la extendió hacia el alfa. — Soy tan patético...
— No digas eso. — Besó la mano acanelada. — Para la próxima, haremos catación de labiales aquí en nuestro apartamento.
— ¿Nuestro?
— Ujum, nuestro, ya sabes...
— Veremos eso de la catación. — Pestañeó varias veces. — Ahora, ven, duerme conmigo. — Pidió. — Aquí tengo tu cojín.
Se sonrieron y TaeHyung abrió un espacio en la cama, JungKook ingresó.
— Duerme, bonito, yo cuidaré tus sueños. — Le besó la frente.
— Descansa, dulce galleto. — Acomodó su rostro sobre el pecho del alfa.
Los chillidos adoloridos despertaron al azabache. Sus ojos viajaron al gran bulto de pelaje blanco que reposaba en los pies de la cama.
— ¿Qué haces allí? ¿Por qué lloras? — Gateó hacia el lobo. — ¿Qué tienes? — Un lengüetazo fue la respuesta. — ¿Quieres hablar con mi lobo? — El gran hocico se movió de arriba a abajo en afirmación. — Quisiera entenderte, hablar contigo. — Acarició las orejas.
JungKook se bajó de la cama y se dirigió al baño, se desnudó, e inició con la transformación. Allí, sus huesos crujieron, el pelaje hizo acto de presencia y el gran e imponente lobo azabache aulló.
Ambos animales se acostaron en el centro de la cama, juntaron sus hocicos y lamieron el pelaje de la zona.
El lobo de TaeHyung lloraba porque sentía que no podía más. Cada vez que creía que avanzaba un paso; retrocedían mil más. El miedo también lo atacaba, las palabras que intentaba silenciar las tenía tan clavadas en su ser. Ese día fue una de las luchas más agotadoras para él.
Vio la terrible posibilidad de volver a ser dormido, silenciado y encarcelado. No quería volver a pasar por aquella penumbra. La luz de esperanza volvió a encenderse cuando sintió aquel cosquilleo que lo llama al estar cerca del alfa. Allí se aferró a la idea que no volvería a caer en el abismo.
Sería fuerte por su humano, por él. Aun así necesitaba sacar aquel dolor y por eso se transformó e inició a llorar. No se imaginó que aquel alfa lo escucharía. Lo había visto tan profundamente dormido que se confió.
En medio de lamidas y pequeños aullidos, el lobo blanco decidió hablar. Necesitaba confirmar algo.
— ¿Por qué hacen tantas cosas por nosotros? — El lobo azabache detuvo las lamidas.
— ¿No te lo imaginas?
— ¿Nos quieren? — Ladeó su cabeza.
— No solo los queremos...
— ¿No?
— Mi bonito lobito, no te imaginas todo lo que sentimos por ustedes.
— Quiero saberlo.
— Por ahora solo te digo, que de ser necesario... Nosotros moriríamos por ustedes.
El lobo blanco por un momento se quedó en silencio, analizando cada palabra, perdido en el brillo de los ojos ajenos.
— No mueran, por favor no digas eso... — Chilló. — Manténganse vivos, si llegasen a morir se llevarían una parte de nosotros con ustedes...
— ¿Por qué dices eso?
— Por... Porque ustedes... Son nuestro... Alfa... Ustedes son nuestro destinado...
— ¿Lo saben...?
— El único que no lo sabe es Tae, y eso duele... Él nunca quiso escucharme cuando le decía que ese hombre no era nuestra luna. Se empeñó en que MinJoon era nuestro alfa. Se confundió con el aroma que percibíamos cuando estábamos en la universidad. Veía a MinJoon y creía que el aroma que nos llamaba era el de ese hombre.
— ¿Cómo supiste que somos tu alfa?
— Solo tuve que recordar la fragancia de esa época... Esa esencia que aparecía cuando sentíamos que nos miraban en la universidad. — Sonrió bajando sus orejas en tristeza. — Nunca logré verte, no pude ver que tú humano era el dueño de ese aroma. Pero cuando nos cubrieron con sus brazos y acobijaron con su aroma; allí lo vi. Son ustedes. Además desde que estamos aquí, cada vez que se aproximan, sentimos un cosquilleo, un tirón que nos indica de su presencia.
— ¿Puedes sentir cuando te llamo?
— Escucho tus aullidos. Hoy fueron más fuertes, sentí tu angustia al no alcanzarnos.
— Mi bonito lobito... — Una lágrima se deslizó por el hocico. — No te imaginas cuanto le rogué a la Diosa Luna para que percibieras nuestro lazo.
— Lo percibo, pero Tae no. Y me da miedo que no lo llegue a ver.
— No te angusties, poco a poco lo verá.
— No. Él está decidido a matar cualquier sentimiento...
— Tiene miedo, lo entiendo, lo entendemos... Han pasado por mucho dolor, y él busca protegerse. — Expresó en medio de lamidas... — Respóndeme una cosa.
— ¿Qué?
— ¿De quién fue la idea de que el humano durmiera en la cama junto al bonito humano?
— De él, tuvo una guerra de pensamientos que hizo que me doliera la cabeza.
El lobo azabache sonrió. — Entonces, no te angusties, en el fondo el siente nuestro lazo.
— Espero no te equivoques...
Sus hocicos se juntaron, rozando sus húmedas narices, luego el azabache salió de la cama y se dirigió al baño. Momentos después, salió JungKook, le pidió permiso para invadir el espacio.
El lobo blanco se apartó y esperó a que el alfa se acostara. Segundos después su hocico reposaba sobre el pecho del azabache, y este último acariciaba las orejas con delicadeza.
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