𝗢𝟯. 𝗌𝗍𝗎𝖽𝗂𝖾𝗌
─ CAPÍTULO ─
TRES
❝ESTUDIOS❞
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EL CONSTANTE SONIDO DE PISADAS SE PODÍA escuchar dentro de la habitación donde cierta castaña atendía a la joven pelirroja, quien reposaba en la camilla sumergida en su profundo sueño.
Aquella mujer soltó un suspiró en cuanto escuchó la puerta abrirse.
──Aún no he dicho que puedas entrar. ─su voz cansada no tardó en salir de sus labios sin siquiera girar a mirar al invasor.
──Eres muy lenta y a mi paciencia no le agrada. ─se excusó el albino acercándose a la camilla donde yacía su alumna.
──Bueno, no hubiera tardado sí alguien no me hubiera obligado hacerle un chequeo completo. ─mencionó deshaciendo sus guantes una vez asegurado el bienestar de la joven.
──¿Y lo hiciste?
Shoko Ieiri tiró sus guantes al contenedor de basura dándole una fugaz mirada a su compañero. Desde sus años de conocerlo nunca lo había visto preocupado, de cierta forma, por su alumna o por siquiera otra persona que no fuera él. Comenzaba a cuestionar que esta nueva faceta de Gojō iba a causar problemas en un futuro.
──Es como te dije antes, no tiene nada. ─acercó su mano a los documentos que indican la salud de la joven. ──. Está completamente bien de salud. A excepción, claro, del agotamiento de su cuerpo por usar esa técnica maldita que mencionaste.
Gojō tomó aquella tabla con la información de su alumna leyendo su contenido. Las palabras de su amiga coinciden con las escritas.
──Se desmayó porque usó una gran parte de su energía maldita. ─sus manos se ocultaron en las bolsas de su bata mirando a la de tez pálida. ──. No sabe utilizarla y no tener conocimiento, agoto de golpe su energía.
La mirada del hechicero se centró en la persona encima de la camilla. Su rostro parecía relajado, indicando que estaba navegando en un suave sueño. No se veía ningún gesto que le doliera alguna parte de su cuerpo.
──Debe de entrenar su técnica maldita lo antes posible. ─sus ojos pasaron de la joven a su amigo. ──. De lo contrario, terminará en cama en todas sus misiones.
Satoru lo sabía. A juzgar por la expresión que se formó en el rostro de su ex-sensei, podía decir abiertamente que era la primera vez que Kyomi hacía eso. No solo la procedencia de joven pelirroja, sino que su técnica maldita es completamente desconocida. Pero, Yaga tenía fe en que encontraría las respuestas muy pronto para ayudar a su hija a vivir con ello.
──Desde luego que entrenara. ─su tan conocida sonrisa surco sus labios. ──. ¿Con quién crees que hablas, Ieiri?
La nombrada se limitó a rodar sus ojos en cuanto la actitud de su amigo regresó a ser la misma de siempre.
──Por cierto, ¿checaste lo que te pedí? ─a pesar de su sonrisa, su voz sonó sería causando un escalofrío frío en la mujer.
──Lo hice. ─suspiró entregando otros papeles que el mayor tomó sin dudar. ──. Está limpia.
Un suspiró de alivio salió del albino. Por curiosidad, le dio un pequeño vistazo a los papeles observando la ecografía sin nada extrañamente parecido a un feto. Había tenido esa espina clavada desde que aquella maldición absorbió a la ojos rubíes. Dentro suyo había temido que esa cosas se aprovechara de su vulnerabilidad para lograr su cometido. Con una maldición no se sabe.
──Ya confiésalo, Gojō. ¿Desde cuándo se llevan viendo?
La repentina pregunta de la castaña lo trajo de nuevo a su mundo. Su mirada confusa se despegó de los papeles para mirarle a los ojos notando sus tan conocidas ojeras.
──¿De qué hablas? ─indagó sin entenderla.
La castaña rodó sus ojos levemente.
──No te hagas el inocente. ─recargo su espalda en la pared. ──. Sabes de qué habló.
El de los seis ojos se quedó en silencio por unos segundos hasta que su cabeza hizo clic. Una sonrisa de oreja a oreja se instaló en su rostro al captar lo que Shoko creía.
──Aunque parezca que miento, nunca la había visto hasta hace tres días.
Ieiri conocía a Gojō y conocía cuando decía la verdad. Se extrañó un poco cuando notó que él no decía mentiras sobre aquello. Aun así, le carcomía saber porque pidió todo tipo de exámenes para saber sí estaba embarazada.
──Aunque, falta no me hace. ─los "ojos" de Satoru se posaron en el de su alumna mientras sonreía.
Desde que la vió por primera vez no ha podido sacarla de su mente. Era irónico, que en todos sus años vivos, eran las demás personas que no podían sacarlo a él de su mente. Ahora el karma le había dado como nunca antes lo había dado. Ser él quien esté interesado en vez que alguien se interese por él. Y lo peor, es que sus ojos era lo que mantenía cautivo al albino.
Shoko Ieiri no entendía lo que el hechicero veía en la pelirroja. Era la primera vez que la veía y no sentía nada especial hacía ella. Y sabía que eso no iba a cambiar cuando la joven abriera sus ojos. Según su criterio.
──Te recuerdo que es tu alumna. ─soltó Shoko sin tacto. ──. Está en contra de las reglas.
Gojō Satoru sonrió. Ieiri terminó por soltar una pequeña risa falsa al recordar algo.
──Tú jamás sigues las reglas.
──Y está no será una excepción. ─sus largos dedos acariciaban con delicadeza la suave piel blanca de sus rosadas mejillas. ──. Mi Kyomi.
MI RESPIRACIÓN ESTABA IRREGULAR sintiendo mi pecho subir y bajar con frecuencia mientras una leve capa de sudor cubría mi cuerpo por completo. Faltaba muy poco para que mi cuerpo llegará a su límite sí él seguía moviéndose de manera rápida.
Por suerte, desde hace años he entrenado combate cuerpo a cuerpo.
La línea de mis labios se curvó creando una sonrisa que desconcertó a mi oponente encima mío. Megumi entrecerró sus ojos confundido. Una de sus manos se apoyaba al lado de mi rostro mientras la otra apresaba mi vientre con firmeza para que no me levantara. Su rodilla se posaba en medio de mis piernas mientras la otra estaba flexionada fuera de mis piernas impidiendo alguna acción.
Él estaba seguro que me tenía inmovil.
Sin que lo viera venir, hacerte un golpe en su pecho haciendo que su cuerpo se despegara un poco del mío. Con mi codo golpeé la brecha entre el brazo y el antebrazo desequilibrando su peso izquierdo. Quité su mano de mi vientre sosteniendo con firmeza mientras entrelacé mi pierna con la suya y con mi otra mano empujé su pecho hacía mi izquierda.
Mi rodilla derecha apretaba su pecho y mi cadera quedaba encima de la suya mientras que mi otra pierna impedía que su pierna derecha se moviera. Se podría decir que hice un split encima suyo, solo que mi pierna derecha estaba flexionada. Just sayin' I'm flexible~
Mi mano izquierda sujetaba con firmeza su mano a un lado de su cabeza mientras que mi antebrazo presionaba su garganta. La mano libre del azabache por instinto sostuvo mi cintura intentando salir de mi agarre, pero era imposible. Después de segundos, dejó de insistir en liberarse del agarre.
──¿Cómo eres tan buena en este tipo de combate? ─pregunto, y por la cercanía podía sentir su aliento cálido rozar en mi piel.
──Sólo diré que tuve un buen entrenador. ─mi voz era baja, estaba a menos de cinco centímetros y creía que era innecesario hablar fuerte.
El silencio se reflejó en toda la habitación. Sólo podía escuchar nuestras respiraciones levemente agitadas por el entrenamiento.
Mis ojos no se apartaban de los suyos. Sus ojos, ese lindo azul oscuro deslumbraban los míos. Había algo en ellos que me llamaban. No aparté mi vista de ellos, en cambio, los suyos bajaron de mis ojos a mis labios. Por inercia, relamí estos. No dejaba de ver mis labios y sin notarlo, miré los suyos.
Su agarré en mi cintura se hizo más firme. Pronto suaves caricias se asomaron por debajo de mi camisa haciendo estremecer mi piel ante su tacto. Un calor me golpeó de yendo mis mejillas indicando mi leve sonrojo y por consecuencia, mis nervios se instalaron haciendo mi cuerpo temblar levemente.
Megumi inclinó su cabeza levemente manteniendo su expresión de seriedad, pero logré ver como una esquina de sus labios se curveaba en una tenue sonrisa que hizo intensificar mis nervios.
──¿Te pongo nerviosa, Kyomi? ─su voz ligeramente ronca despertó algo en mí que en años había sentido.
Inconscientemente, "cerré" mis piernas pero como estaba encima de él no salió muy bien. El agarre de Megumi se intensificó mientras sus ojos se opacaban. El tenue brillo se desvaneció. Sus ojos ahora parecían los de un lobo hambriento en busca de su presa. Y para mala o buena suerte, yo lo era.
Él era un feroz lobo, y yo, la conejita indefensa.
Y estaba dispuesto a devorarme.
──¡Ya llegué!
La puerta se abrió de golpe y el repentino grito hizo que me separara de él a pesar de que su mano no quería dejar mi cintura.
Me levanté del suelo cruzando mis piernas aún sintiendo un pequeño calor abrazar parte de mi entrepierna. Megumi se incorporó quedando sentado en el suelo clavando sus ojos en mi persona.
──¿Huh? ─el sensei inclinó su cabeza sin entender lo que sucedía. ──. ¿Interrumpí algo?
──Sí / No. ─dijimos ambos a la vez. El azabache afirmando que su intromisión molesto mientras yo lo negaba. ──. B-bueno... t-tal v-vez... un poco. ─me retracte para evitar preguntas de porque dimos respuestas diferentes.
Ante eso, Megumi escondió una leve sonrisa mientras que Gojō mostraba seriedad. Podía sentir su "mirada" recorriendo mi cuerpo completo. Ni siquiera podía sostenerle la mirada. Solo le daba leves miradas intentando esconder el rosado de mis mejillas apretando mis piernas un poco más.
──¿Pasó algo en mi ausencia? ─inquirió escondiendo sus manos en su bolsillo, podía jurar que lo había hecho puños.
Ninguno de los dos respondió. Mordí mi labio, no quería que el sensei indagará en el tema así que trate de calmar mis leves nervios para hablar.
──S-se perdió la derrota de Megumi. ─trate de sonar con naturalidad riendo un poco.
──¿Eso es cierto, Megumi? ─cuestionó el mayor observando al azabache.
El de cabello puntiagudo se encogió de hombro. ──Es buena.
──Ya veo. ─sonrió un poco, aunque su sonrisa era diferente. ──. Bueno. Es mejor que se bañen porqué en una hora tendremos teoría. ─avisó. ──. Recuerden, en esta escuela hay tanto entrenamientos como estudios.
Ambos asistimos. Nos dispusimos a recoger nuestras cosas bajo la atenta mirada del sensei. Le di una pequeña sonrisa antes de salir de la habitación dejando a ambos hombres solos con un ambiente un tanto tenso.
Al entrar a mi habitación me di un baño con agua fría bajando la temperatura alta de mi cuerpo. Pensaba un poco de lo que había pasado en el entrenamiento y aún no podía olvidar aquella extraña sensación que sacudió mi cuerpo. Era la primera vez que lo experimentaba, pero sabía únicamente algo... me gusto.
Después del baño coloque mi uniforme para caminar hacia el salón. Aún faltaban unos 15 minutos para que iniciara, pero quería llegar un poco antes para despejar mi mente. Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no me había dado cuenta que había llegado al salón indicado.
──Kyomi~chan. ─una voz frente a mí me atrajo a la realidad. ──. ¿Estás bien?
Me sobresalté cuando subí mi rostro encontrando, a centímetros del mío, la sonrisa del sensei. Aun no me acostumbraba a que invadiera mi espacio personal.
──¿E-eh? S-Sí, sí... ─por inercia di un paso atrás, pero no logré mucho, sentí mi espalda chocar contra el escritorio. ──. Es solo que estaba pensando cosas sin sentido. ─me excuse mirando a otro lado mientras abrazaba mis libros a mi pecho.
──¿Sabes? No me gusta que no me vean a los ojos cuando me hablan.
Mi cuerpo temblaba de nervios cuando su mano tomó mi barbilla con delicadeza girándola a su dirección para observar sus "ojos". Él pareció notar mis nervios, pues los colores no tardaron en subir a mis mejillas.
──¿Estás nerviosa Kyo~chan? ─sonrió de medio lado. Parecía disfrutar de mi situación. ──. ¿Tan nerviosa te pone que te mire?
No dije nada. Me limité a pasar saliva sin saber qué decir. Normalmente, me pongo nerviosa las primeras veces y se me quitaba eso. Pero por una extraña razón con Gojō y Fushiguro me era inevitable sentirme nerviosa.
──¿Cuán nerviosa te pondrías por mi toque?
Sin temerla, Gojō abrazó mi cintura juntando mi cuerpo al suyo. Me sentía mucho más pequeña de lo que era ante su agarre. Él era muy alto y sentía que podía romperme en dos si abrazaba con fuerza mi cintura. Sus manos sin perder tiempo comenzaron a recorrer mi espalda y piernas. Una de ellas bajó por mi muslo hasta sentir su tacto levemente frío pasar por debajo de mi falda acariciando mi piel.
Mis piernas flaquearon ante su tacto, literalmente, iba a caer sino fuera porque su otra mano me sujetó con firmeza de mi cintura evitando esa desastrosa acción. Sentí su leve risa chocar contra la piel expuesta de mi cuello.
──Qué interesante. ─su aliento chocar contra mi oído me hizo estremecer, respondiendo así su anterior pregunta.
Cerré mis ojos recargando mi cabeza en su pecho sintiendo ese bochorno recorrer mis piernas, y del mismo modo que antes, cerré mis piernas.
Su mano se detuvo cuando llegó al comienzo de la licra del pequeño short que usaba debajo de mi falda. Juró que sentí su descontento por unos segundos, no se sí por eso, pero se separó lentamente de mi brindando una sonrisa entre inocente y maliciosa a la vez.
Iba a decir algo, pero la puerta fue abierta.
──¡Te estábamos esperando, Megumi-chan! ─habló el sensei dándole la sonrisa que antes mostró.
El azabache entrecerró sus ojos ante la acción de su maestro. Me miró, pero no pude aguantarle la mirada, como si hubiera hecho algo malo y no quería que supiera. Dejó de mirarme para observar ahora al sensei con una mirada, que si mataran, el sensei desde hace años lo estaría.
──Tomá asiento, Kyomi. ─el hechicero pasó sus manos por mis hombros levemente descubiertos para dirigirme a un asiento frente al escritorio. ──. Las clases están por comenzar.
Asentí sin decir nada. Me enfoque en abrir mi libreta de apuntes escuchando a Megumi tomar asiento a mi lado. Durante las clases en ningún momento levanté la cabeza de mis apuntes, tenía suficiente con sentir ambas miradas de vez en cuando.
Tenía unas intensas ganas de enviarle un mensaje a Yaga-san para que me sacara del salón, pero eso significa que me hará un interrogatorio del cual no quería responder.
Solté un suspiró levantando mi cabeza observando a ambos hombres.
¿En qué me había metido?
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