capitulo uno














MIENTRAS ALEX CONTEMPLABA LA ARENA BAJO ELLA, TODO LE PARECÍA ENTUMECIDO. Las aspas del helicóptero zumbaban ruidosamente por encima de ella, y Minho la observaba atentamente mientras sobrevolaban el desierto. Thomas se había quedado dormido, dejándola a ella como centro de atención, todos esperando a que se rompiera. Ella se limitó a mirar por la ventanilla e intentó ignorar la sensación de que le clavaban los ojos en la espalda.

Era de noche y el cielo se había oscurecido. Alex se apoyó en Winston y apoyó la cabeza en su hombro. De repente, todo el vehículo se sacudió y se dieron cuenta de que habían aterrizado. Se oyeron muchos gritos, y un par de hombres y algunos más que se acercaron los agarraron y empezaron a arrastrarlos hacia algo realmente brillante.

La chica entrecerró los ojos y levantó el brazo para ver que había un edificio. Un edificio enorme. Todo era una especie de mezcla de gritos y brazos que tiraban de ella hacia la luz. Tropezó con la arena y, finalmente, cayó sobre lo que parecía metal. Se levantó y se giró hacia el desierto para ver a Thomas corriendo hacia ella. En cuanto entró, las puertas se cerraron lentamente, lo que le recordó la forma en que se cerraban en el Laberinto.

Otra puerta se abrió, haciendo que todos se pusieran en pie y levantaran la vista. Un hombre entró con una sonrisa y preguntó:—¿Están todos bien?—.Todos se miraron entre sí antes de caminar hasta colocarse detrás de Thomas frente al hombre.—Perdón por la conmoción. Nos atacó una horda—.

—¿Usted quién es?—Thomas preguntó, y sonaba como si estuviera listo para atacar al tipo si pensaba por un segundo que era una amenaza.

—Soy la razón por la que siguen con vida. Y pretendo mantenerlos así. Ahora, vengan conmigo. Les vamos a dar asistencia—,respondió, y lo siguieron vacilantes a través de una sala llena de vigas y pilares. Parecía que todo era de metal. Había algunos hombres trabajando en cosas y taladrando por todas partes, y Alex seguía desconfiando porque sin duda podían estar cayendo en una trampa.—Pueden decirme señor Janson. Dirijo este lugar. Para nosotros es un santuario, a salvo de los horrores del mundo exterior. Tómenlo como una parada de descanso. Una especie de hogar temporal, jóvenes. Tengan cuidado—.

El líder de su grupo enarcó las cejas una vez más.—¿Nos llevará a casa?—

— A una especie de hogar. Por desgracia, no queda mucho del lugar de donde vienen. Pero tenemos un lugar para ustedes. Un refugio, lejos del Desierto, donde CRUEL no los volverá a encontrar. ¿Les gusta la idea?—,preguntó el hombre, con una sonrisa apareciendo de nuevo en su rostro. Había algo en su rostro que preocupaba a Alex. No parecía del todo bien, casi como si estuviera siendo demasiado educado.

Todos seguían desconfiando. ¿Por qué iba a ayudarlos un tipo cualquiera si el mundo exterior era tan peligroso? Alex habló por primera vez desde que abandonaron la antigua base de CRUEL.—¿Por qué nos ayuda?—

—Digamos que el mundo exterior está en una complicada situación. Todo cuelga de un hilo extremadamente delgado. El que hayan sobrevivido a ese virus... los convierte en la esperanza de toda la humanidad para evitar su extinción. Por desgracia, también los convierte en un blanco, como seguramente ya lo notaron—.Se detuvo frente a una puerta.—Pasando esta puerta está el comienzo de sus nuevas vidas. Primero lo primero... hagamos algo con ese mal olor—.

Alex se había dado unas mil duchas en el Área, pero ninguna le había sentado tan bien como la que se había dado entonces. No sólo se alegró de lavarse toda la sangre, la suciedad, el sudor y las lágrimas que cubrían su cuerpo y su pelo, sino que además sintió como si se quitara los problemas de encima por un momento. Pudo olvidarse de todo y pensar por un momento. Sin embargo, no pudo olvidar el enorme agujero que tenía en el brazo. Sabía que era bueno limpiarlo, pero le dolía muchísimo.

Janson le había ofrecido una habitación con ducha privada, pero aún no estaba segura de si confiaba lo suficiente en aquella gente como para ponerla sola en una habitación. Teresa aceptó la oferta, pero Alex se sentía más segura cuando podía oír los gritos de los chicos a un par de metros de ella. Le pareció que llevaba una hora en la ducha y que todos, excepto Thomas, se habían ido cuando ella salió. Le habían dado una muda de ropa, unos jeans y una camiseta. También le habían dado una venda para que se la pusiera en el brazo hasta que tuvieran tiempo de examinárselo.

Cuando salió de la sala secándose el pelo con una toalla, vio al chico sentado en uno de los bancos, con la mirada fija en una pequeña figura de madera que tenía entre las manos. Lo reconoció como algo que Chuck había tallado durante su primera semana en el Área. Thomas levantó la vista al oírla y se limitaron a compartir una sonrisa comprensiva. Ambos sabían por lo que estaba pasando el otro, y no hacían falta palabras para demostrarlo.

Ella pasó junto a él, y en cuanto abrió la puerta para hablar, dos guardias estaban ahí de pie. Ella enarcó las cejas al ver las pistolas en sus fundas, y sus movimientos fueron muy bruscos, como si estuviera dispuesta a salir corriendo. Uno de los hombres habló: «Alex, sígueme para reunirte con tus amigos».

—¿Dónde están?—,preguntó ella, todavía desconfiando del hombre.

—Al final del pasillo—,dijo con seguridad, y luego comenzó a caminar por el pasillo. Cuando se dio cuenta de que ella no le seguía, le hizo señas para que lo hiciera. Su voz era severa pero suave, como si tuviera miedo de que fuera a escapar.—Sígueme—.

Ella lo miró nerviosa, pero lo siguió vacilante por el pasillo. Se detuvieron ante un par de puertas dobles y el guardia sacó una tarjeta de su bolsillo. La escaneó y la puerta se abrió, dejando ver una cafetería llena de gente. El hombre le hizo un gesto con la cabeza para que entrara. Ella lo hizo y escudriñó la sala en busca de gente conocida, dando un respingo cuando las puertas se cerraron tras ella. Rápidamente se dio cuenta de que todos eran adolescentes.

—¡Alex!—,gritó alguien, y ella se dio la vuelta para ver a Winston y Minho haciéndole señas para que se acercara. Newt y Sarten estaban sentados a su lado y hablaban con unos chicos que estaban sentados frente a ellos.

Se acercó y tomó asiento junto a Minho. Preguntó:—¿Qué pasa?—.

—No era el único Laberinto—,le informó el chico. Los ojos de ella se abrieron en señal de sorpresa y confusión, y todos los demás comensales asintieron para confirmar su afirmación. Al ver su expresión, explicó: —Todos aquí estaban en su propio Laberinto con otras personas. Ellos nos estaban hablando de él—.

—¿Ustedes estuvieron en un Laberinto?—,preguntó ella, mirando a los otros chicos frente a ella con las cejas levantadas. ¿Cuántos Laberintos había? porque, había mucha gente en esa habitación.

Uno de ellos asintió y empezó a contar la historia.—Sí, éramos nosotros y un montón de chicos más, pero fuimos los únicos que lo conseguimos. Teníamos que desbloquear esta parte secreta en el Laberinto para salir, pero un montón de gente no quería venir porque había unas cosas enormes en el Laberinto que habían matado a mucha gente.—

—Ahí está Thomas. Iré a por él—,les dijo Minho, interrumpiendo la historia, pero en cuanto se fue, el tipo continuó. Alex se estaba dando cuenta de que sonaba muy parecido a su propia historia.

—Así que tuvimos que luchar para atravesar a las criaturas y llegar a esta puerta donde teníamos que poner esta cosa de la secuencia. Perdimos a mucha gente en el camino, pero una vez que abrimos la puerta, había un pasillo que nos llevó a esta habitación.—Thomas se unió a ellos mientras terminaba:—Hubo una gran explosión, luego salieron unos hombres de la nada. Y empezaron a disparar. Estuvo intenso. Nos sacaron del Laberinto y nos trajeron aquí—.

Newt fue el siguiente en hablar, porque, aunque ellos no tenían ni idea de lo que les había pasado a sus amigos en el Área, los demás sí. Preguntó:—¿Qué hay de los demás? ¿Qué pasó con las personas que todavía están en los Laberintos?—.

—No lo sé. Supongo que CRUEL todavía los tiene—,respondió encogiéndose de hombros.

Alex frunció las cejas al verlos porque el chico había estado hablando como si esto hubiera pasado hace poco, y era imposible que todos los Laberintos salieran más o menos al mismo tiempo, ¿no?—¿Cuánto tiempo llevan aquí?—.

—No mucho. Un día o dos. Ese de allá lleva más tiempo aquí—,les dijo, mirando a un chico que estaba sentado solo en una mesa con la capucha puesta. Parecía muy solo, y la chica se preguntó dónde estarían sus amigos.—Casi una semana. En su laberinto sólo había niñas. Algunos tienen suerte—.

—Y algunas niñas no tienen ni un poco—,murmuró Alex, y Winston le lanzó una mirada juguetona. Muchos la miraron estupefactos, pues no esperaban que hiciera bromas tan poco después de haber perdido a alguien a quien amaba.

Janson entró en la sala y se colocó en el centro para que todos pudieran verle.—Buenas noches, caballeros, señoritas. Ya saben cómo es esto. Si escuchan su nombre... levántense de forma ordenada y únanse a mis colegas... quienes los llevarán al ala este con gusto. Sus nuevas vidas están por comenzar. Connor. Evelyn. Justin. Peter. Allison. Squiggy—.La gente a la que llamaba vitoreaba y chocaba los cinco con sus amigos, confundiendo a los Habitantes sobre lo que estaba pasando.—Silencio, señores. Franklin. Y Abigail—.Cuando terminó, los hombros de todos se desplomaron consternados.—No se desanimen. Si pudiera llevarme más, lo haría con gusto. Tal vez mañana. Llegará su momento. Ahora, coman—.

Janson y los guardias guiaron al grupo a la salida, y la gente empezó a aplaudir mientras se marchaban. Minho preguntó al tipo que parecía muy triste:—¿Adónde van?—.

—Muy lejos de aquí—,contestó con un suspiro antes de darse la vuelta para mirarles de nuevo.—Que afortunados—.

—A una granja. Esta protegida. No pueden llevarse a tantos de aquí—,añadió su amigo, y Alex los miró con desconfianza porque no estaba segura de poder confiar en aquello. No había visto ninguna granja cerca y, por lo que podía ver, todo a su alrededor era arena.

De repente, una mujer se acercó a ellos y se paró junto a la única chica de la mesa. Llevaba una bata blanca de laboratorio y un portapapeles pegado al pecho, como si ocultara algo. Todos la miraron con curiosidad hasta que habló.—Alex, todavía tenemos que hacerte el examen—.

—¿Qué es eso?—,preguntó la chica, mirando alrededor de la mesa a sus amigos con una expresión casi asustada.

—Son sólo un par de pruebas—,le aseguró Minho, y parecía que ya habían pasado por todas.—Sólo averiguan qué deficiencias tienes y te ponen un par de inyecciones. Sólo te llevará un rato. Estaremos aquí cuando vuelvas—.

Alex se levantó lentamente.—De acuerdo. Nos vemos luego—.La mujer salió de la cafetería y entró en una especie de laboratorio. Había un montón de mesas de metal, y algunas de ellas estaban ocupadas por gente con la nariz sangrando o con lágrimas cayendo por su cara.

Newt tenía razón. Sólo tardaron un par de minutos, y le pusieron unas cuantas inyecciones. Lo más importante fue que le pusieron un poco de pomada en el brazo y volvieron a vendárselo. Por lo demás, le dijeron que estaba muy bien, pero que tendría que beber mucha agua en los próximos días, porque la mayoría de los que venían del Laberinto estaban deshidratados.

La condujeron a una habitación vacía, pero en la que debía de haber al menos diez literas. Enarcó las cejas y volvió a mirar a la señora.—¿Dónde están mis amigos?—

—Pensamos que los chicos deberían estar en otra habitación para darte algo de intimidad, pero no te preocupes—,le informó la mujer antes de añadir:—Están juntos y a salvo—.

—¿Y Teresa?—

—Todavía teníamos que hacerle algunas pruebas. Está en otra habitación—,respondió la mujer. A Alex no le gustó cómo sonaba aquello, estar sola en su habitación sin nada más que la palabra de aquella señora cualquiera de que sus amigos estaban a salvo, pero no se quejó y se limitó a asentir. La doctora salió y cerró la puerta tras de sí. La chica dio un respingo y se giró cuando oyó que se cerraba con fuerza.

Cuando se recostó en una de las camas, se dio cuenta de que era la primera vez que estaba realmente sola desde que tenía memoria. Desde que llegó al Área, había estado a un grito de los chicos, y ellos habrían venido corriendo a ayudarla. Ahora, estaba realmente sola.

este acto solo contiene 11 capítulos, así q... es corto, veré cuantos meses me tardo traduciéndolo 🙃

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