capitulo seis
ALEX TUVO UN DÍA MUY OCUPADO ESE DÍA. Había uno de esos días más o menos una vez a la semana en los que todo el mundo programaba algo a la vez. Fue una anarquía absoluta todo el día, y no había parado de moverse desde que se despertó. Si no estaba enseñando a alguien, estaba arreglando el campo de tiro o corriendo a socorrer a alguien que se había clavado accidentalmente una flecha porque, al parecer, los chicos no saben manejar las armas correctamente sin herir a nadie.
Por eso soltó un gran suspiro de alivio cuando por fin pudo sentarse a comer durante la cena. Le dolían las piernas y tenía como ocho calambres a la vez. Tiró la bandeja contra la mesa con agresividad mientras se dejaba caer en el asiento junto a Newt.
—¿Estás bien?—,le preguntó él, mirándola con cara de preocupación mientras ella apoyaba la cara en las manos y los codos en la mesa. Parecía a punto de desmayarse, el sudor le caía por la frente. Estaba deseando bañarse y dormirse.
—Sí, estoy cansada. Ha sido un día muy largo—.Asintió lentamente con la cabeza, respirando hondo antes de tomar el tenedor y apuñalar violentamente sus papas. Dio un mordisco antes de girarse hacia el chico rubio que estaba a su lado.—¿Crees que Gally actúa de forma diferente conmigo?—.
Él frunció las cejas y tomó un sorbo de su agua, sin saber a qué se refería ella.—¿Qué quieres decir?—
—Bueno, el otro día estuve hablando con Winston y me dijo que Gally no se enoja tanto conmigo como con otras personas. ¿Es cierto?—,preguntó ella, bajando un poco la voz cuando el chico del que hablaban se sentó un par de asientos más allá.
Él ni siquiera dudó un segundo antes de responder:—Oh, sí. Definitivamente—.
—¿En serio?—,inquirió ella, totalmente desconcertada. Si tanta gente se había dado cuenta de esto antes, ¿cómo es que ella no lo había hecho, y cómo es que nadie se lo había contado? ¿Tenían miedo de Gally? ¿De ella? ¿Por qué era completamente ajena a todo lo que ocurría a su alrededor?
—Quiero decir que eres la única con la que el cabeza hueca se comunica mediante algo que no sean gruñidos y gritos—,señaló él, y ella pensó en cómo Gally se limitaba a gritar furiosamente a la gente todo el tiempo cada vez que hacían la más mínima cosa mal.—Tienes que admitir que tiene mal genio—.
Ella asintió, recordando lo que Winston dijo acerca de tener miedo de decirle al Encargado de los Constructores acerca de la mesa agrietada por lo mucho que sabían que iba a reaccionar de forma exagerada al respecto.—Sí. Se enoja mucho por todo—.
—Excepto tú—.
—Se ha enojado conmigo—,se burló Alex, poniendo los ojos en blanco y dándole otro mordisco a sus papas. No estaba segura de por qué le molestaba tanto, pero lo hacía porque quería saber por qué actuaba de forma tan diferente con ella. ¿Era porque era una chica?
Newt se limitó a enarcar las cejas con una expresión de suficiencia, no muy convencido.—Dime una vez—.Por alguna razón desconocida, tardó cinco minutos en decir algo, y la sonrisa de Newt crecía por momentos.
—Hubo una vez en que Minho y yo estábamos peleando y chocamos contra el muro que él estaba construyendo y lo derribamos. Se enfadó tanto que se quedó con la cara roja durante unas tres horas—,le dijo ella, aliviada de que por fin se le hubiera ocurrido algo que decir. Cuanto más tardaba, menos ayudaba a su caso.
—Pero no te gritaba a ti—,replicó él, señalándola con el tenedor mientras discutía, recordando el momento del que ella hablaba con un movimiento de cabeza. Él lo recordaba de otra manera.—Le gritaba a Minho. Tú estabas ahí de pie—.
—No importa. Sigue contando—.
《 ✢ 》
AL DÍA SIGUIENTE, MINHO TENÍA EL DÍA LIBRE, así que decidió pasar parte de él en una sesión de entrenamiento con Alex. Su arma favorita eran las hachas. Él nunca le dijo por qué, pero ella adivinó con el tiempo, a partir de sus observaciones, que lanzarlas le hacía sentirse todo un hombre. A lo largo de los años de enseñanza, había descubierto que se podía saber mucho de una persona por su elección de arma.
Algunos de los más tímidos del Área se inclinaban por el arco y la flecha porque parecían menos violentos que los demás. Los Constructores se inclinaban por la espada porque era más práctica y, por alguna razón, tenían que demostrar su masculinidad. No les ayudaba mucho a su ego que una chica les ganara siempre. En su mayor parte, los Habitantes se inclinaban por las armas a distancia.
—¿Cómo va eso de encontrar una salida?—,le preguntó mientras se sentaba en una de las rocas y lo observaba, sólo para asegurarse de que no se matara con las armas. Su voz era un poco desesperada porque no esperaba una respuesta positiva.—¿Alguna pista?—
Terminó el lanzamiento que tenía entre manos antes de suspirar y girarse hacia ella, pasándose una mano por el pelo 'perfecto'. No importaba lo que le estuviera diciendo a los demás para mantener sus esperanzas, él nunca le mentía. Sabía que ella podía soportar la verdad.—A decir verdad, Al, no va muy bien—.
—¿Nada?—,cuestionó ella con las cejas levantadas. ¿Cómo llevaban ahí tres años, adentrándose en el Laberinto todos los días, y aún no habían encontrado una salida? Hacía tiempo que dudaba de que hubiera siquiera una salida de aquel lugar dejado de la mano de Dios.
¿Y si quien los había metido ahí lo había hecho sólo para verlos sufrir mientras buscaban una salida? Tal vez no fueran más que ratones de laboratorio utilizados como entretenimiento, y tal vez la gente pagara por verlos sufrir. No se lo pensaría a los Creadores. Había gente que estaba muy loca.
Sacudió la cabeza y le dedicó una pequeña sonrisa para animarla.—Pero algún día saldremos de aquí. Te lo prometo—.
—Sí, lo sé. Sólo me gustaría tener caderas que funcionen cuando lo hagamos—,murmuró ella, y luego sonrió cuando él la fulminó con la mirada e imitó lanzarle violentamente el hacha que tenía en la mano. Levantó las manos para protegerse la cara, aunque sabía que no iba a lanzarla. Tampoco le habría servido de mucho.—Estoy bromeando, cabeza hueca. Tengo fe en los Corredores, especialmente en ti. Sé que no pararás hasta que salgamos—.
—Tienes toda la razón, no lo haré. O al menos hasta que yo esté fuera. No podría preocuparme menos por ustedes. Sólo finjo que me gustas para comer y para que no me mates mientras duermo—,le informó bromeando, provocando que una sonrisa se dibujara en los rostros de ambos.
Ella puso los ojos en blanco y levantó un trozo de piedra del suelo a su lado, lanzándoselo, pero él lo esquivó fácilmente, dejándolo caer en la hierba detrás de él, y siguió riendo.—Eh—.
—Es la supervivencia del más fuerte, nena. Sálvese quien pueda—.
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