𝐓𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘 𝐓𝐖𝐎. have a little of school spirit


𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐈𝐃𝐎𝐒. ❛ ten un poco de espíritu escolar ❜




—¿PUEDES PARAR?—LE PREGUNTÓ JOHNNY A MELODY, que estaba moviendo la rodilla arriba y abajo con nerviosismo—. Me estás estresando.

—Lo siento, estoy un poco nerviosa—admitió ella y tragó saliva mientras secaba el sudor de sus manos en sus pantalones.

—Bueno, pues para con la piernecita o cogeré la cinta adhesiva del mostrador para pegarte a esa silla—Peters esbozó una sonrisa y negó con la cabeza—. Además, seguro que todo ha ido bien, estamos hablando de Miguel, él puede con todo—Melody observó al hombre durante unos segundos.

—¿Estabas intentando convencerme? Porque no has sonado muy convincente.

—Cállate, estaba intentando convencernos a ambos, pero ya la has cagado—La chica rió y murmuró un "lo siento".

—Aunque tienes razón, es Miguel, todo irá bien—Aseguró ella con convicción y Johnny la miró para después asentir.

—Tú sí que sabes convencer—El rubio sonrió mientras ella soltaba una risita y comenzaba a jugar con el borde de la sudadera.

Mientras tanto, en una habitación del hospital, Miguel estaba ojeando el Instagram de Hawk con el ceño levemente fruncido.

Apartó su teléfono móvil de golpe y se dejó caer sobre la almohada, un poco decaído.

La enfermera que estaba a su lado se dio cuenta del bajo ánimo del chico y lo miró con lástima.

—Ey, ¿qué te pasa? ¿Te enciendo la tele? ¿Te traigo otra almohada?—preguntó con preocupación.

—¿Y si la operación no ha ido bien? ¿Y si no vuelvo a andar?

—No pienses en eso, cielo—Le aconsejó la mujer y luego se le ocurrió una idea—. Sé qué te hará sentir mejor: un gran trozo de tarta de chocolate. ¿Qué me dices?—Miguel frunció el ceño y luego sacudió la cabeza.

—Vale—Accedió, sabiendo que eso no iba a mejorar nada.

—Ahora vuelvo. Mientras no te traigo la tarta podrías probar a hablar con tu novia, a ver si así te animas un poco—El ceño fruncido del chico se intensificó aún más.

—¿Novia?—Cuestionó mientras se ayudaba de sus brazos para incorporarse en su cama y mirar a aquella enfermera.

—Sí, esa chica de pelo castaño que vino el otro día—Miguel la seguía mirando un poco confundido.

—¿Melody?—La mujer asintió y su corazón volvió a bombear con fuerza. Melody... ¿su novia? ¿¡En qué momento había pasado eso y por qué él no se había enterado?!

—Aún recuerdo la sonrisita que tuviste por el resto del día. Debes quererla mucho, ¿eh?—La enfermera desapareció por la puerta y Miguel se quedó mirando el hueco vacío en el que la mujer había estado unos segundos atrás.

Reaccionó unos segundos después y sacudió la cabeza mientras borraba la pequeña sonrisa que se había formado en su cara.

Mientras Johnny hablaba por teléfono de algo que le aseguró a Melody que le contaría luego, la chica había vuelto a mover la rodilla con nerviosismo, ganándose malas miradas del hombre que le observaba de vez en cuando al hablar.

Los dos vieron a la enfermera que sabían que se encargaba de Miguel y se acercaron a la vez.

—Disculpe—La llamó Johnny y ella se giró hacia ambos—. ¿Qué tal la operación de Miguel Díaz? ¿Está bien?

La mujer le dedicó una mirada cómplice a Melody acompañada de una pequeña sonrisa que ella no entendió muy bien pero decidió no preguntar—Está despierto. Algo sedado, pero va a mejor—La menor no pudo evitar soltar un suspiro de alivio.

—Bien, ¿ya vuelve a andar?—Melody puso los ojos en blanco y la enfermera miró al rubio un poco extrañada.

—No funciona así. El tiempo dirá si ha funcionado la operación, pero puede pasar si quiere. Seguro que se alegra de verle—Johnny dudó, pero luego negó con la cabeza.

—Tiene que estar con su familia—Dijo finalmente.

—Está bien, ¿y qué hay de ti?—Le preguntó a la castaña—. ¿Quieres pasar? Estoy segura de que hablar con su novia le animará mucho, la última vez lo hizo, estuvo sonriendo durante unas horas—El rubio se giró hacia Melody con el ceño fruncido y esta enrojeció de pies a cabeza.

—Em... y-yo tengo que... ir a... trabajar. Solo quería asegurarme de que todo va bien—Habló ella con rapidez y luego se escabulló.

Una mano tiró de su sudadera antes de que pudiera meterse en el ascensor y la echó unos pasos hacia atrás.

—¿Porqué, cómo, cuándo y dónde demonios ha comenzado vuestra relación?—preguntó Johnny con una ceja alzada y la chica volvió a enrojecer—. Y lo más importante, ¿por qué yo no lo sabía?

—¿Desde cuándo te interesan mis dramas amorosos?—Cuestionó ella, olvidándose por completo de negar aquel rumor.

—Tienes razón—Admitió—. Por Dios, sois más complicados que el intarnet—Murmuró el rubio.

—Internet—Corrigió la chica y luego sacudió la cabeza—. Y no estamos saliendo.

—¿Y por qué esa señora cree que sí?—Los dos entraron en el ascensor y Melody suspiró.

—Porque fue una excusa que se inventó Carmen para que pudiera pasar a verlo mientras estaba en coma—Explicó—. Y al parecer se le ha quedado grabado a todos en la mente—Añadió en voz baja.

—Oh, vamos, no hagas como que no te gusta cuando en realidad te encanta que te llamen la novia de Díaz.

—Cállate—Dijo la castaña con las mejillas rojas.

—Cursi—Murmuró el hombre y ella puso los ojos en blanco antes de contestarle.

—Antipático.

—Mocosa.

—Viejo.

—Inexperta.

—Ricitos de oro.

Johnny frunció el ceño a la vez que las puertas del ascensor se abrían.

—¿Qué clase de insulto es ese?—preguntó, aún con el ceño fruncido.

—Ricitos de oro era una niña rubia de tres años que entró a una cabaña de osos a comer y dormir como si fuera su casa—Explicó y el rubio mantuvo su expresión confundida.

—¿Me acabas de llamar como una okupa de tres años?—Melody asintió, orgullosa y Johnny se limitó a fulminarla con la mirada.





(...)





MELODY DEJÓ SU BANDEJA DE COMIDA Y LA DEMETRI CON CUIDADO en una mesa de la cafetería mientras este colocaba su proyecto en el centro de la mesa.

—¿Listas para dejarlos de piedra con nuestra presentación de Ciencias de la Tierra?

—Estoy lista para volver a dejar de hablarte—Respondió Yasmine.

—¡Oye! Mi popularidad se ha disparado, mientras que la tuya cae en picado. Pero podemos llegar a un punto intermedio, como un diagrama de Venn sexual—Liam arrugó la nariz a la vez que Melody y Moon comenzaban a reír.

—Deja tus fantasías sexuales para cuando te masturbes, gracias—Dijo Peters y Moon negó con la cabeza.

—¿Qué hay bajo la sábana?—Preguntó.

—Me alegra que preguntaras—Demetri apartó la sábana de cuadros mostrando una escultura hecha de piezas de LEGO—. Contemplad lo que los científicos creen que era el Valle cuando los dinosaurios habitaban la Tierra. Pulsa el huevo de dinosaurio—Yasmine obedeció y un leve humo salió de la boca del volcán, dejando a todos impresionados.

—No está mal. Mis padres no tendrán que pagarme un diez esta vez.

—Oh, tus padres no tendrán que volver a pagar por un diez. Porque esto es una obra maestra, que he hecho yo solito—Melody se aclaró la garganta ruidosamente—. Bueno, puede que Melody me haya ayudado.

—Querrás decir que la mejor amiga del universo estuvo una tarde entera ayudándote a construir la base y se le ocurrió la idea del humo—Peters entrelazó sus dedos y apoyó su barbilla sobre estos mientras miraba a Demetri, que bufó, con una sonrisa.

—Eso mismo. En fin, con sus ocho mil doscientas cincuenta y un piezas, esta maqueta montada concienzudamente representa el momento exacto antes de que el asteroide...

Una bola aterrizó sobre el proyecto, destrozándolo y cortando la frase de Demetri, que se había quedado observando los restos de su trabajo con los ojos muy abiertos.

—Lo siento, tío. Creo que se me ha ido el balón—Habló Hawk al acercarse.

—Tardé tres semanas en construirla.

—Y yo tres segundos en cargármela—El pelirrojo se alejó con una pequeña sonrisa satisfactoria.

Demetri caminó hacia él, furioso—Siempre a ver quién mea más lejos. No me extraña, con lo que te gusta mear—Melody se acercó a su amigo y tiró suavemente de su brazo para que volviera a la mesa. Sin embargo, él no se movió.

—Acertaste con una patada. Tuviste suerte—Murmuró Hawk mientras se acercaba a sus dos antiguos mejores amigos.

—Lárgate o tú no la tendrás—Habló Samantha a la vez que se colocaba al lado de Melody y el pelirrojo la miró de arriba abajo mientras soltaba un bufido despectivo.

—Como si fueras a empezar algo, princesa. ¿Por qué no le dices a tu nueva amiguita que se acueste con otro y le rompa el corazón para qur tú vuelvas a recibir otra paliza?—Los ojos de Hawk estaban sobre Melody cuando Sam lo empujó con fuerza, haciendo que sus amigos tuvieran que sujetarlo.

—¿Qué pasa aquí, Larusso?—Peters cerró los ojos y suspiró al reconocer la voz de la consejera Blatt. Los abrió y fulminó al chico de la cresta con la mirada, que ahora fingía ser la víctima—. Conoces nuestras normas sobre contacto físico. ¿Ha entrado en tu burbuja personal sin tu consentimiento?—Le preguntó a Eli y este comenzó a jugar con sus manos, fingiendo nerviosismo.

—Sí, me ha provocado en mi zona segura.

—Pero, ¿qué dices? Ha empezado él cargándose mi proyecto—Se quejó Demetri.

—¡Ha sido un accidente!—Se excusó Hawk—. No deberías traer tus juguetes a clase.

—Dijo el que tiene una pelota en la mano. La última vez que lo consulté esto era una cafetería, no el campo de fútbol—Habló Melody mientras se cruzaba de brazos.

—No quiero escusas, solo quiero que os respetéis—Pidió la mujer.

—Tiene razón. Deberíamos dejarnos de agresiones.

—Qué cara más dura—Le dijo Sam al chico de Cobra Kai.

—¡Oye! Considéralo una advertencia, señorita Larusso. Y recoge esto, alguien podría hacerse daño.

—Vosotros, gallinas, no tenéis zona segura—Les susurró Hawk para luego irse riendo junto a sus amigos.

Melody se dio la vuelta y se dirigió hacia la salida, ya no tenía más hambre.

Liam se levantó y se acercó a ella—¿Estás bien? Parecía que Hawk te había dicho algo malo.

—Estoy bien, no te preocupes. Voy a la biblioteca, se me olvidó hacer los ejercicios de cálculo—El chico de rizos la dejó irse, pero la siguió con la mirada hasta la salida.





(...)





—¡LEONES! ¡A LUCHAR Y A GANAR!—GRITABAN LAS ANIMADORAS MIENTRAS Melody se hacía una coleta alta y los demás se ponían las protecciones necesarias para jugar al fútbol.

—Estos pantalones cortos pican por todos lados—Se quejó Demetri.

—Venga, ten un poco de espíritu escolar—Bromeó Sam mientras se ataba los cordones.

—Sí, claro. ¡Vamos, Leones de Montaña! ¡Rawr!

—Ya lo haces mejor que nuestra mascota—opinó Melody con una goma de pelo entre los dientes mientras se acomodaba el cabello.

Los Cobra Kais se unieron al campo con unos petos rojos cubriendo su camiseta con el logo del instituto y Peters no pudo evitar soltar un bufido mientras se apretaba la coleta, observando un mechón rebelde caer por su rostro.

—Ojalá pudiéramos hacer algo con esos cretinos—Dijo Liam mientras daba toques con el balón distraídamente y Demetri lo observaba con la boca entreabierta.

—Podemos—La palabra de Larusso sacó a Demetri de su estado de admiración y la miró como si estuviera loca.

—¿Cómo? La consejera Blatt nos castigará si respiramos cerca de ellos—Se quejó.

—No la veo por aquí, ¿y tú?—Melody volvió a bufar, apartándose el mechón castaño por unos segundos—. Además, ¿qué es un partido de fútbol sin contacto físico?

—Un partido de fútbol sin tarjetitas de colores—Liam señaló a Melody, indicando que estaba de acuerdo con ella, pero ambos fueron ignorados por el resto.

—Creen que nos dejamos mangonear. Demostremosles que no.

—Cinco dólares a que esto acaba mal—Le susurró el ruloso a la castaña.

—Diez a que nos castigan el sábado y a Sam más tiempo porque protestará.

—Hecho—Ambos sacudieron sus manos y se colocaron en el terreno de juego para empezar el partido.





(...)





DESASTRE. ESO ERA LO QUE HABÍA SIDO.

Demetri había acabado con la nariz sangrando y ahora él, Sam, Liam y Melody estaban apoyados en las taquillas al lado del despacho de la consejera Blatt, ya que los habían mandado a todos allí.

Después de un rato que parecía interminable, la puerta se abrió, mostrando a Hawk y a la mujer.

—Caldwell, Johnson, Rickenberger: vosotros tres y Eli podéis iros—Los otros cuatro chicos abrieron mucho los ojos.

—Increíble.

—Será una broma—Se quejó Sam—. ¿Y nosotros qué?

—Vosotros recibiréis un castigo rehabilitador, no disciplinario, el sábado—Melody tuvo que contenerse para no sonreír al escuchar el bufido de Liam.

—¿Un castigo?—Preguntó Demetri—. Genial, otro borrón en mi expediente.

—¡Menuda mierda!—Exclamó Sam y Anderson volvió a bufar.

—¡Señorita Larusso! Aquí no nos expresamos así. Tú estarás castigada dos fines de semana.

—¡Qué asco de instituto!—La chica le dio un puñetazo a la taquilla que tenía al lado y se alejó, completamente furiosa.

—Apenas la conozco—Melody puso los ojos en blanco y siguió a Sam, que se había alejado bastante.

—Sam—La llamó y esta la ignoró—. ¡Sam! ¡Espera! ¿Es que no ves que esto es lo que quieren? Que nos cabreemos para que nos acaben castigando a nosotros. Tienes que calmarte.

Larusso se giró con cara de pocos amigos.

—No me digas que me calme, Melody.

—Sam, enserio, esto es lo que quieren que hagamos. Que nos ciegue la ira y que actuemos sin pensar, pero no podemos permitirnos eso. ¿No se supone que en Miyagi-Do os enseñan el equilibrio o algo así? Pues encuéntralo. Si fingimos indiferencia todo será mucho mejor para todos.

—No estoy de humor—Adjudicó.

—Ya, no me digas—Murmuró—. Vale, solo dime una cosa. ¿Qué es lo que te pasa conmigo?—Ella se cruzó de brazos, esperando una respuesta.

—¿A qué te refieres?

—Vamos, Sam, no estoy ciega. Veo las miradas que me mandas cuando crees que no te estoy viendo. Y ahora mismo parece que me vas a dar un puñetazo más fuerte que a aquella taquilla. ¿Es que he hecho algo?—Larusso bufó, ¿en serio no se había dado cuenta?

—No.

—¿Entonces por qué te comportas así conmigo si no he hecho nada?—Melody pareció darse cuenta, porque se congeló en el sitio—. ¿Es por lo de la pelea? Mira, siento que te vieras involucrada, yo...

—No es por eso—Respondió secamente.

—¿Entonces qué pasa? No puedo arreglarlo si no me dices qué te molesta.

—¡Solo estoy celosa! ¿Vale?—Peters la miró con incredulidad.

—Celosa... ¿de mí?—Preguntó como si fuera la burrada más grande que hubiera oído en toda su vida. Sam asintió y Melody parpadeó, confusa—. ¿Por qué?

—¡Porque le gustas a todo el mundo! Liam, Miguel...—Robby. Pensó, pero no dijo nada. Ese no era su secreto para compartir—. Y la verdad no les culpo, eres una persona maravillosa—Melody frunció el ceño, ahora sí que estaba confundida—, que siempre hace lo correcto sin siquiera intentarlo.

Ahora fue el turno de Sam de estar confundida, ya que la otra chica soltó una risa amarga.

—¿Que siempre hago lo correcto?—Repitió y negó con la cabeza—. Sam, ¿tú has visto en el lío en el que nos he metido a todos por simplemente dejarme llevar?

—Estabas borracha—La excusó Larusso y Melody volvió a negar con la cabeza.

—Podía haber manejado esta situación de otra forma, hablando con Tory, por ejemplo, y no lo hice—Soltó un suspiro—. Sam, no soy perfecta, nadie lo es. Y créeme, no tienes nada de lo que envidiarme—Aseguró.

—¿A qué te refieres?

—Da igual. El caso es que mi vida no es tan perfecta como todos creen, y mucho menos después de la pelea. ¿Por qué crees que siempre llevo algo con mangas largas?—A Larusso no le costó atar cabos y luego agachó la cabeza, avergonzada.

—Lo siento, yo...

—No te disculpes, no es tu culpa. Podemos, al menos, ¿ser aliadas? Ambas sabemos que los de Cobra Kai no van a parar, y cuantos más estemos dispuestos a pararles los pies, mejor. ¿Qué me dices?—Melody le ofreció una mano y Sam no dudó en estrechársela.

—Hagámoslo.





(...)





—¿QUÉ DEMONIOS HA PASADO?—preguntó Melody mientras se acercaba a Lawrence y se sentaba a su lado derecho en la barra de aquel bar.

Aún llevaba aquella coleta deshecha en la cabeza ya que no le dio tiempo a arreglarse porque la ausencia de Johnny en el apartamento era demasiado notoria.

—La he cagado aún más con Robby. Había quedado con él para verlo en el reformatorio pero no fui porque era a la vez que la cirugía de Miguel y, al intentar arreglarlo, todo se jodió aún más—Murmuró el hombre y Melody suspiró mientras cerraba los ojos—. Oye—Le dijo al hombre que había detrás de la barra y sacudió la botella vacía de cerveza.

—¿Todo bien, colega?—Preguntó.

—No me apetece hablar—Johnny sintió la mirada de Melody atravesándole la barbilla—. Ya sé que tú me harás hacerlo, pero déjame tomarme una cerveza más.

—Aquí tienes—El hombre le dejó otra cerveza mientras la castaña se tomaba un cacahuete con tranquilidad.

Pero esa calma se disipó al oír aquella voz—Camarero—Johnny y Melody alzaron la cabeza a la vez, encontrándose con Kreese—. Un Cutty Sark con agua. Sabía que estarías aquí, pero no me esperaba que tuvieras compañía—Lawrence giró su cuerpo hacia el otro hombre, interponiéndose un poco entre él y la adolescente—. ¿Se te ha pasado ya la rabieta? ¿Podemos hablar como adultos?

Johnny se levantó y Melody hizo lo mismo, poniéndose a su lado. El rubio ya había estado en la cárcel varias veces esas semanas, no iba a dejar que fuera de nuevo.

—Dave... ponme un sándwich de pollo para llevar—Pidió un policía que acababa de entrar al local.

—Marchando. Dame tres minutos.

—Tienes tres minutos—Sentenció Johnny.

Kreese miró a Peters, que no se había movido ni un milímetro—No pienso ir a algún lado, lo que le tengas que decir a Johnny, pienso escucharlo—El hombre soltó una carcajada.

—Melody, Melody, Melody—Kreese sacudió su cabeza—. Tan dulce como siempre—Ella lo fulminó con la mirada y luego los tres se sentaron.

Johnny bebió de su cerveza, un poco incómodo y la castaña se dedicó a inspeccionar el local con la mirada mientras esperaban a que Kreese hablara.

—Vives una situación difícil. Seguramente por mi culpa, pero créeme que fue por tu bien—Melody se mordió el interior de su mejilla, intentando no decir nada al respecto—. Nunca quise hacerte daño. Solo quería ayudar.

Los dos inquilinos del mismo apartamento en Reseda miraban a Kreese con seriedad y este rió.

—Hiciste lo imposible. Resucitaste Cobra Kai. Me resucitaste a mí. Pero luego llevaste a esos chicos por el mal camino—Peters se removió en su asiento, cosa que no pasó desapercibida por los dos hombres—, y tuve que meterme. Intenté advertirte, pero no me hacías caso. Así que tuve que actuar. Pero ya es hora de que vuelvas a casa. Me odiarás a muerte, pero siempre seré tu maestro—Una suave risita sarcástica sonó a la derecha de Johnny, que era donde Melody estaba sentada—. Te conozco mejor que tú mismo y solo hay un camino para sacarte de ese bache. El camino del puño.

»Eras el mejor, Johnny. Y puedes enseñárselo a esos chicos, ya lo has hecho antes. Y cuando vuelva nuestro chico, pues nada, lo ayudaremos a ponerse en pie. A ver si así conseguimos que también vuelva nuestra Melody—Dijo mirando a la castaña fijamente—. Mi nieta.

Sintió cómo todo su cuerpo entero se tensaba con aquella palabra salir de los labios de Kreese y se limitó a bajar la cabeza. Sin embargo, Johnny parecía no estar afectado, más bien, estaba enfadado.

—Acércate a Miguel, a Melody, o a sus familias... y te mato—La aludida levantó la cabeza y miró el perfil del rubio, sus ojos ardían con furia y brillaban con determinación. Daba miedo.

—Aquí tienes, Chuck.

—¿Cuánto es?

—Cinco pavos.

—Parece que se me ha acabado el tiempo—Dijo Kreese y se levantó—. Tengo que irme, piensa en lo que te he dicho—Dejó un billete sobre la barra y volvió a mirar a Melody—. Tu padre y yo esperamos verte por el dojo.

El hombre desapareció por donde había entrado, dejando un silencio entre los otros dos, un silencio que la chica rompió.

—Iba a decírtelo—Se excusó pero Johnny negó con la cabeza.

—Ya lo sabía—Aquellas tres palabras la dejaron atónita.

—¿Eh?

—Tu madre me lo dijo, hace unos días, cuando fui a verla. Resulta que tu padre se pasó por la clínica—Le dio un trago a su cerveza mientras la expresión de la castaña era de puro horror—. No le dijo nada malo, solo le pedía que te convenciera para que volvieras al dojo. Parece que está muy empeñado en pasar tiempo contigo.

—Eso no es bueno—Murmuró la chica.

—No, no lo es. Pero no te pasará nada, no voy a dejar que se acerque a ti—Melody asintió y después se levantó—. ¿A dónde vas?

—A solucionar una cosa, pero después de eso, tú y yo vamos a ir al hospital a poner a Díaz sobre sus pies para poder patearle el trasero a esos cabrones de Cobra Kai. Así que para de beber ya, te necesito sobrio—Johnny esbozó una pequeña sonrisa.

—Creí que tú eras la asistente.

—También soy la más responsable de los dos. Y la más inteligente, guapa, divertida...—Bromeó mientras enumeraba con los dedos de la mano y el rubio soltó una suave risa—. Nos vemos en un rato.





(...)





DESPUÉS DE LO DEL BAR, MELODY SE VIO OBLIGADA A INTENTAR HABLAR CON KEENE PARA ACLARAR TODO.

Así que allí estaba de vuelta, esperando a que el pitido de la puerta sonara, indicando que Robby había entrado a aquella sala y, cuando lo hizo, ella se levantó inmediatamente.

El moratón que tenía en su ojo izquierdo no le pasó desapercibido, pero no tuvo la oportunidad de preguntar ya que Robby había hablado primero.

—Te dije que no volvieras—le dijo el chico con seriedad.

—Lo sé, pero no estoy aquí por mí—Robby se sentó delante suya y la chica copió su acción—. Johnny me contó lo que pasó.

Keene soltó un bufido irónico—¿Te contó que me dejó plantado por Miguel? ¿De nuevo?

—Robby, no seas así...

—Y tú también estás de su parte, como no—Murmuró.

—Ey, Johnny se quedó en el hospital porque estaban operando a Miguel. Puede que no vuelva a andar, solo quería apoyarlo.

—¿Y qué? Se supone que yo soy su hijo. ¿Cuándo va a apoyarme a mí?—Protestó el castaño y la chica respiró hondo, intentando no perder la paciencia.

—Mira, Robby, siento ser yo la que te diga esto pero a Johnny también le importa Miguel y él necesitaba su apoyo en aquel momento—Robby volvió a bufar.

—Siempre Miguel, ¿cuándo va a tener tiempo para su propio hijo?—Le preguntó Keene.

—Tú no fuiste el que casi se muere en una pelea de instituto—Melody apretó los labios y sacudió la cabeza, arrepintiéndose.

—¿O sea que es mi culpa que mi padre no esté ahí para mí cuando lo necesite?

—Robby, yo no...

—¿O me estás restregando que yo le hice eso a tu noviecito?

—¡No te estoy culpando! ¡Hasta dije en la tele que fue un accidente! ¡Te defendí y a ti parece que te da igual!—Explotó la chica—. Robby, tu padre quiso arreglar las cosas más de una vez pero tú siempre lo apartabas. ¿Cómo crees que se debe de sentir él?

—¿Cómo crees que me sentí yo cuando me abandonó de pequeño?—Melody ladeó la cabeza, ella ya sabía lo que era y él lo sabía. En los ojos de Robby le pareció ver un poco de arrepentimiento, pero fue sustituído por rabia—. ¿Por qué no te vas tú también, Melody? Ya no hay nada que te implique venir aquí—Murmuró.

—Aquí estás tú, Robby. No voy a dejarte solo en esto—La castaña habló con decisión, y le sorprendió ver cómo Keene se levantaba, negando con la cabeza.

—No vuelvas. No a por mí—Y dicho eso, se fue.





(...)





MIGUEL SE ESTIRABA PARA PODER ALCANZAR SU MÓVIL, que descansaba en la mesita de madera. Sin embargo, no parecía ser capaz de tocarlo.

Johnny tocó la puerta y pasó al interior de la habitación mientras que Melody se limitó a apoyar su hombro en el marco de la puerta y cruzarse de brazos.

—¿Qué haces aquí?—Le preguntó el latino al rubio.

—¿Quieres el móvil?—Cuestionó el hombre.

—Sí.

Johnny apartó la mesa lo máximo posible del chico y este soltó un bufido cansado.

—Pues ve a por él.

—No puedo andar—Se quejó Miguel—. Puede que nunca...

—¡Silencio!—La sonrisa de Melody se ensanchó, aquel grito le traía muchos recuerdos—. "Nunca", "no puedo"... Son palabras que no dicen nada. Levántate de la cama y haz algo.

—¿Tú estás de acuerdo con esto?—Le preguntó Díaz a Melody.

Esta se encogió de hombros—¿Quieres volver a ser un tarado andante o vas a quedarte ahí tumbado el resto de tu vida?

Johnny señaló a la chica sin mirarla, indicando que ella tenía un punto—Ya no eres un crío—Continuó—. No lo tendrás fácil. Si quieres algo, tendrás que arrastrarte y usar los dientes si es necesario. Harás lo que toque. Y yo siempre estaré a tu lado, porque siempre seré tu maestro.

—Y yo la asistente—Habló Peters, por ahí atrás.

—Ve a por él—Le dijo a Díaz, que asintió con convicción.

—Sí, sensei.

Se apoyó en la barandilla de la cama y se estiró, pero no lo suficiente para llegar a la mesita, así que acabó con la cara estampada en el suelo.

—Mierda—Murmuró Johnny—. No pasa nada, te has caído como un campeón.

—¡Enfermera!—Llamó Melody al ver que Miguel se quejaba en el suelo.

No pudo evitar acordarse de cuando usaban la máquina de pelotas en los entrenamientos. Habían cambiado muchas cosas desde entonces.

Al menos volvían a estar los tres juntos, igual que en los viejos tiempos.

«Oh, por Dios, lo dices como si eso hubiera pasado hace mil años.»












MI VOCECITA FAVORITA HA VUELTO. La verdad, sí que la eché de menos :')

¿Adivinad quién está publicando un capítulo cuando en dos días tiene un examen de matemáticas? Sí, yo. Ya podéis apreciarme porque estoy suspendiendo solo para satisfaceros (es bromis, es bromis).

¿Cuál ha sido su parte favorita del capítulo? Os leo cuando me harte de estudiar :)

NO MERCY BITCHES!

P.D: Muchisisimas gracias por las tres mil leídas! (ya sé que llego un poco tarde, perdónenme) Enserio, lxs amo muchísimo, no sería lo mismo sin vosotrxs. Hoy me sentí super querida simplemente al ver que alguien había votado en un capítulo kfhsdkfksd estoy re sensible XD.

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