𝐓𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘 𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄. battle scars
𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐈𝐓𝐑𝐄𝐒. ❛ cicatrices de la batalla ❜
⚠ En este capítulo se describe un ataque de ansiedad, sé que puede ser tema sensible para muchos así que lean con precaución!
—¡VAMOS, PILOTO DE CARRERAS! Les daré una caña a esas piernas de tullido... que vas a flipar—Johnny se cayó al ver que había alguien más en el apartamento de Miguel y Melody se asomó sobre su hombro para ver cuál había sido la razón de que sus extraños ánimos cesaran—. Perdón. Dijiste a las diez, creí que estarías solo.
—Mi madre tiene fisio gratis por el trabajo, y Brayden solo podía a esta hora—Explicó el latino mientras el hombre desconocido le movía la pierna con las manos.
—Mahalo—Johnny miró al hombre con un poco de incomodidad pero también juzgándolo con la mirada.
—Si queréis esperar, ya falta poco.
—Sí, esperamos, no pasa nada—Habló Melody al ver la miradita que Carmen y el rubio acababan de compartir.
Miguel le sonrió suavemente y ella hizo lo mismo a la vez que metía las manos en el bolsillo de su pantalón.
—Si sientes dolor, hermano, avisa.
—Sigo sin sentir nada.
—Tranquilo. Pensamientos positivos, ¿recuerdas?
«Este hombre me recuerda a Yax de Zootopia, ese que iba desnudo y que tenía moscas volando a su alrededor. Transmiten las mismas vibras.»
Melody apretó los labios, intentando no reírse. Desde que la vocecita de su conciencia había vuelto a manifestarse, veía todo de otra forma, con más... color.
—Vas muy bien—Animó Brayden, pero Johnny intervino.
—¿En qué?¿Dejar que tú le levantes las piernas?—Miguel y Melody no pudieron contener una pequeña risita, pero Carmen lo miró mal.
—Johnny, Brayden es un especialista. Sabe lo que hace.
—Respira lenta y profundamente—El rubio puso los ojos en blanco mientras los otros dos hacían ruido al respirar.
—Inspira alegría y amor—Peters hizo una mueca, intentando no reír, cosa que era muy complicada.
—Tiene que estar de coña.
—Johnny, ¿podemos hablar?—La castaña alzó las cejas y se apartó un poco para dejarle privacidad a los dos adultos, aunque por dentro se moría de curiosidad.
Se apoyó en las esquinas de la camilla en la que estaba Miguel y miró hacia abajo para mirar al chico a la cara. Él le sonrió y ella hizo lo mismo, aunque el ángulo desde el que él la estaba viendo era muy poco favorable. Pero a él le seguía pareciendo la chica más hermosa del mundo.
Vale, puede que después de todo, lo que había pasado en la fiesta no habían sido efectos del alcohol y de verdad le gustaba Melody. Sin embargo, eso no quitaba que se hubiera comportado como un imbécil y se hubiera equivocado. Había dañado a Tory y a Melody esa noche, y estaba muy arrepentido.
Peters levantó la cabeza, encontrándose con una sonrisita en el rostro de Brayden, que los miraba a ambos con picardía. Frunció el ceño levemente y luego sacudió la cabeza, apartando la mirada a cualquier objeto de la habitación.
(...)
MIGUEL EMPUJABA SU SILLA, UN POCO DESANIMADO POR TENER QUE ESTAR EN ELLA, pero frenó en seco cuando una revista con mujeres en bikini en la portada apareció delante de su rostro. Miró hacia arriba, encontrándose con Johnny sujetando una caña de pescar y Melody a su lado con una mirada de reprobación.
—¿Qué es eso?—preguntó el pelinegro.
—Eso es una colección de las tías más buenorras de mil novecientos noventa y ocho. Y si no la coges, no la verás.
—Vale—Miguel estiró la mano pero Johnny apartó la revista antes de que pudiera alcanzarla.
—Tendrás que esforzarte más—Peters, que estaba al lado de Johnny, estaba agarrada a la barandilla, pero también lista para salir corriendo si algo salía mal. Es verdad que las ideas de Lawrence nunca tienen sentido, pero esta era un poco demasiado descabellada.
—Sabes que puedo encontrar estas fotos en el móvil, ¿verdad?—Dijo Díaz y Melody miró a Johnny, ya que ella le había dicho lo mismo.
—No es lo mismo, las pivas están más buenas en el papel—La castaña volvió a poner los ojos en blanco, eso había dicho él—. Pero no lo sabrás si no te levantas. O que te siga dando masajes esa nenaza de fisio—Miguel rió.
—Vale—Volvió a alzar su brazo, pero Johnny movió la revista de nuevo.
—¡Débil! ¿Ya está, Díaz?—Otra vez, seguía sin alcanzarla—. ¡Creía que eras el campeón del All Valley!
Cuando el pelinegro se apoyó en la silla para levantarse, Melody se puso en guardia por si pasaba algo y tenía que saltar desde esa barandilla si era necesario.
—Venga, chaval—Johnny seguía empujando la revista mientras el chico se estiraba cada vez más.
Sonó un estruendo a la vez que Miguel caía al suelo y Melody corría escaleras abajo.
—¡Mierda!—Maldijo el rubio.
Peters se agachó al lado de su amigo y lo miró, asustada, él soltó un gruñido y se incorporó en el suelo.
—¿Estás bien?
—Sí—El pelinegro abrió mucho los ojos cuando los brazos de Johnny envolvieron su torso y lo sentaron en la silla.
—Tranqui. Ya te tengo, colega. Eso es—Melody se acercó a ellos a la vez que Johnny se ponía en cuclillas al lado de la silla—. Vale, una pausa y volvemos a probar. Mi Playboy de Vanna White fijo que funciona.
«No sé tú, pero yo agradezco nunca haber encontrado esas revistas.»
—¿No lo entiendes?—Le dijo Miguel—. Ni con una PlayStation nueva delante podría levantarme.
El pelinegro se alejó lo más rápido que pudo con la silla de ruedas mientras los otros dos lo miraban con pena.
Johnny suspiró y se puso de pie, al lado de la chica.
—Menos mal que dijo que no, mi siguiente opción era colgarte a ti—Melody lo miró mal—. ¿Qué? No me mires así, necesitaría algo que le gustase mucho.
El rubio comenzó a caminar mientras la castaña se quedaba en su sitio, confundida.
—¿Eh?
(...)
MELODY ESTABA TOMANDO UN CACHO DE PAN MIENTRAS JOHNNY PRENDÍA UN TRAPO VIEJO CON COMBUSTIBLE.
—¿Sabes por qué llaman a esto "hibachi"?—Le preguntó el hombre a Miguel.
—No se llama así. Es una barbacoa—El rubio lo ignoró y siguió con su historia como si el chico hubiese dicho "no".
—Hace cien años, en la antigua China, había una aldea de ganaderos de lácteos que vivían de leche y queso—El ceño de Melody se fruncía cada vez más con cada palabra—. Llegó la sequía y había que ir al río a por agua, pero ningún chinito quería ir.
—Creo que eso es ofensivo—opinó el latino.
—Bueno, chino, lo que sea—Miguel sacudió la cabeza con una sonrisa—. El caso: esperaban a que lloviera desde sus hamacas. Un sabio les puso unas ramas debajo a los aldeanos mientras dormían. ¿Y sabes qué pasó?
—¿Qué ardieron?
—Exacto. De ahí viene lo de jugar con fuego—Melody soltó una carcajada—. ¿Sabes cómo se llamaba el sabio?
—¿Hibachi?—preguntó Miguel.
—Bingo.
—Ya. Solo que los hibachis son de Japón, no de China, y allí no abundaban las granjas lecheras ni las hamacas. ¿De verdad creías que me lo tragaría?—La castaña abrió la boca levemente.
«Añade inteligencia a la lista de cosas que te atraen de un chico. O que amas de Miguel, aunque esa lista parece ser interminable.»
—No, sabía que estarías demasiado distraído criticándome, que no verías lo que estaba haciendo.
—Ah, ¿y qué estabas haciendo?—preguntó con una sonrisa burlona.
—Encenderte un fuego debajo—Johnny enseñó el mechero y aquel combustible.
—¿Qué has hecho?—Los ojos de los dos adolescentes bajaron al pie del chico, y ambos abrieron mucho los ojos—. ¿¡Qué has hecho?!
—¡Johnny!—Le reprochó Melody mientras el aludido sujetaba los brazos de Miguel.
—¿Estás loco?
—Prefiero no contestar. Venga, mueve la pierna—Ordenó el rubio.
—No puedo.
—Querer es poder.
—¡Si yo quiero!
—¡Pues concéntrate!—Melody observó el fuego llegando al zapato de Miguel con pánico y comenzó a buscar algo para apagarlo con desesperación—. Que tu cerebro ordene a tus piernas que muevan el culo.
—¡Sensei, me sube por la pierna!—Esa frase fue suficiente para que la castaña usara el extintor que Johnny tenía por si acaso y soltó un suspiro de alivio cuando la llama se apagó.
—Creí que funcionaría—Maldijo Johnny en voz baja.
—¿Y por qué no? Tenía el pie en llamas y ni lo he notado. No funciona nada—Melody ladeó la cabeza, observando a aquel chico con lástima—. En fin, voy a recoger antes de que llegue mi madre. Hasta luego—El pelinegro se marchó con la cabeza baja y los ánimos más abajo aún.
Melody miró a Johnny enfadada, pero antes de que pudiera decirle algo, recibió un mensaje.
SAM:
¿Puedes venir a los recreativos?
(...)
—HEY, ¿QUÉ PASA?—Le preguntó a Sam una vez ya había llegado al establecimiento.
—Genial, ya estamos todos, ¿dónde están?—Le preguntó Larusso a Chris, que iba vestido con la ropa de trabajo.
—En el laser tag de al lado—Respondió.
—¿Cuántos son?
—Cuatro.
—Nosotros somos seis. Tenemos ventaja.
—¿Seguro que es buena idea?—preguntó Demetri y Melody frunció el ceño.
—¿Qué es buena idea?
—No estamos en el instituto—Ignorada de nuevo—. Es nuestra oportunidad.
Todos comenzaron a caminar con decisión y Melody los siguió, aún confundida. Entraron al laser tag y apagaron las luces para después entrar con decisión.
—¿Qué queréis?—preguntó Hawk y el corazón de Peters dio un salto. No iba a pasar lo que ella creía que iba a pasar, ¿verdad?
—Venganza—Sam dio el primer empujón de aquella pelea.
Los chicos que la acompañaban se lanzaron sobre los Cobra Kais mientras Melody se congelaba en el sitio. Aquello no estaba pasando, por favor.
Se vio obligada a reaccionar cuando un puño iba directo hacia su cabeza. Bloqueó el golpe y lanzó otro casi inconscientemente. Comenzó a pelear con aquel chico que alguna vez había sido su compañero, pero no le importó, solo quería irse y volver a casa con Johnny y Miguel.
Tiró a su contrincante al suelo y cuando iba a lanzarle un puñetazo para dejarlo oficialmente fuera de combate, lo oyó.
—¡Melody Peters!—Su cuerpo se tensó por completo y se quedó paralizada. Tory estaba allí—. ¿Dónde estás, zorra?
Su corazón empezó a latir con fuerza a la vez que su respiración comenzaba a acelerarse por el miedo.
—¡Da la cara, Peters!
Un zumbido inundó sus oídos y, a continuación, se tambaleó, todo le daba vueltas. Recuerdos del día de la pelea salieron a la superficie, y sintió que todo se volvía a repetir.
No quiero hacerte daño.
Ya lo has hecho.
Su piel rasgándose de nuevo fue lo que sintió, sus cicatrices ardían del mismo modo que lo había hecho aquel día.
Esto no es un torneo. No hay reglas.
Sin piedad.
Las luces azules y de otros de aquel lugar comenzaron a distorsionarse por culpa de las lágrimas y sus piernas fallaron, provocando que ella cayera al suelo.
¡Miguel!
Sintió una presión en su pecho, como si alguien le estuviera apretando los pulmones, privandolos de que entrara aire en ellos. No era capaz de respirar. Se puso una mano sobre el corazón —que iba a toda velocidad—, como si eso fuera a ayudarle, mientras respiraba con dificultad y sus mejillas se humedecían.
Cuando quiso darse cuenta, estaba sentada en un rincón, con lágrimas gruesas cayendo por sus mejillas.
Te lo suplico, abre los ojos.
No, no, no. No de nuevo.
¡Miguel! Por favor.
Cada patada, cada golpe, cada esfuerzo que tuvo que hacer al levantarse... Volvió a sentirlo todo, como el peor deja-vu de todos.
Escuchó que alguien pronunciaba su nombre, pero sonaba tan lejano que no sabía si era una ilusión o de verdad la habían llamado.
Levantó la cabeza y al ver a Eli agarrando el brazo de Demetri, no pudo evitar pensar en Miguel y Robby. Estaban en la misma posición segundos antes de que...
¡Miguel!
¡No!
—¡Para, por favor!—Las súplicas de Demetri sonaban como si estuviera en otra habitación, sin embargo aquella escena estaba pasando justo delante de sus narices. Y ella estaba escondida—. ¡Eli, para!
Díaz, despierta, vamos. ¡Por favor!
Sus ojos se cruzaron con los de su mejor amigo y pudo ver cómo él negaba levemente con la cabeza, no quería que justo ella apareciera delante de los chicos de Cobra Kai. No en ese estado.
Lo siguiente que oyó fue el hueso romperse y el grito de dolor de Demetri.
Cerró los ojos con fuerza y soltó un sollozo, para después intentar coger aire inútilmente, no era capaz.
—¡Esto no ha acabado, Melody!—La voz de Tory resonó en aquella sala mientras Peters abrazaba sus rodillas y lloraba desconsoladamente.
Le habían roto el brazo a Demetri, y ella no había hecho nada para evitarlo.
(...)
JOHNNY ABRIÓ LA PUERTA DEL APARTAMENTO CON UNA SONRISA, Miguel había movido el pie.
No obstante, se borró tan pronto como encendió la luz y vio a Melody sentada en el sofá con las manos temblorosas en su regazo y con la cara empapada en lágrimas.
—¿Qué demonios ha pasado?—Preguntó con la furia expandiéndose por sus venas.
Ella levantó la cabeza y lo miró, como si no hubiera reparado en su existencia antes. Abrió la boca y la cerró, pensando en qué decir y cuando se decidió, lo único que salió de su garganta fue un sollozo.
No quería llorar, pero no había podido parar desde la pelea. Al menos ahora ya respiraba con un poco más de facilidad.
Johnny se acercó a ella con cuidado y se sentó a su lado, mirándola con preocupación.
—Melody, ¿qué ha pasado?—La chica se sorbió la nariz.
—Pegaron primero, los de Miyagi-Do—Comenzó a explicar con la voz rota—. Yo estaba con ellos. No quería... yo no...—Sus palabras fueron interrumpidas por otro sollozo—. Le rompieron el brazo a Demetri, y yo solo miré... N-no podía moverme, estaba paralizada, yo...—Se secó las lágrimas con rabia pero, dos segundos más tarde su vista volvió a nublarse. Soltó otro sollozo y cerró los ojos—. Parecía que todo iba a repetirse de nuevo, así que no hice nada porque lo único que pude hacer era sentir que en cualquier momento volvería a escuchar la espalda de Miguel romperse—Suspiró y se tapó la cara con las manos—. No creo que pueda volver a practicar karate, no después de eso—Negó con la cabeza y se volvió a secar las lágrimas—. Dios, soy ridícula.
Johnny la observó en silencio, sin saber qué hacer. Se veía tan... vulnerable, tan rota que su corazón no soportaba verla así.
—No, no lo eres—Melody miró al rubio, con los ojos cristalizados de nuevo—. Has pasado por muchísimas cosas últimamente, lo raro es que no estuvieras asustada. Pero no voy a dejar que te rindas. Eres una luchadora, Melody, y si no eres capaz de levantarte, yo estaré aquí para animarte a hacerlo. Porque, al final, solo tú puedes levantarte a ti misma. Y lo harás, créeme, porque eres la persona más fuerte que conozco. Solo necesitas volver a encontrar esa fuerza dentro de ti, y cuando lo hagas, será un placer volver a ser tu sensei—El labio inferior de la castaña comenzó a temblar y Johnny abrió los ojos, asustado—. ¿He dicho algo malo? Yo...
Su frase se cortó de inmediato por la sorpresa que lo invadió cuando la chica le dio un abrazo. Tardó unos segundos en reaccionar, pero al final la estrechó contra sus brazos. La escuchó sorberse la nariz antes de susurrar—: Gracias, Johnny.
—De nada, pero como me hayas manchado la camiseta de mocos duermes afuera—Melody se separó mientras reía y se secaba las lágrimas—. Eso está mejor—Dijo el rubio refiriéndose a la risa de la adolescente—. Y, para que sigas sonriendo, deberías saber que hoy he llevado a Miguel a un concierto...
—Os habéis colado, ¿verdad?—Interrumpió ella y Johnny la miró mal.
—Eso son detalles poco importantes—Melody volvió a reír y el hombre continuó—. Lo que decía, que estábamos en el concierto y ha movido el pie—La castaña dio tal respingo que casi se cae del sofá—. Deberías ir a hablar con él, a ver si te animas un poco.
Peters se quedó pasmada durante unos segundos, pero después comenzó a buscar su móvil desesperadamente. Cuando lo alcanzó, le mandó un mensaje a Miguel.
MELODY:
¿Podemos vernos fuera en dos minutos?
Luego se levantó rápidamente y se limpió la cara e intentó arreglar el pelo.
—Ni te molestes, te vas a ver horrible igual—Habló Johnny desde el sofá y ella lo miró mal antes de salir del apartamento.
Se apoyó en la columna que había en el porche de su casa y se sobresaltó cuando oyó la puerta de enfrente abrirse.
Miguel bajó la rampa en la silla con una sonrisa gigante que casi se le contagió a Melody. No obstante, la sonrisa vaciló al ver los ojos rojos de la chica.
—¿Está todo bien?—preguntó, notablemente preocupado.
—Sí, sí, estaba viendo Infinity War. Ya sabes cómo me pongo con el chasquido—Mintió, pero era obvio que el latino no la creía.
—Parece que has estado llorando...—El pelinegro ladeó la cabeza—. Melody, me dijiste que la última vez que lloraste fue hace cinco años—Miguel se acercó con preocupación a la chica.
—Está todo bien, últimamente estoy muy sensible, eso es todo...—Silencio.
La castaña apartó la mirada, porque sentía que si seguían hablando de eso, se iba a echar a llorar de nuevo y no quería hacerlo. Al menos no delante de Miguel.
Se aclaró la garganta llamando la atención del pelinegro y comenzó a jugar nerviosamente con sus dedos.
—Johnny me dijo que habéis ido a un concierto—La sonrisa de Miguel volvió a aparecer cuando él asintió enérgicamente.
—Bueno, en realidad nos colamos. Pero mira esto—La castaña bajó la mirada hacia el pie derecho del chico y casi comienza a llorar de nuevo cuando lo vio moverse arriba y abajo, dando golpecitos en la silla.
No lo pensó dos veces antes de abrazar al pelinegro, que aceptó el gesto con mucho gusto.
—Me alegro muchísimo por ti—Murmuró sobre su hombro y sonrió cuando escuchó la suave risita del chico.
Se separó y miró a los ojos del chico, que irradiaban alegría. Aún con las manos en sus hombros, ambos se miraron fijamente.
Sintió cómo sus dedos cosquilleaban con la necesidad de envolverse en el cabello del latino y cómo cada célula de su cuerpo le pedía que cerrara la distancia que había entre ellos.
No obstante, cuando los labios de Miguel bajaron a sus labios, se apartó de golpe. Por mucho que quisiera, besarlo de nuevo se sentía... mal. Ya lo había fastidiado todo al besarlo, no iba a hacerlo de nuevo.
—Em... buenas noches—Balbuceó antes de salir disparada hacia su puerta.
Sin embargo, cuando su mano estaba rozando el pomo, la voz del chico sonó a su espalda.
—Melody...—Por favor que no diga nada sobre el beso, por favor que no diga nada sobre el beso—. Estoy para lo que sea, lo sabes, ¿verdad?—La castaña soltó un pequeño suspiro de alivio y después se giró hacia él.
Lo observó durante unos segundos, verlo en aquella dichosa silla le formaba un nudo en la garganta, así que tragó saliva intentando deshacerlo.
Luego, asintió.
—Gracias—Murmuró con una sonrisa que Miguel no dudó en devolverle, haciendo que su estómago se revolviera.
Ojalá esos pequeños gestos no la hicieran sentir de aquella manera, todo sería más fácil.
MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LAS 4 MIL LEÍDAS, OS AMO!!
Juro que casi lloro de la emoción, esto es demasiado surrealista.
Decidí acabar este capítulo y subirlo cuanto antes como agradecimiento por alcanzar esta meta, así que espero que os guste :)
NO MERCY!
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