𝐓𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘 𝐒𝐈𝐗. bring back the tournament
𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐈𝐒𝐄𝐈𝐒. ❛ traer el torneo de vuelta ❜
—SÉ QUE HA PASADO TIEMPO DESDE LA ÚLTIMA CLASE—Comenzó Daniel y sus estudiantes lo escuchaban con atención—. Tras la pelea, no sabía si Miyagi-Do debía seguir abierto. Pero todo ha ido a peor desde que cerramos—Liam miró a la señora Larusso, que observaba a los adolescentes con una sonrisa mientras su marido hablaba—. Por eso hemos vuelto. Solo podremos detener a Cobra Kai trabajando todos juntos. Pero recordad siempre que el motivo por el que aprendemos karate es...
—¡... Para demostrarle al mundo que no sois un par de nenazas! ¡Que sois duros! Nadie se caga en un águila, ellas se cagan en los demás—Los estudiantes de Eagle Fang rieron y Melody se mordió el labio con diversión—. Pero recordad que ser un malote no significa ser un gilipollas. No buscamos hacerle daño a otros. Lo que buscamos es...
—... Ganar a toda costa. Quienes considerábamos aliados se han vuelto en nuestra contra—Chris estaba de brazos cruzados mientras su padre le hablaba a los estudiantes de Cobra Kai, pero no le estaba prestando mucha atención a su discurso ya que estaba ocupado pensando en su hija—. Ahora los enemigos nos atacan por todas partes. No hay vuelta atrás. Es el momento de mostrarles...
—Perdón. Compasión. El señor Miyagi decía que si buscas venganza, más vale que caves dos tumbas—Liam sonrió un poco mientras practicaba la kata característica de aquel dojo. Su abuelo se parecía mucho al señor Miyagi en la forma de dar consejos—. Y tenía razón. Si tienes odio en el corazón, ya has perdido. Sé que no es fácil, pero tenéis que hacer lo que podáis...
—... Para darles una paliza de cojones. No dejéis que os mangoneen. Debéis abalanzaros como un águila, cogerlos con las garras e hincarles los colmillos—Melody no pudo evitar sonreír mientras practicaba puñetazos frontales al recordar el almohadazo que le había dado Johnny el día anterior cuando ella le intentó explicar que las águilas tenían pico, no colmillos—. Pero no empecéis nunca la pelea. Solo quiero que...
—La terminéis—Habló esta vez Chris—. Para siempre.
—¿Ha quedado claro?—preguntó Kreese.
—¡Sí, sensei!—Exclamaron los alumnos de los tres dojos.
Los hombres sonrieron ante la respuesta de los adolescentes. Prepararse para el torneo ya no era lo importante, ahora la prioridad era acabar con los dojos rivales para siempre.
(...)
MELODY BAJÓ DE SU SKATE Y SE LO PUSO BAJO EL BRAZO, había comenzado a lloviznar y había tenido que dar media vuelta para no mojarse mucho.
Levantó la cabeza y frenó en seco al ver a Miguel apoyado en la maceta mientras revisaba su móvil, más concretamente si la castaña había leído sus mensajes. Lo había hecho, por supuesto, pero los había ignorado. El pelinegro alzó la vista y, cuando sus ojos se encontraron con los de la chica, tragó saliva y guardó su móvil en el bolsillo de su chaqueta.
Oh, no. Esa mirada solo significaba que quería hablar de una cosa, y no era de cualquier tema, era de eso.
«Si te quedas muy quieta no puede verte.»
—Puedo verte—Informó Miguel al notar que la castaña no planeaba moverse.
«Mierda.»
—Estoy ocupada—dijo ella mientras se dirigía hacia su apartamento.
—Melody, tenemos que hablarlo. Por favor—Le pidió mientras la seguía de cerca.
—No hay nada de lo que hablar. Tú mismo lo dijiste, fue un error—Las últimas tres palabras las había dicho mirando a Díaz, que bufó desesperado mientras ella se acercaba a su puerta.
—No quería decir eso.
—Pues fue lo que dijiste. Y, teniendo en cuenta de que acabaste en un coma y tuviste que aprender a andar de nuevo, sí resultó serlo—Habló Melody mientras buscaba en su llavero la llave adecuada para abrir la puerta y la intentaba meter en el cerrojo, cosa que era difícil porque sus manos habían comenzado a temblar de los nervios.
Cuando consiguió abrir la puerta, una mano se posó sobre la suya en el picaporte.
—Lo único erróneo de ese beso fue el momento en el que ocurrió. Y que estabas muy borracha—Melody tragó saliva mientras intentaba calmar los latidos de su corazón que se había acelerado en el momento en el que sus manos se rozaron—. Lo que pasó después... Dios, no me importa lo que haya pasado. Preferiría mil veces volver a usar esa estúpida silla si eso significara tenerte a mi lado que poder hacer cinco mortales y que tú no estés ahí para sonreírme o incluso burlarte de mí—Nunca pensó que le pasaría, pero la chica se quedó sin aliento con aquellas palabras—. Y-y lo que pasó en el instituto, en las escaleras... fue un accidente, no fue culpa de nadie. Y mucho menos culpa tuya, Melody.
La castaña apartó la mirada y cerró los ojos mientras sentía que el corazón se le salía del pecho, pero esta vez no era porque estaba aterrorizada, era de alivio.
Escuchar aquellas palabras tan inesperadas le había afectado y mucho. Se había torturado durante meses pensando que si algo le pasaba a Miguel, iba a ser culpa suya y sabía que no podría soportarlo. Pero allí estaba él, diciéndole que no era su culpa y pareciendo completamente honesto con sus palabras.
Así que, se rompió de nuevo.
Sin poder evitarlo, una lágrimas resbaló por su mejilla, y otra, y otra... Se pasó el dorso de su mano por los ojos antes de sentir un cuerpo abrazarla con fuerza. No tuvo que abrir los ojos para saber que se trataba de Miguel.
El pelinegro la envolvió con sus brazos y la dejó llorar sobre su pecho mientras le acariciaba el cabello. Sinceramente, se pasaría así todas las horas que fueran necesarias si eso significara que, después de eso, Melody le enseñaría su preciosa sonrisa de nuevo.
Cuando quiso darse cuenta, Peters estaba tumbada en su cama con una manta por encima y el portátil a unos centímetros de distancia de su cuerpo.
—No tienes porqué hacer eso—Le dijo a Miguel que había entrado en su habitación con gominolas y un cubo de palomitas en la mano. Su voz aún sonaba un poco mucosa de haber estado llorando durante un buen rato, pero eso no le importaba.
—Ya sé que no, pero quiero hacerlo—El pelinegro se sentó a su lado y dejó la comida sobre el colchón—. Así que ahora vamos a ver tus pelis favoritas empezando por Spider-man para que te animes. Y cuando yo considere que ya estás bien, me iré. ¿Vale?—La chica esbozó una pequeña sonrisa.
—Vale.
—Bien.
El chico se sentó sobre el colchón, pero sus ojos viajaron al brazo de la castaña. Concretamente a su cicatriz.
La chica notó a dónde estaba mirando, así que rápidamente tapó su brazo con la manta, completamente avergonzada.
—No tienes que taparlo—Le dijo Miguel y ella simplemente negó con la cabeza.
—No me gusta que lo vean. Me siento... podrida. Como si estas cosas me recordaran todos mis errores—Confesó mientras levantaba su camiseta y observaba la que tenía en el abdomen.
—Yo las veo como las marcas de una superviviente—Melody lo miró—. Te dieron una paliza, y no solo sobreviviste, fuiste capaz de levantarte cada vez aún sabiendo que no serías capaz de dar el cien por cien en la pelea. Y esas cicatrices son la prueba de lo fuerte que eres. Además, te hacen parecer una tía dura—añadió y la castaña rió.
El chico le sonrió al ver que ella descubría su brazo y ella le sonrió de vuelta.
Miguel le dió al play en la pantalla del portátil y se acomodó a su lado. Melody no pudo evitar admirar su perfil durante unos segundos y luego se acurrucó a su lado. El chico no protestó, de hecho, le pasó un brazo por los hombros y la atrajo más hacia su cuerpo.
—¿Gominolas?—Le preguntó mientras le tendía la bolsa.
Ella las observó con una sonrisa—¿Estás intentando comprarme?—El pelinegro se encogió de hombros.
—Bueno, sé que te perderé en el instante en el que veas a Peter Parker, así que...—Ambos rieron y Melody tomó una gominola de la bolsa.
—Gracias—Susurró.
—No me las des. Estaré ahí para tí de la misma forma que tú estuviste ahí para mí—La castaña apoyó la cabeza en el hombro del chico y ambos comenzaron a ver la película.
En ese momento, se olvidó de todo y se permitió disfrutar de la compañía de Miguel Díaz. El chico que tanto le gustaba.
(...)
MIGUEL PASÓ POR DELANTE DEL BANCO EN EL QUE ESTABAN los Cobra Kais y rodó los ojos antes de seguir caminando, con la cabeza baja.
Al sentir que su hombro chocaba con el de otra persona, alzó la vista encontrándose con Melody.
—Lo siento—Se disculpó ella.
—Lo siento yo, Mels.
—No, lo siento yo. No miraba por donde iba.
—Ni yo—Ambos se miraron durante unos segundos y ella se aclaró la garganta.
—Bueno, te dejo volver con tus amigos.
Estaba claro que no le había contado nada sobre lo que había pasado con los Cobra Kais, así que esperaba que siguiera estando con ellos. Por eso le sorprendió tanto que él respondiera...
—Ya no son mis amigos. No después de todo lo que os hicieron. A ti y a los de Miyagi-Do, me refiero—Aclaró y la castaña sonrió para después asentir con la cabeza.
—¿Liam?
—Y Demetri—Melody volvió a asentir, era obvio que se lo habían contado ellos—. Debería irme a la sala de estudio.
—Justo yo iba para allá. Podemos...—La castaña volvió a aclararse la garganta—. Ir juntos.
—Vale—Respondió él con una sonrisa.
Ambos comenzaron a caminar en silencio mientras eran muy conscientes de quién estaba a su lado y de la forma que los hacía sentir.
—¿Cómo estás? Te quedaste dormida en medio de la película y los dos sabemos que es algo que nunca te pasa—Melody se relamió los labios con nerviosismo ante aquella pregunta.
—Mejor, la verdad. Y todo gracias a ti—Tomó aire y luego clavó la mirada en el suelo del pasillo mientras ambos seguían caminando—. Si te soy completamente sincera, han cambiado muchas cosas. Ya no soy la misma de antes en algunos aspectos—Murmuró y el pelinegro la miró con un poco de pena, pero cambió su expresión a una sonrisa.
—Bueno, en ese caso, estoy dispuesto a conocer a esta nueva versión de ti misma—La castaña le sonrió y le tendió su mano.
—Soy Melody. Encantada.
El chico le estrechó la mano mientras reía suavemente—Miguel. Un placer.
Los ojos de la castaña viajaron a un punto detrás del pelinegro y abrió la boca sorprendida.
—¿Demetri?—Ya se había disculpado hace unos días con él por ignorarlo durante un buen periodo de tiempo, pero lo que menos se esperaba era encontrárselo con la lengua metida en la boca de Yasmine.
—¡Hola!—Saludó este una vez ambos se separaron—. Solo estábamos...
—Estudiando—Completó Yasmine y Melodi no pudo evitar cruzarse de brazos con una sonrisa burlona.
—No sabía que ibais juntos a anatomía humana—Los dos se miraron y ella rió—. Así que, ¿estáis...?
—¿Qué?—La rubia señaló a Demetri—. Ew, ew. No. ¿Yo? ¿Salir con este friki?—Yasmine miró a Demetri una última vez antes de alejarse de ellos.
—Pues vale, Cruella. ¿Por qué no vas a matar unos dálmatas?—El chico se giró hacia sus amigos—. Estoy enamorado al ciento uno por ciento—Dio dos palmaditas en el hombro de Miguel y desapareció por el pasillo.
—Bueno, me alegra saber que no tuvo que matarme para conseguir algo más que que le escupiera en la cara—Dijo Melody y luego rió—. Esto ha sido la cosa más surrealista que he visto en mi vida.
—Bueno, supongo... que el amor lo puede todo—La castaña ladeó la cabeza con una sonrisa.
—Supongo que sí.
Los dos se quedaron mirando a los ojos durante unos segundos causando que se olvidaran de todo lo que pasaba a su alrededor.
Melody abrió la boca para hablar, pero fue interrumpida por Liam, que pasó cada uno de sus brazos por los hombros de sus amigos.
—¡Pero qué ven mis ojos! Mis rivales de karate—La castaña negó con la cabeza mientras reía—. ¿Sabes? Ya no podremos hablarnos porque si no no podré mentalizarme de que se supone que tengo que pegaros.
—¿A qué te refieres?—preguntó Miguel.
—Liam practica karate en el Miyagi-Do—Informó Melody y le tiró de la oreja al ruloso—. O al menos lo intenta.
—Auch—Se quejó mientras se sobaba la oreja—. ¡Ey! Al menos lo intento. Algún día seré capaz de hacer una de esas patadas tan molonas que parecen haber sido enseñadas por una grulla—Liam levantó una pierna y la flexionó para después extenderla con muy poca fuerza, haciendo que los otros dos rieran.
—Aún te queda mucho por aprender.
—No puedo esperar a que me enseñes algunas de tus técnicas, diosa del karate—Le dijo a Melody y esta le apartó con un empujón suave. El ruloso dio un traspiés y se adelantó unos pasos, se giró y señaló a la castaña—. ¡Nos vemos en química! ¡Encantado de volver a ver tus piernas en acción, Miguel!—Y dicho eso, se alejó haciendo un pequeño bailecito.
Los dos chicos lo observaron durante unos segundos, se miraron y se echaron a reír.
—¿Te acuerdas de cuando babeabas por él?—Melody suspiró con una sonrisa.
—Sí... Qué tiempos—Díaz soltó una carcajada y ambos continuaron caminando hacia el aula de estudio.
(...)
—BIEN, BERT. SERÁ MEJOR NO CABREARTE—dijo Johnny al ver la patada que el rubio le había dado al frisbee—. Caraculo, te toca.
—¿Tengo que quedarme con el mote?—preguntó Mitch mientras se acercaba a su sensei.
—¿Prefieres Alientopolla?
El chico pareció pensarlo durante unos segundos.
—Caraculo me vale—Le dio una patada al trozo de plástico que se lo arrebató a Johnny de la mano.
—¡Bien, Alientopolla! Venga, Díaz, te toca.
El latino se acercó al rubio y Melody lo miró con preocupación. Las piernas del chico aún no respondían correctamente y no sabía si sería capaz de realizar aquella patada.
—Imagínate que es el tío al que se lo robé—Le indicó Lawrence—. Piensa en sus tristes rastas.
Miguel asintió y al final solo consiguió darle un golpecito con el pie al frisbee.
—Vale, ¿quién va ahora?
—Puedo hacerlo, sensei—Adjudicó Miguel con confianza.
—Miguel, no pasa nada.
—Puedo hacerlo—Johnny asintió.
—Vale. Ponte de lado, con las puntas de los pies—Miguel obedeció y realizó la patada, pero perdió el equilibrio y acabó en el suelo.
—¡Miguel!
Melody se acercó a él rápidamente como el resto de alumnos, y ella se agachó a su lado.
—¿Estás bien?
—Sí—Los chicos le seguían preguntando así que perdió la paciencia—. ¡Que estoy bien!—Exclamó con rabia.
—¡Ey!—Le riñó Melody mientras le mandaba una mirada de advertencia.
—Lo siento—La chica suspiró y le tendió su mano para ayudar a levantarlo.
—Cinco minutos de descanso. Bebed agua—Ordenó Johnny—. Pero en la fuente no. He visto a un yonqui lavarse el culo en ella—El rubio se acercó a la castaña y al latino, que seguían de la mano mientras la chica le hacía preguntas sobre sus piernas—. No pasa nada si no puedes hacer lo de antes. Nadie lo espera.
—Johnny tiene razón, al menos aún no—Apoyó Melody.
Johnny miró sus manos agarradas y le sonrió burlonamente a Peters, que se soltó con cuidado.
—¡Tiene que ser de coña!—Exclamó Mitch y todos lo miraron.
—¿Qué pasa?—preguntó Miguel.
—Han cancelado el All Valley.
—¿Qué han hecho qué?—Exclamó Johnny.
(...)
—DILES QUÉ ES EL KARATE PARA TI—opinó Miguel mientras se bajaba del coche—. Que abrió Cobra Kai para ayudar a chicos como yo a defendernos.
—Tal vez sea una buena noticia—Los dos adolescentes miraron a Johnny con el ceño fruncido.
—¿Qué quieres decir?—preguntó el pelinegro.
—No ibas a luchar de todas formas.
—Claro que sí.
—Miguel...—Comenzó Melody.
—Una cosa es entrenar sin contacto, no voy a arriesgarme a que te hagan daño de nuevo—La castaña asintió, indicando que estaba de acuerdo con las palabras del rubio.
—Eso no es justo. Me estoy esforzando, estoy mejorando—Protestó Díaz.
—Es por tu seguridad—añadió Peters.
—Creía que la seguridad era para cagones.
—Esto es diferente—Habló Johnny.
—¡No creéis que pueda hacerlo!—Melody miró a Carmen, que había abierto la puerta de su apartamento al oír aquella conversación y le pidió ayuda con la mirada.
—¡Casi te haces daño con una patada! ¡Una patada! ¿Qué crees que pasará en una pelea de verdad?
Miguel miró a Johnny en silencio, cabreado con él y consigo mismo por saber que el hombre tenía razón.
—Mira, ya demostraste que podías ganar.
—¡Necesito demostrarlo de nuevo!—Melody lo miró con pena—. Dijisteis que siempre estaríais a mi lado.
—Eso no significa que nos quedemos de brazos cruzados viendo cómo te haces daño—El latino miró a la castaña y luego se metió en su casa sin decir nada más.
—Miguel...—Lo llamó Johnny, pero fue inútil. Ya se había encerrado en su habitación.
(...)
MELODY OBSERVÓ LA PANTALLA DE SU TELÉFONO MIENTRAS tecleaba un mensaje y luego lo borraba, así varias veces. Suspiró frustrada y se dejó caer sobre el colchón mientras daba golpecitos sobre su estómago.
Giró la cabeza hacia su móvil encontrándose con el chat de Miguel abierto.
Llevaba quince minutos pensando en qué escribirle, pero no se le ocurría nada.
«Tal vez es porque no tienes que escribirle. ¡Vives a su lado!»
Aquella vocecita tenía razón. Tenía que ser valiente y plantarse en la puerta de su casa para intentar aclarar las cosas. Sí,eso haría.
Se levantó de la cama y se dirigió con decisión hacia el exterior. Al abrir la puerta, se sorprendió al ver que Miguel estaba haciendo lo mismo desde su casa.
Los dos se miraron durante unos segundos y después cerraron las puertas para acercarse el uno al otro.
—Yo...
—Em...
Hablaron a la vez y rieron nerviosamente.
—¿Estás enfadado?—preguntó ella después de un rato en silencio.
El chico negó y ella soltó un suspiro de alivio.
—Quiero que sepas que lo hacemos por tu bien—Comenzó ella y el pelinegro apartó la mirada—. Después de tu accidente espero que comprendas que ni Johnny ni yo queremos volver a pasar por eso. Ni que tu pases por eso—Miguel la miró cuando la chica puso una de sus manos sobre el brazo del latino—. Pero eso no significa que no estemos ahí para ti. De hecho, estoy más que dispuesta a ayudarte a entrenar para que llegues al torneo en la mejor forma posible. Porque creo en ti, y sé que puedes lograrlo.
Díaz le sonrió, completamente agradecido, pero luego su ánimo decayó un poco.
—No habrá torneo en el que competir si cancelan el All Valley—Murmuró y Melody se mordió el labio, pensativa. Cuando la chica abrió mucho los ojos, él la miró con una ceja enarcada—. ¿Qué?
—Johnny mencionó algo de una asamblea que se hacía... justo ahora—La chica lo miró con entusiasmo y él sonrió.
—¿Me estás diciendo que quieres que yo hable?—Ella asintió.
—Diles lo que es el karate para ti, habla desde el corazón y... no sé, puede que lo consigamos—El pelinegro pareció pensárselo durante unos segundos.
—¿Estarás ahí conmigo?—Melody sonrió ampliamente.
—Siempre.
—Bien, entonces vamos a salvar el torneo.
(...)
EN EL MOMENTO EN EL QUE LA CONCEJALA MANDÓ A LOS cuatro senseis de los tres dojos sentarse por su pequeña discusión, todos sabían que eso acabaría mal.
—Está claro que el campeonato de karate provoca división y rivalidad en la comunidad—Habló la mujer—. Y ustedes han demostrado muy bien por qué el campeonato no debe continuar.
—¡Esperen!—Exclamó Miguel y todas las miradas de la sala recayeron sobre él y Melody, que estaban al comienzo de la escalera.
El pelinegro tiró de la mano de la chica pero al ver que esta oponía resistencia, se giró hacia ella.
—Vamos—le susurró.
—Yo me quedo aquí—Susurró ella de vuelta y el pelinegro frunció el ceño.
—Me dijiste que estarías conmigo.
—Me refería a estar contigo desde la distancia. Estoy segura de que se te ve muy bien desde aquí.
—Melody...
—¿Qué? Nunca se me ha dado bien hablar delante de tanta gente.
Después de un leve forcejeo y varios susurros más, Melody bajó las escaleras de la mano de Miguel. Divisó a Sam en una de las butacas y le sonrió, un poco incómoda.
Una vez que ambos llegaron frente aquel micrófono, la castaña no pudo evitar sentir las miradas de todos, pero la que más le perforaba la nuca era la de su padre, que estaba sentado entre Johnny y Kreese.
—Me llamo Miguel Díaz. Estuve en la pelea del instituto. Soy al que tiraron del primer piso—Peters agachó la cabeza al acordarse de aquel momento de nuevo—. Miren, creía que no volvería a moverme—Melody lo miró y sintió cómo su corazón se quebraba al notar la honestidad de aquellas palabras—. He aprendido a levantarme. Y a andar. Y quiero que siga el campeonato.
—Nos alegramos mucho de tu recuperación, chico, pero me temo que no entiendes...
—Claro que lo entiende—interrumpió Melody mientras daba un paso hacia delante para que se le escuchara mejor. No iba a dejar que menospreciaran todo el esfuerzo de Miguel como si nada. Esa señora iba a oírle—. Nosotros somos los que nos hacemos daño. Somos los que luchamos. Nuestras voces deberían ser las más importantes. Y queremos un espacio en el que competir de forma justa y segura—La castaña se señaló a ella misma y al chico que estaba a su lado, después lo miró y le sonrió levemente al notar la mirada orgullosa que él le estaba dedicando.
—Cuando me mudé aquí, me acosaban—Volvió a hablar Miguel—. Y no hay escapatoria. Siempre habrá quién quiera robarte, darte un tirón en los calzones o hacerte una zambullida.
—¿Una zambullida?
Johnny se levantó de su sitio—Meter la cabeza en el váter y tirar de la cadena. Es bastante gracioso—El rubio sonrió y los dos adolescentes lo miraron escandalizados.
—¡Sensei!—Exclamó Miguel en un susurro.
—¡Johnny! ¡Siéntate!—Le mandó Melody de la misma forma que el latino.
Díaz respiró hondo antes de retomar su discurso mientras la chica negaba con la cabeza ante las palabras del rubio.
—En vez de mirar a otro lado y fingir que el acoso no existe, o que podemos acabar con él deben enseñar a los niños a defenderse.
—Física y mentalmente—añadió Peters—. Porque, a veces, las cicatrices que no se ven son las que más duelen—Daniel asintió orgullosamente ante las palabras de la castaña.
—El karate se basa en la disciplina, en la fuerza interior, en la confianza—Melody sonrió al ver a Miguel tan emocionado hablando sobre algo—. Lecciones que puedes aplicar toda tu vida. No sé dónde estaría ni quién sería hoy si no fuera por mi sensei—Los dos adolescentes se giraron hacia Johnny, que sonreía desde su asiento—. No necesitamos el campeonato para hacer patadas guays ni vender entradas. Sino para mostrar a los abusones del mundo que no tenemos miedo. Se llama "All Valley" porque es para todos, para darle a todos una oportunidad de demostrar que somos capaces, de luchar, de convertirnos en campeones. Y nos merecemos esa oportunidad.
Después de unos segundos de silencio, la concejala habló de nuevo.
—Sinceramente, no entiendo la fascinación del Valle por el karate, pero, si tanto significa para todos, y si están dispuestos a firmar una exoneración de responsabilidad, entonces... El Campeonato de Karate Sub-18 All Valley volverá a celebrarse oficialmente.
En cuanto la mujer dio dos golpes con el mazo, Melody se lanzó a los brazos de Miguel, celebrando aquella victoria. El latino la levantó a unos centímetros del suelo y le dio una vuelta en el aire mientras ambos reían.
Cuando se separaron, se miraron durante unos segundos con una sonrisa adornando sus rostros.
Melody escuchó unos pasos rápidos detrás suya, así que se giró, encontrándose con Sam, que la abrazó fuertemente.
—¡Eso ha sido increíble! Habéis estado geniales—Los felicitó y luego los tres se acercaron a Daniel y Johnny.
El rubio envolvió a Miguel y a Melody en un abrazo y la chica miró a Daniel que le sonreía y asentía con orgullo. Le devolvió la sonrisa y luego se permitió disfrutar del abrazo de Lawrence.
(...)
—POR EL CAMPEONATO ALL VALLEY—Sam, Miguel y Melody estaban en Miyagi-Do para celebrar lo del torneo.
—Eso—El latino chocó su lata con la de Larusso.
—¡Salud!—Gritó Melody mientras alzaba su bebida y proseguía con su análisis de aquel jardín. Le daba miedo lo mucho que se parecía al de su sueño ya que esa era la primera vez que lo pisaba, pero intentaba olvidarse de aquello.
—Este sitio es una pasada—opinó el pelinegro.
—¿Qué pone en la roca?—preguntó Peters señalando la piedra gigante.
—No lo sé. Mi padre no me lo dice. A lo mejor no lo sabe.
—Pues es una roca muy chula—Melody asintió, indicando que estaba de acuerdo con Miguel.
—Nosotros tenemos bancos pintorreados y rocas normales y aburridas—informó Peters.
—Podéis entrenar aquí cuando queráis—Les dijo Sam a ambos.
—No me malinterpretes, es un jardín chulísimo, pero ¿practicáis karate aquí?—Larusso miró a Miguel ofendida—. ¡Parece un lugar para meditar!—Se excusó.
—Eso es verdad—Dijo Melody con una sonrisa.
—¿No es lo bastante chungo para vosotros?—Peters se encogió de hombros.
—Nosotros entrenamos en camiones de cemento—informó la chica.
—Y yo en ese estanque de ahí.
—Uy, un estanque.
—¿este?—preguntó Melody mientras señalaba a los bonsáis que flotaban sobre el agua y Sam asintió—. ¿Por dónde te llega el agua? ¿Por los tobillos?—preguntó burlona.
—No todo en Miyagi-Do es lo que parece. Es como Melody, parece una chica callada pero al final es una chica callada que puede patear traseros—Miguel y Sam rieron y la aludida se acercó a ellos.
—Podría patear tu trasero, pero me has comprado un refresco, así que te perdono—Los otros dos chicos volvieron a reír.
El sonido de una notificación interrumpió sus risas.
—Es mi padre—Dijo Sam—. ¿Al final te quedas a dormir?
—Si aún no quieres echarme pues sí—Respondió Melody con una sonrisa.
—Entonces le diré que solo iré yo a casa—Peters puso los ojos en blanco mientras sonreía y Sam rió—. Iré a atenderle.
Larusso desapareció en el interior del dojo y Melody y Miguel se quedaron en silencio.
—Así que, patear traseros, ¿eh?—preguntó Miguel y la chica alzó una ceja.
—No es la primera vez que pateo el tuyo. Y, de hecho, podría hacerlo de nuevo—El pelinegro abrió la boca y se levantó.
—¡Vale! ¿Quieres enfrentarte al campeón?—Cuestionó acercarse.
—Con mucho gusto, ¿dónde está?—preguntó mirando detrás del latino y luego sonrió al ver la falsa ofensa en el rostro de Miguel—. Oh, te refieres a ti. Te recuerdo que te he tirado al suelo varias veces.
—Pues venga, hazlo otra vez. No te contengas—La invitó el chico.
—Tranquilo, no lo haré.
Ambos se pusieron en posiciones de combate y Melody lanzó dos puñetazos que Miguel esquivó fácilmente. El chico lanzó un golpe que la castaña esquivó agachándose.
—Muy bien.
Peters bloqueó todos los golpes de Díaz y le sujetó el brazo para después poner su mano en el cuello del chico, intentando inmovilizarlo.
—Ya te tengo—Murmuró con una sonrisa.
Miguel se soltó de su agarre y le dio una vuelta a la chica para después apretarla contra su pecho.
—Y yo a ti.
Melody lo miró con una sonrisa, pero esta se fue desvaneciendo poco a poco mientras sus ojos analizaban cada centímetro del rostro del latino. Estaban muy cerca, pero ninguno parecía querer alejarse. De hecho, querían hacer todo lo contrario. Sería tan fácil dejarse llevar...
—¿Robby?—La voz de Sam los sacó del trance y ambos se separaron rápidamente.
Melody pudo ver a su amigo dar media vuelta e irse, así que no dudó en seguirlo.
—¡Robby! ¿Qué haces aquí?—Le preguntó, pero el chico no tenía intención de frenar.
—No te preocupes, ya me iba.
—Robby—Lo llamó—. ¡Robby, para! ¡Robert Swayze Keene!—Gritó, consiguiendo que Robby frenara—. ¿Qué te pasa?
Miguel llegó a su lado mientras Sam se limitaba a ver la escena desde lejos.
—¿Por eso dejaste de venir? ¿Por él?—Díaz dio un paso hacia delante pero Melody lo frenó al poner una mano en su pecho.
—¿En serio, Robby? ¿Te atreves a preguntármelo?—Le preguntó con su sangre ardiendo por la rabia—. ¡No volví a ir a verte porque me dijiste que me fuera! ¿Qué querías que hiciera?
—Pensé que harías como las otras veces, no quería que dejaras de venir—La castaña soltó una risa irónica.
—No soy vidente, Robby—Comenzó Melody—. No sé lo que piensas, o lo que quieres, así que no intentes que lo haga cada vez que se te da por no dirigirme la palabra—Se humedeció los labios mientras negaba con la cabeza—. ¿Sabes? Estoy cansada de que me apartes y de tener que arrastrarme a tu lado para que me dejes volver a entrar en tu vida. Estoy harta de tener que escucharte y ayudarte para que después tú no hagas lo mismo conmigo. ¡El día que fui a verte había sido uno de los peores de mi vida! ¡Me sentía sola y-y marginada y apartada del resto de personas! Así que pensé: oh, a lo mejor Robby sabe lo que se siente y no me dará la espalda como el resto del mundo. Pero lo hiciste, y sin siquiera preguntarme cómo estaba. Porque no te importaba. Y no te importó dejarme más jodida de lo que estaba al echarme de allí. Hiciste que me sintiera más culpable de lo que ya me creía por pensar que no había estado ahí para ti. Pero la verdad es que estuve ahí todas las malditas veces que te caías y me apartabas. ¿Cuántas veces estuviste tú para mí, Robby?—El castaño bajó la cabeza, avergonzado—. Ya, eso creía. Ni siquiera me escuchaste cuando intentaba ayudarte con Johnny.
—Porque no necesito tu ayuda—Le espetó Robby y ella asintió con la cabeza mientras notaba una lágrima resbalar por su mejilla.
—No te preocupes, no la tendrás nunca más.
Keene la miró, completamente dolido, pero ella intentó ignorarlo.
—Espero que haya merecido la pena echarme del reformatorio sin ni siquiera dejarme hablar.
Miguel no aguantó más, sentía que la sangre le hervía al ver todo lo que le había hecho Robby a Melody. O más bien lo que no le había hecho.
—¿Que hizo qué?—preguntó con la mandíbula apretada.
—¡Tú no te metas!—Exclamó Keene y el latino dio un paso hacia delante.
—Pienso hacerlo—Respondió él con decisión.
—Esperaba que dijeras eso.
Robby lanzó un puñetazo que Melody bloqueó y luego empujó al que había sido su amigo para que se alejara de Díaz.
—Ni se te ocurra.
Keene miró a los tres adolescentes que lo observaban y sacudió la cabeza.
—Solo vete—Le pidió la castaña con cansancio mientras su voz se rompía.
—Sois tal para cual—Dijo Robby antes de dar media vuelta e irse.
Melody miró a Miguel, que la miraba con preocupación.
—¿Estás bien?—La castaña asintió.
—Debo estarlo.
Díaz no dudó en estrecharla entre sus brazos, gesto que ella aceptó encantada y le devolvió mientras una lágrima silenciosa rodaba por su mejilla.
Acababa de perder a Robby. Pero, si era honesta consigo misma, dudaba que alguna vez lo tuviera a su lado.
Hola otra vez :)
Aquí tenéis dos capítulos casi seguidos como disculpa por haber estado dos semanas o así sin actualizar uwu.
MIGUELODY ME TIENE ASÍ:
Y ROBBY ASÍ:
Bueno, eso ha sido todo, decidme vuestras partes favoritas hasta ahora porque me entró curiosidad jeje.
Besitos <3
NO MERCY, BITCHES!
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