𝐓𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘 𝐎𝐍𝐄. guilty
𝐕𝐄𝐍𝐓𝐈𝐔𝐍𝐎. ❛ culpable ❜
DEMETRI LA HABÍA OBLIGADO PRÁCTICAMENTE A SENTARSE JUNTO A LOS DE Miyagi-Do porque, según él, ya había hecho el fantasma demasiado tiempo —básicamente, que ya los había ignorado lo suficiente—.
Pero Melody solo quería desaparecer, no era capaz de pensar en otra cosa que no fuera Miguel. Y, aunque tuviera la vista clavada en la hamburguesa que se había comprado para comer, la imagen del chico rodeado de cables era lo único que veía en aquellos instantes.
Y el pitido. El estúpido pitido de los latidos regulares y pausados del latino.
Cuando había el silencio suficiente, era capaz de oírlo retumbar en sus oídos, como si fuera un tipo de castigo.
De verdad creía que se estaba volviendo loca.
—¿No comes nada?—Le preguntó Demetri y ella negó con la cabeza, aún con la vista clavada en la hamburguesa y completamente ajena a todas las miradas que tenía clavadas en ella.
El chico compartió una mirada de preocupación con el resto y todos dirigieron su atención al móvil de la chica, que acababa de sonar indicando que había recibido una notificación. Todos menos ella.
Pareció reaccionar unos segundos después y estiró su brazo hacia el aparatito que tenía encima de la mesa.
Lo desbloqueó y entró al mensaje, para después congelarse en su sitio.
Releyó el mensaje unas diez veces, pero seguía sin creérselo.
—¿Melody? ¿Qué ha pasado?—Preguntó su amigo y ella levantó la cabeza, con una expresión que indicaba que estaba completamente sorprendida.
—Ha despertado—Murmuró y volvió a mirar su móvil.
Soltó una risita y tuvo que contenerse para no echarse a llorar de alivio en medio del comedor.
—Carmen me ha mandado un mensaje. ¡Miguel ha despertado!—Exclamó y toda la cafetería se quedó en silencio, mirándola fijamente. Había hablado un poco alto.
Pero, sinceramente, le daba igual. Incluso las miradas rencorosas de la mesa de los Cobra Kais pasaron desapercibidas a sus ojos.
Miguel estaba bien.
Se permitió suspirar, completamente aliviada, durante unos segundos en los que el resto de alumnos comenzaban a murmurar cosas entre ellos. Probablemente sobre ella, pero estaba demasiado ocupada sintiéndose tranquila por primera vez en dos semanas —casi tres—.
No obstante, aquello no le duró mucho, ya que le bastó ver la mirada asesina de los chicos con sudaderas de su antiguo dojo para acordarse de las palabras de Chris.
¿A quién crees que va a odiar por no poder caminar por el resto de su vida?
A la única persona que hay culpable en esta situación.
A ti.
(...)
CUANDO REUNIÓ EL VALOR SUCIFIENTE, Melody apareció en el hospital.
Se acercó a la recepcionista con las manos sudorosas por los nervios y le dedicó una sonrisa un poco forzada.
—Hola, ¿en qué puedo ayudarte?—Le preguntó amablemente.
—Em... Vengo a ver a Miguel Díaz. El otro día estuve aquí con su madre—Explicó mientras jugaba con la manga de su sudadera.
—Oh, sí. Eres su novia, ¿verdad?—Le preguntó y Melody dudó antes de asentir—. Ha despertado hace unas horas, puedes pasar a verlo.
—Gracias—Se alejó de la recepcionista y caminó rápidamente hacia la habitación del chico.
No tenía la intención de hablar con él, solo quería verlo despierto para poder tranquilizarse un poco, ya que no sabía cómo reaccionaría él al verla.
Y no estaba segura de querer descubrirlo.
Al doblar una esquina pudo ver cómo Johnny entraba en la habitación del pelinegro, así que se acercó con curiosidad para poder escuchar su conversación.
—... con un dispensador de papel—Escuchó que decía el rubio—. Y con unos matones en un desguace ilegal. Te han quitado el collarín, eso es bueno. Esas protecciones son para frikis—Melody sonrió levemente mientras apoyaba el hombro en la pared, al lado de la puerta.
Y en ese momento la escuchó. La voz de Miguel.
Su corazón se aceleró casi al instante y ella dio un respingo, como si no esperara oírlo.
—El doctor le ha dicho a mi madre que es posible que no vuelva a andar—Melody se tensó en el sitio.
—¿Qué? No. No pueden saberlo. No saben lo fuerte que eres—Aseguró Lawrence.
—Sensei... —Comenzó Miguel con la tristeza impregnada en su voz—. Hice lo que me enseñó. Mostré piedad. ¿Por qué me ha pasado esto?
Mostrar un poco de piedad no va a matarnos.
Melody cerró los ojos, sintiendo la culpa volver a llenar cada parte de su cuerpo.
—No lo sé—Dijo Johnny, y parecía completamente frustrado y arrepentido.
—¿No lo sabes?—Miguel hizo una pausa—. Confié en ti—Habló, ahora con rabia—. Hice todo lo que me dijiste.
La respiración de la chica comenzó a volverse irregular. Lo que estaba diciendo... parecía tan dedicado a ella que sintió su pecho arder con dolor.
El simple hecho de pensar en la mirada de Miguel clavada en ella, con odio y diciéndole algo parecido hizo que aquel dolor se volviera casi insoportable. No sería capaz de afrontar algo así.
Cualquier cosa, menos Miguel mirándola con odio.
Se dio la vuelta y se marchó casi corriendo, intentando frenar las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos inconscientemente.
(...)
HACÍA FRÍO EN AQUEL LUGAR A PESAR DE QUE EN EL EXTERIOR LA TEMPERATURA SEGUÍA SIENDO la característica de verano. No sabía si es que estaba sentada muy cerca de la puerta —por la que entraba una corriente de aire—, si es que aquel sitio le provocaba escalofríos, o si era su ropa corta —estratégicamente colocada para tapar las cicatrices, pero aún así enseñaba suficientemente su piel como para conseguir pasar gracias a sus encantos— lo que hacía que su piel se volviera de gallina.
Su rodilla subía y bajaba a la vez que enlazaba sus dedos con nerviosismo. Aún no estaba segura de que aquello fuera una buena idea, pero necesitaba hablar con él ya que una pequeña parte en su interior tenía la esperanza de que no la odiara.
Un pitido sonó, indicando que la puerta se había abierto.
Melody alzó la mirada a la vez que los actos que mostraban lo nerviosa que estaba cesaban y se limitó a observar al chico avanzar a ella con una expresión de sorpresa.
Cuando se dejó caer en el asiento que había al otro lado de la mesa, Peters se obligó a reaccionar.
—Robby...—Murmuró y el aludido le dedicó una sonrisa triste—. Me tenías muy preocupada, ¿dónde estabas?—Él abrió la boca para responder pero Melody lo interrumpió—. Estabas en Panorama City, ¿verdad? Cerca de Tech Town—Antes de que él pudiera decir algo, la chica volvió a hablar—. Te he traído un libro. No sabía si tenías algo para pasar el rato aquí dentro y pensé que eso sería lo único que me dejarían darte. Ahora están ojeándolo para asegurarse de que no tengo nada peligroso, así que te lo darán en unas horas.
Silencio.
Eso era lo que Melody temía, que hubiera un periodo de tiempo suficiente como para que Robby le dijera que no quería verla o que era la culpable de todo aquello.
Así que se apresuró a romperlo antes de que él chico dijera algo.
—Lo siento—Susurró y miró a Keene, que la miraba notablemente sorprendido—. Yo te he metido en todo esto, lo siento muchísimo, Robby.
—Melody, tú no...
—Sí—Lo cortó—. Yo sí. Yo fui la que besó a Miguel y... De verdad lo siento—Le aseguró.
—¿Por qué has venido?—Le preguntó el chico, un poco molesto por lo que había dicho la castaña.
—Ya te lo he dicho, estaba preocupada—Repitió Melody con el ceño fruncido—. Y después de ir al hospital me enteré de que...
La mandíbula de Robby se tensó, así que se había acordado de él después de estar con Miguel.
—No quiero que vuelvas—La cortó.
Estaba demasiado enfadado como para notar la expresión de puro terror que se había dibujado en el rostro de Melody.
—¿Q-qué?—Preguntó con miedo. No, no, por favor, que haya oído mal.
—No quiero que vuelvas, Melody. No a verme. Sigue con tu vida—Y dicho eso, se levantó y se fue, dejando a la chica sintiendo que su corazón se hundía cada vez más en su pecho.
Sintiéndose sola en aquel pozo sin fondo en el que parecía que estaba cayendo.
(...)
CAMINAR NERVIOSA ERA LO ÚNICO QUE PARECÍA HACER ÚLTIMAMENTE. Pero aquel día estaba más nerviosa que de costumbre.
El día anterior por la noche, Liam había vuelto de su viaje de varias semanas y se había plantado en su casa, encontrándose con Melody llorando en el porche con los ojos clavados en el suelo.
Después de explicarle que estaba llorando porque pensaba que todos la odiaban, especialmente Miguel, el ruloso le pasó un brazo por los hombros y le dijo algo que le dio esperanza.
Si de verdad crees que Miguel te odia, es que no lo conoces tan bien como creías. Incluso yo, que con suerte me considera su amigo, sé que él nunca sería capaz de odiarte.
Así que, cuando el chico se fue, ella fue a la tienda a por ingredientes para hacerle algo al latino al día siguiente.
Sin embargo, había pasado una hora desde que le había dado las galletas a Carmen cuando su cuerpo le empezó a cosquillear con la necesidad de verlo, de escuchar su voz, de perderse en sus ojos.
Así que, allí estaba ella, buscando la habitación del chico mientras sentía sus manos sudar y aquel cosquilleo que parecía volverse más intenso con cada paso que daba.
Vio a una enfermera salir de la habitación y respiró hondo antes de plantarse en la puerta.
Su corazón comenzó a latir con fuerza al verlo sentado, con la mirada clavada en un punto de la habitación. Sin cables. Despierto.
—Hey—Saludó.
Miguel levantó la cabeza y la giró en su dirección con rapidez, como si no se creyera lo que había oído.
En cuanto sus ojos se cruzaron con los de Melody, su ritmo cardíaco aumentó y agradeció que ya no tuviera la máquina para registrarlo porque si no la chica se daría cuenta.
—Hey—Respondió con suavidad.
—Yo... eh—La castaña avanzó unos pasos, con torpeza y se rascó la cabeza, intentando buscar algo que decir—. He hablado con tu madre y me ha dicho que podía pasarme si quería, espero que no te moleste—Miguel estaba demasiado embobado con la idea de que la chica estuviera allí plantada de verdad que no fue capaz de decirle que ella nunca lo molestaría—Te he hecho...—Los ojos de Melody se clavaron en el plato que estaba en una mesita al lado de su cama, del cual faltaban varias galletas.
—Galletas—Finalizó el chico por ella y una pequeña sonrisa se asomó en sus labios.
—Sí—Susurró y volvió a clavar la vista en el suelo.
—¿Melody?—La llamó Miguel y ella levantó la cabeza—. Tienes harina... aquí—El pelinegro señaló su mejilla y ella pudo sentir la sangre subiendo a sus mejillas.
Se limpió con la manga de la sudadera y rió suavemente.
—Soy un desastre en la cocina—Murmuró, avergonzada y su corazón latió con más fuerza, si es que era posible, al recordar cuando le llevó galletas por primera vez.
Si ella supiera que Díaz había reaccionado igual al recordar lo mismo...
—¿Cómo estás?—Preguntó sin pensar y abrió los ojos al darse cuenta de lo que había dicho—. O-o sea, me refiero... vaya pregunta—Murmuró, regañándose a sí misma—. Perdón, no quería...
—Tranquila—La interrumpió Miguel con una pequeña sonrisa—. El viernes me operan. Una médica de fuera que en teoría obra milagros.
—Eso es genial, ¿no?—Preguntó con el ceño fruncido al ver cómo el ánimo del pelinegro decaía.
—No quiero hacerme ilusiones. La cirugía cuesta una pasta y mi madre se va a endeudar. No hay garantías de que vaya a funcionar, pero...—El pelinegro se encogió de hombros.
—Si alguien puede con ello, eres tú—Dijo Melody—. Además, venciste los pelotazos diabólicos de Johnny, puedes con cualquier cosa—Sintió sus mejillas arder cuando una pequeña sonrisa apareció en el rostro del chico.
Ambos se quedaron en silencio y ella se cruzó de brazos, resaltando que el tamaño de la sudadera que tenía puesta era mucho más grande que el que ella normalmente usaba.
—¿Estás bien?—Preguntó Miguel de la nada y ella frunció el ceño.
—¿No debería ser yo la que pregunta eso?
—Yo no soy el que tiene ojeras y los ojos hinchados—Melody se encogió un poco, incómoda y el chico tuvo miedo de decir algo que no debía. Pero antes de poder arreglarlo, ella habló.
—Pues claro que no, si yo me echara una siesta de dos semanas tampoco tendría ojeras—Peters se tensó al darse cuenta de la broma que había hecho, pero se relajó al escuchar la carcajada de Miguel.
—Touché.
Silencio de nuevo. La chica tenía la vista clavada en el suelo y se mordía el labio inferior con nerviosismo, Como si quisiera decir algo.
Antes de que él pudiera preguntar, Melody habló.
—Miguel, lo siento muchísimo—El esfuerzo que tuvo que hacer para que la voz no se le rompiera no pasó desapercibido para el pelinegro—. Por todo, yo...
—No pasa nada, Melody.
—No, sí que pasa. Tú...—El nudo en su garganta le impidió hablar y se limitó a tragar saliva.
—Yo no te odio, Mels—La aludida no sabía qué le había sorprendido más, si aquellas palabras o lo mucho que había extrañado aquel mote.
—¿Eh?—Fue lo único que puedo decir.
—No te odio—Repitió, recordando la voz de la chica en su cabeza mientras luchaba por salir del coma.
Ella pareció procesarlo durante unos segundos y luego se giró hacia él con el ceño fruncido.
—¿No?—Díaz negó con la cabeza y ella frunció más el ceño—. ¿Por qué no?
Miguel abrió la boca, no muy seguro de lo que iba a decir, pero otra voz inundó la habitación
—¡El serpiente!
Melody dio un respingo y se giró hacia Hawk, que apretó la mandíbula nada más verla.
Ella bajó la mirada y carraspeó antes de volverse hacia Miguel—Ya me voy.
El pelinegro asintió, un poco confuso y la chica se dirigió hacia la puerta.
Justo cuando pensaba que podría irse en paz, la voz de Hawk sonó detrás de ella.
—Tienes mucho valor para venir aquí después de lo que hizo tu amiguito, y después de todo lo que pasó.
—Solo intento ayudar—Le respondió ella, intentando ignorar la tristeza que sintió con la mención de Robby.
—Ya has hecho suficiente, traidora—Melody tragó saliva y observó cómo el de la cresta se acercaba a Miguel como si nada.
Sacudió la cabeza y sacó su móvil para abrir el chat de Liam
MELODY:
Miguel necesita una cirugía.
Y se me ha ocurrido una idea para pagarla.
Pero necesitamos a más gente, ¿te apuntas?
LIAMCITO:
¿A un evento social? Siempre.
La cuestión es, ¿tú te apuntas?
MELODY:
Haré un esfuerzo.
¿Nos vemos en una hora en mi casa para planearlo?
LIAMCITO:
Mejor en la mía.
Pero trae galletas.
Que sé que te sobraron.
MELODY:
Hecho.
Miró hacia Miguel una última vez y sonrió inconscientemente antes de salir del hospital con paso ligero.
(...)
LA MÚSICA ANIMADA SONABA A TRAVÉS DE LOS ALTAVOCES QUE LIAM HABÍA CONSEGUIDO y que tenían suficiente potencia como para que se escuchara de sobra en aquel lavado de coches que habían montado para recaudar dinero y poder pagar la cirugía de Miguel.
—Seguid así. La cola da la vuelta a la manzana—Anunció Sam y Melody sonrió a su lado.
Ambas eran las encargadas de supervisar que todo iba bien y que no había ningún problema.
—Oye, Stu. Es izquierda, círculo, derecha, círculo—Corrigió Larusso—. Eso es.
—Hola, Moon—Saludó Melody.
—¡Hola chicas!—Saludó ella animadamente.
—Gracias por traer a las animadoras.
—Sí, definitivamente estás atrayendo clientela—Las tres rieron—. Aunque creía que eras feminista—Dijo Sam, un poco confusa.
—Soy feminista prosexo. Nos expresamos con el cuerpo—Moon sonrió y se dio la vuelta para volver al lavado mientras las otras dos chicas se limitaron a ladear la cabeza.
—¿No tienes calor?—Le preguntó Sam a Melody.
Peters destacaba un poco en aquel ambiente tan veraniego, ya que todos llevaban puestos bañadores coloridos menos ella, que llevaba una sudadera gris más grande que ella misma.
—Nah, estoy bien así—Mentira, se estaba asando viva. Pero no quería que nadie le viera sus cicatrices. Si ella misma se horrorizaba al verlas, ¿cómo reaccionarían los demás?
Larusso se limitó a asentir, no muy convencida y luego clavó la vista en lo que tenía delante.
—¡Es la prensa! Creo que es la hora de la entrevista, ¿estás lista?—Melody ladeó la cabeza.
—Mejor no me lo preguntes dos veces.
Unos minutos después, ambas chicas ya estaban en directo, con un micrófono apuntando hacia ellas para que se le escuchara bien al hablar.
—Ya hemos recaudado más de mil dólares—Informó Melody y Robby se giró inmediatamente hacia la televisión del reformatorio al escuchar su voz.
—En Miyagi-Do ayudamos a los demás—Aseguró Samantha.
Melody les había dejado llevarse el mérito para así poder limpiar un poco el nombre de su dojo, que había recibido un montón de críticas horribles después de la pelea.
Como dice Liam, Melody es demasiado buena para este mundo.
—¿No mandó un alumno de Miyagi-Do a Díaz al hospital?—Preguntó la reportera y Peters no pudo evitar tensarse.
—Fue un accidente, o eso creo—Habló Larusso.
—Lo fue—Aseguró Melody—. Robby nunca haría algo así a propósito—Keene observó la pantalla con tristeza. ¿Por qué lo estaba defendiendo de esa manera cuando él la había tratado tan mal?—. Miguel necesita nuestra ayuda.
—Te queremos, Miguel—La castaña se limitó a asentir, decir aquellas palabras le parecía algo demasiado íntimo como para hacerlo en las noticias y le hacía sentir un poco incómoda.
Preferiría decírselo a solas, si es que algún día llegaba a hacerlo.
(...)
DESPUÉS DE ENTERARSE DE QUE LOS COBRA KAIS HABÍAN ROBADO EL DINERO, Melody se puso furiosa. Por un momento se olvidó de lo mal que lo había pasado esos últimos días y solo era capaz de caminar con fuerza hacia el grupo de chicos del cual sobresalía la cresta de Hawk.
Liam era el que le había contado cómo se había unido a Miyagi-Do y había mencionado por qué lo había hecho. Al darse cuenta de lo que había dicho y de cómo la chica estaba reaccionando, había intentado hacerla cambiar de opinión, pero no funcionó y Melody lo perdió de vista cuando se perdió entre la marea de estudiantes que inundaba los pasillos.
—¿¡Se puede saber qué te pasa?!—Le espetó al pelirrojo, que se giró hacia ella y la miró de arriba abajo con una ceja enarcada—. Podríamos haberos incluído en el nombre del dinero, ¡no teníais que robarlo, solo pedirlo! ¡Y mucho menos darle una paliza a Nathaniel!
Todos soltaron unas risas despectivas a la vez que ella sintió su sangre arder y sus dedos cosquillear con las ganas de darle una bofetada a aquellos chicos. Pero tenía que contenerse, ya tenía bastantes problemas como para añadirle otra pelea.
—¿Crees que lo de la paliza fue por el dinero? Fue por diversión. Pero puedes tomártelo como una advertencia para tu persona, traidora. Porque lo que me cabrea más que un idiota de Miyagi-Do, es la traición. Y tu eres una experta en eso—La voz de Hawk se tenía cada vez más de una rabia que también manifestaba con la mirada, perforando a Melody con sus ojos.
La chica dio un paso atrás, olvidándose del enfado y sintiendo una punzada en el pecho.
—¿De verdad me harías daño, Eli?—Preguntó con toda la valentía que pudo reunir y pudo ver cómo se le tensaba la mandíbula al aludido.
—Soy Hawk—Le corrigió con los dientes apretados.
—Y a mí me importa una mierda—Le espetó, sintiendo una mezcla de decepción y dolor.
Un chico de rulos llegó a su lado con la respiración agitada. Liam la había encontrado.
—Melody, déjalo. No vale la pena—Hawk rió despectivamente con las palabras de Anderson y se giró hacia sus amigos.
No obstante, Melody se había quedado quieta en su sitio, aún de brazos cruzados. Sintió el brazo de Liam sobre su hombro, pero continuó sin moverse.
—Melody... Por favor, vámonos—Más risas.
La chica bajó la mirada al suelo y luego miró a Liam, para después asentir y darse la vuelta.
Sin embargo, apenas había dado un paso y la voz de Hawk volvió a sonar, dirigida a ella.
—¿Qué pasa? ¿Tienes que obedecer a tu noviecito? Al final era verdad lo que decían, eres una zorra después de todo—Sintió su cuerpo tensarse y su boca se abrió inconscientemente, sorprendida—. Ahora que besaste a Miguel y él está en el hospital supongo que tendrás que buscar a alguien que te baje el calentón, ¿no?—Su corazón latió con fuerza al escuchar las risas y al notar la mirada de algunos estudiantes, sobre todo la mirada de Liam clavada en su perfil.
Pero todo le dio igual, solo fue capaz de girarse lentamente hacia el otro chico.
Estaba segura de que se esperaba que le diera un golpe ahí mismo, o que le gritara, tal vez que le diera una bofetada, sin embargó ella solo lo miró con dolor en los ojos.
Y es que eso era lo único que sentía. Dolor.
Eli, el que había sido su mejor amigo, con el que había estado a pesar de todo, con el que pasaba las mejores tardes riendo y jugando a juegos de mesa con Demetri, se había ido. Y le dolió darse cuenta de que Hawk se había encargado de aniquilar a su mejor amigo con aquella arrogancia y estupidez.
Asintió mientras soltó una risita y se mordió la lengua, antes de abrir la boca para hablar.
—Vete a la mierda, Eli—Dijo en casi un susurro y haciendo énfasis en la última palabra.
Después de eso salió de allí, dejando a Hawk perplejo mientras sus compañeros de karate reían y hacían bromas sobre Melody.
Observó a Liam ir detrás de ella y tragó saliva, un poco confundido por no sentirse tan bien como pensaba que lo haría.
(...)
MELODY CAMINABA HACIA EL HOSPITAL CON LA MIRADA CLAVADA EN EL SUELO. Había dejado su skate atrás desde aquel día por culpa del esguince que se había hecho en el tobillo y, la verdad... es que estaba empezando a echarlo de menos.
Miró a su alrededor y al ver que no estaba tan lejos de su casa, se dio la vuelta para ir a por él. Pero frenó en seco al encontrarse con Hawk caminando hacia ella.
—Melody...—Empezó él con una expresión que ella no fue capaz de descifrar, pero tampoco quiso intentarlo.
—Hola, Hawk—El chico apretó la mandíbula.
—No me gusta ese tonito.
—Mira tú por donde, no recuerdo haberte preguntado—Melody ladeó la cabeza y se cruzó de brazos, a la defensiva—. ¿Qué coño quieres?—El chico soltó una risita y ella alzó una ceja.
—Siempre tan amable como siempre—Murmuró.
—Bueno, pensé que no te apetecería hablar durante mucho tiempo con una zorra. Aunque cuando te pasabas las tardes llorando porque la gente se burlaba de tu labio, no parecía importarte que esta zorra fuera a consolarte o a hacer que te sintieras mejor.
—Cállate—Ordenó con el cuerpo completamente tenso.
—¿O qué, Eli? ¿Vas a darme una paliza a mi también? Porque la verdad es que ya me da igual todo. Adiós—Cuando intentó alejarse, Hawk volvió a hablar.
—No te molestes en aparecer por el hospital—La chica frenó en seco y se giró hacia él.
—¿Por qué tú lo digas? Sigo esperando el momento en el que me importe tu opinión—Comenzó a alejarse, pero oyó cómo Hawk la seguía mientras hablaba.
—Porque si la cirugía va mal, lo primero que hará Miguel es buscar un culpable. Y todos sabemos que Robby no es la razón por la cual se le partió la espalda—Melody no aguantó más y se giró hacia él bruscamente.
—¿¡Te crees que no lo sé?!—Exclamó intentando no llorar en medio de la calle—. ¿Crees que no me repito a mí misma todos los días que le he arruinado la vida a la persona que más me importa? Lo sé. Lo sé, joder. Sé que todo fue mi culpa y que no debería haberlo besado, al menos no así. Y no hace falta que todas y cada una de las personas de mi vida me recuerden la cantidad de culpa que tengo, porque creéme, me siento muy culpable. Tan culpable que no fui capaz de dormir ni una noche en el hospital porque no podía cerrar los ojos y no verlo caer, o oír su espalda... rompiéndose contra la barandilla—Respiró hondo intentando calmarse, pero las lágrimas ya le nublaban la vista—. Pero si hay algo, lo que sea, que pueda hacer para, al menos intentar arreglar todo lo que he jodido, ten muy claro que lo haré. E ir a ese hospital a darle todo mi apoyo es una de esas cosas. Y no vas a impedirmelo.
Se dio la vuelta y se marchó, dejando a Hawk sorprendido en medio de la acera, sintiendo la determinación crecer en su cuerpo.
No pararía hasta que Miguel volviera a caminar, le daba igual tener que hablar con mil doctores o tener que pagar diez cirugías más.
Haría cualquier cosa para ayudarlo. Cualquier cosa.
Capítulo un poco agridulce (??)
No sé, solo quiero meter a Melody en una cajita de cristal y que no le pase nada
Robby y Hawk... me duelen, de verdad que sí. Liam mi vida, tu eres todo lo que está bien, no te preocupes
Bueno, nos leemos
NO MERCY!
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