𝐓𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘. come back, I still need you


𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐄. ❛ vuelve, aún te necesito ❜




UNA SEMANA DESDE LA PELEA.

Siete días, ciento sesenta y ocho horas, diez mil ochenta minutos, seiscientos cuatro mil ochocientos segundos.

Y Melody aún podía ver a Miguel cayendo desde aquel segundo piso con claridad.

Aquella semana había sido una tortura.

Los tres primeros días los pasó en el hospital, y al salir se enteró de que su abuelo era un sociópata que casi mata a Johnny cuando era más joven y de que su padre estaba de vuelta, siendo el sensei de Cobra Kai junto a Kreese.

Después de eso, se encerró en su habitación y se limitó a llorar hasta quedarse dormida, así durante dos días seguidos.

Al sexto día, decidió que no podía seguir así y —aunque tuvo que hacer un gran esfuerzo y parecía un zombie andante— fue a visitar a su madre. Tenía peor aspecto, pero el doctor le había dicho que era normal en aquel tratamiento, luego le dejó pasar y ambas pasaron la tarde juntas. Marie había evitado preguntarle sobre la pelea ya que simplemente tuvo que ver los ojos hinchados de su hija acompañados de unas ojeras para saber lo mucho que le había afectado. Además, había hablado con Daniel, que vigilaba a Melody por ella mientras estaba en el hospital como pequeño favor para su amiga de la adolescencia. Así que, en vez de hablar de cosas que podrían afectar mucho a su hija, Marie solo le preguntó sobre Liam y Moon que —como su hija le había contado unas semanas atrás— se habían convertido en personas muy importantes para ella.

Hablando de sus amigos... Le habían mandado miles de mensajes, igual que Demetri, pero ella los había ignorado. Se había aislado de todo y de todos, ya que la culpa seguía taladrándole las entrañas y, si hablaba con ellos, no iba a ser capaz de soportarlo y se pondría a llorar de nuevo. Casi lo hace nada más ver a su madre y eso que ella no tuvo nada que ver.

Odiaba llorar, pero últimamente era lo único que hacía.

Y con más intensidad cuando entraba en las noticias y veía alguna noticia diciendo que Miguel no estaba mejorando.

La frase que le había dicho en el mirador no paraba de dar vueltas en su cerebro, como un ruido molesto que solo le provocaba más dolor.

Solo somos adolescentes, mostrar piedad no va a matarnos.

Y ahora era él el que estaba peleando para mantenerse con vida después de mostrar piedad.

Ya era el séptimo día de aquella horrorosa semana, y decidió intentar arreglar una de las miles de cosas que había destrozado.

Su relación con Johnny Lawrence.

La frase que le había dicho en el hospital aún ardía, reciente.

No eres nada para mí. Vete, no tienes que preocuparte por una niña estúpida.

Se había pasado muchísimo, y lo sabía, pero en ese momento era la rabia y frustración que sentía consigo misma las que hablaban. Y lo había pagado injustamente con Johnny.

Caminaba con las manos en los bolsillos de una de sus sudaderas grandes que normalmente usaba para dormir pero que ahora usaba para salir a la calle.

Sí, habían cambiado muchas cosas en siete días.

Sus ojos leían todos y cada unos de los letreros en busca del nombre del bar favorito de Lawrence, sin embargo, una voz la frenó de golpe.

—¿Buscando a tu dueño, perrito faldero?

Chris se había plantado delante suya en medio de la acera, y la miraba con una sonrisa ladina que irradiaba malicia.

Melody se limitó a agachar la cabeza, evitando mirar a su progenitor a los ojos.

—¿Qué pasa? ¿Eso también lo has arruinado o qué?

—Tengo prisa—Murmuró, y al intentar pasar por su lado, Christopher volvió a hablarle.

—¿Sabes algo más de Miguel?—Preguntó, girándose hacia su hija, que se había quedado congelada, dándole la espalda—. Algo más además del hecho de que sigue en coma, luchando por salir vivo de esta.

—Va a ponerse bien—Dijo ella en voz baja, aún sin girarse.

La risa del hombre le provocó un escalofrío—¿No me digas que crees que va a despertarse y volver corriendo hacia tus brazos como si nada hubiera pasado?—Chasqueó la lengua—. No seas tan ingenua, Melody. Si Miguel despierta y no muere, siendo su columna vertebral partiéndose lo último que sienta, ¿a quién crees que va a odiar por no poder caminar por el resto de su vida?—Melody tragó saliva y cerró los ojos—. A la única persona que hay culpable en esta situación. A ti. Tú lo besaste, tú diste la razón para aquella pelea, tú lo distrajiste y le diste a Robby la oportunidad perfecta para darle esa patada.

»Él era muy feliz, ¿lo sabías? Tenía a Tory, a sus amigos, el karate... Hasta que tú decidiste que era una buena idea ser una zorra egoísta y arrebatarselo todo con un simple beso. Así que, si se despierta, va a odiarte de por vida. Y si se muere, tú serás la que tendrá la sangre del pobre e inocente Miguel en sus manos.

Peters se giró hacia el hombre con varias lágrimas escurriéndose de sus mejillas.

—¿Ya estás contento?—Le preguntó mirándole fijamente a los ojos—. Ya me has hecho llorar, enhorabuena—Dijo con sarcasmo, mientras las lágrimas seguían recorriendo sus pómulos—. Déjame en paz—Le pidió con un hilo de voz, ya que intentaba reprimir un sollozo.

Se dio la vuelta, dispuesta a alejarse de Chris lo más rápido posible, pero él volvió a hablar. Y aquellas tres palabras la congelaron en su sitio.

—Feliz cumpleaños, Melody.

Sacudió la cabeza y siguió su camino sin volver a mirarlo.

Media hpra más tarde, cuando consiguió calmarse, localizó el bar en el que seguramente estaba Johnny y entró en él, buscando al rubio.

Encontró el cabello dorado del hombre en la barra y no dudó en acercarse.

—¿Johnny?—Preguntó con suavidad y el hombre la miró con desconcierto—. Creo que es hora de que vuelvas a casa—Dijo mirando las botellas vacías que Lawrence tenía delante.

Él se limitó a clavar la vista en la barra, en silencio, y Melody se sentó a su lado sin decir nada.

—Le fallé—Habló el rubio en voz baja, ganándose la atención de la adolescente—. Él está así... por mí. Y ahora también te estoy fallando a ti.

Melody le puso un brazo en el hombro y apoyó su cabeza en el brazo del hombre.

—Siento lo que te dije en el hospital, porque no era verdad. Tú nunca podrías fallarme, Johnny, has hecho tantas cosas por mí... que no me extraña que te considere como un padre—Murmuró con la vista clavada en una cerveza vacía y el rubio soltó una risita.

—Ojalá me hubieras dicho eso cuando tuviera menos alcohol en mi sistema, así lo recordaría al día siguiente.

Ahora fue el turno de Melody para reír y sonrió cuando sintió el brazo del rubio pasarse por sus hombros.

—Feliz cumpleaños, vecina molesta—Le dijo el hombre con una pequeña sonrisa.

La expresión de felicidad de Melody decayó, dando paso a una sonrisa triste.

—No es que sea muy feliz—Johnny la estrujó con un poco más de fuerza entre sus brazos sin darse cuenta de la lágrima silenciosa que resbalaba desde el ojo de la chica, se escurría por su mejilla y acababa estrellada en la barra de madera.




(...)





DOS SEMANAS.

Habían pasado dos semanas desde la pelea y Miguel seguía en coma.

Melody observaba la noticia titulada "Campeón local de karate lucha por su vida" que cubría la pantalla del portátil de su madre mientras acababa de vestirse.

Ese día había acabado su expulsión de dos semanas que le habían impuesto a todos los que habían participado en la pelea. Bueno, a todos menos a Robby y a Tory, que los habían expulsado para siempre.

Robby...

Él también seguía desaparecido, y Melody estaba muy preocupada por su amigo. Sabía que él podía cuidarse solo, pero igualmente le preocupaba no saber nada sobre él.

Se puso el top y bajó la tapa del portátil de golpe. Ver las noticias era como una tortura ya que, cada segundo que pasaba sin novedades del latino aniquilaba sus pocas esperanzas.

Caminó hacia su espejo y sus ojos se clavaron en las dos vendas que tenía en los lugares que la pulsera de Tory había rasgado su piel. Las retiró con cuidado y observó que las heridas ya habían sanado y solo quedaban las cicatrices en su lugar.

Volvió a mirar su reflejo y pudo ver las tres cicatrices que tenía en el lado derecho de su cuerpo. En el hombro, en el antebrazo, y en su abdomen. Tres marcas que parecían estar allí para recordarle lo que había hecho mal.

La primera, dejar que su padre volviera.

Las otras dos, —como había dicho Chris— lo egoísta que había sido y las horribles consecuencias que aquello había tenido.

Clavó la mirada en las dos más recientes y aún pudo sentir cómo su piel se rompía en el mismo momento que la pulsera de Tory la golpeaba con fuerza.

Alzó la vista y, durante unos segundos, sintió que su cuerpo estaba podrido con aquellas cicatrices. Sintió que ella misma estaba podrida por dentro.

Sacudió la cabeza y se puso una sudadera —a pesar de que seguía haciendo calor— para tapar aquellas tres marcas y se marchó hacia el instituto.

No obstante, una vez allí, después de pasar los detectores de metales de la entrada, se encaminó hacia su primera clase, intentando evitar cualquier contacto visual con el resto de alumnos que pasaban por el vestíbulo.

Caminó hacia las escaleras y sintió cómo todo su cuerpo se tensaba. Levantó la cabeza y pudo ver el cuerpo inconsciente de Miguel allí tirado, mientras ella lloraba a su lado, pidiéndole que abriera los ojos.

Comenzó a sentir que le faltaba el aire, como si el nudo que se había formado en su garganta no lo dejara pasar y la presión en su pecho encogiera sus pulmones. Sintió los golpes de nuevo, los esfuerzos que había hecho para poder volver a levantarse y encarar a Tory y, lo peor de todo, es que volvió a escuchar el crack que había hecho la espalda de Miguel. Todo eso mientras comenzaba a ahogarse, cada vez más.

Una mano en su hombro la sobresaltó y se giró hacia Demetri, aterrada.

—Ey, tranqui, Bruja Escarlata. Soy de los tuyos—Aseguró el chico, pero ella se limitó a mirar hacia su alrededor, con la vista nublada por las lágrimas.

—Y-yo... Tengo que irme—Se dio la vuelta rápidamente y salió corriendo.





(...)





SU PIERNA SUBÍA Y BAJABA NERVIOSAMENTE, haciendo un suave ruido contra el suelo del hospital.

No sabía por qué había aparecido allí, solo sabía que no podía verlo. Y no solo porque no le dejaran pasar, si no porque no estaba segura de que estuviera preparada.

—¿Melody?—La aludida miró hacia Carmen, aún con el dedo gordo en la boca ya que se estaba mordiendo la uña—. ¿Qué haces aquí? Pensaba que hoy volvías al instituto.

La mujer se sentó a su lado y ella agachó la cabeza.

—No... No podía volver. Fue como... revivirlo—Tragó saliva a la vez que sentía la mirada de la madre de Miguel clavada sobre ella—. Así que salí corriendo y acabé aquí, pero creo que no ha sido una buena idea—Murmuró.

—Yo puedo hablar con la enfermera, si quieres verlo—Le dijo Carmen y la chica negó con la cabeza.

—No es eso, es que... No creo ser capaz de verlo así y saber... Saber que si no fuera por mí...—El nudo de su garganta no le permitió acabar aquella frase.

La mano de Carmen se posó sobre su pierna, haciendo que parara de moverla. La castaña miró a la mujer, que la miraba con ternura.

¿Por qué no la odiaba? Su hijo estaba así por ella

—Melody, sois adolescentes, es normal que tengáis líos amorosos. Lo que no es normal es empezar una pelea solo por un beso—La menor asintió—. Sígueme, estoy segura de que a Miguel le hace ilusión oír tu voz.





(...)





ES ESA PUERTA DE ALLÍ—Le indicó Carmen—. Recuérdale que estás allí y háblale de cosas que le gustan. Aunque creo que con oírte será suficiente.

Melody asintió, demasiado nerviosa como para darse cuenta de aquella indirecta, ya que que la mujer se refiriera a ella como la novia de su hijo la había dejado un poco descolocada.

Dio unos pasos hacia la puerta mientras respiraba hondo, pero sintió cómo se le cortaba la respiración al verlo.

Miguel estaba con los párpados cerrados, rodeado de cables y con una especie de collarín en la cabeza.

Melody se tapó la boca con una mano, intentando amortiguar el sollozo que había salido de su garganta.

De verdad que odiaba ser tan sensible.

Pero ver a Miguel en aquel estado le había partido el corazón en cien partes y luego había quemado todos y cada uno de los añicos.

Se acercó a él lentamente y se apoyó en la barandilla de la cama.

Parecía tan tranquilo que incluso solo tenía ganas de observarlo en silencio, como si al hablarle fuera a despertar.

Aquello le dio un poco de esperanza y respiró hondo de nuevo, intentando no echarse a llorar con la primera palabra que abandonaría sus labios.

—Hey—Su corazón se encogió un poco al no oír la clásica voz del chico diciéndole "hey" de vuelta—. Soy Melody, aunque supongo que ya habrás reconocido mi voz —Tragó saliva, intentando deshacer el nudo de su garganta—. Tu madre me ha ayudado a entrar, mejor no te digo cómo y así cuando te despiertes a lo mejor nos reímos un rato—Nada. Ni siquiera una pequeña sonrisa. Sus ojos se cristalizaron de nuevo—. Te echo mucho de menos, tarado—Soltó una risita triste, intentando reprimir las lágrimas—. Tienes que abrir los ojos, por favor—Pidió en un hilo de voz—. Te he visto recibir pelotazos, casi escupir un pulmón al correr, ser ahogado por Johnny, cansarte al hacer dos flexiones con nudillos... Pero lo más importante, te vi levantarte todas esas veces. Sé que esta vez es mucho más difícil, pero sé que eres lo suficientemente fuerte como para levantarte de nuevo—Las palabras de Melody resonaban con eco en el interior de la mente de Miguel—. Tenías razón, ¿lo sabías?—Peters tomó la mano del chico a la vez que algunas de sus lágrimas mojaban la manta que cubría su cuerpo—. Te necesito, Miguel. Necesito que me despiertes, me mires con una sonrisa y me digas que todo va a salir bien. Te lo suplico, por favor, levántate una vez más. Por tu madre, por tu abuela, por Johnny... ¿Por mí?—Añadió en un hilo de voz-. Si es que no me odias, claro.

En el momento en el que los labios de la chica iban a rozar los dedos del latino, una voz sonó detrás suya, sobresaltándola.

—¿Qué haces aquí?—Preguntó Johnny con confusión.

—¿Qué haces tú aquí?—Le preguntó ella a la defensiva mientras se secaba las lágrimas.

—Vengo a ver a Díaz.

—Bueno, yo a ordeñar una vaca no vengo—Dijo con ironía y ambos se quedaron en silencio observando al chico.

Melody seguía con su mano envolviendo la del latino cuando Johnny habló.

—Hola, colega. Siento no haber venido, tu madre no me quiere por aquí. Y no me extraña—Johnny hizo una pausa—. Creía que te ayudaba. Aprendías tan rápido y estabas tan fuerte...—Melody agachó la cabeza—. Pero te fallé. Lo siento mucho—Peters miró al rubio y pudo ver una pequeña lágrima salir de su ojo—. No sé si me oirás, chico, pero sé que tú puedes. Tienes que seguir luchando. Nunca te rindas. Tú puedes. Sé que sí.

Melody se secó una lágrima y se apartó bruscamente del chico cuando la voz de la enfermera sonó detrás de ella

—¿Disculpa? Solo pueden pasar familiares.

—Sí, ya nos íbamos—Dijo Johnny y ambos se dirigieron hacia la puerta.

La chica no pudo evitar echarle un último vistazo al chico para después alejarse, con el pitido de los latidos del corazón de Miguel grabado en el cerebro.





(...)





VOLVER AL INSTITUTO AL DÍA SIGUIENTE NO HABÍA SIDO FÁCIL.

Al pasar el control de seguridad, escaneó el lugar en busca de alguna cara conocida, pero solo se encontró con alumnos juzgándola duramente con la mirada.

Decidió ignorarlos y se dirigió hacia las escaleras de nuevo. Se congeló al principio de estas, y se obligó a enfrentarse a ello acercando una mano a la barandilla.

Escuchaba los latidos de su propio corazón en sus oídos y su respiración se estaba volviendo irregular a medida que acortaba la distancia entre el pasamanos y ella.

Intentó ahuyentar todas las imágenes de la pelea que parecían grabadas con fuego en su mente, la de el primer puñetazo de Tory, el esfuerzo que hacía cada vez que se levantaba, Miguel cayendo...

Sin embargo, se apartó en el último segundo, y huyó aterrada de aquellas escaleras.

No había sido capaz de hacerlo. Y, honestamente, no estaba segura de si podría volver a caminar tranquilamente por aquel instituto.

No después de todo.












*llora en un rincón de su habitación mientras escribe esto*

Melody mi nena :(

Bueno, creo que es un poco obvio que esta temporada será mucho más triste y veremos a Melody luchar más contra su propia mente, pero saldrá adelante (esperemos).

Igualmente me encantaría saber cuál ha sido vuesta escena favorita hasta ahora (de todo el libro o de cada acto idk, es solo para estar un poco más activa con los comentarios XD)

Bueno, eso es todo...

NO MERCY, BITCHES WITH THE HEART BROKEN!

P.D: El banner de este acto es re sad, lo sé, lo siento.

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