𝐓𝐇𝐈𝐑𝐓𝐘 𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄. thorns in our hearts
𝐓𝐑𝐄𝐈𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐓𝐑𝐄𝐒. ❛ espinas en nuestros corazones❜
MIGUEL OBSERVÓ A CHRIS, que estaba apoyado en aquella maceta como si presentarse fuera de su casa fuera lo más normal del mundo, y sintió la rabia recorrer sus venas al acordarse del día en el que se encontró Melody en el porche con un corte en la mejilla. El corte que aquel hombre le había hecho.
—Al fin nos conocemos, Miguel.
El latino apretó su mandíbula al ver la estúpida sonrisa en la cara de aquel hombre mientras se limitaba a asesinarlo con la mirada.
—No puedo decir que es un placer—Le respondió entre dientes, y Chris soltó una carcajada que lo hizo enfadar aún más.
—Tienes agallas, me gusta—Admitió el hombre mientras asentía y se separaba de la maceta en la que estaba apoyado—. Aunque no te sirvieron de mucho de la pelea en el instituto, ¿no?—Miguel apretó los puños, gesto que no pasó desapercibido por Scott—. Porque si no recuerdo mal... Hace poco que aprendiste a caminar de nuevo—El hombre le restó importancia con un gesto y luego metió las manos en los bolsillos de su pantalón—. Pero no estoy aquí para hablar de eso. Estoy aquí por Melody.
—No vas a llevártela—Dijo el pelinegro con confianza, y Chris sonrió.
—Hay probabilidades de que lo haga. Muchas, la verdad.
—Ganaremos.
Chris soltó una risa carente de gracia al notar la confianza de aquel chico—Ya, claro. Si con decirte eso a ti mismo duermes mejor, no es mi problema. He venido a proponerte algo... Bueno, a que tu le transmitas mi propuesta a Melody.
—No sé de qué me hablas, pero estoy seguro de que no aceptará nada que tenga que ver contigo—Aseguró Miguel y el hombre ladeó la cabeza mientras arrugaba su nariz.
—¿Estás seguro de eso? Porque ambos sabemos que se aferraría a cualquier opción que implicara no separarse de sus seres queridos—El pelinegro tragó saliva, Chris tenía razón—. Y yo voy a proponerle esa opción.
Miguel alzó una ceja, pero no dijo nada más, invitándolo a que siguiera hablando.
—Melody no tendrá que venir conmigo... si se une a Cobra Kai en el torneo.
El chico soltó una risa carente de gracia y negó con la cabeza—Estás loco si crees que Melody se uniría a Cobra Kai, o a ti.
—¿Lo estoy? Porque solo es un torneo, solo eso y podrá seguir teniendo lo que quiere. Podrá volver al instituto, ver a sus amigos todos los días, patinar por el valle, entrenar, y pasar tiempo con su querido noviecito. Solo tiene que competir con nosotros—Chris se acercó mucho más a Miguel, quedando a unos pasos de distancia—. No quieres perder a tu novia, ¿verdad? Pues infórmale sobre este trato, ¿quieres?.
La confianza de Miguel se esfumó en aquel instante. Claro que no quería perderla, pero informarle de aquella propuesta le daba miedo, ¿y si aceptaba? ¿Y si ayudaba a Cobra Kai a ganar? No, ella no haría eso.
—No aceptará—Dijo más para él mismo que para el hombre que tenía delante.
—¿Seguro? Propónselo y a ver qué dice—El chico apartó la mirada, pensativo, y Chris continuó hablando—. Aunque entiendo por qué no lo harías, yo tampoco querría que mi novia rompiera conmigo.
Miguel frunció el ceño y miró a Scott, que parecía extrañamente tranquilo con aquella charla.
—¿A qué te refieres con eso?—preguntó antes de que pudiera evitar que la pregunta se escurriera entre sus labios y, al pronunciar las palabras, una pequeña sonrisa apareció en los labios del hombre.
Chris se encogió de hombros antes de volver a hablar:—Me refiero a que, teniendo en cuenta eventos anteriores, comprendería que tuvieras miedo a que te dejara por Robby...—El hombre sonrió al ver el ceño fruncido de Miguel y la duda reflejándose en su mirada—. Ya sabes, como pasó con Liam.
—¿Cómo sabes lo de Liam?—cuestionó el chico, intentando disuadir al hombre de aquel tema de conversación.
—Sé todo lo que pasa en la vida de mi hija.
—¿Cómo puedes llamarla hija aún sabiendo que eres la persona que más le ha jodido la vida?—la rabia que teñía aquella frase no pasó desapercibida por aquel hombre, al igual que los puños apretados del chico y su tensa mandíbula.
Pero, como las otras veces, eso no lo intimidó. Lo hizo reír.
—Tengo que admitir que eres un chico muy listo—El hombre asintió con la cabeza mientras sonreía, pero su expresión cambió drásticamente a una de seriedad que casi intimidaba al latino—. Pero no vas a distraerme—El chico tragó saliva mientras el hombre se acercaba—. Haznos un favor a todos e informa a Melody, ¿sí? Si tanto te importa, querrías verla feliz, ¿no? Aunque eso requiera librarse de ti.
(...)
—¿Así que se disculpó?—preguntó Liam mientras yacía boca arriba en la cama de Melody y lanzaba una pelota al aire para después atraparla.
—Sí, Sam se acercó a mí mientras guardaba unas cosas en mi taquilla y casi me grita el "lo siento" en la cara—Explicó Melody, que estaba sentada a horcajadas en su silla giratoria, observando cómo Moon hacía pequeñas coletitas con los rizos de Liam—. Me alegro de que lo haya hecho, odio esto de estar peleada con todo el mundo. Aunque probablemente lo hizo para ahorrarnos la incomodidad en la cena a la que nos invitaron sus padres.
—Eres muy negativa—le dijo Moon.
—Prefiero esperarme lo peor a luego darme la hostia al darme cuenta de que no todo es de color rosa—Explicó, pero luego añadió:—. O verde. No sé, ¿cuál era el chakra de la esperanza?—La otra castaña rió y negó con la cabeza.
—¿Hay un chakra para cada cosa?—preguntó el pelinegro con el ceño fruncido.
—El chakra corazón, representado con el color verde, es el de la esperanza—Aclaró Moon poniéndo una gomita de color verde sobre el colchón de Peters—. Y no, no hay un chakra para todo, pero si hay varios. Por ejemplo, el chakra raíz, que es el de color rojo; el chakra sexual, el naranja—Liam movio sus cejas jugetonamente, haciendo que las chicas rieran—; el plexo solar, amarillo; chakra corazón, el verde; chakra garganta, azul cyan; el tercer ojo, añil; y el chakra corona, el morado—El suspiro de Moon al pronunciar aquel último no pasó desapercibido por sus dos amigos.
—Como el de Hawk—recordó el ruloso y la chica que le estaba trenzando el pelo dibujó una sonrisa triste en su rostro—. Déjame adivinar, le habías dicho algo sobre el chakra corona antes del...—Liam hizo un ruido imitando a una máquina de afeitar y pasó su mano por sus rizos, recreando lo que le había pasado a Eli.
Melody apoyó sus brazos sobre el respaldo de su silla y luego puso su barbilla sobre ellos—Aún no me puedo creer que Robby haya hecho algo así—Murmuró y los otros dos adolescentes la miraron.
—¿A qué te refieres?—preguntó Moon.
—Creí que era un ladrón y estafador, ¿esos no se suponen que hacen cosas malas?—cuestionó Liam, incorporándose, pero Moon lo volvió a empujar para que se tumbara de nuevo.
—Era—Remarcó la castaña—. Iba en buen camino cuando se unió a Miyagi-Do, antes de...
—¿De que se marcara un Peter Pettigrew y nos traicionara a todos? ¿O antes de lo de...?—Liam dio una patada al aire y luego agitó sus brazos como si estuviera cayendo al vacío, para después hacerse el muerto.
—Sí, antes de eso—Dijo Melody con una pequeña sonrisa que habían causado aquellos gestos tan ridículos.
—Ya—El ruloso se quedó mirando al techo fijamente y se incorporó cuando Moon le dio unos toquecitos en el hombro, indicando que ya no quedaban más gomitas para ponerle en el pelo—. Hablando de Speedy González...
—¿Quién es Speedy González?—preguntó Moon.
—Miguel—respondió Melody.
—¿Por qué lo llamáis Speedy González?
—Larga historia—Liam le restó importancia con la mano—. ¡Pero eso no importa! Lo que importa es... ¿te lo ha pedido ya?—Melody frunció el ceño.
—¿El qué? ¿Matrimonio?
—No, ir al... Espera, ¿te pidió matrimonio?—Un cojín viajó a la cara de Liam, y este fue demasiado lento como para atraparlo a tiempo.
—¡No!—Exclamó la castaña escandalizada—. Ahora haz la pregunta de una vez.
—¿Te ha pedido ir al baile?—preguntó el ruloso y la castaña abrió la boca, pero la cerró al instante.
—¿¡No lo ha hecho?!—Exclamaron los otros dos chicos a la vez.
—No, no. No es eso...
—Entonces sí lo ha hecho.
Melody arrugó la nariz y ladeó la cabeza—No exactamente.
—¿Y eso qué se supone que significa?—preguntó Moon con el ceño fruncido.
—Pues... Que yo sé que él no va a ir con nadie más, y él sabe que yo no voy con nadie más. Es bastante obvio... ¿no?—Los otros dos chicos se miraron y Melody suspiró—. No sé, sabéis que nunca he ido a un baile de esos y...
—Chst—Le chistó Liam y la castaña paró de hablar inmediatamente.
Las dos chicas se miraron, confusas, al ver cómo el chico se estiraba hacia la ventana.
—¿Qué estás...?—Ahora fue el turno de Moon de parar de hablar cuando el ruloso se chistó.
—Estoy oyendo algo—Susurró mientras se acercaba a la ventana sigilosamente.
Las dos castañas compartieron otra mirada de confusión y se sobresaltaron cuando Liam soltó un jadeo de emoción al abrir la ventana gigante que había en el cuarto de su amiga, dejando que una melodía ochentera inundara la habitación.
—¡Es Speedy González!
Melody casi se cae al levantarse tan rápido de su silla. Sin embargo, Moon había llegado a la ventana antes que ella y tuvo que empujarla a ella y a Liam para ver qué demonios estaba pasando allí fuera.
Abrió mucho los ojos y no pudo evitar sonreír al ver a Miguel sosteniendo una radio vieja en la que se reproducía "In your eyes" y su corazón dio un salto al ver que, al lado del chico, había un pequeño cartelito en el que ponía: "¿baile?".
Se tapó la boca con ambas manos, pero aquello no sirvió para ocultar la gigante sonrisa que adornaba su rostro o para callar la risa que había soltado.
Cuando Miguel la vio salir, con el pelo recogido en un moño y aquella sonrisa tan radiante que le daba mil años más de vida, no pudo evitar sonreír él también.
La castaña se apartó de la ventana y bajó las escaleras corriendo, seguida de sus amigos.
—¿Qué está pasando aquí?—preguntó Marie al ver a los chicos salir corriendo hacia la entrada.
—¡Es una declaración de amor!—Gritó Liam antes de volver a salir corriendo hacia el exterior.
Marie y Audrey se miraron, y luego siguieron a los adolescentes.
Melody rió al ver el pequeño ramo de rosas rojas que su novio sostenía con la mano que no estaba agarrando aquel radiocasette.
—¿Qué es todo esto?—preguntó mientras tomaba aquel ramo y se acercaba aún más al chico.
—Bueno... es bastante obvio, ¿no?—Los dos miraron el cartelito que descansaba a su lado y la chica volvió a reír.
—¿La escena de "Say anything"? ¿En serio?—cuestionó con una sonrisa que era incapaz de borrar de su rostro.
—¿Qué puedo decir? Eres como mi Diane Court, intachable estudiante e inalcanzable belleza del instituto—La castaña ladeó la cabeza con una sonrisa tierna, ambos sabían que aquello no era verdad—. Además, tu padre es un capullo y, aunque no estoy seguro de que quiera que estemos juntos o no, sé que te encanta esta escena de la peli—Ambos rieron.
—Tienes razón, me encanta—admitió ella y luego miró a las flores para después volver a mirar al chico—. Esto es precioso.
—¿Es digno de un sí?—preguntó el latino y ella se mordió el labio inferior.
—No—El chico frunció el ceño—. Es digno de mil síes—Melody no dudó en pasar sus manos por el cuello del pelinegro y en unir sus labios en un beso dulce, lo que provocó que unos vítores y aplausos sonaran detrás de ambos.
Ambos se separaron y se sonrieron, ignorando a las personas que estaban celebrando la aceptación de aquella propuesta.
No obstante, Miguel sintió aquella espina clavarse en su corazón al verla sonreír así, tan... feliz.
Si tanto te importa, querrías verla feliz, ¿no? Aunque eso requiera librarse de ti.
¿Debería contárselo? ¿Por qué demonios no quería hacerlo? ¿Acaso era tan egoísta como para no dejarla ir?
(...)
MELODY OBSERVABA EL VESTIDO QUE LE HABÍA HECHO SU MADRE con el labio inferior atrapado entre sus dientes.
Era una prenda de ropa color azul que le llegaba hasta el suelo, de corte de princesa con una abertura en el lado derecho de la falda y con un escote de hombros caídos. En sus pies llevaba unos tacones del mismo color —que no eran tan cómodos como parecían—, su cabello estaba ondulado con la mitad de su pelo recogido con un lazo azul en la parte de atrás de su cabeza y, de maquillaje, se había puesto brillo de labios y un eyeliner azul acompañado de rimel.
—Estás preciosa—Halagó Sam, sentada frente a su espejo y pintándose los labios de color rosa, el mismo que su vestido.
Después de cenar los Larusso junto a las Peters y a Audrey, las chicas habían subido a prepararse para la fiesta que se llevaría a cabo en breves y a la cual Melody y Miguel irían juntos y Sam iría en grupo con Moon, Liam y otras personas.
—Gracias—Murmuró la otra chica.
Melody distinguió las cicatrices en su brazo y luego, inconscientemente, llevó su mano a la que tenía en el hombro.
Había ayudado a Devon a mejorar su técnica junto a Johnny y a Miguel, había animado a todos y a cada uno de los chicos de Eagle Fang, había dado lo mejor de sí misma aquellas últimas semanas.
Y aún así no le parecía suficiente.
Sentía que aquella cuerda se hacía cada vez más y más fina, como si estuviera anhelando soltarse y librarse de ella, como si fuera un peso muerto con el que ya no quería cargar más.
El sonido del timbre la sacó de sus pensamientos y las dos chicas se giraron hacia la puerta de la habitación, que había sido abierta por Amanda.
—Ya está aquí—Canturreó, mirando a Melody, que seguía con la mano acariciando su propio hombro—. ¿Estáis listas?
—Bajamos ahora, mamá—Le dijo Sam y la mujer se fue, dejándolas solas—. ¿Lista?—preguntó Larusso después de verse en el espejo, girándose hacia la otra chica.
Melody movió disimuladamente el asa derecha del vestido para que cubriera parte de la cicatriz y tragó saliva, fallando en el intento de deshacer el nudo que se había instalado en su garganta hace unos días y que parecía apretarse con el paso de las horas, recordándole que las tenía contadas.
—Lista.
—¡Aquí vienen!—Anunció Amanda a los presentes, que eran las familias de las dos chicas, la de Miguel, y Johnny.
Sam fue la primera en bajar, y recibió los halagos de su padre pero sobre todo de su abuela, luego se acercó a Miguel con una pequeña sonrisa y le puso una mano en el brazo.
—Espero que no te desmayes—Bromeó antes de caminar hacia Daniel y Amanda.
Antes de que el latino pudiera decir algo, el sonido de unos pasos provenientes de la escalera llamó su atención.
Al ver a su novia en aquel vestido, luciendo completamente hermosa, sus ojos se abrieron más de lo normal y su boca cayó entreabierta del ensimismamiento.
Balbuceó cosas sin sentido cuando la vio dar una pequeña vuelta, mostrando su atuendo completo, y, cuando ella se acercó, por fin consiguió articular algo:—Wow, ¡te ves hermosa!
—Tú también—Le dijo la castaña con una sonrisa para después apartarse un poco del resto y darse sus ramilletes—. Por fin podemos pasar tiempo juntos—Habló ella mientras le colocaba las pequeñas flores azules en la chaqueta del traje.
—Eso. Sin kárate, sin rivalidades, sin preocupaciones...—El chico tomó la muñeca de la castaña y le puso el ramillete con delicadeza—. Solo tú y yo.
La mano del latino se deslizó hasta sujetar la de su novia y darle un leve apretón que ella le respondió con una sonrisa.
—¡Hora de la foto!—Exclamó la prima de Daniel, interrumpiendo aquel pequeño momento—. Acercaos—Le dijo a los dos adolescentes—. Los Díaz, juntaos.
Miguel se acercó a su madre y abuela mientras Melody caminaba hacia Marie, que parecía contenerse para no llorar en aquel momento.
—Te ves tan hermoso—dijo Carmen ajustando la corbata azul del chico.
—Se parece más y más a su papá—Miguel miró a su abuela, con el ceño levemente fruncido.
—Mamá—Le reprochó Carmen y luego posaron para aquella foto.
—Mi niñita—Marie abrazó a su hija y luego se separó para observarla con detenimiento—. Mujercita, mejor dicho.
—Has hecho un gran trabajo, Marie—Le halagó Audrey con una copa de vino en la mano—. Y con el vestido también—La mujer le guiñó el ojo a la adolescente, que soltó una risita suave, y se acercó a Amanda para dejarlas tener un momento madre e hija.
—Oh, espera, tienes esto...—Marie bajó el asa del vestido, encontrándose con la cicatriz pero, consiguió reaccionar y colocó bien aquella prenda de ropa—. Listo. Estás preciosa.
Melody le sonrió a su madre y luego miró a su novio, que parecía no querer quitarle los ojos de encima ya que no le estaba prestando atención a la cámara que lo enfocaba.
De hecho, en la foto grupal, todos salían sonriendo a la cámara. Todos menos ellos, que se sonreían el uno al otro.
(...)
LA MÚSICA DEL BAILE RETUMBABA EN LAS PAREDES ACOMPAÑADA DEL LEVE murmullo de las risas de los adolescentes que se divertían en aquel gimnasio decorado y que intentaban tener una de las mejores noches de sus vidas.
Parejas bailando juntas, otras simplemente enrollándose, amigos que se dan cuenta de lo especial que es la persona que tienen a su lado, otros grupos de amigos simplemente disfrutando de aquella velada... Todo aquello estaba pasando en aquel gimnasio como si fuera una lata comprimida llena de acontecimientos que amenazaba con desbordarse.
No obstante, había un chico que le dedicaba toda su atención a una castaña que bailaba junto a sus amigas en la pista de baile. Y Liam, al darse cuenta de aquello, decidió acercarse.
—¿No bailas?—le preguntó a Eli, que estaba de pie junto a una de las mesitas que había esparcidas por el lugar y que jugaba con su vaso de ponche.
—No tengo pareja—respondió el chico con un poco de tristeza en la voz.
—Eso no es excusa, puedes bailar solo—El ruloso se apoyó en la mesa y lo miró con una sonrisita mientras el chico reía.
—¿Eso no es un poco triste?—preguntó Eli con una sonrisa y Liam ladeó la cabeza.
—Pues claro que no, yo lo hago—Hizo una pequeña pausa en la que arrugó la nariz y luego asintió—. Aunque eso no le quita que sea triste—Eli soltó una risita suave que fue muriendo poco a poco y fue exterminada cuando sus ojos se cruzaron con la sonrisa que tenía Moon en el rostro mientras bailaba con sus amigas.
—Al menos has venido con Moon—Murmuró antes de beber un poco del ponche que había en su vaso.
—Si, bueno. Pero no hemos venido como esos tortolitos—El ruloso señaló a Melody y a Miguel, que bailaban mientras reían y luego el pelinegro levantaba a la chica y le daba una pequeña vuelta entre risas.
—Eso... ¿no te molesta?—Liam miró al chico con el ceño fruncido y este se encogió un poco de hombros—. Me refiero, salisteis juntos, ¿no?
—Sí, pero eso fue hace mucho. Y, además, no me siento de esa forma hacia ella—Explicó el ruloso y luego frunció los labios mientras se encogía de hombros—. Hay veces que esos sentimientos desaparecen tan rápido como te diste cuenta de que estaban ahí, y no puedes hacer nada para evitarlo.
Eli bajó la mirada, apenado, y Liam se dio cuenta de aquel cambio de ánimo y a qué se debía. Pensaba que a Moon le había pasado lo mismo con él.
—Pero los de ella no se han ido—el otro chico levantó la mirada confuso y, cuando vio que la mirada de Liam estaba clavada en Moon, su boca se entreabrió un poco—. Y, por lo que veo, los tuyos tampoco—Eli se sonrojó un poco, causando la risa del pelinegro—. Anda ve y pídele un baile.
El chico pareció pensárselo, pero acabó negando con la cabeza—Estoy bien aquí.
Liam suspiró y dio varios toquecitos en la mesa—Como quieras, yo iré a bailar un rato o hasta que me duelan los pies—El ruloso se alejó de la mesa pero luego se dio la vuelta para decir una última cosa:—. ¡Me alegra ver que ya no eres un capullo!
Eli rió suavemente y negó con la cabeza, observando cómo Liam se mezclaba entre la multitud como si aquella pista de baile fuera su segunda casa.
Por otro lado, Miguel y Melody se habían acercado a la mesa del ponche, dispuestos a servirse un poco. Pero el chico no pudo evitar notar que la castaña se llevaba una mano al tobillo antes de servirse el ponche.
—¿Los tacones?
—No, es la patada tornado que me está enseñando Johnny. Es...—La chica suspiró, dejando la cuchara en el recipiente y miró al chico—. Lo siento, dijimos que nada de karate y aquí estoy yo, hablándote de eso.
—No pasa nada, sé que se ha vuelto algo constante en nuestras vidas—La chica le echó un poco de aquel líquido al moreno mientras él hablaba—. Pero me gustaría apartarlo por un momento porque...
—Esta noche es para nosotros—Completó ella.
—Exacto. Salud—Ambos chocaron sus pequeños vasos de plástico con una pequeña sonrisa.
Sin embargo, alguien entrando a aquel gimnasio llamó su atención y los dos giraron su cabeza para ver quién era.
Mentirían si dijeran que no se habían sorprendido al ver a Tory del brazo de Robby, pero, como Melody le había prometido a Miguel que esa noche no habría rivalidades, le dedicó una pequeña sonrisa de boca cerrada a la rubia, que miró a Robby antes de curvar sus labios casi imperceptiblemente.
Miguel no pudo evitar fruncir el ceño a la vez que sentía aquella espina clavarse con más profundidad, ¿por qué le había sonreído a Robby?
Durante unos segundos, sintió aquella sensación que Chris le había nombrado. El miedo de que ella lo dejara por alguien más.
Pero no por cualquiera, si no por Robby Keene.
(...)
EL MOMENTO DE LA CANCIÓN LENTA HABÍA LLEGADO Y MELODY y Miguel no iban a desperdiciarlo, aún después de notar el sutil cambio de ánimo en su novio, que parecía más encerrado en sus pensamientos que hacía unos minutos. ¿Le había afectado tanto que Robby y Tory hubieran aparecido juntos?
Como si ella misma los hubiera invocado, Robby se chocó con el latino mientras se hacía hueco entre las parejas para poder bailar con la suya, y Melody no pudo evitar notar la cara de fastidio de Miguel.
—Hey, ¿estás bien?—le preguntó al verlo encerrarse en su mente, de nuevo.
—Sí, sí. Solo... Se me hace raro verlos juntos. Además, ¿no habías dicho que eras tú la que le gustabas?
La castaña se encogió de hombros mientras se seguían balanceando al ritmo de la música—Eso fue hace semanas, no sé... Se ven lindos juntos.
Miguel tragó saliva al notar una pizca de nostalgia en aquella frase y giró la cabeza hacia la otra pareja al notar la pesadez que aquella espina comenzaba a tener en su pecho.
Soltó un pequeño bufido al verlos bailar juntos—Pues claro que sabe bailar—Murmuró, pero la chica fue capaz de oírlo.
—Bueno, su madre era una bailarina. Tiene sentido, ¿no?—Melody sacudió la cabeza y apartó la vista de aquel baile hecho principalmente para sacar de quicio a Samantha Larusso, que los observaba desde una de las mesas—. De todos modos, es nuestra noche, ¿no? Olvidémonos de esta rivalidad y disfrutemos. ¿Puedes hacer eso por mí?
El moreno asintió, sabiendo que aquel dolor puntiagudo le hacía difícil olvidarse de todo, ya que le recordaba aquella conversación una y otra vez. Como un bucle doloroso que solo aumentaba su temor.
(...)
LA FIESTA QUE SE CELEBRABA DESPUÉS DEL BAILE ERA CELEBRADA EN UNA DE LAS casas de las afueras, una zona normalmente tranquila que ahora se veía corrompida por el sonido de la música y el zumbido de decenas de conversaciones teniendo lugar en una misma mansión.
—Se acabó el alcohol para mí, ya he aprendido la lección—Le dijo Melody a Miguel mientras pasaba sus brazos por la chaqueta del chico que este le había puesto por encima de los hombros al verla temblar ligeramente—. Iré a por algo de picar, ¿quieres algo?
—Cogeré una cerveza.
—¿Sabes qué? Iré yo a por ella, tu vete a por algo de comer—Ofreció la castaña y el moreno alzó las cejas.
—¿Segura?—Ella asintió con una sonrisa.
—Así también busco a Moon y a Liam, tengo que contarles una cosa—Le dio un leve apretón en el brazo y se alejó hacia donde estaban las bebidas, dejando a Miguel solo, pensando en qué sería lo que tiene que decirles ya que estuvieron juntos aquella mañana en el instituto.
Y, como si el universo le estuviera diciendo algo, se giró para ir a por algo de comida y se encontró con Robby.
¿Acaso estaba luchando contra todas las señales porque deseaba que no fueran verdad? ¿O solo era su mente la que le estaba jugando una mala pasada?
(...)
ACABAR EN LA PISCINA NO ES COMO MIGUEL DÍAZ HABÍA PLANEADO que fuera su noche, pero se había visto obligado a intervenir al ver a Sam pelear con Tory y luego se unió Robby y... Bueno, se cayeron a la piscina.
El chico salió del agua para tomar oxígeno y, cuando el agua ya no cubría su campo de visión, pudo ver el vestido azul con la chaqueta negra parado al borde de la piscina.
—Oh, mierda—Masculló el latino.
Melody formó una fina línea con sus labios y asintió, inexpresiva, antes de darse la vuelta y salir de aquella casa.
El chico se apresuró a salir de la piscina y a seguir a la chica, que ya se había quitado los tacones y ahora los llevaba en la mano.
—¡Melody! ¡Melody, espera!—Al ver que la chica no le hacía caso y seguía avanzando aceleró el paso—. ¡Mels, por favor!
La castaña frenó en seco y el chico imitó su acción, esperando a que se diera la vuelta.
—Yo...—Comenzó Miguel, pero tampoco sabía muy bien qué decir.
—¿Tú qué, Miguel?—preguntó ella con cansancio, dejando los tacones en el suelo para después darse la vuelta y encarar a aquel chico—. ¿Qué tienes que decir?—El chico bajó la mirada y ella soltó una risa sarcástica—. Eso me parecía.
»Te pedí una noche, una noche en la que te olvidaras de esta rivalidad, pero tuviste que pelearte con él—Melody suspiró y negó con la cabeza mientras mordía su labio inferior—. ¿Por qué?—preguntó con la voz quebrándose.
—Sam se había empezado a pelear con Tory, yo solo quería separarlas y... Robby apareció, no es que yo quisiera pelear—Explicó el chico y la castaña tragó saliva.
—Bien. Entonces ahora mírame a los ojos y dime que él no es la razón por la que has estado toda la noche dándole vueltas a algo y que, si hubieras podido evitar una pelea con él, lo habrías hecho—Pidió acercándose al chico y mirándole fijamente a los ojos.
Miguel no sabía si decírselo, no sabía si aquel era el momento adecuado para hacerlo. Pero sabía que no quería hacerlo, lo tenía más claro que nunca. Aquel horrible temor lo había inundado y ahora era incapaz de dejarla ir. Pero ella quería una respuesta, podía verla en sus ojos, y quería una sincera. Algo que él no podía darle.
Por eso cuando el chico bajó la mirada, ella dio un paso hacia atrás, un poco dolida.
—Genial—Murmuró.
—Mels, yo...
—¿Y se puede saber qué hace que Robby te revolucione el coco?—lo interrumpió y él volvió a bajar la mirada.
—No es Robby, es... Es el miedo—admitió y la chica frunció el ceño, confundida.
—¿Qué miedo? ¿Por el torneo?
—Por ti—Él hizo una pequeña pausa para reunir la suficiente valentía y articular las siguientes palabras:—. Es miedo a perderte, Melody.
Un silencio los inundó y Melody lo miró fijamente, con el ceño más fruncido aún.
—N-no entiendo, ¿a perderme?—preguntó, aún confundida—. ¿Pero qué tiene que ver Robby con...?—La castaña paró de hablar al darse cuenta y soltó una risita irónica—. Crees que voy a irme con Robby, ¿no es así?—cuestionó con cierto temor, no quería saber la respuesta.
—¡Pues sí! ¿Vale?—admitió el latino, desesperado—. Es solo que... No paro de pensar que tal vez estás interesada en él—La chica abrió mucho los ojos, sorprendida.
—¿En serio piensas que estoy interesada en Robby?—El desconcierto era notable en aquella pregunta.
—No lo sé—Murmuró él, pasando las manos por su cabello mojado.
—¿Qué demonios te hace pensar eso?—preguntó, ahora más escandalizada.
—¡No lo sé!—Exclamó, frustrado—. ¡Joder! No sé nada, Mels. Solo estoy confundido y no estoy seguro de qué es lo que pasa de verdad o lo que yo me imagino.
La castaña ladeó la cabeza, mirándolo con lástima y luego apartó la mirada, sintiendo que su corazón se partía. ¿Acaso no estaba seguro de su relación? ¿Acaso no sabía cómo se sentía ella? ¿Es que se estaba replanteando cómo se sentía él?
—Miguel—Comenzó—, a mí me gustas tú—Tomó su cara entre sus manos y miró aquellos ojos café en los que tanto le gustaba sumergirse pero que ahora parecían un pozo infinito lleno de dudas—. Te...
Las palabras se atragantaron en su garganta.
No podía decírselo, no cuando no sabía qué le diría él. No soportaría aquel rechazo, no con todo lo que estaba pasando esas últimas semanas. Porque Miguel era lo único bueno que tenía, y lo único que no quería que se intoxicara con aquel veneno que había corroído su vida poco a poco.
Así que tragó saliva, intentando que aquellas palabras volvieran a los más profundo de su cuerpo, en un lugar en el que ella no supiera que estaban.
—Te considero una de las personas más importantes en mi vida—Continuó, mirándole a los ojos—. Pero habías dicho que era nuestra noche. Que no habría nada de karate, ni de rivalidades, solo tú y yo. Y, de alguna manera, te las has arreglado para meterte en una pelea de karate, pelearte con Robby y apartarme a mí también—La chica se separó de él y miró al suelo, con el corazón hecho pedazos—. Porque puede que estuviéramos juntos toda la noche, pero al verte tan enfrascado en tus pensamientos te sentí más lejos que nunca. Así que me voy a casa—El chico asintió, indicando que la entendía y que no iba a insistir.
Pero, cuando ella hizo el amago de quitarse la chaqueta, él la paró—Quédatela.
La castaña se quedó quieta, con un brazo fuera de la prenda de ropa—Pero... es tu chaqueta.
—Lo sé, quédatela. Insisto. Hace frío.
Ella bufó y terminó de quitarse la chaqueta, sintiendo el vello de su cuerpo erizarse por el frío o por el torbellino de emociones que sentía en aquel momento.
—Creo que te olvidas de que tú eres el que está mojado—Le tendió la chaqueta y luego le dedicó una sonrisa triste—. Cuando estés seguro de lo nuestro, espero que no sea demasiado tarde—murmuró—. Adiós, Miguel.
Y dejó al chico allí, con las gotas de agua aún escurriéndose por su cuerpo y con el corazón roto, el resultado de una espina que no fue retirada a tiempo.
jeje *se va a llorar / esconder para que no la maten*
bueno, aquí pueden presenciar que no estaba bromeando cuando dije que iban a sufrir todos :') (igualmente me dolió bien feo escribir este capítulo)
. y vamos a matar a Chris por llenarle la cabeza de mierda a mis niños
UNA PREGUNTITA: ¿quieren el torneo en un mismo capítulo o dividido en dos como en la serie? (jaja recién me doy cuenta que solo me queda eso por escribir *se va a llorar aún más*)
Also, no escuchen música triste con este cap, no es recomendable, yo me acabé dos paquetes de clinex llorando pero porque soy sensible :(
En fin, eso es todo, nos vemos en el siguiente cap <3
P.D: a lo mejor edito este cap, así que si ven que lo resubo les aconsejo que lo relean por si acaso :)
NO MERCY!
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