𝐓𝐇𝐈𝐑𝐓𝐘 𝐅𝐈𝐕𝐄. this was the very first page, not where the storyline ends


𝐓𝐑𝐄𝐈𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐂𝐈𝐍𝐂𝐎. ❛ esta era la primera página, no donde acaba la historia ❜




EL ZUMBIDO DE SUS OÍDOS QUE DISTORSIONABA AL RESTO de la realidad no le permitía pensar con claridad. Lo único que podía hacer era escuchar los latidos de su propio corazón resonar entre las paredes de su cerebro en un ritmo más acelerado de lo normal.

Le tocaba pelear contra Sam en unos minutos y su cabeza seguía en la enfermería, que era donde se habían llevado a Miguel.

Johnny lo había acompañado y le había prometido a Melody que volvería a tiempo para el combate, pero eso le daba igual. Todo el maldito torneo le daba igual.

Solo quería que Miguel estuviera bien.

Y lo peor de todo era que sentía que una parte del chico luchaba por ella, y no podía permitirlo.

Por eso, cuando una rubia cabellera se coló en su campo de visión, Melody se abalanzó sobre Johnny con mil preguntas en la cabeza que no fue capaz de preguntar ya que se enredaban en su garganta.

—Solo ha sido un tirón muscular—informó el hombre.

En ese instante, Melody pudo sentir cómo su cuerpo se relajaba y el aire entraba con normalidad en su sistema, acompañado de una sensación de alivio inmensa.

—Menos mal. ¿Dónde está?—preguntó mientras miraba por encima del hombro del rubio.

—En la enfermería, preparándose para continuar con el combate.

La castaña se congeló en su sitio con aquella noticia y preguntó en un susurro—: ¿Qué?

—No te preocupes, le he dicho lo que me dijiste—Johnny intentó calmarla al notar cómo todo su cuerpo se tensaba a la vez.

Melody le había repetido varias veces mientras se llevaban a Miguel en una camilla que le dijera que no se preocupara, que no tenía que hacer nada por ella, ni siquiera ganar aquel torneo.

Y sí, se sintió un poco aliviada cuando Johnny le dijo eso, pero aún así seguía aterrada por la salud de su novio.

—Pero no eres lo único por lo que compite, también está la otra parte del trato—Continuó el hombre y la castaña frunció el ceño.

—¿Quieres que siga compitiendo después de lo que acaba de pasar?—preguntó con las cejas alzadas—. Es coña, ¿no?

—Solo ha sido un tirón...

El intento de explicación de Johnny fue interrumpido por un gruñido de Meldy que se pasó las manos por la cara con frustración.

—¿Acaso no recuerdas el infierno que pasamos todos después de ese accidente?—Negó con la cabeza energéticamente mientras cerraba los ojos con fuerza durante un segundo al darse cuenta de que ella viviría algo parecido si no se llevaban la victoria aquel día y lo peor era que le daba igual, porque solo le importaba la salud de Miguel.

—Puedo ganar esto—Tragó saliva y miró a Sam, que hablaba con Daniel probablemente de su contrincante, o sea ella misma—. Puedo intentarlo—Corrigió.

Johnny suspiró al ver que toda aquella situación le estaba pasando factura y que se estaba empezando a notar el efecto que tenía en ella.

—Sé que esta situación nos afecta a todos. Creéme, entiendo que estés frustrada porque pelear contra Larusso no es muy favorable para todo este rollo del trato pero...

—Supongo que hubiera sido mucho mejor si en vez de dividirnos hubiéramos todos juntos, apoyándonos, y no rezando para que los que son nuestros amigos pierdan y así poder llevarnos nosotros la victoria—Interrumpió y, al instante, sintió una pequeña punzada en el pecho.

Vale, estaba pagando su miedo y frustración con Johnny, y no era justo.

Sacudió la cabeza—Lo siento, es solo que... Estoy muerta de miedo, Tory ya se ha clasificado para la final y no paro de pensar en que tal vez Sam es mejor luchadora que yo y en que tal vez debería dejarla ganar—Se disculpó.

—Ni se te ocurra hacer eso. Sería muy injusto para ambas, Sam merece ganar como se debe y tú, ganes o pierdas, deberías hacerlo con honor, no amañando las cosas para cambiar el resultado final basándote en una hipótesis—Le dijo Johnny y ella bajó la cabeza, avergonzada. Tenía razón.

—¡Seguimos con las semifinales femeninas! ¡Sam Larusso, de Miyagi-Do contra Melody Peters, de Eagle Fang!—Los aplausos y vítores del público llenaron la estancia y Melody tragó saliva mientras volvía a mirar a Johnny.

El hombre le dio un suave apretón en el hombro y la miró con una pequeña sonrisa acompañada de un especial brillo en sus ojos azules—Tú puedes.

Miró al resto de sus compañeros, que se habían acercado y le mandaban miradas de ánimo acompañadas de asentimientos de cabeza. Volvió a mirar a Johnny y asintió con convicción antes de subirse al tatami con aquel nudo en su garganta aún presente, pero abandonando aquella sensación de asfixia.

Y, con el pensamiento de que Sam y ella estaban en el dojo de la primera simplemente entrenando, su combate comenzó.





(...)





SU CUERPO AÚN SEGUÍA TEMBLANDO DE LA EMOCIÓN de la misma forma que lo había hecho cuando el árbitro levantó su brazo y gritó: ¡Ganadora! Ganándose así un billete a la final femenina.

Nichols contra Peters. De nuevo.

Debía admitir que le daba un poco de miedo volver a enfrentarse a Tory, sobre todo teniendo en cuenta las recientes cicatrices que aún descansaban sobre su piel y aquellos recuerdos almacenados en la parte trasera de su cabeza, dispuestos a salir a la luz en el momento más inoportuno.

—Cobra Kai y Miyagi-Do van igualados en la clasificación. Pero hay alguien, digamos que "un pajarito" que aún tiene posibilidades—Melody mordió el interior de su mejilla a la vez que cambiaba su peso de un pie a otro con nerviosismo.

Aún no había visto a Miguel desde su combate con Eli y, siendo honestos, no estaba segura de si quería que el chico saliera a competir de nuevo.

—¿Seguirá vivo Eagle Fang en la batalla de dojos masculina?—Devon y la otra chica de aquel dojo de águilas miraron hacia el túnel a la vez que Johnny, y luego se miraron entre ellos para volver a ver al presentador—. Salgamos de dudas. ¡Miguel Díaz tiene un minuto para volver al tatami!

Un gran temporizador apareció en el lugar de la tabla de clasificación y Devon soltó un bufido.

—¿Una cuenta atrás? Qué dramáticos, ¿no?

—Sí, es el All Valley—Respondió Mitch con obviedad.

Melody volvió a mirar al túnel.

...45...

Pudo notar que Johnny también miraba hacia allí con nerviosismo.

...35...

Eli se movía un poco en su sitio, calentando por si el latino aparecía en cualquier momento.

...20...

—Sí que se está haciendo de rogar, ¿eh?—Melody miró a Devon durante un segundo y luego volvió a mirar al reloj.

...15...

«Llámame loca pero no creo que aparezca.»

...11...

—¡Diez, nueve, ocho, siete, seis—Johnny volvió a mirar al túnel, pero Miguel seguía sin aparecer—, cinco, cuatro, tres, dos, uno!

La ensordecedora bocina llenó toda la estancia y Melody habría hecho una mueca por la molestia causada por el ruido si una sensación de preocupación la invadiera.

¿Y si le había pasado algo?

—Bueno, parece que Miguel Díaz no va a luchar!—Melody se dispuso a andar hacia la enfermería pero su sensei la frenó.

—Tú quédate aquí y prepárate la final, ya voy yo—La chica asintió, no muy convencida, y el hombre se marchó.

—Lo que significa que el ganador por no presentación es Eli Moskowitz, que pasa a la final, donde se enfrentará a Robby Keene.

El chico miró a Melody con la pregunta en el rostro, pero ella solo fue capaz de encogerse de hombros. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, y eso le estresaba. Así que, cogió su botella vacía y se adentró en el túnel, rumbo a una fuente donde poder rellenarla e intentar despejarse por el camino.

Sin embargo, se quedó de piedra en medio del pasillo cuando, a unos metros de distancia, pudo distinguir la figura de Robby Keene, que también se había congelado en su sitio.

«Vamos, no seas cagona, puede ser la última vez que tengas la oportunidad de hablar con él.»

Tragó saliva y le hizo caso a su pequeña conciencia. Reunió todo su valor y se acercó al castaño con pasos titubeantes, como si fuera a echar a correr en cualquier momento.

No obstante, él fue el primero que habló.

—¿Cómo está Miguel?

Ella retorció la botella de plástico entre sus manos mientras se encogía de hombros.

—No lo sé, Johnny ha ido a verle porque se supone que yo tengo que prepararme para la final pero...

—Pero quieres asegurarte de que esté bien, porque si no no estarás en paz contigo misma—Completó Robby en un murmullo y con una pequeña sonrisa nostálgica que hizo que el corazón de la chica se encogiera—. Típico de ti.

—Sí—dijo ella en un hilo de voz y aún jugando con la botella—. ¿Cómo... cómo está Kenny?

Pudo percibir un leve cambio de actitud de Robby, como si su rostro se hubiera apenado casi imperceptiblemente y sus ojos perdieran un poco de brillo.

—Se podrá bien, o eso creo—La última frase fue un susurro casi inaudible que Melody alcanzó a oír de milagro y asintió a la vez que suspiraba.

—Eso es genial—Robby asintió con aquella aura triste rodeándolo y la castaña se aclaró la garganta, llamando su atención—. Bueno, yo debería, ejem, irme—Tragó saliva con nerviosismo y sintió su labio inferior temblar, sintiendo que aquello era una despedida.

—Buena suerte en la final—El corazón de la chica se encogió y asintió intentando que no se le cristalizaran los ojos.

—Igualmente—Tomó una bocanada de aire, intentando que no se le rompiera la voz y luego dio un paso hacia atrás, sintiendo su cuerpo entero flaquear. Así que, reunió todas sus fuerzas y pronunció—: Adiós, Robby.

Él esbozó una sonrisa triste y respondió—: Adiós, Melody.

Dio media vuelta y caminó con rapidez hacia la fuente, intentando que aquel sentimiento de pérdida que su corazón comenzaba a experimentar se esfumara, pero no lo hacía, y le estaba poniendo más nerviosa aún.

Una vez llegó a la fuente, tuvo que agarrarse a ella para no caerse ya que sus piernas temblaban y su estómago se retorcía de la forma más dolorosa posible.

Estaba completamente aterrada, y nada podía cambiar sus sentimientos.

O eso creía hasta que...

—Enhorabuena.

La voz de Miguel hizo que diera un respingo y soltara su botella de cualquier manera sobre aquella superficie metálica.

El moreno se había ido de la enfermería porque sabía que allí era donde irían todos los adultos para asegurarse de que estaba bien. Así que, salió de aquella salita ya que no tenía ganas de hablar con nadie.

Pero ella era la excepción.

Pudo ver cómo todo el cuerpo de Melody se relajaba y una expresión de alivio llenaba su rostro antes de que se acercara a él casi corriendo y lo rodeara con sus brazos, haciéndolo sentir seguro.

—¡Oh Dios mío! ¿Estás bien? Estaba super preocupada—Habló contra el pelo del chico y este enterró su cara en el cuello de la chica durante unos segundos.

—Estoy bien—Aseguró aún con su cabeza apoyada en el hombro de su novia—. Has llegado a la final, sabía que lo harías.

Melody se separó con delicadeza y lo examinó con la mirada. Su corazón latió con fuerza al ver cómo la mirada de Miguel parecía perdida, como si estuviera planteándose algo en su mente. Pero no sabía el qué.

—¿Seguro que estás bien?—preguntó de nuevo, mirándolo con preocupación.

—Sí, estoy bien. Es que siento...—Apartó la mirada durante unos segundos y luego la volvió a clavar en la chica— que ya no peleo por mí.

Ella asintió, con una punzada de miedo palpitando en su pecho al pensar que ella podía haber sido la culpable de todo eso, pero intentó convencerse a sí misma de que no.

—Lo entiendo. De alguna manera nos hemos envuelto en todo este lío de un trato y de una rivalidad entre tres dojos que... No sé, es extraño—Se encogió de hombros, un poco frustrada por no terminar de entender toda aquella situación—. Sam me dijo que su padre le presionaba mucho.

—Ya, solo que... Johnny no es mi padre—Melody lo miró con delicadeza, intentando leer su expresión. Así que eso era lo que estaba debatiendo en su mente, algo sobre Johnny—. En fin, solo quería desearte suerte. Y decirte que...—Tomó una bocanada de aire antes de volver a hablar—: que t...

—Finalistas, presentaos en el tatami central—Los dos adolescentes miraron hacia la puerta a su lado, que daba al túnel que unía aquellos pasillos y los tatamis.

Miguel agachó la cabeza y soltó un suspiro de frustración a la vez que Melody sentía cómo una espina se clavaba en su corazón. ¿Por qué sentía que aquello también era una despedida? ¿Y por qué aquella se sentía mucho más distinta que la de Robby?

—Tengo que irme—Tragó saliva antes de volver a mirar al chico a los ojos. Aquellos ojos...—. Pero estarás ahí apoyándome, ¿no?—preguntó, esperanzada de que le dijera que pues claro y de que ambos caminaran hacia el tatami central para que, después del combate, la levantara en brazos como la última vez, pero esta vez siendo ella la ganadora.

Pero, tan rápido como aquella burbuja de sueños se había formado, había explotado cuando él dijo—: Siempre estaré apoyándote, Mels.

La chica giró sobre sus talones para coger la botella que se había dejado en la fuente y respiró hondo antes de hablar de nuevo.

—¿Sabes? Si necesitas ir a algún sitio o hacer algo... hazlo porque... Yo estaré aquí esperándote...—Sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal ante la necesidad de dejar que aquellas palabras fluyeran entre sus labios y que llegaran a los oídos de aquel chico, que la observaba, expectante— porque te quiero.

Su corazón comenzó a bombear con fuerza en su pecho cuando notó la sutil elevación en las cejas del chico, una elevación que no tardó en trasladarse a las comisuras de sus labios.

—Yo también te quiero, Melody.

Una sonrisa genuina abarcó el rostro de la chica y no dudó en acercarse de nuevo hacia el moreno de la misma forma que antes, pero esta vez posando las manos en su nuca y atrayéndolo hacia ella para juntar sus labios en un dulce y cálido beso.

No obstante, volvió a sentir aquella espina y fue ahí donde se dió cuenta: sí que se sentía como una despedida, pero lo que la hacía distinta que la de Robby era que, esta vez, era Miguel el que se estaba despidiendo.

Y darse cuenta de eso fue como arrancarle el corazón del pecho y partirlo en dos para después solo devolver una mitad.

Una vez separaron sus labios, Melody apoyó su frente en la del chico y apoyó las manos sobre su pecho, notando el acelerado latido de su corazón y sintiendo al suyo encogerse a la vez que palpitaba igual de rápido.

No quería separarse, no quería dejarlo allí para subirse al tatami porque sabía lo que pasaría después. Puede que Johnny llamara a eso una estúpida hipótesis, pero ella lo conocía, y sabía que en el momento en el que sus cuerpos se separaran, tardarían en volver a juntarse. Si es que volvían a hacerlo.

—Deberías irte—Murmuró el chico, acariciando los labios de Melody con su suave aliento y tragando saliva a continuación, como si en el fondo no quería que se fuera.

—Lo sé—dijo ella de la misma forma.

Así que se apartó, provocando que un escalofrío le recorriera la espalda y que casi se le cristalizaran los ojos. Comenzó a alejarse con un ritmo de pasos lento, sintiendo la mirada de Miguel arder en su nuca, pero tampoco es que pudiera hacer mucho más.

Ni siquiera pudo decir adiós porque si lo hacía, sería como aceptar que lo había perdido y no planeaba hacerlo.

Podía ganar el partido y luego apresurarse a unirse al chico en cualquier tipo de loca aventura que se le había pasado por la cabeza. Podían irse juntos.

Y es que ese era su mayor defecto, aquellas burbujas de ilusiones que estallan cuando una pizca de realidad las roza.





(...)





ELI HABÍA GANADO. Lo había conseguido.

Había hecho falta una muerte súbita ya que los dos chicos iban empatados, pero al final Eli acabó venciendo a Robby Keene.

Así que ahora toda la presión estaba sobre Melody.

Miyagi-Do iba en cabeza y, si Peters ganaba, aquel dojo dirigido por el señor Larusso ganaría y adiós a Cobra Kai. Pero si perdía... La verdad es que intentaba no pensar en eso porque que se te retuerza el estómago no era una sensación agradable, y era lo único que le provocaban los nervios.

Estaba tan distraída animándose mentalmente que no se dio ni cuenta de que Johnny había acudido a Daniel, pero era muy consciente de que la mirada de Christopher estaba sobre ella y estaba casi segura de que tenía una de esas estúpidas sonrisas, como si supiera que fuera a ganar.

—¿Qué mejor manera de rematar esta gran exhibición de karate que con un combate final para recordar?—Melody sacudió sus manos, intentando librarse de la tensión que mantenía su cuerpo agarrotado—. Representando a Cobra Kai, la mismísima reina cobra: ¡Tory Nichols!

El público aplaudió con fuerza y la castaña no fue capaz de contener las ganas de tragar grueso. De alguna manera, los recuerdos volvieron a surgir, y comenzó a sentir que se ahogaba de la misma forma que en su sueño. Sentía que debía ganar y demostrarle a todos que, a pesar de todo lo que le había hecho aquella rubia —y de habérselo perdonado como si nada—, no iba a dejar que aquellas cicatrices le afectaran, o al menos no iba a dejar que todos se dieran cuenta. Era fuerte, tenía que serlo, y también que demostrarlo.

—Entrenada por sus senseis John Kreese, Terry Silver y Christopher Scott.

Tú puedes.

Eso se repetía mentalmente, una y otra vez, intentando creérselo.

—Y, representando a Eagle Fang karate, el pajarito más chungo: ¡Melody Peters!—Mantuvo la cabeza bien alta cuando el público comenzó a aplaudir aunque, debía de admitir, que era un poco intimidante—. Entrenada por su sensei, campeón del All Valley, Johnny Lawrence. Y, me acaban de informar que Daniel Larusso, el bicampeón del All Valley se unirá al sensei Johnny Lawrence.

Melody frunció el ceño y se giró hacia el rubio, que le dedicaba una pequeña sonrisa a la vez que Daniel subía al tatami y se acercaba al presentador para susurrarle algo al oído.

—Retiro lo dicho. ¡El también bicampeón del All Valley, el sense Johnny Lawrence! ¡Vamos allá!

La chica miró a los dos senseis como si aquello fuera una ilusión y se fuera a esfumar en cualquier momento, pero también con una sonrisa gigante.

—¿Puedo preguntar qué os ha picado o eso arruinaría el momento?

—Te he visto en los entrenamientos haciendo movimientos en círculo o practicando katas a escondidas—Respondió Johnny, haciendo que la chica agachara la cabeza con un leve sonrojo—. Te lo he dicho cien veces, soy rubio pero no idiota. Pero también quiero que ganes más que nada y que le demuestres a ese cabrón que eres capaz de volar sin su ayuda. Y mucho más alto que él. Sea con ofensa o con defensa. Pero que sepas, que ya estoy orgulloso de lo que has logrado para llegar hasta aquí.

Melody sonrió antes de inclinarse hacia Johnny y envolverlo en un abrazo que, aunque al principio le sorprendió, el rubio no tardó en corresponder.

—Gracias—Dijo sobre su hombro y también mirando a Daniel, que asintió con la cabeza.

—Ve a darle caña a Cobra Kai.

La castaña asintió con las palabras de Larusso y sonrió para después tragar saliva al escuchar la voz del árbitro:

—Luchadoras, en posición.

Saludó a ambos senseis y se giró para dirigirse hacia su marca, sin apartar los ojos de Tory, que caminaba con determinación y también mirándola fijamente.

—De lado. Saludo. De frente. Saludo. ¿Listas?

«¿Es muy tarde para decir que no?»

Vamos, se había preparado para esto durante meses, podía ganar. Debía ganar.

—¡A luchar!

Tory lanzó una patada que Melody bloqueó con su pierna y luego otra que la castaña bloqueó con su tibia. Esquivó un barrido y luego encajó su pie en cara de la rubia con la patada tornado que había entrenado.

Tory la miró sorprendida, con una mano en su mandíbula y la otra chica sonrió, orgullosa de sí misma.

—¡Punto!—Todos aplaudieron y Melody pudo escuchar la celebración de Johnny—. Peters. Marcador: uno cero.

—¿Listas?—Tory comenzó a dar pequeños saltos en su sitio, preparándose, mientras Melody se limitaba a adoptar una posición de combate—. ¡A luchar!

Consiguió esquivar todos los golpes de Nichols, pero cuando saltó para lanzarle un puñetazo a la rubia, sintió como un puño se encajaba en su estómago, desubicándola por un momento.

—¡Punto! Nichols. Marcador: uno a uno. ¿Listas? ¡A luchar!

Esta vez, Melody fue la primera en atacar y lanzó varias patadas en dirección de su contrincante, pero ella consiguió bloquearlas todas y encajarle una patada en el hombro, que hizo a la castaña retroceder.

—¡Punto! Dos a uno para Nichols.

Melody soltó una maldición entre dientes y se acercó hacia Johnny y Daniel a la vez que sentía la desesperación apoderarse de ella.

—Estoy atacando pero no funciona. ¿Qué estilo uso?

Los dos senseis se miraron y Daniel fue el primero en hablar—: El tuyo. Confía en tu instinto. Usa todo lo que has aprendido de mí y del sensei Lawrence. Todo.

La castaña asintió y miró a Johnny cuando este habló.

—Tiene razón. A veces la tiene—El rubio dibujó una pequeña sonrisa en sus labios que se le contagió a Larusso.

Melody los saludó a ambos y volvió a su marca, dispuesta a pelear.

—¡Vamos, Melody!—Escuchó que animaban sus compañeros al borde del tatami, y entre ellos estaban Demetri y Eli.

Tory frunció el ceño al ver que Peters comenzaba a mover sus brazos siguiendo la kata que Daniel le había enseñado, pero continuó dando pequeños saltos en su sitio, preparada para lo que fuera.

—¿Listas? ¡A luchar!

Bloqueó y esquivó todas las patadas de Tory hasta que fue el turno de la rubia de hacer lo mismo con ella.

—No es pinto. ¡Bloqueada!—Indicó el árbitro cuando el brazo de Tory se interpuso entre el puño de Melody y su pierna.

La castaña volvió a la posición en la que había empezado aquella ronda y esquivó todos los golpes de Tory hasta que tuvo la oportunidad de encajar un puñetazo en su estómago y mandar a la otra chica unos pasos hacia atrás por la inercia.

—No es punto. Fuera del tatami—Melody frunció el ceño y miró al árbitro con enfado.

—¿Qué?—Miró el pie de Tory, fuera del tatami por unos centímetros, unos centímetros que había ganado gracias a su puñetazo.

—¡Venga, árbitro! ¡Se ha salido al darle!—Propestó Johnny a sus espaldas, pero no podían hacer nada, solo seguir peleando.

Melody se puso en posición, dudando durante un segundo. ¿Por qué había pasado algo parecido con Devon? ¿Por qué Chris tenía esa sonrisa tan confiada? ¿Y por qué se lo estaba pasando tan bien con Silver hace un rato?

Sacudió la cabeza levemente, no era tiempo de pensar. Tenía que concentrarse.

—¿Listas? Y... ¡a luchar!

Puñetazos, patadas, golpes... Ambas contrincantes parecían ser capaces de esquivar todo lo que su oponente les lanzaba. Pero Tory no vio venir el doble puñetazo de Melody, lo que la hizo retroceder y que la castaña empatara su resultado.

—Punto, Peters. Marcador: dos a dos. La que anote, gana—Informó el árbitro—. ¿Listas? ¡A luchar!

Melody esquivó las patadas y puñetazos de Tory y la rubia hizo lo mismo con ella, bloqueando una patada con las manos.

—Bloqueada. No es punto.

La castaña bloqueó una patada con su brazo y se acercó a su oponente para lanzar dos patadas que la otra chica esquivó.

Ahora fue el turno de Melody de bloquear varios golpes con la ayuda de sus antebrazos y luego Tory bloqueó una patada suya.

Ambas volvieron a sus posiciones iniciales con la respiración agitada, pero Melody saltó para darle con una patada. Tory la agarró y la tiró al suelo, pero la rubia rodó para que la castaña no pudiera acertar con un puñetazo.

Peters se echó hacia atrás al ver que el pie de Nichols se dirigía hacia ella y, cuando lo esquivó, se subió sobre la rubia y giró, en un intento de desequilibrarla y encajar otro punto.

No obstante, sintió cómo algo se clavaba en su ojo y soltó un alarido involuntario de dolor.

Le había clavado el codo.

—Advertencia. Codazo en la cara—Un jadeo resonó en el público—. Id con los senseis.

—¿Cómo? ¡Quítale un punto!—Volvió a protestar Lawrence.

—No quería. Ha sido un accidente—Se excusó la rubia a la vez que se levantaba y Melody se echaba la mano al golpe, que palpitaba dolorosamente.

—Id con los senseis.

—Está bien, estoy bien—Le dijo Melody para después dirigirse hacia sus senseis con el ojo entrecerrado del dolor.

—¿Estás bien?—le preguntaron ambos a la vez y ella asintió.

—Sí. Me duele, pero puedo luchar—Soltó un pequeño quejido a la vez que volvía a tocarse la herida y apartó su mano, intentando abrir sus párpados al máximo—. Aún me queda el otro ojo, ¿no?

Ambas volvieron a sus marcas —Melody con el ojo derecho entrecerrado— y se colocaron en posición de combate.

—¿Listas? ¡A luchar!

Tory bloqueó una patada y luego fintó para que pareciera que iba a atacar, pero su contrincante ni se inmutó.

La rubia comenzó a dar vueltas a su alrededor, esperando al momento adecuado para atacar, y Peters no pudo evitar acordarse de sus otras dos peleas.

Habían pasado por tanta mierda debido a ellas que lo único que quería era que esa que estaban llevando a cabo se acabara. Pero, cuando Tory se acercó, una oleada de todo el dolor que los golpes físicos de la rubia le habían provocado la invadió, incluído la sensación de que sus cicatrices se abrían de nuevo, como si fuera la primera vez.

Bloqueó una patada de la rubia y luego todos sus golpes para que luego fuera el turno de Tory de hacer lo mismo con los golpes de la castaña.

Melody bloqueó una patada con sus antebrazos pero no pudo evitar dar unos pasos hacia atrás por la inercia.

Y, cuando se acercó para lanzar otro golpe, sintió la patada de Tory encajarse en su estómago para después caer al suelo, derrotada.

—¡Punto! ¡Ganadora!—El árbitro levantó el brazo de Nichols, pero Peters no alcanzó a verlo.

Cerró sus ojos con fuerza, intentando contener las lágrimas y que su respiración no se acelerara de la forma en la que lo estaba haciendo.

Había perdido. Lo había arruinado todo, y ahora iba a llorar como una niña pequeña, pero no era capaz de evitarlo. Vaya sorpresa.

No obstante, lo que sí le sorprendió, fue oír la pregunta de Tory por encima de todo aquel barullo:

—Oye. ¿Estás bien?

Melody abrió los ojos y miró a la rubia, que la miraba con preocupación. Aún así, no fue capaz de responder, estaba en shock y su cabeza comenzaba a dar vueltas, así que solo consiguió articular un confuso "¿qué?" antes de que los compañeros de la rubia la levantaran en brazos, celebrando la victoria.

Su labio inferior comenzó a temblar mientras clavaba la mirada en el tatami azul y sintió cómo alguien le tiraba del brazo con suavidad para levantarla. A continuación, se vió rodeada por sus dos senseis, que la miraban con preocupación ya que su expresión era completamente seria pero una lágrima resbalaba por su mejilla.

—Lo has hecho bien—Aseguró Johnny.

Pero no lo suficientemente bien. Pensó.

El zumbido volvió a apropiarse de sus oídos y casi no veía nada por culpa de las lágrimas acumuladas en sus ojos.

Se acercó a Daniel Larusso y, al ver los ojos cristalizados del hombre, sintió que se le hundía el corazón. Lo había arruinado todo.

—Lo siento muchísimo. Lo he intentado pero...—Un sollozo cortó su frase y Daniel negó con la cabeza.

—No es culpa tuya.

Melody miró a los Cobra Kais, que celebraban en el centro del tatami y luego volvió a mirar al hombre.

—Sí lo es, Sam debió competir, no yo. Lo... Lo siento—Dijo antes de salir corriendo hacia los baños.

Abrió la puerta con urgencia y, cuando se aseguró de que no había nadie, se apoyó en un lavabo y se echó a llorar con fuerza.

Sus sollozos eran lo único que llenaban aquel aseo acompañados del sonido que hacía al sorber su nariz. Había perdido.

Sentía que su interior se desgarraba poco a poco, pero aún así le dolía como el infierno.

La había cagado y Cobra Kai había ganado. Era una inútil.

Alzó su vista hacia el espejo y pudo ver su reflejo distorsionado por las lágrimas, lo que hizo que su corazón se partiera en dos.

Confiaban en ella, y los había decepcionado. ¿Por qué parecía que arruinarlo todo era su especialidad?

La puerta se abrió y, después de echarle un vistazo a las dos personas que habían entrado, agachó la cabeza y se limpió las lágrimas.

—Deberíais estar celebrando que habéis ganado un trofeo—En su voz se notaba la mucosidad de su llanto, así que se sorbió la nariz de nuevo pero sin levantar la cabeza para mirar a los dos chicos a los ojos.

—Somos unos perdedores de todas formas, ¿verdad?—Una pequeña sonrisa apareció en los labios de la chica con las palabras de Eli, pero no tardó en volverse una mueca cuando las lágrimas volvieron a aparecer.

—Pero aunque lo seamos, no queremos perderte.

El labio inferior de la chica comenzó a temblar y se giró hacia los que fueron sus mejores amigos desde siempre. Así que, sabiendo que esa era otra despedida, se rompió y comenzó a llorar de nuevo a la vez que se apoyaba en la pared que tenía al lado y se deslizaba hasta acabar sentada en el suelo.

Su llanto se volvió más fuerte cuando sintió los brazos de Demetri y Eli envolverla, porque sintió cómo le arrancaban el pedazo que quedaba de su corazón y fue muy consciente del vacío en su pecho.

Un vacío que parecía absorber todo lo que le hacía sentir un mínimo de alegría y que lo sustituía por tristeza y dolor.

Un vacío que estaba destinada a sentir por el resto de su vida.





(...)





METÍA LAS COSAS EN AQUELLA PEQUEÑA MALETA CON CALMA. Le dolían los ojos de tanto llorar y estaba exhausta, pero aún así, aquel vacío seguía presente.

Sabía que Chris estaba esperando en su coche, pero ella no tenía prisa por largarse. De hecho, quería hacerlo cuanto más tarde, mejor.

Intentaba despejarse, pero lo único que ocupaba su mente era lo que había pasado una vez salió del baño junto a Eli y Demetri.

—¡Hey, Melody! ¿Vienes a darnos otra victoria?—La voz de Kyler se alzó sobre el barullo de la multitud y la castaña se quedó congelada.

—Cállate, Kyler—Masculló entre dientes.

—¿Qué pasa? ¿Acaso no sabes perder?

Melody se giró hacia el asiático.

—O te callas, o te callo. Tu eliges—El chico rió despectivamente.

—Melody, vámonos—Pidió Demetri y la aludida cerró los ojos.

Eso era lo que no quería hacer, irse. Y le daba igual el qué, pero cualquier excusa era buena para poder quedarse unos minutos más.

—¿Vas a empezar una pelea? Porque teniendo en cuenta lo que acaba de pasar no me da nada de miedo—Aseguró el asiático.

Melody sonrió antes de acercarse a Kyler con pasos lentos—La verdad... —Una vez estaba lo suficientemente cerca del chico, añadió—: No pensaba en eso.

El asiático soltó una risita y, en ese momento, la chica echó su cabeza hacia atrás, cogiendo fuerza para darle un cabezazo en la nariz. Después le puso la zancadilla para que cayera al suelo, sangrando por la nariz.

Vale, puede que se hubiera pasado. Pero la verdad es que ya todo le daba igual, parecía un alma en pena que vagaba por el mundo sin rumbo específico, porque ya no le quedaba ni una gota de felicidad en el cuerpo.

—¿Cómo vas?—La voz de su madre llenó la silenciosa habitación porque, a pesar de que Melody estaba allí, se movía con tanto cuidado que parecía que estaba vacía.

—Lenta. Pero ya no me queda nada—Respondió para después sentarse en la cama, intentando no romperse de nuevo.

Le había llevado quince minutos recomponerse y, aún así, sabía que en cualquier momento se derrumbaría de nuevo porque la muralla que había levantado a su alrededor no duraría para siempre.

—¿No te llevas nada de esto?—Marie señaló las paredes empapeladas con fotos y pósters y los marcos de fotos que demostraban lo feliz que había sido antes de aquel torneo.

Melody negó con la cabeza con la vista clavada en sus pies y, a continuación, sintió que el colchón se hundía a su lado.

—Haré lo que sea para que vuelvas cuanto antes—Aseguró su madre con determinación—. Audrey conoce a una abogada muy buena y...—Paró de hablar al ver que su hija levantaba la cabeza con los ojos cristalizados.

—Te voy a echar mucho de menos—Susurró y la mujer la envolvió entre sus brazos.

—Yo a ti también, mi vida—Dejó un suave beso sobre su cabeza y notó cómo la menor se estremecía ante aquel acto.

—Tarda más si quieres—Protestó Chis mientras estaba apoyado en su coche.

Melody tiró su maleta en el asiento de atrás y se subió en el del copiloto sin decir nada.

—Qué amable eres—Murmuró el hombre mientras arrancaba el coche.

—La próxima vez te clavaré una mesa en el hombro para que veas lo maja que soy—Respondió ella de la misma forma y Chris soltó una risita.

Apoyó su codo en la ventana y luego su barbilla en su puño para limitarse al ver por la ventana cómo salían del Valle.

No obstante, se incorporó en su asiento al darse cuenta de por dónde estaban pasando.

—Para el coche—Le dijo sin ni siquiera mirarlo y él soltó un bufido despectivo.

—¿Enserio? ¿Crees que voy a para el coche?

Melody se dignó a mirarlo.

—Por favor—Pidió—. Es lo único que te voy a pedir en todo este tiempo que pasaré contigo. Por favor, para el coche—Repitió.

Chris pareció pensárselo y, al cabo de unos segundos, gruñó a la vez que ponía el intermitente y luego apagaba el motor.

—Tienes diez minutos.

La chica salió del coche sin responderle y se adentró en aquel bloque de apartamentos.

Tal vez, se lo había imaginado todo y Miguel seguía en su casa. Tal vez salía a recibirla y ambos ideaban un plan de escape para dejar a Chris atrás.

Tal vez.

—¿Qué haces aquí?—Una voz sonó detrás suya y la castaña se giró, observando a Johnny, que acababa de llegar.

—Vine a despedirme—Ella esbozó una sonrisa triste y, antes de que alguno de los dos pudiera decir algo, escucharon unas voces venir del apartamento de los Díaz.

Unas voces alteradas.

Johnny abrió la puerta y ambos pasaron, observando las caras preocupadas de Carmen y de Rosa.

Oh no.

—Melody, pensé que te ibas—Murmuró Carmen, mirando a la chica.

—Quería despedirme primero. ¿Dónde está Miguel?—preguntó con cuidado.

No quería saber la respuesta, porque ya tenía una idea. Pero desde luego, no se esperaba que Carmen bajara la mirada.

—¿Qué pasa?—preguntó Johnny.

—Enséñales la nota—Le dijo Carmen a su madre y Rosa obedeció.

Melody se acercó a Johnny para poder leer y, con cada línea que pasaba, un nudo en su garganta se apretaba con más fuerza a la vez que sus latidos se aceleraban.

No, por favor.

Dio un paso hacia atrás, intentando asimilar aquellas palabras escritas a correr por Miguel y, sin saber cómo, consiguió articular:

—¿Se... fue?

Carmen asintió a la vez que intentaba reprimir un sollozo, pero Melody no fue capaz de hacer lo mismo.

—Necesito un minuto—Susurró a la vez que se dirigía al baño con paso apresurado.

Sin embargo, se quedó a medio camino, ya que vio que la puerta de la habitación del chico estaba entreabierta. Y que había un papel doblado bajo su mesilla.

Miró hacia ambos lados y vio que los adultos estaban enfrascados en una conversación sobre Miguel, así que entró.

La habitación estaba desordenada, era obvio que había hecho su mochila con prisa, a diferencia de ella. Pero eso había sido porque él estaba huyendo y ella era lo suficientemente idiota como para dejarse llevar.

Se agachó para poder coger la nota y se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la cama del chico para ver qué era.

Giró aquel papel y su corazón dio un salto al ver que ponía su nombre con el mismo tipo de letra apurada de la otra carta.

Tardó varios segundos en abrirla, respirando hondo para no echarse a llorar, pero no le sirvió de nada ya que al leer la primera línea, la muralla que había construído a su alrededor para no desmoronarse, se destruyó.

Querida Mels:

Te quiero. Te quiero, te quiero, te quiero. Ahora que finalmente ya lo sabes no puedo parar de decírtelo. Por eso te estoy escribiendo esto.

Antes de la final, me dijiste que si tenía que ir a algún lado, que me fuera. Así que eso estoy haciendo.

Pero, también me acuerdo de lo que dijiste después, y de algo que dijiste mucho antes de que yo me lesionara en aquel combate. Dijiste que esperarías por mí. Pero también dijiste que si de verdad quieres algo, tienes que dejarlo ir.

Así que eso estoy haciendo.

No puedo hacer que te pases los días esperando a que alguien llame a tu puerta y a que, cuando la abras, sea yo el que esté al otro lado. Volveré, lo prometo, solo que no sé cuándo, así que no sería justo hacerte eso.

No te estoy pidiendo que me olvides, pero no podemos estar juntos hasta que yo sepa quién soy. Esa es una de las cosas de las que tampoco estaba seguro, ¿te acuerdas? Por eso necesito hacer esto e irme, aunque eso incluya perderte.

Dicen que dejar ir a una persona es uno de los actos de amor más grandes que puedes hacer, pero nunca mencionaron que duele como un puto infierno. Así que no me queda otra que encontrarme a mí mismo y luego encontrarte a ti, si es que estás dispuesta, claro.

Porque si de verdad estamos destinados a estar juntos, nos encontraremos de nuevo, o eso dicen, ¿no?

La verdad es que no tengo ni idea de lo que estoy escribiendo o de lo que pasa por mi mente porque esto me está desgarrando el corazón de la misma forma de la que (probablemente) te lo está haciendo a ti y en lo único en lo que puedo pensar es en que estés bien.

Así que voy a pedirte una última cosa: no olvides que te quiero, por favor.

Sé que ahora mismo puedes estar molesta al leer todo esto o triste o lo que sea, incluso puede que quieras odiarme o incluso olvidarte de mí o algo, y lo entiendo. Pero por favor no te olvides de lo que siento por ti porque, según mi madre, saber lo que alguien sintió por ti en un pasado puede ayudarte a valorarte a ti mismo en el presente. Y yo quiero que te valores como la persona tan increíble que eres y que... Mira, a la mierda, no sé cuándo te volveré a ver así que te diré esto esperando que, cuando lo haga, nada haya cambiado.

Eres la persona a la que amo, Melody, y la verdad es que no podría haber sido más feliz de lo que lo fui a tu lado.

Bueno, creo que ya debería acabar esta especie de carta, aunque una parte de mí no quiera porque eso significaría alejarme de ti y no sabes las ganas que tengo de pasar aunque sea un minuto más contigo, escuchándote reír o simplemente observando cada detalle de tu hermoso rostro y sintiendo esas estúpidas mariposas que me haces sentir.

Supongo que esto es un adiós, pero de verdad espero con todas mis fuerzas que se convierta en un hasta luego.

Te ama: el tarado.

Una lágrima aterrizó en la parte baja del papel y Melody no pudo evitar darse cuenta de que ya habían caído algunas sobre él pero que se habían secado, dejando puntos arrugados en aquel folio rayado que Miguel había usado para romper con ella.

Echó su cabeza hacia atrás y se vio envuelta por el olor del chico, que seguía impregnado en las sábanas de su cama, así que lloró aún más.

Ya no le quedaba nada, solo constante dolor, y estaba cansada de sentirlo.

Cuando ya no le quedaban más lágrimas que llorar en aquel día, se levantó y se dirigió hacia la sala —que era donde estaban los adultos— con pasos temblorosos.

—He encontrado otra carta—Anunció y los tres la miraron—. No dice adónde va pero... pensé que querríais saberlo.

Le tendió el papel a Carmen, pero esta empujó la mano de la chica hacia ella, negándose a tomarlo.

—Es tuya, tiene tu nombre.

Melody tragó saliva y se la metió en el bolsillo del pantalón a la vez que se sorbía la nariz.

—Tengo que irme—Dijo mirando a Johnny y sintiendo de nuevo cómo aquel vacío absorbía todas y cada una de las cosas que la hacían feliz.

Se acercó al rubio y le dio un largo abrazo en el que luchaba para no llorar contra su pecho, pero lo que no sabía es que el hombre estaba haciendo lo mismo.

—Acuérdate de echarle sal a las cosas cuando yo no esté—El pecho de Johnny vibró con su suave risa y la castaña notó cómo él se aferraba más a ella.

—Lo intentaré.

La adolescente se separó y miró a Carmen y a Rosa.

—Avisadme si lo encontráis, por favor—Pidió en un susurro y ellas asintieron—. Ya nos veremos.

Al salir del apartamento, un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Pero no por el frío, si no por pensar en todo el tiempo que pasaría sin pisar aquel bloque en el cual había vivido toda su vida a excepción de los últimos meses.

Sus ojos se clavaron en los contenedores y no pudo evitar sonreír al acordarse de cuando vio a Johnny y a Miguel hablar aquel último día de verano.

Ahora todo era distinto.

Se acercó al coche con pasos lentos, como si fuera una marioneta sin vida, controlada por un titiritero. Y lo peor es que todo le indicaba que era así.

—Ya podemos irnos—Murmuró a la vez que volvía a apoyarse en la ventana.

—Has tardado menos de lo que creía, ¿acaso ya quiere librarse de ti o qué?—preguntó con una sonrisa burlona y Melody solo cerró los ojos, repitiendo la carta en su mente una y otra vez.

—Solo... arranca.

Chris se encogió de hombros y puso el motor en marcha a la vez que la música de la radio cortaba el silencio de aquel vehículo.

Melody no era capaz de pensar en que, tal vez, si ella hubiera ido a casa del latino justo al acabar su combate, Miguel y ella seguirían juntos y su historia no habría acabado.

Pero, lo que ella no sabía era que aquella era solo la primera página y no el final de aquella historia y que, a pesar de que sus pensamientos harían eco hasta que volviera a encontrarse con aquellos ojos color café, volverían a reunirse. Muy pronto.











No pago terapias, ya tengo bastante con la mía :')

No miento cuando digo que este capítulo me llevó varios días porque no quería decirle adiós a esta historia (aunque es más bien un hasta luego por que sí, habrá quinto acto) y lloré mucho jeje.

Vayamos por partes: Robby y Melody reconcilicación (??) la verdad es que con que no se dijeran nada malo me llegó, MIGUELODY DICIENDO TE QUIERO Y MIGUEL DICIENDO TE AMO EN LA PINCHE CARTA LLORO, la carta en general me destrozó (consejo: no escuchen música triste mientras leen), Johnny y Melody despidiéndose *cries*

Apartado para deshaogarse:

Y eso es todo, creo, vayan a ver el tiktok que publiqué de este cap porque también lloré haciéndolo jaja (link en los comments)

Supongo que esto es un hasta luego, así que...

NO MERCY, BITCHES

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