𝐓𝐇𝐈𝐑𝐓𝐘. movie night
𝐓𝐑𝐄𝐈𝐍𝐓𝐀. ❛ noche de película ❜
JOHNNY NO HABÍA SIDO UN BUEN PADRE PARA ROBBY. Bueno, no había sido ni un padre ya que su miedo a no saber cómo ejercer de figura paterna lo había envuelto, evitando que cruzara la calle que lo separaba del hospital.
Por eso, cuando Miguel y Melody aparecieron en su vida, se sintió como una nueva oportunidad para —al menos— intentar redimirse.
No le molestaba el hecho de que Melody se hubiera mudado, de hecho, él habría hecho lo mismo si su madre volviera.
Pero lo que hacía que hirviera su sangre era ver a la castaña y al latino pasar tanto tiempo con Larusso. Entrenando, yendo a cenar con él, llevándolos a casa... Parecía que los estaba alejando de él, y eso no le gustaba ni un pelo.
—Díaz, Peters, ¿tenéis hambre?—Le preguntó Johnny a los dos adolescentes—. Haré vuestro favorito: carne con salsa y patatas.
Los dos se miraron antes de que Miugel hablara—La verdad es que nos vamos con el señor Larusso. Vamos a terminar el coche de mi madre.
—Y a mí me invitaron a cenar, pero tengo cosas que hacer antes—Explicó la castaña.
—Vale, no os preocupéis.
—Tal vez otro día—Dijo Melody con una pequeña sonrisa y el rubio asintió—. Hasta mañana, Johnny—Se despidió con una sonrisa.
—Sensei—Habló el latino y Johnny no pudo evitar darse la vuelta, llevándose una decepción al ver que le estaba hablando a Daniel—. Cuando usted diga.
Lawrence se metió en su coche bajo la preocupada mirada de Melody, que sacudió la cabeza intentando no pensar mucho en el extraño comportamiento de Johnny desde el día del estanque.
(...)
LOS NIÑOS CORRETEABAN DE UN LADO A OTRO Y Melody tuvo que levantar la caja que llevaba en las manos para que no la tiraran al suelo y se mancharan los disfraces.
—Gracias por ayudarme con esto—Le dijo Audrey mientras dejaba una de las cajas en el mostrador y luego hacía lo mismo con la que llevaba Melody—. Sé que este no es el lugar ideal para pasar la tarde de un sábado.
—¿Bromeas? Adoro a los críos—Aseguró Peters con una sonrisa y mirando a su alrededor—. Además, esto es mucho mejor que mi plan de salir al jardín a observar el cielo durante toda la tarde para después ir a cenar con los Larusso.
La mujer rió—Bueno, entonces me alegro de haberte ofrecido que me acompañaras a traer estos disfraces de sirena.
—Yo también.
Las dos le sonrieron y agradecieron al encargado que se llevó las cajas con disfraces y que les dio un cheque con dinero.
—¿Audrey?—La aludida dio un respingo y se giró para ver si su mente no le estaba jugando una mala pasada y estaba oyendo bien.
—¡Amanda! ¿Qué tal estás?—Las dos mujeres se dieron un abrazo y Melody las miró con confusión.
—Bien, bien. ¿Y tú? Ha pasado mucho tiempo.
—¿Os... conocéis?—preguntó la castaña, llamando la atención de la señora Larusso y de su hija.
—Oh, Melody, no te había visto—Se disculpó la mujer antes de darle un pequeño abrazo.
—¿Así que estos eran tus planes?—preguntó Sam mirando a su alrededor, era obvio que ella no quería estar allí.
—Sí, le dije a Audrey que le ayudaría con unos asuntos de la boutique mientras mi madre acababa unos jerseys en casa—La aludida le sonrió, indicándole que estaba agradecida—. Lo que me lleva a la pregunta de antes... ¿De qué os conocéis?
—Oh, Amanda es mi prima—respondió Audrey con una sonrisa—. Y también le hice su vestido de boda, el día de la celebración fue el último que nos vimos porque después yo decidí perseguir mi sueño—Explicó y le dio unas palmaditas a las cajas.
—Me alegra que hayas conseguido abrir tu propia boutique, estoy muy orgullosa—Una sonrisa genuina apareció en el rostro de Audrey al escuchar aquellas palabras.
Melody había hablado mucho con ella estos últimos días y la mujer le había contado lo mal que se habían tomado sus padres que ella quisiera dedicarse a la moda y también que le dieron la espalda, así que oír a Amanda decirle eso parecía haber eliminado cualquier tipo de carga que tuviera sobre sus hombros.
—¡Mira! ¡Es la viajera del tiempo!—La voz de una niña pequeña llamó la atención de las cuatro chicas, pero el grito de emoción de varias niñas las pilló completamente por sorpresa.
—¡Melody!—Una niña con cabello rizado le rodeó la cintura con sus brazos y la aludida rió en respuesta.
—¡Gaia!—Peters saludó a la hermana de Liam y se agachó para estar a su altura—. ¿Estáis disfrutando de la fiesta?—El grupo de niñas asintió bajo la atenta mirada de las acompañantes de Melody.
—¿Haremos otro viaje en el tiempo?—preguntó la pequeña, entusiasmada.
—Hoy no—Gaia hizo un puchero—. Pero tal vez otro día, ¿sí? Solo dile a tu hermano que me llame—Peters le guiñó un ojo y la niña sonrió ampliamente.
—¡Bien!—La abrazó de nuevo y Melody rió.
—Venga, vete a disfrutar de la fiesta.
—¡Adiós!—Gaia se alejó dando saltitos bajo la alegre mirada de Peters.
Cuando Melody se giró hacia las otras tres chicas, su ceño se frunció. La estaban mirando fijamente.
—¿Qué?
—Sí que eres buena con los niños, sí—Murmuró Audrey.
—Es la hermana de Liam—Aclaró—. Tuve que cuidar de ella y de sus amigas el día de su cumpleaños mientras trabajaba en la pista de patinaje.
—¿Liam tu ex?—preguntó la modista y la castaña asintió—. Es bueno saberlo—Murmuró antes de volver a girarse hacia Amanda—. Bueno, ¿y vosotras qué hacéis aquí?
—La hija de una de nuestras empleadas celebra su cumpleaños—explicó la mujer.
—¿Teníamos que venir?—protestó Sam.
—Sheila lleva con nosotros diez años. Es familia—Le recordó Amanda—. Además, te encantaba hacer de canguro de Cindee. ¡Ay, hola!—La mujer saludó a Sheila, que le devolvió el saludo con una sonrisa.
—Aún así, es el último sitio donde pasaría el sábado—admitió Samantha mientras se cruzaba de brazos.
—Bueno, ya que estamos todas aquí y no tenemos nada mejor que hacer... —Comenzó Audrey—. Podríamos quedarnos, me encantaría ponerme al día contigo—Le dijo a Amanda y luego miró a Melody, que se encogió de hombros.
—Por mí bien. Si a ti no te molesta, claro—Añadió mirando a Sam, que le sonrió, negando con la cabeza—. Genial.
La verdad es que le había sorprendido un poco aquel gesto tan forzado por parte de la castaña, pero decidió ignorarlo.
«Últimamente ves comportamientos extraños en todos lados. ¿No te paraste a pensar que a lo mejor estás alucinando?»
Podía ser.
No obstante, la verdadera sorpresa llegó cuando las sirenas salieron al pequeño escenario, para saludar a las niñas.
Sam soltó una risa despectiva cuando reconoció a Tory con una peluca lila y uno de los disfraces que Audrey había hecho. Sin embargo, la sonrisa de Melody se fue borrando poco a poco.
No se esperaba encontrarse con la rubia, y mucho menos que ella trabajara allí. ¿Qué había pasado con la pista de patinaje? ¿O con el restaurante de sushi? ¿Su madre estaba tan mal que necesitaba más de dos trabajos?
Tragó saliva al ver cómo la sonrisa de Tory se evaporaba al posar sus ojos sobre ella y sobre Sam, y apartó la mirada, un poco incómoda.
—¿He dicho "el último sitio donde pasaría el sábado"?—Melody miró a Samantha, que sonreía de oreja a oreja—. Quería decir el primero.
(...)
—EL PRÍNCIPE ESCALÓ LA MONTAÑA, el dragón me llevó allí para comerme viva. Pero el príncipe vino a rescatarme—Relataba Tory, metida totalmente en su papel de sirena mientras Melody la observaba y escuchaba atentamente desde lejos, sin saber qué hacer.
¿Debía acercarse? ¿Intentar hablar con ella en un ambiente tranquilo como había dicho su madre? Tomó un sorbo de su zumo de piña, frustrada. No, no, la rubia estaba trabajando, no podía hablar con ella ahora.
Sin embargo, a Sam no le importaba mucho aquello.
—¿Es el príncipe que le robaste a otra princesa?
Tory miró a Larusso, molesta, y sus ojos se posaron durante un segundo en Melody, que tosía como loca al atragantarse con su bebida—La otra princesa ya no salía con el príncipe—Le recordó la rubia antes de continuar con su historia—. El caso, que el dragón derritió la espada del príncipe escupiendo fuego. Así que me tocó salvar al príncipe.
—¿Con qué?—insistió Sam—. ¿Con un arma, como una pulsera con pinchos o unos nunchakus?—Las dos chicas miraron a Melody, que jugaba con la sombrillita que adornaba su bebida mientras sentía la incomodidad incrementarse en su sistema.
—No, cantando una canción mágica—Le dijo Tory a los niños, intentando pasar de la otra chica.
—Oh, ¿y cómo era esa canción?
—¡Cántanos la canción!—Pidieron los niños.
—¡Sí! ¡Venga!
La rubia levantó la vista, y presenció la mirada de disculpa que Melody le estaba dedicando, así que solo sacudió la cabeza e improvisó.
—Hermoso dragón, es hora de soñar. El sol ya se pone y ovejitas has de contar—Cantó Tory con un tono un poco desafinado.
—¡Vaya! Y yo que creía que eras mala peleando...
Sam se levantó y caminó con una sonrisa orgullosa bajo la mirada de Amanda, que parecía decepcionada con el comportamiento de su hija.
Tory visualizó unos vasos llenos de purpurina, y no dudó en vengarse—Pero el cuento no acaba ahí. Veréis... la canción no durmió al dragón. En su lugar lo convirtió en una bruja mala. Y a la bruja se le ve en fiestas infantiles por todo el Valle. Y solo se la puede destruir con una bomba de purpurina—La rubia comenzó a repartir aquellos vasos entre el grupo de niños, que los tomaron encantados—. ¡Mirad! ¡Allí está, intentando camuflarse entre la gente!
Mientras tanto, Melody se había acercado a la chica Larusso, que seguía sonriendo.
—¿Por qué has hecho eso?—le preguntó mientras se cruzaba de brazos, cansada de aquella disputa que parecía enredarse cada vez más.
—¿Por qué no? ¿Acaso no recuerdas lo que me hizo? ¿O lo que te hizo a ti?—cuestionó la chica, poniéndose a la defensiva.
—Pues claro que me acuerdo, Sam. Pero...
—¡Muere, bruja mala!—El grito de los niños puso a Melody alerta. Así que tiró del brazo de Sam hasta que estuvo detrás suyo y cerró los ojos al ver la cantidad de purpurina que se dirigía hacia ella.
Detrás suyo, Samantha soltó un jadeo de sorpresa y Peters intentó escupir la brillantina que le había entrado en la boca.
—Esto me pasa por meterme en medio—Maldijo entre dientes.
—Te traeré una servilleta—Anunció Larusso antes de salir casi corriendo.
Melody suspiró y volvió a escupir, sintiendo los pequeños destellos pegándose en su lengua. Estaba casi segura de que su estómago parecería una discoteca de tanta purpurina que se había metido en su boca y que se había tragado sin querer.
Intentó sacudir los destellos que se habían adherido a su boca, pero una voz le llamó la atención.
—Interesante. ¿Has elegido el estilo de bola de discoteca?
Melody se giró rápidamente, encarando a Miguel y no pudo evitar sonreír.
—Simplemente... me gusta brillar—Bromeó, intentando liberarse de la tensión que la había envuelto desde que había visto a Tory en aquel escenario.
—No te preocupes, eso lo haces siempre—Aseguró el pelinegro antes de acercarse a ella para besarla.
No obstante, Melody dio un paso hacia atrás cuando sus labios se rozaron, siendo demasiado consciente de la mirada de su antigua amiga sobre ella.
El chico frunció el ceño—¿Estás bien?
Ella asintió y luego volvió a intentar sacudirse—Es que tengo purpurina en la boca... Bueno, en todas partes pero, no quiero mancharte.
Miguel asintió y luego acarició su pelo, intentando quitarle la brillantina que se había acumulado entre sus mechones chocolates.
—¿Qué estás haciendo aquí?—preguntó ella mientras sacudía su jersey azul cielo y hacía un puchero al ver que no servía de nada.
—Bueno, ya he acabado de arreglar el coche y el Señor Larusso mencionó que estabas aquí así que decidí venir a verte—Explicó el chico y Melody no pudo ocultar la sonrisa tierna que se dibujó en sus labios.
—¿Has venido a una fiesta de niños pequeños solo para verme?—preguntó como si no se lo creyera.
—Pues...—Miguel ladeó la cabeza y luego suspiró—. Sí, supongo que sí—Los dos rieron y la chica negó con la cabeza.
No obstante sus risas fueron interrumpidas por Sam—¡Ya he vuelto! Toma—Le tendió unas cuantas servilletas que Melody intentó usar para quitar la poca brillantina que le quedaba encima—. ¡Miguel! ¡Hola!—Saludó la chica con una sonrisa gigante al ser consciente del esfuerzo que estaba haciendo Tory para no mirar a la parejita, esfuerzo que si no fuera porque podía escuchar todo, hubiera servido para algo—. Melody me ha contado lo de vuestra relación. ¡Me alegra tanto que seáis novios! ¡Ya era hora! ¡Se os veía muy enamorados desde el verano pasado!
El latino frunció el ceño, intentando comprender aquel comportamiento tan extraño, pero fallando estrepitosamente.
Melody abrió la boca para decir algo cuando, por el rabillo del ojo, pudo ver a alguien saliendo casi corriendo del lugar, pero se calló, ya que no sabía qué demonios podía decirle a Tory para hacerla sentir mejor.
Ella era la razón principal de que aquello estuviera sucediendo.
—¿Gracias? Supongo—Murmuró él, aún confundido.
—Sam—Empezó Melody—. ¿Podemos hablar un momento?—La castaña asintió y Peters la alejó del grupo de gente, para poder tener un poco de tranquilidad—. ¿Se puede saber a qué ha venido eso?—preguntó, molesta.
—Oh, vamos, ahora me dirás que no se lo merecía—Protestó Samantha.
—Pues claro que no—La chica Larusso soltó una risita despectiva—. Además, Tory está trabajando, este no es lugar para un numerito como ese.
—¿Numerito?—la indignación estaba presente en la voz de la otra chica.
—Sí, numerito. ¿Acaso sabes lo que es tener que estar trabajando en varios sitios a la vez porque no puedes pagar el alquiler?—le preguntó Melody, notablemente cabreada.
—¿Y tú sí?—Sam se cruzó de brazos, poniéndose a la defensiva de nuevo.
—¡No! Pero al menos sé lo duro que es tener que esforzarse para conseguir un poco de dinero.
—¿Estás diciendo que por ser rica no tengo problemas?—Exclamó Larusso.
Melody suspiró, intentando calmarse y cerró los ojos, buscando una pizca de paciencia. Esa no era la forma correcta de hacerla entrar en razón.
—No, no estoy diciendo eso. Pero Sam, tú no tienes ni idea de lo que Tory está pasando ahora mismo. ¡Ni siquiera yo lo sé!—Peters alzó los brazos y los dejó caer a ambos lados de su cuerpo—. Solo sé que no deberías haber hecho eso—Chasqueó su lengua después de negar con la cabeza—. Tal vez ella necesitaba este trabajo por algo de la condicional o...
—Bueno entonces eso ya no es mi culpa—La interrumpió, haciendo que Melody frunciera el ceño.
—¿A qué te refieres?—preguntó, confundida.
—Bueno, yo no fui la que provocó aquella pelea al besar a Miguel—Aquellas palabras eran como una daga envenenada que se clavó en el pecho de Melody, haciendo que retrocediera un paso, aturdida.
Negó con la cabeza e inspiró, intentando calmarse al verse abrumada por todos aquellos pensamientos.
—Que decidieras usar un golpe tan bajo como ese como argumento solo me dice que sabes que tengo razón, pero no quieres aceptarlo—Murmuró, mirando fijamente a los orbes azules de la chica con inexpresividad y, a continuación, dio media vuelta y se fue.
(...)
LA SALIDA AL AUTOCINE CON LOS CHICOS DEL DOJO le había parecido una buena idea para poder despejar su mente por lo que había pasado aquella tarde, pero la verdad es que no era capaz de parar de pensar en Tory. Tal vez Sam tenía razón, tal vez...
—No sé en qué estás pensando pero deja de darle vueltas—Habló Liam a la vez que le hacía cosquillas en la cara con uno de los mechones chocolates de Melody—. Casi nos toca pedir y Demetri me lleva dando la lata con que necesitamos escoger un complemento que nos guste para que nosotros comamos eso y él disfrute de su granizado extra grande.
La castaña dibujó una sonrisa ladina en su rostro y luego miró a la carta, sintiendo la mirada de su amigo sobre ella. Aquella mirada que antes la ponía nerviosa, cuando todo era más fácil.
—Los nachos con queso parecen un buen complemento—Opinó ella, intentando deshacer el nudo que se había formado en su garganta y borrar el hilo de pensamientos que parecía enrevesarse cada vez más.
Liam mordió su labio, preguntándose cuál era la razón del comportamiento de su amiga.
—¿Estás bien?—preguntó finalmente.
La chica lo miró durante unos segundos, analizando aquella pregunta y planteándose su respuesta. Pero se limitó a forzar una sonrisa y a asentir—Solo tengo sueño. No he dormido mucho últimamente.
Liam alzó una ceja a la vez que ella bajaba la mirada y comenzaba a jugar con sus dedos.
—¡Chicos!—Exclamó Demetri—. Espero que ya hayáis escogido el complemento porque somos los siguientes.
Después de pedir su comida, los tres chicos caminaron hacia el lugar en el que habían quedado con el resto de sus amigos. Sin embargo, Melody iba distraída, observando el pequeño hilo de vapor que desprendía el queso de sus nachos y acabó chocándose con la espalda de Demetri una vez su amigo había parado de andar.
—Hey chicos. ¿Os podéis creer que tienen Mr. Pibb y Dr. Pepper?—preguntó el chico y luego sus ojos fueron a parar a ambos dojos enemigos, que hace unos segundos se retaban con la mirada pero ahora, estaban atentos al trío de adolescentes que acababa de llegar—. Oh, mierda... Otra pelea no...—Melody puso una mano en el pecho de su amigo y dio un paso hacia delante.
—¿Qué está pasando aquí?—preguntó más hacia los chicos de su dojo que a los de Cobra Kai.
—Cuidado, Larusso, tu mamá no está aquí para mediar—Advirtió Tory, haciendo que Sam alzara una ceja.
—¿A qué te refieres con eso?
—Ya vale—interrumpió Miguel y luego miró a su novia, que se relajó un poco con aquella intervención—. No podemos hacerlo. Ganaremos en el tatami.
—¿Ah, sí?—preguntó Robby—. Recuerdas lo que pasó la última vez que peleamos, ¿verdad?
—Suficiente—Sentenció Melody mirando fijamente al castaño y luego frunció el ceño levemente, con el dolor reluciendo en su mirada.
Miguel apretó los puños con fuerza y tensó su mandíbula al presenciar aquella escena. Una cosa era saber lo que sentía Robby por aquella chica, pero otra muy distinta era verlo mirar fijamente a su novia de aquella manera después de mencionar el tema de su accidente.
—Vale. Nos vemos en el campo de béisbol en media hora—La mirada de Melody ahora se posó sobre su novio, con el ceño aún más fruncido que antes—. Y nada de armas—Añadió mirando a Tory.
—No las necesitaremos—Respondió la chica con seguridad.
—Ya.
Los dos grupos se alejaron, dejando a Liam, Melody y Demetri allí parados, intentando asimilar aquello. La chica gruñó mirando sus nachos, si antes no tenía hambre, la mención de una nueva pelea le había robado el estómago por completo.
Sus ojos fueron a parar a la comida acumulada en el suelo, la comida que había visto que era de aquel niño que formaba parte de Cobra Kai.
Volvió a mirar sus nachos, y dio unos pasos hacia él.
—Hey, chico—Kenny se dio la vuelta, confundido por el hecho de que le estuviera hablando a él—. Siento lo de tu comida—Melody señaló el conjunto de palomitas y nachos que se había acumulado en el suelo, y que Liam estaba analizando con cuidado.
—No... pasa nada—dijo el moreno, un poco confuso.
—Ten—La castaña estiró su brazo, ofreciéndole la bandeja de nachos.
Kenny frunció el ceño y miró los triangulitos cubiertos de queso para después volver a mirar a la chica—Yo... No puedo aceptarlo.
—Oh, vamos. No los he envenenado—Bromeó ella—. Es que mi amigo quería comprarse el granizado gigante y necesitaba un complemento para hacerlo. Pero no tengo hambre.
Robby avanzó unos pasos hacia ellos, observando la escena con cautela.
—¿Estás segura?—La chica asintió y los agitó para que el chico los cogiera.
El moreno miró por encima de su hombro hacia Robby, como si estuviera preguntándole si debería hacerlo, y el castaño asintió.
Cuando agarró aquella bandejita, una sonrisa se dibujó en su rostro, reflejando el cansancio que sentía pero sin perder la esencia dulce que poseían sus sonrisas.
—Me llamo Melody—dijo ella, aún manteniendo aquella sonrisa—. Y esos raritos de ahí son Demetri y Liam—La castaña señaló a los chicos con la cabeza.
El primero le dió un sorbo muy fuerte a su granizado y luego se llevó una mano a la cabeza a la vez que hacía una mueca—Cefalea del trigémino—Anunció, indicando que se había congelado el cerebro debido a su bebida.
—Bueno, deberíamos irnos, nuestra peli va a empezar—dijo ella ignorando al chico y volviendo a mirar al moreno—. Un placer conocerte...
—Kenny—Completó y la chica amplió su sonrisa.
—Hasta otra, Kenny—Se despidió Melody con una sonrisa.
Sus ojos se cruzaron con los de Robby, que seguía observando la escena unos metros más alejado, y le dedicó una pequeña sonrisa de boca cerrada antes de girarse hacia sus amigos.
—¿Crees que algo de esto se podrá comer?—preguntó Liam agachado al lado de la comida del suelo.
—¿Qué? ¡No! No seas guarro y levántate. Además, Hawk lo ha pisado—La castaña tiró del ruloso hasta ponerlo de pie y los tres se alejaron, discutiendo con Demetri sobre que tenía que beber más despacio si no quería volver a sentir que se le congelaban las entrañas.
Los ojos de Robby no se habían despegado de la chica, era cierto que su corazón no se aceleraba de la misma forma que hace unos meses, pero seguía siendo capaz de ver la pureza de su alma a través de sus actos y a pesar de todos los golpes que había recibido a lo largo de su vida. ¿Cómo es que era capaz de no solo hacer lo correcto, si no que también de tener la valentía para hacerlo?
—Robby, ¿estás bien?—preguntó Kenny al ver que el castaño la seguía mirando.
—Sí, sí—Los recuerdos junto a Melody en el parque lo invadieron, clavando una espina nostálgica en su corazón que se retorcía levemente al recordar lo mal que se había portado con ella. Y, en ese momento, solo pudo llegar a una conclusión.
Él también la echaba de menos.
(...)
LOS ALUMNOS DE MIYAGI-DO Y EAGLE FANG seguían hablando sobre la idea que había tenido Miguel de mandar a los Cobra Kais al campo de beisbol justo a la hora de regar, haciendo que los del dojo enemigo se empaparan y que ellos salieran ganando sin tener que lanzar ni un puñetazo.
—Desde ahora, Miguel Díaz se apodará "el dios de la lluvia"—dijo Demetri, haciendo un gesto con sus manos se imitaba la caída de gotas del cielo.
—¡El diablo de la lluvia!—Exclamó Hawk, sacándole una risa al pelinegro.
—Les habríamos ganado igualmente—opinó Sam, de brazos cruzados.
—Puede, pero se podría haber liado—dijo Miguel, mirando a Larusso.
Melody, sin embargo, no estaba contenta con lo que había sucedido. Pero las palabras salieron de su boca antes de que pudiera evitarlo.
—Había otras formas de evitarlo.
Todos la miraron en silencio y Miguel frunció el ceño—¿Qué quieres decir?
La chica bufó—Quiero decir, no habría pasado nada si simplemente los hubiéramos ignorado. Ahora quién sabe lo que pasará, porque me apuesto algo a que están muy cabreados. A lo mejor hemos empeorado las cosas de esta forma, y aún hay probabilidades de que esto pueda liarse aún más.
—¿Liarse? ¿El qué?—preguntó Johnny a la vez que se reunía con sus alumnos.
—Casi nos metemos en una pelea chunga, sensei—Explicó Hawk—. Pero Miguel lo evitó.
—Ah, ¿sí? ¿Cómo?
—Les dije a los de Cobra Kai que fueran al campo de béisbol. Justo cuando iban a regar—Miguel soltó una risita y Melody se removió, incómoda, al ver la decaída expresión del hombre.
—¿Así que buscasteis bronca, no os presentasteis y les disteis un manguerazo?
—Eran aspersores—Aclaró Demetri, ganándose una mirada asesina por parte del rubio—. Mejor me quedo callado—Liam asintió, dándole la razón.
—Les buscasteis la boca. ¿Qué creéis que va a pasar? ¿Que os dejarán en paz?—Miguel miró a su novia, que lo miró y se encogió de hombros levemente.
—Por lo que sé de anoche—Intervino Daniel, posicionándose al lado del pelinegro y de Melody—, parece que Miguel practicó el autocontrol. Logró zafarse sin que nadie saliera herido. ¿Querías que se pelearan a navajazos en el autocine?—Johnny alzó una ceja—. Estoy orgulloso de ti—Larusso le dio unas palmaditas en el hombro—. Aplicas lo aprendido en Miyagi-Do.
Lawrence clavó sus ojos en la mano que Daniel mantenía en el hombro del chico, y luego volvió a bajar la mirada.
—Oye, Larusso, tenemos que hablar—El rubio se acercó al otro hombre, pero se dio la vuelta al ver el cambio de expresión tan repentina en el rostro de Daniel.
—¿Pero qué...?
Tres hombres aparecieron en el dojo, los dos primeros eran Cristopher y Kreese, pero también había otro que Melody no conocía y, a juzgar por la expresión de Daniel, su presencia no parecía algo que debían celebrar.
—Caballeros—habló el hombre desconocido—. Parece que tenemos cosas que hablar.
Daniel se giró hacia los niños—Ir adentro—Les ordenó.
—Pero papá...—Comenzó la chica Larusso.
—Sam—Le cortó él—. Adentro.
Los estudiantes obedecieron al escuchar el tono tan cortante de uno de sus senseis pero, una vez dentro, no dudaron en intentar escuchar la conversación que iban a tener aquellos cinco hombres.
—Daniel Larusso—Volvió a hablar el desconocido—. Me alegra volver a verte.
—Si, ya. Y una mierda.
—Es normal. Yo en tu lugar también reaccionaría así—Johnny observaba a aquel hombre desconocido con el ceño fruncido. ¿Quién coño era?—. Mi comportamiento fue... inexcusable. Si pudiera volver atrás y deshacerlo, lo haría—Aseguró—. Ahora solo puedo decirte que de verdad lo siento. Y te aseguro que ya no soy el mismo.
Después de una pequeña disputa de que los adolescentes no oían nada, los chicos abrieron las puertas del dojo y asomaron las cabezas.
—No sé de qué manicomio te habrás escapado ni a qué juego retorcido estáis jugando, pero, como no os carguéis ahora mismo os juro...
—Qué cabreo tiene tu padre. ¿Quién es?—le preguntó Miguel a Sam.
—No tengo ni idea.
—Parece de Los inmortales—dijo Bert.
—El inmortal—Corrigió Nate—. Solo puede quedar uno.
—Sea quién sea—habló Melody mirando hacia arriba para encontrarse con los ojos de su novio, ya que estaba un poco agachada para poder ver lo que estaba pasando—, si está con Kreese y con mi padre no puede ser bueno.
—¡¿Tu padre?!—Exclamaron varios y Miguel les hizo callar, chistándoles.
—Sí, su padre, ¿algún problema?—preguntó el latino con dureza y ninguno dijo nada más. Melody le dedicó una pequeña sonrisa de agradecimiento antes de volver a prestarle atención a los adultos.
—Bueno. Yo lo he intentado—dijo aquel hombre—. Aún así, nuestros alumnos no podrán pelear antes del campeonato, que lo sepáis—Daniel lo observó con la ira ardiendo en su mirada—. Si hacéis lo mismo, claro—Añadió después de un pequeño silencio.
—Recordad el trato—intervino Kreese—: si Cobra Kai gana el All Valley, se os acabó el enseñar. Para siempre.
Johnny sintió la sonrisa burlona de Christopher sobre su perfil, así que giró un poco la cabeza para mirarlo mal y volver a mirar a Kreese, haciendo que la sonrisa del hombre se ensanchara.
—Eso no va a pasar porque no ganaréis—Aseguró Daniel—. Y ahora largaos—Añadió mirando al otro hombre, que negó con la cabeza antes de empezar a marcharse.
Johnny miró a Kreese y a Christopher, que seguían a su lado.
—¿De verdad hemos llegado a esto?—preguntó el primero mientras se acercaba al rubio—. ¿Johnny Lawrence haciendo de segundón de Danny Larusso?
—Aquí no hay segundones—Aseguró Johnny—. Este dojo es tan mío como suyo.
Christopher soltó una carcajada y negó con la cabeza, divertido, antes de que Kreese volviera a hablar.
—¿En serio? Porque fuera pone "Miyagi-Do".
—Si no quieres que te reviente, vete con tu compi de bridge—Kreese siguió el camino del otro hombre y Johnny miró a Christopher, que seguía parado en el mismo sitio—. Eso también iba para ti, gilipollas—El hombre sonrió ampliamente antes de acercarse al rubio.
—Lo sé, lo sé. Solo quería asegurarme de que estabas al tanto de la otra parte del trato—La sonrisa de Chris se ensanchó a la vez que clavaba sus ojos en un punto detrás del rubio y Johnny frunció el ceño al no entender a qué se refería.
Miró hacia atrás para ver qué era lo que le divertía tanto y sus ojos se encontraron con las cabezas de los niños sobresaliendo por el hueco de las puertas abiertas y suspiró.
—¿Qué otra parte del trato?—preguntó el rubio, volviendo a mirar al padre de Melody.
—Si ganamos...—Chris apuntó al grupo de chicas con el dedo—. Ella se viene conmigo.
*se hace la sorprendida con el final*
¿que creen que pasará con Melody y su padre? ¿y el torneo? ¿y Robby? ¿y Miguel? la verdad es que me hace mucho ilusión escribir los siguientes capítulos AAAAA
Also, Sam wtf😀 anyways...
Tuve que inventarme una nueva rima para la canción del dragón porque no rimaba la traducción XD, así que espero que hayáis disfrutado de esos versos jsjsjs
¡Se me ha ocurrido una pequeña idea! Responder a este comentario con fics de Cobra kai (pueden ser vuestros o de vuestros amigos o solo vuestros favs) para así que los que estén buscando nuevos fics para leer tengan algunas opciones <3
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