𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍𝐓𝐄𝐄𝐍. I wanna dance with somebody
𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐒𝐈𝐄𝐓𝐄. ❛ quiero bailar con alguien ❜
SENTIR COSAS POR ALGUIEN ES UN ASCO.
Sobre todo si ese alguien te lleva gustando desde siempre y te das cuenta de que has estado escondiendo esos sentimientos hasta que lo ves besándose con tu nueva amiga y ambos empiezan a salir.
Toda aquella situación le parecía tan surrealista a Melody, que se pasaba las veinticuatro horas del día con ganas de darse cabezazos contra la pared por lo estúpida que era.
«Bueno, si la cosa no mejora siempre puedes escribir un guión y presentarlo en Hollywood. Se llamaría "El desastre amoroso de Melody Peters".»
Melody puso los ojos en blanco y continuó estirando e intentando no escuchar la conversación que aquella parejita estaba teniendo a unos metros de ella sobre una cita que estaban planeando.
—¿El viernes?
—No puedo, curro en la pista de patinaje—Informó Tory.
—Pues tengamos una cita.
—¿Una cenita con velas en mi descanso?—Cuestionó la rubia con una sonrisa burlona.
—Lo más romántico son los perritos calientes gratis—Aseguró Miguel.
«¿Como los que le dabas tú de vez en cuando?»
—Cállate—Murmuró la castaña mientras sentía su estómago contraerse en un nudo molesto.
—¿Gratis? Para ti no, te toca pagar.
—Pues derrocharé.
—Está bien, pero tendrás que ir disfrazado. Es la noche de los ochenta.
Genial, su noche favorita acaba de quedar arruinada por ver las miraditas de Tory y Miguel en su lugar de trabajo del cual no podía huir.
—¿Estás de broma? Me encantan los ochenta—Una pequeña sonrisa nostálgica apareció en los labios de Melody cuando escuchó las palabras del pelinegro—. Me pido Anthony en La mujer explosiva.
—No hace falta que te lo pidas.
La campanita del dojo sonó, interrumpiendo su conversación, pero Melody ni se molestó en girarse. Estaba demasiado ocupada sintiéndose idiota e intentando contener las ganas de gruñir con frustración.
—Formad filas—Ordenó Johnny apareciendo por la puerta de la oficina—. Hoy aprenderéis una de las lecciones más importantes que un Cobra Kai podría saber.
—¿Y el sensei Kreese?—Preguntó Hawk al notar la falta del otro hombre.
—¿No tendríamos que esperar al sensei emérito?—Lawrence fulminó a Lorzas con la mirada—. O no.
—Kreese no volverá con nosotros—Melody frunció el ceño y miró hacia su derecha, encontrándose a Miguel mirando hacia ella con la misma expresión—. Prometí algo al convertirme en vuestro sensei: velar por vuestro bien. Aunque es un golpe duro para todos...
«No para mí, puedo notar el alivio recorrer cada centímetro de tu cuerpo Big M.»
—... él no pensaba en vuestro bien. Puede que John Kreese fundara Cobra Kai, pero ya no representa lo que simboliza el dojo. Su Cobra Kai estaba viejo y anticuado. Se negó a avanzar, ¿qué pasa cuando te niegas a avanzar, Díaz?
—Te atascas como el cemento—Respondió el aludido.
—Exacto. Para luchar bien, tenéis que adaptaros. El credo de la pared... si lo seguís al pie de la letra, os hará fuertes. Os hará formidables. Y también os convertirá en unos gilipollas—Johnny apartó la mirada de las letras negras de la pared mientras tragaba saliva, recordando lo que le había pasado a él al pensar que aquellas seis palabras eran lo único que necesitaba para ganar en la vida—. Solo es pintura negra en una pared blanca. Y la vida no es blanco y negro. La mayoría de las veces es gris. Y es en esas zonas grises donde el Cobra Kai de Johnny Lawrence... a veces muestra piedad—Melody sonrió con orgullo al darse cuenta de que Johnny había sido capaz de convertirse en una buena persona a pesar de todo lo que le había pasado—. No significa que no seáis duros, eso es necesario. Pero tenéis que aprender a pensar, no con el instinto... o los puños... si no con esto—El rubio se dio golpecitos en la sien y luego se giró para coger una tabla de madera—. Eso me lleva a la lección de hoy—La tabla se partió en dos en cuanto Johnny impactó su cabeza en ella—. Los cabezazos.
Los alumnos soltaron una risita—Elegid una pareja—Dijo el rubio antes de marcharse.
Miguel y Melody se miraron, ambos sabiendo lo que harían a continuación y siguiendo a su sensei. Dejando a Tori con la palabra en la boca, ya que le iba a decir a su novio si quería ir con ella para hacer el ejercicio.
Se encontraron con Johnny en la parte trasera del local, cogiendo varias cosas de las estanterías.
—Hola sensei—Saludó Miguel.
—Mete la barbilla, apunta a la nariz con la coronilla, no es tan difícil.
—No es por los cabezazos—Aclaró Melody—, creo que eso ya lo hemos pillado. Es por Kreese.
—Como te atrevas a decirme "te lo dije" te parto esto en la cabeza—Johnny alzó un disco de cinco kilos y la chica rio.
—No iba a decir eso.
«Ya.»
—Sabemos que es su amigo, así que si quiere hablar...
—No os preocupéis por mí—Dijo el rubio mientras negaba con la cabeza—. Deberías centrarte en tu novia, y tú... en lo que sea que hagas—Melody rodó los ojos y Miguel sonrió tímidamente.
—¿Lo sabías?
—No estoy ciego. Además, esa de ahí es una bocazas—El dedo de Johnny apuntó a Melody y ella abrió los ojos indignada.
—Yo no dije... bueno puede que se me escapara. ¡Pero fue sin querer!—Se excusó la castaña.
—Ya—Lawrence volvió a centrarse en Miguel—. Solo, no te distraigas. Ya jugarás a meter el plátano en tu tiempo libre—El latino negó con la cabeza mientras intentaba no reírse, sin embargo la expresión de Melody era de pura incomodidad—. Pero concéntrate en clase.
—Sí, sensei. ¿Y tú qué? ¿Tienes alguna...?
—No te preocupes, estoy bien—Repitió y Peters soltó una risita burlona, ganándose una mala mirada del hombre.
—Vale. Si quieres puedo abrirte un perfil en una aplicación. Así conoció mi madre a su novio.
—Ya, ¿cómo les va?
Uh, esa expresión Melody la conocía bien. Era la que —seguramente— ponía ella misma cuando le hablaban de Tory y Miguel.
—Va bien. Tiene mala suerte con los tíos. Me alegra verla feliz.
—Genial. Me alegro—Johnny tiró unas cosas a la estantería y se volvió a girar hacia los adolescentes—. En fin, ¿cómo va eso del perfil?
(...)
—VALE, LA APLICACIÓN YA ESTÁ DESCARGADA—Las voces de Johnny y Miguel, que estaban en el salón, se escuchaban en la habitación de Melody mientras ella se preparaba para la noche de los ochenta—. ¿Qué tipo de mujer quiere conocer?—La castaña sonrió en cuanto interpretó el silencio del rubio y, al parecer, el latino también supo lo que había insinuado al, probablemente, arquear una ceja—. Tías buenorras, para qué pregunto. Vale, ¿qué te gusta?
—¿Qué me gusta?—Repitió el hombre—. ¿Qué se supone que tengo que decir? ¿Largas caminatas por la playa? Los deportivos, las artes marciales, Águila de acero... Águila de acero II.
—¡No te olvides de la cerveza!—Exclamó Melody desde su cuarto mientras se retocaba el peinado clásico de los ochenta que se había hecho—. Estoy casi segura de que tiene una lata en la mano ahora mismo—Johnny frunció el ceño y se giró hacia el pasillo para ver si la castaña lo estaba observando—. No frunzas el ceño, Johnny, estoy en mi habitación.
—Cuando hace eso me da mucho miedo—Murmuró el rubio—. ¿Por qué no lo apuntas? Las citas esas son idea tuya—Le preguntó al latino.
—Mira, tienes que tomarte esto en serio.
—Antes era simple: veías a una en el bar, te chocabas con ella, pero no a lo bestia, y la invitabas a una copa—Explicó Johnny para luego beber un sorbo de cerveza.
—Pues no.
—Es verdad, Díaz. Eso hacían los cavernícolas. Me gustan los cavernícolas, esos del anuncio de seguros—Lawrence se incorporó y apoyó los codos en sus rodillas.
Unos pasos acercándose a ellos resonaron por el pequeño pasillo.
—Eso explica por qué te comportas como uno—Habló Melody, llamando la atención de los otros dos.
Ambos la siguieron con la mirada mientras ella iba hacia la cocina para tomar un vaso de agua antes de ponerse el brillo en los labios.
Llevaba puesto un pantalón corto y una sudadera gris que dejaba al descubierto su hombro izquierdo y tenía el emblema de los tigres de Bayside, imitando uno de los atuendos de Kelly Kapowski, personaje del sitcom "Salvados por la campana" que fue emitido por primera vez en los tardíos ochenta. Pero sin duda, lo que mejor le quedaba era el peinado ochentero amcopañado de unos pendientes negros y dorados que tenían forma de dos triángulos.
Miguel carraspeó y ambos volvieron a centrarse en el móvil—Creo que puedo rellenarlo yo solo. ¿Y la ropa? ¿Qué vas a ponerte?
—¿Me vas a dar clases de moda?
—No te vendrían mal—Murmuró la castaña mientras rellenaba de nuevo su vaso.
—Ey, tú no puedes hablar ahora mismo. Parece que te has metido en una máquina del tiempo—Le reprochó Johnny y la chica sonrió mientras se llevaba el vaso a los labios.
—Puede que tenga que hacerlo—Miguel se levantó y pasó al lado de Melody, que le sonrió al conectar sus ojos—. Pensaba en una camisa y vaqueros desgastados, ¿tienes?—Gritó el latino mientras examinaba el armario del hombre.
—Tengo unos viejos, si es lo que dices.
—No, no es lo que dice—Le informó Melody.
—Oye. Hay una tía en la aplicación—Advirtió el rubio.
—Hay muchas—Masculló Peters.
—Sí, mira, deliza a la derecha si te gusta y apañaremos citas.
—Qué chorrada. No sabrás nada de una tía por... uy, esta está buena—Melody no pudo contenerse y puso los ojos en blanco mientras caminaba de nuevo hacia su habitación.
—¿Me prestas una chaqueta?—Preguntó Miguel.
—¿Qué? Sí, claro—Dijo un Johnny demasiado distraído mirando fotos de chicas en su móvil—. No. Ew. Contigo no, bicho. Sin ese lunar, puede. Bueno, sí.
Melody volvió al salón, completamente arreglada y dispuesta a dirigirse hacia la pista de patinaje.
—Me voy. Intenta que no te secuestren, ¿quieres? Porque si piden un rescate no pienso pagarlo—Le dijo a Johnny.
—Lo mismo digo—Murmuró el rubio con los ojos clavados en el móvil y la castaña puso los ojos ne blanco mientras sonreía.
—¿Ya te vas?—Preguntó Miguel apareciendo en el salón de nuevo.
—Sí, le dije a mi jefe que estaría un poco antes para ayudar con la decoración—El latino asintió y ambos se quedaron en silencio con los murmullos sobre las chicas que emitía Johnny desde el sofá—. Bueno, em... nos vemos luego.
—Sí, sí, claro. Luego nos vemos.
—Adiós.
Johnny observó cómo Melody se alejaba y luego miró al chico con una ceja alzada.
—¿Qué pasa?—Cuestionó el menor.
—Raritos—Murmuró antes de volver a prestarle atención al teléfono.
(...)
LAS OCHO RUEDAS DE LOS PATINES DE MELODY SE DESLIZABAN POR LA PISTA mientras la chica se movía con gracia y despreocupación, atenta a cualquier persona que pudiera necesitar su ayuda para aprender a patinar.
No obstante, lo que le llamó la atención fue una persona que se dirigía hacia ella a toda velocidad, patinando torpemente.
—¿Liam?—Preguntó con confusión.
El chico solo fue capaz de frenar cuando la castaña sujetó sus brazos, equilibrándolo para que no se cayera.
—¿Qué pasa?—Preguntó al verlo con la respiración acelerada.
—Necesito... tu... ayuda—Dijo mientras respiraba agitadamente.
—Vale, Liam, respira y luego me lo explicas—El ruloso asintió y jadeó intentando recomponerse.
Melody lo soltó lentamente, pero al ver que el chico se tambaleaba lo volvió a agarrar.
—Mi hermana... hoy es su cumpleaños. Y me he quedado sin pelis de Barbie que ponerle a ella y a sus amigas, así que lo único que se me ha ocurrido es traerlas aquí para que me ayudaras. Tú sabes de estas cosas más que yo.
—Liam, estoy trabajando. ¿Seguro que no te queda alguna película que puedas ponerle?
—Creéme, tengo toda la colección de Barbie y ya se la han visto toda tres veces—Melody alzó una ceja con una leve sonrisa—. ¿Qué? Me gustan las películas de Barbie. Me gustaban—Corrigió—. Cuando era pequeño las veía siempre.
—¿Y no le puedes poner un capítulo de las Winx o algo?
—Sí claro, luego aguantas tú a mi hermana y a sus amigas gritando y quemando cosas con la excusa de que son Bloom. No gracias, quiero salir vivo de esta fiesta de cumpleaños infernal—Melody rió y asintió.
—Está bien, tráelas. Yo me encargo.
—Genial, están allí—La castaña abrió los ojos—. ¿Qué? No podía dejarlas solas en mi coche, ¡lo destruirían! Son como pequeños Taz y tú sabes que yo soy Porky el cerdo. No puedo con ellas—Peters negó con la cabeza, divertida.
—¿Se supone que yo soy Lola Bunny?—Preguntó mientras ambos se acercaban al grupo de niñas que jugaban en la entrada.
«¿Yo puedo ser Piolín?»
—O Pepé Le Pew—Melody lo miró mal al escuchar el nombre de la mofeta de los Looney Tunes—. Estoy bromeando.
—Más te vale.
—Anda mira, Speedy González—Los ojos de Liam estaban clavados en Miguel, que estaba al otro lado de la pista luciendo una chaqueta roja que pertenecía a Johnny.
—Miguel es ecuatoriano, no mexicano—Corrigió Melody.
—Bueno, puedo llamarlo Bugs Bunny si quieres.
—¿En qué momento esta conversación se ha llenado de analogías de los Looney Tunes?—Masculló la castaña mientras se cruzaba de brazos—. Dale esto a Jeremy y dile a las niñas que se vayan poniendo los patines. Ahora vuelvo—Peters le tendió una plantilla con huecos para los nombres y el número de calzado que Liam tendría que rellenar con la información de cada niña para obtener los patines. Después se dirigió hacia Tory que parecía estar hablando con unos clientes.
—Tory, no necesitas ayuda con las mesas, ¿verdad? Es que Liam acaba de encasquetarme a su hermana y a sus amigas y tengo que cuidar de ellas. Te lo digo porque es probable que luego se pasen por la cafetería cuando se aburran de patinar—Melody habló a toda velocidad, pero la rubia parecía entender todo ya que estaba asintiendo.
—Sí, no te preocupes.
—Genial, gracias—Iba a marcharse de nuevo, pero sus ojos se clavaron en los dos adolescentes que tenía delante suya—. Oh, hola chicos—Saludó a Sam y a Robby con una sonrisa—. No os había visto. Bonitos disfraces—Halagó y Robby le dedicó una sonrisa.
—No sabía que trabajabais aquí—Murmuró Sam con un poco de incomodidad.
—Ya bueno, no todos tenemos la tarjeta de crédito de papi—Respondió Tory y Melody suspiró.
—Mira, nosotros solo queríamos pedir comida. Lo siento.
Una tercera voz se unió a la conversación—¿A qué hora descansas? Para que las patatas estén crujientes—Preguntó Miguel. La rubia señaló a la pareja con los ojos y la castaña se limitó a carraspear. El latino siguió los ojos de su novia y miró a Sam y a Robby, el último había cambiado la sonrisa dulce que le había dedicado a Melody por una expresión de molestia al ver al pelinegro—. No os había reconocido—Se excusó mientras se quitaba las gafas rayadas—. Bonitos disfraces.
—Gracias.
—Tory, estos son Sam y Robby—Melody decidió pasar por alto el tono con el que dijo el nombre de su amigo porque no le apetecía empezar una disputa sin sentido.
—Ya nos conocemos—Informó la rubia con un poco de rabia—. Sam y yo tuvimos una peleílla en el club de la playa.
—Al que fuimos con Aisha—Aclaró Melody.
—¿De qué os conocéis?—Preguntó Samantha y Miguel tomó una bocanada de aire antes de responder.
—Tory está en Cobra Kai.
—No me digas—Murmuró Larusso.
—¿Cómo dices?—Preguntó Tory con una ceja alzada.
—Nada.
—Bueno—Melody dio una palmada para intentar cortar el incómodo silencio—. Deberíamos volver a trabajar, ¿no crees?
—Sí—Coincidió la rubia y luego se giró hacia Miguel—. Chao, cariño—Y juntó sus labios en un beso demasiado largo para el gusto de Peters, que se limitó a bajar la mirada con incomodidad.
La castaña carraspeó y se fue después de despedirse.
—¿Debería preocuparme la forma en la que Sam y Tory se mataban con la mirada?—Preguntó Liam cuando su amiga se acercó a él.
Melody se limitó a suspirar y negar con la cabeza—En fin... ¿dónde están las niñas?—El ruloso apuntó hacia el grupo de niñas que estaban en los bancos intentando ponerse los patines correctamente—. ¿Te vienes?—Le preguntó con una sonrisa burlona.
—¿Y volver a hacer el ridículo? Ni de coña. Yo os observo desde la cafetería—La castaña rió y ambos se separaron.
—Un pajarito me ha dicho que tenemos una cumpleañera entre nosotros—Dijo Melody una vez llegó al sitio en el que estaban las niñas—. ¿Quién es?
—¡Yo!—Una niña de pelo corto y rizado agitó su brazo y Peters no pudo evitar esbozar una sonrisa tierna.
—Bueno, pues he de decirte... que algo ha salido mal y todas habéis acabado en una máquina del tiempo—Las niñas se miraron asustadas—. Pero no os preocupéis, yo soy vuestra guía y os ayudaré en todo lo que necesitéis mientras estéis atrapadas en los años ochenta. Bueno, ¿quién quiere ir a patinar mientras esta guía tan maravillosa les da una clase sobre cultura ochentera?—Las niñas comenzaron a saltar emocionadas y Melody rió para después ayudarlas a ponerse los patines.
(...)
UNA VEZ DEJÓ A LAS NIÑAS EN LAS MESAS DE LA CAFETERÍA, Melody suspiró pesadamente. Liam tenía razón, eran pequeños diablillos de Tasmania. Pero las había controlado bastante bien durante su mini clase de música de los ochenta.
Comienza a dar vueltas por la pista, como si estuviera agotada pero sus pies se movieran solos.
«A lo mejor es por el temazo que está sonando.»
Melody sonrió y comenzó a tararear I wanna dance with somebody de Whitney Houston mientras patinaba cada vez más animada.
Estaba tan distraída centrándose en la letra de la canción que la persona que estaba a su lado tuvo que hablar para que ella se diera cuenta de su presencia.
—Hey—La castaña dio un pequeño respingo y giró su cabeza hacia aquella voz.
«Pero si es Speedy González.»
—Hey—Respondió, relajándose un poco al ver a Miguel—. ¿Qué tal va la noche de los ochenta?
—Bien, la verdad—Admitió con una pequeña sonrisa—. ¿Y tu noche?
—Bien, diferente. Resulta que soy buena con los niños—Melody se apartó un mechón de pelo con la mano con chulería y Miguel se rió.
—Tu eres buena en todo—Murmuró el chico, pero debido al volumen de la música, ella no lo escuchó.
—Oye, antes te vi hablando con Sam. ¿Habéis hablado sobre lo que te dije hace unas semanas?
Mientras ella le hacía un interrogatorio a Robby sobre Larusso —del cuál solo pudo sacar la respuesta no me siento de esa forma cuando estoy con ella— sus ojos viajaron inconscientemente hacia dos figuras que esperaban en la cola de patines a ser atendidos por Jeremy mientras charlaban. Y esas figuras en Sam y Miguel.
—Si quieres saber si ya me disculpé...—Peters alzó una ceja en el pequeño silencio que el pelinegro hizo—. eso hice.
—¿Y?—Melody inclinó su cabeza hacia delante, esperando a que el chico continuara.
—Y la verdad es que me siento mucho mejor—La castaña le sonrió—. No digas...
—Te lo dije—Canturreó y el chico negó mientras reía.
La canción de Whitney llenó el silencio que se había formado entre ellos dos, pero Miguel volvió a romperlo.
—¿Quieres bailar?—Preguntó de repente.
With somebody who loves me...
Melody casi se atraganta con su propia saliva al escuchar aquel verso pero se recompuso rápidamente y se limitó a mirar al chico con una mueca extraña.
Él suspiró antes de volver a hablar—Sé que últimamente no hemos pasado mucho tiempos juntos porque siempre estoy con Tory pero...—La castaña apartó la mirada del pelinegro y la clavó en el suelo a la vez que se regañaba mentalmente por sentir que su corazón se encogía—. Tú sigues siendo muy importante para mí, Melody.
La castaña alzó la vista, sintiendo que su corazón se le iba a salir del pecho e ignorando por completo el rubor de sus mejillas ya que estaba muy ocupada perdiéndose en los ojos de Miguel Díaz.
Don't you wanna dance? Say you wanna dance? Don't you wanna dance? Dance.
Melody se aclaró la garganta y sacudió la cabeza con una sonrisa burlona.
—Te olvidaste la parte en la que se supone que estoy trabajando—Le dijo con una sonrisa—. Lo que me recuerda que le dije a Jeremy que yo le llevaría los patines de las niñas y no lo he hecho. Ahora vuelvo.
Se alejó patinando a toda velocidad a los bancos en los que habían dejado los patines y, cuando ya casi estaba allí, vio cómo Tory se chocaba con Sam —completamente a propósito— y la tiraba al suelo.
—Ups. Lo siento, princesa—Escuchó que decía la rubia mientras Melody se acercaba a ella.
No obstante, Samantha no lo dejó pasar y se levantó para después tirar a Tory al suelo de una patada.
—¿Qué cojones, Sam?—Preguntó Miguel al ver a su novia en el suelo.
—¿Qué? ¿Yo? Pero...—Balbuceó la chica mientras Melody y el pelinegro se acercaban a la rubia.
—¿Estás bien, Tory?—Le preguntó el de seguridad.
—Gracias—Le dijo la rubia a Miguel en cuanto él la ayudó a levantarse.
—Vale, se acabó. Largo de aquí—Le dijo a Robby y a Sam.
—Ha empezado ella—Protestó Keene.
—Largo.
Sam miró hacia Tory, que le sonreía con malicia. Sin embargo, Melody también se dio cuenta de aquella sonrisa y suspiró, para después dedicarle una mirada de disculpa a Sam y Robby.
Algo en el fondo le decía que la razón por la que la rubia había empujado a Larusso había sido por la pequeña conversación que habían tenido hace unos minutos.
«No tengo pruebas pero tampoco dudas. Esto se va a descontrolaaaar.»
Melody se limitó a suspirar y volver a trabajar, intentando evitar todo el drama que se avecinaba como un enorme tsunami dispuesto a arrasar todo.
JELOU BEAUTIFUL PEOPLE
Quería actualizar antes de mi semana de exámenes que vuelvo a tener y que empieza mañana *llora desconsoladamente*
Así es como iba vestida Melody para la noche ochentera :)
La verdad es que este capítulo se me hizo muy divertido de escribir por todas las referencias a mi infancia que puse #BARBIESUPREMACY #LOSLOONYTUNESMOLANMAZO
Weno, eso es todo. ¡Nos leemos!
NO MERCY, IDIOTS
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