𝐅𝐎𝐑𝐓𝐘. I can run but I can't hide from my family line


𝐂𝐔𝐀𝐑𝐄𝐍𝐓𝐀. ❛ puedo huír pero no esconderme de mi línea familiar ❜




EL CEPILLO DE DIENTES DE MELODY HACÍA RUIDO en medio del silencio sepulcral de aquel baño mientras la chica se aseaba antes de irse a dormir después de aquel agotador día. Aún en un momento como ese, sus pensamientos no la dejaban en paz. Las imágenes de su discusión con Miguel y el hecho de que Christopher la estuviera buscando como un loco no parecían querer despegarse de su mente.

Sacudió la cabeza antes de agacharse para escupir los restos de pasta de dientes que tenía en la boca.

Cuando se irguió, algo sonó al otro lado del espejó.

—¡Buh!

La castaña dió un respingo al encontrarse con su reflejo enfundado en un gi negro y con un brillo malévolo en la mirada. Igual que en su visión.

Después, se tropezó con algo y cayó al suelo con fuerza, haciendo que el aire abandonara sus pulmones durante unos segundos. Había sido una fuerte caída.

Cuando abrió los ojos y se apoyó en sus manos para poder levantarse, se encontró con una oscuridad abrumadora envolviéndola de nuevo.

—Otra vez no —Murmuró al recordar lo que había pasado cuando se metió en el tanque de aislamiento sensorial.

Miró hacia todos los lados intentando encontrar algo que le dijera que no estaba encerrada en su propia mente de nuevo, pero solo había oscuridad.

O al menos eso creía hasta que una persona apareció a unos metros de distancia.

—¿Melody? —preguntó un confuso Miguel, vestido con su gi rojo como el día del torneo—. ¿Qué estás haciendo aquí?

La castaña abrió la boca, intentando encontrar alguna respuesta para aquella pregunta. Sin embargo, el latino volvió a hacerle otra pregunta.

—¿Vienes a disculparte por lo del otro día? —cuestionó con un brillo de esperanza en su mirada—. ¿O a escuchar mi lado de la historia?

Melody lo observó con confusión.

—Y-yo no...

El rostro de Miguel se sumergió en tristeza y en un poco de terror.

—¿Vas a echarme la culpa de nuevo? N-no sé si podré soportarlo.

—¿De qué estás habl...? —preguntó la castaña antes de que una voz semejante a la suya resonara en la oscuridad.

—¿No está claro?

Melody se giró, encontrándose con el reflejo maligno que había aparecido en su espejo—. Venga, vamos, rómpele el corazón.

La castaña volvió a mirar a Miguel, que tenía los ojos clavados sobre ella con impaciencia y después se giró hacia su otro yo.

—No quiero hacer eso.

—¿Por qué no? ¿Acaso él no rompió el tuyo? Dale su propia medicina.

Después de decir eso, aquel reflejo atormentado encajó su pie en el pecho de Miguel, que cayó al vacío de la misma forma que en la pelea del instituto.

Melody lo observó caer mientras su pecho se partía en dos y una capa de lágrimas cubría sus ojos a la vez que la impotencia inundaba su cuerpo.

Sabía que aquello era una pesadilla, pero parecía no ser capaz de salir de ella por mucho que lo deseara.

La voz de la otra chica hizo que se girara hacia ella mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.

—Somos bastante parecidos, ¿sabes?

—Yo no me parezco en nada a ti —Le dijo Melody con rabia y tristeza a partes iguales porque, aunque fuera una pesadilla, unos sentimientos de ira profunda habían florecido hacia ella misma.

—No estaba hablando de ti y de mí, idiota —Respondió aquella doble con una ceja alzada—. Hablaba de nosotras y de él.

El rostro de Christopher surgió de las sombras y Melody, sintiendo el cansancio apoderarse de sus articulaciones, simplemente negó con la cabeza y dejó escapar un sollozo, agotada.

Pudo sentir un torrente de emociones juntarse con la ira que había sentido previamente en el que destacaba el cansancio y agotamiento que sentía al tener que esconderse diariamente, al no poder vivir su vida como quisiera y al darse cuenta de que siempre estaría huyendo de ese hombre.

Porque parecía ser que nada iba a hacer que Christopher desapareciera de su vida. Nada.

—Aunque sí que te equivocabas en lo de antes —Prosiguió la chica del gi negro—. Tu y yo sí nos parecemos. De hecho, somos la misma persona. Yo las partes malas... tú el conjunto de todo. Que no es mucho más de lo que soy yo —Murmuró con la cabeza ladeada antes de chasquear su lengua—. Es una lástima que lo único que te defina como persona es el daño que le haces a los demás... —un Miguel con lágrimas en los ojos y sujetando la carta en sus manos salió de las sombras y se colocó al lado de Chris— o cómo arruinas la vida de la gente a la que se supone que quieres—Robby y Tory aparecieron en la oscuridad, vestidos de la misma manera que el día de la pelea y acompañados de los LaRusso—. Todo era mejor cuando solo eras "la vecina molesta", ¿no crees? —El rostro de Johnny se juntó con el del resto mientras las lágrimas no paraban de salir de los ojos de Melody.

—¿No puedes dejarme en paz? —pidió con un hilo de voz.

—Si lo hago... ¿quién te hará pagar por tus actos?

En el momento en el que Melody vió que su reflejo se disponía a encajar una patada sobre ella, se obligó a abrir los ojos con fuerza, encontrándose con una habitación oscura y la respiración agitada.

Se incorporó mientras se pasaba la mano por la frente, que estaba perlada debido al sudor y miró hacia el reloj que estaba en su mesilla.

Las dos de la mañana.

Suspiró.

No tenía ganas de seguir durmiendo, no después de tener otra pesadilla. Así que, como hacía todas las noches cuando se despertaba abruptamente, bajó a la cocina a por un vaso de agua.

Fue una sorpresa encontrarse con la luz de aquella habitación encendida y la imagen de Liam sonriéndole a la pantalla de su teléfono. El ruloso no la había oído llegar así que Melody simplemente se cruzó de brazos y se apoyó en el marco de la puerta con una ceja alzada.

—¿Se puede saber qué haces despierto a las dos de la madrugada? —preguntó, causando que su amigo diera un respingo y dejara el móvil boca abajo en la isla de la cocina.

—Eh... ¿Bebía agua? —respondió Liam con las mejillas sonrojadas.

Melody intentó contener la sonrisa que amenazaba con adornar sus labios.

—¿Y dónde se supone que está ese agua?

Liam miró la isla y luego a su amiga, que se había acercado a él.

—Eh, el vaso está en el fregadero, si... —Melody le indicó con un gesto que fuera a por él—. Valep.

El ruloso se acercó lentamente al fregadero y una notificación resonó entre ambos. Liam volvió casi corriendo a por su teléfono pero Melody fue más rápida y lo cogió antes que su dueño.

Esta vez no fue capaz de reprimir la sonrisa que le iluminó todo el rostro.

Derek:

De verdad que no puedo esperar hasta mañana para estar contigo.

—¿Charlas nocturnas a las dos de la mañana? Este chico está coladito por ti —Aseguró la chica antes de que Liam le arrancara el móvil de las manos.

—Tampoco es que yo esté mejor que él —Murmuró el ruloso—. ¿Y si lo de mañana es una emboscada y me atacan todos los matones de Cobra Kai a la vez?

—Liam —Lo frenó Melody—. Hemos hablado de esto. Derek no es un espía o el nieto de Silver o Kyler disfrazado de un tío cañón para meterse contigo. Es un chico normal y corriente al que le gustas. Y, créeme, hablo desde la experiencia cuando digo que es posible que le gustes a alguien —El chico esbozó una pequeña sonrisa agradecida—. Además si te hace daño, van a tener que meterme en la cárcel porque tengo mucha rabia contenida y nada que perder.

Una risa nasal salió de su amigo, que hizo que Melody se sintiera un poco mejor consigo misma.

—Lo que necesitas es despejarte un poco —Aseguró.

—Está bien. ¿Qué hacías tú despierta?

La sonrisa de Melody desapareció y Liam frunció el ceño con confusión.

—Yo sí necesitaba un vaso de agua —Dijo con casi un hilo de voz antes de contarle todo a su amigo.

Al menos no estaba sola.




(...)




—¿Y SI LE DICES QUE ME CAÍ POR LAS ESCALERAS?

Melody abrió la boca para responder, pero Liam no le dejó.

—O tal vez que la lavadora explotó y tengo que arreglarla.

La castaña frunció el ceño mientras el ruloso seguía a lo suyo.

—¡No! ¡Ya sé! Dile que las amigas de mi hermana me usaron como sacrificio en su juego de brujas y princesas y por eso no puedo ir a la cita.

—Liam —Habló Peters, que estaba sentada sobre la isla de la cocina mientras su amigo iba de un lado para otro—. Te ves genial, todo va a salir bien, confía en mí —Dijo antes de meterse una gominola en la boca.

—Sigo sin saber por qué tienes el hábito de sentarte sobre las mesas —Murmuró Liam mientras se abotonaba la camisa de manga corta que llevaba encima de otra camiseta antes de gruñir con frustración y desabotonarla.

—Es una mala costumbre que cogí en casa de Johnny —Respondió la castaña con simpleza a la vez que sentía un pellizco de nostalgia acariciar su mente con los recuerdos de Miguel pidiendo consejo para su cita con Sam—. Liam, basta —Ordenó cuando el chico comenzó a peinarse el pelo con agresividad—. Ya te dije que te ves bien.

—Estoy muy nervioso —admitió.

—No me digas —Dijo Melody entredientes.

—¡Mira! Ya son las seis en punto y aún no está aquí —Habló el ruloso mostrándole la pantalla de su móvil a la chica—. A lo mejor se olvidó.

—O lo secuestraron por el camino —Murmuró la castaña con ironía.

—¿Deberíamos llamar a la policía? —preguntó el ruloso con preocupación.

El timbre de la puerta resonó por toda la casa y Liam miró a Melody aterrado.

—Tal vez a una ambulancia por si te da algo de camino a la puerta —Bromeó la castaña mientras su amigo salía de la cocina.

—¡No es gracioso!

Melody sonrió antes de bajar de un salto y de seguir al ruloso hacia la entrada.

—Vale, ¿estás segura de que te quieres quedar con Gaia? —le preguntó mientras cogía sus llaves.

—Al cien por cien —Aseguró la castaña—. Le obligaré a ver Barbie o a cocinar algo conmigo.

—No queméis la casa, por favor.

Melody puso los ojos en blanco y lo empujó hacia la puerta.

—Todo saldrá bien. Ahora vete con tu Romeo, que te está esperando.

—Técnicamente Romeo era un poco pedófilo ya que él tenía 16 y Julieta tenía 13 año...

Liam se quedó callado cuando Melody abrió la puerta y sus ojos se clavaron en Derek.

Llevaba puesta una camiseta de asas que dejaba al descubierto sus músculos junto a unos vaqueros y un gorro naranja del que sobresalían varios mechones rebeldes.

—Hola —Saludó el chico.

—Hola —Murmuró Liam.

—¿Podéis deciros lo guapos que estáis mutuamente antes de que llenéis toda la entrada de babas? —Habló Melody apoyándose en la puerta de madera antes de meterse otra gominola en la boca.

—Hola Melody —Saludó Derek y ella le dedicó un amistoso saludo con la mano—. ¿Nos vamos? —Le preguntó esta vez a Liam, que asintió nerviosamente antes de limpiarse el sudor de las palmas en sus pantalones.

—Pasároslo bien y no hagas nada que yo no haría —Le dijo la castaña al ruloso, que la fulminó con la mirada antes de suspirar.

—Solo te pido que por favor no quemes mi casa.

—No lo haré —Melody tiró del brazo de Liam para quitarle una pelusa de la camisa y él se apartó, incómodo.

—No te comportes como mi madre por favor —Pidió, sacudiéndose él mismo la ropa.

—Está bien —Dijo su amiga mientras reprimía una sonrisa—. ¡Diviértete!

El ruloso asintió antes de acercarse a Derek, que lo observaba con una sonrisa.

—No me puedo creer que salierais juntos —Apuntó mientras la castaña se despedía con la mano y entraba en la casa.

—Yo tampoco —Murmuró Liam—. Pero, a decir verdad, las cosas eran como ahora pero con más besos y un amor completamente distinto.

—Debéis ser los primeros que mantienen la relación amistosa después de una ruptura —Señaló el castaño mientras ambos empezaron a caminar.

—No somos los primeros pero sí pertenecemos a la pequeña minoría. Ahora que lo dices, no me imaginaría lo que habría sido de mi vida si Melody no estuviera en ella —Reflexionó Liam mientras se metía las manos en los bolsillos.

—No tendrías una cita conmigo —Le dijo Derek y el otro chico lo miró con el ceño levemente fruncido—. Escuché vuestra conversación en el parque. Sois... muy ruidosos.

—Oh —Liam se sonrojó a la vez que una tímida risa abandonaba sus labios—. Ya. Lo siento por eso.

—No te disculpes, eso me gusta.

El ruloso frenó brevemente al sentir cómo su estómago hacía una voltereta y se apresuró a seguir a Derek después de suspirar.

Mientras tanto, dentro de la casa de los Anderson, Melody estaba en la cocina tirando el envoltorio de las golosinas cuando un terremoto apareció en la misma habitación que ella.

—¡LIAM! —Gritó Gaia, haciendo que Melody hiciera una mueca por su tono de voz elevado.

—Gaia, tu hermano ha salido. No volverá hasta tarde.

—¿A dónde ha ido? —preguntó la pequeña a la vez que se sentaba en uno de los taburetes de la isla.

—Ha salido con un amigo —Informó Peters mientras iba cogiendo cosas de las estanterías.

—Yo también quiero salir con mis amigos —Se quejó la pequeña a la vez que hacía un puchero.

—Bueno, Gaia, ¿tú y yo somos amigas? —preguntó Melody mientras se estiraba para coger las pepitas de chocolate de la estantería más alta.

—Pues claro, eres mi tercera adolescente favorita.

La castaña se giró con el ceño fruncido hacia la menor, que se encogió de hombros.

—La segunda es Barbie —Se defendió.

—Creo que la edad de Barbie varía dependiendo de la película —Murmuró Melody mientras ojeaba todo lo que había cogido.

—Y el primero es mi hermano.

Una sonrisa tierna inundó los labios de la mayor.

—Bueno, entonces ya que somos amigas —Gaia apoyó sus codos sobre la isla y descansó sus mejillas en las palmas de sus manos, interesada en lo que la mayor le estaba contando—, tú y yo vamos a pasar una tarde de chicas... —Melody puso todos los ingredientes sobre la isla, delante de la niña—. Haciendo galletas y viendo películas de tu segunda adolescente favorita, ¿qué te parece?

—¡SIIIIII! —Celebró la pequeña mientras bajaba de un salto y abrazaba las rodillas de Melody con fuerza.

Peters rió mientras se tambaleaba y luego se puso manos a la obra junto a la hermana de su amigo, ignorando por completo que era la primera vez en varios meses que se sentía plenamente en paz y harmonía.




(...)





MELODY Y GAIA HABÍAN PASADO UNA HORA amasando las galletas con el sonido de la televisión de la cocina de fondo ya que la pequeña se aburría cuando a la mayor le tocaba batir las cosas —después de que Gaia se rindiera cinco segundos más tarde—.

—Gaia, tienes que ir aplastando estas bolitas con una cuchara y luego les pondremos las pepitas de chocolate, ¿sí?

—Está bien —Dijo la pequeña antes de seguir las instrucciones de Melody, que sonrió mientras apoyaba su cadera en la isla y se aseguraba de que Gaia no hiciera ningún desastre.

Sin embargo, toda esa calma se evaporó cuando sus ojos se clavaron en la televisión. Más específicamente en la película de "Say Anything" en la que el protagonista sostenía un radiocassette en el que se reproducía "In your Eyes" de Peter Gabriel.

Melody pudo sentir el aire abandonar sus pulmones cuando el recuerdo de Miguel pidiéndole ir al baile juntos inundó su mente.

¿Vienes a disculparte por lo del otro día? ¿O a escuchar mi lado de la historia?

La castaña tragó saliva, sintiendo su garganta arder debido a la sequedad y apagó el televisor casi de inmediato.

—¡Eh! ¡Estaba viendo eso! —Se quejó Gaia mientras sacudía la cuchara en el aire.

—Y yo me aseguro de que estés concentrada al cien por cien en la tarea tan difícil que te he puesto —Le respondió mientras se daba la vuelta para alejar el mando de la niña.

—Melody —La llamó la menor.

—¿Ya te has cansado? —preguntó dándose la vuelta hacia la pequeña.

—No. Es que tienes harina aquí —Dijo Gaia señalando su propia mejilla.

El recuerdo de Miguel en el hospital y en la puerta de su casa la azotó con fuerza y, sin poder evitarlo, Melody sintió cómo su corazón se saltaba varios latidos y su estómago daba cinco vueltas a la vez que los recuerdos volvían a ella con claridad. Sabía que en ese momento se encontraba petrificada en medio de la cocina, pero lo único que podía hacer su cerebro era gritarle el nombre de Miguel y todo lo que habían pasado juntos.

Lo peor de todo era que quería echarle a él la culpa. Quería decirse a sí misma que él era el que la había dañado y el que se merecía lo que le había dicho en el dojo, pero no era capaz. Una parte dentro de ella sabía que Miguel no tenía la culpa. Y una mucho más minúscula sabía que ninguno de los dos la tenía.

—Melody —La pequeña mano de Gaia se agitó justo delante de su rostro, haciendo que la mayor volviera a la realidad—. ¿Estás bien?

Melody pestañeó antes de carraspear y asentir con la cabeza—Sí. Estoy bien —Afirmó—. Solo estaba teniendo un deja-vú.

—¿Qué es eso? —Cuestionó la menor.

—Bueno, es una sensación de que ya has vivido el momento que estás experimentando en ese instante. O cuando estás recordando algo parecido a lo que acaba de pasar —Explicó lo mejor que pudo mientras cogía a Gaia y la subía al taburete de nuevo para seguir con las galletas.

—¿Estabas recordando algo? —preguntó la pequeña, tendiéndole la cuchara e indicándole que ya se había cansado de aplastar bolitas.

—Sí —Murmuró Melody.

—¿Era un recuerdo especial?

Una pequeña sonrisa se escapó en los labios de Peters, que pestañeó varias veces para ahuyentar la pequeña capa de lágrimas que cubría sus ojos.

—No era nada especial, solo... algo que recuerdo con mucho cariño, supongo —La mayor se encogió de hombros—. Era con un... amigo —La castaña tragó saliva y sacudió la cabeza levemente antes de echar las pepitas en la masa.

—¿Y ese amigo era especial?

—Mucho —Habló Melody sin pensar, lo que hizo que sus mejillas ardieran de la vergüenza.

—Yo también quiero tener un amigo especial —Se quejó la pequeña, sacándole una sonrisa a Peters.

—Y lo tendrás. O tal vez una amiga. Pero cuando seas más mayor —Dijo antes de meter la bandeja de las galletas en el horno.

Gaia se acercó a ella y observaron la masa bajo la amarillenta luz del aparato.

—¿Y dónde está tu amigo? —cuestionó Gaia con la nariz casi pegada al cristal.

—¿A qué te refieres?

—Cuando te pregunté si ese amigo era especial no dijiste nada sobre si lo seguía siendo, ¿dónde está? —preguntó otra vez y luego comenzó a seguir a Melody, que se había empezado a quitar el delantal para intentar buscar alguna excusa—. ¿Ha pasado algo? —insistió la pequeña.

—Es complicado —Respondió mientras dejaba la pieza de tela en una silla.

—Me gusta lo complicado —Contraatacó la pequeña.

—Y a mí me gusta el helado y las películas de Barbie —Melody agitó una tarrina de helado en su mano y la dejó sobre la isla, pero la niña no parecía estar distraída del tema anterior.

—¿Tiene algo que ver con que estés viviendo con nosotros?

El teléfono fijo de la casa sonó, lo que hizo que Melody no pudiera disimular un suspiro de alivio antes de mandar a Gaia al salón para después ella atender la llamada.

A pesar de que aquella llamada la había sacado de un momento incómodo, Peters respondió con el ceño fruncido ya que ¿quién demonios llama al fijo estos días?

—¿Sí?

—Melody tienes que ayudarme —dijo alguien atropelladamente al otro lado de la línea.

—¿Liam? ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? —preguntó ella notablemente preocupada y bajando el tono de voz para que Gaia no la oyera.

—No. No estoy bien. Derek me ha traído a un bar-barra-karaoke y me acaba de cantar una canción de amor y aún por encima de Taylor Swift. De la jodida Taylor Swift. Me va a dar algo, por favor ayúdame —Pidió el ruloso con el pánico inundando su voz.

—Liam —Habló Melody mientras se pinchaba el puente de la nariz y se cuestionaba cómo era que tenía un amigo así—. Pensé que te había pasado algo malo —Le reprochó.

—¡Esto es malo! —Exclamó Anderson en un susurro y Melody no fue capaz de reprimir la sonrisa gigante que tenía en la cara—. ¿Qué se supone que debo de hacer ahora?

—Subirte a ese escenario y dedicarle una canción. No lo haces tan mal en la ducha. Mi favorita es 'Style', la haces muy bien —Se burló la castaña, aunque sí que lo decía un poco en serio, Liam no lo hacía nada mal.

—¿Estás loca?

—Puede —Respondió Melody mientras se encogía de hombros—. Pero déjame preguntarte una cosa, ¿cómo sabías que era para ti?

—Pues lo sabía porque cambió la letra de la canción. Cantó 'Sparks Fly' y en vez de green eyes dijo brown eyes. ¡Yo tengo los ojos marrones! —La chica soltó una risita que hizo que Liam bufara con fastidio—. Además cuando no estaba mirando la guitarra no apartaba sus ojos de mí. Creo que vio como pasaba del blanco nuclear, al rojo y al morado.

—Espera, ¿guitarra? —Lo interrumpió Melody—. Pensé que habías dicho que estabais en un karaoke.

—Bueno sí, pero resulta que conoce a un tío del staff o algo. Ahora que lo pienso, me vendría bien hablar con ese tío, a lo mejor puede poner el aire acondicionado porque estoy sudando como un cerdo.

—Liam —Lo frenó su amiga—. Sé que esto que te voy a pedir va a ser un poco difícil pero, intenta relajarte y disfrutar del momento. Eres uno de los chicos más increíbles que conozco y además a Derek ya le encantas. Tú más que nadie sabes que una canción de Taylor Swift no se le dedica a cualquiera. Así que intenta respirar hondo, echarte agua en la cara y volver junto al chico tan maravilloso que te está esperando para poder continuar con vuestra cita.

Al otro lado de la línea solo se escuchó el murmullo de otras voces amortiguadas y la tenue melodía de una canción.

—¿Liam? ¿Te ha dado algo? —Cuestionó la chica.

—El discurso te habría quedado mejor si dijeras "el chico más increíble que conozco" —Se quejó el ruloso con un hilo de voz.

Melody dejó escapar una risa despreocupada que descolocó a su amigo, ya que este no había escuchado un sonido parecido por parte de su amiga en semanas.

—Ve con Derek —Habló ella, dejando que Liam notara la sonrisa en su voz—. Y no llames más. Tengo helados, galletas, películas y una niña que me hace preguntas incómodas para mantenerme ocupada el resto de la tarde, no necesito más diversión.

—No sabía yo que mis desgracias te divertían —Masculló el ruloso haciendo que su amiga volviera a reír suavemente.

—Primero, esto no es una desgracia, solo eres un dramático de cuidado; y segundo, sí que sabías que tus desgracias me divierten —Liam esbozó una sonrisa y Melody volvió a hablar—. Ve.

—Está bien. Pero si me hago viral por tu culpa que sepas que te voy a odiar de por vida.

—Mientras compartas un poco del dinero que ganes con la fama, a mí me vale.

Ambos rieron.

—Gracias, Melody. Eres la mejor.

Una risa sonó en el oído de Liam, que sonrió casi inconscientemente.

—¿Puedes repetirlo otra vez? Así lo grabo, es para un trabajo.

—Que te den. Luego te hablo, te quiero, adiós.

—Adiós —Dijo Melody con una sonrisa antes de dejar el teléfono en su sitio y dirigirse al salón.

Liam respiró hondo antes de separarse de la barra de aquel bar e ir a sentarse junto a Derek, que jugaba con la pajita de su bebida distraídamente.

—He vuelto —Anunció antes de sentarse y hacer una mueca al oír los gritos que estaba pegando alguien contra el micrófono.

—Hey —Saludó el otro chico suavemente—. Oye, quería decirte una cosa.

Liam lo observó con los ojos levemente abiertos y después asintió, aún siendo presa de los nervios que sentía.

—No era mi intención incomodarte con la canción, lo siento si lo hice. De verdad que no...

—Ah, no te preocupes —interrumpió el ruloso mientras hacía un gesto con la mano para restarle importancia—. Lo hiciste muy bien, así que...

—Liam, parecía que te iba a dar un infarto cuando te fuiste casi corriendo a la barra.

Anderson presionó los labios formando una fina línea y luego se encogió de hombros.

—Pequeños detalles, supongo. Pero bueno, ya pasó, Melody ya me ayudó a calmarme... —Liam dio un respingo y se giró hacia Derek, que tenía una pequeña sonrisa en su rostro.

El ruloso carraspeó y miró hacia la servilleta con la que había empezado a jugar hacía unos segundos mientras era totalmente consciente de que los ojos de Derek estaban clavados sobre él. Intentando no dejar que los nervios lo controlaran, levantó la cabeza, clavando sus ojos en los del otro chico y sintiendo una reconfortante calidez inundar su pecho.

—¿Melody te ayudó a calmarte? —repitió el chico sin romper el contacto visual.

—Sí, bueno... —Liam frenó antes de que su lengua le jugara una mala pasada y terminara haciendo el ridículo—. ¿Puedo hacerte una pregunta?

Derek alzó ambas cejas con una pequeña sonrisa.

—Acabas de hacerla.

—Ya, bueno, pero una de verdad —El chico le hizo un gesto para que el ruloso preguntara y éste dudó durante unos segundos antes de hablar—. ¿Dónde está la hoja para inscribirse y cantar en el karaoke?




(...)





—NO ME PUEDO CREER QUE CANTARAS 'STYLE' TAN BIEN —Dijo Derek entre risas mientras él y Liam volvían a la casa del ruloso para finalizar su cita.

—Practico mucho en la ducha. Hasta ahora mi mejor público habían sido mis champús y Melody, pero tú tampoco estuviste bastante mal.

Los dos rieron y Liam sonrió mirando al suelo, sintiendo un peso menos al haberse soltado de esa manera sobre el escenario.

—¿Cómo fue? —preguntó Derek, llamando la atención de Liam—. Contarle a Melody lo de tu bisexualidad —aclaró al ver la pequeña arruga en el entrecejo del chico.

Liam soltó una risa nasal —Un desastre —Derek sonrió al ver que las mejillas del ruloso se tornaban de color carmesí—. Estábamos en la playa y había dos chicos mirándola cuando salió del agua porque estaba guapísima con aquel bikini, las cosas como son. Entonces yo le dije que si quería a uno de ellos, yo podía quedarme con el otro. Fue tan ridículo —Murmuró avergonzado—. Pero Melody le quitó toda la incomodidad a la conversación y luego me dio un abrazo y me dio las gracias por compartirlo con ella.

Derek sonrió levemente.

—Melody suena como una persona increíble.

—Lo es —Afirmó Liam con convicción—. Ha pasado por tantas cosas y aún así sigue manteniéndose en pie. Aún no sé cómo lo hace —Murmuró mientras pateaba una piedra y seguía caminando.

Derek bajó la cabeza y tragó saliva recordando la conversación que había tenido su tío abuelo con aquel hombre llamado Christopher. Durante unos segundos, la idea de contarle todo a Liam pasó por su cabeza, pero el ruloso interrumpió sus pensamientos haciendo otra pregunta.

—¿Tú se lo contaste a alguien?

Derek frenó inconscientemente, recordando cómo había sido su salida del armario, y Liam se vio obligado a hablar inmediatamente.

—No tienes por qué contármelo si no quieres —Aseguró.

—No. No es eso —Dijo el castaño sacudiendo la cabeza y volviendo a caminar—. Es que me tomó desprevenido la pregunta, eso es todo.

Hace unos meses salí del armario para mis padres —Empezó a contar Derek mientras Liam lo escuchaba atentamente—. Se lo había contado porque pensé que era el momento indicado y porque estaba cansado de tener que esconderme. Pero en el momento en el que lo hice y vi sus caras... deseé no haberlo hecho. A partir de ese día no me hablaron, era como si yo no existiera.

»Unas semanas después apareció mi tío abuelo. Entró a mi habitación y me contó que mis padres habían hablado con él preguntando por algún internado o algún orfanato en el que me pudieran acoger —La voz de Derek tembló y tuvo que respirar hondo para controlar el rechazo que volvía a aparecer en su pecho. Liam lo observaba con delicadeza y con pena, escuchando atentamente y sintiéndose mal por él—. Pero mi tío me dijo que había hablado con ellos y que les había propuesto meterme en karate, algo que mis padres pensaron que me volvería más masculino, supongo. Así que ahora estoy viviendo con él y practicando karate en este Valle, lejos de casa y lejos de mis padres.

—Lo siento mucho —dijo Liam una vez Derek finalizó su historia.

—No lo hagas. No es tu culpa.

—Lo sé pero no te merecías nada de eso. Es una pena que tus padres no pudieran ver lo increíble que eres en realidad solo por el hecho de que tu sexualidad sea diferente.

Derek sonrió levemente, pero su sonrisa decayó cuando Liam siguió hablando.

—Menos mal que tu tío abuelo estuvo allí para ayudarte y apoyarte. Parece un buen hombre.

El castaño forzó una sonrisa y sintió el ardor de la mentira quemar su garganta cuando dijo—: Lo es.

En ese momento, Derek ya no sabía quién era su tío abuelo. No sabía lo que quería, lo que hacía ni a cuánta gente estaba dañando. Y aquello comenzaba a asustarlo.

—Supongo que él es el que te metió en Cobra Kai —Murmuró Liam pateando otra piedra.

El castaño asintió lentamente y metió las manos en sus bolsillos.

—El mejor dojo del Valle —Dijo Derek copiando las palabras de todos los anuncios y panfletos de aquel dojo—. O eso dicen —Murmuró.

—Yo no estaría tan seguro sobre eso —Habló Liam, ya que no había llegado a oír lo último que había dicho Derek.

El castaño, sintiendo la emoción de poder saber un poco de lo que tramaba Silver, giró su cabeza hacia el ruloso con curiosidad.

—¿A qué te refieres con eso? —preguntó.

—Es una larga historia —dijo Liam recordando todo lo que había pasado desde que Johnny Lawrence reabrió Cobra Kai—. Pero, tal vez, si quieres, puedo ponerte al día mientras tomamos algo en otra cita —Sugirió mientras paraba de caminar y el otro chico hacía lo mismo y se colocaba en frente de él.

Una sonrisa inundó el rostro de Derek y Liam no pudo evitar sonreír también cuando vio los ojos del castaño brillar con emoción.

—Eso me encantaría.

La sonrisa del ruloso se ensanchó antes de señalar la casa que estaba a su derecha con la cabeza.

—Bueno, esta es mi casa —Informó—. Muchas gracias por lo de hoy. Me lo he pasado genial —confesó el pelinegro.

—Yo también. Eres mucho más guay de lo que me imaginaba. Y eso ya es decir mucho—dijo Derek dando un paso hacia el pelinegro, que tenía la vista clavada sobre sus zapatos y las mejillas coloradas.

—Tú tampoco estás mal —Murmuró mientras levantaba la cabeza y clavaba sus ojos en los del castaño, que estaba bastante cerca.

Los dos soltaron una pequeña risa, formando una burbuja a su alrededor que los aislaba del resto del mundo.

Melody, en el interior de aquella vivienda, se había separado del juego que Gaia había creado y había apartado las cortinas del salón para poder cotillear el final de la cita de su amigo.

—¡Melody! —Gritó Gaia al ver que la chica había desaparecido—. ¿Qué estás haciendo? La sirena necesita tu ayuda para no ser quemada por los guerreros —Dijo la pequeña, indignada con la adolescente.

—Ahora voy Gaia —Dijo Melody mientras observaba la sonrisa radiante de su amigo mientras él y Derek coqueteaban en la acera. De nuevo, Melody se encontró esbozando una sonrisa genuina observando aquella escena.

—¿Ese es Liam? —preguntó Gaia antes de salir corriendo por la puerta—. ¡LIAM!

La sonrisa de Melody se esfumó y salió inmediatamente detrás de la pequeña, que corría hacia su hermano como una loca.

—¡Has vuelto! —Gritó la pequeña mientras Liam y Derek se separaban, incómodos después de que la pequeña Anderson reventara su burbuja—. ¡Vamos! ¡Tú puedes ser la sirena que los guerreros quieren quemar! —Dijo Gaia mientras tiraba del brazo de su hermano.

—Eh... —Liam miró a Derek, que observaba a la niña con una sonrisa.

—¡Lo siento! —Se disculpó Melody—. Tu hermana es muy rápida —Le dijo a Liam y este suspiró.

—Lo sé. Bueno —Se giró hacia Derek mientras era arrastrado hacia su casa—, te mandaré un mensaje, lo prometo.

—No lo dudo —Dijo el castaño con una sonrisa mientras observaba a la niña arrastrar a su hermano con mucha fuerza.

—¡Nos vemos!—Se despidió Liam antes de cerrar la puerta con una sonrisa.

Melody alzó una ceja con una sonrisa mientras Gaia comenzaba a corretear por el salón y Liam seguía teniendo esa sonrisa de bobo.

—Venga Romeo, tengo a una sirena que salvar, pero después quiero que me cuentes todo.

Los dos soltaron una risita y se dirigieron hacia el salón.




(...)





AL DÍA SIGUIENTE, Derek no era capaz de parar de pensar en Liam. Incluso cuando estaba luchando contra uno de los chicos del dojo casi al final del entrenamiento no paraba de pensar en su próxima cita que tendría lugar dentro de dos días.

Estaba muy emocionado.

Una vez su contrincante había acabado en el suelo, Derek miró a su tío abuelo, que asintió levemente con la cabeza y siguió observando a sus alumnos.

Una punzada de duda estalló en su pecho, ¿debería contarle a Liam por qué estaba en Cobra Kai en realidad? ¿Debería decirle por qué no había considerado otros dojos? ¿Debería decirle que el padre de Melody era uno de sus senseis?

La molesta voz de Kyler llegó a sus oídos y Derek tuvo que hacer un esfuerzo para no rodar los ojos mientras se dirigía hacia las máquinas de entrenamiento. No obstante, se congeló en el sitio cuando escuchó de lo que estaban hablando.

—Te lo juro tío, estaba en el parque acuático y tenía un aspecto horrible. Parecía una muerta —Todos los amigos de Kyler rieron mientras el asiático seguía hablando—. De verdad, parecía que Peters se había vuelto adicta a la cocaína con esas ojeras y esas capas de ropa puestas en pleno verano.

Al escuchar el apellido de Melody, todas las alarmas de Derek se dispararon, y un fuerte sentimiento de preocupación se instaló en su pecho cuando otra voz se unió a la conversación.

—Park, ¿por qué estás hablando y no entrenando? —preguntó la nueva sensei, Kim Da-Eun.

—Danos un segundo, sensei Kim —Dijo Silver mientras se acercaba a Kyler y Derek se tensaba por completo—. ¿Has visto a Peters? —le preguntó a Kyler.

Derek sintió su corazón latir con rapidez y se dio cuenta de que Tory también estaba escuchando aquella conversación con tensión en los hombros.

—Sí, sensei. En el parque acuático. Estaba con ese idiota de Anderson y salieron casi corriendo al vernos —Dijo el asiático.

Derek, al ver que la sensei Kim lo miraba con una ceja alzada, siguió caminando intentando hacer como si nada cuando en realidad todo su interior había estallado en puro pánico por el bienestar de la amiga de Liam.

—Bien —Habló Silver—. ¡Se ha terminado el entrenamiento! —Anunció—. Nos vemos mañana.

Todos los alumnos se dispersaron hacia los vestuarios menos Derek, que estaba terminando de recoger el material que había usado aquel día. Sabía que no era su trabajo, pero igualmente siempre lo hacía. Y ese día, agradeció que lo hiciera porque pudo escuchar otra conversación.

—Sensei Scott —Habló Silver—. ¿Podemos hablar? —El hombre asintió y ambos se metieron en su despacho.

Al saber de lo que ambos ya iban a hablar, Derek recogió con prisa y antes de dirigirse al vestuario, escuchó una frase casi inaudible pero que, gracias al cielo, sus oídos captaron.

—El chico Anderson trabaja en la tienda que está al lado de la entrada del parking del dojo. Deberías empezar por hacerle una visita.

El castaño salió corriendo hacia el vestuario cuando la puerta del despacho de su tío se abrió con un solo pensamiento en su mente.

Mierda, mierda, mierda, mierda.




(...)





—ME ALEGRO MUCHO, LIAM. De verdad —Dijo Melody después de que su amigo le hablara de lo bien que iban las cosas con Derek.

—Gracias —Habló Liam con sinceridad mientras colocaba los productos en las estanterías.

Melody había decidido acompañar al ruloso a trabajar porque no le gustaba estar sola en casa y Gaia estaba en casa de una amiga. Y, aunque estaba preocupada por el hecho de que el dojo de Cobra Kai estaba justo al lado, se alegraba de haberlo acompañado.

—¿Tú cómo vas con... todo? —preguntó Liam haciendo que su amiga suspirara y le pasara otra pila de productos para colocar—. ¿Sigues teniendo pesadillas?

—La novedad ahora mismo sería no tenerlas —Dijo Melody intentando darle un toque humorístico y fallando—. Pero, creo que me estoy dando cuenta de algo cada vez que sueño.

—Melody, son pesadillas, no creo que deberías fiarte mucho de ellas —Dijo Liam con el ceño fruncido.

—Lo sé pero... ¿recuerdas el día que Miguel apareció en Miyagi-Do?

—¿Así que ya no es el innombrable? —preguntó el ruloso, confuso y sorprendido.

—Nunca lo fue, Liam.

—Bueno, discutible.

Melody sacudió la cabeza y volvió a recuperar el hilo de lo que estaba diciendo —El caso es que, ese día, cuando vi a Miguel, una ola de emociones me inundó y estaba tan... tan enfadada que no quería escuchar nada de lo que quería decirme él. Así que no lo dejé hablar —Liam dejó de colocar las cosas de la tienda y observó a la chica con lástima—. Estaba tan centrada en lo que sentía yo que no fui capaz de pensar en lo que Miguel estaría pasando.

—Melody, no te castigues por eso, tú también lo pasaste mal —Le dijo el chico, intentando ayudar.

—Lo sé, pero mi dolor no significa que tenga derecho a ignorar el suyo. Fui una mala amiga, una mala persona y me comporté como una egoísta. Y me siento terriblemente mal por ello.

—¿Eso qué significa? —preguntó Liam sintiendo que sabía lo que quería su amiga pero sin tenerlo muy claro.

—Quiero disculparme con él.

El ruloso se giró hacia su amiga inmediatamente, pensando en si ella estaba bien o se había dado un golpe en la cabeza.

—Hace unos días no eras capaz ni de verlo en pintura —Le recordó.

—Lo sé pero tal vez mi subconsciente me está hablando a través de mis sueños.

—Pesadillas —Corrigió Liam.

—Las pesadillas son sueños malos, pero siguen siendo sueños.

El ruloso la observó con cautela y suspiró.

—¿Estás segura de que es lo que quieres?

—Es lo que debo hacer. No puedo seguir sintiendo esta incertidumbre cada vez que pienso en él. Quiero saber todo lo que pasó. Quiero escuchar su lado de la historia. Y quiero disculparme —Afirmó la castaña con seguridad.

—¿Y estás lista para eso?

La castaña clavó sus ojos en el suelo y respiró hondo.

—Huír de mis problemas no va a prepararme para enfrentarlos, solo va a hacer que hacerles frente me de más miedo aún.

Liam puso una mano sobre el hombro de su amiga y le dedicó una de sus mejores sonrisas.

—Pase lo que pase, yo estaré a tu lado. Y quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ti.

Melody tragó saliva y sonrió agradecida por poder tener a alguien como Liam a su lado.

No obstante, aquel momento se rompió cuando el tintineo de la campanita de la puerta sonó y, a continuación, una voz gélida resonó en el interior de aquel local.

—¿Hola?

Melody se tensó inmediatamente y Liam, centrado en el nuevo cliente que acababa de entrar, no se dio cuenta de la reacción de su amiga, así que se dirigió hacia la entrada.

—Hola, ¿en qué puedo ayudar... le?—El ruloso se congeló al ver a Christopher parado al lado del mostrador y sintió el miedo invadirlo a él y a su amiga—. Christopher.

Melody sintió cómo su corazón comenzaba a acelerarse y su respiración a entrecortarse, así que se agachó e intentó esconderse de las cámaras que podían estar apuntándola, ya que el monitor del mostrador mostraba las imágenes.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Liam mientras se cruzaba de brazos, intentando que no se notara su miedo y lográndolo.

—¿Dónde está? —preguntó el hombre caminando amenazadoramente hacia el chico y mirando los dos pasillos vacíos que había a su derecha. Faltaba uno por ver pero Liam estaba en el medio y no tenía planeado moverse, porque era el pasillo en el que estaba Melody.

—¿Dónde está quién?

—Déjate de tonterías, niño, sabes de quién hablo.

—Bueno, la última vez que la vi fue en el torneo, antes de que te la llevaras. ¿Acaso no fuiste capaz de retenerla?

Chris apartó a Liam de un empujón y miró el tercer pasillo, en el que solo había un carro.

Melody se pegó a la parte trasera de las estanterías de la tienda, esperando que Chris no caminara hasta el fondo del local, porque si no estaría —literalmente— muerta.

—Dime dónde está. Sé que estabais juntos en el parque acuático —Le dijo Chris a Liam con un tono amenazador.

—¿Y eso según quién? —Liam observó a Chris moverse por el pasillo, furioso.

—Kyler.

La castaña gateó hasta el pasillo que estaba más alejado de Christopher y Liam y se quedó petrificada al ver dos zapatos apuntando en su dirección y justo al lado del mostrador de la tienda.

Cuando levantó la cabeza, se encontró con unos ojos hazel y unas cejas levantadas. Melody tuvo que reprimir un suspiro de alivio al reconocer el rostro de Derek. Al parecer las tres personas que estaban dentro de la tienda estaban demasiado distraídos como para haberle prestado atención a la campanita de la puerta.

—Escóndete detrás —Le susurró Derek a la chica, que gateó con rapidez hasta estar debajo del mostrador.

—¿Te fías de Kyler? No sé quién ve peor, ese idiota o tú, que no puedes ver a una niña escapándose de tu propia casa —Habló Liam alzando la voz al notar ruido en la otra punta de la tienda.

Christopher caminó con rapidez hasta el ruloso, con la intención de agarrarlo por la camiseta y estamparlo contra una estantería, pero Derek habló una vez se aseguró de que Melody estaba bien resguardada.

—Sensei Scott —Liam y el aludido se giraron hacia el castaño, que estaba apoyado en el mostrador como si nada—. No sabía que estaba aquí —Habló el chico con calma.

Liam tuvo que apretar los labios para no soltar un suspiro de alivio cuando vio a Derek en aquella tienda y dio un paso para alejarse de Scott mientras este bajaba las manos con las que pretendía hacerle daño al pelinegro.

—¿Qué haces tú aquí? —preguntó Christopher con voz gélida.

—Comprar Sour Patch, siempre vengo aquí después de los entrenamientos —Explicó el castaño.

—Eso es cierto —Habló Liam.

Christopher le dedicó una mirada asesina y el ruloso, seguro de que no le haría nada con Derek delante, entrecerró los ojos con una mueca burlesca.

—¿Os conocéis? —preguntó Derek, presenciando aquella escenita.

—Más o menos —Dijo el pelinegro, lo que hizo que el otro chico frunciera el ceño.

—Pensé que tenía algo que era mío —Habló el mayor mirando fijamente al adolescente que tenía al lado y que le estaba manteniendo la mirada con seguridad—. Pero resulta que lo tiene resguardado en otro lado.

Liam no pudo evitar poner los ojos en blanco y caminar hacia Derek con los brazos cruzados.

—¿Por qué no te largas y te vas a buscar a tu objeto perdido a donde lo perdiste por primera vez? —Le espetó el ruloso mientras se colocaba al lado del otro chico.

—Porque sé que ella está aquí —Habló Christopher mientras caminaba hacia la puerta—. Y la voy a encontrar. Queráis o no.

Dicho eso, el hombre abrió la puerta y se fue.

Unos segundos después, cuando Liam se aseguró de que ya no volvería, el pelinegro se permitió soltar todo el aire retenido en sus pulmones y esbozar una sonrisa hacia Derek.

—Gracias.

—No hay de qué.

—Por cierto, ¿dónde está...? —preguntó Liam mientras caminaba hacia el otro lado del mostrador y frenaba al encontrarse con Melody acurrucada en el suelo, abrazada a sus rodillas, con los ojos apretados con fuerza y lágrimas resbalando por sus mejillas—. Melody —Habló él con preocupación—. Ya pasó, se ha ido.

La chica comenzó a negar con la cabeza sin cambiar de posición y con los ojos aún cerrados.

—No. No, no, no se ha ido. Tú lo has oído —Melody abrió los ojos y los clavó en el suelo mientras más lágrimas caían por sus mejillas—. No va a descansar hasta encontrarme, y sabe que estoy aquí porque Kyler se lo dijo y... y...

—Ey —Liam se agachó y la tomó por los hombros para intentar calmarla—. Ya te lo he dicho antes pero te lo diré de nuevo: Christopher no te hará nada mientras yo esté a tu lado, ¿me entiendes?

—Liam, hoy casi te hace daño a ti también —Murmuró la castaña clavando sus ojos en los de su amigo.

—Pues que me lo haga, no me importa.

—A mí sí.

Liam miró hacia Derek, que los observaba a los dos con preocupación, y luego suspiró antes de volver a mirar a Melody.

—Vamos. Te llevo a casa.




(...)





UNOS TOQUES SONARON EN LA PUERTA DE LA HABITACIÓN de Melody y la chica no tuvo que girarse para saber quién era. Aún así no contestó porque, conociendo a su amigo, abriría la puerta sí o sí.

—¿Melody? —preguntó Liam asomando la cabeza por la puerta. El ruloso caminó hacia la cama de la chica en la que esta yacía tumbada y se sentó a sus pies—. ¿Cómo estás?

Aterrada. Agobiada. Estresada. Preocupada. Cansada.

Todos esos adjetivos la describían en ese momento, pero aún así, Melody separó sus labios y dijo:—No lo sé.

Liam tragó saliva a su lado y observó la mirada perdida de su amiga con preocupación.

—Bueno, yo tengo una buena noticia —Melody giró la cabeza hacia el ruloso, que la observaba con una chispa de esperanza en sus ojos—. Sam me ha mandado un mensaje. Dice que van a reabrir Miyagi-Do. Todos juntos—Aclaró—. Johnny, Daniel, un tío de Okinawa llamado Chozen... incluso tu madre y Amanda están dispuestas a ayudar, aunque el horario de tu madre solo le permite dar apoyo moral, pero bueno... Hoy iban a convencer a Daniel, porque al parecer Silver le dio una paliza el otro día y dice que ya no quiere luchar, pero todos están convencidos de que después de hablar con Amanda y Robby querrá reabrir el dojo. Sí, Robby. Al final sí que dejó Cobra Kai y quiere unirse a Miyagi-Do de nuevo. O Miyagi-Fang. O lo que sea—Liam sacudió la cabeza para recuperar el hilo de lo que estaba diciendo—. Así que puedes venir conmigo y podemos ayudarlos a acabar con Cobra Kai y de paso puedes hablar con Miguel. Tal y como querías.

Una vez finalizó aquel monólogo, Liam miró a Melody con una sonrisa, mientras la chica seguía con la misma expresión vacía que antes.

—¿Y qué pasa con Christopher? —preguntó ella con un hilo de voz, provocado por el nudo de su garganta.

El ruloso frunció el ceño —Bueno, si va a por ti estaremos todos allí para ayudarte —Liam se levantó de la cama y caminó hacia la puerta mientras miraba la pantalla de su teléfono—. Pero si vas a venir tenemos que irnos ya porque tenemos que salir lo antes posible de...

—No —interrumpió la chica y el pelinegro se quedó quieto.

—¿No?

—No voy a ir, Liam.

—¿Por qué no? —preguntó el pelinegro con confusión.

—No quiero que mi pelea con Chris os infecte a todos —Habló Peter mientras se sentaba en la cama, encarando a Liam.

—Melody, eso ya no es una pelea. Es el juego del gato y el ratón en el que Christopher está esperando a que te canses para atraparte.

La castaña cerró los ojos y tragó saliva.

—Lo sé. Pero... Si no fuera por Derek, Christopher podría haberte hecho daño a ti también, Liam. Y puede que a ti te de igual, pero a mí no. No quiero imaginarme lo que pueda llegar a pasar si llega a poneros un dedo encima a alguno de vosotros. Además, soy yo la que tiene que enfrentarse a él. Y voy a hacerlo. Cuando esté preparada. No voy a ir, lo siento. No voy a dejar que mis problemas se conviertan en los vuestros —Sus ojos se clavaron en su bolsa y, por un momento, Melody pensó en que abandonar la casa de Liam era la mejor idea.

El pelinegro, por el otro lado, la observaba en silencio, pensando en que todos estaban preocupados por ella y querían ayudar, pero ella simplemente no les dejaba. Así que, sabiendo que Melody no iba a cambiar de opinión, asintió lentamente antes de irse.

Justo al llegar a la puerta de la habitación y abrirla se giró y le dijo:—Hay gente que te quiere y que está dispuesta ayudar si pides que lo hagan. Sólo porque puedas enfrentarte a esto tú sola no significa que debas hacerlo.

Liam le dedicó una sonrisa triste de boca cerrada y se fue hacia Miyagi-Do en coche, dejando a Melody pensando en aquella habitación.

Los ojos de la chica recayeron en aquella bolsa de basura y el pensamiento de salir corriendo de allí se hizo más intenso.

Dejándose llevar por su miedo, Melody se levantó de la cama y abandonó aquella casa, mirando atrás durante unos segundos antes de echar a andar hacia las afueras del Valle.




(...)





MELODY CAMINABA CON PASO ACELERADO Y , de vez en cuando, miraba hacia los lados para asegurarse de que nadie la estaba siguiendo. Ya llevaba veinte minutos caminando y, guiándose por sus conocimientos del Valle a base de sus paseos en monopatín, solo tenía que atravesar varias para abandonar aquel lugar para siempre.

Sin embargo, una voz conocida que llegó a sus oídos hizo que su cuerpo frenara inconscientemente, azotado por el sentimiento de reconocimiento. Su cabeza se giró hacia el sitio del que provenía aquella voz y su mirada —que había estado inundada en miedo y estrés hasta ese momento— se ablandó al reconocer a la Vagabunda Lynn. La mujer que siempre coqueteaba con Johnny cuando pasaban por delante de ella. Lawrence siempre la ignoraba, eso estaba claro, pero un sentimiento de nostalgia se instaló en el pecho de Melody cuando se dio cuenta de que aquella mujer solo rondaba por un sitio.

Solo tuvo que girar la cabeza hacia su izquierda para encontrarse con el pequeño centro comercial en el que había pasado tanto tiempo hace dos años. Su corazón se encogió al ver las señales de "Se vende" y la nostalgia y los recuerdos la abatieron una vez más mientras caminaba hacia aquel local abandonado.

No estaba segura de por qué había tomado ese camino, probablemente había algo en ella que le imploraba pasar por aquella zona de la ciudad una última vez más. Pero sí que tenía una cosa clara: iba a permitirse recordar y empaparse en los recuerdos una última vez.

Abrió la puerta con lentitud y, una vez dentro, tuvo que impedirse a ella misma el automático gesto de retirarse los zapatos. Caminó hacia el interior, sintiendo su corazón encogerse con cada paso que daba y el vacío de aquella sala la abrazó con delicadeza.

En ese momento, solo se oían los pasos y la respiración de la chica, que hacían eco entre las paredes debido a la falta del inmobiliario, pero ella oía gruñidos de alumnos peleando, lecciones, risas...

Cerró los ojos y miles de recuerdo volvieron a su mente.

—¿Y tú qué haces aquí Peters? —preguntó Johnny después de que Miguel anunciara su regreso.

—Yo vengo de apoyo emocional. Además este sitio mola que lo flipas —Halagó una joven Melody con su skate bajo el brazo y observando aquel dojo en potencia.

Los quejidos de Miguel llegaron a los oídos de la chica, que recordaba el momento en el que Aisha había saltado sobre las costillas de Miguel.

—Eres una auténtica cobra—Le dijo el rubio a Aisha, que seguía sonriendo.

Aquel momento fue interrumpido por unos gritos en el local de al lado, que habían llamado la atención de Melody y Jhonny.

—Vale, quedaos aquí. Diaz, estás a cargo. Peters, estás a cargo de Díaz—Ordenó el hombre antes de abandonar el local.

—¿Quién actúa como una chica ahora, eh?—Preguntó Melody sin poder ocultar la sonrisa que adornaba su cara y tendiéndole una mano a su amigo para ayudar a que se levantara.

Lo siguiente que recordó fueron los entrenamientos con Johnny y Miguel.

—Vale, a ver, vamos a aprender el golpe de la cobra —Dijo el sensei Lawrence mientras se colocaba delante de uno de los muñecos—. Díaz, este ya te lo sabes pero deberías practicar.

»El ataque consta de dos partes: la embestida, en la que usas todo el cuerpo; y la mordida, que es todo lo que pasa después de hacer contacto —Explicó el hombre mientras colocaba su puño en la nariz del muñeco—. No paréis al tocar el hueso. Seguís empujando como si el objetivo estuviera detrás de ese muñeco horrible. ¿Vale? Le dais aquí y le rompéis los dientes —Indicó el sensei señalando la boca—. Aquí le rompéis la nariz y aquí —Dijo mientras impactaba su mano contra el cuello del muñeco— le reventáis la tráquea. Pero eso es para casos de emergencia.

Melody asintió con convicción y, a continuación, Johnny impactó su puño contra el muñeco con fuerza, haciendo que se tambaleara.

—Inténtalo —Le dijo a la castaña, que no dudó antes de colocarse en posición, dar un paso hacia delante y clavar su puño en la cara del muñeco con todas sus fuerzas—. No está mal.

Las divertidas charlas en los estiramientos aparecieron en su mente y una pequeña sonrisa se escurrió entre sus labios cuando visualizó el momento en el que Eli revelaba el tatuaje que se había hecho en la espalda.

—Joder—Exclamó Miguel.

—Qué pasada—Opinó Aisha.

—¿Verdad? Catorce horas en la silla.

—Espera, ¿qué han dicho tus padres? Conociendo a tu madre le debió dar un paro cardíaco.

—No lo saben. No iré sin camiseta hasta la universidad. O más—Hawk volvió a colocarse el gi con un poco de nerviosismo—. Por favor no se lo digáis.

—¡Por fin puedo chantajearte con algo!—Exclamó la castaña con una sonrisa gigante en la cara, que sustituyó por una más pequeña segundos después—. Estoy bromeando—Añadió al ver cómo el rostro de su amigo palidecía y este suspiró aliviado—. O no.

Su corazón se aceleró inconscientemente cuando recordó el momento en el que el cuerpo de Miguel había quedado atrapado debajo del suyo durante un combate o la forma en la que ambos se reían cuando Melody había conseguido hacer malabares con cinco pelotas de béisbol.

Wow. ¿Puedes hacer malabares con cuatro pelotas? preguntó el chico con asombro.

Puedo hacerlos con cinco. Lanzame una. El pelinegro obedeció y miró a la chica con las cejas alzadas de la impresión.

¿Qué te parece si te añado una?

Ni se te... ¡Díaz!Gritó la chica al ver que una bola más se dirigía hacia ella.

Ni ella sabía cómo, pero fue capaz de cogerla y darle vueltas cómo a las demás.

¡Lo estás haciendo! Animó el pelinegro mientras la castaña reía levemente—.¡Ahí va otra! Anunció el chico.

¡Espera! Gritó Melody pero ya era tarde.

Cuando intentó coger la pelota, el resto se habían caído al suelo.

Lo siento Dijo Miguel mientras arrugaba la nariz y la chica negó con la cabeza.

No pasa nada. Segundos después los dos comenzaron a reír mientras seguían recogiendo.

Todas las carreras, las risas, los pequeños momentos junto a Johnny, Miguel y los otros cobras se arremolinaban en su cerebro y, cuando abrió los ojos, Melody se dio cuenta de había tomado ese camino porque no quería irse.

No quería dejar el Valle atrás. No quería dejar a sus amigos atrás. No quería ser controlada por el miedo o por Christopher. No quería seguir huyendo. Quería volver a practicar karate. Quería patinar por las calles de San Fernando. Quería salir con sus amigos por la mañana, tarde y noche. Quería ir a fiestas con ellos —pero nada de alcohol—. Quería arreglar las cosas con Miguel. Quería pasar tiempo con el chico al que seguía amando a pesar de todo. Quería quedarse.

Su corazón latió con fuerza y un sentimiento de plenitud la invadió con aquella realización que acababa de tener al darse cuenta de todo lo que iba a perder por culpa del miedo. Al instante, sus piernas y dedos hormiguearon con el deseo de salir corriendo hacia Miyagi-Do, disculparse con todos y decirle a Liam que tenía razón, que necesitaba ayuda y que no quería enfrentarse a todo eso ella sola. Algo dentro de ella le decía que podría tener todo lo que siempre había querido, solo tenía que salir corriendo.

Así que eso hizo.

Abrió la puerta del local con fuerza y corrió. Cruzó la carretera a toda velocidad sintiendo la adrenalina inundar sus venas y sin ser consciente de la sonrisa que inundaba su rostro. Aún así, siguió corriendo.

Distraída por los latentes deseos que zumbaban en su cerebro, decidió tomar un atajo introduciéndose en los callejones de la ciudad pensando que llegaría más rápido caminando entre aquellas callejuelas que por la calle principal. No había sido una buena idea, y mucho menos una meditada, ya que es en aquellos oscuros callejones en los que se esconden los gatos pensando en la manera de pillar a los ratones.

Melody, ahora caminando con la respiración levemente agitada, sintió un escalofrío debido a la brisa que se escurría entre los callejones antes de girar por uno de ellos.

Casi al instante decidió no haberlo hecho.

Una silueta la observaba desde la otra punta del callejón y Melody solo tuvo que ver aquella malévola sonrisa y aquellos ojos gélidos para saber que tenía que salir corriendo. Su corazón comenzó a latir a toda velocidad mientras sus piernas se movían lo más rápido posible y su cerebro trabajaba a toda velocidad.

Christopher la había encontrado. La había visto. Y ahora la estaba persiguiendo.

Tenía que pensar en algo y rápido.

La tienda de Liam estaba entre Miyagi-Do y su ubicación actual, así que si era capaz de llegar hasta ese callejón y entrar por la puerta de atrás, tal vez podría esconderse en el almacén y despistar a Christopher para después poder retomar su camino.

No era el mejor plan pero al menos era uno.

Miró hacia atrás durante un segundo y se sobresaltó al ver que Chris estaba cerca. Demasiado cerca.

Sin perder la oportunidad tiró un cubo de basura para obstruírle el paso y siguió corriendo, ignorando los gritos de un anciano que pasaba por allí y que agitaba su bastón con molestia.

Cada vez estaba más cerca de la tienda. Solo le quedaba un poquito más...

Algo se enganchó en su tobillo y Melody cayó al suelo, raspando sus rodillas y manos al intentar no caer de cara. Soltó un gemido de dolor al sentir el ardor en aquellas extremidades pero se obligó a intentar levantarse con rapidez. Por desgracia, ya era demasiado tarde.

Una fuerte patada en el costado de su cuerpo hizo que Melody rodara por el suelo y terminara boca arriba, encontrándose con la estúpida sonrisa de Christopher, que se acercaba a ella con el bastón del anciano del callejón en la mano. El mismo que había usado para ponerle la zancadilla a aquella chica.

—¿A dónde vas con tanta prisa? —preguntó con burla.

Melody intentó levantarse pero Christopher volvió a tirarla al suelo usando una patada y ella volvió a rodar. Esta vez, se levantó con rapidez y se colocó en posición de pelea, lo que hizo que Chris riera.

—¿De verdad quieres hacer esto? —preguntó, de nuevo, con burla.

—No pienso ir contigo a ningún lado. Ni por las buenas ni por las malas —Dijo Melody con seguridad mientras sentía sus palmas escocer al formar dos puños con sus manos.

—Créeme, por las buenas ya no es una opción.

La castaña fue capaz de frenar el puñetazo, pero por muy poco, por eso la patada que Chris le dio en la rodilla hizo que la chica cayera al suelo con un latigazo de dolor atravesándole la extremidad y, a continuación, sintiendo su cara arder debido a que el hombre había impactado un puñetazo en su mejilla. Sentía su labio partido y un dolor bastante fuerte en la pierna. Christopher no se estaba conteniendo.

Scott observó cómo la adolescente cojeaba al ponerse de pie y se limpiaba el pequeño hilo de sangre que resbalaba por la comisura de sus labios antes de volver a ponerse en posición.

—Eso va a ser divertido.

Melody se agachó cuando el bastón iba a impactar justo en su cabeza y consiguió impactar un golpe en el costado de Christopher. Por desgracia, cuando fue a lanzar el segundo el hombre agarró su brazo y la empujó contra la pared de hormigón que limitaba el callejón.

El aire abandonó los pulmones de la chica durante unos segundos y, antes de que pudiera recomponerse, Christopher la giró con brusquedad y cogió el bastón para golpearla con fuerza en la sien. Después la tiró hacia la pared contraria y Melody cayó al suelo, casi sin poder respirar, mareada por aquel golpe en la cabeza y sintiendo el doloroso ardor invadir todo su cuerpo mientras sentía un líquido caliente resbalar por su mejilla. Otro latigazo de dolor la sacudió cuando Chris pateó sus costillas con fuerza para, a continuación, levantarla sujetándola sólo por el cuello de su camiseta.

—¿Enserio pensabas que podías vencerme? —preguntó aún con aquella estúpida y malévola sonrisa en el rostro mientras Melody intentaba soltarse de su agarre—. Eres débil. Por eso perdiste contra Tory. Por eso perdiste contra mí.

Christopher la tiró al suelo y Melody tosió mientras se retorcía en el suelo con la mano en las costillas, que le dolían como el infierno. Soltó un gemido de dolor cuando intentó arrastrarse lejos de aquel hombre pero no fue capaz. Le dolía todo el cuerpo.

—Te di la oportunidad de tener una vida junto a mí. Lejos de aquí. Y la echaste a perder.

—¿A... a eso le ll-llamabas vida? —preguntó Melody mientras se apoyaba sobre su codo y soltando quejidos de dolor.

—Bueno, al menos no tenías que quedarte aquí y ver cómo tu derrota destrozaba las vidas de todos. Porque, ¿adivina qué? Al padre de tu amiga casi lo matan y sobrevivió sólo porque Silver lo quiere vivo para que vea cómo el mundo entero alaba el karate de Cobra Kai. Tus amigos están perdidos, incluso algunos vuelven a ser el hazmerreír de los chicos de mi dojo. Y Miguel está destrozado por tu culpa. Así que sí, alejarte para que no tuvieras que ver todo lo que has causado me parecía la mejor manera de vivir tu vida —Melody se puso de rodillas, intentando levantarse a pesar del dolor que casi inmovilizaba su rodilla izquierda—. Pero, ¿sabes qué? Has terminado con mi paciencia, y ahora creo que ya no te mereces vivir ninguna vida.

El pie de Christopher impactó contra su pecho con fuerza y, mientras la chica tosía con fuerza, intentando recuperar el aire que le faltaba, una suela se colocó sobre su garganta, bloqueando su tráquea y la salida y entrada de aire en su cuerpo.

—Deberías haberte quedado en México, pequeña capulla. Ahora vas a morir y, justo después de eso, voy a ocuparme de que todos tus amigos lo pasen igual de mal que tú en estos momentos. Espero que disfrutes viendo el show desde el infierno porque el gilipollas de Lawrence y tu querido panchito son los primeros.

Melody agarró el pie de Christopher inútilmente, ya que este se clavaba cada vez con más fuerza en su cuello y no la dejaba respirar.

Las lágrimas, la sangre y el dolor le nublaban la mente y la vista, así que cerró los ojos con fuerza, intentando afrontar su final pero siendo incapaz de pensar en otra cosa que no fueran sus seres queridos.

Iba a morirse y no había tenido la oportunidad de despedirse. Aún le quedaban mil cosas que hacer. No había podido acompañar a Liam a un concierto de Taylor Swift como le había prometido. No había podido ver los diseños de su madre expuestos en un desfile de modelos. No había podido ver 'It capítulo 2' con sus perdedores. No había podido ver a Johnny siendo feliz con Carmen y formando la familia perfecta junto a Miguel. Un sollozo emergió de su garganta cuando intentó tomar aire al pensar en aquel chico.

Miguel...

No había podido disculparse con él. No había podido escuchar su lado de la historia. No había podido verlo una vez más. No había podido abrazarlo y decirle que no estaba enfadada con él. No había podido decirle que, en realidad, entendía la decisión que había tomado al irse a México y que deseaba haberlo apoyado y consolarlo cuando él lo necesitaba.

Su cabeza no paraba de darle vueltas a las cosas que no había podido hacer y, cuanto menos aire entraba en sus pulmones, más confusos y borrosos se volvían sus pensamientos. ¿Se estaba muriendo de verdad? Ella no quería morirse. No aún.

Su mente se silenció y en lo más profundo de esta escuchó la voz de Johnny.

No voy a dejar que te rindas. Eres una luchadora, Melody.

Y también la voz de Miguel.

Eres la persona más fuerte que conozco.

Automáticamente, todas las cosas que no había hecho se convirtieron en razones para levantarse y pelear. Así que rebuscó en su memoria las lecciones de karate que le había dado Johnny con el paso de los años y abrió los ojos. Aún tenía la vista nublada y ya casi no le quedaban fuerzas, pero usó la fuerza que aquel subidón de adrenalina le había proporcionado para agarrar el pie de Christopher y apartarlo de su garganta con brusquedad. Aprovechando la sorpresa de Christopher al ver que aquella niña no se había rendido, Melody tomó una bocanada de aire e impactó con su pie con fuerza en la cara de Christopher, haciendo que el hombre se tambaleara.

Melody se levantó tosiendo con una mano en la garganta y con lágrimas y sangre adornando su rostro, pero decidida a no rendirse.

Se puso en posición y recordó las palabras de Johnny.

El ataque consta de dos partes: La embestida...

La castaña se movió con rapidez y fuerza hacia Christopher.

...y la mordida.

Melody apretó su puño con todas sus fuerzas y cogió impulso mientras Christopher seguía aturdido por la sorpresa.

...Le dais aquí y le rompéis la nariz...

Los ojos de Christopher se abrieron mucho mientras colocaba su mano en su nariz, de la cual chorreaba sangre.

...Aquí le rompéis los dientes...

La cabeza de Melody dolía como el infierno mientras su puño se acercaba cada vez más y más al rostro de Christopher.

...y aquí le reventáis la tráquea...

En el último segundo, Melody abrió el puño y su mano impactó contra la garganta del hombre.

Pero eso es para casos de emergencia.

La castaña observó cómo Christopher se caía al suelo después de un sonoro crack que inundó el callejón. Después de eso solo se oía la respiración urgente y agitada de la adolescente, que observó los ojos cerrados de aquel hombre con una mano en su garganta, que había sido aplastada hace unos segundos.

Sin pararse a pensar en el bienestar del monstruo que yacía inconsciente en el suelo, Melody dio media vuelta y retomó el camino que había decidido tomar al salir corriendo de aquel local vacío. Así que, cojeando, mareada y con latigazos de dolor aturdiendo todos los nervios de su cuerpo, Melody Peters se dirigió a Miyagi-Do.




(...)





LAS SONRISAS ADORNABAN LOS ROSTROS DE LOS ADOLESCENTES y adultos que se encontraban en Miyagi-Do ya que todos estaban muy emocionados por la reapertura de aquel dojo y por el hecho de que tenían la posibilidad de derrotar a Cobra Kia de una vez por todas.

Estaban tan felices que, cuando vieron una silueta caminar hacia ellos, ninguno pensó en la posibilidad de que aquella chica pudiera estar herida. Solo vieron que estaba allí.

Liam, que al igual que el resto no veía nada por culpa de los rayos del Sol que le daba directamente en la cara, fue el primero en hablar.

—¡Melody! ¡Has venido! —Todos se giraron hacia la chica que cojeaba levemente pero que se acercaba rodeada por los rayos solares que obstruían la vista de todos.

—¿Peters? —preguntó Johnny al ver que la chica que quedaba parada a unos metros de distancia.

—¿Melody? —habló Miguel esta vez.

La chica había clavado los ojos en Díaz, que era la persona en la que había estado pensado en todo el trayecto.

—Aguanta un poco más—Se decía a ella misma mientras cojeaba y casi se arrastraba por el Valle—. Tienes que verlo. Tienes que disculparte.

Así que, cuando sus ojos se cruzaron con aquellos ojos café que le revolvían el estómago, su cerebro ya no encontró motivos para mantenerse en pie, y su cuerpo cayó al suelo segundos más tarde.

—¡Melody! —Exclamó Miguel antes de correr hacia ella. El resto del grupo lo siguió.

Díaz no lo dudó antes de ponerse de rodillas a su lado y colocar a la chica sobre su regazo, la cuál soltó un quejido de dolor.

—Duele —Murmuró.

—¿El qué? ¿El qué te duele? —cuestionó el latino con urgencia.

La castaña soltó un gemido de dolor y cerró los ojos con fuerza —T-todo.

—¿Qué ha pasado? —Exclamó Johnny mientras se agachaba al lado de Miguel y miraba el estado de Melody.

—Chris-Christopher. Me... Me encontró. Yo... —Un quejido emergió de su garganta a la vez que una lágrima se deslizaba por su mejilla.

—Liam, llama a una ambulancia—Ordenó el rubio al ruloso ya que éste tenía el teléfono en la mano.

—¿Se va a poner bien? —preguntó Anthony a sus padres, que observaban la escena aterrorizados.

—Miguel y-yo... —Habló Melody clavando sus ojos en los del chico que la sujetaba, los cuales estaban cristalizados por el miedo de perderla.

—Shh. No pasa nada, tranquila. Te pondrás bien —Le aseguró el latino mientras de fondo sonaba la voz de Liam hablando a toda velocidad con los de urgencias—. Solo... Solo aguanta un poco más, ¿sí? Tienes que quedarte conmigo.

—N-no puedo —Se quejó la castaña mientras sentía los ojos pesados.

—Sí, sí que puedes. Mírame, Melody. Tienes que quedarte conmigo —Pidió Miguel con desesperación—. Por favor —Pidió en un susurro—. No puedo perderte —Dijo con la voz rota.

—Lo siento —Murmuró ella mientras hacía un esfuerzo por levantar su mano y acariciar la mejilla de Miguel, que estaba húmeda por culpa de las lágrimas—. Lo siento por todo.

—No pasa nada. Está todo bien, solo tienes que quedarte conmigo, ¿vale? Tienes que quedarte despierta —Ordenó Díaz mientras Liam anunciaba que la ambulancia ya estaba de camino.

Melody luchaba por mantener los párpados abiertos, pero ya estaba demasiado cansada de seguir peleando. Así que, simplemente dejó de hacerlo.

—Y-yo... te a...

La frase de la chica murió en el aire a la vez que sus ojos se cerraban y Johnny se pasaba las manos por el pelo con desesperación.

—¿M-Melody? —preguntó al ver que la chica parecía no moverse—. ¿Melody? Melody contéstame por favor.

Liam se tapó la boca con las manos mientras Eli y Demetri observaban la escena en shock y Samantha buscaba una buena noticia inexistente en el rostro de sus padres. Robby lloraba en silencio sin saber qué hacer.

Miguel acercó su frente a la sangrienta de la chica mientras lloraba y miró a Johnny con desesperación.

—No está respirando. ¡No está respirando! ¡Melody! —Gritó el chico mientras agitaba a la castaña entre sus brazos—. Melody por favor... Por favor despierta —Pidió entre sollozos.

El tenue sonido de la sirena de la ambulancia resonó en aquel dojo junto a los suaves sollozos de todos los presentes.

¿Acaso habían perdido a Melody para siempre?














*reaparece cincuenta años después y se esconde por si la matan*

Eh...¿hola? Espero que me hayáis echado de menos porque... ¡aquí estoy! Siento haber tardado tanto con la actualización, de verdad, pero es que bachiller me está matando así que como recompensa os traigo un capítulo de más de 11 mil palabras... aunque teniendo en cuenta lo que pasa en él no sé si es un regalo o castigo.

Bueno, espero que no me odiéis mucho porque yo os quiero mucho mucho mucho y espero traeros el siguiente capítulo cuanto antes.

Pero vamos a analizar este por partes.

Melody teniendo pesadillas, nada nuevo. 

CITA LIREK AAAAAAA LOS ADORO. Also, consíganse a alguien qu elos quiera tanto como Gaia ama a Barbie.

La historia de Derek </3

La escena de la tienda que casi me da un paro cardíaco hasta a mí.

Y los recuerdos de Mels que me produjeron tanta nostalgia al estar recordando lo que había escrito que me puse a llorar.

Bueno el capullo de Christopher que ojalá no vuelva a abrir los ojos en su vida.

Y el momento SpiderGwen de Miguelody jaja lo siento.

Me dolió horrores escribir esto porque mi mels </3 de verdad que odio hacerla sufrir (o dejar de respirar) pero es necesario para la trama :(

¿Qué pasará ahora? ¿Sabrán lidiar los chicos con su muerte? ¿Volverá Christopher? ¿Se enterará Liam de que Silver es el tío de Derek? Quién sabe... Bueno, yo sí sé.

En fin, os quiero mucho y recuerden...

NO MERCY BITCHES!



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