𝐅𝐈𝐕𝐄. quiver


𝐂𝐈𝐍𝐂𝐎. ❛ jerarquía de cobras ❜




quiv-er / kwiver / verbo. Temblar o agitarse con sacudidas rápidas.

sustantivo. Movimiento rápido provocado por el miedo.
sustantivo (obsoleto). Grupo de cobras.





MELODY SÍ RESULTÓ SER UNA AUTÉNTICA COBRA.

Después de que Miguel se probara el gi que el sensei le había dado, ambos se habían enfrentado en el tatami, un enfrentamiento que finalizó con la victoria de Miguel. Pero Melody no se lo había puesto fácil.

Johnny estaba impresionado. La chica era bastante buena, le faltaba práctico, eso era obvio, pero era muy buena.

Así que le dio un gi nuevo y la invitó a unirse a su clase al día siguiente.

Para la sorpresa de los tres residentes de aquel bloque de edificios en Reseda, un montón de alumnos se habían presentado para unirse a la siguiente lección de karate.

Johnny observaba al grupo de nuevos estudiantes que miraban la pelea en la que Miguel y Melody habían participado mientras el latino y la castaña calentaban junto a Aisha.

—Bueno, vamos a empezar...—Comenzó el hombre, pero ningún adolescente le había hecho caso—. ¡Silencio!—Así se ganó la atención de todos los miembros presentes en la sala—. Vista al frente.

Los adolescentes obedecieron y Johnny se paseó por la habitación examinando las nuevas adquisiciones de su dojo mientras hacía lo que mejor se le daba. Insultar.

—Cuando miro este dojo, no veo material para Cobra Kai. Veo pringados, empollones y un gordo al que se le marcan las tetas. Pero, aunque lleve poco como sensei, he visto algunos milagros—Los ojos del rubio se clavaron en los tres adolescentes que llevaban puestos los gis blancos—. Así que a lo mejor hay esperanza. A ver qué sabéis hacer. ¡En posición!

Todos se miraron confusos, compartiendo murmullos entre ellos.

—Alinearse—Tres filas se formaron detrás de los integrantes más veteranos de dojo—. No, detrás de ellos no. Alinearse. En líneas.

—¿Como en filas?—Johnny se echó las manos a la cara.

Eso iba a ser más difícil de lo que parecía.







(...)


UNA VEZ LOS ESTUDIANTES YA ESTABAN COLOCADOS, comenzaron a practicar puñetazos frontales mientras el hombre los corregía —o criticaba—.

—Hey, morritos—Melody se giró automáticamente hacia Eli con un poco de preocupación—. Sí, tú, el del labio raro. ¿Quién si no?

—Disculpe, señor Lawrence.

—Sensei Lawrence—Corrigió Aisha.

—Vale—Demitri volvió a dirigirse al hombre—. No debería burlarse de la apariencia física de nadie.

—¿Ah, no?—Cuestionó el rubio con una pequeña sonrisa irónica—. ¿No debería burlarme de su labio?

—Exacto.

—Eso lo dirán en el instituto, pero en el mundo real la gente no se comporta como debe. ¿Te enteras, Morritos? Si no lo aguantas, ¿cómo aguantarás que te peguen?

—¿Llamando a la policía?—Melody se mordió el interior de la mejilla para contener el impulso de darse con la palma de la mano en la frente.

—Tío. Déjalo ya—Le dijo Miguel a Demetri y este se encogió de hombros.

—¿Qué? ¿No sabe que los nazis perdieron la guerra? ¿Por qué debería tenerle miedo? ¿Porque tiene una serpiente gigante en su pared? No es un profesor que puede ponernos mala nota. Nosotros le pagamos. Trabaja para nosotros. No puede hacernos daño—Melody se mordió el labio al observar la expresión de Johnny al acercarse a Demetri.

—Oh, mierda...

—Adiós Demetri, ha sido un placer ser tu amiga en esta vida—Susurró la castaña para después suspirar.

—¿Has acabado? Pégame. Venga, vamos, pégame. Pégame justo aquí—El rubio señaló su cara y Demetri se puso en posición. Sin embargo, Johnny apartó el primer puñetazo como si de una mosca se tratase—. Más fuerte—Otro puñetazo esquivado—. ¿Eso es todo lo que tienes, princesa?

El chico volvió a lanzar un puñetazo, pero esta vez el señor Lawrence lo tiró al suelo con un movimiento.

—Que eso os sirva de lección a todos vosotros.

(...)

—NO PUEDES DEJARLO—PROTESTÓ MIGUEL, caminando a un lado de Demitri junto a Melody, que estaba al otro lado del chico.

—Me gritó, me pegó y encima le di dinero. ¿Sabes quién hace eso? Las putas.

—Te lo merecías—Demetri miró a su amiga y esta se encogió de hombros—. Fuiste a una clase de karate a criticar a el sensei y a decir que las peleas se arreglan llamando a la policía. Lo que me extraña es que no tengas nada roto. Estoy bromeando—Aclaró al ver la mirada horrorizada de su amigo—No es un mal tío, dale una oportunidad. No lo conoces como nosotros—La castaña señaló al latino que asintió y Demetri soltó una risita.

—Eso dicen las putas—Melody rodó los ojos intentando contener el impulso de preguntar por qué sabía tanto sobre las prostitutas—. Además, no necesito el kárate teniéndoos a vosotros.

Demetri señaló con la cabeza a Kyler, que pasaba por allí con un libro en sus manos y cambió de sentido al ver a los dos adolescentes que le habían dado una paliza.

—¿Ves? Nadie se mete con vosotros—El chico pasó sus brazos por los hombros de sus amigos y sonrió, dirigiéndose hacia el laboratorio.

Al llegar, Miguel y Demetri se sentaron en la tercera fila mientras Melody se iba hacia el fondo de la clase donde Eli ya estaba sentado.

Unas risas grupales llamaron la atención de la castaña, haciendo que se fijara en el chupachups que Sam Larrusso tenía pegado en el hombro.

—Muy bueno lo del chupachups. Me parto.

Melody no pudo evitar sentirse mal por ella de nuevo, aquello se estaba saliendo fuera de control.

—Hola a todos, ¿quién ha dejado salir a los cerdos? Yo lo hice, porque he traído fetos—El silencio llenó la clase, haciendo obvio que el profesor esperaba que alguien se riera de su broma porcina—. Poneos en grupos.

Los estudiantes comenzaron a moverse por el aula, juntándose con sus respectivas parejas.

—¿Quién quiere a Sam en su grupo? Este cerdito busca casa—Anunció el profesor—. No todos a la vez.

—¿Te sentirías incómodo si digo que nosotros?—Le preguntó Melody a Eli en un susurro—. No diré nada si no quieres.

Antes de que el chico pudiera responder, la voz de Miguel resonó en la clase—Nosotros.

—L-lo siento—Murmuró Eli y Melody simplemente le dedicó una sonrisa.

—No pasa nada, ya sabes que lo último que quiero es que no estés cómodo. Además, ya tiene grupo.

Eli observó a Melody por unos segundos, era demasiado buena para todo lo que le había pasado. Su padre, los rumores, Kyler... Al menos ahora era feliz con Liam.

Por ahora.







(...)


EL DOJO ESTABA MÁS VACÍO QUE EL DÍA ANTERIOR DEBIDO AL MIEDO QUE le había provocado el ataque a Demetri a otros estudiantes, y fue algo que no pasó desapercibido por Johnny.

—Todo el mundo en posición. ¿Y los demás? ¿Caracráter? ¿Anillo-napia? ¿Tirachinas?

—Lo han dejado, sensei—Informó Miguel cabizbajo.

—¿En serio?—Preguntó con fastidio pero luego intentó taparlo—. Genial. Era una prueba. Quería ver quién aguantaba, vosotros lo habéis hecho. Podríais estar en casa con videojuegos y comiendo porquerías. Pero estáis haciendo flexiones y entrenando—Melody suspiró al ver que el dedo de Johnny apuntaba a Eli—. Hasta Morritos es más duro que ellos. No se rinde.

—¿Puede no llamarme así, por favor?—Preguntó el chico con timidez.

—¿Qué dices?

—Que no me llame así—Repitió con un poco más de volumen.

—Yo me encargo, sensei—Interrumpió Melody.

—No. Déjalo hablar. Adelante, ¿o también tienes la lengua deforme?—La castaña suspiró y miró a Miguel, que observaba todo con preocupación—. ¿Eres de esos especialitos?

—El médico dijo que podría estar en el espectro.

—No sé qué es eso, pero sal de ahí pronto. ¿Vale? Si no quieres que te llame Morritos, arréglalo. ¿No puedes operarte?—Preguntó el rubio.

—Nací con labio leporino. Es la cicatriz de la operación—Informó Eli.

—Entonces, ¿era peor? ¿O el médico la cagó? Porque si esto es la foto del después, demándalo, colega—Miguel negó con la cabeza, esperando que aquel momento acabara ya.

—¿Podemos cambiar de tema?—Pidió el chico avergonzado.

—Es difícil contigo delante. Si no quieres ser el del labio raro, dale la vuelta al guión, ¿entendido? Hazte un tatuaje o sácate un ojo. Así te llamarán el Pirata. Mejor no, seguirás siendo un rarito—Antes de que Melody pudiera decir algo, Eli salió casi corriendo hacia sus cosas para largarse de allí lo antes posible—. Anda, ¿otro que se raja?

Miguel suspiró mientras la castaña se cruzó de brazos, notablemente cabreada.

Al acabar la clase, el latino llamó en el marco de la puerta de la oficina del sensei para llamar su atención, pero Melody pasó sin avisar.

—Largo. Se acabó la clase—Dijo el rubio sin mirar quién era.

—¿La clase o la sesión de insultos que acabas de escupir por la boca?—Preguntó la castaña con las manos en las caderas.

«Ya pareces tu madre.»

—¿Era necesario decir todo eso?

—Vamos, Peters. Son unos tirillas—La mano de Miguel sobre su brazo, le indicó a la chica que no comenzara a gritar y que le dejara hablar a él. Pasar tanto tiempo juntos durante aquellos meses hacía que se comprendieran bien, demasiado bien.

—Ya, pues algunos de esos tirillas son nuestros amigos—Dijo el latino.

—Ya, se nota.

—Y son sus alumnos. Quería el dojo lleno y ya lo tiene.

—Pero no con eso—Johnny apuntó hacia el tatami con la cabeza.

—Bueno, perdona. ¿Quieres que vaya a por Jackie Chan para tener el dojo perfecto?—Preguntó la castaña cruzándose de brazos—. Lo entendemos, creeme. Son unos perdedores. Quizá nosotros también lo seamos.

—¿También vas a llorar?—Cuestionó el rubio, pero se arrepintió al ver la expresión de cabreo de Melody.

—No. Pero ellos vinieron aquí para defenderse de los que le insultan en el colegio, ¡igual que Miguel lo hizo en su día y míralo ahora! No necesitan que les insultes tú también y les recuerdes lo que ya le dicen los idiotas por los pasillos. Necesitan que les enseñes a defenderse y a demostrarle a todos, y especialmente a ellos mismos, que son más duros de lo que parecen—La castaña tomó aire y miró al hombre con la respiración agitada. Después de soltar aquella verborrea se sentía un poco más calmada, pero solo un poco.

—Melody tiene razón, no sabes lo que se siente. Hasta mañana—Los dos chicos abandonaron el despacho, uno entristecido y la otra dando pasos fuertes debidos a su cabreo.









(...)


ANTES DE LA CLASE DEL DÍA SIGUIENTE, MIGUEL HABÍA OBLIGADO A MELODY A HACER UNOS ejercicios de respiración ya que esta seguía enfadada con el señor Lawrence.

—Tres bajas más, sensei—Informó el pelinegro al hombre que se paseaba por la habitación observando a sus estudiantes.

—Panda de maricas—Dijo Aisha mientras Johnny pasaba delante suya. Los ojos del rubio se cruzaron con los de Melody, que aún lo miraba un poco molesta pero también expectante por lo que diría a continuación.

—No, es culpa mía—La expresión de la castaña se suavizó y se transformó en una mueca de sorpresa—. Desde que os unisteis a Cobra Kai, he sido muy duro. Os he puesto motes. Os he humillado. He pagado a algunos. Y por eso... no me disculpo—Una pequeña sonrisa asomó por los labios de Peters. Típico de Johnny—. Cobra Kai es fuerza. Si no sois fuertes por dentro, no lo seréis por fuera. Ahora mismo, sois débiles. Y lo sé... porque yo lo fui—Johnny tragó saliva mientras miraba a Melody directamente y luego a Miguel—. No tenía amigos. Era el rarito. Aunque no tan raro, me liaba con chicas. Pero no era el sensei tan chungo que soy hoy. Como una cobra, tuve que mudar mi piel de perdedor, y encontré mi fuerza. Vosotros haréis lo mismo—La campanilla de la puerta sonó llamando la atención de todos—. Bienvenido.

Melody casi se atraganta con su propia saliva de la sorpresa al ver de quién se trataba.

—Eli, ¿qué te ha pasado?—Preguntó Miguel refiriéndose al corte de pelo de su amigo.

—Le he dado la vuelta al guión—La boca de Peters seguía entreabierta de la impresión.

—¿Eres el del labio raro?—Cuestionó Jhonny acercándose a él—. Que pelazo, colega. ¿Lo veis? Da igual que seas un perdedor, un empollón o un bicho raro. Lo único que importa es que te vuelvas duro. Hawk, en posición—El aludido se quitó los zapatos y se colocó junto a Aisha—. ¿Existe el miedo en este dojo?

—No, sensei—La firmeza de las palabras de Eli sorprendieron a Melody, solo lo había escuchado hablar así una vez y había sido cuando él le apoyó en una discusión con Demetri diciendo que Ginny y Harry sí debieron de acabar juntos pero las películas arruinaron su relación.

—¿Existe el dolor en este dojo?

—No, sensei—Contestó Aisha mientras Johnny continuaba paseando por delante de los alumnos.

—¿Existe la derrota en este dojo?

—No, sensei—Respondió Miguel, hinchando un poco su pecho para parecer más firme.

—¿Existe la rendición en este dojo?

—No, sensei—Por último, Melody respondió aquella pregunta con seguridad, creyendo que aunque la opción de rendirse estuviera delante de sus narices ella no la tomaría.

Al menos no por ahora.

—¡Clase! ¿Estáis listos para aprender el camino del puño?—Preguntó el rubio a los adolescentes que estaban detrás suya, reflejados en el espejo de la pared.

—¡Sí, sensei!—Johnny no pudo evitar esbozar una sonrisa al escuchar a sus alumnos decir eso.

Por un momento, todo parecía posible, y un grupo de empollones raritos convertidos en una jerarquía de cobras no iba a ser la excepción.







(...)


AL ACABAR AQUELLA CLASE, TODOS LOS ALUMNOS PARECÍAN MUCHO MÁS ANIMADOS y entusiasmados por aprender karate. Y todo debido al comportamiento del sensei.

Miguel, Melody, Aisha y Eli —perdón, Hawk— estaban estirando en un rincón de la habitación mientras charlaban sobre el pelo del último.

—¿Qué crees que color me quedaría mejor? ¿Violeta o azul? Porque a lo mejor yo también me tiño el pelo para parecer una tía más dura—Le susurró la castaña al latino que estaba a su derecha.

—Creo que no necesitas teñirte, ya eres suficientemente dura—La chica le sonrió y el pelinegro le sonrió de vuelta, causando un leve revuelo sin sentido en el estómago de ambos, así que Miguel intentó ignorarlo con un carraspeo de garganta y Melody haciéndole una pregunta a Hawk.

—¿Qué se te pasó por la cabeza para hacer eso?—Cuestionó la castaña, alcanzando las puntas de sus dedos de un pie casi sin esfuerzo, al contrario que Miguel, que parecía sufrir un poco más al llegar.

—El pincel con tinte—Bromeó el chico de la cresta provocando unas risas por parte de Aisha y el latino.

—Ja, ja, que chistoso estás hoy—Peters rodó los ojos con una sonrisa y negando con su cabeza.

La silueta del señor Lawrence entrando a su oficina después de poner por ahí el muñeco de impacto que habían utilizado aquel día.

—Ahora vuelvo—Le dijo a sus amigos antes de levantarse y seguir al hombre.

Los suaves toquecitos en el marco de la puerta resonaron en los oídos de Johnny, haciendo que levantara la cabeza con una cerveza en la mano. Se sorprendió levemente al ver a Melody parada en la puerta y con la vista clavada en el suelo.

—Hola, sensei. ¿Puedo pasar?—Preguntó con un tono de voz suave, muy diferente al que había usado el día anterior.

—Vas a pasar y a decir lo que vinieras a decir de todas formas, así que...—El rubio asintió con la cabeza y la chica rió suavemente mientras se acercaba a su mesa.

—Vine a disculparme por hablarle así ayer, no sabía que también lo pasaba mal en el instituto. Y creo que me pasé un poco de la raya al asumir que tuvo una adolescencia perfecta. Simplemente activé mi modo protector con Eli y se me fue un poco de control—Melody paró de jugar con sus dedos y clavó la vista en su vecino, que la miraba con una leve mueca de sorpresa. Suspiró y entrelazó sus manos detrás de su espalda—. Lo siento.

Después de un momento de silencio en el que Johnny asimilaba aquel pequeño discurso asintió con la cabeza lentamente—Tu riña me vino bien, me hizo abrir los ojos. ¿Te gusta?—Preguntó de la nada.

—¿Quién? ¿Eli?—Cuestionó la castaña con el ceño fruncido ya que era la única persona a la que ella se había referido segundos atrás.

—Hawk.

Melody rió y luego negó con una sonrisa—No, es uno de mis mejores amigos. El otro es al que le diste la paliza el otro día—El hombre sonrió asintiendo, orgulloso de lo que había hecho—. Además, tengo novio, ¿recuerdas?

El rubio entrecerró los ojos—Lucas.

—Liam—Corrigió la chica.

—Aún tengo que hacerle unas cuantas preguntas—Dijo Lawrence ignorando la corrección de la castaña.

—No vas a hacerle preguntas—Melody ya se había olvidado de las formalidades. Le pasaba muy a menudo con Johnny, ya que le era difícil tratar de usted a el hombre que conocía desde siempre y con el que pasaba muchísimo tiempo, haciendo que puede que ella lo considerara su...

—Pero...

—Nada de peros. Es un buen chico, puedes preguntarle a Miguel si quieres.

—¿Para qué querría hacerle preguntas a Díaz?—Melody rió y bajó la cabeza, la mayoría de las veces la confusión de Johnny le resultaba cómica.

—Nos vemos mañana—Se despidió antes de dirigirse a la puerta, pero la voz del rubio hizo que se volviera.

—¿Quieres que te lleve a casa?

—Oh—La pregunta la había pillado completamente desprevenida—, no hace falta. Iremos a cenar a algún restaurante de la zona. Pero gracias. Y lo siento de nuevo.

—Sí, si, ya lo he pillado. Ya vete—El hombre la ahuyentó con un gesto de mano y la chica se fue riendo.

Johnny suspiró y bebió un trago de su cerveza para luego observar a la chica hablando animadamente con su pequeño grupo de amigos, provocando la apariencia de una sonrisa nostálgica en los labios del rubio.

—Sin duda, eres igualita a tu madre—Murmuró, haciendo que su pensamiento resonara entre las paredes de su vacío despacho.

Y volvió a suspirar, recordando los viejos tiempos.







Hola holaaaa

Aquí aparezco yo otra vez, harta de las clases si estoy :)

Varias cositas. Primero, sé que no llegamos a la meta en el anterior capítulo pero me hace mucha ilusión subir este fic así que voy a publicar cuando me de la gana jeje.

Segundo, me hice tiktok y subí un edit de Melody y Miguel porque son mis bebés, así que si os pasarais a darle like y tal vez a comentar y a segirme os lo agradecería (subiré más edits de ellos en un futuro)

Tercero, si le dais mucho apoyo al capítulo subiré cuanto antes el siguiente capítulo que es bastante largo (creo que 4800 palabras), así que comentad, votad y recomendarle la historia a vuestros amigos si queréis.

Bueno, ¿qué opinan? ¿La relación de Melody y Miguel? ¿Y que hay sobre la de Johnny y Melody?

Remember, STRIKE FIRST, STRIKE HARD, NO MERCY!

Love you <3

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