𝐄𝐋𝐄𝐕𝐄𝐍. back in black


𝐎𝐍𝐂𝐄. ❛ de vuelta al negro ❜




—BUENOS DÍAS, IDIOTAS—SALUDÓ MELODY CON LA ESPALDA APOYADA EN EL COCHE RECIÉN TUNEADO DE JOHNNY.

—¿Pero tú a qué hora te despiertas?—Cuestionó el rubio ya que cuando él se despertó se encontró con una nota de la chica diciendo que había salido.

—Depende del día—Peters se encogió de hombros—. ¿Una carrera? Me apuesto diez dólares a que llego antes que vosotros al dojo.

—Vete sacando la cartera, mocosa—La castaña sonrió con las palabras de Johnny.

«Reto aceptado.»

—¿Queréis que os de ventaja o...?—Ambas puertas del coche se cerraron y el motor rugió, Melody puso el skate en el suelo y comenzaron aquella carrera.

Los dos que iban en el coche no estaban preocupados, sabían que un motor era mucho más rápido que un skate.

Mientras Back in Black de AC DC sonaba en la radio, Miguel miró hacia su derecha en un semáforo en rojo, encontrándose con una mujer y una adolescente mirándolo a él y a Johnny con interés.

—No mires, tú como si nada—Le indicó el hombre y el chico hizo caso—. ¿Pero que...?—Ambos miraron a una chica patinando, pasándoles de largo y después girándose para poner dos dedos en su sien y separarlos, imitando el saludo militar con una sonrisa victoriosa.

Melody.

Johnny arrancó de nuevo sin importarle el semáforo rojo, pero no le sirvió de mucho ya que la espalda de la chica descansaba en una columna cuando ellos llegaron al aparcamiento.

Extendió su mano y el rubio sacó un billete de diez dólares a regañadientes, provocando la risa de la chica para después entrar al local.




(...)





—¿QUÉ OS PARECE? ¿COMEMIERDA UNO Y COMEMIERDA DOS?

—Yo había pensado en Mary-Kate y Mentecato—Hawk rió con las palabras de Aisha. Ellos dos y Bert estaban buscando unos buenos motes para dos de los nuevos mientras Melody alejaba a Miguel del móvil de Aisha que el pelinegro había tomado sin permiso para llamar a Sam.

—Soy Chris...—Comenzó uno pero el peliazul lo interrumpió inmediatamente.

—¿Te he dado permiso para hablar?

—Chicos, se están quedando con vosotros—Habló Melody uniéndose a aquella conversación con Miguel.

—Además, todos sabemos que sois Caraculo y Gilipollas—Dijo el latino para después reunirse con sus amigos.

—Bienvenidos a Cobra Kai—Añadió la castaña antes de seguir el recorrido de Miguel.

La campana de la puerta sonó, dando paso a un hombre con una bolsa de tela en la mano.

Melody lo observó unos segundos, sintiendo aquella familiaridad en su pecho de la misma forma que cuando había visto la foto de Johnny miraba en el torneo. ¿Era el mismo hombre?

—¿Quién es ese?—Preguntó Hawk.

—No lo sé—Respondió Miguel y él y la castaña se acercaron a aquel desconocido—. ¿En qué puedo ayudarle?

Los ojos del hombre escanearon a ambos adolescentes de arriba abajo, haciendo que Melody se sintiera un poco incómoda ya que sus ojos se clavaron en los de ella unos segundos más.

—En nada, pero a lo mejor yo podría ayudaros a vosotros—Una simple oración bastó para que Peters supiera que algo no andaba bien. Aquel hombre no le daba buenas vibras.

—Oye, sensei...—Melody se giró para llamar al rubio, pero la frase murió al ver que Johnny ya estaba detrás de ella.

Los dos adolescentes compartieron una mirada con el ceño fruncido, ¿de dónde había salido aquel hombre?

Johnny se acercó a ellos después de compartir unas palabras con el desconocido y en un susurro les preguntó:—¿Alguno de vosotros sabe lo que es no binario?—Melody comenzó a reír mientras Miguel sonreía y agachaba la mirada—. ¿Qué es tan gracioso?

—Luego te lo explico, pero ahora tienes que dar clase—Dijo la chica aún riendo y el ojiazul asintió.

—¡Formad filas!—Los alumnos obedecieron y Johnny se colocó delante de la pared con las tres lecciones más importantes para el camino del puño—. Clase, tenemos visita. Este es el señor Kreese, solo estará aquí de espectador. Haced como si no estuviera—Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Melody cuando sus ojos se conectaron de nuevo.

Había algo en él que no le gustaba, no sabía qué, pero no le gustaba para nada.

—Díaz, a calentar.

Miguel se posicionó al frente de la clase e hizo una reverencia que el resto no tardó en imitar—¡En posición! Patada frontal. Puñetazo frontal. Haced un dab—Todos hicieron aquel movimiento entre risas.

—¿Qué demonios ha sido eso?—Preguntó el sensei, molesto.

—Estamos de cachondeo, quedan once meses para el torneo—Se justificó el pelinegro.

—Sí, además ya sabemos repartir leña—Aseguró Hawk.

—Ah, ¿sí? O, sea que lo sabéis todo. No os queda nada por aprender—La risa de Aisha llamó la atención de todos y Johnny se acercó a ella—. ¿Qué es tan gracioso, señorita Robinson?

—Perdón, sense, no lo entendería.

—Inténtalo.

—Es lo que hace la serpiente—Todos rieron, intentando aguantarse.

—¿Qué hace la serpiente?—Preguntó el hombre con curiosidad y los alumnos comenzaron a sisear mientras con su brazo imitaban a una serpiente—. ¡Silencio!—Exclamó haciendo que los adolescentes pararan de inmediato—. Mañana a las cinco de la mañana, esquina de Fulton y Raymer. Si no venís, quedáis fuera del equipo. Se acabó la clase.

El rubio abandonó el tatami, dejando a sus alumnos allí confundidos.

«Es una broma, ¿verdad?»




(...)





NO ERA UNA BROMA.

Los alumnos de Cobra Kai estaban haciendo cemento desde las cinco y media de la mañana, y ya eran las ocho y diez.

Melody sentía cómo sus músculos se desgarraban poco a poco mientras removía el polvo y el agua en una carretilla junto a Miguel y a Hawk. Llegó un punto en el que no aguantaba más y se quitó la sudadera que llevaba puesta, levantando así la camiseta larga de asas de AC DC que llevaba puesta y mostrando su abdomen y un poco del sujetador deportivo que tenía debajo. Dejó la sudadera en un muro y se giró hacia sus amigos, que la miraban fijamente.

—¿Qué? Tengo calor—Miguel sacudió la cabeza, volviendo a su tarea seguido del peliazul.

—No pongáis mucha agua, queremos que quede espeso—Indicó Johnny.

—Sensei, ¿por qué mezclamos cemento?—Preguntó el latino en cuanto el hombre se acercó a ellos.

—Nada de preguntas.

—Vale—Melody paró de remover un segundo para apartar con su antebrazo los pelos rebeldes que se habían escurrido del moño en el cuál se había recogido el pelo y luego tomó el borde de su camiseta y se limpió el sudor de la frente.

—Mierda—Murmuró al darse cuenta de que había manchado la parte inferior de su camiseta con cemento, pero luego se encogió de hombros. Ya la cortaría y la transformaría en un top.

—Seguid removiendo—Los chicos obedecieron, pero pararon en cuanto oyeron el sonido del claxon de un camión. De un camión hormigonera, específicamente.

Todos compartieron miradas de confusión, pero Melody se limitó a suspirar.

—Vamos a morir—Se lamentó en voz alta.




(...)





LOS COBRA KAIS OBSERVARON A SU SENSEI EXPECTANTES, esperando que empezara con la lección.

—¿Creéis que ganar os da derecho a vaguear?—Empezar un discurso insultándolos, no era la primera vez—. Pues os dirá una cosa. Ganar un torneo una vez no significa una mierda—Melody miró a Miguel con una sonrisa, que estaba a su lado y este rodó los ojos con una pequeña sonrisa—. Un campeón no para de entrenar. Tenéis que seguir adelante u os podríais quedar ahí atascados en el mismo lugar en el que estáis. Es como el cemento que hay en este camión. Si el tambor no gira, el cemento endurecerá y se atascará. ¿Queréis que os pase eso?

—¡No, sensei!

—Bien. Pues subid, entrad y hacerlo girar—Murmullos resonaron entre el grupo de adolescentes acompañados de miradas carentes de seguridad.

—Sensei, lo sentimos por hacer el vago.

—Hemos aprendido la lección—Habló Hawk después de Aisha, sin embargo Johnny los ignoró y desplegó la escalera del vehículo.

—¡Que subáis!

—Sensei, esto parece peligroso. El humo...

La voz de Kreese interrumpió el análisis de Miguel—¡A callar! Este hombre os ha llevado a la cima, ¿y lo cuestionáis? Miraos, miraos bien. No me creo que esta panda de gallinas haya competido en el All Valley. Y aún menos que ganara, es un milagro de los gordos—Melody miró a aquel viejo con una ceja alzada, ni siquiera los había visto pelear y ya los estaba juzgando—. Y, ¿quién es el responsable del milagro? Johnny Lawrence. El mejor alumno de la historia de Cobra Kai. Mi alumno—Las piezas del puzzle que faltaban en la cabeza de Peters encajaron con esas dos palabras. Su alumno. Por eso, Johnny miraba aquella foto en el torneo. Pero aún le faltaba una pieza, la más grande y centrada de todas.

¿Por qué demonios le resultaba familiar aquel hombre?

—¿Era el sensei del sensei?

—No, era su profesor de matemáticas, ¿tú que crees, Hawk?—Le preguntó Melody con los brazos cruzados y el peliazul se encogió de hombros.

—Él mismo. No he entrenado a un alumno tan fuerte en toda mi vida. Si sabéis lo que os conviene, más os vale hacer caso a todo lo que le salga por la boca—Díaz y Peters se miraron, y ambos entendieron que iban a hacerlo. Una corta guerra de miradas comenzó para ver quién lo diría primero, pero la voz de Miguel sonó antes de que Melody abriera la boca.

—Lo haré, sensei—El latino se dirigió a las escaleras, pero un brazo le impidió subir.

—Las damas primero—Dijo la castaña con una sonrisa y su amigo rodó los ojos.

—Oh, vamos. Tú eres lo menos parecido a una dama que conozco—Se quejó el chico y Peters hizo un mohín mientras ladeaba la cabeza y se ponía una mano en el pecho.

—Gracias—Dijo con falsa conmoción para después subir las pequeñas escaleras.

Se asomó a la boca del camión y no pudo retener un jadeo de asombro que acompañó con un "wow" al mirar en el interior.

—¿Qué pasa?—Le preguntó Miguel, que estaba detrás suyo.

—Es precioso y aterrador al mismo tiempo. Es como ver IT de nuevo—Dijo Melody con una sonrisa y el chico rió suavemente.

—Joder—Excalmó Díaz al mirar el cemento y las paredes plateadas brillando gracias a la luz del exterior.

Intentando no resbalar, se colocaron en frente de las paredes laterales y una vez que seis alumnos estuvieron dentro, Johnny se asomó.

—No os quedéis ahí, ¿queréis quedaros atascados? ¡Moveros!

Los adolescentes comenzaron a empujar con fuerza, pero parecía no estar funcionando.

—Vamos, nada de quedarse quietos. ¡Empujad!—Alentó Miguel y el resto obedeció, sintiendo cómo el tambor comenzaba a girar lentamente.

—¡Un poco más rápido!—Gritó el rubio desde el exterior.

El camión cogía velocidad poco a poco, pero ellos seguían empujando con toda la fuerza que tenían.

Melody tuvo que ayudar a Miguel a levantarse cuando este se resbaló, pero el cemento en sus brazos hizo que ella también resbalara y se cayera encima del latino.

Con sus narices casi rozándose ambos se miraron a los ojos, con la sorpresa representada en sus párpados más abiertos de lo normal.

—Lo siento—Murmuró la chica y luego se las apañaron para poder levantarse y empujar de nuevo.

El tambor había cogido la velocidad suficiente como para que el cemento no se quedara atascado, pero los alumnos continuaban empujando.

—¡Eso es!—Los aplausos y los vítores de sus compañeros desde el exterior dibujaron una sonrisa en el rostro de Melody, que se giró hacia Miguel y se sorprendió levemente al encontrarlo ya sonriéndole.

Sus brazos y piernas le dolían y su corazón palpitaba con fuerza en su pecho por el cansancio, pero ambos se sonrieron con las mejillas rosadas del esfuerzo.

Ignorando completamente que aquellas dos últimas sensaciones no tenían nada que ver con el ejercicio que acababan de realizar.




(...)





EL SONIDO DE LA MANGUERA ACOMPAÑABA LAS PALABRAS DE FELICITACIONES DE JOHNNY—Espero que estéis orgullosos de vosotros mismos. Yo sé que lo estoy. Vuestros padres también lo estarían si les dijerais lo que habéis hecho, pero no lo hagáis. Habéis luchado como campeones, sin deteneros, sin daros por satisfechos, sin rendiros. Si seguís trabajando y no dejáis de avanzar, llegaréis a lugares que ni os podéis imaginar.

Miguel y Melody le sonrieron a Johnny y asintieron con la cabeza, contentos con la hazaña de aquel día.

El hombre les devolvió el gesto, y el sonido de la manguera volvió a hacerse presente, pero esta vez el chorro impactó en la cara de Melody, haciendo que el sensei riera entre dientes y que la chica le diera una mala mirada.

Sabía que eso era por el interrogatorio de Carmen del otro día, y pensaba devolvérsela.




(...)





LA PUERTA DEL APARTAMENTO VACÍO SE ABRIÓ, Y MIGUEL ASOMÓ LA CABEZA.

—¿Sensei, está? ¿Melody?—Silencio.

El chico entró al interior y cerró la puerta detrás suya, sin saber que Johnny seguía en el dojo y que la chica estaba patinando por la ciudad.

—He cogido la llave de repuesto, traigo comida. Mi madre no quiere que desayune comida deshidratada, y mucho menos ahora que vive con Melody.

Al darse cuenta de que la pequeña vivienda estaba vacía, se dirigió a la nevera y dejó el tupper en el interior de esta para que no se estropeara.

Pero la verdadera sorpresa fue la foto que se encontró en el electrodoméstico al cerrar la puerta.

Una foto pegada al lado de dos folletos poco interesantes.

Miguel tomó la imagen y la miró con el ceño fruncido al reconocer a su amiga y al chico contra el que había ganado en el torneo.

—¿Robby Keene? ¿Y Melody?—Susurró, pensando en voz alta.

Miró la nevera de nuevo, ¿qué hacía esa foto allí? ¿La había puesto Melody? ¿Y por qué Johnny le había dejado?

Normalmente la gente tenía en su nevera fotos de su familia o hijos, no de dos niños cualquiera.

A no ser que Robby no fuera un niño cualquiera. Al menos no para su sensei.


MARATÓN 1/3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top