𝐄𝐈𝐆𝐇𝐓𝐄𝐄𝐍. the end of the world


𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐎𝐂𝐇𝐎. ❛ el fin del mundo ❜




SAL A TIRAR LA BASURA, DECÍAN. No pasará nada, decían.

Pues sí que pasó algo.

Al instante en el que Melody cerró la puerta del apartamento y se acercó al contenedor, supo que algo iba mal, pero decidió ignorar aquel sentimiento.

No obstante, este se intensificó cuando vio a Miguel y a Tory besándose contra una pared como si no hubiera un mañana.

Se congeló y cerró los ojos con frustración cuando su pecho se contrajo al ver aquella imagen. ¿Es que se iba a sentir así de mal el resto de su vida? Los corazones rotos apestaban.

Intentó no llamar su atención mientras tiraba la bolsa de basura a donde correspondía pero la tapa del contenedor se le resbaló de las manos y cayó, provocando un ruido sordo.

Los otros dos adolescentes se separaron y miraron a aquella chica que le daba la espalda—Oh, hola Melody—Habló Tory mientras se separaba lentamente de Miguel.

«Actúa como si nada, como si no acabaras de ver cómo se metían la lengua hasta la campanilla... Espera, ¿por eso le llaman hacer un Peter Pan?»

La castaña suspiró y se giró hacia ellos, haciéndose la distraída—¿Tory? No sabía que estábais aquí—Peters se acercó a ellos dos.

—Estábamos entrenando—Informó Miguel para después aclararse la garganta.

«Entrenando los músculos de la boca.»

—Bueno, pues os dejo que continuéis—Melody le dedicó una sonrisa forzada, pero la voz de Tory la frenó.

—¿Irás a la fiesta de hoy?

—No lo sé, no...

—Es tu estilo—Finalizó Miguel y las dos chicas lo miraron. Carraspeó e intentó quitarle importancia a lo que acababa de pasar—. Deberías venir, será divertido.

La rubia miró a su novio con el ceño levemente fruncido pero luego sacudió la cabeza, era normal que terminara las frases de Melody porque llevaban siendo vecinos y compañeros un año.

La mirada de Peters pasó de Miguel a Tory y de Tory a Miguel unas cuántas veces y luego bajó la cabeza.

«¿Por qué eres así de fácil?»

—Está bien. Nos vemos allí—Se despidió con la mano y entró en el apartamento.

Allí, apoyó su espalda en la puerta y se pasó las manos por la cara con frustración.

«Sigo pensando que la opción de la película no es mala idea.»

Gruñó con frustración y se dirigió hacia el plato de galletas que descansaba en la pequeña isla de la cocina.

Se sentó en una silla y comenzó a comer aquellas galletitas que ella misma había cocinado el día anterior mientras la radio sonaba de fondo.

Iba a apagarla antes de sentarse, pero decidió que era mucho mejor distraerse con las melodías que iban sonando una detrás de otra.

No contaba con las miles de canciones escritas sobre corazones rotos o amores no correspondidos

I can't help but love you, even though I try not to.

Oh, perfecto.

I can't help but want you, I know that I'd die without...

Lo siguiente que sonó fue el sonido de la radio impactando contra el suelo y acabando hecha añicos.

Melody sonrió. Sacrificar aquel cacho de galleta había valido la pena.

No obstante, unos pasos se acercaron por el pasillo y, segundos después, los ojos de Johnny miraron los restos de la radio para después mirar la sonrisa angelical de la adolescente.

—¡Acababa de comprarla!—Se quejó.

—Pues compra otra, tienes dinero de sobra con el dojo.

Ambos pusieron los ojos en blanco a la vez y el rubio se apoyó con los antebrazos en la isla justo delante de Melody.

La chica lo miró con desconfianza, le pasaba algo raro en la cara. Y ese algo raro se denominaba sonrisa.

—¿Qué tienes que sonríes tanto? ¿Al fin le has pedido salir a Carmen?—Se esperó cualquier respuesta negativa o alguna expresión de desagrado, pero desde luego no se esperaba que bajara la cabeza con una pequeña sonrisa.

Melody soltó un grito ahogado y se tapó la boca con las manos.

—¡Lo has hecho!

—¿Por qué te sorprendes tanto? Ni que yo fuera un cagón—Johnny se cruzó de brazos.

—¿Y qué ha dicho?

—¿Tú qué crees?

—¿Qué sí? Pobrecilla—Johnny puso los ojos en blanco y ella sonrió. Le encantaba irritar a la gente.

Sin embargo, aprovechó aquel momento para pedir permiso.

—¿Así que estarás fuera por la noche?

—Ajá—Respondió el rubio con desinterés, mientras tomaba cualquier cosa de la nevera y comenzaba a comérsela.

—Genial, ¿puedo ir a una fiesta?—El rubio alzó una ceja y le miró fijamente como si estuviera loca.

—¿Van a ir los chicos?—Preguntó.

—Soy lesbiana—Añadió rápidamente, pero luego se arrepintió. ¿De dónde le habían salido aquellas ganas de ir a la fiesta?

—Ya—Dijo burlón—. ¿Y eso de lesbiana significa que te gusta Miguel Díaz o solo te confundiste de definición?—Melody bufó con molestia y se cruzó de brazos, enfurruñada—. Puedes ir. Pero no hagas ninguna tontería, ¿quieres? No me apetecería interrumpir mi cita por ti—Añadió.

—¡Gracias!—Peters dio un pequeño salto de alegría—. Y no hace falta que finjas conmigo, sé que hasta dejarías una lata de cerveza a medias solo por mí.

La castaña se marchó a su habitación felizmente y Johnny negó con la cabeza mientras sonreía. La frase de "de tal palo tal astilla" parecía sólo tener sentido con las mujeres Peters.

Y él haría cualquier cosa por cualquiera de las dos.





(...)





LA CASA DE MOON ESTABA A REBOSAR DE ADOLESCENTES Y BEBIDAS alcohólicas combinadas con refrescos.

Melody suspiró aliviada cuando se reunió con Liam y en ese momento, ambos estaban en la cocina mientras ella observaba cómo el chico se servía "la primera y última copa de la noche" ya que no quería acabar como la otra vez.

—Me extraña verte aquí—Casi gritó el ruloso para que su amiga lo oyera por encima de la música electrónica que retumbaba en las paredes de la casa.

—A mí también—Admitió—. Pero es lo que se supone que hacen los adolescentes, ¿no? Probar cosas, tomar malas decisiones y aprender de ellas.

—No te olvides de divertirse—Ambos se encaminaron hacia el salón—. ¿Estás segura de que no quieres beber nada?

Melody negó con la cabeza—Tiene que ser una situación muy extrema para que yo beba alcohol.

Los dos frenaron en seco al notar el ambiente tenso del salón.

Los Cobra Kais y los de Miyagi-Do se miraban uno a otros, entre incómodos, tensos y molestos.

Tory y Miguel aparecieron riendo y sus risas murieron cuando la rubia vio a Sam Larusso.

—Oh, oh—Todos miraron a Liam como si aquello hubiera sido lo único que había sonado en la sala.

—Vámonos—Dijo Tory antes de tirar del brazo de su novio.

Melody no se lo pensó dos veces y le arrebató el vaso al chico de rizos para después beberse su contenido en dos tragos.

Sintió el líquido quemar su garganta pero no le importó, se dio media vuelta y volvió a la cocina a por más.

—Melody, ¿qué estás haciendo?—Le preguntó Liam una vez pudo alcanzarla.

—Beber para así no tener que aguantar las peleas de esos idiotas—Respondió con simpleza, pero luego se tuvo que agarrar a su amigo ya que había sufrido un pequeño mareo.

—Que me toca hacer de niñera, dice—Murmuró Anderson y suspiró al ver que la chica iba a por el Vodka—. Si vas a beber, al menos hazlo con cuidado. No me apetece acabar en el hospital a tu lado solo porque te ha dado un coma etílico.

Melody se encogió de hombros y tomó un sorbo del vaso que acababa de rellenar.

Aquella iba a ser una noche muy larga.





(...)





LA NOCHE YA HABÍA CAÍDO Y EL CIELO ESTABA ADORNADO CON DESTELLOS BLANCOS que decoraban aquel manto añil con elegancia.

Miguel seguía buscando a Tory ya que, después de que Sam la venciera en aquella competición de bebida, la rubia había desaparecido con la excusa de que iba a limpiarse.

El latino entró a la casa donde la mayoría de adolescentes estaban y buscó a su novia entre la marea de gente.

Sin embargo, sus ojos se clavaron en una silueta que bailaba sobre el escenario.

Miguel reconoció la canción que estaba sonando en aquel momento y a la persona que se movía con torpeza con demasiada facilidad.

El cuerpo de Melody se movía como podía debido a la gran cantidad de alcohol que había consumido al ritmo de El Fin del Mundo, una canción de La La Love You. Pero que en ese momento pareciera un pato mareado parecía no importarle, ya que estaba bailando sobre aquel escenario como si fuera la última vez que lo haría en toda su vida.

Y es que tú eres tan perfecta y yo solo un perfecto idiota...

Su pelo se movía con gracia y unos mechones sudorosos caían por su rostro, pero no eran lo suficientemente densos para cubrir su enorme y radiante sonrisa.

Que se vuelve tan pequeño, diminuto, casi nada por ti...

Y tú bailando, bailando, bailando...

Y yo llorando, llorando por ti...

Me voy muriendo mientras bailas...

No era capaz de mover sus ojos, había algo en ella que parecía... magnético. Siempre le había pasado eso de que sus ojos se deslizaban inconscientemente hacia ella, pero siempre acababa apartándolos cuando se daba cuenta. No aquella vez. No era capaz de apartar la vista.

Pero... ¿no podía o no quería?

Y tú bailando, bailando, bailando...

Y yo llorando, sufriendo de amor...

Me voy muriendo mientras bailas...

La canción continuaba a la par que los movimientos de aquella chica, que seguía moviendo enérgicamente.

Y hago que no pasa nada y me pierdo entre la gente...

Mientras tú te vuelves loca, yo me vuelvo transparente...

Su corazón dio un pequeño salto cuando ella levantó la cabeza, provocando que sus ojos se chocaran y lo saludó energéticamente con su mano sin parar de bailar.

Oye, mira, sí que pasa, pasa y mucho, y lo que pasa eres tú...

Volvió a centrarse en su baile, ignorando al resto del mundo y, sin darse cuenta, Miguel hizo lo mismo.

Todo y todos parecieron ralentizarse a la vez que el latino ladeaba la cabeza y esbozaba una sonrisa tierna sin apartar los ojos de aquella chica.

Y tú bailabas y no sabías...

Que el mundo entero se destruía...

Que al veros juntos, por un segundo, en lo más profundo...

Fue el fin del mundo...

El corazón del chico bombeaba en su pecho con fuerza, y tuvo que finalizar la canción para que se diera cuenta.

Los aplausos emocionados de Melody llegaron a sus oídos y eso fue suficiente para que el pelinegro se congelara.

¿Qué le estaba pasando? ¿Y por qué lo que estaba sintiendo le había ocurrido mirando a Melody?

Se escabulló entre la gente y se dirigió hacia el exterior en busca de aire fresco y con la necesidad de aclarar el por qué sentía aquellas famosas mariposas en la parte baja del estómago.

Por otro lado, Liam observaba a Melody con cuidado. Cuidando que no se cayera del escenario y se hiciera daño.

Pero la castaña parecía ignorarlo mientras continuaba bailando a su bola.

El ritmo de Hot in Herre inundó la habitación y Peters se abanicó la cara con la mano para después hacer la mayor locura de su vida.

—Hace mucho calor aquí—Anunció, ganándose la atención de algunos adolescentes en la sala.

Y ahí vamos...

Se quitó la camiseta con facilidad, quedando en un simple sujetador negro y se tambaleó levemente. No obstante alzó los brazos y gritó eufórica, ahora con todos los ojos que había en aquella sala clavados en ella.

No tardó en sentir un brazo tirar de ella hacia abajo del escenario.

—Pero... ¡¿qué demonios haces?!—Le preguntó Liam alarmado y ella se limitó a reír.

—Tranquilo, Liamcito, relájate—Melody arrastró las palabras y se volvió a mover torpemente al ritmo de la música.

—¿Dónde está tu camiseta?—La castaña miró hacia sus lados y volvió a reírse.

—No lo sé—El ruloso bufó y soltó el brazo de Melody.

—Vamos a buscar a Moon para que te de una camiseta y te llevo a casa.

—Me encanta la luna—Murmuró con una pequeña sonrisa—. Mira, Moon—La castaña señaló a un punto detrás de Liam y el chico miró hacia donde señalaba su amiga.

Mala idea.

Cuando se volvió a girar hacia ella, Melody había desaparecido.

Peters se había visto atraída por los destellos azules que provocaba la luz de la piscina, así que se dirigió hacia el exterior.

Al instante en el que el aire frío impactó de golpe en su torso desnudo, se abrazó a ella misma y comenzó a caminar hacia la piscina mientras sentía los efectos del alcohol perder su efecto.

Gruñó al sentir un pequeño mareo, pero siguió caminando sin rumbo y se frenó al ver a Miguel sentado en una silla —al lado de la piscina— con los codos apoyados en sus rodillas y su cabeza entre sus manos.

Iba a darse la vuelta e irse pero dio un ridículo traspiés y acabó chocándose contra una maceta.

Miguel levantó la cabeza y frunció el ceño al darse cuenta de la falta de la camiseta en su amiga.

—¿Melody? ¿Qué se supone que haces?—Cogió la prenda de ropa que tenía más cerca y disminuyó la distancia entre ellos con unos pasos.

La castaña rió nerviosamente y acomodó las hojas de la maceta con una mano, sin embargo un escalofrío recorrió su espalda y no pudo evitar temblar.

—¿Me creerías si te digo que venía a convertirme en Barbie sirena?

El pelinegro sonrió y le puso la chaqueta sobre los hombros—Ten. Es la chaqueta de Sam.

—¿Por qué tienes la chaqueta de Larusso?—Preguntó mientras metía un brazo en la prenda de ropa.

—Antes estaba aquí, me pidió perdón por todo y luego dejó su chaqueta murmurando que ahora tenía una excusa para pedirle la sudadera a Robby—Melody pasó el otro brazo por la prenda y sonrió al sentir el calor recorrer su cuerpo.

Se llevó las manos a su nuca para poder sacar el pelo que le molestaba dentro del cuello de la chaqueta, pero —como aún estaba ofuscada por culpa del alcohol— se tambaleó.

Hubiera acabado en el suelo si Miguel no la hubiera sujetado de las caderas y acercado a su cuerpo.

—No tan cerca—Se quejó mientras hacía un puchero y ponía sus manos en los hombros de Díaz, que frunció el ceño.

—¿Qué...?

—Si estás tan cerca no puedo controlarme—Murmuró con la mirada clavada en su pecho—. Mi autocontrol no llega a tanto. Ya me cuesta estando normal, imagínate borracha como una cuba—Soltó una risa nerviosa e hizo lo peor que podía hacer. Levantó la cabeza.

—¿De qué estás hablando?—Sus narices casi se rozaban, pero ninguno hacía nada para aumentar la separación entre ellos

—De tí, Díaz. Siempre eres tú. Tu estúpida risa, tus ridículos chistes, tu voz cuando hablas en español, tu cara de concentración cuando peleas... Te pasas la vida en mi cabeza, ¿lo sabías?—Miguel tragó saliva al ver cómo los ojos de Melody se posaban en sus labios durante unos segundos que le parecieron eternos y luego negaba con la cabeza—. Eres tantas cosas buenas a la vez para mí, y lo que más me jode es que yo solo soy la vecina de enfrente. Dios, odio tanto sentirme así...—Los ojos de la castaña volvieron a bajar a sus labios entreabiertos y los suyos también se abrieron antes de susurrar—. ¿Por qué tienes que gustarme tanto?

Los dedos de Melody acariciaron su mandíbula y, sin pensarlo, unió sus labios con necesidad.

Si antes no pensaba, su cerebro había colapsado en el mismo instante en el que sintió que las manos que Miguel tenía en su espalda la acercaban más a él y le seguía el beso.

Por un momento, ambos se olvidaron de todo. De la fiesta, del karate, de la piscina, de Tory...

Solo estaban ellos dos juntos, y lo peor es que sintieron que no necesitaban nada más que al otro para estar completamente felices.

«Melody...»

Sus respiraciones agitadas eran lo único que resonaba en sus oídos.

«Melody...»

Los dedos de ella se enredaban en las hebras de su cabello negro.

«Melody...»

Su corazón amenazaba con salirse de su pecho a la vez que sentía a las famosas mariposas bailar en su estómago.

«¡MELODY!»

La castaña se separó bruscamente y miró al latino con la respiración agitada.

Mierda, Tory.

—L-lo siento, yo...

—No, no deberíamos...

—Madre mía...

—Estoy con Tory... Y-yo... Esto ha sido un error—Articuló el pelinegro, pero luego se arrepintió al instante.

«Auch. Si te echas a llorar ahora mismo lo comprendería.»

No obstante, Melody se limitó a asentir y a aumentar la distancia entre ellos mientras clavaba la mirada en el suelo.

—Tengo que irme—Dijo atropelladamente antes de caminar hacia el interior.

Sentía cómo su corazón se agrietaba con cada paso que daba para alejarse de él, mientras sentía la mirada del chico sobre ella, pero no le importaba.

Caminó por la carretera a oscuras mientras se abrazaba a sí misma, intentando transmitirse un poco de calor y fallando estrepitosamente.

Lo que había pasado no paraba de reproducirse en su mente una y otra vez. Hasta podía sentir los labios de Miguel sobre los suyos, haciendo que sonriera inconscientemente.

Se obligó a borrar la sonrisa en cuanto se dio cuenta. Díaz tenía razón, había sido un error.

¿Y por qué demonios aquel estúpido error se había sentido tan jodidamente bien?

Pateó una piedra con frustración y gruñó mientras tiraba de su cabello castaño.

Ella lo había besado, y él le había seguido el beso. Pero, ¿por qué? ¿Acaso iba tan borracho que se pensó que estaba besando a Tory y no a ella? ¿Por eso no reaccionó?

Su corazón se encogió al pensar en la rubia y las ganas de golpearse aparecieron en su cuerpo.

Era una amiga horrible. Y una persona más horrible aún, si eso era posible.

Observó la chaqueta rosa que llevaba puesta y estuvo a punto de quitársela, cabreada, ya que si no fuera porque se quitó la estúpida camiseta, aquello no habría pasado.

No obstante, el sonido de un claxon resonando a su lado la sobresaltó.

Vio a Liam bajar rápidamente del coche y abrazarla, demostrando toda la preocupación que sentía.

—No vuelvas a irte así, ¿me oyes?—Le dijo con la voz opacada por su hombro.

La castaña asintió y se dejó guiar al coche del chico de rizos, para que él le llevara a casa.





(...)





UNOS TOQUES SUAVES SONARON SOBRE LA PUERTA DE JOHNNY y el rubio fue a abrir, no muy contento.

Su cara pasó de cansancio a sorpresa y de sorpresa a desconfianza mientras entrecerró los ojos.

—Lisandro—Dijo mientras miraba al chico de rizos aún con los ojos entrecerrados.

Él sonrió incómodamente y sacudió la cabeza, no podía corregirle, había asuntos más importantes de los cuales debía ocuparse.

—Nos ha surgido un pequeño problema.

—¿Nos?—Preguntó Johnny y el ruloso miró hacia su izquierda.

Se giró alarmado al no ser capaz de localizar a Melody y se acercó hacia ella corriendo.

La castaña sintió cómo unas manos la apartaban de la puerta del apartamento de Miguel —al cual había estado observando con intensidad y con la mano levantada, dispuesta a llamar— y la sentaban en el cómodo sofá de su salón.

—¿Qué demonios ha pasado?—Preguntó Lawrence al observar el estado de la chica.

—Se ha pasado un poco con la bebida—Informó Liam.

—Genial, otra más—Masculló.

—¿Otra más?—Preguntó el ruloso con confusión mientras observaba cómo los párpados de Melody se cerraban poco a poco.

—Papá, ¿sabes dónde...?—La pregunta de Robby murió cuando observó el estado de su amiga—. ¿Qué demonios le ha pasado?

—¿Y tú lo preguntas? Seguro que viste el striptease que hizo sobre el escenario antes de desaparecer y aparecer caminando en una carretera con solo una chaqueta y un sujetador.

—La he cagado—Murmuró Peters con la mirada baja y un claro tono de culpabilidad—. He metido la pata hasta el fondo. L-lo siento.

—No pasa nada. Ahora solo necesitas descansar, mañana hablaremos—Le dijo Johnny antes de ayudar a levantarla y llevarla a su cama, donde también yacía Sam en las mismas condiciones que ella.

—No debí...—Comenzó la castaña y luego se pasó las manos por la cara, pero se quedó profundamente dormida cuando su cuerpo tocó el suave y mullido colchón.

Lawrence suspiró y, después de cambiarla de ropa con cuidado, volvió al salón.

—No te muevas, Leopoldo, ¿qué es eso de que hizo un striptease?












*se aclara la garganta*

 *grita de la emoción y de la tristeza a la vez*

¿Quién diría que su primer beso sería tan agridulce? Hasta a mí me duele :(

Bueno, creo que todos sabemos lo que se viene en el siguiente capítulo, pero (por si acaso) os advierto de coger pañuelos e intentar coger toda la estabilidad emocional que tengáis porque -si el capítulo me sale como quiero- la vais a necesitar.

En fin, *se retira a llorar en Miguelody*

NO MERCY!

P.D: Muchísimas gracias por las dos mil leídas y los 300 votos, os amo <3

P.D.2: Vayan a escuchar la canción que Melody baila en este cap porque es un alto temón y es una de mis canciones favoritas ya que nunca falla en subirme el ánimo :)

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