𝟎𝟎𝟖. Between life and death

Luffy, que a pedido de Kenna había ido a buscar más vendas, se topó con Sanji y Zeff, el dueño de Baratie. Ellos no le dieron lo que pedía sin antes sacarle información sobre la situación.

Luffy contó la historia lo más rápido posible, ya que sabía que no se podía tardar mucho en regresar al barco. Los dos hombres de Baratie se sorprendieron al escuchar que Zoro había luchado contra un Shichibukai y no les costó mucho trabajo imaginar lo demacrado que debió haber quedado después de una pelea así. Sanji, sin dudarlo, desamarró su delantal.

—¿Y tú a dónde crees que vas? —Le preguntó Zeff al cocinero con el ceño fruncido.

—A ayudar de su amigo —Respondió él, cogiendo varias vendas y un kit médico de un cajón.

—El brunch no va a hacerse solo —Gruñó.

—Dijiste que alimentara al hambriento, esto es lo mismo.

Luffy alternaba la mirada entre ambos hombres con impaciencia, si no conseguía esas vendas rápido Kenna iba a enojarse con él.

—No, está bien, solo necesito las vendas. Nuestra médica ya se hizo cargo —Explicó, golpeteando sus dedos en sus piernas seguidamente.

—¿Quién es su médica? —Preguntó Sanji.

—Su nombre es Kenna, estaba en nuestra mesa el día que venimos a cenar.

Zeff suspiró con pesadez. Había visto a la supuesta médica el día que la tripulación cenó en Baratie y no podía dejar a un hombre con una herida de tal gravedad en manos de una niñata, su moral no se lo permitía.

—Tráeme mis cuchillos y nuestro mejor Whisky —Pidió al rubio, mientras a regañadientes desamarraba su delantal—. Y un Jurel fresco, cuanto más grande mejor.

—¿Un Jurel? —Preguntó Sanji desconcertado.

—Tú solo hazlo.

Cuando los tres hombres entraron a la cocina, Kenna se encontraba lavando la aguja y utensilios que había usado con ayuda de Usopp y Nami.

—¿Conseguiste las vendas? —Preguntó la castaña sin despegar la vista de su tarea.

Zeff se acercó hacia la mesa en la que se encontraba el cuerpo inconsciente de Zoro. Su ceño se frunció al ver la herida cubierta con una mezcla que desprendía un intenso aroma.

—¿Qué diablos hiciste con la herida? —Preguntó, extrañado al nunca haber visto ese tipo de medicamentos.

Kenna cerro la llave del chorro al haber terminado de lavar todo y volteó a ver al viejo de forma poco amigable.
—¿Estás cuestionando mi trabajo?

Nami y Usopp compartieron una mirada nerviosa.

—Solo me aseguro que sepas lo que estás haciendo y no jugando a la doctora.

Kenna río secamente secándose las manos con una toalla.

—¿Crees que trataría una herida de tal gravedad, poniendo a uno de mis compañeros en riesgo sin saber lo que estoy haciendo? —Preguntó endureciendo su expresión.

El resto de los presentes alternaba la mirada entre la castaña y el cocinero por la repentina tensión que se había formado en la cocina.

—No has respondido a mi pregunta —Se limitó a responder.

Kenna tiró la toalla sobre el mueble sin decir una sola palabra, aun así, su lenguaje corporal expresaba su irritación. Tomó un frasco con la mezcla de hiervas que había preparado y se la acercó a Zeff.

—Esta mezcla está ayudando a que esa herida cicatrice y se desinflame más rápido.

Zeff cogió el frasco y tomó un poco de la mezcla entre sus dedos, sintiendo su olor e identificando varias hiervas conocidas. Volvió a ver la herida en el cuerpo del espadachín, esta vez notando que además de la mezcla la herida había sido cocida a la perfección.

—¿Tu preparaste la mezcla?

La castaña asintió, cruzándose de brazos.

—La herida está bien suturada —Admitió—. Y debo decir que me intriga ver como reacciona ante esta mezcla.

—Entonces ¿Ya terminaste de buscar fallas a mi trabajo sin éxito?

Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Zeff, había subestimado a esa chica.

—Está claro que puedes manejar la situación por tu cuenta, aun así, puedo serte de ayuda —Le dio una señal con la mirada a Sanji, este inmediatamente colocó la canasta con las cosas que habían traído sobre la mesa.

La dura mirada de Kenna se suavizó, sintiendo una repentina curiosidad.

Zeff tomó la botella de alcohol y el filete de pescado, colocando este último sobre una tabla de madera.

—¿Para qué es el alcohol? Kenna ya esterilizó la herida —Dijo Usopp.

—¿Para esterilizar? —Preguntó Zeff con incredulidad—. Ni loco, nunca desperdiciamos un licor fino —Y le dio un profundo trago a la botella, para luego, comenzar a cortar la piel del pescado con ayuda de sus cuchillos—. La piel de pescado también ayuda a cicatrizar y acelera la curación, un viejo truco de navegantes —Bajo la atenta mirada de todos, Zeff colocó la piel de pescado sobre la mezcla que ya cubría la herida—. La piel de pescado sumado a la mezcla de Kenna cicatrizará la herida a gran velocidad.

Kenna y Zeff fueron los únicos que se quedaron en la cocina, terminando de vendar la herida de Zoro. El resto había decidido salir a cubierta para no estorbar.

—¿Dónde aprendiste medicina? —Le preguntó Zeff, mientras sostenía la cintura de Zoro para que Kenna pudiera vendarlo.

—Mi madre me enseñó todo lo que sé —Respondió ella, terminando de pasar la venda por el torso del espadachín— Donde vivía habían cientos de hiervas con las que ambas experimentábamos.

—Impresionante —Asintió el cocinero.

Sanji y el resto de los sombrero de pajas volvió a la cocina unos minutos después y ayudaron a trasladar el cuerpo de Zoro hacia la habitación de Nami, ya que era la más grande. Una vez ahí lo dejaron sobre la cama de la navegante.

—¿Se pondrá bien? —Preguntó Usopp, asomándose a ver el vendaje con una mueca de preocupación.

—No voy a mentir, perdió mucha sangre —Respondió Kenna apagadamente—. Hicimos lo que pudimos.

—Pero quizá sea demasiado tarde —Terminó Zeff lo que Kenna no se animó a decir.

—Quizá no —Replicó Luffy tensando la mandíbula.

—Tiene un pie aquí y otro allá. Está entre la vida y la muerte —Explicó el viejo—. Tienen que encontrar el modo de mantenerlo en nuestro mundo. Háblenle, cuéntenle historias, cántenle, lo que sea. Puede que no responda, pero sabrá que su tripulación está con él.

Kenna trago en seco, sintiendo un nudo en la garganta y sin apartar la vista de Zoro, preguntándose si pudo haber hecho más.

—Hiciste todo lo que estaba en tus manos y hasta más niña —Le dijo Zeff, colocándole una mano en el hombro a modo de consolación.

Kenna había pasado todo el día en la habitación de Nami, sentada al lado de Zoro. En algún momento del día, cada miembro de la tripulación había llegado a leerle o hablarle al espadachín. Cuando eso sucedía, Kenna se sentaba en una esquina, dándoles su espacio para luego cuando se fueran volver a sentarse al lado del espadachín.

No había salido ni una sola vez de la habitación con la excusa de que si despertaba o sucedía algo, ella necesitaba estar ahí para atenderlo. Lo cierto era que las probabilidades de que pasara algo con tan pocas horas eran bajas, pero aun así sentía la necesidad de quedarse y no dejarlo solo.

—Sabes, me impresionó tu pelea, nunca había visto o escuchado hablar de alguien que peleara con tres espadas —Sonrió levemente—. Supongo que por algo nunca te separabas de ellas.

Sabía que él no le contestaría. Aún así, el silencio solo aumentó el vacío que llevaba sintiendo desde la mañana. Trago en seco, volviendo a posar su mirada sobre él.

—El viejo dijo que debía hablarte o contarte historias para mantenerte aquí —Dijo después de un rato—. Normalmente eras tu quien me las contaba a mí, yo no he vivido ninguna aventura emocionante, nunca había salido de Syrup hasta ahora. Pero puedo hacer el esfuerzo por contarte una historia que mamá siempre me contaba.

Hace 10 años.

—Cuéntame una historia antes de dormir —Le pidió Kenna a su madre. La menor ya se encontraba arropada en su cama y la habitación era apenas iluminada por la tenue luz de su lamparita de noche.

Su madre, a pesar de querer ir a descansar por el largo día de trabajo que tuvo, asintió con una cálida sonrisa, sentándose al lado de su hija.

Kenna sonrió emocionada y se acomodó entre las sábanas.
—¿Puedes contarme la historia de la princesa y el dragón?

—¿Otra vez? —Preguntó con una mueca, había contado esa historia más de quince veces en el último mes—. Creo que hoy toca algo diferente.

La pequeña hizo un puchero, cruzándose de brazos.

—Prometo que va a gustarte, es sobre una ciudad perdida de oro.

Kenna relajó su expresión sin quejarse, sintiendo un renovado interés por la historia.

—Es una historia que sucedió hace mucho tiempo, más o menos unos 400 años. Se dice que había un hombre llamado Noland en un país del mar del norte. Noland era un explorador que siempre hablaba sobre sus increíbles aventuras, pero la gente de la aldea no podía distinguir si eran verdaderas o falsa. Un día, Noland regresó de sus viajes y fue a notificarle al rey que había encontrado una montaña de oro ubicada en el gran mar. El valiente rey quiso comprobarlo, así que zarpó con más de dos mil hombres

—¿Una montaña de oro? —Preguntó Kenna asombrada—. Eso es mucho dinero.

Su madre asintió con una sonrisa y siguió narrando la historia con voz suave y llena de emoción, contándole las difíciles batallas que el rey y Noland tuvieron que pelear y todos los monstruos marinos con los que debieron luchar. Para finalmente llegar a Jaya, una ciudad llena de ruinas de oro.

Kenna abrió sus ojos con sorpresa
—¿Una ciudad de oro? ¿Eso existe?

Su madre asintió con una sonrisa.

—Claro que existe. Y eso no es todo, Noland también descubrió una isla en el cielo. Llena de infinitas plantas y flores que solo crecen en esa isla.

—¡Yo quiero ir a la isla del cielo!

—Las noches siguientes me negaba en ir a dormir sin antes escuchar más historias sobre esa isla del cielo —Contó Kenna, recordando todo con una sonrisa—. Nunca dejé de sentir curiosidad por la isla del cielo y tiempo después descubrí que mi madre me había contado una versión censurada del libro del mentiroso Noland. Noland se apedillaba Mont Blanc, justo como mi madre y resulta que era el tatarabuelo del abuelo de mamá. En la historia original solo cien hombres de los dos mil que zarparon logran llegar a la isla de la que Noland les había hablado, y además, era una isla común y corriente, sin nada de oro. Tacharon a Noland de mentiroso y lo ejecutaron en esa misma isla, sus últimas palabras fueron: "¡Ya sé, ese oro en forma de montaña se hundió en el mar!"

Suspiró negando, sin borrar la sonrisa de su rostro.
—A pesar de que la historia fuera sacada de un libro, nunca deje de creer en la isla del cielo. Solo imagina todas las plantas medicinales que podrían haber —Kenna recargó su barbilla en la palma de su mano—. ¿Absurdo verdad? Nunca lo había dicho en voz alta. Aunque a decir verdad, ni siquiera sé si estás escuchándome o recordarás esto cuando despiertes.

Sintió otra vez ese nudo en la garganta y unas inmensas ganas de llorar.

—Tienes que despertar Zoro —Tomó la mano del peliverde entre las suyas—. Sé que probablemente estés luchando para quedarte a nuestro lado y cumplir tu promesa. Te dije que tenías mi apoyo, así que tampoco te dejaré solo en esta batalla.

—¡Algo huele delicioso! —Alagó Usopp, acercándose hacia la estufa para poder ver lo que Sanji estaba preparando.

Él le sonrió en respuesta mientras troceaba verduras.
—Pensé que tendrían hambre, aquí siempre nos sobra comida. Nunca desperdiciamos.

Luffy, que también se encontraba en la cocina, ni siquiera se emocionó por la comida. Se encontraba muy enfocado en algo que estaba haciendo.

—¿Qué pasa? ¿No te gusta el pescado? —Le preguntó el rubio al notar su bajo ánimo.

Luffy levantó la mirada con una pequeña sonrisa.

—Me encanta, pero estoy preparando la espada de Zoro, ya sabes, para cuando despierte —Explicó volviendo a su tarea.

Usopp y Sanji compartieron una mirada, sin saber muy bien como explicarle al de sombrero de paja que había una alta posibilidad de que eso no sucediera.

—Está muy malherido, amigo —Le dijo Usopp cuidadosamente—. Es posible que no despierte nunca.

La expresión de Luffy se ensombreció un poco, pero aun así, no dejó de sonreír.
—Zoro es el guerrero más fuerte que conozco. No se dejará vencer por un tipo cualquiera.

—Bueno, igual tienes que comer —Dijo Sanji—. Al igual que ella —Señaló con la cabeza a Kenna, que se encontraba en la habitación con Zoro—. No ha salido de ahí en todo el día.

Usopp asintió suspirando.
—No creo que lo haga.

Sanji volteo a verla otra vez, estudiándola con la mirada.

—¿Hay algo entre ellos dos?

—Ellos lo niegan, pero estoy seguro que si —Afirmó Usopp muy seguro.

—Si, ya me parecía cuando los vi en Baratie. Una lástima, es una chica muy linda.

Unos toques en su espalda despertaron a Kenna. Abrió los ojos para encontrarse a Nami.

—No has salido de aquí en todo el día ¿Por qué no vas a descansar un rato? —Todos le decían lo mismo cada vez que entraban a la habitación.

Kenna negó.
—No te preocupes, estoy bien. Necesito estar aquí por si algo le pasa a Zoro.

Nami asintió, sabiendo que sería imposible hacerla cambiar de opinión.

—El cocinero te preparó algo —Dijo extendiéndole un plato con un sandwich—. Deberías comer un poco.

Kenna le agradeció tomando el plato y se fue a sentar a una esquina de la habitación, dándole a Nami su espacio, ya que había traído un libro para leerle a Zoro.

La castaña apenas dio dos bocados al sandwich, no tenía mucho apetito.

Luffy que se había acercado, se recostó en el marco de la puerta, escuchando la historia.

—Pobre tipo —Dijo entrando a la habitación, refiriéndose a la historia.

Mantuvieron una pequeña conversación sobre la historia en la que Luffy daba sus opiniones y Nami le respondía secamente.

—A veces, cuando estás a cargo, debes tomar decisiones difíciles —Le respondió Nami en un tono algo acusatorio a una de sus preguntas.

—¿Por qué todo el mundo me dice eso?

—Porque pudiste salvar a Zoro —Soltó Nami levantándose, usando un tono de voz más elevado y provocando que la sonrisa en el rostro de Luffy desapareciera—. No tenía que pelear contra Mihawk y tú lo dejaste ¿Por qué no lo detuviste? —Preguntó

Kenna, que se había quedado viendo a un punto, lejana de la conversación, dirigió su mirada hacia ellos.

—No pensé que fuera perder —Respondió Luffy apagadamente.

—No es culpa de Luffy —Negó Kenna, metiéndose en la conversación.

—Pudiste tratar de disuadirlo —Siguió insistiendo Nami—. Y tú también Kenna, a ti te hubiera escuchado— Añadió, viendo a la castaña.

Kenna mordió el interior de su labio y bajó la mirada, no tenía los ánimos ni las energías para discutir.

—Nunca haría eso —Negó Luffy.

—Entonces, ¿Prefieres verlo así? Podría morir, Luffy.

—Y yo haré lo que sea para salvarlo. Lo que sea, excepto interponerme en su sueño.

—Todos tenemos sueños, pero los superamos.

—¿En serio es lo que piensas? —Preguntó calmadamente—. ¿No tienes sueños?

—Si. Ahora mismo, mi sueño es que Zoro no muera en mi cama.

—¿Pero, no hay algo que desees? Lo que más desees en este mundo.

Los ojos de Nami se llenaron de lágrimas.
—No todos pueden perseguir sus sueños —Y tras decir eso salió de la habitación.

Luffy suspiró tristemente y se sentó al lado de Kenna.

—¿No te gustó el sandwich? —Preguntó, viendo que apenas y lo había tocado—. Yo ayudé a prepararlo, sé que no soy el mejor cocinero, pero no debe haber quedado tan mal.

Kenna le sonrió levemente.
—Estaba muy rico, pero no tengo mucho apetito.

Luffy asintió.
—Tenemos mucha suerte de tenerte Kenna. De no ser por ti, no sé en que estado se encontraría Zoro.

Kenna negó luchando contra las lágrimas.

—Nami tiene razón, a pesar de lo terco que es, pude haber convencido a Zoro de no ir a la pelea. Podría haber evitado que se encontrara en este estado —Dijo en un hilo de voz.

Luffy negó con la cabeza.
—Sabías que esa pelea era muy importante para él, era su sueño y demostrarle tu apoyo en algo como eso es demostrar lo mucho que él te importa. Además, acabas de hacer más de lo que estaba en tus manos para curarlo, incluso ese viejo lo dijo. Zoro es una persona muy fuerte Kenna, estoy seguro que va a volver con nosotros.

Kenna asintió con lágrimas deslizándose por sus mejillas y sintiendo como ese peso de culpa que llevaba sintiendo desparecía.

Luffy pasó un brazo por los hombros de la castaña y esta recostó la cabeza en su hombro, dejando las lágrimas que había estado evitando salir.

—Eres un gran capitán Luffy.

El chico del sombrero de paja sonrío al escucharlo, sintiéndose también mejor.




















Un poco tarde, pero había prometido actualizar este finde y les cumplí 🫶🏻

Sé qué pasó un mes desde la última actualización, pero les juro que estoy llenísima de tareas y trabajos, justo mañana tengo un examen de matemáticas, Diosito en ti confío

En fin, después de los exámenes espero tener tiempo para actualizar y no dejarlos esperando un mes.

Por cierto, coloco el gif del inicio del capítulo mañana porque hoy no me dio tiempo.

Lxs quiere mucho,
Izzie 💞

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