𝟎𝟎𝟔. Lover

Zoro, Kenna, Nami y Usopp se encontraban sentados en una mesa del bar de Baratie. El ambiente era bastante animado, como cualquier bar del East blue; con música, luces, gente bailando por todas partes, y por supuesto, las bebidas alcohólicas. El de rastas había pedido una de gran tamaño y la bebía a gran velocidad

—Bebe más despacio —Le pidió Kenna con una mueca—. Lidiar contigo borracho no es mi actividad favorita.

—Esto no sabe nada a alcohol, sabe a caramelo —Le respondió Usopp, encogiéndose de hombros.

—La última vez que dije eso, me desperté debajo de una mesa —Le dijo Zoro.

Nami, con la vista en su bebida y hundida en sus pensamientos era la única que no participaba en la conversación.

—Oye ¿Estás bien? —Le preguntó Kenna, poniendo una mano en su hombro.

—¿Hay oro en el fondo de tu vaso o qué? No has dejado de mirarlo—Añadió Zoro.

La navegante levantó la vista.
—¿En serio no les importa lo que hizo Luffy?

—Si, debió decirnos —Asintió Zoro, dándole un trago a su bebida—. Pero por si no lo notaste, hemos hecho enemigos en todos lados ¿Qué importa un vicealmirante?

—No lo entiendes —Negó Nami con la cabeza—. No pueden atraparme, no estando tan cerca... —Se detuvo antes de terminar la oración, ganándose una curiosa mirada por parte de todos—. ¿Quieren otro trago? Yo invito —Ofreció, cambiando rápidamente el tema.

Usopp y Kenna asintieron. Ambos compartieron una mirada pensando en lo mismo, Nami ocultaba algo.

—Siempre quiero un trago gratis —Aceptó Zoro.

Nami se levantó y dirigió hacia la barra para traerlos.

Varios minutos después, Nami no había vuelto y el alcohol había hecho efecto en Usopp, que se puso a bailar en medio bar con unos lentes de sol que dios sabe donde consiguió.

—Hay que admitir que tiene cierta gracia —Habló Kenna, viendo a Usopp con la cabeza ladeada—. Como una frenética y descoordinada...

—Babosa —Completó Zoro, viendo a Usopp con el ceño fruncido.

—Exacto —Asintió Kenna—. Es idéntico.

—¿Así era su vida en Syrup?

—Ni de cerca, no tienes ni idea —Negó la castaña riendo.

—Apuesto que sí, apuesto que se más sobre ti que tu sobre mí.

Kenna dirigió su mirada hacia él.

—Si, como no —Habló con ironía—. Eres un libro abierto.

—¿Apostamos?

Kenna lo miro expectante.

—Si yo adivino algo sobre ti, tú bebes, si tu adivinas algo sobre mí yo bebo —Propuso Zoro.

—¿Es que no puedes dejar de pensar en el alcohol ni un segundo? —Rio sin atisbo de gracia.

—¿Acaso no tienes aguante? —La retó él, con una sonrisa ladeada.

Kenna le sostuvo la mirada unos segundos y seguido levantó la mano, llamando a un camarero.

—¿Si señorita?

—Una botella de su mejor ron —Pidió, provocando que la sonrisa en el rostro de Zoro se agrandara.

—¿El mejor ron? —Se burló.

—Si vamos a jugar esto, lo haremos a mi manera —Le respondió ella.

Cuando llegó la botella, Kenna sirvió de su contenido en los vasos.

—Adelante, tu empiezas —Le dijo a Zoro, cruzándose de brazos—. Cuéntame todo sobre mí.

—Creciste en un barrio rico de Syrup, en una gran casa, como la de tu prima, con sirvientes y muchos lujos —Comenzó a decir—. Fuiste educada en casa por una institutriz y tus padres te compraban todo lo que pedías.

—Debes tener sed —Sonrió Kenna, pensando en lo lejos de la realidad que estaba.

—¿Me equivoqué? —Preguntó él, elevando ambas cejas.

—Si crecí en Syrup, pero no en un barrio rico, ni con sirvientes, ni lujos. Vivía en una casa no muy grande en el bosque, solo mi madre y yo —No pudo evitar sonreír ante el recuerdo—. Aunque no tenía todo en bandeja de oro, nunca me faltó alimento ni amor, mi madre se aseguró de ambas. Ella me enseñó todo lo que sé sobre plantas y hiervas, era una gran madre —Hizo una pequeña pausa, mordiéndose el interior del labio antes de seguir con la parte que menos le gustaba—. Mi otro progenitor, nunca estuvo en casa, siempre se encontraba en largos viajes de meses o hasta años —Terminó de decir—. Ahora bebe.

—Debo decir que me sorprende en cierta parte —Admitió, y se tomó el contenido de uno de los vasos de un trago—. Tu turno.

Kenna lo observó en silencio unos segundos antes de hablar.

—No tenías amigos cuando eras niño —Dijo finalmente.

Zoro se cruzó de brazos.

—Si tenía.

—Las espadas no cuentan —Se burló la castaña, sacándole una sonrisa al espadachín.

—Tenía una amiga —Dijo él.

Kenna asintió.

—Una menos que yo, si contamos a Usopp y mi prima.

—Bebe —Señaló con una sonrisa triunfante los vasos.

Kenna aceptó su derrota, tomándose el contenido de uno.

Nami finalmente llegó y se sentó al lado de Kenna, con la mirada perdida.

—¿Y tú dónde habías estado? —Le preguntó Zoro.

—Solo había ido a explorar —Respondió ella.

—Chicos les presentó a mi nuevo mejor amigo —Habló Usopp, señalando a un tipo detrás suyo y sentándose al lado de Nami— ¿Cómo dijiste que te llamabas? —Balbuceó lo último, el efecto del alcohol todavía no se le pasaba.

—¿Quién de ustedes es Monkey D. Luffy? —Preguntó el hombre que Usopp había traído, de manera poco amigable, provocando que todos voltearan a verlo.

Un brillo apareció en los ojos de Zoro al ver al hombre que se encontraba ante él.

—¿Quién pregunta? —Preguntó Kenna confundida.

El hombre volteó a ver a la chica y la sorpresa brilló en sus ojos.

—Eres la hija de Sakurae Kiro —Dijo, provocando que Kenna se tensara y su expresión se endureciera—. Estuve a cargo de escoltar a tu padre a —.

—Ese hombre no es mi padre —Lo interrumpió Kenna, con una frialdad que sus compañeros nunca la habían escuchado usar.

Zoro y Nami se extrañaron al ver como las palabras del hombre habían afectado a Kenna, pero antes de que el hombre o la castaña dijeran algo más, Zoro habló.

—Eres Dracule Mihawk.

El hombre despegó su mirada de la chica, dirigiéndola hacia él.

—Tengo asuntos que tratar con su capitán —Informó—. Si son inteligentes, entréguenmelo.

—No conocemos a ningún Luffy —Negó Nami, cruzándose de brazos—. ¿Verdad Zoro, Kenna?

Zoro y Kenna se encontraban hundidos en sus pensamientos, la chica en los recuerdos que el Sishibukai le había traído y Zoro en lo que encontrarse a ese hombre significaba para él. Después de unos segundos el espadachín se puso de pie.

—¿Zoro? —Preguntó Nami con el ceño fruncido.

—He seguido tu carrera desde que era un niño, es un honor poder conocerte al fin —Le dijo a Mihawk.

—Gracias —Le agradeció él con aburrimiento.

—Por eso me duele informarte que mañana, vas a morir —Terminó, mirándolo amenazante.

Lo último dicho provocó que Kenna saliera del trance en el que se encontraba.

—Espera ¿qué? —Hablaron las dos chicas sobresaltadas, al unisono.

—Yo Roronoa Zoro, te desafío a un duelo —Continuó diciendo con seriedad—. A muerte.

Kenna sintió una pequeña punzada en el pecho con lo último ¿En qué se estaba metiendo? ¿Acaso se le olvidaba que era un Sishibukai con el que estaba hablando?

—Nunca había escuchado hablar de ti —Le respondió Mihawk con aires de superioridad.

—Me llaman el demonio cazador de piratas. Pero mi sueño siempre ha sido vencerte en combate mano a mano y convertirme en el mejor espadachín del mundo —Le explicó.

El Sishibukai dejó de verlo de manera altanera, tomando seriedad.

—Hablas en serio.

—Acepta mi desafío —Le pidió Zoro—. Verás que tan enserio habló.

La mirada de Kenna alternaba entre Zoro y el Sishibukai, rezando que el último no aceptara el desafío de Zoro, sin embargo, los guerreros del mar eran conocidos por ser personas muy orgullosas.

—Muy bien, mañana al amanecer —Aceptó—. Y cuando acabe contigo, cazador de piratas, me llevaré a tu capitán —Y tras decir esto se retiró.

—¿Qué diablos acabas de hacer? —Habló Nami con enojo y preocupación.

Tras varios reclamos más de la navegante sobre la imprudencia de Zoro, los cuatro se dirigieron al barco sin decir una palabra. Una vez ahí, Kenna pasó uno de los brazos de Usopp por su cuello y comenzó a ayudarlo a llegar a su habitación, ya que el tirador seguía demasiado tomado como para caminar por su cuenta.

—¿Quién se cree ese tipo? —Balbuceó él con el ceño fruncido.

—Es un sishibukai, tiene justificación de creerse tanto —Le respondió Kenna suspirando.

—Sishiiibu ¿Qué? —Río Usopp arrastrando las palabras, logrando sacarle una pequeña sonrisa a la castaña, él la estudió con la cabeza ladeada al notar lo tensa que se encontraba— Te preocupa —Afirmó asintiendo con la cabeza.

—Pues claro que me preocupa, es mi compañero.

—Si, si, claaro, no porque le quieras comer la boca —Volvió a reír.

—Confirmamos que esa bebida no era solo dulce —Negó Kenna, poniendo los ojos en blanco.

—Sabes que tengo razón —La apuntó Usopp—. La tensión entre ustedes es enorme, gigante, como —Se quedó pensando unos segundos antes de terminar—. El gordo de Buchi —Soltó una carcajada, logrando que Kenna también soltara una pequeña risa, negando ante las raras ocurrencias del de rastas.

—Mañana, cuando tengas la resaca de tu vida, todo esto no te parecerá divertido.

—Vamos, Kennie, no seas tan aguafiestas —Usopp volvió a reír, no podía detenerse—. He's you're you're you're you're Lover —Comenzó a cantar.

—¿Qué estás diciendo? Cállate —Frunció el ceño, sintiendo sus mejillas arder.

Ladies and gentleman, will you please stand? With every guitar string scar on my hand —Siguió cantando, más alto, prácticamente gritando.

Kenna le tapó la boca con una mano.

—Todos te van a escuchar —Lo reprendió.

Al llegar a su habitación lo tiró sobre su cama.

—Pues quédate en the archer por siempre —Murmuró enfadado y bostezando.

Kenna suspiro rodando los ojos y le dejó un balde en el suelo, para que pudiera vomitar y un vaso de agua en su mesa de noche, ya que probablemente se despertaría sediento.

Kenna se encontraba dando vueltas y vueltas en la cama, sin poder conciliar el sueño. Su mente estaba activa y la conversación de Zoro y Mihawk se repetía una y otra vez.

Se sentó en la cama y suspiró con pesadez. Zoro había tomado una decisión y si decía que había estudiado la carrera de Mihwak desde niño, sabía a lo que se enfrentaba. ¿Pero cómo pensaba vencer a un Sishibukai? Pasó sus manos por su cara con frustración ¿Por qué le importaba tanto?

Se levantó de la cama con determinación, aún sin saber bien que iba a decir, pero cuando menos sintió, se encontraba enfrente de la puerta del espadachín. Luz salía por debajo de la puerta, así que seguía despierto. Sin pensarlo mucho tocó la puerta y unos segundos después, fue abierta por Zoro.

—¿Kenna? —Preguntó desconcertado.

—No puedes enfrentarte a Mihawk —Comenzó a decir, entrando a la habitación—. Es un Sishibukai, no eres más que una mosca para ese tipo, te aplastará y luego te olvidará.

—No si le ganó —Le respondió él, cerrando la puerta con el ceño fruncido.

—No ganarás —Aseguró la chica.

—No sabes eso —Negó él y volvió hacia su escritorio a seguir afilando sus espadas, que era lo que se encontraba haciendo antes de que Kenna llegara—. Tengo que derrotar a Mihawk, debo convertirme en el mejor espadachín del mundo —Afirmó—. Se lo prometí a alguien hace mucho tiempo.

Kenna suspiró con pesadez.

—Esa promesa puede esperar a que te hagas más fuerte ¿Cómo te convenzo? —Preguntó, reacia a irse— ¿Quieres que te diga que eres el mejor espadachín? Eres el mejor ¿Okay? Pero por favor no te enfrentes a él —Le pidió en un hilo de voz.

—¿Por qué te importa tanto de todos modos? —Preguntó, deteniendo su acción, pero sin voltear a verla.

—¡Porque tú me importas! —Jadeo, provocando que él finalmente la mirara—. Y el hecho de que puedas morir mañana —Negó con la cabeza, bajando la mirada.

Zoro se acercó a ella, tomándola suavemente de los hombros.

—No voy a morir mañana —Le aseguró y tomó su mentón con delicadeza, para que lo mirara a los ojos —Lo prometo. No puedo desperdiciar esta oportunidad, nunca me lo perdonaría—. Se quedó unos segundos en silencio, sentía la necesidad de desahogarse. Además, quería hacerle entender la razón de porque le importaba tanto ese duelo, quería que Kenna estuviera de acuerdo con la idea. Trago saliva y decidió que podía confiar en ella —¿Recuerdas que te hablé de la única amiga que tuve?

Kenna asintió confundida. Él la tomo delicadamente de la mano y la llevó hacia la silla de su escritorio para que pudiera sentarse, era una larga historia después de todo.

Se cruzó de brazos y suspiró antes de comenzar.

—Ambos entrenábamos en un dojo, ella era la mejor de la clase y no la soportaba —Puso los ojos en blanco al recordar las veces que Kuina lo vencía—. El arrogante de mí no lo aceptaba y tomé de excusa que ella me ganaba porque no usábamos Katanas de verdad. Así que la reté a un duelo con katanas a muerte.

—¿Así que lo de retar a gente a muerte no es nuevo? —Se burlo Kenna sin humor.

Zoro chasqueo la lengua, encogiéndose de hombros.

—Ella ganó, pero decidió no matarme. —Continuó contando—. Desde ese día nos hicimos amigos y prometimos que entrenaríamos juntos, pelearíamos juntos y nos haríamos más fuertes juntos hasta que uno de los dos se volviera el mejor espadachín del mundo. Y así fue por vario tiempo, hasta que ella murió —Bajó la mirada con un nudo en la garganta, aún cruzado de brazos.

Kenna relajó su expresión y un atisbo de lástima nubló sus facciones.

—Tuve el honor de poder quedarme con su espada, la Wado Ichimonji —Tocó el mango de la espada mencionada—. Y desde su muerte, el cumplir la promesa que hicimos, quedó sobre mis hombros —Elevó la mirada, conectándola con la de Kenna pudiendo ver como una lágrima caía por el rostro de la castaña.
—¿Estás llorando?

—Lo siento, yo —Negó con la cabeza, secándose la lágrima. Se levantó y lo rodeo con los brazos.

Zoro se tensó ante la acción, no sabiendo cómo reaccionar.

—Debió ser horrible, era tu única amiga, la única persona en la que confiabas —Murmuró—. Entiendo porque sientes ese peso sobre tu espalda.

Al escuchar las palabras de Kenna, Zoro soltó todo el aire retenido. Ella lo entendía. Y por primera vez, después de mucho tiempo, se permitió a sí mismo mostrarse vulnerable ante alguien. Se relajo y correspondió el abrazo, sintiendo la calidez de este. Colocó su mentón en el hombro de la castaña, sintiendo un aroma a flores.

Un silencio se formó en la habitación, pero era un silencio cómodo.

Kenna no lo sabía, pero desde que se conocieron, no había dejado de emplear el rol de doctora con Zoro, de una forma u otra, lo hacía sentirse mejor.

Zoro fue el primero en romper el silencio.
—Es muy fácil hacerte llorar.

Kenna se separó del abrazó y ofendida empujó el hombro de Zoro, provocando que él riera.

—Debería regresar a mi habitación —Habló la castaña—. Necesitas descansar.

—Puedes quedarte si quieres —Ofreció el espadachín, recibiendo una mirada sorprendida por parte de Kenna—. Todavía no he terminado de afilar mis katanas y no me vendría mal compañía —Explicó, pasándose una mano por el cuello.

—¿Estás seguro? — Ella quería quedarse, pero no quería serle una molestia.

Zoro asintió.

—Me gusta tu compañía.

Kenna le dedicó una pequeña sonrisa y se recostó en la cama del espadachín.

No mucho tiempo después, cuando Zoro terminó de afilar sus katanas, ambos se encontraban recostados en la cama del espadachín. Zoro le contaba todas las historias que vivió en el dojo y Kenna lo escuchaba con mucha atención.

Escuchar a Zoro narrarle sus historias le transmitía mucha paz a la castaña, tanto que después de un rato cayó profundamente dormida.

Una pequeña sonrisa se le escapó a Zoro al notar esto, tomándose el tiempo de apreciar los rasgos de Kenna. La tenue luz de la lámpara de noche esculpía su rostro en sombras suaves, resaltando la paz que se reflejaba en su expresión. Un mechón castaño se mecía con cada una de sus respiraciones. Con delicadeza, Zoro tomó ese mechón, colocándolo detrás de su oreja. Sin duda era de las cosas más hermosas que había visto. Algo que no reconoció se removió dentro de él.

—¿Qué me estás haciendo Kenna? —Murmuró.

Y tras eso, se propuso a dormir también, sin apagar la luz, ya que sabía que Kenna necesitaba dormir con esta prendida.





Hola personitas bellas, feliz año 💞

Podemos hablar de Usopp Swiftie? Yo lo amo, de mis cosas favoritas de este fic.

Y hablando de Kenna y Zoro, no saben lo mucho que amo ver como su relación va creciendo

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