¿UN FINAL O UN COMIENZO?

Cada final marca el primer paso hacia el comienzo de algo nuevo.

Ella se sacudía mientras dos hombres la sujetaban y Scott la miraba con un semblante frío.

—Basta Elizabeth, no te resistas, sabes que es necesario y tienes que ayudarme, sé complaciente, no has podido darme hijos, entonces sacaré todos tus óvulos, los alteraremos genéticamente y los fecundaremos con todos los demonios y ángeles que pueda. Tú serás la madre de mi ejército de Nephilim. Tú y yo crearemos el ejército más poderoso y conquistaremos Celeste.

—No, no más, por favor, no volver a laboratorio.

—No te saque de ahí para nada, volverás a otro laboratorio, pero ahora para mí. Tendremos que mantenerte dormida, te irás a un centro de investigación en dónde te someteremos a todo el proceso. Se me acabó la paciencia, estoy harto, o lo haces o te obligaré.

Los ojos de Elizabeth se inundaron de lágrimas, los recuerdos llegaban uno a uno, cómo había sido sometida, primero había sido estudiada por los humanos que la sacaron del orfanato durante toda su niñez y ahora para los planes de Belial. Más de cuatro años la mantuvo cautiva y la mayor parte dormida, experimentando con ella.

Había olvidado casi todo. Se levantó y vio como Ezequiel y Scott peleaban, sus alas lucían ya maltratadas y ensangrentadas, dirigió la mirada a Isaías, quien también peleaba con el otro arcángel, el sonido de las armas que chocaban con fuerza parecía ser irreal. Un subido en sus oídos la hizo sentir desorientada, su vista se empezó a nublar y su cuerpo perdió fuerza, cayó al suelo inconsciente.

—Levántala y saquémosle de aquí.

Melissa y Ashley cargaron a Elizabeth hacia debajo de un árbol, la recostaron y Ashley tocó sus heridas, comenzó a sanarlas para que al menos dejarán de sangrar.

—Parece que el sangrado se detuvo.

—Espero que con eso despierte.

—Sí, pobre, todo esto la ha llevado a perder el conocimiento.

Melissa acariciaba su rostro, mientras, Ashley revisaba su cuerpo, al tocar su vientre, regresó la mirada a Melissa sorprendida.

—¿Qué?, ¿qué pasa?

—Está preñada.

—¿Qué?, ¿en verdad?, ¿cómo lo sabes?

—Puedo sentir la energía dentro de su vientre, un leve calor distinto al de ella. Es muy pequeño, pero ya puedo sentirlo.

Melissa miró a dónde Ezequiel y Scott peleaban.

—Esto tiene que terminar ya —susurró.

Elliot se encontraba recostado en un árbol mirando como Isaías peleaba con el arcángel, vio como golpeó a Isaías y los dos cayeron al suelo, el arcángel intentaba enterrar la punta de su lanza en el cuello de Isaías, él forcejeaba para impedirlo. Elliot tomó una flecha y se puso de pie con dificultad, la colocó en su arco listo para tirar. Su brazo no estaba por completo curado, aún no tenía la fuerza suficiente, temblaba al momento de hacer fuerza, trató de controlarlo y lanzó la flecha hacia el arcángel; cayó frente de ellos, el arcángel miró hacia la flecha distrayéndose, momento que aprovechó Isaías para empujarlo hacia atrás y luego golpearle el rostro, volvió a darle otros tres golpes seguidos, lo tomó del cuello y una energía blanca comenzó a salir de sus manos, apretando su cuello hasta que desprendió su cabeza.

El arcángel soltó un grito agonizante que rápidamente se silenció, su cuerpo convulsionó, cuando dejó de moverse se iluminó desapareciendo por completo. Isaías volteó hacia donde se encontraba Elliot y le sonrió, al mismo tiempo que limpiaba su frente con su brazo.

—Gracias —dijo.

Elliot solo asintió con la cabeza, el sonido de un fuerte golpe los hizo girarse hacia donde Ezequiel y Scott peleaban, habían caído y seguían peleando. Ezequiel sangraba de la nariz y boca, tenía rasguños en el cuello que sangraban, al igual que Scott.

Las alas de los dos sangraban, el cabello de Scott se encontraba sumamente alborotado.

En ocasiones se iluminaban sus manos para contraatacar con algún rayo de energía.

Era una pelea muy reñida, ninguno de los dos quería ceder, en momentos parecía que Scott mataría a Ezequiel, pero de repente Ezequiel se las arreglaba para repeler su ataque, los dos se veían cansados y heridos. La pelea estaba casi por terminar.

Melissa corrió a encontrar a Isaías.

—Estás sangrando mucho.

—No te preocupes, estaré bien.

Melissa se paró de puntitas mientras él se encorvó ligeramente, ella tomó su rostro con ambas manos y lo besó en los labios apasionadamente.

—Te quiero, tenía mucho miedo de que te lastimaran.

—¿Me quieres?

—Sí.

Él sonrió, observó con atención esos ojos negros y vio la preocupación que sentía ella por él, la abrazó y besó la coronilla de su cabeza.

—Tranquila, no soy fácil de matar.

Ezequiel estaba arriba de Scott, lo tomó del cuello y apretó la piel, era dura, le resultaba difícil, pero comenzaba a romperse, el cansancio de los dos comenzaba a hacerse evidente.

Scott en un acto desesperado, arrancó unos cuántos de sus cabellos y los envolvió de energía convirtiéndose en una especie de agujas largas y finas, las usó para atravesar el pecho de Ezequiel, provocando que respirara con dificultad.

Un hilillo de sangre salió por una de sus fosas nasales, pero aun así no le soltó.

El rostro de Ezequiel se enrojeció aún más como si se estuviera ahogando.

Los dos sabían que la pelea estaba por terminar, uno de los dos colapsaría, Ezequiel estaba consciente de que su cuerpo era el más lastimado, tenía que acabar con esta pelea ya.

Soltó el cuello de Scott y rápidamente sin darle tiempo puso sus manos en su cara, enterrando sus dedos y sus uñas puntiagudas de sus pulgares en sus ojos. Concentró su energía en sus manos para hacer crecer sus uñas aún más dentro de las cuencas de los ojos de su contrincante. Scott comenzó a gritar con desesperación, el pánico comenzó a invadirlo, la sangre de sus ojos comenzó a brotar.

Con una de sus manos Scott concentró algo de energía formando una punta y la enterró en el costado de Ezequiel en repetidas veces, hasta que la energía se desintegró. Pataleaba y manoteaba intentando rasguñarle el rostro, pero, aun así, Ezequiel no cedió. Seguía enterrando sus garras en los ojos de Scott. Gritaba desesperado, sabía que estaba a punto de morir.

Ezequiel mantenía la presión en sus ojos, la sangre saltó a su rostro como si los ojos le hubieran estallado. De repente fue empujado haciéndolo caer a un lado.

—¡Basta! ¡Por favor, basta!

Ezequiel miró hacia donde provenía la voz. La oscuridad, la sangre y su cabello en su rostro nublaban su visión, logró enfocar su vista y vio una enorme silueta con dos alas enormes y blancas frente a él, talló sus ojos e intentó enfocar mejor su vista.

Era aquel hombre albino que siempre estuvo para él.

Raziel los miraba con un semblante de tristeza, Ezequiel se enderezó quedando sentado en el suelo frente a él, Elliot por detrás de Ezequiel y apuntó con su arco a Raziel.

—Aléjate —ordenó dispuesto a soltar la flecha al arcángel.

Raziel lo miró y luego desvío la mirada a su hijo que permanecía tirado con la respiración agitada y los ojos llenos de sangre.

—Idiotas, hasta donde han llegado.

Ezequiel tocó el pie de Elliot, él dirigió su mirada a Ezequiel sin dejar de apuntar a Raziel.

—Tranquilo. —le dijo casi sin aliento.

Raziel se puso de rodilla y miró a su hijo.

—¿Qué has hecho hijo?

Raziel tocó el rostro de su hijo y lo acarició.

—¿Fuiste tú quien ha hecho todo esto?

Un sollozo salió de los labios de Scott y lágrimas con sangre salieron de sus ojos cerrados y ensangrentados.

—Lo siento padre, yo quería ser tan poderoso como tú y entregarte el mundo que te pertenece.

—Tu obsesión te llevó a creer que eso me complacería, pero estás equivocado. Me entristece que estés tan corrompido por tu obsesión. Has llevado a la muerte a muchos de tu especie.

—Padre yo... —titubeó y comenzó a arrojar sangre de la boca y nariz.

Elliot apretaba fuertemente el arco y la flecha, Elizabeth se acercó a Ezequiel él la miró de reojo y la observó llorar en silencio, Ezequiel se levantó con ayuda de Isaías y Melissa.

—Lamento todo lo que les ha ocasionado mi hijo, sé que no puedo remediarlo, así que solo me queda pedir perdón y rogar por su vida.

Raziel se arrodilló a un lado de su hijo y luego se inclinó pegando su frente al suelo, quedando en una posición vulnerable y sumisa ante Ezequiel, Elliot dirigió su arco hacia Scott.

—¡Padre no! —habló Scott.

—No, yo no puedo perdonarlo. Por su culpa Neimy murió.

—Él, no mató —interrumpió Elizabeth entre sollozos.

Ezequiel la miró y apretó la mandíbula.

—¿Qué? —Los ojos enrojecidos y llenos de lágrimas de Elliot se abrieron aún más—. Él ocasionó todo esto.

—Mátalo entonces, si crees que eso te devolverá la paz. —dijo Ezequiel.

—¡No! no más dolor. —Volvió a contestar Eli.

—¡Scott que has hecho por dios! Por favor no lo hagan —dijo Melissa y ocultó su rostro en el pecho de Isaías, para no ver.

Elliot apretó el arco y la flecha, mientras apretaba los dientes con rabia.

—Elliot —susurró Ashley y él la escucho, eso hizo dirigiera la mirada a ella, la vio con las manos sobre su pecho y un semblante de tristeza.

Regresó la mirada hacia Raziel y él seguía en la misma posición. Su cabello y frente tocaban el suelo, mientras se apoyaba con las palmas de sus manos.

Nuevamente desvío su mirada a Scott quien se encontraba sentado en el suelo.

—Espero que no recuperes la vista nunca, maldito desquiciado.

Dicho eso, bajó el arco y se acercó a Ashley, ella lo abrazó al instante, Raziel se enderezó y se levantó, dirigió la mirada a Ezequiel, los dos cruzaron sus miradas. Ezequiel noto como los ojos grises de Raziel estaban enrojecidos, como si estuviera aguantando las lágrimas. Nunca le había visto así, él era como él; un ser inexpresivo, pero esta vez su rostro reflejaba un profundo dolor.

—Gracias. —habló Raziel.

Raziel miró a su hijo, él palpaba el suelo como si buscara algo. Ezequiel se dio la vuelta y comenzó a caminar con dificultad, los demás lo siguieron, Elizabeth tomó la mano de Ezequiel y la pasó por sobre sus hombros para que él se apoyara en ella.

—Ashley curar heridas.

—No, estoy bien, no moriré.

—¡Elizabeth, Elizabeth! —le llamó Scott mientras estiraba su mano como si quisiera tocarla.

Volvió a repetir en varias ocasiones alzando la voz. Ella se giró y le miró sin responder.

Ve con él, sí es lo que deseas. —dijo e intentó soltarse de ella.

Elizabeth se sorprendió al escucharlo, miró a Scott quien seguía con la mano extendida buscándola, pero ella prefirió seguir tras Ezequiel.

—Elizabeth no te vayas. —Volvió a llamarla.

—No, Elizabeth de Ezequiel, siempre de él. —afirmó la misma Elizabeth.

—Lo siento Scott, ella ahora está con Ezequiel y van a tener un hijo es mejor que la dejes en paz —dijo Melissa antes de darse la vuelta y seguir tras los demás. Ezequiel al escucharla, detuvo su paso por un instante y volteo con Elizabeth. Ella se tocó el vientre y lo miró temerosa.

—Yo lo siento, no debí si Ezequiel no desear.

Él arqueó las cejas en una mueca de confusión.

—¿Qué te hace creer que no lo deseaba?

—Hay cosas que tener que hablar.

—No me interesa lo que pasó contigo y él, ahora estás conmigo y llevas algo mío. Eso es lo único que me importa. —Extendió su mano para que ella la tomara. La tomó y caminaron juntos.

Raziel extendió sus enormes ala doradas. Tomó a su hijo de la cintura y se elevó llevándolo consigo, todos se giraron y miraron cómo se elevaba y se alejaba del lugar.

—Nunca lo había visto con sus alas, son impresionantes —comentó Melissa, mientras le miraba partir y perderse en el cielo oscuro.

—Es porque es un supremo, todos ellos son albinos y sus alas tienen ese dorado.

—¿Tú eres hijo de uno de ellos?

—Sí, de segunda línea de sangre. Probablemente él sea mi tío o mi hermano, quien sabe. Lástima, si mis alas tuvieran ese dorado me dejaría como supremo, mi trabajo sería preñar todas las hembras que pueda. No sé cómo Raziel prefirió quedarse aquí.

Melissa frunció el ceño y le dio un golpe en una de sus heridas.

—¡Te puedes largar si quieres!

—¡Auh! Solo estoy jugando, a la única que quiero preñar es a ti.

Melissa se detuvo de golpe y su rostro cambió de un color a otro. Todos los miraron y sonrieron.

—Dios, eres muy imprudente, como dices tantas barbaridades.

FIN.

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